Gladiadores
Gladiadores
Resumen
Abstract
Leading authorities in the history of sport coincide in stating that "mass spectator
sport" originated at the beginning of the 20th century. According to them, the forms of
sport that occurred before cannot be considered as "mass spectator sport" because they lack
sorne of its defining features. Nonetheless, this work provides sufficient evidence to allow
us to establish that that form of sport started as early as the lst century AD, if not earlier.
This brief work analyses in depth the classical sources recording the gladiator games
(munera gladiatoria) that enable us to consider them the first "mass spectator sport".
' 2
Sociólogos, economistas y fi lósofos consideran esta fecha inamovible . Para todos
ellos, las diferentes formas de deporte, que antes se dieron en la historia, no pueden
considerarse "deporte espectáculo de masas", porque carecen de los rasgos que
definen dicho deporte. Sin embargo, en nuestra opinión, el deporte gladiatorio
posee muchos de esos rasgos, lo que nos permite adelantar su aparición al siglo 1 de
nuestra era, o incluso antes.
Los rasgos que definen el deporte espectáculo de masas son los si-
guientes:
3
- La dimensión del espectáculo es muy alta .
H UM-865.
l . Cf K. HEINEMANN, Introducción a la economía del deporte. Barcelona, 1 998, p.
19; S. ROTHENBERG, "The Baseball Player's labor-Market", Journal of Political
Economy, 64 ( 1 956), p. 3; C. DIEM, Historia de los deportes, Barcelona, 1 966, p. 1 33; R.
MANDELL, Historia cultural del deporte, Barcelona, 1 986, p. 1 93; J . M. CAGIGAL,
Deporte: espectáculo y acción. Barcelona, 1 9 8 1 a, p.44; Jdem, ¡Oh Deporte! Valladolid,
1 9 8 1 b, p.Sl .
2. S. ROTHENBERG, op. cit. p. 3: "En lo que llevamos de década [de los 1 950s] el
mercado laboral de los jugadores de béisbol [en USA] ha alcanzado un nivel de desarrollo
económico sin precedente. Podríamos ciertamente decir que hemos entrado en una nueva
etapa del deporte"; C. DIEM, op. cit. p. 1 3 1 : "[a principios del siglo XX] la vida americana
ha influido en un sentido al deporte: ha aparecido tma industria en el campo de las
diversiones que se ha enseñoreado del deporte; con ello se estimuló la afición a los
espectáculos"; J. M. CAGIGAL, op. cit. 1 98 1 a, p. 44: "podemos plantearnos en el último
cuarto del siglo XX . . . que acaso hayamos iniciado un nuevo periodo del deporte. . . en el
que aparecen otras funciones . . . como gran espectáculo, política . . . los cuales nos sitúan
ante un deporte mucho más variado, gigantesco, multifuncional"; R. MANDELL, op. cit. p.
1 93: "[Desde la década de 1 890s] los nuevos deportes americanos [béisbol, baloncesto,
fú tb ol americano] dieron un tremendo impulso al deporte espectáculo"; K. HEINEMANN,
op. cit. p. 1 9 : "Desde la década de 1 950 en adelante podemos hablar de un nuevo tipo de
deporte, más espectacular y masivo en su seguimiento, representado, por ejemplo, por las
grandes sumas de dinero que movía entonces el béisbol en USA, con contratos espectacu
lares a j ugadores." La fecha puede variar en función del país que se estudie. Así, el mismo
C. Diem que cita 1 907 como inicio del deporte espectáculo (op. cit. p. 1 3 1 ) advierte que en
el caso de Inglaterra (con su liga de fútbol y copa) este nuevo tipo de deporte ya se daba
hacia 1 8 80 (op. cit. p. 86). En el caso de España no podemos hablar de deporte espectáculo
de masas hasta los años 1 920s, cuando el fútbol tiene ya una fuerza mayor (Cf F.
CALATA YUD, De la gimnasia de Amarás al deporte de masas, Valencia, 2002, p.34); E.
BET ANCOR, De Spectaculis: A yer y hoy del espectáculo deportivo, Madrid, 200 1 , p. SS,
también da el siglo XIX como la fecha a nivel internacional.
3. C. DIEM, op. cit. p. 1 3 1 ; J. M. CACIGAL, op. cit. 1 98 l a, p. 44; ldem, 1 98 l b, p. 5 1 .
4
- Es seguido por una enorme masa de gente de manera regular •
- Se siente atraído por un gran número de espectadores.
5
- Existe un sistema económico asociado a ese deporte .
6
- Los deportistas son producto de consumo de la masa .
- Existe un recinto diseñado especialmente para su contemplación7 .
- Participación de la mujer.
Veamos, en primer lugar, las diferencias entre "deporte", "deporte
espectáculo" y "deporte espectáculo de masas".
- Deporte: hay un reglamento, hay voluntariedad (por parte de quien lo
practica) y hay impredecibilidad del resultado. Así pues , deporte puede ser una
"pachanga" con los amigos, pero no hay espectáculo.
- Deporte espectáculo: resulta especialmente vistoso a los oj os del
espectador (por ej emplo, el judo o el kárate), pero no hay una masa que lo siga.
- Deporte espectáculo de masas : cumple los 2 conceptos anteriores, pero
aquí la dimensión del espectador se magnifica y se convierte en una masa ingente
que sigue de continuo la evolución de dicho deporte, como ocurre con el fútbol en
nuestra sociedad, o el fútbol americano o el béisbol en la estadounidense.
Teniendo en cuenta esto ¿por qué no se pueden considerar deporte
espectáculo de masas algunas de las formas de deporte que se dieron antes del
deporte gladiatorio, como e l deporte en Mesopotamia o en Egipto, o más aún, el
deporte en Grecia, como los Juegos Olímpicos?
En e l caso de las épocas anteriores al deporte griego su exclusión se
j ustifica fácilmente, puesto que sabemos que eran practicadas y seguidas por
grupos minoritarios, especialmente por las e lites aristocráticas, muy exiguas en
8
número ; además, se realizaban en cualquier lugar y no existía un recinto
9 0
específico para su realización y tampoco tenían un sistema económico asociado 1 .
