Tarea Módulo IV Hecho

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SEMINARIO BÍBLICO PENTECOSTAL CENTROAMERICANO

SEBIPCA.
HISTORIA DEL PENSAMIENTO CRISTIANO.
MÓDULO IV.

Indicaciones: Con el siguiente listado de filósofos/teólogos, el estudiante, deberá investigar lo


que ellos pensaron de las doctrinas que hemos estudiado, siendo las siguientes: Dios, la creación,
el pecado original, la salvación y las Escrituras; ellos algunos de los pensadores de los primeros
dos siglos de la historia de la iglesia.

Clemente de Roma.

Vida: Tercer sucesor de Pedro en Roma a juzgar por la lista de obispos romanos citada
por Ireneo (Adv. Haer III, 3, 3). Eusebio (HE III, 15, 34) fija el inicio de su pontificado en
el año doce de dominicano (92) y su final en el tercero de Trajano (101). Algunas fuentes
afirman que fue consagrado por el mismo apóstol Pedro pero que, por razones de
convivencia, habría renunciado en favor de Lino y retomado el puesto tras Anacleto. Los
intentos de historiar su vida han resultado vanos hasta la fecha. Orígenes lo identificó con
el Clemente mencionado en Filipenses 4,3; las Pseudoclementinas lo convirtieron en uno
de los Flavios, y Dión Casio lo identificó con el cónsul Tito Flavio Clemente ejecutado el
95 o 96 por ser cristiano. Lo cierto es que no tenemos pruebas a favor de ninguna de estas
tesis, como tampoco de su martirio, que es conmemorado por la liturgia romana.
Obra: El único escrito que poseemos de él es la Epístola a los Corintios (95-96), el
primer escrito cristiano — aparte del Nuevo Testamento — cuyo autor, situación y época
conocemos. Informado, al parecer, Clemente de problemas existentes en la iglesia de
Corinto, redactó la mencionada obra que es un llamado a la concordia entre los miembros
de la misma. Se le ha atribuido también una Segunda epístola (cuyo autor desconocemos)
y que contiene un testimonio en favor de la “paenitentia secunda,” dos cartas A las
vírgenes — escritas en realidad en el s. III — y las Pseudoclementinas, una novela que
nos ha llegado fragmentariamente también redactada en el s. III.
Teología: La carta reviste cierta importancia por cuanto no sólo contiene un testimonio de
importancia acerca de la estancia de Pedro en Roma y de la de Pablo en España, sino que,
además, aparece en ella la primera declaración expresa sobre la sucesión apostólica
(XLIV, 1-3), con todo no afirma el primado de la sede de Roma. La jerarquía cristiana se
divide en obispos y diáconos a los que se denomina con el nombre común de presbíteros
en algunas ocasione cuya misión principal es ofrecer los dones o presentar las ofrendas.

Diccionario de patrística (S.I-VI) por Cesar Vidal Manzanares

Justino.

Vida: El más importante apologista griego del s. II nació en Siquem de familia pagana.
Desencantado de diversas escuelas filosóficas, se convirtió al cristianismo influido, al
menos en parte, por el arrojo de los cristianos ante el martirio. Tras su conversión viajó
como predicador por diversas ciudades, estableciéndose finalmente en Roma donde murió
decapitado con otros seis cristianos el año 165.

Obras: Aunque autor muy prolífico sólo han llegado hasta nosotros sus dos Apologías y
el Diálogo con el judío Trifón.

Teología: Cristológicamente, Justino estaba absolutamente convencido de que Cristo es


