POSRACIONAL
POSRACIONAL
POSRACIONAL
Samuel Yate
Camila Agudelo
Evelyn Chavarriaga
Juan Esteban Restrepo
Tatiana Eusse
Julieta Ruiz
grupo 244
2
INTRODUCCIÓN
Este ensayo se basa sobre qué caracteriza a la psicología posracionalista, la cual se define
como un híbrido entre la terapia constructivista y cognitiva; fué creada por Vittorio Guidano a
finales de los 80 y es conocida como como la expresión de la evolución de la psicología en
la posmodernidad, el motivo de la realización es para entender las diferencias que tiene
este modelo terapéutico del resto, si está compuesto por dos modelos tradicionales ¿no
debería de ser tanto en la práctica como en la teoría igual a sus antecesores?
Como cuarta y última parte se habla sobre los principios terapéuticos que caracterizan y
diferencian a la psicología posracionalista de los demás enfoques.
3
Ahora bien, la identidad no llega de manera inesperada a cada unas de las personas, sino
que aparece gracias a el lenguaje, permitiendo la experiencia humana, ya que posibilita
4
dialogar con nosotros mismos (somos seres narrativos) o también volver sobre nosotros
mismos (conciencia reflexiva), diferenciar las experiencias inmediatas del aquí y del ahora
con las interpretaciones de esas experiencias, pero también relacionarnos con los otros,
siendo muy importante ese otro en la formación de nuestra identidad. El otro puede ser una
figura de referencia que me ayuda a construir mi identidad, mi autopercepción y mi
autorreferencia, también que para reconocer una imagen estable de nosotros mismos, la
construimos con base de cómo el otro me ve y en cómo se relacione el conocimiento y la
conciencia de los otros con nuestra identidad.
Al mismo tiempo, esa identidad también debe de tener una protección con relación a la
función del yo y el mí, siendo el yo la experiencia inmediata (todo lo que pasa en el aquí y
en el ahora, todo lo que pase aquí es verdadero) y el mí como experiencia explicativa
(organizo el mundo en coherencia de como yo soy, debiendo de ser lo más estable posible).
El “Yo” y el “Mi” constituyen una identidad, es decir, una continuación del sí mismo en el
tiempo. El yo ocurre de modo automático, nadie es externo a este, pues el “Yo” opera en lo
tácito. Es decir, fluye, mientras que el “Mi” opera de forma explícita, siendo este una imagen
consciente de sí mismo que él ha construido y es este “Mi” el que protege al “Yo” en la vida
cotidiana en todo lugar y momento. El “mi” y el “Yo” forman el “sí-mismo”. Y es aquí donde
entra el significado personal, pues este ordena las experiencias para justificar y continuar,
nos legitima ante los demás y es una forma de relacionarse con la experiencia inmediata.
Entonces el individuo no es objetivo; las observaciones son un reflejo de sí mismo en busca
de un orden.
Por último sobre la identidad, esta no aparece de manera inesperada en las vida de las
personas, sino que además desde que nacemos, nuestra identidad se ve marcada en cómo
nuestras figuras de crianzas atendieron a nuestras necesidades tanto biológicas como
sentimentales y emocionales, pero también se va desarrollando en forma de espiral
teniendo un punto de partida o inicial en los patrones de apego, que son procesos de
autorreferencia que permiten la construcción del sí mismo consciente, estable y continuo en
el tiempo, permite la búsqueda de seguridad, de exploración y separación, pero no solo se
forma con la relación presente de sus figuras de crianza, sino también de la relación
separatoria entre ellos. Estos patrones se categorizan por Evitante (A) : Evitar el rechazo,
prefieren proximidad. Seguro (B): No hay una protesta exagerada en cercanía-alejamiento.
Ambivalente (C): Proximidad con base en sus recursos afectivos.
Ahora, junto con la formación de la identidad y los patrones de apego, aparecen las OSP(
organizaciones de significado personal, en donde son procesos ideoafectivos que le
permiten a las personas mantener un sentido de unidad personal, gracias a un orden y a
una identidad. Estos son estructuras teóricas pero no patologías.