En el caso de Grecia, concretamente en los Juegos Olímpicos, sí tenemos
una masa de seguidores mayor, un recinto específico 11 y un sistema económico
4. C. DIEM, op. cit. p. 1 33; J. M. CACIGAL, op. cit. 1 9 8 1 a, p. 50; R. MANDELL, op.
cit. pp. 1 93- 1 94.
5. K. HEINEMANN, op. cit. p. 1 9 ; S. ROTHENBERG, op. cit. p. 3.
6. C. DIEM, op. cit. p. 1 33; K. HEINEMANN, op. cit. p. 19; S . ROTHENBERG, op. cit.
p. 3.
7. C. DIEM, op. cit. p. 132; R. MANDELL, op. cit. p. 1 9 5 .
8 . Cf R. MANDELL, op. cit. p. 16.
9. C. DIEM, op. cit. p . 20; R. MANDELL, op. cit. p . 1 7 .
1 0 . R . MANDELL, op. cit. pp. 1 7-22.
1 1 . Los estadios griegos estaban diseñados para la realización de los deportes, pero no
para que los presencien y disfruten de ellos una gran masa de espectadores, como ocurre en
los anfiteatros romanos.
asociado. Pero aún así tampoco podemos considerar esta forma de depo11e
olímpico como deporte espectáculo de masas, por las siguientes razones:
l . Evidentemente, los Juegos Olímpicos son deporte y espectáculo, pero no
había una masa de espectadores que los siguiese tal y como entendemos hoy día.
Solamente se realizaban durante una semana cada cuatro años, por lo que tampoco
podemos considerarlos como una congregación puntual de gente.
2. Además, los Juegos Olímpicos y el deporte griego, en general, carecían
de un sistema económico asociado complejo. Sí existían apuestas y premios para
los deportistas, pero no había un mercado de deportistas, ni el estado cobraba
impuestos sobre la actividad deportiva, como sabemos que ocurría en el deporte
gladiatorio romano y en el deporte actual.
3. Los deportistas griegos que participaban en los Juegos Olímpicos
tampoco eran producto de consumo de la masa, como ocurría con los gladiadores
romanos y con los deportistas actuales. En síntesis, el deporte griego no se hacía en
función de la masa que asistía, sino que los asistentes se amoldaban al espectáculo
ofrecido, puesto que se trataba de un asunto religioso que nunca hizo concesiones a
la masa en sus más de 1. 100 años de historia (776 a . C . - 393 d. C.).
Por su parte, en los
munera gladiatorum, sí aparecen todos estos
elementos: los j uegos se celebran casi todos los días del año, el munus era un
sistema económico en sí mismo, los gladiatores eran productos de consumo de la
masa; de hecho, l a dimensión misma de masa adquiere una magnitud completa
mente nueva con el munus: de los aproximadamente 20.000 espectadores diarios
durante la semana de los Juegos Olímpicos, se pasa a los 85.000 del Coliseo o a los
250.000 diarios del Circus Maximus y durante casi todos los días del año 13 .
12
conmemoró con un centenar de días seguidos de munera. Pero estos solo eran munera
extraordinarios a los que había que sumar los munera ordinarios. En conclusión, L.
FRlEDLÁNDER, "Roman Life and Manners Under the Early Empire", traducción de J.H.
FREESE y L.A. MAGNUS, 4 vols., New York: Bames and Noble, of Darstellungen aus
der Sittengeschichte Roms in der Zeit von A ugust bis zum A usgang der A ntonine, 1 865
[ 1 965], 2, p. 1 1 , dice: "el número de días que cada año se dedicaban a los combates
gladiatorios no puede calcularse en ninguna época, ya que a los espectáculos ordinarios
(fecha fija) había que añadir los extraordinarios, cuyo número era incalculable."
1 4 . Por ejemplo, la capacidad del anfiteatro Flavio no fue superada por ningún recinto
similar hasta 1 92 3 , cuando se inauguró el estadio de Wembley (con capacidad para 1 27.000
espectadores) . No obstante, ningún estadio actual o recinto cerrado de hoy día se acerca ni
de lej os a los 250.000 espectadores que podía alojar el Circus Maximus.
1 S. Tertuliano, De Spectaculis 1 2 . 1-4 dice al respecto: "Aún queda por examinar el más
prominente y destacado espectáculo de todos. Es llamado munus ("obligación") por ser un
officium ("deber"), pues munus y officium son sinónimos. Los antiguos etruscos creían que
estaban cumpliendo una obligación para con el muerto mediante este tipo de espectáculo, al
haber ellos atemperado el carácter del difunto mediante una forma de crueldad más
refinada. Pues en tiempos ya muy pasados, según la creencia de que las almas de los
muertos se veían beneficiadas por la sangre humana, ellos solían tomar cautivos o esclavos
de habilidad inferior y se los sacrificaban a ellos en los funerales. Tiempo después
prefirieron enmascarar esta impiedad haciendo de ella un placer. . . así los vivos
encontraban consuelo para la muerte en el asesinato. Tal es el origen de la competición
gladiatoria.". En el mismo sentido escribe Servio, Sobre la envidia 1 0, 3 1 9: "Ciertamente,
era la costumbre matar a cautivos en las tumbas de hombres poderosos. Dado que esto, en
tiempos posteriores, pareció cruel, se decidió que fuesen gladiadores los que lucharan ante
obligación para con el difunto, adviitieron que los testigos que contemplaban tal
ceremonia la encontraban interesante, que les gustaba asistir a ese espectáculo, por
lo que quien organizaba el sacrificio (munus) se ganaba e l favor de dichos testigos.
En consecuencia, la costumbre de ofrecer munera se generalizó, lo que elevó
lógicamente la demanda de esclavos, sobre todo, de aquellos que supiesen usar el
gladius. Surge entonces ellanista, un individuo que enseña a sus esclavos a luchar
como gladiatores. Ellanista gana dinero alquilando sus gladiatores a los editores .
Luego, en un momento determinado, el lanista decide dar parte del dinero que
recibe a aquellos de sus gladiatores que mejor combaten (lo que los motiva a dar
más espectáculo), lo que hace que obtengan aún más beneficio. El editor también
decide hacer lo mismo : dar premios a los mej ores gladiatores para fomentar que su
espectáculo sea lo más vistoso posible, por lo que los luchadores se motivan
todavía más para dar mayor espectáculo. El público, por su parte, también decide
6
dar dinero y fama a los mejores 1 •
De esta forma los gladiadores comienzan a ganar dinero, por lo que hay
hombres que empiezan a meterse a gladiatores voluntariamente 1 7 . Aparte de éstos,
hay también amateurs, que luchan voluntariamente solo por conseguir fama. En
ambos casos reciben el nombre de auctorati.
