Por Qué Nos Desconectamos de Nuestros Hijos

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¿Por qué nos desconectamos de nuestro

adolescente?
• Jason Cordero
• octubre 27, 2020

No pocas veces hemos atendido a padres y madres que vienen con su hijo o hija adolescente a consulta porque
no se logran comunicar. En ocasiones, esto resulta evidente en los primeros minutos de conversación.

Cuando los padres hablaban, esta joven miraba hacia fuera con desprecio. Cuando ella hablaba, sus padres
interrumpían repetidas veces para contradecir la versión y las opiniones de su hija. Ambas partes afirmaban
que no se lograban entender. Y así era. Cada frase de los padres parecía producir molestia en su hija. Y cada vez
que ella hablaba ellos se indignaban.

Los padres de este adolescente estaban descorazonados, me veían con una expresión de angustia y tristeza
mezcladas con incertidumbre y temor. Su hijo adolescente estaba en serios problemas y no encontraban la
forma de comunicarle lo que pensaban al respecto. Cada vez que intentaban conversar con él, para ayudarle a
entender la situación y darle una nueva perspectiva, su hijo los rechazaba. En una noche particular les dijo que
los odiaba. Ellos afirmaban que no entendían qué habían hecho mal ni en qué momento perdieron el corazón
de su hijo. Cuando le pregunté al muchacho por qué odiaba a sus padres respondió rápidamente para decir que
en realidad no los odiaba, que en ese momento perdió la paciencia pero que de hecho los amaba.

Estos dos casos muestran la triste realidad de la desconexión que pueden experimentar los padres y sus hijos
durante la adolescencia. Afortunadamente, en ambos casos, en el del muchacho y en el de la joven, tanto ellos
como sus padres aceptaron participar en un proceso de acompañamiento de consejería. Esto les ayudó a
descubrir las claves de su desconexión, y a entender las razones que los habían llevado a sentirse tan lejos de
las personas que, ellos mismos afirmaban, eran las más importantes de sus vidas.

Las claves de la desconexión


En estos dos casos, y en muchos otros, hemos identificado dos palabras claves para entender la desconexión
emocional y relacional que se puede sufrir con un hijo o hija adolescente. Estas palabras son distancia e
interruptores.

La distancia natural entre padres e hijos


Conforme nuestros hijos crecen, se produce un distanciamiento natural que suma a la desconexión. Este
distanciamiento no es negativo, más bien es necesario para el desarrollo de nuestros hijos. Tiene que ver con la
independencia que poco a poco van ganando en distintas áreas de su vida. La tarea de los padres, en este
sentido, es empoderar a sus hijos mientras se mantienen atentos a su desarrollo. De esta forma, les hacen saber
que en ellos tienen un lugar seguro al cual regresar después de cada experiencia de crecimiento.

La distancia natural se produce a partir de:

a. El avance en la edad
Un bebé es mucho más dependiente a sus padres que un hijo adolescente. El vínculo cambia dramáticamente
desde el nacimiento y conforme los hijos avanzan con éxito en cada estadio de su crecimiento.
Usted puede leer más sobre este proceso en el artículo Nacimos conectados… Pero si descuidamos la relación
podemos desconectarnos, de Ana Leonor Jiménez.

b. Los amigos
Los padres tendemos a pasar más tiempo jugando y cuidando a nuestros hijos más pequeños que a los
adolescentes. Por esta razón, nuestros hijos pequeños nos ven como sus amigos de juego y con quienes desean
pasar tiempo. Pero conforme crecen y entran a la escuela, sus compañeros de clase toman ese lugar de
compañeros de juego también. Al llegar a la adolescencia, es común que los adolescentes cuenten con un grupo
de amigos con los cuáles, literalmente, viven su vida. La exploración y las nuevas experiencias de la juventud se
viven con sus pares. Y por distintas razones, los padres somos relegados a un tipo de relación diferente. Esto es
bueno y los padres haremos bien si lo entendemos, pues en esta etapa nuestros hijos necesitan diferentes
referentes que les ayuden a establecer su identidad. Por esto, los amigos, fuera de lo familiar, son tan
importantes en la adolescencia.

c. Las actividades cotidianas.


Nuestros hijos son mucho más independientes en la adolescencia de lo que lo fueron durante la niñez. Esto
facilita que ellos y nosotros manejemos agendas diferentes. Nos ponemos de acuerdo, pero vivimos a ritmos
diferentes. Nuestras prioridades son diferentes. Nuestros intereses también. Esto no es para nada malo, más
bien es bueno para todos en casa. Pero si nos descuidamos, nuestras vidas pueden tornarse tan diferentes que
no encontremos espacios para la convivencia como familia. Necesitamos aprovechar y disfrutar cada etapa de
nuestra vida y cada etapa de la vida de nuestros hijos, sin que ello signifique un distanciamiento tan grave que
prácticamente solo compartamos un lugar al cual llegar a dormir. Es responsabilidad de los padres crear
agendas en conjunto y espacios dedicados en exclusividad al convivir familiar.

d. La etapa de desarrollo
La adolescencia es una etapa del desarrollo que tiene sus propias particularidades. No es casualidad que
atemorice a tantos padres. Este temor no es infundado. Hemos visto a otros padres sufrir y disfrutar la
adolescencia de sus hijos. Ahora bien, lo cierto es que los padres y madres seguirán siendo las personas más
importantes para el desarrollo de sus hijos. Así que acercarse a la adolescencia de nuestros hijos con un
abordaje pro-activo será de mucha utilidad para ellos y para nosotros. Si sus hijos están por entrar a la
adolescencia dedíquese a aprender sobre esta maravillosa etapa. Sea intencionado en el estudio y en la
búsqueda de recursos para prepararse de la mejor manera.

