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Munera gladiatorum

Origen del deporte espectáculo de masas*

Mauricio PASTOR MUÑOZ


Alfonso MA ÑAS BASTIDA
Universidad de Granada

Resumen

Destacados historiadores del deporte coinciden en establecer que el "deporte


espectáculo de masas" tuvo su origen a comienzos del siglo XX. Para ellos, las formas de
deporte que se dieron anteriormente no se pueden considerar como "deporte espectáculo de
masas" porque carecen de alguno de los rasgos que lo definen como tal. Sin embargo, en
este trabajo se aportan datos suficientes que penniten establecer que dicho espectáculo hay
que remontarlo, al menos, al siglo I de nuestra era. En este breve trabajo se analizan
pormenorizadamente las fuentes clásicas que hacen referencia a los j uegos de gladiadores
(munera gladiatorum) y que nos permiten considerarlo como el primer deporte espectáculo
de masas.

Abstract

Leading authorities in the history of sport coincide in stating that "mass spectator
sport" originated at the beginning of the 20th century. According to them, the forms of
sport that occurred before cannot be considered as "mass spectator sport" because they lack
sorne of its defining features. Nonetheless, this work provides sufficient evidence to allow
us to establish that that form of sport started as early as the lst century AD, if not earlier.
This brief work analyses in depth the classical sources recording the gladiator games
(munera gladiatoria) that enable us to consider them the first "mass spectator sport".

Palabras clave: Munera gladiatorum, ludi, gladiadores, espectáculo de masas.

Los historiadores del deporte coinciden en establecer que el fenómeno


que llamamos "deporte espectáculo de masas" se inicia en los albores del siglo XX.

Flor. Il. 21, (2010), pp. 291-321.


292 M. PASTOR y A. MAÑAS- MUNERA GLADIATORUM. . .

' 2
Sociólogos, economistas y fi lósofos consideran esta fecha inamovible . Para todos
ellos, las diferentes formas de deporte, que antes se dieron en la historia, no pueden
considerarse "deporte espectáculo de masas", porque carecen de los rasgos que
definen dicho deporte. Sin embargo, en nuestra opinión, el deporte gladiatorio
posee muchos de esos rasgos, lo que nos permite adelantar su aparición al siglo 1 de
nuestra era, o incluso antes.
Los rasgos que definen el deporte espectáculo de masas son los si-
guientes:
3
- La dimensión del espectáculo es muy alta .

* Este trabaj o se enmarca dentro del Grupo de Investigación de la Junta de Andalucía

H UM-865.
l . Cf K. HEINEMANN, Introducción a la economía del deporte. Barcelona, 1 998, p.
19; S. ROTHENBERG, "The Baseball Player's labor-Market", Journal of Political
Economy, 64 ( 1 956), p. 3; C. DIEM, Historia de los deportes, Barcelona, 1 966, p. 1 33; R.
MANDELL, Historia cultural del deporte, Barcelona, 1 986, p. 1 93; J . M. CAGIGAL,
Deporte: espectáculo y acción. Barcelona, 1 9 8 1 a, p.44; Jdem, ¡Oh Deporte! Valladolid,
1 9 8 1 b, p.Sl .
2. S. ROTHENBERG, op. cit. p. 3: "En lo que llevamos de década [de los 1 950s] el
mercado laboral de los jugadores de béisbol [en USA] ha alcanzado un nivel de desarrollo
económico sin precedente. Podríamos ciertamente decir que hemos entrado en una nueva
etapa del deporte"; C. DIEM, op. cit. p. 1 3 1 : "[a principios del siglo XX] la vida americana
ha influido en un sentido al deporte: ha aparecido tma industria en el campo de las
diversiones que se ha enseñoreado del deporte; con ello se estimuló la afición a los
espectáculos"; J. M. CAGIGAL, op. cit. 1 98 1 a, p. 44: "podemos plantearnos en el último
cuarto del siglo XX . . . que acaso hayamos iniciado un nuevo periodo del deporte. . . en el
que aparecen otras funciones . . . como gran espectáculo, política . . . los cuales nos sitúan
ante un deporte mucho más variado, gigantesco, multifuncional"; R. MANDELL, op. cit. p.
1 93: "[Desde la década de 1 890s] los nuevos deportes americanos [béisbol, baloncesto,
fú tb ol americano] dieron un tremendo impulso al deporte espectáculo"; K. HEINEMANN,
op. cit. p. 1 9 : "Desde la década de 1 950 en adelante podemos hablar de un nuevo tipo de
deporte, más espectacular y masivo en su seguimiento, representado, por ejemplo, por las
grandes sumas de dinero que movía entonces el béisbol en USA, con contratos espectacu­
lares a j ugadores." La fecha puede variar en función del país que se estudie. Así, el mismo
C. Diem que cita 1 907 como inicio del deporte espectáculo (op. cit. p. 1 3 1 ) advierte que en
el caso de Inglaterra (con su liga de fútbol y copa) este nuevo tipo de deporte ya se daba
hacia 1 8 80 (op. cit. p. 86). En el caso de España no podemos hablar de deporte espectáculo
de masas hasta los años 1 920s, cuando el fútbol tiene ya una fuerza mayor (Cf F.
CALATA YUD, De la gimnasia de Amarás al deporte de masas, Valencia, 2002, p.34); E.
BET ANCOR, De Spectaculis: A yer y hoy del espectáculo deportivo, Madrid, 200 1 , p. SS,
también da el siglo XIX como la fecha a nivel internacional.
3. C. DIEM, op. cit. p. 1 3 1 ; J. M. CACIGAL, op. cit. 1 98 l a, p. 44; ldem, 1 98 l b, p. 5 1 .

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4
- Es seguido por una enorme masa de gente de manera regular •
- Se siente atraído por un gran número de espectadores.
5
- Existe un sistema económico asociado a ese deporte .
6
- Los deportistas son producto de consumo de la masa .
- Existe un recinto diseñado especialmente para su contemplación7 .
- Participación de la mujer.
Veamos, en primer lugar, las diferencias entre "deporte", "deporte
espectáculo" y "deporte espectáculo de masas".
- Deporte: hay un reglamento, hay voluntariedad (por parte de quien lo
practica) y hay impredecibilidad del resultado. Así pues , deporte puede ser una
"pachanga" con los amigos, pero no hay espectáculo.
- Deporte espectáculo: resulta especialmente vistoso a los oj os del
espectador (por ej emplo, el judo o el kárate), pero no hay una masa que lo siga.
- Deporte espectáculo de masas : cumple los 2 conceptos anteriores, pero
aquí la dimensión del espectador se magnifica y se convierte en una masa ingente
que sigue de continuo la evolución de dicho deporte, como ocurre con el fútbol en
nuestra sociedad, o el fútbol americano o el béisbol en la estadounidense.
Teniendo en cuenta esto ¿por qué no se pueden considerar deporte
espectáculo de masas algunas de las formas de deporte que se dieron antes del
deporte gladiatorio, como e l deporte en Mesopotamia o en Egipto, o más aún, el
deporte en Grecia, como los Juegos Olímpicos?
En e l caso de las épocas anteriores al deporte griego su exclusión se
j ustifica fácilmente, puesto que sabemos que eran practicadas y seguidas por
grupos minoritarios, especialmente por las e lites aristocráticas, muy exiguas en
8
número ; además, se realizaban en cualquier lugar y no existía un recinto
9 0
específico para su realización y tampoco tenían un sistema económico asociado 1 .
En el caso de Grecia, concretamente en los Juegos Olímpicos, sí tenemos
una masa de seguidores mayor, un recinto específico 11 y un sistema económico

4. C. DIEM, op. cit. p. 1 33; J. M. CACIGAL, op. cit. 1 9 8 1 a, p. 50; R. MANDELL, op.
cit. pp. 1 93- 1 94.
5. K. HEINEMANN, op. cit. p. 1 9 ; S. ROTHENBERG, op. cit. p. 3.
6. C. DIEM, op. cit. p. 1 33; K. HEINEMANN, op. cit. p. 19; S . ROTHENBERG, op. cit.
p. 3.
7. C. DIEM, op. cit. p. 132; R. MANDELL, op. cit. p. 1 9 5 .
8 . Cf R. MANDELL, op. cit. p. 16.
9. C. DIEM, op. cit. p . 20; R. MANDELL, op. cit. p . 1 7 .
1 0 . R . MANDELL, op. cit. pp. 1 7-22.
1 1 . Los estadios griegos estaban diseñados para la realización de los deportes, pero no
para que los presencien y disfruten de ellos una gran masa de espectadores, como ocurre en
los anfiteatros romanos.

Flor. Il. 2 1 , (2010), pp. 29 1 - 321.


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asociado. Pero aún así tampoco podemos considerar esta forma de depo11e
olímpico como deporte espectáculo de masas, por las siguientes razones:
l . Evidentemente, los Juegos Olímpicos son deporte y espectáculo, pero no
había una masa de espectadores que los siguiese tal y como entendemos hoy día.
Solamente se realizaban durante una semana cada cuatro años, por lo que tampoco
podemos considerarlos como una congregación puntual de gente.
2. Además, los Juegos Olímpicos y el deporte griego, en general, carecían
de un sistema económico asociado complejo. Sí existían apuestas y premios para
los deportistas, pero no había un mercado de deportistas, ni el estado cobraba
impuestos sobre la actividad deportiva, como sabemos que ocurría en el deporte
gladiatorio romano y en el deporte actual.
3. Los deportistas griegos que participaban en los Juegos Olímpicos
tampoco eran producto de consumo de la masa, como ocurría con los gladiadores
romanos y con los deportistas actuales. En síntesis, el deporte griego no se hacía en
función de la masa que asistía, sino que los asistentes se amoldaban al espectáculo
ofrecido, puesto que se trataba de un asunto religioso que nunca hizo concesiones a
la masa en sus más de 1. 100 años de historia (776 a . C . - 393 d. C.).
Por su parte, en los
munera gladiatorum, sí aparecen todos estos
elementos: los j uegos se celebran casi todos los días del año, el munus era un
sistema económico en sí mismo, los gladiatores eran productos de consumo de la
masa; de hecho, l a dimensión misma de masa adquiere una magnitud completa­
mente nueva con el munus: de los aproximadamente 20.000 espectadores diarios
durante la semana de los Juegos Olímpicos, se pasa a los 85.000 del Coliseo o a los
250.000 diarios del Circus Maximus y durante casi todos los días del año 13 .
12

12. Los Catálogos Regionarios de la época constantiniana describen al edificio como


Amphitheatrum qui cape! loca LXXXVII (anfiteatro con capacidad para 87.000 localidades).
El desconocido autor de los catálogos quiso así hacer referencia al aforo de este edificio,
excepcionalmente grande para tratarse de un anfiteatro, pero nada en comparación con los
250.000 espectadores que acogía el Circus Maximus. Sobre la capacidad de los anfiteatros
y concretamente del Coliseo cf principalmente, P. COLAGROSSI, L 'anfiteatro Flavio nei
suoi venti secoli di storia, Florence, 1913; G. COZZO, Il Colosseo: Ani f teatro romano,
Roma, 1 971; M.L. CONFORTO, y A.M. REGGIANI , (eds.): Anfiteatro Flavio: lmma­
gine, testimonianze, spettacoli, Roma, 1 98 8 ; J.C. GOL YIN, L 'amphitheatre romain: Essai
sur le theorisation de sa forme et de ses fonctions, París, 1988, pp. 173- 1 80; J. C. GOL VIN
y C. LANDES, Amphitheatres et gladiateurs, París, 1990; E. GUNDERSON, "The Flavian
Amphitheatre: All the World as Stage," en A.J. BOYLE y D.W.J. DOMINIK, (eds.),
Flavian Rome: Culture, lmage, Text: 637-658. Leiden: Brill, 2003.
13. El año 80 se inauguró el anfiteatro Flavio con 100 días seguidos de munera, en el 106
Trajano celebró su victoria sobre la Dacia con 1 23 días seguidos de juegos gladiatorios, en
109 ofreció munera durante 1 17 días consecutivos, en el 248, el milenio de la urbe se

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En este sentido, disponemos de un número considerable de textos o fuentes


que evidencian que los rasgos del deporte espectáculo de masas ya se daban en e l
deporte gladiatorio . Dichos rasgos se daban a niveles tan altos que n o se igualarían
ni con el nacimiento del deporte espectáculo de masas en el siglo XX, sino que éste
debería evolucionar algunas décadas para igualar el grado de desarrollo alcanzado
4
·

en época imperial romana 1 .

