El Domicilio (Art. 73 A 78) SAIJ

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El domicilio

Código Civil y Comercial Comentado


(Infojus) Sistema Argentino de Información Jurídica

Artículo 73. Domicilio real. “La persona humana tiene domicilio real en el lugar de su
residencia habitual. Si ejerce actividad profesional o económica lo tiene en el lugar donde la
desempeña para el cumplimiento de las obligaciones emergentes de dicha actividad.”

1. Introducción

La existencia del ser humano resulta amparada por el derecho. Esa protección comprende
diversos aspectos; uno de ellos es la tutela jurídica que recae sobre el atributo jurídico
denominado domicilio. El domicilio es un lugar dentro del ámbito geográfico territorial que la
ley atribuye como asiento jurídico de la persona para la producción de determinados efectos
jurídicos.
Esta imposición legal resulta necesaria a fin de que las personas puedan ser localizadas para
el cumplimiento de sus obligaciones y el ejercicio de sus derechos. Es decir, toda persona física
tiene el deber y el derecho de tener un domicilio, para así garantizar el funcionamiento del
estado de derecho. Así es que el domicilio, en cuanto calidad personal que individualiza al
sujeto, implica que es posible ubicar a la persona en el domicilio real o legal, atribuidos
legalmente, a los efectos generales de la ley.

2. Interpretación
2.1. Domicilio real. Concepto

El Código asigna a la persona su domicilio real en base a la circunstancia de tratarse del


lugar donde ella reside habitualmente. La connotación principal de este tipo de domicilio está
dada por la habitualidad en la residencia, que es definida por el Diccionario de la lengua
española (DRAE) como lo “que se hace con continuación o por hábito”. Se trata del lugar donde
la persona desarrolla su vida en sentido amplio, en el ámbito donde centra y despliega sus
actividades familiares, culturales, sociales, deportivas, de esparcimiento u otras; es decir, el
lugar que el individuo elige para vivir con demostrada intención.
La palabra “domicilio” deriva del latín domicilium; de domus, es decir, casa. Desde el punto
de vista jurídico se aplica al lugar de residencia al que refiere el artículo, considerada esa casa
en sentido genérico de vivienda, donde la persona habita con intención de permanecer y
afincar su sede para realizar dichas actividades. Este hecho jurídico y la conducta mantenida
por el sujeto son los elementos a los que la ley le otorga determinados efectos jurídicos.
Aun en los casos excepcionales en que la persona no tenga un lugar de residencia habitual,
sea porque se trate de un viajero constante, o se encuentre en estado de indigencia, o haya
sufrido una catástrofe, o por otro motivo; nada obsta a que jurídicamente se considere que la
persona tiene domicilio, pues a dichos supuestos se aplican las previsiones del art. 74, inc. c), o
eventualmente las del art. 76 CCyC, en cuanto disponen en definitiva que la persona tiene su
domicilio “en el lugar de su residencia actual” o “en el lugar donde se encuentre”.
Este tipo de domicilio resulta de aplicación general a la universalidad de derechos y
obligaciones de la persona física, como asimismo ante la falta de un domicilio de excepción, sea
legal o especial.
2.2. Elementos

De la conexión de los arts. 73 y 77 CCyC se sigue que el domicilio real se conforma por dos
elementos: uno de tipo objetivo, que es la residencia habitual, y el otro de carácter subjetivo,
que consiste en la intención de permanecer en él. Si bien conceptualmente ambos pueden
distinguirse, en definitiva, tanto el elemento objetivo como el subjetivo, remiten en la práctica
a la demostración de dos hechos jurídicos unívocos: comprobar la residencia y la conducta que
permita inferir la voluntad de permanecer en dicho sitio para vivir, lo cual queda supeditado a
disposiciones de tipo procesal o administrativas a fin de dirimir la cuestión.