Durante la República tardía, los gladiadores ya se habían convertido en
profesionales consolidados. Recibían premios y existían contratos que estipulaban
el dinero que recibían por cada combate. Eran luchadores con armas especializadas
y se entrenaban para realizar mej or e s a d estrez a. Lo s mej o r e s estaban más
cotizados que el resto. Los gladiadores arriesgaban la vida, pero tenían la opción de
ganar dinero y prestigio. Los auctorati ya eran libres, por lo que ganar la libertad
no era lo que les llevaba a ej ercer la gladiatura, sino ganar dinero, fama, o, incluso,
influencia política.
Como ocurre hoy día, por ej emplo, en el fútbol, en la gladiatura romana, los
profesionales ya famosos se compraban y vendían; existía, por tanto, un "mercado
de gladiadores". Nonnalmente, el gladiador pertenecía a unlanista, pero también
podía ser autónomo y alquilar sus servicios por sí mismo. El
editor negociaba con
el lanista, pero también podían los editores adquirir los gladiatores mediante
la tumba, gladiadores que fueron llamados bustuarii por las tumbas (busti) j unto a las que
combatían.".
1 6. Durante la vuelta al ruedo, el gladiator vencedor recogía las monedas y premios que
el público le lanzaba desde las gradas cf Suetonio, Caligula, 32,5: "y entonces dio la vuelta
con la palma, como hacen los vencedores".
1 7. Sólo podemos considerar a la gladiatura como deporte en el caso de individuos que se
enfrentaban voluntariamente. En el caso de esclavos, criminales y prisioneros que eran
forzados a luchar como gladiatores no podemos considerar que esos combates fuesen
deporte.
subasta pública. La subasta más famosa la hizo Calígula, como sabemos por Dión
Casio :
" . . . parecía que estaba (Calígula) necesitado de dinero, por lo que ideó otra manera
de obtener fondos; fue la siguiente: vendía a un valor excesivo a los supervivientes
de los combates de gladiadores a los cónsules, pretores y otros, no solo a
compradores deseosos de comprar, sino también a otros que eran obligados muy
contra su voluntad a dar tales espectáculos en los j uegos, y en particular, él los
vendía a hombres especialmente elegidos a suertes para hacerse cargo de tales
espectáculos pues él había ordenado que dos pretores debían ser elegidos a suertes
para hacerse cargo de los juegos gladiatorios, tal y como había sido antes costumbre.
Y él mismo se sentaba sobre la tarima del subastador y se mantenía elevando las
pujas. Muchos venían también de fuera para presentar pujas rivales, pues él permitía
que quien lo desease usase más gladiadores del mínimo impuesto por ley. Así que la
gente los compraba por grandes cantidades, algtmos porque realmente los querían,
otros con la idea de placer a Gaius, y la mayoría, fonnada por aquéllos que tenían
fama de ricos, guiados por tener con esto excusa para gastar parte de su riqueza y así,
volviéndose un poco más pobres, salvar sus vidas 1 8 ".
unos JUegos:
"Adriano era verdaderamente grandioso cuando concedía espectáculos. Cuando lo
hicieron pretor obtuvo de Trajano 4 millones de sestercios para organizar juegos . . .
está claro que siempre cayó simpático a Plotina. . . y esto se vio c laramente cuando
"Hubo uno que al ser nombrado sacerdote dio su fortuna por perdida y convocó un
consejo para que le ayudase a apelar a los emperadores. Pero en esa misma
asamblea, él mismo, después de consultar a sus amigos, exclamó, "¿Qué quiero yo
ahora con una apelación? Sus muy sagradas majestades los emperadores han
encomendado sobre mí toda la carga que aplastará mi patrimonio. Deseo ser un
sacerdote y, ya que la obligación de ofrecer un espectáculo [va con el cargo], la
acepto, aunque nosotros, Jos sacerdotes, pedimos solemnemente ser liberados [de
esa obligación ]"25•
26. Los gregarü también se llamaban sub signo y combatían en grupo (gregatim). Eran
gladiadores que no tenían el nivel suficiente como para luchar de forma individual.
27. CIL, ll, 6278: (ls. 29-37).
serv1c1o. Si además le añadimos las monedas que el público les echaba tras su
triunfo y los premios en metálico que el emperador o el editor les daban cuando le
gustaba la actuación, parece evidente que el oficio de gladiador era muy rentable y
28
que en poco tiempo y con pocos combates , podía retirarse con bastante dinero .
Pero la medida de Marco Aurelio para detener la subida de precios no
funcionó muy bien puesto que su sucesor, Cómodo, tuvo que legislar nuevamente
sobre los precios de los gladiatores y de los espectáculos. No obstante, la
supervivencia del propio Imperio dependía de mantener alienado y contento al
pueblo, por lo que cada vez con más frecuencia emperadores como Cómodo o
Heliogábalo les ofrecían espectáculos más impresionantes y cautivadores. Así, para
que los munera fueran cada vez más espectaculares, los fondos destinados por el
Estado fueron aumentando de forma vertiginosa a lo largo del tiempo.
El volumen real de dinero que movía e l deporte gladiatorio se puede
comprender en toda su extensión si las cifras establecidas por Marco Aurelio las
multiplicamos por la cantidad de días que había munera a lo largo del año, que eran
casi a diario. Traj ano, por ej emplo, para celebrar su victoria sobre los dacios (1 06),
ofreció los espectáculos más grandiosos que j amás había visto Roma. La breve
reseña de Dión Casio no se conesponde con la escala del evento, cuyo coste total
debió ser, sin duda, fabuloso:
"Al volver Trajano a Roma, ofreció espectáculos durante 1 23 días, en el curso de los
cuales se mató a unos 1 1 .000 animales -tanto salvajes como domados- y
combatieron 1 0.000 gladiadores"29 .
asistir al espectáculo; el pesaj e de los boxeadores antes del combate, con ruedas de
prensa, y comparecencias ante los periodistas los días antes de los partidos de
fútbol o baloncesto, principalmente, que persiguen el mismo obj etivo.
