Resumen
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ALUMNOS:
Huancayo- Perú
2024
LA CONCEPCIÓN DE LAS PERSONAS Y LA IDEA DE
UNA CIUDAD BIEN ORDENADA
Introducción
El contexto actual se caracteriza por un pluralismo de doctrinas morales,
filosóficas y religiosas que, al ser diferentes y contrapuestas, generan
debates políticos que a menudo no logran soluciones justas. Esto se debe
a que las diversas posturas derivan sus principios de justicia a partir de
sus propias concepciones del bien. Este panorama invita a profundizar en
las ideas de John Rawls, quien revitalizó la filosofía política en su obra A
Theory of Justice (1971). Ante las críticas sobre la estabilidad de su teoría,
Rawls desarrolla nuevos conceptos en.
El estudio se dividirá en tres partes: primero, se explicarán los conceptos
de ciudadanos y sociedad bien ordenada según Rawls; segundo, se
clasificarán y analizarán los constructos de su teoría; y, por último, se
presentarán conclusiones que contribuyan a la construcción de una
verdadera democracia en el país.
1.¿Que es ser ciudadano?
En la disputa entre John Rawls y Jürgen Habermas, Rawls argumenta que
uno de los cambios políticos significativos en su obra Liberalismo Político
en comparación con Teoría de la Justicia es el reemplazo de la concepción
de "persona" por la de "ciudadanos". Estos ciudadanos son vistos como
personas libres e iguales que poseen dos facultades: lo razonable y lo
racional,Lo razonable se refiere a la capacidad de tener un sentido de la
justicia, ubicado en el plano intersubjetivo y relacionado con la
reciprocidad en un sistema justo de cooperación. Las personas razonables
buscan un mundo social donde puedan cooperar en términos aceptables
para todos,Lo racional, por otro lado, se aplica a un agente individual o
corporativo que busca fines e intereses, a menudo los propios. Sin
embargo, Rawls señala que los agentes racionales no siempre actúan en su
propio interés, ya que cada interés pertenece a un agente, pero no todos
benefician a ese agente. Los ciudadanos, entendidos de esta manera, se
encuentran en lo que Rawls denomina una Sociedad Bien Ordenada, un
concepto que se desarrolla en su segunda obra y que es frecuentemente
malinterpretado por comunitaristas que creen que la teoría de Rawls
separa al individuo de la comunidad. Esta crítica se convierte en el
contexto para profundizar en los términos que sustentan su teoría de la
justicia.
2.Una sociedad bien ordenada
la teoría de John Rawls y su concepto de sociedad bien ordenada La
teoría de Rawls no separa a los ciudadanos de una sociedad, sino que los
integra en lo que él denomina una Sociedad Bien Ordenada, que es un
sistema justo e imparcial de cooperación. Esta teoría sostiene que las
libertades básicas se logran a través de dicho sistema, garantizando que
los ciudadanos puedan disfrutar de ellas.
A pesar de las críticas que argumentan que Rawls desconecta a los
individuos de su contexto social, su enfoque busca precisamente que los
ciudadanos gocen de libertades dentro de un marco de cooperación justa.
La Sociedad Bien Ordenada es estable en su concepción política, aunque
pluralista en las doctrinas sobre el bien. Este ideal es fundamental en las
obras de Rawls y sirve de base para reflexionar sobre los distintos términos
que conforman su concepción de la justicia.
El primero de ellos dice que ciertas libertades son básicas e iguales para
todos: libertad de conciencia, libertad de pensamiento, libertad de
asociación, igualdad de derechos políticos, libertad e integridad de la
persona y las libertades que sustentan el imperio de la ley. Son libertades
básicas porque son necesarias para poder ejercer las propias «capacidades
morales». Las dos capacidades morales son: primera, la capacidad de ser
racional, de tener una concepción racional del propio bien, y, la segunda, la
capacidad de un sentido de la justicia, de entender, aplicar y actuar según
las exigencias de la justicia. Estas capacidades constituyen intereses
esenciales de las personas moralmente libres e iguales, puesto que
permiten que cada persona sea un agente libre y responsable que
interviene en la cooperación social.
