Literatura Lengua
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Las mujeres podrían ser casaderas, pero también podrían quedarse "solteronas".
En Entre visillos, casi todas las mujeres están marcadas por el matrimonio o su
inviabilidad.
En un principio. Los autores más leídos son los novelistas del bando vencedor,
que siempre tratan asuntos políticos: Agustín de Foxá y José Mª Gironella. Los
autores que permanecen en España enmascaran sus novelas para combatir la
censura creando dos géneros de novela de evasión:
- La novela del viejo Oeste americano, con Marcial Lafuente Estefanía (La
mascota de la pradera).
- La novela rosa, con Corín Tellado a partir de su Atrevida apuesta.
Por otro lado, estarán los autores exiliados como Francisco de Ayala, Arturo Barea,
Ramón J. Sender (con su trilogía Crónica del alba) y Max Aub (con su sexalogía El
laberinto mágico).
- Protagonistas individuales.
- Desencanto con la vida.
- Personajes angustiados o aburridos de su existencia.
- Narración en 1ª persona: monólogos.
- Tratamiento del tiempo lineal.
- Autores más importantes: Cela (La familia de Pascual Duarte, 1942),
Carmen Laforet (Nada, 1945) y Miguel Delibes (La sombra del ciprés es alargada,
1947).
Junto a Carmen Martín Gaite, destacan en la década de los años 50 autores que
formarán la Generación de posguerra o del medio siglo (también conocida como
la de los niños de la guerra):
En 1954 ganó el Premio Café Gijón de Relato Corto con El balneario, con su primer
libro. La década de los cincuenta fue intensa para la joven Carmen: se produjeron
la temprana muerte de su hijo (murió de meningitis al año de nacer), el nacimiento
de su hija un año después y la concesión del Premio Nadal en 1957 a su novela
Entre visillos, obra que la consagró.
Desde sus inicios (El libro de las fiebres) presenta una tendencia tanto a la
indagación sobre el mundo fantástico como a la descripción detallista de la
realidad envolvente como leemos en Entre visillos.
Durante la década de los ochenta, Carmen Martín Gaite publica dos relatos para
niños, El castillo de las tres murallas y El pastel del diablo [cuentos maravillosos
sobre los que reflexionará en su ensayo El cuento de nunca acabar (1983)].
ENTRE VISILLOS
EL ESPACIO Y EL TIEMPO
La novela arranca con un rotundo: «Ayer vino Gertru» que marca tanto el presente
de Natalia como el futuro de ambas.
Por otra, los espacios cerrados de la novela actúan además como elementos
simbólicos de lo relatado. Unos (el casino, el cine, la iglesia, la plaza de toros…)
muestran la cultura y la sociedad de posguerra; otros son utilizados para reforzar
los sentimientos de los personajes: la cárcel que supone el hogar familiar; la
mirada
que escapa a través de las ventanas, el panorama desde la torre
de la catedral, etc.
Los espacios del casino están organizados en función de las relaciones entre
ambos sexos y en función de la distribución de clases sociales, como se evidencia
cuando impiden que Rosa se aproxime al grupo de amigos de Pablo.
Existen otros espacios en los que se celebran reuniones sociales como el estudio
de Yoni o la casa de Gertru: son espacios privados compartidos con quienes
forman parte de la misma clase social, rasgo propio de una sociedad
completamente estratificada.
Las casas son espacios cerrados que guardan la intimidad de las mujeres, si bien,
en ocasiones, se presentan casi como cárceles. Dentro de las casas, balcones y
ventanas adquieren un importante valor simbólico, ya que se convierten en
lugares desde los que ver el mundo exterior y simbolizan a la vez la imposibilidad
de salir de ahí.
Otros espacios abiertos como el margen del río aparecen como una especie de
remanso al que acuden algunos personajes de la novela para pensar o liberar sus
deseos. El pueblo del que es oriunda la familia de Natalia también es rememorado
por esta como un lugar en donde la familia era feliz, en contraste con las
convenciones sociales propias de la ciudad.