2.3. Prueba del domicilio

Tratándose de la comprobación de una situación de hecho, cuya afectación puede ir en


desmedro de importantes principios constitucionales (como los de defensa en juicio y debido
proceso) y derivar en perjuicios graves al patrimonio de la persona, debe permitirse la mayor
amplitud probatoria posible, de manera tal que se permita acreditar en forma fehaciente dónde
reside efectivamente una persona en forma habitual; claro que lo dicho también rige para su
refutación.
Es así que el domicilio puede probarse por constancias de documentos públicos (como los
documentos de identidad, partidas, inscripción de los registros cívicos y otros) por
declaraciones testimoniales, por documentos privados (cartas, postales y otros) y demás
medios que los ordenamientos procesales u otras leyes especiales pongan a disposición de las
partes.

2.4. Caracteres

Al igual que sucede con los demás atributos de la personalidad, en este supuesto también se
presenta el fenómeno de la unicidad, es decir, que la persona física no puede tener más que un
solo domicilio, pues los efectos generales que dimanan de él no admiten la coexistencia de
varios domicilios reales, ya que dicha indeterminación generaría un caos jurídico.
En este sentido, cabe acotar que, si bien el CCyC prevé la existencia de cuatro tipos de
domicilios diferentes para las personas físicas, debe atenderse a la extensión de los efectos
asignados a cada uno de ellos: si son de carácter general, un solo domicilio puede tener
virtualidad jurídica, sea el real o el legal; en cambio, si los efectos rigen para determinadas
situaciones jurídicas particulares, no existe contradicción entre ellos y pueden subsistir
válidamente en forma conjunta uno comercial o profesional y otro especial, junto al real o al
legal.
Asimismo, cabe indicar que la persona puede ser centro de imputación jurídica en
domicilios de otro tipo que haya consignado, conforme otras normas ajenas al CCyC, como la
ley procesal en relación al domicilio constituido en juicio, o la ley administrativa en cuanto
prevé la constitución de domicilio fiscal, que incluso, en ambos casos, pueden ser de carácter
electrónico.
Otra característica que presenta el domicilio es su voluntariedad, pues depende del
arbitrio de las personas. También se trata de un atributo mutable, ya que el domicilio puede
modificarse de un lugar a otro, lo cual garantiza la libertad humana y resulta concordante con
los principios constitucionales que la instituyen (arts. 14, 19, 33 CN y conc.), así como con las
disposiciones de este Código en cuanto establece que no puede ser coartada dicha facultad ni
por contrato ni por disposición de última voluntad (art. 77 CCyC).
El domicilio real, además, resulta inviolable en los términos del art. 18 CN, es decir, solo
fundado en ley puede determinarse en qué casos y con qué justificativos puede procederse al
allanamiento y ocupación del mismo.
En este sentido, dicho principio encuentra tutela similar en los tratados internacionales con
jerarquía constitucional, como: la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del
Hombre (art. 9°), la Declaración Universal de Derechos Humanos (art. 12), el Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos (art. 17), el Pacto de San José de Costa Rica (art.
11) y la Convención sobre los Derechos del Niño (art. 16).

2.5. Domicilio comercial o profesional

En los casos en que una persona física ejerza el comercio por sí, o alguna actividad
profesional, o más ampliamente alguna actividad económica, el artículo dispone que, a los fines
del cumplimiento de las obligaciones de quienes hayan contratado con él o que deriven de
dicha actividad, su domicilio se sitúa en el lugar donde se desarrollan dichas tareas.
Tal solución, que da preferencia a este domicilio por sobre el domicilio real de la persona,
resulta de toda justicia, pues no obliga a realizar averiguaciones o investigaciones respecto de
la residencia habitual del agente económico para reclamar por eventuales incumplimientos y
permite producir efectos jurídicos en el lugar donde se desempeña la actividad, lo cual
concuerda con los efectos del domicilio que regula el art. 78 CCyC.

Artículo 74. Domicilio legal. “El domicilio legal es el lugar donde la ley presume, sin admitir
prueba en contra, que una persona reside de manera permanente para el ejercicio de sus derechos
y el cumplimiento de sus obligaciones. Sólo la ley puede establecerlo, y sin perjuicio de lo dispuesto
en normas especiales:
a. los funcionarios públicos, tienen su domicilio en el lugar en que deben cumplir sus funciones,
no siendo éstas temporarias, periódicas, o de simple comisión;
b. los militares en servicio activo tienen su domicilio en el lugar en que lo están prestando;
c. los transeúntes o las personas de ejercicio ambulante, como los que no tienen domicilio
conocido, lo tienen en el lugar de su residencia actual;
d. las personas incapaces lo tienen en el domicilio de sus representantes.”