La noche antes del munus se daba una suculenta cena a los gladiadores que
iban a enfrentarse el día siguiente en el anfiteatro. Una verdadera fiesta en la que
podía participar todo el que quisiese. En ella los apostantes estudiaban con sus
propios oj os a los combatientes; observaban y palpaban su cuerpo, analizaban la
forma de comportarse, la mirada de sus oj os, etc. Y con ello podían tener una mejor
idea de quiénes podían vencer el día siguiente. Así lo expresa el propio Plutarco :
"Incluso entre los gladiadores, veo yo a aquéllos que no son enteramente bestias,
sino griegos [cultos], quienes, cuando se preparan para entrar a la arena, aunque
caras viandas se disponen ante ellos, en ese momento encuentran más placer en
encomendar a sus esposas al cuidado de sus amigos y en liberar a sus esclavos que
en satisfacer el apetito"31 •
El reglamento del munus establecía unas normas que lo hacían más espec
tacular a los oj os de la masa, por ej emplo, la de usar una vestimenta llamativa,
luchar con el torso desnudo, usar armas sensacionales, etc. En ocasiones, el
Emperador podía, como muestra de deferencia, dej ar al público que eligiese quién
debía ser el oponente de un determinado gladiador, haciendo así al enfrentamiento
lo más atractivo posible a los oj os de los espectadores. Es algo que conocemos por
Dión Casio y Suetonio:
" . . . el rival era, unas veces, elegido por el emperador, otras elegido por la
gente . . . "32 .
"Por ejemplo, cuando ellos reclamaron a Palumbus [un gladiator favorito de la
afición] él [Claudio] prometió que lo tendrían, "si es que [Palumbus] podía ser
atrapado"33 .
"En medio de las crueldades del entretenimiento reímos al ver a Mercurio testando al
muerto con su hierro al rojo. También vimos al hermano de Júpiter, martillo en
mano, arrastrando los cuerpos de los gladiadores"36 .
entonces a través de todas las puertas se dejaron salir -a la vez- mil avestruces, mil ciervos
y mil jabalís".
39. CIL, IV, 1 1 80. Se trata de una inscripción de Pompeya en la que se alude a
sparsiones.
tubería perforada por diminutos orificios por los que salía el agua a presión, como
señala Séneca:
"Y hoy dime simplemente a cuál de los siguientes hombres consideras tú más sabio:
al que inventa un sistema para asperjar perfume de azafrán desde una altura enorme
mediante tuberías ocultas, al que llena o vacía canales de agua en un instante o al que
construye una sucesión de techos intercambiables para un comedor, los cuales
pueden sucederse de tal modo que producen una sucesión constante de diseños
diferentes '"'0.
Los boletos inicialmente eran de hueso al igual que las entradas normales
(tessera), pero luego fueron sustituidas por bolas de madera, como sabemos por
Dión Casio:
"Tito también ideó algunas cosas que fueron de uso práctico para la gente. Desde lo
alto del teatro [el coliseo] él lanzaba pequeñas bolas de madera con inscripciones
diversas, algunas refiriendo algún artículo de comida, otras ropa, una copa de plata o
quizá una de oro, caballos, bestias de carga, ganado o esclavos. Quienes las cogían
debían llevarlas a los dispensadores del premio, de quienes recibían el mencionado
artículo'"'2•
40. Séneca, Cartas, 90. 1 5 . Sabemos también que en la Domus A urea de Nerón había
salones con techos de este tipo. Pero no sólo se mezclaba el agua con azafrán agua, sino
también con otro tipo de esencias como la que se obtenía de la flor de una planta l lamada
crocus, de agradable olor. Cf S.H. A . , Adriano, !9.
4 1 . Suetonio, Nerón, ! l.
42. Dión Cassio, 66, 25 , 4.
Y no pensemos que los ricos que se sentaban en las primeras fi las del
podium veían con indiferenci a estos regalos. Se molestaban si no caían suficientes
regalos sobre sus asientos, como dice Suetonio:
"Al día siguiente distribuyó regalos de toda clase, y dado que la mayor parte de
estos cayó donde el pueblo se sentaba, ordenó que se lanzaran 500 boletos dentro de
cada una de las secciones ocupadas por las clases senatorial y la de los caballeros
(equites)"44 .
grabada una palabra que se correspondía con un premio, pudiendo éste ir desde 1 O
camellos ó 1 0 avestruces hasta 1 0 moscas. Según la cuchara que correspondiese a
cada uno ése era su premio. En sus munera los premios iban desde 1 O j abalís hasta
1 O lirones. Ciertamente, en lo concerniente a distribuir premios en competición,
Heliogábalo fue un innovador cuyas ideas fueron mantenidas en el espectáculo,
como la de dar premios de lotería a los propios gladiadores, idea que mantuvieron
emperadores posteriores y que pervive aún en la actualidad, pues como podemos
ver en varias competiciones -como las carreras populares- cada participante
compite con el número del dorsal que lleva, el cual le da derecho a un premio si su
número sale en el sorteo que se realiza después de la carrera. La Historia Augusta
lo cuenta así:
"En sus banquetes él también daba la oportunidad de participar por medio de las
cucharas [en cada cuchara había grabado una palabra], ya que la que recibía una
persona ponía " 1 0 camellos", la de otra " 1 0 moscas", la de otra " 1 0 libras de oro", la
de otra " 1 0 libras de plomo", la de otra " 1 0 avestruces", la de otra "diez gallinas
ponedoras", por lo que ciertamente había posibilidades de ganar premios, por lo que
la gente probaba su suerte. Estos sorteos también los ofrecía él en sus j uegos, dando
opción de ganar desde 1O osos hasta 1O lirones, 1 O lechugas ó 1 O libras de oro.
Ciertamente él fue el primero en introducir esta práctica de dar premios, la cual
nosotros aún mantenemos. Y a los competidores él también dio opciones de ganar
premios, tales como un perro muerto o una libra de ternera, o también l OO aurei, o
l OO piezas de plata, o l OO de cobre, y así5 1 • Todo esto agradaba tanto al populacho
que cada vez que se hacían estas cosas se congratulaban de que él fuese el
emperador"5 2 .