A) Textos que aluden al sistema económico del deporte gladiatorio.

El proceso por el cual la gladiatura evoluciona desde las primeras prácticas


fúnebres (siglo III a. C) hasta el deporte espectáculo de masas económicamente
desarrollado en que se convirtió fue el siguiente : inicialmente los romanos
heredaron de los etruscos la costumbre de enfrentar a espada a esclavos o
prisioneros de guerra sobre la tumba de un familiar muerto, en la creencia de que el
15
alma del difunto se beneficiaba de l a sangre del caído • Pero al cumplir con esta

conmemoró con un centenar de días seguidos de munera. Pero estos solo eran munera
extraordinarios a los que había que sumar los munera ordinarios. En conclusión, L.
FRlEDLÁNDER, "Roman Life and Manners Under the Early Empire", traducción de J.H.
FREESE y L.A. MAGNUS, 4 vols., New York: Bames and Noble, of Darstellungen aus
der Sittengeschichte Roms in der Zeit von A ugust bis zum A usgang der A ntonine, 1 865
[ 1 965], 2, p. 1 1 , dice: "el número de días que cada año se dedicaban a los combates
gladiatorios no puede calcularse en ninguna época, ya que a los espectáculos ordinarios
(fecha fija) había que añadir los extraordinarios, cuyo número era incalculable."
1 4 . Por ejemplo, la capacidad del anfiteatro Flavio no fue superada por ningún recinto
similar hasta 1 92 3 , cuando se inauguró el estadio de Wembley (con capacidad para 1 27.000
espectadores) . No obstante, ningún estadio actual o recinto cerrado de hoy día se acerca ni
de lej os a los 250.000 espectadores que podía alojar el Circus Maximus.
1 S. Tertuliano, De Spectaculis 1 2 . 1-4 dice al respecto: "Aún queda por examinar el más
prominente y destacado espectáculo de todos. Es llamado munus ("obligación") por ser un
officium ("deber"), pues munus y officium son sinónimos. Los antiguos etruscos creían que
estaban cumpliendo una obligación para con el muerto mediante este tipo de espectáculo, al
haber ellos atemperado el carácter del difunto mediante una forma de crueldad más
refinada. Pues en tiempos ya muy pasados, según la creencia de que las almas de los
muertos se veían beneficiadas por la sangre humana, ellos solían tomar cautivos o esclavos
de habilidad inferior y se los sacrificaban a ellos en los funerales. Tiempo después
prefirieron enmascarar esta impiedad haciendo de ella un placer. . . así los vivos
encontraban consuelo para la muerte en el asesinato. Tal es el origen de la competición
gladiatoria.". En el mismo sentido escribe Servio, Sobre la envidia 1 0, 3 1 9: "Ciertamente,
era la costumbre matar a cautivos en las tumbas de hombres poderosos. Dado que esto, en
tiempos posteriores, pareció cruel, se decidió que fuesen gladiadores los que lucharan ante

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obligación para con el difunto, adviitieron que los testigos que contemplaban tal
ceremonia la encontraban interesante, que les gustaba asistir a ese espectáculo, por
lo que quien organizaba el sacrificio (munus) se ganaba e l favor de dichos testigos.
En consecuencia, la costumbre de ofrecer munera se generalizó, lo que elevó
lógicamente la demanda de esclavos, sobre todo, de aquellos que supiesen usar el
gladius. Surge entonces ellanista, un individuo que enseña a sus esclavos a luchar
como gladiatores. Ellanista gana dinero alquilando sus gladiatores a los editores .
Luego, en un momento determinado, el lanista decide dar parte del dinero que
recibe a aquellos de sus gladiatores que mejor combaten (lo que los motiva a dar
más espectáculo), lo que hace que obtengan aún más beneficio. El editor también
decide hacer lo mismo : dar premios a los mej ores gladiatores para fomentar que su
espectáculo sea lo más vistoso posible, por lo que los luchadores se motivan
todavía más para dar mayor espectáculo. El público, por su parte, también decide
6
dar dinero y fama a los mejores 1 •
De esta forma los gladiadores comienzan a ganar dinero, por lo que hay
hombres que empiezan a meterse a gladiatores voluntariamente 1 7 . Aparte de éstos,
hay también amateurs, que luchan voluntariamente solo por conseguir fama. En
ambos casos reciben el nombre de auctorati.
Durante la República tardía, los gladiadores ya se habían convertido en
profesionales consolidados. Recibían premios y existían contratos que estipulaban
el dinero que recibían por cada combate. Eran luchadores con armas especializadas
y se entrenaban para realizar mej or e s a d estrez a. Lo s mej o r e s estaban más
cotizados que el resto. Los gladiadores arriesgaban la vida, pero tenían la opción de
ganar dinero y prestigio. Los auctorati ya eran libres, por lo que ganar la libertad
no era lo que les llevaba a ej ercer la gladiatura, sino ganar dinero, fama, o, incluso,
influencia política.
Como ocurre hoy día, por ej emplo, en el fútbol, en la gladiatura romana, los
profesionales ya famosos se compraban y vendían; existía, por tanto, un "mercado
de gladiadores". Nonnalmente, el gladiador pertenecía a unlanista, pero también
podía ser autónomo y alquilar sus servicios por sí mismo. El
editor negociaba con
el lanista, pero también podían los editores adquirir los gladiatores mediante

la tumba, gladiadores que fueron llamados bustuarii por las tumbas (busti) j unto a las que
combatían.".
1 6. Durante la vuelta al ruedo, el gladiator vencedor recogía las monedas y premios que
el público le lanzaba desde las gradas cf Suetonio, Caligula, 32,5: "y entonces dio la vuelta
con la palma, como hacen los vencedores".
1 7. Sólo podemos considerar a la gladiatura como deporte en el caso de individuos que se
enfrentaban voluntariamente. En el caso de esclavos, criminales y prisioneros que eran
forzados a luchar como gladiatores no podemos considerar que esos combates fuesen
deporte.

Flor. Il. 2 1 , (20 1 0), pp. 29 1 - 32 1 .


M. PASTOR y A. MAÑAS- MUNERA GLADIATORUM... 297

subasta pública. La subasta más famosa la hizo Calígula, como sabemos por Dión
Casio :
" . . . parecía que estaba (Calígula) necesitado de dinero, por lo que ideó otra manera
de obtener fondos; fue la siguiente: vendía a un valor excesivo a los supervivientes
de los combates de gladiadores a los cónsules, pretores y otros, no solo a
compradores deseosos de comprar, sino también a otros que eran obligados muy
contra su voluntad a dar tales espectáculos en los j uegos, y en particular, él los
vendía a hombres especialmente elegidos a suertes para hacerse cargo de tales
espectáculos pues él había ordenado que dos pretores debían ser elegidos a suertes
para hacerse cargo de los juegos gladiatorios, tal y como había sido antes costumbre.
Y él mismo se sentaba sobre la tarima del subastador y se mantenía elevando las
pujas. Muchos venían también de fuera para presentar pujas rivales, pues él permitía
que quien lo desease usase más gladiadores del mínimo impuesto por ley. Así que la
gente los compraba por grandes cantidades, algtmos porque realmente los querían,
otros con la idea de placer a Gaius, y la mayoría, fonnada por aquéllos que tenían
fama de ricos, guiados por tener con esto excusa para gastar parte de su riqueza y así,
volviéndose un poco más pobres, salvar sus vidas 1 8 ".

En cierta ocasión, según cuenta Suetonio, un tal Saturnino se durmió durante


una de estas subastas y, al cabecear dormido, compró 30 gladiadores por 9 millones
de sestercios (unos 18 millones de euros):
"En una subasta Calígula vendió lo que le quedó de todos los espectáculos,
solicitando personalmente las pujas y manteniéndolas tan altas que algunos que
fueron forzados a comprar, viéndose así despojados de sus posesiones, se abrieron
las venas. Un incidente famoso es el de Aponius Saturninus; se quedó dormido en
uno de los bancos y, como el subastador estaba advertido por Gaius de no parar la
subasta mientras alguno de los caballeros se mantuviese haciéndole gestos con la
cabeza y Saturninus no paraba de dar cabezazos de vez en cuando, al estar dormido
en su silla, la puja no paró hasta que 30 gladiadores fueron adj udicados al
inconsciente durmiente por 9 millones de sestercios19".

Y es que el mundo del anfiteatro movía cantidades exorbitantes de dinero,


habiéndose convertido ya para el reinado de Calígula en uno de los pilares de la
economía imperial. Así, sabemos por la Historia A ugusta, que Adriano, antes de
ocupar la púrpur a i mperi a l tuvo que pedir millones de sestercios para organizar
,

unos JUegos:
"Adriano era verdaderamente grandioso cuando concedía espectáculos. Cuando lo
hicieron pretor obtuvo de Trajano 4 millones de sestercios para organizar juegos . . .
está claro que siempre cayó simpático a Plotina. . . y esto se vio c laramente cuando

1 8. Dión Cassio, 59,14, l .


19. Suetonio, Caligula, 38, 4.

Flor. Il.21, (20 1 0), pp. 291-321.


298 M. PAST OR y A. MAÑAS- MUNERA GLADJATORUM. ..

ella murió; cuántos juegos de gladiadores ofreció para homar la memona de


ella"20.