Remisiones: ver art. 74 inc. d, y comentario al art. 76 CCyC.

1. Introducción

Se denomina “domicilio legal” al lugar fijado por la ley para el cumplimiento de efectos
jurídicos en general, tal como se establece para el domicilio real, aunque atendiendo a
circunstancias que pueden ser distintas de la residencia habitual.
En estos casos la ley atiende a situaciones jurídicas especiales, y en virtud de ellas, asigna el
domicilio legal a la persona. Tiene carácter forzoso, lo cual implica que su elección y
modificación no pueden ser realizadas libremente por la persona y, en esto, se diferencia del
domicilio real.

2. Interpretación
2.1. Domicilio legal de los funcionarios públicos

En doctrina se discute qué debe entenderse por funcionario público, variando desde el
criterio más estricto, que entiende que son solo aquellos que no están sujetos a las órdenes de
superiores jerárquicos, hasta otro, más amplio, que abarca a los funcionarios y empleados
públicos, e incluso a los escribanos con registro.
Como no existe un criterio único para dilucidar la cuestión resulta necesario tomar las
circunstancias del caso particular y analizarlas conforme los principios de este Código; y así,
establecer si el supuesto encuadra en el concepto de funcionario público.
Para establecer el domicilio legal, en este caso, la ley tiene en mira la habitualidad de las
tareas laborales que desarrolla la persona, que en los casos de empleo público, generalmente
importa que el empleado deba permanecer en el lugar en que cumple sus funciones, y es allí
donde la ley supone que se encuentra la persona. Por eso excluye otorgar domicilio legal a
quienes cumplen tareas temporarias, periódicas o de simple comisión.
El domicilio legal de los funcionarios públicos produce los efectos propios del domicilio
general y es allí donde deben practicarse las notificaciones judiciales, no obstante las
notificaciones practicadas en el domicilio real sean igualmente válidas.
Este domicilio mantiene su vigencia mientras dure el motivo que determinó su fijación legal
y, una vez finalizada la función pública, renace la validez del domicilio real.

2.2. Militares en servicio activo

Comprende a todos los miembros de los tres cuerpos de las Fuerzas Armadas: ejército,
marina y aeronáutica. Su domicilio legal se establece en el lugar en el cual están destinados a
prestar servicios.
Si bien se los menciona en un apartado especial, en razón de tratarse de funcionarios
públicos, también quedan incluidos en el inc. a) del presente artículo. Al igual que en el caso de
los funcionarios públicos, este domicilio mantiene su vigencia mientras dure el motivo que
determinó su fijación legal y una vez finalizado el servicio activo, el domicilio real vuelve a tener
validez.

2.3. Domicilio legal de los transeúntes o personas de ejercicio ambulante

Esta disposición se origina en el principio de necesidad de domicilio. Por ello se atribuye un


domicilio incluso a las personas que no tienen un asiento principal conocido. Este supuesto
concuerda con el previsto en el art. 76 CCyC, a cuyo comentario cabe remitirse.

2.4. Domicilio legal de los incapaces

Este inciso abarca a todas las personas incapaces de ejercicio, en los términos del art. 24
CCyC. Es decir, las personas por nacer, las personas que no cuentan con la edad y grado de
madurez suficiente y la persona declarada incapaz por sentencia judicial; extremos cuyos
matices se estudian en el art. 31 CCyC y ss.
Como regla general, el Código establece en los arts. 100 y 101 CCyC que las personas
incapaces ejercen, por medio de sus representantes, los derechos que no pueden ejercer por sí.
Son los representantes: de las personas por nacer, sus padres; de los menores de edad no
emancipados, sus padres o tutor; y de las personas con capacidad restringida, el curador que
se les nombre.