NATALIA:
Mercedes es la mayor y es vista como una solterona que está cerca de los 30
años. Julia tiene veintisiete años y está comprometida con Miguel. Comparte con
Natalia su deseo de abandonar esa vida provinciana, en este caso, mediante el
matrimonio con Miguel que aporta una imagen de masculinidad diferente, al
romper ciertas convenciones sociales como el ritual de recibir el visto bueno de la
familia. Tampoco su trabajo de guionista de cine es convencional.
AMIGAS DE NATALIA:
PABLO KLEIN:
Pablo Klein es un joven de unos treinta años alto, delgado, guapo y sin prejuicios.
Viene a la ciudad invitado por el director del instituto. Ha aceptado el trabajo con
la intención de revivir su infancia: en esta ciudad paseó con su padre, viudo, y
posteriormente fallecido. Es un personaje solitario que ha vivido en distintos
lugares fuera de España —París, Berlín, Italia—, por lo que su mentalidad es muy
diferente al resto de los personajes. Es un buen conversador e inicialmente
su presencia es requerida en los diferentes círculos sociales.
ELVIRA:
Elvira es uno de los personajes más complejos de la novela. Como Natalia, es una
«chica rara», expresión acuñada por Martín Gaite para nombrar a las jóvenes que
no asumían el rol social asignado a su generación. El luto por su padre la mantiene
encerrada en casa.
OTROS PERSONAJES:
Emilio se siente atraído por el mundo de las letras, pero cree que debe renunciar a
esta vocación en favor de unas oposiciones a notaría para conquistar a Elvira.
Marisol es una joven que llega a la ciudad para pasar en ella las fiestas.
Representa a un modelo de chicas urbanas más atrevidas. Las demás se sienten
amenazadas por ella.
Los temas que preocupaban a los autores de la generación de Martín Gaite y que
se pueden apreciar en la novela son:
- La represión sexual: Se focaliza en la relación Julia-Miguel: el novio está en
las relaciones prematrimoniales, como varón, pero ella quiere defender y
mantener la castidad.
También se trata esta represión sexual en la relación inicial entre Elvira y
Pablo. Ella actúa como una mujer miedosa y acaba cobijándose en Emilio, al que
domina, aunque no ame.
EL acceso de la mujer a la esfera pública en las primeras décadas del siglo XX ha favorecido la
profesionalización de escritoras como Carmen de Burgos, Concha Espina, María Lejárraga o las
más jóvenes, María Teresa León o Rosa Chacel, cuyos nombres y referencias trataron de ser
ocultados tras la guerra.
Las escritoras de mediados de siglo tuvieron no solo que superar los problemas con la censura,
sino que debían demostrar, como el personaje de Natalia en la novela, que tenían aspiraciones
intelectuales diferentes a las que se asignaban a sus contemporáneas, como lo prueba el
hecho de la participación y premios en algunos certámenes literarios.
El 6 de enero de 1945, fecha de la creación del Premio Nadal, este es ganado por una
jovencísima Carmen Laforet con una novela de título significativo, Nada. Dolores Medio o Ana
María Matute se alzaron con este galardón en las primeras convocatorias. Carmen Martín
Gaite, junto a Josefina Aldecoa y Ana María Matute, son miembros reconocidos de la
“generación de medio siglo”, también denominada, “de los niños de la guerra”.
La de estas autoras es una escritura que recrea espacios cerrados en los que parecen haberse
detenido el tiempo y la vida. Sus personajes, sobre todo los femeninos, están limitados por las
circunstancias sociales y en ellos es frecuente encontrar referencias biográficas de sus autoras,
mujeres a las que apenas se les permitía mostrar su valía intelectual en una sociedad que las
condenaba al ostracismo del hogar.
En esta literatura femenina se hace hincapié en los roles de género y en las desigualdades de
sexo, así, en Entre visillos, observamos las siguientes diferencias entre otras:
Buscan novias jóvenes (16 Van al casino a esperar a que las saquen a bailar y a
años) que la suerte les brinde un buen marido.