El emperador Marco Aurelio, que no era partidario de ofrecer munera, sin


embargo, no se planteó abolirlos, sobre todo, porque eso hubiese tenido
consecuencias nefastas para la economía del Imperio, al igual que ocurriría hoy día
si prohibiésemos e l fútbol u otros espectáculos de masas . Muchos miembros de la
alta sociedad tenían invertidas en el negocio gladiatorio grandes sumas en escuelas
21
de gladiadores (ludi) o en la compra de gladiadores o fieras para el anfíteatro , lo
que garantizaba la permanencia del dep01te gladiatorio. Además, estaba la gran
cantidad de dinero que el estado ingresaba anualmente por los impuestos que
22
gravaban la gladiatura , las apuestas y el comercio de gladiadores y bestias. De
hecho, tanto dinero movían los juegos gladiatorios que, durante su reinado, Marco
Aurelio tuvo que legislar para poner techo a los precios de los gladiadores. En e l
caso de l o s
auctorati (gladiadores voluntarios), e l cien p o r cien de l o s ingresos iba
para ellos, puesto que no dependían del lanista y algunos, como el famoso
Hermes 23, se entrenaban por sí mismos. Por su parte, los auctorati que tenían
lanista sólo obtenían el 25 por ciento de lo que el editor pagaba al lanista por su
24
actuación, si eran libres y el 20 por ciento, si eran esclavos .
C iertamente se hacía necesario poner un límite a los precios de los
gladiadores, pues los editores se endeudaban cada vez más, peligrando la economía
del negocio. Así, en la !ex gladiatoria de Itálica podemos leer lo siguiente:

"Hubo uno que al ser nombrado sacerdote dio su fortuna por perdida y convocó un
consejo para que le ayudase a apelar a los emperadores. Pero en esa misma
asamblea, él mismo, después de consultar a sus amigos, exclamó, "¿Qué quiero yo

20. S.H. A . , Adriano, 3, 8.


2 1 . Sabemos por una carta de Cicerón a su amigo Ático que el propio Cicerón traficaba
con fieras. Cf Cicerón, A tticus. 4, 8, 2.
22. M. PASTOR MUÑOZ y H.F. PASTOR ANDRÉS, "Violencia y pasión en los j uegos
de gladiadores" en M. PASTOR, M. VILLENA y J. L. AGUILERA (Eds.), Deporte y
olimpismo en el mundo antiguo y moderno, Granada, 2008, p. l73, señalan que "la ley
Oratio de pretiis gladiatorum minuendis especifica que el impuesto gladiatorio no recaía
sobre el editor, sino sobre el lanista, y que consistía en la tercera o cuarta parte de lo que
cobraba ellanista. Por este concepto el fisco imperial solía ingresar anualmente entre 20 y
30 millones de sestercios".
23. Marcial, Epigrammatta 5 .24.
24. Cf H. DESSAU, !nscriptiones Latinae Selectae ( ILS), 5 1 63, 45-6; Vid. también
=

sobre salarios y precios, Th. WIEDEMANN, Emperors and Gladiators, London-New


York, 1992, p. l 22.

Flor. 11. 21, (2010), pp. 291-321.


M. PASTOR y A. MAÑAS- MUNERA GLADIATORUM. .. 299

ahora con una apelación? Sus muy sagradas majestades los emperadores han
encomendado sobre mí toda la carga que aplastará mi patrimonio. Deseo ser un
sacerdote y, ya que la obligación de ofrecer un espectáculo [va con el cargo], la
acepto, aunque nosotros, Jos sacerdotes, pedimos solemnemente ser liberados [de
esa obligación ]"25•

Y más adelante, en la misma ley se señalan los precios de los gladiadores:


"[la ley ordena] que para quienes produzcan espectáculos comprendidos en la
franja de gasto [es decir, que el costo del espectáculo sea] entre 30.000 y 60.000 HS
se establecen tres categorías de gladiatores: el precio máximo para la primera
categoría será 5 .000 HS, para la segunda 4.000 HS, para la tercera 3.000 HS. Que
cuando el costo del espectáculo esté entre 60.000 y 1 00.000 HS, Jos gladiatores se
dividirán entre las siguientes 3 categorías: el precio máximo para la primera
categoría será 8.000 HS, para la categoría media 6.000 HS, para la más baja 3.000
H S. A continuación, que cuando [el costo del espectáculo] esté entre 1 00.000 y
1 50.000 HS, habrá 5 categorías: por un hombre de la primera categoría el precio será
1 2.000 HS, de la segunda 1 0.000, de la tercera 8.000, de la cuarta 6.000, de la última
5 . 000. Siguiente en orden, finalmente, cuando [el costo del espectáculo esté] entre
1 50.000 y 200.000 HS o cualquier otra suma por encima de esta, el precio del
gladiator de la categoría más baj a será de 6.000 HS, el de la siguiente [categoría]
superior 7 .000, el de la tercera contando desde la más baja 9.000, el de la cuarta
1 2 .000 hasta 1 5 .000 HS que es la cantidad fijada para el gladiator de la más alta, y
última, categoría. Que en todo espectáculo, de todas las categorías en que han sido
clasificados, la mitad de los hombres que aporta el lanista no se espera que actúen en
solitario, y que de estos, que se conocen como gregarii26 , uno que puede ser llamado
"mejor entre los gregarii" [melior in ter tales] combatirá en la arena bajo un precio
fijo de 2 .000 HS y que ninguno de este grupo combatirá por menos de 1 .000"27 .

Observamos que en esta ley también se protege al gladiador, pues se


establece un salario mínimo profesional y se defienden los intereses económicos de
los gladiadores que estaban iniciando su canera o que pertenecían a categorías
menos diestras. Ahora bien, para esa época (finales del siglo II ¿suponían una gran
cantidad de dinero los 15.000 sestercios que recibía un gladiador de la máxima
categoría por cada combate? Ciertamente sí, si consideramos que el sueldo anual
de un s oldado romano en el a ñ o 1 O era de 1 2 . 00 0 sestercios, y un s oldado estaba
bien remunerado. Por tanto, un gladiador de primera categoría que disputase 1 O
combates al año podía ganar lo que un soldado ganaría en 12 años y medio de

2 5 . CIL, JI, 6278, ( ls . l6 1 8).


-

26. Los gregarü también se llamaban sub signo y combatían en grupo (gregatim). Eran
gladiadores que no tenían el nivel suficiente como para luchar de forma individual.
27. CIL, ll, 6278: (ls. 29-37).

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300 M. PASTOR y A. MAÑAS- MUNERA GLADIATORUM...

serv1c1o. Si además le añadimos las monedas que el público les echaba tras su
triunfo y los premios en metálico que el emperador o el editor les daban cuando le
gustaba la actuación, parece evidente que el oficio de gladiador era muy rentable y
28
que en poco tiempo y con pocos combates , podía retirarse con bastante dinero .
Pero la medida de Marco Aurelio para detener la subida de precios no
funcionó muy bien puesto que su sucesor, Cómodo, tuvo que legislar nuevamente
sobre los precios de los gladiatores y de los espectáculos. No obstante, la
supervivencia del propio Imperio dependía de mantener alienado y contento al
pueblo, por lo que cada vez con más frecuencia emperadores como Cómodo o
Heliogábalo les ofrecían espectáculos más impresionantes y cautivadores. Así, para
que los munera fueran cada vez más espectaculares, los fondos destinados por el
Estado fueron aumentando de forma vertiginosa a lo largo del tiempo.
El volumen real de dinero que movía e l deporte gladiatorio se puede
comprender en toda su extensión si las cifras establecidas por Marco Aurelio las
multiplicamos por la cantidad de días que había munera a lo largo del año, que eran
casi a diario. Traj ano, por ej emplo, para celebrar su victoria sobre los dacios (1 06),
ofreció los espectáculos más grandiosos que j amás había visto Roma. La breve
reseña de Dión Casio no se conesponde con la escala del evento, cuyo coste total
debió ser, sin duda, fabuloso:
"Al volver Trajano a Roma, ofreció espectáculos durante 1 23 días, en el curso de los
cuales se mató a unos 1 1 .000 animales -tanto salvajes como domados- y
combatieron 1 0.000 gladiadores"29 .

Evidentemente, también existían apuestas, como sabemos por Ovidi o :


"Pero hay otro buen lugar, los espectáculos gladiatorios. E n esa triste arena . . . el
espectador está conversando, o estrechando una mano, o mirando las entradas,
preguntando quién va ganando tras haber hecho su apuesta"30•

Los apostantes, al analizar lo que se decía sobre cada gladiador, podían


hacerse una idea de por quién y cuánto apostar cuando llegara el momento . Pero la
opmtunidad más fiable de saber por qué gladiador debían apostar era la de verlos
todo� juntos. Esto lo podían hacer en la llamada cena libera, una cena en la que se
reunían todos los combatientes la noche antes de comenzar el espectáculo y que era
ofrecida por el editor. Su propósito era el mismo, mutatis mutandis, que tiene la
actual costumbre de pennitir, el día antes de la conida, ver a los toros en e l corral
de la plaza, es decir, elevar el interés de quienes los observan, animándolos así a

2 8 . Los auctorati, (gladiadores voluntarios) podían retirarse cuando querían, no necesi­


taban recibir la espada de madera (rudis), s ímbolo del final de su carrera como gladiador.
29. Dio Cassio, 68 . 1 5 .
30. Ovidio, A rs Amatoria l , 1 68 .

Flor. Il. 21, (201 0), pp. 29 1 - 321.


M. PASTOR y A. MAÑAS- MUNERA GLADIATORUM. .. 301

asistir al espectáculo; el pesaj e de los boxeadores antes del combate, con ruedas de
prensa, y comparecencias ante los periodistas los días antes de los partidos de
fútbol o baloncesto, principalmente, que persiguen el mismo obj etivo.
La noche antes del munus se daba una suculenta cena a los gladiadores que
iban a enfrentarse el día siguiente en el anfiteatro. Una verdadera fiesta en la que
podía participar todo el que quisiese. En ella los apostantes estudiaban con sus
propios oj os a los combatientes; observaban y palpaban su cuerpo, analizaban la
forma de comportarse, la mirada de sus oj os, etc. Y con ello podían tener una mejor
idea de quiénes podían vencer el día siguiente. Así lo expresa el propio Plutarco :
"Incluso entre los gladiadores, veo yo a aquéllos que no son enteramente bestias,
sino griegos [cultos], quienes, cuando se preparan para entrar a la arena, aunque
caras viandas se disponen ante ellos, en ese momento encuentran más placer en
encomendar a sus esposas al cuidado de sus amigos y en liberar a sus esclavos que
en satisfacer el apetito"31 •

B) Textos que indican que el deporte gladiatorio se hacía en fimción de la


masa.