Dios y que por ello merece la adoración, si bien algunos autores (Quasten) entienden que
se inclinaba hacia el subordinacionismo. Filosóficamente aprovecha la tesis Joanina de
que el Logos ilumina a todos los seres humanos (Juan 1,9) para tender, por primera vez,
un puente hacia la filosofía. Mariológicamente, Justino fue el primer autor cristiano que
trazó un paralelismo Eva-María similar al bíblico de Adán-Cristo (Dial C).
Sacramentalmente, Justino no conoció sino el bautismo de adultos — presumiblemente
por inmersión — precedido de una instrucción catequética (Apol I, LXI). La Eucaristía es
para Justino carne y sangre del mismo Jesús encarnado. En virtud de la oración el pan y el
vino se transforman en cuerpo y sangre de Cristo (Apol I, LXV-VI). La Eucaristía, por
otro lado, se celebra los domingos no siendo lícito para un cristiano guardar el sábado. Se
ha discutido si Justino consideró a la Eucaristía un sacrificio. La respuesta sólo puede ser
afirmativa en un sentido simbólico. Justino, y toma este aspecto de la espiritualidad judía,
considera que las oraciones y acciones de gracias de los hombres son sacrificios (Diálogo
CXVII, 2). En ese sentido estricto sí parece que consideró sacrificio a la Eucaristía, lo que
es muy similar por no decir idéntico al concepto que aparece en la Didajé.
Escatológicamente, Justino es milenarista, aunque reconoce que no todos sus
correligionarios comparten su punto de vista (Diálogo LXXX). Cree en el infierno como
lugar de castigo eterno para los demonios y los condenados (Diálogo V, 80). En relación a
los demonios insiste en que su pecado fue el mantener relaciones sexuales con mujeres
(Apol II, 5), lo que es un eco de Génesis 6. Pese a que pueden extraviar a los seres
humanos ahora, lo cierto es que el nombre de Jesús tiene poder suficiente para someterlos
(Dial XXX, 3).

Diccionario de patrística (S.I-VI) por Cesar Vidal Manzanares

Tertuliano.

Vida: Quinto Septimio Florencio Tertuliano nació en Cartago hacia el 155 dc

Teología: Es posible que la contribución principal de Tertuliano a la teología sea en


relación con la doctrina de la Trinidad. Él fue el primero en aplicar el término “Trinitas” a
las tres personas y así en De pud. XXI, habla de la “Trinidad de una divinidad, Padre e
Hijo y Espíritu Santo.” Asimismo, expuso la idea de que el Hijo era de la misma sustancia
que el Padre, así como que “hay una sola sustancia en los tres que están unidos entre sí.”
Su doctrina trinitaria se adelantó pues en un siglo al símbolo de Nicea. Mariológicamente,
Tertuliano niega la virginidad de María durante y después del parto, señalando que
“aunque era virgen cuando concibió, fue mujer cuando dio a luz” (De carne Christi
XXIII). Por “hermanos de Jesús,” lógicamente entiende a los hijos de María según la
carne (De carne Christi VII; Adv. Marc IV, 19, De monog. VIII, De virg. vel. VI). Con
todo, para Tertuliano, María es la segunda Eva. Eclesiológicamente, Tertuliano fue el
primero en aplicar el título de Madre a la Iglesia, “señora madre iglesia” (Ad mart. I). Esta
iglesia es receptora de la fe y custodia de lo revelado, pues sólo ella posee las Escrituras
que los herejes no tienen derecho a utilizar. En su período montanista, esta visión de la
iglesia-institución iría cediendo, lógicamente, ante una visión de la iglesia espiritual
formada por los hombres espirituales. Escatológicamente, Tertuliano creía en la existencia
de un infierno eterno para los condenados (Apol. XLVIII) y se basó en el pasaje de Mat
5:25 para abogar por una idea de purgatorio o purificación del alma “post mortem,” que,
no obstante, localiza en el infierno y durante el período que va de la muerte a la
resurrección (De an. LVIII). Aún más, Tertuliano sostenía que de ese purgatorio “avant la
lettre” sólo estaban excluidos los mártires (De resurr. carnis. XLIII). La situación de las
almas que se hallan en ese estado puede ser aliviada mediante las oraciones de los vivos,
como hacen las esposas que rezan por sus maridos fallecidos (De monog. X). Finalmente,
podemos señalar que Tertuliano creía en el milenarismo y pensaba que, al fin del mundo,
los justos resucitarían para reinar con Cristo en Jerusalén por un período de mil años
(Adv. Marc. III, 24).