2.5. El domicilio de origen

Este tipo de domicilio, que regulaba el art. 89 CC y que instituía como domicilio del recién
nacido el lugar del domicilio del padre, no constituía sino un supuesto más de domicilio legal.
En el Código desaparece como categoría, debiendo remitirse a la regla establecida en el art. 74,
inc. d) CCyC, que dispone que los incapaces tienen su domicilio en el de sus representantes.
Artículo 75. Domicilio especial. “Las partes de un contrato pueden elegir un domicilio para el
ejercicio de los derechos y obligaciones que de él emanan.”

1. Introducción

Se denomina “domicilio especial” al lugar que una persona pacta en un contrato para la
producción de efectos jurídicos que dimanan del mismo. Es de carácter voluntario y
facultativo, y no está sujeto a formalidad alguna, conforme al principio de libertad de formas
que rige el ámbito contractual. No obstante, en cuanto a su constitución y modificación, debe
seguir la forma que se hubiera establecido para cada contrato en particular, de acuerdo al Libro
Tercero, Título II, Capítulo 7 CCyC.
Cabe señalar que la constitución de domicilio especial tiene por efecto principal prorrogar
la competencia jurisdiccional del territorio, es decir, ya no es más competente el juez que
hubiera correspondido de acuerdo a las reglas procesales generales (art. 5° CCyC, para la
jurisdicción federal y nacional), sino el juez que correspondiere al domicilio convenido. Debe
tenerse presente que la fijación de un domicilio especial en los contratos de adhesión a
cláusulas generales predispuestas o en los contratos de consumo puede llegar a constituir una
cláusula o práctica abusiva, en caso que la prórroga de jurisdicción deje en situación de
indefensión a la contraparte o vulnere indebidamente sus derechos, es decir, que provoque un
desequilibrio significativo entre los derechos y las obligaciones de la partes, en perjuicio del
consumidor, conforme los términos de los arts. 988 y 1119 CCyC.
En caso de presentarse dicha situación, que afecta al orden público, los jueces se encuentran
facultados para modificar esta estipulación y declarar su nulidad parcial, con sustento en las
previsiones de los arts. 960, 989, 1094 y 1095 CCyC.

2. Interpretación
2.1. Notificación judicial practicada en el domicilio especial

La doctrina y jurisprudencia formulan un distingo en esta cuestión, según que el domicilio


especial contractual haya sido estipulado en instrumento privado o público. En el primer
supuesto, mientras la rúbrica de quien suscribe el documento no haya sido reconocida, el
mismo carece de validez y no puede atribuirse efectos al domicilio allí consignado, hasta tanto
la persona a la cual se le atribuye la firma haya sido citada en debida forma, esto es, en su
domicilio real o legal; y se tenga por reconocido el instrumento.
Distinta solución corresponde aplicar si el domicilio especial se encuentra constituido en
instrumento público, pues, dado que dichos instrumentos gozan de presunción de
autenticidad, resulta válida la notificación judicial que se practique en dicho domicilio especial.

Artículo 76. Domicilio ignorado. “La persona cuyo domicilio no es conocido lo tiene en el lugar
donde se encuentra; y si éste también se ignora en el último domicilio conocido.”

1. Introducción

El Código, tal como lo previó Vélez Sarsfield, adopta el criterio de la vigencia del último
domicilio conocido, para el supuesto de desconocerse el actual de la persona humana en
cuestión.
Ello emana del principio de que ninguna persona puede carecer de domicilio, por ser este
uno de los atributos de la personalidad. Así pues, como se dijo en el análisis del art. 73 CCyC, es
necesario que las personas cuenten indefectiblemente con aquel, a fin de poder ejercer sus
derechos y cumplir con sus obligaciones.

2. Interpretación

Conforme lo establece la norma en análisis, mientras no se acredite la existencia de un


nuevo domicilio, subsiste el último conocido, dado que el mismo se conserva con la sola
intención de no modificarlo.
El cambio de domicilio se verifica instantáneamente por el hecho de trasladar la residencia
de un lugar a otro con ánimo de permanecer en ella, ya que de lo contrario, si se mantiene la
intención de regresar al anterior, aquel permanece vigente.
Es de suma importancia señalar que en el Código, a los fines del presente artículo y tal como
se explicó en el comentario al art. 73, el régimen del domicilio se simplifica notablemente, ya
que se elimina la categoría del domicilio de origen.
Por último, debe decirse que, a los efectos procesales, si el domicilio de alguna de las partes
es desconocido y se han agotado todas las posibilidades de averiguarlo, corresponde notificar
al interesado por edictos de acuerdo a las pautas que establezca el código de procedimientos
pertinente (por ejemplo, conforme lo previsto por art. 145 del Código Procesal Civil y
Comercial de la Nación (en adelante, CPCCN).