El reglamento del munus establecía unas normas que lo hacían más espec­
tacular a los oj os de la masa, por ej emplo, la de usar una vestimenta llamativa,
luchar con el torso desnudo, usar armas sensacionales, etc. En ocasiones, el
Emperador podía, como muestra de deferencia, dej ar al público que eligiese quién
debía ser el oponente de un determinado gladiador, haciendo así al enfrentamiento
lo más atractivo posible a los oj os de los espectadores. Es algo que conocemos por
Dión Casio y Suetonio:
" . . . el rival era, unas veces, elegido por el emperador, otras elegido por la
gente . . . "32 .
"Por ejemplo, cuando ellos reclamaron a Palumbus [un gladiator favorito de la
afición] él [Claudio] prometió que lo tendrían, "si es que [Palumbus] podía ser
atrapado"33 .

De hecho, todo el desarrollo del espectáculo estaba concebido para agradar


al público lo máximo posible, incluido el hecho de que el mismo resultado del
enfrentamiento lo decidía la masa de espectadores, como afirma Juvenal:
"quienes ofrecen espectáculos matan con un movimiento de su pulgar a quien quiera
que la muchedumbre le pide que mate . . "34 .
.

31. Plutarco, Ensayos morales, 1 099, b.


32. Dión Cassio, 73.18 - 2 1 .
33. Suetonio, Claudia, 21.
34. Juvenal, Sátira 3, 30.

Flor. TI.21, (20 1 0), pp. 291-321.


302 M. PASTOR y A. MAÑAS- MUNERA GLADIATORUM. ..

Durante el espectáculo, sobre todo en los intermedios, también se hacían


"números humorísticos" y actuaciones con e l fin de que evitar que el público se
aburriese, al igual que se hace hoy día en los descansos de muchos deportes de
equipo. Así, mientras que el final del combate, siempre que terminase con la
muerte de uno de los combatientes, estaba animado por la esperada aparición de
Mercurius Psicopompus y Dis Pater, en los intervalos de los combates se reali­
zaban actuaciones de enanos que parodiaban las luchas de los gladiadores, de
acróbatas, malabaristas, etc. Una orquesta (como en las corridas de toros actuales)
animaba todo el espectáculo, como sabemos por Juvenal y algunas representa­
ciones en mosaicos:
"Estos hombres fueron una vez sopladores de cuernos, que iban de tour por cada
espectáculo provincial, y cuyas hinchadas mejillas conocían en cada pueblo"35

Mosaico de Trípoli, donde se representa la orquesta que amenizaba el espectáculo.


Museo arqueológico de Zliten

Mientras el vencedor daba la vuelta al ruedo, entraban en la arena por la


porta Libitinensis dos personaj es que se dirigían hacia el cadáver. Eran dos
operarios del anfiteatro disfrazados, uno como Mercurius Psicopompus (encargado
de llevar al alma del muerto al Avemo) y el otro como Dis Pater. Mercurio llevaba
en la mano un hierro al roj o vivo que aplicaba sobre la piel del vencido para
comprobar que se encontraba realmente muerto. El disfraz de ambos estaba
cuidado al detalle y se distinguían claramente entre sí porque uno portaba el hieiTo
candente y el otro el martillo .
La aparición de estos dos personaj es en escena era sin duda uno de los
momentos más esperados por los espectadores. Ambos, durante su llegada hasta el
gladiador caído, hacían bromas y otro tipo de gestos que eran obj eto de risa por los
espectadores, como sabemos por Tertuliano:

35. Juvenal, Sátira, 3, 30.

Flor. Il. 2 1 , (20 1 0), pp. 29 1 -32 1 .


M. PASTOR y A. MAÑAS- MUNERA GLADIATORUM... 303

"En medio de las crueldades del entretenimiento reímos al ver a Mercurio testando al
muerto con su hierro al rojo. También vimos al hermano de Júpiter, martillo en
mano, arrastrando los cuerpos de los gladiadores"36 .

Si el gladiador moribundo se estremecía cuando Mercurio le aplicaba e l


hierro candente, Dis le asestaba e n l a cabeza cuantos martillazos eran necesarios
hasta que dej aba de moverse. Si al ponerle el hierro al roj o no se movía, Dis
simplemente le daba tres mazazos en la cabeza, ritual por el cual -simbólicamente­
tomaba posesión del muerto. Tras esta acción se colocaba al gladiador muerto en la
3
litera para llevarlo hasta el Averno 7 . Estas acciones debían ser realmente cómicas,
puesto que e l propio Tertuliano alude a l a risa que producían en los espectadores.
El editor se ocupaba también del confort de los espectadores. Les dedicaba
atenciones para que se sintieran cómodos y entretenidos durante el espectáculo:
colocaba toldos, hacía rifas, les ofrecía aperitivos y los rociaba con agua (sparsio) .

A veces, el agua se mezclaba con azafrán u otras sustancias para perfumada. El


obj etivo del perfume era mitigar el mal olor que venía de la arena (cubierta de
sangre, heces y orines de los animales y condenados) y de las propias gradas,
donde se agolpaba una gran masa de gente. El hedor de la arena era considerable
durante las venationes, puesto que muchas fieras eran heridas de muerte y durante
su agonía perdían el control de los esfínteres y defecaban y orinaban sobre el
38
propio charco de sangre en el que caían, ocasionando un olor insoportable .
El azafrán era una de las especias más caras, por lo que su mezcla con agua
se consideraba un rasgo típico de los espectáculos de luj o . Pompeyo fue el primero
que introdujo el uso de las sparsiones en el teatro que construyó en Roma
39
aproximadamente en el 50 a. C. . El mecanismo para la aspersión consistía en una

36. Tertuliano, Apología 1 5 , 4- 5 .


37 . La vinculación entre el martillo y el tránsito a l a muerte viene d e antiguo, como
atestiguan las pinturas murales de las tumbas de los etruscos . Este ritual ha sobrevivido
hasta hoy gracias a que los primeros cristianos adoptaron el ritual de los tres martil lazos en
la cabeza para constatar la muerte. Cf por ejemplo, la enorme similitud con el rito que se
realiza hoy cuando muere un Papa, para confirmar su fallecimiento: el camarlengo -con un
pequeño martillo de plata y empuñadura de marfil- golpea tres veces la frente del Papa,
llamándolo por su nombre de bautismo después de cada golpe. Realizados los tres golpes, si
el Papa no responde, el camarlengo declara "Papa mortuum est". Solo entonces el pontífice
está oficialmente muerto.
38. Sabemos por la H istoria Augusta que podían soltarse a la vez más miles de animales.
Cf S.H. A . , Probo, 1 9 : "Probo dio una muy magnífica venatio en el Circus Maximus, .. .

entonces a través de todas las puertas se dejaron salir -a la vez- mil avestruces, mil ciervos
y mil jabalís".
39. CIL, IV, 1 1 80. Se trata de una inscripción de Pompeya en la que se alude a
sparsiones.

Flor. 11.21, (201 0), pp. 291-321.


304 M. PASTOR y A. MAÑAS- MUNERA GLADIATORUM...

tubería perforada por diminutos orificios por los que salía el agua a presión, como
señala Séneca:
"Y hoy dime simplemente a cuál de los siguientes hombres consideras tú más sabio:
al que inventa un sistema para asperjar perfume de azafrán desde una altura enorme
mediante tuberías ocultas, al que llena o vacía canales de agua en un instante o al que
construye una sucesión de techos intercambiables para un comedor, los cuales
pueden sucederse de tal modo que producen una sucesión constante de diseños
diferentes '"'0.

También se lanzaban otro tipo de obj etos (sparsio missilium), en concreto


pequeñas bolas de madera, que eran arroj adas a los espectadores sentados en las
gradas. Estas bolas actuaban como boletos de lotería, ya que cada una llevaba
grabado en la madera el nombre del premio por el cual era canj eable. El espectro
de premios iba desde artículos de comida hasta dinero, pasando por apartamentos,
ropa, esclavos, etc. Más aun, la bola-boleto -si no deseaba cobrarse de inmediato, o
por cualquier circunstancia no podía hacerse esto- pasaba a formar parte del
patrimonio del agraciado, por lo que podía pasar a sus herederos, como dice
Suetonio:
"Cada día se lanzaba a la gente toda clase de regalos, estos incluían mil pájaros -
cada día de una clase distinta- varios tipos de comida, boletos para grano (tesserae
fi'umentariae), ropa, oro, plata, piedras preciosas, perlas, pinturas, esclavos, bestias
de carga, e incluso animales salvajes adiestrados; finalmente barcos, bloques de
casas y granj as"4 1 •

Los boletos inicialmente eran de hueso al igual que las entradas normales
(tessera), pero luego fueron sustituidas por bolas de madera, como sabemos por
Dión Casio:
"Tito también ideó algunas cosas que fueron de uso práctico para la gente. Desde lo
alto del teatro [el coliseo] él lanzaba pequeñas bolas de madera con inscripciones
diversas, algunas refiriendo algún artículo de comida, otras ropa, una copa de plata o
quizá una de oro, caballos, bestias de carga, ganado o esclavos. Quienes las cogían
debían llevarlas a los dispensadores del premio, de quienes recibían el mencionado
artículo'"'2•

40. Séneca, Cartas, 90. 1 5 . Sabemos también que en la Domus A urea de Nerón había
salones con techos de este tipo. Pero no sólo se mezclaba el agua con azafrán agua, sino
también con otro tipo de esencias como la que se obtenía de la flor de una planta l lamada
crocus, de agradable olor. Cf S.H. A . , Adriano, !9.
4 1 . Suetonio, Nerón, ! l.
42. Dión Cassio, 66, 25 , 4.

Flor. Il. 2 1 , (2010), pp. 291-321.


M. PASTOR y A. MAÑAS- MUNERA GLADIATORUM... 305

Los espectadores agraciados a veces vendían las bolas-boleto a otros,


como también ocurre hoy con los boletos de lotería premiados. Si, por ejemplo,
habías cogido una bola cuyo premio era una casa, pero no querías una casa sino
que preferías el dinero, vendías la bola a quien sí la quisiese. La lucha por hacerse
con esas bolas era a menudo más encarnizada que la que se veía en la arena.
Séneca ironiza al referirse a estos hechos:
"Imagina ahora que la Fortuna está ofreciendo un espectáculo y está lanzando
honores, riquezas e influencia sobre esta muchedumbre de mortales; algunos de estos
regalos han quedado ya hechos pedazos en las manos de aquellos que tratan de
cogerlos, otros han sido repartidos entre compañeros de poco fiar, y otros han sido
agarrados para la mayor desventura de aquellos en cuyas manos han ido a caer [pues
no les van a hacer ningún bien] . . . otros los han perdido, pues los aferraban con tanta
ansia que se les han escurrido de las manos . . . El hombre más sensato, por tanto, se
aleja del teatro tan pronto ve que comienzan a caer los primeros regalos, sabedor de
que se paga un alto precio por los regalos pequeños. Nadie forcejeará con él para
salir, o le golpeará conforme parte; la lucha tiene lugar donde están los premios"43 .

Y no pensemos que los ricos que se sentaban en las primeras fi las del
podium veían con indiferenci a estos regalos. Se molestaban si no caían suficientes
regalos sobre sus asientos, como dice Suetonio:
"Al día siguiente distribuyó regalos de toda clase, y dado que la mayor parte de
estos cayó donde el pueblo se sentaba, ordenó que se lanzaran 500 boletos dentro de
cada una de las secciones ocupadas por las clases senatorial y la de los caballeros
(equites)"44 .