Clemente de Alejandría

Filósofo y teólogo de los s. II-III y uno de los principales impulsores de la Teología


alejandrina
Doctrina. C. puede ser descrito como un «buscador de la verdad», un intelectual, un
partidario de que el pecado es consecuencia de la ignorancia. No sólo conoce la S.E. y la
casi totalidad de la literatura cristiana de su tiempo, sino que posee una vasta formación
ateniense, como prueban las citas de más de 360 autores profanos que encontramos en sus
obras, aunque sean muchas de ellas tomadas de florilegios. Uno de los pensamientos más
queridos para C. consiste en que el cristianismo viene a ser la aureola de todas las
filosofías, el nuevo saber, la nueva cultura, donde todas las demás encuentran su plenitud,
unidad y limpieza de errores. Cristo aparece repetidamente como el definitivo pedagogo
de la humanidad. La visión de C. es unitaria y profundamente optimista: Dios mismo dio
a los griegos la filosofía, a los judíos la Ley y a los cristianos se dio a sí mismo,
entregándoles la plenitud de la verdad, en cuya plenitud se encuentra la salvación. A esta
concepción optimista se unen su afán apostólico, su empeño en convertir a los paganos, su
preocupación por educar. A pesar de sus tendencias intelectualistas.

Dios. Es inexpresable y está por encima de todo nombre y de todo concepto. El uso de la
analogía y de los símbolos está justificado precisamente por este carácter absolutamente
trascendental de la Divinidad (Stromata, V,11: PG 9,108-109). Sin embargo, en todas las
inteligencias humanas, sobre todo en las de los sabios, actúa una oculta fuerza divina que
los lleva hacia el descubrimiento de un Dios único, no engendrado e inmortal
(Protréptico, 6: PG 8,173). En todos los pueblos ha existido la intuición o el barrunto de la
existencia de un Ser Supremo, aunque su conocimiento de este ser fuese incompleto y
aproximativo (Protréptico, 9: PG 8,193-196). Afirma que no sólo la existencia de Dios,
sino algunos de sus atributos pueden conocerse a través de las criaturas.
Dos le impresionan fundamentalmente y le sirven para sus fines apologéticos: Dios es, al
mismo tiempo, infinitamente justo e infinitamente bueno. La justicia divina está
fundamentada en su bondad, dice, saliendo al paso de la herejía de Marción (v.) que tenía
por inconciliables bondad y justicia e introducía un dualismo entre el Dios del Antiguo
Testamento y el del Nuevo (cfr. Pedagogo 1,9: PG 8,353).

Teología trinitaria. Clemente recoge las líneas fundamentales de la doctrina ortodoxa.


Invoca expresamente a la Trinidad (Stromata, V,14: PG
9,156), considera al Verbo como verdaderamente Dios (Protréptico, 10: PG
8,228) y concibe su generación como eterna y sin comienzo: anarchos (Stromata, VII,2:
PG 9,409). Todo ha sido creado por Dios a través del Logos, imagen viva del Padre, Hijo
de Dios. Al mismo Logos es atribuida la actividad providencial sobre todo el mundo
ejercido con el ministerio de los ángeles. El mundo ha recibido la revelación natural y la
sobrenatural por medio del Logos, ya que sólo el Hijo, conforme a Mi 11,27, conoce al
Padre y a Él pertenece revelarlo (Protréptico, 6: PG
8,173). Así, el Logos se halla extendido en todo el universo, y de su luz
participan todas las inteligencias. El Espíritu Santo aparece asociado al Padre y al Hijo y
recibiendo la misma veneración (Pedagogo, 1,6: PG
8,300).