6. EQUILIBRIO REFLEXIVO
En la actualidad, escuchamos por doquier que la democracia significa la
elección de la mayoría, concluyendo por tanto, que una persona debe
sacrificar su autonomía moral en virtud del bienestar o de las ideologías de
la comunidad. Esta situación se ejemplifica en el caso del servicio militar de
nuestro país y de muchos otros, en donde los jóvenes deben sacrificar su
libertad para la protección del Estado, de aquí surge una pregunta liberal:
acaso ¿el hombre no es libre de decidir si prestar o no, un servicio en favor
de su país? Muchos argumentan que no debe ser así, pues el ciudadano
goza de los beneficios de su nación y por lo tanto, éste está en la obligación
de contribuir al orden del estado al que pertenece, y así, retribuir los
beneficios de los que goza.
Otros casos que expresan un atentado contra libertad, son las restricciones
al aborto, la eutanasia y el matrimonio entre personas del mismo sexo. Esta
posición de someter la libertad de la persona a la voluntad general, lo
observamos en el momento de exponer las deficiencias del contrato social
en Locke y Rousseau. Frente a esta postura, John Rawls decidirá sin duda
alguna optar por la fundamentación monológica de Kant, la cual consiste
en rescatar la autonomía moral del individuo que se había perdido en el
momento en que Locke y Rousseau ofrecen una connotación moral al
acuerdo mayoritario como criterio de legitimación fáctico (Botero, 2005, pág.
34); sin embargo, el autor del Liberalismo Político a diferencia de Kant lo
hará de una forma más radical (Botero, 2005, pág. 45) 8, incluyendo en su
Teoría de la Justicia, el subscontructo del equilibrio reflexivo. Este nuevo
mecanismo “se constituye en una especie de auditaje subjetivo desde el cual
el individuo asume e interioriza los principios concertados como propios,
pero con la posibilidad permanente de cuestionarnos y replantearnos de
acuerdo con las nuevas circunstancias. Ello se convierte en un recurso
individual que garantiza que el ciudadano, en tanto persona moral, pueda
tomar distancia frente a las decisiones mayoritarias que considere
arbitrarias e inconvenientes. De esta manera, la “exigencia de unanimidad
[...] deja de ser una coacción.” (Botero, 2005, pág. 45).
Por otra parte, en Liberalismo Político, John Rawls asume que: “una
concepción política de justicia, para ser aceptable, debe ser acorde con
nuestras convicciones consideradas, en todos los niveles de generalidad,
tras la debida reflexión, o en lo que he llamado en otra parte “equilibrio
reflexivo”. (Rawls, 1993., pág. 8). Esta noción es una forma de remover nuestras
dudas. Podemos revisar una interpretación de la situación inicial, y luego
por la capacidad de sus principios, acomodar nuestras más firmes
convicciones y proporcionar orientación donde sea necesaria. En la
búsqueda de la descripción más favorable de esta situación, trabajamos
desde ambos extremos. Empezamos por describir de qué modo representa
las condiciones generalmente compartidas y de preferencia débiles. (Rawls,
1971., pág. 20).
Toda esta exposición del equilibrio reflexivo rescata la autonomía moral del
ciudadano como lo hizo la fundamentación monológica de Kant al menguar
la carencia del contrato social (Botero, 2005, pág. 45), pero nos lleva a
formular la crítica que muchos pensadores le hicieron a Rawls después de
escribir su Teoría de la Justicia, ¿puede una sociedad democrática,
caracterizada por un pluralismo de doctrinas razonables comprehensivas,
ser estable?
Como el Velo de Ignorancia no le permite ver con claridad el bien de los que
representan, John Rawls
-El diálogo entre diferentes doctrinas tiene que ser racional, de otra manera,
permitiríamos una lucha en lugar de un consenso.