La carne era otra de las muchas cosas que el pueblo podía conseguir gratis
al asistir a los espectáculos del anfiteatro. Un buen motivo para ir a la grada,
teniendo en cuenta la dieta pobre en proteínas del populacho de Roma (dieta
constituida principalmente por cereales, con casi total ausencia de proteínas
animales, razón de la desnutrición que tan terriblemente afectaba al desarrollo de
53
los niños y, en general, de toda la población) . Cicerón describe a los plebeyos del
54
61 a. C. como "lastimosos y hambrientos" y Dión Cassio dice que muchos
murieron de hambre durante las crisis de alimentos de finales de los años 40 55 .
5 1 . Sobre la costumbre socarrona de poner entre los premios cosas sin valor j unto con
cosas realmente fabulosas, vid. también, Suetonio, A ugusto 7 5 .
52. S.H.A., Heliogábalo, 22.
53. Salvo en las zonas rurales, donde las poblaciones se nutrían de sus propios animales
domésticos (gallinas, cabras, cerdas, etc.).
54. Cicerón, A tticus 1, 1 6, 1 1 .
5 5 . Dión Cassio, 48, 1 8 , l .
asistentes al espectáculo era más alta (se convertían en protagonistas), a la vez que
la propia "actividad recolectora" se volvía espectáculo en sí misma, pues los que
quedaban en las gradas se divertirían de ver lo que pasaba en la arena. Además, e l
hecho mismo d e que e l espectador entrase e n la arena provocaría en éste una gran
excitación (comparable a la que puede sentir un aficionado actual cuando pisa e l
58
terreno de juego de u n gran estadio al terminar el partido ).
Pero tales distribuciones de comida en la arena no eran habituales, sólo se
daban de vez en cuando, por ej emplo, durante algunos paseos triunfales, por lo que
no aliviarían significativamente las necesidades alimenticias del pueblo. El origen
de la práctica de regalar comida se remonta a principios de la República, cuando
los patrones alimentaban a los clientes durante la salutatio. La primera distribución
de carne de la que tenemos noticia data del 328 a. C, cuando M Flavius distribuyó
una ración de carne (visceratio) a todos aquellos que asistieron a la procesión del
funeral de su madre. Tito Livio dice que este reparto de comida fue lo que hizo a
Flavius ganar las elecciones para tribuno de la plebe59 .
Antropológicamente estas distribuciones de riqueza (regalos, comida,
j uegos) son manifestaciones de "potlatching" o de "evergetismo". Como ocurre
con todas las comidas en grupo, los banquetes y festines en los espectáculos
significaban integración, participación en el grupo -pasar a formar parte de él si es
que aún no se era miembro-. Que los emperadores ofreciesen comida (y en
concreto la tan escasa, nutritiva y deseada carne fresca) a los espectadores del
anfiteatro, no era sino la hospitalidad mínima que se esperaba del alto status del
anfitrión; una obligación del Emperador para con su pueblo, al igual que l a de darle
entretenimiento. El pueblo llegó a odiar a Tiberio por los pocos espectáculos que
ofreció en sus últimos años, y llegó a adorar a Calígula cuando éste ofrecía juegos
60
y distribuciones de carne de modo descontrolado . Juvenal acuñó l a famosa frase
61
panem et circenses , aunque habría sido más fiel a la realidad si hubiese escrito
"carnem et venationes". Hoy día, cuando necesitamos comida vamos al super-
5 8 . P. PLAS S, The Game of Death in Ancient Rome: Arena Sport and Political Suicide,
Madison, 1 995, p . 1 98 ha analizado por qué los aficionados sienten esta tendencia de invadir
el campo tras el pitido final, incluso cuando no hay disturbios ni nada que incite
directamente a ello. Según él, el aficionado siente satisfacción -experimenta bienestar,
placer- al pisar el escenario donde se desarrollan las gestas que siempre ve desde la grada o
a través de TV.
5 9 . Livio, 8, 22, 2, 4.
60. Flavio Josefo, Antigüedades Judías, 1 9, l, 1 6.
6 1 . Juvenal, Satira l O, 78-8 1 : «Hace ya tiempo, desde que no vendemos a nadie nuestros
sufragios, que dejó de lado [el pueblo] todas las preocupaciones, y él [el pueblo], que antes
confería mandos, fasces, legiones, todo, ahora se contiene y tan sólo pretende ansiosamente
dos cosas: pan y circo.»
mercado, en Roma iban al coliseo. Pero ci ertamente con su famosa frase Juvenal
criticaba al pueblo de Roma, que había renunciado a su libertad y había aceptado la
autocracia que representaba el Imperio a cambio de que éste le diese gratis
alimento y entretenimiento.
Pese a las críticas de Juvenal, los romanos lo tenían clarísimo; antes sin
libertad pero con el estomago lleno y entretenidos que libres pero muertos de
hambre y aburrimiento. Esto lo comprendió Augusto perfectamente y por ello
fortaleció enormemente el deporte gladiatorio, haciendo de las distribuciones gratis
de comida un rasgo obligado de su poder. Mediante los munera el Emperador tenía
la posibilidad de controlar a la numerosa población de Roma, muy peligrosa al
estar ociosa y cerca del centro del poder. Rebelarse contra el poder vigente era una
de las cosas que podían urdir con más probabilidad, por lo que era un grave
problema que los emperadores debían solucionar de cualquier forma.
Augusto y sus sucesores solventaron este problema encontrando una
actividad que los entretuviese y los alimentase de modo regular, y además que los
agmpase a todos en un mismo sitio, para hacer así más fácil su control. El pueblo
ya no tenía así tiempo p ara pensar en su situación vital, y en lo que sería de ellos y
de sus hijos al día siguiente. Estaban a gusto sentados en la grada viendo el
espectáculo, y con la barriga llena, mañana sólo deseaban poder estar haciendo lo
mismo, y que los dioses dieran larga vida al Emperador que hacía todo eso posible.