No obstante, toda consideración con los espectadores podía quedar en nada


a capricho del Emperador, como, por ejemplo, ocurrió durante una naumachia
ofrecida por Domiciano y de la que nos informa Dión Casio:
"[Domiciano] en el curso de celebraciones triunfales ofreció una batalla naval en un
nuevo lugar. En este último espectáculo prácticamente todos los combatientes y
también muchos de los espectadores perecieron porque, pese a que de repente
rompió una intensa lluvia y una violenta tormenta, él no permitió a nadie salir del
espectáculo y, aunque él mismo se cambió de ropa para ponerse capas de gruesa
lana, no permitió al resto hacer lo mismo, de modo que no fueron pocos los que
cayeron enfermos y murieron. En un intento, sin duda, de compensar a la gente por
esto, él les ofreció una cara cena pagada por el estado, que duró toda la noche'>'�5 .

43. Séneca, Cartas, 74, 7 .


44. Suetonio, Domiciano, 4.
45 . Dión Cassio, 67, 8.

Flor. Il. 2 1 , (20 1 0), pp. 29 1 -3 2 1 .


306 M. PASTOR y A. MAÑAS- MUNERA GLADJATORUM. ..

En otras ocasiones, en vez de anoj ar los regalos sobre los espectadores, se


colgaban de unas cuerdas que se tendían sobre ellos, como bien comenta Marcial:
"Para festej ar una victoria sobre los pueblos del Norte, el magistrado que ha
organizado estos juegos en el anfiteatro ha hecho pasar sobre el público cuerdas de
las que cuelgan premios. Eran pases para entrar gratis al lupanar y vales para un
sorteo de aves exóticas"46 •

El historiador J. F. Killeen, a patiir de unos frescos de Pompeya, piensa


que la cuerda era una especie de hamaca cargada con regalos y extendida sobre la
audiencia. También sugiere que la cuerda estaba tendida más abaj o del nivel de las
mujeres, para que éstas no se vieran incitadas a los tumultos y peleas que causaba
47
el intentar hacerse con los regalos .
Otra manera más sosegada de ofrecer los regalos a los espectadores tenía
lugar, sobre todo, durante las Saturnalia. El espectador presentaba la entrada y se le
entregaba una cesta de comida. No sabemos con certeza si esto se realizaba durante
todo el año o sólo durante las Saturnalia, como sugiere Marcial, cuando nos habla
de un espectador tan avaricioso que usaba tres disfraces para poder obtener así tres
cestas de comida al hacerse pasar por tres personas distintas.
"En diciembre, cuando el emperador distribuye los regalos con motivo de las fiestas
Saturnalia, tú regresas a casa con tres cestas de comida"48 .
El emperador Heliogábalo era especialmente aficionado a este tipo de
sparsiones de regalos, demostrando que absolutamente todo podía ser lanzado
sobre la gente. Y, como decía Séneca, era mejor estar lej os en esos momentos, que
quedarse allí para coger algo. Un texto de la Historia Augusta y otro de Herodiano
son muy elocuentes al respecto :
.;Cuando accedió al cargo [222, subió a una torre y] lanzó regalos al populacho para
que los atraparan, pero no sólo objetos de plata y oro, o pasteles y pequeños
animales, sino también ganado cebado y camellos y asnos y esclavos, diciendo que
esto era una costumbre imperial"49.
"[Heliogábalo lanzó] toda ciase de animales domésticos, salvo cerdos . . . muchos
murieron aplastados por otros o ensartados en las lanzas de los soldados"50.

A Heliogábalo le encantaba dar regalos. Para ello usaba métodos realmente


inusuales, como el de las cucharas de los comensales; en cada cuchara había

46. Marcial, Epigrammata, 8, 78.


47. J . F. KlLLEEN, "What was the Linea Dives (Martial, VIII, 78 .7)?", AJPhil. 80
( 1 959), pp. l85- 1 8 8.
48. Marcial, Epigrammata, 5 , 49.
49. S.H.A. , Heliogábalo, 8, 3.
50. Herodiano, 5, 6, 9.

Flor. Il. 21, (20 1 0), pp. 29 1 -32 1 .


M. PASTOR y A. MAÑAS- MUNERA GLADIATORUM. .. 307

grabada una palabra que se correspondía con un premio, pudiendo éste ir desde 1 O
camellos ó 1 0 avestruces hasta 1 0 moscas. Según la cuchara que correspondiese a
cada uno ése era su premio. En sus munera los premios iban desde 1 O j abalís hasta
1 O lirones. Ciertamente, en lo concerniente a distribuir premios en competición,
Heliogábalo fue un innovador cuyas ideas fueron mantenidas en el espectáculo,
como la de dar premios de lotería a los propios gladiadores, idea que mantuvieron
emperadores posteriores y que pervive aún en la actualidad, pues como podemos
ver en varias competiciones -como las carreras populares- cada participante
compite con el número del dorsal que lleva, el cual le da derecho a un premio si su
número sale en el sorteo que se realiza después de la carrera. La Historia Augusta
lo cuenta así:
"En sus banquetes él también daba la oportunidad de participar por medio de las
cucharas [en cada cuchara había grabado una palabra], ya que la que recibía una
persona ponía " 1 0 camellos", la de otra " 1 0 moscas", la de otra " 1 0 libras de oro", la
de otra " 1 0 libras de plomo", la de otra " 1 0 avestruces", la de otra "diez gallinas
ponedoras", por lo que ciertamente había posibilidades de ganar premios, por lo que
la gente probaba su suerte. Estos sorteos también los ofrecía él en sus j uegos, dando
opción de ganar desde 1O osos hasta 1O lirones, 1 O lechugas ó 1 O libras de oro.
Ciertamente él fue el primero en introducir esta práctica de dar premios, la cual
nosotros aún mantenemos. Y a los competidores él también dio opciones de ganar
premios, tales como un perro muerto o una libra de ternera, o también l OO aurei, o
l OO piezas de plata, o l OO de cobre, y así5 1 • Todo esto agradaba tanto al populacho
que cada vez que se hacían estas cosas se congratulaban de que él fuese el
emperador"5 2 .

La carne era otra de las muchas cosas que el pueblo podía conseguir gratis
al asistir a los espectáculos del anfiteatro. Un buen motivo para ir a la grada,
teniendo en cuenta la dieta pobre en proteínas del populacho de Roma (dieta
constituida principalmente por cereales, con casi total ausencia de proteínas
animales, razón de la desnutrición que tan terriblemente afectaba al desarrollo de
53
los niños y, en general, de toda la población) . Cicerón describe a los plebeyos del
54
61 a. C. como "lastimosos y hambrientos" y Dión Cassio dice que muchos
murieron de hambre durante las crisis de alimentos de finales de los años 40 55 .

5 1 . Sobre la costumbre socarrona de poner entre los premios cosas sin valor j unto con
cosas realmente fabulosas, vid. también, Suetonio, A ugusto 7 5 .
52. S.H.A., Heliogábalo, 22.
53. Salvo en las zonas rurales, donde las poblaciones se nutrían de sus propios animales
domésticos (gallinas, cabras, cerdas, etc.).
54. Cicerón, A tticus 1, 1 6, 1 1 .
5 5 . Dión Cassio, 48, 1 8 , l .

Flor. Il. 2 1 , (201 0), pp. 291-32 1 .


308 M. PASTOR y A. MAÑAS- MUNERA GLAD!ATORUM. ..

La expectativa de obtener carne en el anfiteatro debía ser para la gran


mayoría una motivación enorme para asistir. La escasez de carne en la dieta normal
de los plebeyos urbanos implicaba que probablemente cada bocado de carne no
humana en condiciones de ser comida que caía en sus manos era, en efecto,
comida. Y los pobres nunca desperdiciaban la proteína animal.
Las distribuciones de carne en el anfiteatro fueron muy frecuentes . El
emperador Gordiano 1, siendo edil de Roma, realizó doce exhibiciones de fieras,
una cada mes, con cientos de animales salvaj e s . Al sexto espectáculo permitió al
público que baj ase a la arena y se las llevase (populo rapienda), como sabemos por
la Historia Augusta:
"Él [Gordiano] sirvió como quaestor muy espléndidamente. Cuando llegó a edil
dio al pueblo de Roma 1 2 exhibiciones, esto es, una por cada mes, financiadas por él
mismo; a veces, ciertamente, él ofrecía 500 parej as de gladiadores, y nunca menos de 1 50.
Exhibió 1 00 bestias salvajes de Libia a la vez, y del mismo modo a la vez mil osos. Existe
todavía hoy una muy destacable venatio suya, pintada en la Casa de los Picos de Gnaeus
Pompeyo; este palacio perteneció a él y a su padre y a su abuelo. Hoy en esta pintura
podemos ver 200 ciervos con cuernos como la palma de la mano, j unto con ciervos de
Britannia, 30 caballos salvajes, 1 00 ovejas salvajes, 1 O venados, 1 00 toros chipriotas, 300
avestruces rojas moras, 30 asnos salvajes, ! 5 0 jabalís, 200 cabras montesas y 200 gamos. Y
todas estas las ofreció él al pueblo para que las matase el sexto día de los j uegos que dio"56.
Igualmente, e l emperador Probo, en 2 8 1, con ocasión de un triunfo, celebró
una magnífica venatio con bestias salvajes en e l circo Máximo, en la cual todo
quedó como despojos para e l populacho que asistía a los juegos (populus cuneta
diriperet) . El circo fue decorado como un bosque y se soltaron a la vez miles de
animales salvajes y exóticos, permitiendo al pueblo que tomase lo que quisiese,
como sabemos por la Historia Augusta:
"Él [Probo] dio una muy magnífica venatio en el circus [Maximus], en la cual
todo fueron despojos para el pueblo. El modo de este espectáculo fue como sigue: grandes
árboles, arrancados desde las raíces por los soldados, fueron montados sobre una plata­
forma de vigas de gran extensión, sobre la cual se echó tierra, de modo que todo el circo
plantado de esta manera parecía similar a un bosque que estaba echando hojas, gracias a
este nuevo verdor. Entonces, a través de todas las puertas, se dej aron salir [a la arena] -a la
vez mil avestruces, mil ciervos y mil j abalís, luego venados, íbices y ovejas salvajes, y otras
bestias herbívoras, tantas como podían ser criadas o capturadas . El pueblo entró entonces
57
[en la arena] , y cada hombre cogió lo que le apeteció"
Gordiano simplemente introduj o una modificación de esa costumbre; en
lugar de que recogiesen los cadáveres del suelo sería más divertido para los
espectadores coger l a carne cuando "aún estaba viva". Así, la implicación de los

56. S.H.A. , Gordiano I, 3 , 5-S . :


57. S. H.A . , Probo, 1 9.

F lor. Il. 21, (2010), pp. 291-321.