Según Guidano, existen 4 OSP, que son la Dapica, Obsesiva, Fóbica y Depresiva. La
dapica, “Para saber quien soy debo utilizar a los demás como espejo” (Guidano, 1996). Son
propensos a desarrollar un Trastorno Alimentario Psicogénico, es causada por una
ambigüedad en la familia, porque reconocen en la familia una especie de perfección, de que
todo está bien. La obsesiva, la relación con sus figuras de apego es ambivalente, es decir,
50% amor y 50% odio, ellos son personas buenas por fuera, pero por dentro son malos, por
eso tiene diferentes rituales de limpieza. La fóbica Esta familia es coercitiva donde el mundo
es peligroso y se inhibe una exploración por parte del niño, esto tiene unos efectos donde
las emociones son débiles, hacen una lectura sensorial pasiva de las emociones y buscan
protección.Por último la Depresiva, Esto lo puede causar una familia depresiva, o con una
ausencia del padre, los niños se sienten como una carga, interpretan el rechazo como una
pérdida afectiva y se atribuyen la culpa de esta pérdida incluso pueden considerar que el
problema es haber nacido.
Para terminar con este escrito, como este enfoque posracionalista es una psicología, tiene
unos principios terapéuticos que los caracterizan pero también los diferencian de los demás
enfoques psicológicos.
CONCLUSIÓN
A modo de cierre, en este ensayo podemos concluir que nosotros los humanos somos seres
que se autoorganizan constantemente dependiendo su contexto y el método para ello es la
autoobservación; somos constructores de esa realidad propia como de las experiencias
adquiridas de manera simultánea y de cómo transformamos o interpretamos dichas
experiencias, tanto implícitas como explícitas. Nuestra identidad la construimos a medida
que desarrollamos el lenguaje, lo que nos posibilita la comunicación con nosotros mismos
de manera narrativa o reflexiva.
Nuestra identidad está constituida por el “Mi” y el “Yo”, siendo él “Mi”, una fachada externa
de lo que soy yo y de mi mundo modelable y modificable, y el “Yo”, tratándose de quién soy
realmente y de mi experimentación directa de cómo percibo las experiencias y el mundo;
estos dos constituyen el “Sí mismo”, siendo el “Mí”, un mecanismo de protección para el
“Yo”. Nuestra identidad también se comienza a edificar dependiendo de la manera en que
nuestros cuidadores atendían nuestras necesidades emocionales y biológicas, pero no solo
con esto la constituye, también lo hace nuestros patrones de apego, que nos hacen
construir el sí mismo consciente que será estable y continuo en el tiempo; lo que este busca
es seguridad, exploración y separación. Estos patrones de apego, según Bowlby, se
categorizan en: Evitante (A), Seguro (B), Ansioso/Ambivalente (C).
Cabe aclarar, junto con la formación de la identidad y los patrones de apego, aparecen las
OSP, donde permiten que las personas tengan un significado de identidad, hallándose 4
tipos de OSP, la depresiva, la dapica, la obsesiva y la fóbica, cada una de esos 4 tipos tiene
sus propios comportamientos y algunos pueden ser parecidos a otras OSP que se pueden
confundir, por eso el terapeuta tiene que tratar de conectar con el paciente para así poder
entrar más a fondo en su vida, para saber cómo fueron sus vivencias en cada una de sus
etapas de crecimiento, con el fin de generar un cambio en el paciente, que no solo sea de
palabras si no de acciones, llevando también a que el mismo pueda cuestionar y así pueda
ser consciente el porqué de las acciones que lo llevaron al desequilibrio emocional.
Por último, la identidad no aparece de manera inesperada si no que desde que nosotros
nacemos se puede ver reflejado en cómo es la forma en que nacemos y como nos han
criado que también influye en la identidad separatoria de las figuras de crianza.