Cristología. En cuanto a la encarnación, afirma que el Verbo tomó carne para librarnos
de nuestros pecados (Protréptico, 9: PG 8,258-259); una carne tomada del seno de María,
carne sensible y, por tanto, sujeta a la muerte (Stromata, VI,15: PG 9,349). Algunas
afirmaciones un tanto inexactas en torno a la naturaleza del cuerpo de Cristo, como que se
mantenía por una fuerza superior, independientemente de todo alimento (cfr. Stromata,
VI,9: PG 9,292), hacen pensar que, si bien no se le puede calificar como Boceta, rozó
peligrosamente el docetismo (v.).
Soteriología. La sangre de Cristo tiene auténtico valor redentor; es ella la que interpela
por nosotros (Pedagogo, 1,6: PG 8,305). Ser cristiano equivale a nacer de nuevo,
engendrado en el dolor de Cristo (Pedagogo, 1,6: PG 8,300). C. tiene un gran cariño al
concepto de «economía de la salvación» entendido como una coherente y paulatina
intervención de Dios en la historia para salvar y educar a los hombres.
Existe un solo orden salvífico que Dios ha ido manifestando progresivamente.

Sagrada Escritura. A. T. y N. T. guardan entre sí una estrecha unidad; ambos son obra
de Dios por medio del Hijo (Stromata, 11,6: PG
8,964). La S. E. es de inspiración divina (Protréptico, 9: PG 8,200); mientras que los
sabios paganos escriben bajo el influjo de la luz
natural, los hagiógrafos están bajo la influencia divina, son los órganos de la voz divina
(cfr. Stromata, VI,18: PG 9,401). De ahí que la seguridad que nos da la S. E. sea superior
a toda otra certidumbre humana (Stromata, 11,4: PG 8,941). Considera incluida dentro del
único orden salvífico a la filosofía, que fue preparación para que los paganos pudiesen
recibir la sabiduría de Cristo. Por eso la llama Diatheke, testamento otorgado por Dios a
los gentiles (Stromata, VI,4: PG 9,261).

(Gran Enciclopedia Rialp)

Orígenes.

Sabio doctor de la Iglesia prenicena, que llevó a su máximo esplendor la escuela teológica
de Alejandría probablemente en esta ciudad ca. 185 y m. el 253 en Tiro a consecuencia de
los quebrantos ocasionados en su salud durante la persecución de Decio.
Vida. Se dispone de diversas fuentes para recomponer los hechos más fundamentales de
su vida. La principal es el Libro VI de la Historia Eclesiástica de Eusebio de Cesárea (v.).
El presbítero Pánfilo de Cesárea compuso una Apología en defensa de O., de cuyos cinco
libros sólo se conserva el primero en una versión bastante libre hecha por Rufino; aporta
datos biográficos de interés. S. Gregorio el Taumaturgo (v.), discípulo de O., escribió un
discurso de despedida, importante por los datos que suministra referentes a la vida y al
método didáctico de su maestro. S. Jerónimo en su De viril illustribus (54,62) y en su
epistolario (Epist. 33) ofrece también algunos datos aprovechables.