M. PASTOR y A. MAÑAS- MUNERA GLAD!ATORUM. .. 309

asistentes al espectáculo era más alta (se convertían en protagonistas), a la vez que
la propia "actividad recolectora" se volvía espectáculo en sí misma, pues los que
quedaban en las gradas se divertirían de ver lo que pasaba en la arena. Además, e l
hecho mismo d e que e l espectador entrase e n la arena provocaría en éste una gran
excitación (comparable a la que puede sentir un aficionado actual cuando pisa e l
58
terreno de juego de u n gran estadio al terminar el partido ).
Pero tales distribuciones de comida en la arena no eran habituales, sólo se
daban de vez en cuando, por ej emplo, durante algunos paseos triunfales, por lo que
no aliviarían significativamente las necesidades alimenticias del pueblo. El origen
de la práctica de regalar comida se remonta a principios de la República, cuando
los patrones alimentaban a los clientes durante la salutatio. La primera distribución
de carne de la que tenemos noticia data del 328 a. C, cuando M Flavius distribuyó
una ración de carne (visceratio) a todos aquellos que asistieron a la procesión del
funeral de su madre. Tito Livio dice que este reparto de comida fue lo que hizo a
Flavius ganar las elecciones para tribuno de la plebe59 .
Antropológicamente estas distribuciones de riqueza (regalos, comida,
j uegos) son manifestaciones de "potlatching" o de "evergetismo". Como ocurre
con todas las comidas en grupo, los banquetes y festines en los espectáculos
significaban integración, participación en el grupo -pasar a formar parte de él si es
que aún no se era miembro-. Que los emperadores ofreciesen comida (y en
concreto la tan escasa, nutritiva y deseada carne fresca) a los espectadores del
anfiteatro, no era sino la hospitalidad mínima que se esperaba del alto status del
anfitrión; una obligación del Emperador para con su pueblo, al igual que l a de darle
entretenimiento. El pueblo llegó a odiar a Tiberio por los pocos espectáculos que
ofreció en sus últimos años, y llegó a adorar a Calígula cuando éste ofrecía juegos
60
y distribuciones de carne de modo descontrolado . Juvenal acuñó l a famosa frase
61
panem et circenses , aunque habría sido más fiel a la realidad si hubiese escrito
"carnem et venationes". Hoy día, cuando necesitamos comida vamos al super-

5 8 . P. PLAS S, The Game of Death in Ancient Rome: Arena Sport and Political Suicide,
Madison, 1 995, p . 1 98 ha analizado por qué los aficionados sienten esta tendencia de invadir
el campo tras el pitido final, incluso cuando no hay disturbios ni nada que incite
directamente a ello. Según él, el aficionado siente satisfacción -experimenta bienestar,
placer- al pisar el escenario donde se desarrollan las gestas que siempre ve desde la grada o
a través de TV.
5 9 . Livio, 8, 22, 2, 4.
60. Flavio Josefo, Antigüedades Judías, 1 9, l, 1 6.
6 1 . Juvenal, Satira l O, 78-8 1 : «Hace ya tiempo, desde que no vendemos a nadie nuestros
sufragios, que dejó de lado [el pueblo] todas las preocupaciones, y él [el pueblo], que antes
confería mandos, fasces, legiones, todo, ahora se contiene y tan sólo pretende ansiosamente
dos cosas: pan y circo.»

F lor. 11. 21, (201 0), pp. 29 1 -321.


310 M. PASTOR y A. MAÑAS- M UNERA GLADJATORUM. ..

mercado, en Roma iban al coliseo. Pero ci ertamente con su famosa frase Juvenal
criticaba al pueblo de Roma, que había renunciado a su libertad y había aceptado la
autocracia que representaba el Imperio a cambio de que éste le diese gratis
alimento y entretenimiento.
Pese a las críticas de Juvenal, los romanos lo tenían clarísimo; antes sin
libertad pero con el estomago lleno y entretenidos que libres pero muertos de
hambre y aburrimiento. Esto lo comprendió Augusto perfectamente y por ello
fortaleció enormemente el deporte gladiatorio, haciendo de las distribuciones gratis
de comida un rasgo obligado de su poder. Mediante los munera el Emperador tenía
la posibilidad de controlar a la numerosa población de Roma, muy peligrosa al
estar ociosa y cerca del centro del poder. Rebelarse contra el poder vigente era una
de las cosas que podían urdir con más probabilidad, por lo que era un grave
problema que los emperadores debían solucionar de cualquier forma.
Augusto y sus sucesores solventaron este problema encontrando una
actividad que los entretuviese y los alimentase de modo regular, y además que los
agmpase a todos en un mismo sitio, para hacer así más fácil su control. El pueblo
ya no tenía así tiempo p ara pensar en su situación vital, y en lo que sería de ellos y
de sus hijos al día siguiente. Estaban a gusto sentados en la grada viendo el
espectáculo, y con la barriga llena, mañana sólo deseaban poder estar haciendo lo
mismo, y que los dioses dieran larga vida al Emperador que hacía todo eso posible.
Esto lo tuvieron muy en cuenta todos los Emperadores, aunque alguno,
como Tiberio, la descuidó en sus últimos años, cuando ya le era indiferente todo,
hasta estar en Roma y por eso se retiró a la isla de Capri donde pasó los últimos 1 1
años de su vida. Frontón, tutor de Marco Aurelio, alababa a Traj ano por reconocer
esta base del sistema imperial :
"[Traj ano] sabía que el pueblo de Roma se controlaba principalmente mediante dos
cosas, grano [comida] y espectáculos gratis . . . . el apoyo político depende tanto de
los entretenimientos como de los asuntos serios . . . desatender los entretenimientos
causa impopularidad muy perniciosa. Los regalos aplacan solo a quienes los reciben,
de modo separado e individual, pero un espectáculo los aplaca a todos a la vez y
j untos"62 .
También Marco Aurelio mantuvo esta política, aunque no le gustaban los
juegos de gladiadores. Y cuando se ausentaba de Roma dej aba órdenes claras de
que los entretenimientos del pueblo debían ser dados por los más ricos editores,
para asegurarse así que la calidad de los espectáculos seguía siendo lo suficiente­
mente alta como para mantener tranquilo al pueblo. Era evidente que mientras e l
pueblo se mantenía pensando en l o s gladiadores n o s e preocupaba de asuntos más
importantes, como la economía, condiciones de vida, etc. Anécdotas como la que

62. Frontón, Historia 1 7, Preámbulo.

Flor. 11. 21, (20 1 0), pp. 29 1 -321.


M. PASTOR y A. MAÑAS- MUNERA GLAD!ATORUM. . . 311

ocurrió cuando Marco Aurelio se llevó a los gladiadores a la guerra hacen pensar
que ciertamente los gladiadores interesaban más al pueblo que cualquier otra cosa,
como leemos en la Historia Augusta:
" . . . porque cuando él [Marco Aurelio] se llevó a los gladiadores a la guerra, hubo
comentarios entre la gente de que. tenía la intención de privarlos [al pueblo] de su
entretenimiento, poniéndoles [a los gladiatores] a estudiar filosofia"63 . »
En esencia, el acto de regalar comida era visto como una redistribución de
la riqueza, la cual podía llevarse a cabo mediante banquetes públicos con motivo
tanto de celebraciones religiosas como privadas, incluidos los triunfos y los
munera. No obstante, la carne no era el único alimento que se ofrecía, sino que
durante los grandes munera de la época imperial también se daban, como parte del
espectáculo, grandes raciones de dulces, fruta y bebida. E l poeta Estacio quedó
impresionado durante una serie de juegos ofrecidos y presididos por Domiciano
durante las Saturnalia:
"Apenas estaba rompiendo el nuevo día, cuando ya llovían los dulces, tal era el
rocío que esparcía el viento del este. Cae con generosa profusión la famosa fruta
de la nuez de los bosques del Ponto o de las fértiles laderas de Idume, todo lo que
la devota Damasco cría en sus ramas o el sediento Catmus [tipo de viento] hace
madurar. Desde invisibles palmeras llovían galletas y pastas dulces, fruta ameria
en su punto, pasteles de fábula y dátiles rellenos64 . El tormentoso Hyades no
inunda la tierra con tales torrentes ni las pléyades con tales lluvias, como el
granizo que desde un cielo soleado azota a la gente en los asientos de los
espectáculos latinos . . . contempla otra multitud, bien parecidos y bien vestidos, se
abren camino entre las filas. Algunos llevan cestas de pan y servilletas blancas y
comida más lujosa; otros sirven vino lánguido en abundante medida . . . vosotros
saciáis por igual al círculo de los nobles y austeros así como al pueblo que viste la
toga y, desde que tú, ¡ oh generoso señor! , alimentas a tantas multitudes, la alta
Annona65 no sabe nada de este festival . . . una misma mesa sirve a todas las c lases
por igual: niños, mujeres, pueblo, equites y senadores; la libertad ha aflojado las
ataduras de la separación reverencial. E incluso tú también viniste y participaste de
nuestro banquete, ¿Qué dios podría ofrecer tanto lujo o prometer tanto? Y ahora
cada cual, sea rico o pobre, se j acta de ser el invitado del emperador" . . .
"Después del banquete siguió un espectáculo que incluyó mujeres gladiadoras y
que continuó hasta casi el anochecer, cuando tuvo lugar una segunda sparsio
[lanzamiento de regalos]; de pronto, comenzaron a caer sobre las masas de
espectadores densas nubes de flamencos, faisanes, pavos, que revoloteaban

6 3 . S.H.A. , Marco A urelio, 23, 5 .


64. Se cree que para hacer posible que todos los regalos cayesen por igual sobre todos los
sectores de la grada se usaba la estructura del toldo (vela) para por ella deslizar cestas o
bolsas que se abrirían por el fondo cuando estuviesen sobre el sector de grada deseado.
65. Annona es la personificación de la ración de grano que se daba a los ciudadanos de la
plebs frumentaria.

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312 M .PASTOR y A . MAÑAS- MUNERA GLADIATORUM...

lentamente en su caída hasta llegar a las manos de la gente . . . exultante por haber
atrapado este botín"66 .
El dar comida mediante sparsiones era una expresión "primitiva" de la
noción profundamente arraigada que tenían los romanos de en qué debía consistir ­
y cómo se debía manifestar- la generosidad del líder del pueblo. El banquete que
daba a medio día ya es una forma más elaborada de mostrar lo mismo, pues tiene
implicaciones más profundas. Pero en ambos casos el Emperador asume el rol de
67
padre, cuya obligación es la de alimentar a sus hij os .

C) Textos sobre los gladiadores como producto de consumo de masas.