Artículo 77. Cambio de domicilio. “El domicilio puede cambiarse de un lugar a otro. Esta
facultad no puede ser coartada por contrato, ni por disposición de última voluntad. El cambio de
domicilio se verifica instantáneamente por el hecho de trasladar la residencia de un lugar a otro
con ánimo de permanecer en ella.”

1. Introducción

La norma en estudio, al igual que su antecesora (art. 97 CC), adopta la postura de la


posibilidad de cambiar el domicilio libremente por la simple voluntad de la persona humana.
Esta facultad no puede ser cercenada ni por contrato, ni por disposición de última voluntad.
Dicha circunstancia obedece a la concepción de uno de los derechos personalísimos por
excelencia, como es la libertad, y por ende, en nuestro país tiene raigambre constitucional (arts.
17 a 19 de la Carta Magna y art. 22 del Pacto de San José de Costa Rica). De ahí que uno de los
caracteres del atributo de la personalidad en estudio es su variabilidad.

2. Interpretación

Debe entenderse que la intención de mutar el domicilio no se presume, sino que debe
emanar de una manifestación expresa de la persona o de los acontecimientos particulares del
supuesto concreto que se estudie.
Así pues, el cambio de domicilio opera de manera instantánea cuando coexisten un
elemento objetivo -consistente en el cambio de la residencia- y uno subjetivo –representado
por la intención de permanecer en el nuevo domicilio-. Es decir, el traspaso del domicilio de la
persona humana se da cuando ella toma una nueva residencia y tiene la intención de
permanecer en la misma.
Por ende, la simple intención, sin ser acompañada por el objetivo hecho del traslado, no
implica cambio de domicilio. En esa inteligencia, el mero abandono material de la residencia
no implica el cambio del domicilio, como así tampoco el traslado de la residencia por cuestiones
de enfermedad; excepto que, en este último caso, la intención definitiva sea permanecer en
aquella. Además, el fin de cambiar el domicilio debe ser veraz, no con el solo ánimo de evadir
obligaciones, perjudicar intereses de terceros o burlar la jurisdicción correspondiente a su
efectivo domicilio o, en otros términos, que haya habido ejercicio abusivo de la facultad de
cambiar domicilio1.
En cuanto a la prueba del cambio de domicilio, debe apuntarse que dicha circunstancia
puede ser acreditada mediante cualquiera de las probanzas establecidas por los códigos
procesales, inclusive por medio de presunciones.
A su vez cabe resaltar que, en tanto no se acredite su mudanza definitiva a otro punto, debe
considerarse subsistente el domicilio anterior, que se conserva con la sola intención de no
cambiarlo2.

Artículo 78. Efecto. “El domicilio determina la competencia de las autoridades en las relaciones
jurídicas. La elección de un domicilio produce la prórroga de la competencia.”

1. Introducción

La normativa en estudio continúa la tesitura seguida oportunamente por Vélez Sarsfield, en


el sentido de que el domicilio -real, legal o especial- determina la competencia judicial.
Asimismo, el texto en estudio también admite la prórroga de aquella, para el supuesto de que
se haya elegido un domicilio.
Conforme lo establece la norma en cuestión, el domicilio de la persona humana establece la
competencia del órgano jurisdiccional correspondiente, debiendo remitirse en los casos no
previstos por el CCyC, a la reglamentación prevista en los diversos códigos procesales o en
leyes particulares (por ejemplo, art. 3° de la ley 24.552).
Por lo demás, el domicilio del deudor establece el lugar de pago en el cumplimiento de las
obligaciones, para el supuesto de no haberse indicado nada al respecto en un contrato.