Esto lo tuvieron muy en cuenta todos los Emperadores, aunque alguno,
como Tiberio, la descuidó en sus últimos años, cuando ya le era indiferente todo,
hasta estar en Roma y por eso se retiró a la isla de Capri donde pasó los últimos 1 1
años de su vida. Frontón, tutor de Marco Aurelio, alababa a Traj ano por reconocer
esta base del sistema imperial :
"[Traj ano] sabía que el pueblo de Roma se controlaba principalmente mediante dos
cosas, grano [comida] y espectáculos gratis . . . . el apoyo político depende tanto de
los entretenimientos como de los asuntos serios . . . desatender los entretenimientos
causa impopularidad muy perniciosa. Los regalos aplacan solo a quienes los reciben,
de modo separado e individual, pero un espectáculo los aplaca a todos a la vez y
j untos"62 .
También Marco Aurelio mantuvo esta política, aunque no le gustaban los
juegos de gladiadores. Y cuando se ausentaba de Roma dej aba órdenes claras de
que los entretenimientos del pueblo debían ser dados por los más ricos editores,
para asegurarse así que la calidad de los espectáculos seguía siendo lo suficiente
mente alta como para mantener tranquilo al pueblo. Era evidente que mientras e l
pueblo se mantenía pensando en l o s gladiadores n o s e preocupaba de asuntos más
importantes, como la economía, condiciones de vida, etc. Anécdotas como la que
ocurrió cuando Marco Aurelio se llevó a los gladiadores a la guerra hacen pensar
que ciertamente los gladiadores interesaban más al pueblo que cualquier otra cosa,
como leemos en la Historia Augusta:
" . . . porque cuando él [Marco Aurelio] se llevó a los gladiadores a la guerra, hubo
comentarios entre la gente de que. tenía la intención de privarlos [al pueblo] de su
entretenimiento, poniéndoles [a los gladiatores] a estudiar filosofia"63 . »
En esencia, el acto de regalar comida era visto como una redistribución de
la riqueza, la cual podía llevarse a cabo mediante banquetes públicos con motivo
tanto de celebraciones religiosas como privadas, incluidos los triunfos y los
munera. No obstante, la carne no era el único alimento que se ofrecía, sino que
durante los grandes munera de la época imperial también se daban, como parte del
espectáculo, grandes raciones de dulces, fruta y bebida. E l poeta Estacio quedó
impresionado durante una serie de juegos ofrecidos y presididos por Domiciano
durante las Saturnalia:
"Apenas estaba rompiendo el nuevo día, cuando ya llovían los dulces, tal era el
rocío que esparcía el viento del este. Cae con generosa profusión la famosa fruta
de la nuez de los bosques del Ponto o de las fértiles laderas de Idume, todo lo que
la devota Damasco cría en sus ramas o el sediento Catmus [tipo de viento] hace
madurar. Desde invisibles palmeras llovían galletas y pastas dulces, fruta ameria
en su punto, pasteles de fábula y dátiles rellenos64 . El tormentoso Hyades no
inunda la tierra con tales torrentes ni las pléyades con tales lluvias, como el
granizo que desde un cielo soleado azota a la gente en los asientos de los
espectáculos latinos . . . contempla otra multitud, bien parecidos y bien vestidos, se
abren camino entre las filas. Algunos llevan cestas de pan y servilletas blancas y
comida más lujosa; otros sirven vino lánguido en abundante medida . . . vosotros
saciáis por igual al círculo de los nobles y austeros así como al pueblo que viste la
toga y, desde que tú, ¡ oh generoso señor! , alimentas a tantas multitudes, la alta
Annona65 no sabe nada de este festival . . . una misma mesa sirve a todas las c lases
por igual: niños, mujeres, pueblo, equites y senadores; la libertad ha aflojado las
ataduras de la separación reverencial. E incluso tú también viniste y participaste de
nuestro banquete, ¿Qué dios podría ofrecer tanto lujo o prometer tanto? Y ahora
cada cual, sea rico o pobre, se j acta de ser el invitado del emperador" . . .
"Después del banquete siguió un espectáculo que incluyó mujeres gladiadoras y
que continuó hasta casi el anochecer, cuando tuvo lugar una segunda sparsio
[lanzamiento de regalos]; de pronto, comenzaron a caer sobre las masas de
espectadores densas nubes de flamencos, faisanes, pavos, que revoloteaban
lentamente en su caída hasta llegar a las manos de la gente . . . exultante por haber
atrapado este botín"66 .
El dar comida mediante sparsiones era una expresión "primitiva" de la
noción profundamente arraigada que tenían los romanos de en qué debía consistir
y cómo se debía manifestar- la generosidad del líder del pueblo. El banquete que
daba a medio día ya es una forma más elaborada de mostrar lo mismo, pues tiene
implicaciones más profundas. Pero en ambos casos el Emperador asume el rol de
67
padre, cuya obligación es la de alimentar a sus hij os .
Hoy día, en el deporte espectáculo de masas los deportistas son obj eto de
consumo por parte de la gente (camisetas, posters, cromos, etc. de Christiano
Ronaldo, Beckham, Messí, etc .). En época romana, lo mismo ocurría con los
gladiadores más famosos. La plebe romana consumía o compraba cualquier tipo de
obj eto relacionado con ellos y que le servía de recuerdo (armas, ropas, su propia
sangre, huesos, etc . ) .
E n este sentido, Suetonio nos dice:
"Cuando una pareja de gladiadores cayó a la vez, mutuamente heridos, [Claudio]
ordenó enseguida que se hiciesen de sus espadas pequeños cuchillos para su uso [en
esta creencia de que las cosas hechas a partir de obj etos usados por gladiadores -y
más aún si se habían mojado en su sangre- traían buena suerte]"68 .
Y en Te1tuliano leemo s :
"De nuevo, ¿qué de aquellos que cuando se da un munus en la arena (munere in
arena) recogen con sed avariciosa la sangre del noxius degollado (noxiorum
66. Estacio, Silvae 1 .6. 1 0-27 (ropa y generosidad), 43-4 (comida en las gradas), 75-80
(pájaros). Cf al respecto, L. FRIEDLÁNDER, op. cit. volumen. 2 , p.76; G. VILLE, La
gladiature en Occident des origines a la mort de Domitien. Roma, 1 98 1 , pp. 1 5 1 -2 , y n.