Hoy día, en el deporte espectáculo de masas los deportistas son obj eto de
consumo por parte de la gente (camisetas, posters, cromos, etc. de Christiano
Ronaldo, Beckham, Messí, etc .). En época romana, lo mismo ocurría con los
gladiadores más famosos. La plebe romana consumía o compraba cualquier tipo de
obj eto relacionado con ellos y que le servía de recuerdo (armas, ropas, su propia
sangre, huesos, etc . ) .
E n este sentido, Suetonio nos dice:
"Cuando una pareja de gladiadores cayó a la vez, mutuamente heridos, [Claudio]
ordenó enseguida que se hiciesen de sus espadas pequeños cuchillos para su uso [en
esta creencia de que las cosas hechas a partir de obj etos usados por gladiadores -y
más aún si se habían mojado en su sangre- traían buena suerte]"68 .
Y en Te1tuliano leemo s :
"De nuevo, ¿qué de aquellos que cuando se da un munus en la arena (munere in
arena) recogen con sed avariciosa la sangre del noxius degollado (noxiorum

66. Estacio, Silvae 1 .6. 1 0-27 (ropa y generosidad), 43-4 (comida en las gradas), 75-80
(pájaros). Cf al respecto, L. FRIEDLÁNDER, op. cit. volumen. 2 , p.76; G. VILLE, La
gladiature en Occident des origines a la mort de Domitien. Roma, 1 98 1 , pp. 1 5 1 -2 , y n.
1 20- 1 2 1 ) ; G. JENNISON, Animals for Show and Pleasure in Ancient Rome, Manchester,
1 93 7, pp. 1 1 3- 1 6. Sobre la gastronomía romana y la costumbre de comer avestruces y
flamencos. Cf Apicius, De re coquinaria libri decem, París, 1 974 (edición de L. ANDRÉ,
Belles Lettres,), donde pueden verse varias recelas de cocina con estas aves.
67. Sobre la generosidad de Domiciano en las Saturnalia, cf Suetonio, Domiciano, 4, 5 y
Dión Cassio, 67, 4, 4. En el fragmento anterior de Estacio se aprecia la atmósfera comunal,
de unión, de todas las clases sociales en este festín de Domiciano; pese a que los senadores
recibieron cestas más grandes, todas las clases estaban j untas y el Emperador se unió a
ellos. G. VILLE, op. cit. pp. 434-5 acepta que Estacio sugiere en el texto que durante el
banquete se logra una igualdad social mientras dura el banquete.
68. Suetonio, Claudia 34.

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M. PASTOR y A. MAÑAS- MUNERA GLAD!A TORUM... 313

iugulatorum sanguinem) conforme esta brota fresca de sus gargantas, y la llevan


fuera como una cura para la epilepsia? ¿Qué pasa con ellos?"69 .
Otros autores clásicos también hablan de la sangre humana como curación
70
de la epilepsia . Escribonio Largo piensa que "la sangre fresca de los gladiadores
7
funciona mej or" 1 . Plinio dice que "la sangre de la caza muerta con un cuchillo con
72
el cual se había matado a un hombre es una cura para la epilepsia" • A los
enfermos, se les recomendaba que bebieran la sangre del gladiador muerto en e l
73
combate o que se la frotaran sobre l a piel .

1 res objetos de la vida cotidiana hechos con el metal de las annas de los gladiadores. Izquierda:

ani l lo representando la palma de la victoria que recibía el vencedor. Colgante en fonna de gladius.
Derecha: navaja con mango moldeado como un secular.

69. Tertuliano, Apolonio 9, 1 0.


70. Minucio Felix, Octo 30, 5 ; Plinio, Naturalis Historia, 28; Celso, Medicae 3 , 2 3 .
7 1 . Escribonio Largo, Campos, 1 7, 1 9 ss.
72. Plinio, Naturalis Historia, 28, 34. Plinio expresa su repugnancia ante esta práctica,
afirmando que los aquejados bebían la sangre como si se tratase de la fuente de la vida, e
incluso aseguraba que preferían sorber la sangre directamente de la herida cuando aún
estaba caliente y humeante y aún conservaba los restos del alma viva. La práctica es
confirmada por Apuleyo, Metamorfosis, 4, 14, Celso, Medicae, 3, 2 3 , 7 y otros médicos que
la condenan por anticientífica, inhumana y peligrosa.
73 . Sobre estos temas, cf principalmente, T. GARCÍA LABRADOR, La sangre: los
orígenes de su simbología religiosa y las interrelaciones culturales, León, 2006, pp. 246-
283 (Tesis Doctoral inédita, ejemplar mecanografíado).

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314 M. PASTOR y A. MAÑAS- MUNERA GLAD!ATORUM...

D) Textos que hacen referencia a que los recintos en los que se celebraban
los espectáculos gladiatorios estaban diseñados para hacer disfrutar a la masa.

Casiodoro se refiere a los anfiteatros diciendo :


"Su arena está trazada como un huevo [elíptica] : así el espacio es adecuado para los
competidores, y los espectadores pueden contemplar más fácilmente, dado que su
enorme circunferencia los aglutina a todos j untos"74.

A este respecto contamos en la actualidad con más de 300 anfiteatros que


se conservan a lo largo de toda la geografia del Imperio, cuyo análisis evidencia
claramente que el anfiteatro estaba diseñado primordialmente para que la masa
pudiese contemplar más fácilmente el espectáculo, de manera que éste les resultase
verdaderamente asombroso y espectacular.

Planta del anfiteatro Flavio

Muchos anfiteatros se cubrían con toldos (vela) durante los espectáculos


para proporcionar sombra a los espectadores en los días calurosos. El toldo era
considerado como una comodidad indispensable para un espectáculo, razón por la

74. Casiodoro, Variae 5, 42.

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M. PASTOR y A. MAÑAS- MUNERA GLADJATORUM... 315

cual se hacia constar claramente en los anuncios (como hoy las plazas de toros). El
siguiente anuncio apareció pintado sobre un muro de Pompeya:
"Decimus Lucrecius Satrius Valens, sacerdote permanente de Nerón César, hijo de
Augusto, te ofrece 20 parej as de gladiadores. Y presentados por Decimus Lucretius,
hijo de Valens, 1 0 parej as de gladiadores. Combatirán en Pompeya desde el sexto día
antes de los idus de abril, hasta la víspera. Habrá una venatio convencional y toldos
(vela erunt)"75 .

E) Textos que hacen referencia a los seguidores de los gladiadores y a los


disturbios que se producían durante los juegos.

A los romanos les encantaba ser fieles a sus favoritos y animar a sus ídolos.
Esto generaba en los aficionados grandes emociones y disparaba l a adrenalina (al
igual que ocurre hoy con un Madrid-Bar<;:a), implicaba al espectador en la
competición y un espectador implicado "vencía" con la victoria de su gladiador
favorito y "moría" con su derrota. Las apuestas intensificaban todo esto, aumentan­
do aún más el interés de la gente por el resultado de los combates . Los espectadores
animaban a determinados gladiadores (como Hermes, ensalzado por Marcial),
aunque por lo general los aficionados se agrupaban entorno a un tipo de gladiador,
del cual se declaraban fieles· seguidores. Estaban, por ej emplo, los que apoyaban a
los gladiadores de armamento ligero frente a quienes apoyaban a los de armamento
pesado. Los aficionados llamados scutarii iban con los gladiadores que llevaban
grandes escudos (los de armamento pesado) mientras que los llamados parmularii
eran incondicionales de los gladiadores que portaban un escudo reducido (los de
armamento ligero). Incluso los Emperadores tenían sus favoritos como sabemos
por Suetonio:
"[Tito] reconocía sin tapujos su preferencia por los gladiadores tracios, y sobre este
particular gesticulaba y bromeaba a voces con la muchedumbre, aunque sin perder
nunca su dignidad ni su sentido de la j usticia"76.
Y, evidentemente, aunque Tito no perdiese las formas, ponerse de parte de
un sector de la afición suponía ganarse la animadversión de la otra parte. A
Domiciano, por el contrario, no le importaba perder las fom1as, por lo que cuando
un aficionado de los parmularii le criticó que favorecía a los scutarii (los favoritos
de Domiciano) no dudó en echarlo a los perros, como dice también Suetonio:
"A un terrateniente que dijo que un gladiador thraex era rival para el myrmillo, pero
no para el munerarius [Domiciano, indigno por no ser j usto], lo hizo arrastrar desde

75. CIL, IV, 3 8 84.


76. Suetonio, Tito 8.

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316 M. PASTOR y A. MAÑAS- MUNERA GLAD!ATORUM. ..

su asiento y arroj arlo a la arena a los perros, con este título [que hizo pasar por las
gradas] : "Un [fan] pannulario que habló impíamente"77 •
Ciertamente Domiciano no aceptaba muy bien las críticas, como señala Suetonio
en otro pasaj e de su obra:
"Pero él no continuó su curso de misericordia o integridad, sino que se desvió
hacia la crueldad un poco antes que hacia la avaricia. Ejecutó a un pupilo del actor
de pantomima Paris, que todavía era un chico imberbe -y enfermo en ese
momento- porque en su destreza y en su apariencia no se parecía a su maestro.
También ejecutó a Hermógenes de Tarso debido a alguna alusión en su Historia,
además de crucificar incluso a los esclavos que la habían puesto por escrito" 78
Por todos estos problemas, Marco Aurelio agradece a su preceptor que le
hubiese enseñado a no tomar parte ni por los parmularii ni por los scutarii, lo cual,
por otro lado, no le era difícil, ya que, como hemos apuntado antes, Marco Aurelio
detestaba los espectáculos del anfiteatro.
Por otro lado, asistir a los munera gladiatorum no conllevaba solamente
entretenimientos y diversiones, sino también algunos riesgos, sobre todo, si surgían
disturbios entre tanta acumulación de gente. Al principio, los disturbios y
estampidas constituían un verdadero riesgo, puesto que la inestabilidad de los
anfiteatros era manifiesta. Sin embargo, más adelante, el riesgo de hundimiento
quedó aminorado por la construcción de anfiteatros permanentes, que contaban con
amplias entradas que evitaban los aplastamientos al acceder o salir y tenían
protecciones adecuadas contra las fieras; incluso el riesgo de quemadura solar fue
eliminado mediante el toldo.
Pero ninguna mejora estructural podía proteger a la gente de sí misma; los
malo¡; modos y el hooliganismo en las gradas eran un problema recurrente, lo que
daba lugar a alborotos. A comienzos del Imperio la seguridad en los anfiteatros fue
controlada por los soldados que impedían que se cruzase l a delgada l ínea que
separa la exteriorización de las pasiones del intercambio de golpes. No obstante, en
ocasiones, la actitud condescendiente del Emperador no hizo sino empeorar las
cosas. Así, por ej emplo, en los primeros años de su reinado, Nerón adoptó una
actitud populista, dej ando hacer a la gente y no restringiendo su comportamiento,
como informa Tácito:
"En el teatro había peleas entre bandas que animaban a artistas rivales. Nerón
transformó estos desórdenes en auténticas batallas ya que él no aplicaba penas y
ofrecía premios -observando en persona, en secreto, pero otras muchas veces incluso
abiertamente-. Al final, sin embargo, los rencores públicos y los miedos a que la

77. Suetonio, Domiciano, 1 0, 3 .


78. Suetonio, Domiciano, 1 0, 5 .

Flor. 11. 21, (2010), pp. 291-321.