2. Interpretación
2.1. Competencia

El CCyC determina expresamente algunas cuestiones de competencia tomando en


consideración el domicilio de las personas humanas involucradas en el litigio.
En efecto, se establece que en los procesos relativos a los derechos de niños, niñas y
adolescentes, concretamente en las cuestiones referidas “... a responsabilidad parental, guarda,
cuidado, régimen de comunicación, alimentos, adopción y otros que deciden en forma principal o
que modifican lo resuelto en otra jurisdicción del territorio nacional sobre derechos de niños,
niñas y adolescentes, es competente el juez del lugar donde la persona menor de edad tiene su
centro de vida” (art. 716 CCyC). Cabe resaltar que dicha normativa importa la modificación de
algunos de los supuestos enumerados en el artículo en análisis en el CC (por ejemplo, art. 400
CC relativo a la tutela).

A su vez, dicha norma ha seguido la tónica fijada al respecto por el Alto Tribunal desde hace
ya un tiempo en numerosas oportunidades, en el sentido de que debe entender el magistrado
de la jurisdicción territorial donde se encuentran residiendo efectivamente los menores en
todas aquellas acciones que la protección de aquellos se vea comprometida, dado que la

1
CSJN, “Dorn, Carlos”, 13/07/1953, Fallos: 226:1953, entre otros.
2
CSJN, “Himmelspacher, Carlos s/ sucesión”, 31/06/1968, Fallos: 271:170.
eficiencia de la actividad tutelar torna aconsejable mayor inmediación del juez de la causa con
la situación de estos3.
El texto del artículo citado atiende asimismo al “interés superior del niño” (art. 3° CDN),
principio que debe velar en todas las cuestiones que se vean involucrados menores, debido a
su condición de vulnerabilidad.

Además, en el cuerpo legal en estudio se establece: “En las acciones de divorcio o nulidad,
las conexas con ellas y las que versan sobre los efectos de la sentencia, es competente el juez del
último domicilio conyugal o el del demandado a elección del actor, o el de cualquiera de los
cónyuges si la presentación es conjunta. Si se ha declarado el concurso o la quiebra de uno de los
cónyuges, en la liquidación del régimen patrimonial del matrimonio es competente el juez del
proceso colectivo” (art. 717 CCyC).
En lo que atañe a los conflictos derivados de las uniones convivenciales, el texto legal en
análisis dispone que es competente el juez del último domicilio convivencial o el del
demandado a elección del actor (art. 718 CCyC).
Con respecto a las acciones por alimentos o por pensiones compensatorias entre
cónyuges o convivientes, se dispone que “es competente el juez del último domicilio conyugal o
convivencial, o el del domicilio del beneficiario, o el del demandado, o aquel donde deba ser
cumplida la obligación alimentaria, a elección del actor” (art. 719 CCyC).
“En la acción de filiación, excepto que el actor sea persona menor de edad o con capacidad
restringida“, se establece que “es competente el juez del domicilio del demandado” (art. 720
CCyC).
A su vez, se fija que “la competencia para entender en el juicio sucesorio corresponde al juez
del último domicilio del causante, sin perjuicio de lo dispuesto” con respecto a las sucesiones en
que se vean comprometidas cuestiones de derecho internacional privado, cuestión zanjada en
la Sección 9a, Capítulo 3, Título IV del Libro Sexto, a la cual cabe remitirse (art. 2336 CCyC).
En torno a ello debe decirse que, si al iniciarse el juicio sucesorio se invoca un domicilio
distinto del que figura en la partida o certificado de defunción, corresponde al juez que haya
sido sorteado expedirse al respecto, conforme a la prueba producida sobre ello, dado que se
trata de una cuestión de hecho que debe ser cabalmente demostrada, resultando válidos todos
los elementos categóricos de prueba.
Asimismo, y conforme lo previsto en el mencionado artículo, el mismo juez conoce de las
acciones de petición de herencia, nulidad de testamento, de los demás litigios que tienen
lugar con motivo de la administración y liquidación de la herencia, de la ejecución de las
disposiciones testamentarias, del mantenimiento de la indivisión, de las operaciones de
partición, de la garantía de los lotes entre los copartícipes y de la reforma y nulidad de la
partición.
Si el causante deja solo un heredero, las acciones personales de los acreedores del causante
pueden dirigirse, a su opción, ante el juez del último domicilio del causante o ante el que
corresponde al domicilio del heredero único.
En torno al juicio de ausencia, se dispone que “es competente el juez del domicilio del ausente.
Si éste no lo tuvo en el país, o no es conocido, es competente el juez del lugar en donde existan
bienes cuyo cuidado es necesario; si existen bienes en distintas jurisdicciones, el que haya
prevenido” (art. 81 CCyC).
En materia de concursos, el domicilio de la persona humana determina la competencia
territorial, ya que conforme lo previsto por el art. 3° de la ley 24.552 corresponde intervenir al
juez con competencia ordinaria; si se trata de personas de existencia visible, al del lugar de la
sede de la administración de sus negocios; a falta de este, al del lugar del domicilio; y si el
deudor tuviere varias administraciones al juez del lugar de la sede de la administración del
establecimiento principal; si no pudiere determinarse esta calidad, lo es el juez que hubiere
prevenido.