1 20- 1 2 1 ) ; G. JENNISON, Animals for Show and Pleasure in Ancient Rome, Manchester,
1 93 7, pp. 1 1 3- 1 6. Sobre la gastronomía romana y la costumbre de comer avestruces y
flamencos. Cf Apicius, De re coquinaria libri decem, París, 1 974 (edición de L. ANDRÉ,
Belles Lettres,), donde pueden verse varias recelas de cocina con estas aves.
67. Sobre la generosidad de Domiciano en las Saturnalia, cf Suetonio, Domiciano, 4, 5 y
Dión Cassio, 67, 4, 4. En el fragmento anterior de Estacio se aprecia la atmósfera comunal,
de unión, de todas las clases sociales en este festín de Domiciano; pese a que los senadores
recibieron cestas más grandes, todas las clases estaban j untas y el Emperador se unió a
ellos. G. VILLE, op. cit. pp. 434-5 acepta que Estacio sugiere en el texto que durante el
banquete se logra una igualdad social mientras dura el banquete.
68. Suetonio, Claudia 34.
1 res objetos de la vida cotidiana hechos con el metal de las annas de los gladiadores. Izquierda:
ani l lo representando la palma de la victoria que recibía el vencedor. Colgante en fonna de gladius.
Derecha: navaja con mango moldeado como un secular.
D) Textos que hacen referencia a que los recintos en los que se celebraban
los espectáculos gladiatorios estaban diseñados para hacer disfrutar a la masa.
cual se hacia constar claramente en los anuncios (como hoy las plazas de toros). El
siguiente anuncio apareció pintado sobre un muro de Pompeya:
"Decimus Lucrecius Satrius Valens, sacerdote permanente de Nerón César, hijo de
Augusto, te ofrece 20 parej as de gladiadores. Y presentados por Decimus Lucretius,
hijo de Valens, 1 0 parej as de gladiadores. Combatirán en Pompeya desde el sexto día
antes de los idus de abril, hasta la víspera. Habrá una venatio convencional y toldos
(vela erunt)"75 .
A los romanos les encantaba ser fieles a sus favoritos y animar a sus ídolos.
Esto generaba en los aficionados grandes emociones y disparaba l a adrenalina (al
igual que ocurre hoy con un Madrid-Bar<;:a), implicaba al espectador en la
competición y un espectador implicado "vencía" con la victoria de su gladiador
favorito y "moría" con su derrota. Las apuestas intensificaban todo esto, aumentan
do aún más el interés de la gente por el resultado de los combates . Los espectadores
animaban a determinados gladiadores (como Hermes, ensalzado por Marcial),
aunque por lo general los aficionados se agrupaban entorno a un tipo de gladiador,
del cual se declaraban fieles· seguidores. Estaban, por ej emplo, los que apoyaban a
los gladiadores de armamento ligero frente a quienes apoyaban a los de armamento
pesado. Los aficionados llamados scutarii iban con los gladiadores que llevaban
grandes escudos (los de armamento pesado) mientras que los llamados parmularii
eran incondicionales de los gladiadores que portaban un escudo reducido (los de
armamento ligero). Incluso los Emperadores tenían sus favoritos como sabemos
por Suetonio:
"[Tito] reconocía sin tapujos su preferencia por los gladiadores tracios, y sobre este
particular gesticulaba y bromeaba a voces con la muchedumbre, aunque sin perder
nunca su dignidad ni su sentido de la j usticia"76.
Y, evidentemente, aunque Tito no perdiese las formas, ponerse de parte de
un sector de la afición suponía ganarse la animadversión de la otra parte. A
Domiciano, por el contrario, no le importaba perder las fom1as, por lo que cuando
un aficionado de los parmularii le criticó que favorecía a los scutarii (los favoritos
de Domiciano) no dudó en echarlo a los perros, como dice también Suetonio:
"A un terrateniente que dijo que un gladiador thraex era rival para el myrmillo, pero
no para el munerarius [Domiciano, indigno por no ser j usto], lo hizo arrastrar desde
su asiento y arroj arlo a la arena a los perros, con este título [que hizo pasar por las
gradas] : "Un [fan] pannulario que habló impíamente"77 •
Ciertamente Domiciano no aceptaba muy bien las críticas, como señala Suetonio
en otro pasaj e de su obra:
"Pero él no continuó su curso de misericordia o integridad, sino que se desvió
hacia la crueldad un poco antes que hacia la avaricia. Ejecutó a un pupilo del actor
de pantomima Paris, que todavía era un chico imberbe -y enfermo en ese
momento- porque en su destreza y en su apariencia no se parecía a su maestro.
También ejecutó a Hermógenes de Tarso debido a alguna alusión en su Historia,
además de crucificar incluso a los esclavos que la habían puesto por escrito" 78
Por todos estos problemas, Marco Aurelio agradece a su preceptor que le
hubiese enseñado a no tomar parte ni por los parmularii ni por los scutarii, lo cual,
por otro lado, no le era difícil, ya que, como hemos apuntado antes, Marco Aurelio
detestaba los espectáculos del anfiteatro.
Por otro lado, asistir a los munera gladiatorum no conllevaba solamente
entretenimientos y diversiones, sino también algunos riesgos, sobre todo, si surgían
disturbios entre tanta acumulación de gente. Al principio, los disturbios y
estampidas constituían un verdadero riesgo, puesto que la inestabilidad de los
anfiteatros era manifiesta. Sin embargo, más adelante, el riesgo de hundimiento
quedó aminorado por la construcción de anfiteatros permanentes, que contaban con
amplias entradas que evitaban los aplastamientos al acceder o salir y tenían
protecciones adecuadas contra las fieras; incluso el riesgo de quemadura solar fue
eliminado mediante el toldo.
Pero ninguna mejora estructural podía proteger a la gente de sí misma; los
malo¡; modos y el hooliganismo en las gradas eran un problema recurrente, lo que
daba lugar a alborotos. A comienzos del Imperio la seguridad en los anfiteatros fue
controlada por los soldados que impedían que se cruzase l a delgada l ínea que
separa la exteriorización de las pasiones del intercambio de golpes. No obstante, en
ocasiones, la actitud condescendiente del Emperador no hizo sino empeorar las
cosas. Así, por ej emplo, en los primeros años de su reinado, Nerón adoptó una
actitud populista, dej ando hacer a la gente y no restringiendo su comportamiento,
como informa Tácito:
"En el teatro había peleas entre bandas que animaban a artistas rivales. Nerón
transformó estos desórdenes en auténticas batallas ya que él no aplicaba penas y
ofrecía premios -observando en persona, en secreto, pero otras muchas veces incluso
abiertamente-. Al final, sin embargo, los rencores públicos y los miedos a que la
cosa fuera a reores disturbios no dejó otra alternativa sino volver a destacar tropas
en el teatro"7 .