Obras. Epifanio de Salamina da como cierto que O. había escrito nada menos que 6.000
libros (Haereses 64, 63), lo que demuestra por lo menos su fama de laboriosidad. S.
Jerónimo (Adv. Ru/inum 2,22) atestigua que la lista de las obras origenianas, añadida por
Eusebio en la biografía de S. Pánfilo (perdida), contaba unos 2.000 títulos. De ellos
conocemos sólo 800 según el catálogo que ofrece el mismo jerónimo en su carta a Paula
(Epist. 33). Para la publicación de tan elevado número de escritos contó con la ayuda
inestimable de su amigo Ambrosio, que le proporcionó siete taquígrafos, otros tantos
copistas y varios calígrafos (Hist. Ecl. VI,23,1-2). De su inmensa producción se ha
conservado sólo una exigua parte, y de ésta el texto en muchos casos no es ya el original
griego, sino el de la versión latina. Puede agruparse en cuatro: apartados:
1) Escritos sobre la Sagrada Escritura. Son los más numerosos.Fue el primero que se
aventuró a establecer el texto crítico del A. T., disponiéndolo en seis columnas: las
Hexaplas. Contenían el texto hebreo, el mismo texto, pero con caracteres griegos para
identificar la pronunciación, y cuatro versiones griegas: la de los Setenta, y las de los
judíos Aquila, Símaco y Teodosio. Fue una obra monumental incubada que se conservó
en la biblioteca de Cesárea y de la que sólo nos han llegado algunos fragmentos (v.
BIBLIA vi, 2).
Con carácter exegético, escribió sobre todos los libros del AT. y NT.
En tres géneros literarios: los Escolios (sobre Éxodo, Levítico, Isaías, Salmos, Eclesiastés
y cuarto Evangelio) prácticamente perdidos; las Homilías, de valor más ascético y
espiritual, destacando junto a las 20 homilías sobre jeremías y algunas otras, las dos Sobre
la Pascua recientemente descubiertas y publicadas en 1953 por Nautin (la lista completa
de las homilías que se conservan puede verse en: Dictionary of Christian Biography,
Literatura, Sects and Doctrines, ed. por W. Smith y H. Wace, Londres 1877-87, vol. 4,
104-118); los Comentarios, que es la producción bíblica más elaborada, pero
interesándose más por el sentido místico que por el literal y dando así lugar a manifiestos
errores hermenéuticos, y también a unas penetrantes consideraciones espirituales.
Se han conservado fragmentos del Comentario a S. Mateo, a S. Juan, a la Epístola a los
Romanos y al Cantar, obra ésta la más importante en opinión de S. Jerónimo. En las
Catenae, en algunos manuscritos bíblicos y en referencias de escritores posteriores hay
dispersos fragmentos de sus comentarios sobre Génesis, Salmos, Isaías, Lamentaciones,
Ezequiel, Profetas Menores, Lucas, Gálatas, Efesios, Filipenses y varios más.

2) Escritos apologéticos. Por el a. 178 el filósofo pagano Celso (v.) escribió un alegato
contra los cristianos titulado el Discurso verdadero, en el que plantea un ataque a fondo
con apariencias científicas y con sofismas sutiles, sin prescindir de una burla demoledora
y punzante. Aunque admite la doctrina moral cristiana y su enseñanza acerca del Logos,
ataca la verdad fundamental de la resurrección de Cristo y en general rechaza a Jesús
considerándolo un falsario. Afirma que la filosofía y la religión griegas están por encima
de la judía y cristiana; acusa a los cristianos de ser gérmenes de división en el Estado por
no someterse a la religión común de Roma. La obra de Celso, ignorada por los escritores
cristianos contemporáneos, fue refutada por O., a instancias de su amigo Ambrosio, hacia
el a. 246. El tratado Contra Celso, distribuido en ocho libros, rechaza punto por punto los
argumentos del filósofo platónico. Su defensa del cristianismo resulta atractiva por el
talante humano y religioso del alejandrino. La indudable preparación del adversario tuvo
ciertamente su réplica adecuada en este erudito maestro cristiano que compuso de esta
forma la más grande apología de la Iglesia primitiva (V. APOLOGÉTICA II, 1).

3) Escritos dogmáticos. La obra más importante de O. es el De principias (Pera Akron),


primera sistematización del dogma y de la doctrina cristiana; compuesto del 220 al 230,
consta de cuatro libros. El 1° es una Teología, que trata de Dios, Uno y Trino, de los
ángeles y de su caída; el 2° es una Cosmología, habla de la creación del mundo, del
hombre en cuanto ser espiritual encadenado en un cuerpo y de su redención por Cristo; el
3° es una Antropología, y trata de la libertad humana, de los pecados y de la
reconstitución final de todas las realidades en Dios; el 4° es una Teleología, habla de la
Revelación, de la Sagrada Escrituras. como fuente de la fe y de sus diversas
interpretaciones. El mérito de ser la primera síntesis dogmática palia algunos defectos
formales inevitables en un primer ensayo. Sin embargo, es en esta obra donde más
aparecen las falsas doctrinas de Orígenes. La obra ha llegado a nosotros íntegramente sólo
en una traducción libre de Rufino, que indudablemente la retocó y purificó de expresiones
erróneas. En la Philocalia y en dos edictos del emperador Justiniano 1 se conservan
también algunos fragmentos griegos.