M. PASTOR y A. MAÑAS- MUNERA GLADJATORUM... 317

cosa fuera a reores disturbios no dejó otra alternativa sino volver a destacar tropas
en el teatro"7 .
Así, Nerón comprendió que al pueblo no se le puede dej ar actuar a su libre
albedrío, ya que es incapaz de auto controlarse y entendió que era necesario
gobernar a los hombres. Para tal fin, durante su mandato e l prefecto de Roma,
ayudado por las cohortes urbanas, estaba autorizado a inflingir castigo sumario
(que no capital) para mantener el orden en los j uegos.
E l lanzamiento de piedras en la arena del anfiteatro era tan frecuente que
tuvo que prohibirse mediante una ley, como sabemos por Macrobio:
"Un edicto [de 5 6 a.C.] prohibía el lanzamiento de piedras a la arena, especificando
que lo único que podía lanzarse a ésta era fruta"80.»
Por algunas referencias en el corpus jurídico romano sabemos que las
asociaciones de iuvenes eran los principales causantes de los di sturbios en los
j uego s :
"Ciertas personas, que comúnmente se llaman a sí mismas iuvenes, en ciertos
pueblos donde hay desorden causan disturbios con la muchedwnbre en las gradas. Si
no hacen más que esto, y no han sido previamente advertidos por el gobernador, se
les muele a palos con varas y se les suelta, o se les prohíbe también asistir a
espectáculos públicos. Pero si tras tal corrección son cogidos de nuevo haciendo lo
mismo, son castigados con el exilio, o algunas veces se puede imponer la pena de
muerte, por ejemplo cuando han sido frecuentemente hallados culpables de
comportamiento sedicioso y alborotador y, tras repetidos arrestos y tratamiento
demasiado condescendiente, persisten en la misma actitud inmadura"8 1 .
Estas asociaciones eran en parte financiadas por las autoridades a cambio
de que mostraran actitudes cotTectas hacia l a tradición y los valores romanos, con
el fin de que extendiesen estos valores entre la juventud en general. En esencia, se
supone que estas agrupaciones de jóvenes debían comportarse según unos ciertos
valores en las gradas pero -pese a que se les pagaba para ello- a veces su compor­
tamiento era contrario al esperado. Encontramos así un paralelismo con los grupos
de aficionados de los actuales equipos deportivos (sobre todo de fútbol), los cuales
reciben dinero de las autoridades del club para que en la grada y fuera de ella, con
su ejemplo, difundan los valores del club y hagan obras con las cuales atraigan más
gente j oven a la causa del equipo, pero a veces estos aficionados se descontrolan y
d an lugar a alte rcad o s .
Los disturbios podían empezar, como hoy, en los prolegómenos del
encuentro (cuando las aficiones coincidían en los accesos al anfiteatro), pero a
menudo también solían iniciarse en las gradas, cuando el espectáculo ya estaba en

79. Tácito, Anales 1 3 , 2 5 .


80. Macrobio, Saturnalia, 2, 6 1 .
8 1 . Digesto, 48, 19, 28, 3; Callistrato, Examinaciones judiciales, libro 6 .

Flor. 11. 21, (2010), pp. 291-321.


318 M. PASTOR y A. MAÑAS- MUNERA GLADIATORUM. ..

pleno desarrollo, tal y como ocurrió en el anfiteatro de Pompeya en año 59, donde
los habitantes de Pompeya se enzarzaron en una pelea contra los de la localidad
vecina de Nucera. De hecho, éste es el primer disturbio deportivo entre aficiones
del que se tiene referencia en la historia, narrado magníficamente por Tácito :
"Sobre el mismo tiempo un primer incidente sin importancia condujo a un
derramamiento de sangre horrible entre los habitantes de Nucera y los de Pompeya,
durante un espectáculo gladiatorio ofrecido por Livinius Regulus, quien había sido,
como he dicho, expulsado del Senado. Con el espíritu barriobaj ero propio del pueblo
llano, ambos bandos comenzaron por insultarse verbalmente; luego recurrieron a las
piedras y, finalmente, a las armas, quedando la ventaja del lado de los de Pompeya,
donde se estaba celebrando el espectáculo. Y a resultas de esto fueron traídos a
Roma varios vecinos de Nucera, con sus cuerpos mutilados por las heridas, y
lamentando muchos las muertes de niños y parientes. El emperador [Nerón] confió el
enjuiciamiento del caso al Senado, y el Senado a los cónsules, y luego de nuevo el
asunto fue remitido de vuelta a los senadores. Se prohibió a los habitantes de
Pompeya celebrar tales reuniones públicas (munera) durante 1 O años, y todas las
asociaciones que habían formado en desafio de las leyes fueron disueltas. Livinius y
los demás que habían animado el disturbio fueron castigados con el exilio"82 .
Un fresco encontrado en Pompeya representa este mismo disturbio en
pleno desarrollo. En él aparece en la arena algunas figuras que, sin vestir ropas de
gladiadores, se están golpeando. Durante esa década de prohibición parece que
atletas al estilo griego sustituyeron a los gladiadores. En el 69 expiró la prohibición
y e l anfiteatro de Pompeya volvió a acoger j uegos de gladiadores hasta el 24 de
agosto del 79, cuando la lava del Vesubio sepultó la ciudad y a muchos de sus
habitantes.

82. Tácito, Anales 1 4, 1 7 .

Flor. Il. 21, (20 l 0), pp. 291-32 ! .


M. PASTOR y A. MAÑAS- MUNERA GLADIATORUM... 319

Fresco del disturbio en el anfiteatro de Pompeya (año 59). Museo de Pompeya.

Y, ciertamente, las envidias y rencores entre ciudades vecinas podían surgir


por los mismos motivos banales que hoy día, como, por ej emplo, quién tenía el
anfiteatro más grandioso y espectacular. El famoso anfiteatro de madera de
Placentia (hoy Piacenza) era evidentemente fuente de envidia para las ciudades
vecinas. En el 69 el Emperador Otón tomó la ciudad y el anfiteatro resultó
quemado, aunque la autoría del incendio no quedó clara, como vemos también en
Tácito:
"Durante aquella lucha el bello anfiteatro, que estaba situado fuera de las murallas,
ardió, bien por culpa de los sitiadores mientras estos lanzaban teas ardiendo, balas de
fuego y misiles en llamas o por los sitiados mismos, al responder estos también con
fuego. El pueblo llano de la ciudad sospechó que los habitantes de las colonias de
alrededor habían estado traicioneramente apilando material inflamable en el
anfiteatro, ya que estos lo miraban con envidia y celos, pues ningún otro edificio en
Italia era tan grande"83 .

8 3 . Tácito, Historias, 2 .2 1 .

Flor. TI. 2 1 , (20 1 0), pp. 29 1 -32 1 .


320 M. PASTOR y A. MAÑAS- MUNERA GLADIATORUM. . .

F) Textos que indican que los medios de comunicación se hacían eco de las
noticias de los juegos gladiatorios

C. Diem, J. M. Cagigal y R. Mandell hacen especial hincapié en que no


puede haber deporte espectáculo de masas sin una prensa deportiva que recoja
diariamente y de modo exhaustivo las noticias y todo lo referente a ese deporte. C .
Diem y R . Mandell consideran que la prensa deportiva nace a principios del siglo
XX en Estados Unidos, lo que les permite fij ar esa fecha como nacimiento del
84
"deporte espectáculo de masas" . J. M . Cagigal coincide en la fecha, aunque
considera más prudente esperar a la década de los años sesenta para encontrar un
85
deporte que recibe atención adecuada en los medios . No obstante, en Roma e l
deporte gladiatorio y a era obj eto de seguimiento intenso e n l o s medios d e
comunicación de la época.
El diario de Roma, llamado A cta Diurna o Actis Urbis, iniciado en 59 a. C ,
se hacía eco del espectáculo, y a que recogía, e n l o que podríamos llamar "sección
deportiva", todas las noticias del mundo gladiatorio; las crónicas de los munera
recientemente celebrados, las curiosidades de las estrellas del momento, los
cotilleos, etc. lo mismo que la prensa deportiva actual. Vemos así que ésta ya
existía entonces en una forma primigenia. Este aspecto es de interés especial,
puesto que se trata del primer periódico de la historia que ofrece este tipo de
infonnación, por lo que podemos considerarlo como el "nacimiento" del
periodismo deportivo. El Acta Diurna tenía incluso tanto prestigio sobre el rigor de
la información que incluso se utilizaba como fuente por los autores más
reconocidos. Plinio, por ej emplo, incluye en su Naturalis Historia un episodio
deportivo tomado del Acta Diurna:
"Aparece en el A cta [Diurna] que durante el funeral de Félix, un auriga, uno de sus
"fans" se tiró a la pira -una triste historia- y los "fans" opuestos trataron de evitar
que esto fuese interpretado como valía del muerto, asegurando que el hombre se
desmayó debido a la cantidad de esencias [echadas en la leña de la pira para
perfumar el humo, vamos que cayó "colocado"86•

Del mismo modo, los combates de Cómodo en la arena merecían varias


líneas en e l Acta Diurna, como se recoge en la Historia Augusta:
"Y era su costumbre, además, ordenar la publicación en el acta de la ciudad [actis
urbis i de todo lo que él hacía que era mezquino, impuro o cruel, o típico de un
gladiador, o de un proxeneta [lenone]"81 .

84. C. DIEM, op. cit. p. 1 3 3 ; R. MANDELL, op. cit. p. 1 93 .


85. J . M . CAGlGAL, op. cit. 1 98 1 , p . 50.
86. Plinio, Natura/is Historia, 7 , 5 3 .
8 7 . S.H.A. , Cómodo, 1 5 , 3 .

Flor. 11. 21, (2010), pp. 291-321.


M. PASTOR y A. MAÑAS- MUNERA GLADIATORUM ... 321

Los artículos del Acta Diurna, al igual que el libellus de cada munus88,
permitían además afinar las apuestas de los espectadores por sus gladiadores
favoritos. Sin duda, como ya vimos, las apuestas eran múltiples y daban vida y
emoción a los munera gladiatoria.
Como conclusión general a este breve trabajo podemos decir, en primer
lugar, que el deporte gladiatorio presenta varios de los rasgos definitorios del
"deporte espectáculo de masas", por lo que debemos considerarlo como el origen
de dicho deporte, es decir, como la primera manifestación de la historia del
"deporte-espectáculo de masas". Y, en segundo lugar, que debemos realizar una
nueva revisión histórica sobre la fecha de la aparición del deporte espectáculo de
masas y llevarla hasta el siglo 1 a. C. y no al XIX-XX como hasta ahora se venía
haciendo.

88. El libellus era una especie de folleto informativo que se editaba para publicitar cada
munus.

Flor. 11. 21, (2010), pp. 29 1 -321.

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