Así, Nerón comprendió que al pueblo no se le puede dej ar actuar a su libre
albedrío, ya que es incapaz de auto controlarse y entendió que era necesario
gobernar a los hombres. Para tal fin, durante su mandato e l prefecto de Roma,
ayudado por las cohortes urbanas, estaba autorizado a inflingir castigo sumario
(que no capital) para mantener el orden en los j uegos.
E l lanzamiento de piedras en la arena del anfiteatro era tan frecuente que
tuvo que prohibirse mediante una ley, como sabemos por Macrobio:
"Un edicto [de 5 6 a.C.] prohibía el lanzamiento de piedras a la arena, especificando
que lo único que podía lanzarse a ésta era fruta"80.»
Por algunas referencias en el corpus jurídico romano sabemos que las
asociaciones de iuvenes eran los principales causantes de los di sturbios en los
j uego s :
"Ciertas personas, que comúnmente se llaman a sí mismas iuvenes, en ciertos
pueblos donde hay desorden causan disturbios con la muchedwnbre en las gradas. Si
no hacen más que esto, y no han sido previamente advertidos por el gobernador, se
les muele a palos con varas y se les suelta, o se les prohíbe también asistir a
espectáculos públicos. Pero si tras tal corrección son cogidos de nuevo haciendo lo
mismo, son castigados con el exilio, o algunas veces se puede imponer la pena de
muerte, por ejemplo cuando han sido frecuentemente hallados culpables de
comportamiento sedicioso y alborotador y, tras repetidos arrestos y tratamiento
demasiado condescendiente, persisten en la misma actitud inmadura"8 1 .
Estas asociaciones eran en parte financiadas por las autoridades a cambio
de que mostraran actitudes cotTectas hacia l a tradición y los valores romanos, con
el fin de que extendiesen estos valores entre la juventud en general. En esencia, se
supone que estas agrupaciones de jóvenes debían comportarse según unos ciertos
valores en las gradas pero -pese a que se les pagaba para ello- a veces su compor
tamiento era contrario al esperado. Encontramos así un paralelismo con los grupos
de aficionados de los actuales equipos deportivos (sobre todo de fútbol), los cuales
reciben dinero de las autoridades del club para que en la grada y fuera de ella, con
su ejemplo, difundan los valores del club y hagan obras con las cuales atraigan más
gente j oven a la causa del equipo, pero a veces estos aficionados se descontrolan y
d an lugar a alte rcad o s .
Los disturbios podían empezar, como hoy, en los prolegómenos del
encuentro (cuando las aficiones coincidían en los accesos al anfiteatro), pero a
menudo también solían iniciarse en las gradas, cuando el espectáculo ya estaba en
pleno desarrollo, tal y como ocurrió en el anfiteatro de Pompeya en año 59, donde
los habitantes de Pompeya se enzarzaron en una pelea contra los de la localidad
vecina de Nucera. De hecho, éste es el primer disturbio deportivo entre aficiones
del que se tiene referencia en la historia, narrado magníficamente por Tácito :
"Sobre el mismo tiempo un primer incidente sin importancia condujo a un
derramamiento de sangre horrible entre los habitantes de Nucera y los de Pompeya,
durante un espectáculo gladiatorio ofrecido por Livinius Regulus, quien había sido,
como he dicho, expulsado del Senado. Con el espíritu barriobaj ero propio del pueblo
llano, ambos bandos comenzaron por insultarse verbalmente; luego recurrieron a las
piedras y, finalmente, a las armas, quedando la ventaja del lado de los de Pompeya,
donde se estaba celebrando el espectáculo. Y a resultas de esto fueron traídos a
Roma varios vecinos de Nucera, con sus cuerpos mutilados por las heridas, y
lamentando muchos las muertes de niños y parientes. El emperador [Nerón] confió el
enjuiciamiento del caso al Senado, y el Senado a los cónsules, y luego de nuevo el
asunto fue remitido de vuelta a los senadores. Se prohibió a los habitantes de
Pompeya celebrar tales reuniones públicas (munera) durante 1 O años, y todas las
asociaciones que habían formado en desafio de las leyes fueron disueltas. Livinius y
los demás que habían animado el disturbio fueron castigados con el exilio"82 .
Un fresco encontrado en Pompeya representa este mismo disturbio en
pleno desarrollo. En él aparece en la arena algunas figuras que, sin vestir ropas de
gladiadores, se están golpeando. Durante esa década de prohibición parece que
atletas al estilo griego sustituyeron a los gladiadores. En el 69 expiró la prohibición
y e l anfiteatro de Pompeya volvió a acoger j uegos de gladiadores hasta el 24 de
agosto del 79, cuando la lava del Vesubio sepultó la ciudad y a muchos de sus
habitantes.
8 3 . Tácito, Historias, 2 .2 1 .
F) Textos que indican que los medios de comunicación se hacían eco de las
noticias de los juegos gladiatorios
Los artículos del Acta Diurna, al igual que el libellus de cada munus88,
permitían además afinar las apuestas de los espectadores por sus gladiadores
favoritos. Sin duda, como ya vimos, las apuestas eran múltiples y daban vida y
emoción a los munera gladiatoria.
Como conclusión general a este breve trabajo podemos decir, en primer
lugar, que el deporte gladiatorio presenta varios de los rasgos definitorios del
"deporte espectáculo de masas", por lo que debemos considerarlo como el origen
de dicho deporte, es decir, como la primera manifestación de la historia del
"deporte-espectáculo de masas". Y, en segundo lugar, que debemos realizar una
nueva revisión histórica sobre la fecha de la aparición del deporte espectáculo de
masas y llevarla hasta el siglo 1 a. C. y no al XIX-XX como hasta ahora se venía
haciendo.
88. El libellus era una especie de folleto informativo que se editaba para publicitar cada
munus.