3
CSJN, “Albornoz, Zulma Elizabeth c/ Lorenzatti Santagostino, Gustavo Alberto s/ tenencia”, 20/04/2010,
Fallos: 333:498, entre otros.
2.2. Lugar de pago

Otro efecto de suma importancia relativo al domicilio tiene que ver con el lugar de pago en
el cumplimiento de las obligaciones. En el particular debe decirse que, si las partes pactaron en
un contrato que el o los pagos se efectúen en el domicilio de alguna de las ellas, debe estarse a
lo acordado por las mismas (art. 958 CCyC).
Por el contrario, si nada se ha establecido al respecto, el art. 874 CCyC determina que el
lugar de pago es el domicilio del deudor al tiempo del nacimiento de la obligación y, si el deudor
se muda, el acreedor tiene derecho a exigir el pago en el domicilio actual o en el anterior. Igual
opción corresponde al deudor, cuando el lugar de pago sea el domicilio del acreedor.
Cabe señalar que el mentado texto legal prevé que dicha regla no se aplica a las obligaciones
de dar cosa cierta y a las obligaciones bilaterales de cumplimiento simultáneo.

2.3. Notificaciones

Otra cuestión de gran trascendencia con respecto al domicilio de las personas humanas es
el de las notificaciones, ya sean extrajudiciales, de la instancia previa de mediación, o judiciales.
Por un lado, y para el supuesto que no se haya constituido domicilio procesal, las
notificaciones judiciales deben practicarse en el domicilio de la persona interesada (real, legal
o especial, según corresponda), debiéndose respetar los principios constitucionales del debido
proceso y del derecho de defensa en juicio, sobre todo en el caso del traslado de la demanda.
Por otro lado, las notificaciones de carácter extrajudicial y las correspondientes a la etapa
de mediación previa deben practicarse en el domicilio de las partes.

2.4. Prórroga de la competencia

El efecto sobresaliente de la elección de un domicilio especial es conferir competencia a los


jueces con jurisdicción en el domicilio elegido. Es decir, la elección de un domicilio especial
importa la prórroga de la competencia territorial. Por ende, mediante la elección de un
domicilio constituido, las partes pueden someter el procedimiento a un magistrado que, de
acuerdo a las normas procesales que rigen la competencia territorial, carecería de competencia
para entender en el proceso, siempre y cuando no se vea afectado el orden público.
Ahora bien, debe señalarse que la prórroga de la competencia producida por la elección de
un domicilio no se puede admitir cuando aquella no pueda ser atribuida en virtud de la materia
en cuestión. Cabe citar, como ejemplo, aquellas cuestiones en que indefectiblemente deba
entender la Justicia Federal.
Empero, debe apuntarse que la prórroga de la competencia pierde virtualidad cuando existe
fuero de atracción por sucesión, concurso o quiebra, ya que, por lo general, los procesos son
atraídos por el juez que entiende en el juicio universal.
A su vez, también puede perder eficacia la prórroga de competencia frente a cuestiones
procesales que determinen el desplazamiento de aquella, como se presenta en supuestos de
conexidad y acumulación de procesos.

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