La disputa con Heraclidas es el título de uno de los papiros hallados en Toura el a. 1941,
que interesa por su doctrina trinitaria.
Fragmentos de un escrito Sobre la resurrección se pueden encontrar en Pánfilo, Metodio
de Filipos y S. Jerónimo. Parece que O. negó la identidad material entre el cuerpo
resucitado y el cuerpo humano.

También escribió una Miscelánea en diez libros, según informa Eusebio (Hist. Ecl.
VI,24,3) y por los datos de S. Jerónimo (Epist. 70,4)
en esta obra, sin seguir un orden determinado, O. cotejó la enseñanza cristiana con la de
viejos filósofos, como Platón, Aristóteles, etc.

4) Obras de carácter práctico. Ca. 233, a petición de su amigo Ambrosio, escribe


Orígenes el breve tratado Sobre la oración; en su primera parte, contiene enseñanzas
generales acerca de la oración, tratando en la segunda parte del Padrenuestro; con un
apéndice sobre la actitud interior y exterior más conveniente para la oración concluye esta
pieza, testimonio de la profunda y viva piedad de su autor. Al comienzo de la persecución
de Maximino Tracio (235) compuso en Cesárea una Exhortación al martirio, dirigida a
dos amigos, Ambrosio y Protecto, diácono y sacerdote de aquella ciudad, los cuales
habían tenido que sufrir ya bastante. Pero el autor escribe para los que juzgaban que es
suficiente «creer en el corazón» y consideraban poco menos que indiferente sacrificar
externamente a los dioses falsos (V. LAPSOS). El escrito revela la personal actitud de
Orígenes a lo largo de toda su vida: una lealtad inquebrantable y un amor ardiente al
Salvador.
De su extenso epistolario, agrupado en cuatro colecciones, no quedan más que dos cartas,
una dirigida a su discípulo Gregorio Taumaturgo entre 238 y 243, y la otra a Julio
Africano escrita ca. 240.

Doctrina. La idea de Dios es el punto de partida del que arranca para estructurar
orgánicamente todo su sistema. Dios tiene como cualidades específicas el ser espíritu, el
ser ingénito, invariable, inmutable; es el mismo Dios del A. T., el Creador, el Providente,
el juez, el Remunerador, en una palabra, el Padre y Artífice de todo. Las diversas
Personas de la Trinidad se relacionan entre sí con un cierto subordinacionismo (v.): sólo
el Padre es autotheos, mientras que el Logos -aunque eterno y homoousios, consustancial-
es deuteros theos (segundo Dios), no «simplemente bueno» como el Padre, sino «imagen
de la bondad»
(cfr. Contra Celsum, V,39; De Princ. 1,2,13). Algunos autores antiguos (S. Gregorio
Taumaturgo y S. Atanasio) y moderno (Prat) se resisten a calificar a O. de
subordinacionista e interpretan en sentido ortodoxo sus afirmaciones; pero parece claro
que admite una jerarquía dentro de la Trinidad y estima que el Espíritu Santo ocupa un
rango inferior al del Hijo (De Princ. prefac. 4).

Dios-Hombre, Jesucristo, en quien habita Dios, aparece con glorificado y considerado


como trono del Padre. El Logos es el que tomó cuerpo y se hizo Hombre. O. defiende la
íntima unión de naturalezas en Cristo y enseña la «comunicación de idiomas» (V.
CRISTOLOGÍA 2; ENCARNACIÓN DEL VERBO II, 7). Si hemos de dar fe al
historiador Sozomeno, O. aplicó a María el título de «Madre de Dios» (Theotokos),
aunque no se registra en los escritos origenianos que han llegado hasta nosotros; se
recoge, en cambio, una clara afirmación de la maternidad universal de María en el
Comentario a Juan. Muy interesante su visión de la Iglesia, inmaculada e irreprochable,
formada por fieles que son miembros de Cristo. La Iglesia militante es apoyada por la
Iglesia triunfante, pues los santos (los fieles).

Nota: En esta semana, no hay un material específico, por lo tanto, se debe investigar, citando las
fuentes de donde obtuvo la información.

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