En el App de Enfoque a la Familia encontrará series y conferencias que le brindarán perspectiva nueva sobre
su rol paterno o materno y en las que encontrará herramientas prácticas que podrá usar de inmediato para
mejorar la relación con sus hijos.

Los interruptores de desconexión


El distanciamiento natural le da seguridad y herramientas para la vida a nuestros hijos. Sin embargo, si nos
descuidamos, ese distanciamiento puede llegar a ser no saludable si se conjuga con alguno de los interruptores
que explicamos a continuación, sumado a una intervención errática de nuestra parte.

a. Los conflictos de terceros


Hay conflictos que pueden aumentar la desconexión con nuestros adolescentes. En especial los conflictos entre
los padres. Conflictos no con los hijos, sino entre los cónyuges. Sería ideal que nuestros problemas de
matrimonio no afecten a nuestros hijos, pero no es así. Ellos son los primeros afectados por los conflictos
matrimoniales. Ellos no son parte del matrimonio, y el matrimonio es un asunto de sus padres. Sin embargo, lo
que ocurre a los padres les impacta profundamente, de tal manera que cuando los padres pelean, se separan o
se divorcian, tiende a aparecer un distanciamiento mayor con alguno de los padres. Cuando los hijos evalúan el
conflicto entre sus padres, aparecen sentimientos y emociones que les resultan difíciles de manejar, como la
culpa o el resentimiento. En estos casos el distanciamiento viene a ser una especie de mecanismo de defensa.

b. Las crisis de vida.


Durante la adolescencia, nuestros hijos pasan del pensamiento concreto al pensamiento abstracto. Es como si
el mundo se abriera ante sus ojos, y las personas, conductas y circunstancias tomaran formas y significados
que antes no tenían. Esto hace que algunos eventos sean apreciados como determinantes para sus vidas, para
su identidad y para sus emociones. Las pérdidas son eventos que no se superan con facilidad durante la
adolescencia. Asuntos como: que sus padres pierdan el empleo, cambiar de colegio, la muerte de una mascota,
y el rompimiento de una relación de noviazgo, pueden ser comprendidos por un adolescente como una crisis
de vida. Si los padres no comprendemos esa intensidad y nos burlamos o reaccionamos sin empatía, nuestros
hijos pueden sentirse heridos y menospreciados, lo que sumará a un distanciamiento desde el dolor.

c. La influencia de otros significantes


El grupo de amigos y las relaciones sentimentales adquieren una importancia mayor para nuestros hijos
cuando son adolescentes. La necesidad de pertenecer y de sentirse valioso para sus iguales se hacen intensas en
esta etapa. Es por ello que resulta tan peligroso que nuestros hijos se vinculen, de forma negativa, con personas
que no suman positivamente a su juventud. Los padres debemos aprender asertividad y sabiduría para guiar a
nuestros hijos en la toma de decisiones de todo tipo, pero sobre todo las que son de tipo relacional.
Necesitamos actuar con equilibrio y con la guía de Dios para señalar el camino y advertir de los riesgos
potenciales a nuestros hijos. Orar por que Dios coloque personas buenas y bien intencionadas en la vida de
nuestros hijos debe ser una práctica diaria.

d. La negligencia
Lamentablemente la principal razón de desconexión con los hijos adolescentes es la negligencia con la que
padres y madres tratan su relación afectiva y emocional con sus hijos. Si descuidamos la relación y no
actuamos decididamente para cuidar, orientar y amar a nuestros hijos, el resultado será la desconexión. Si
usted está leyendo esto es porque desea mantener o reconstruir la conexión con sus hijos adolescentes. Ese es
el primer antídoto para la negligencia. Negligencia es dejar pasar cualquier comportamiento y actitud
destructiva en nuestros hijos, ya sea el descuido de su salud, de sus estudios o de sus vínculos con otras
personas. Los padres estamos llamados por Dios para ser los guías y referentes de nuestros hijos. No podemos
dar por sentada la relación con ellos. Ellos necesitan padres y madres interesados por ellos, que pasan tiempo
de calidad con ellos y que les expresan amor en formas relevantes y significativas.

Dios está de su lado para ayudarle en la empresa de reconquistar el corazón de su hija o de su hijo. Usted
siempre será su padre o su madre. Cobre ánimo y tome decisiones valientes para reconstruir la relación. Puede
tomarle tiempo pero sus hijos lo están deseando y necesitando, aunque le digan lo contrario.

Si está enfrentando una separación en su hogar, el artículo Las rupturas familiares y sus efectos en la familia,
de Jesús Rosales, le servirá para comprender el impacto sobre sus hijos. Si necesita ayuda, nuestro equipo de
especialistas está a su disposición.

Aprenda más sobre las claves de reconexión y aproveche algunas recomendaciones para generar un vínculo
duradero en los siguientes artículos.

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