Grados Del Conocimiento

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2.

GRADOS DEL CONOCIMIENTO

El ser humano desea estar seguro de que lo que conoce y tiene por
verdadero es realmente así. Un alto grado de certeza comporta una
conciencia de que los conocimientos adquiridos no ofrecen duda alguna y
son verdaderos y evidentes. En cambio, un bajo grado de certeza nos
abocaría a una situación en la que prevalecería las opiniones o las creencias.

2.1 LAS OPINIONES

La opinión es aquel grado de conocimiento que no genera suficiente


confianza en su validez como para poder afirmarlo como verdadero. El que
opina afirma sin tener plena confianza en la verdad de lo que está diciendo

La opinión es, por tanto, un testimonio expuesto a los cambios y a la


opinión contraria de los demás, por contraposición al conocimiento objetivo.
En este sentido la opinión es relativa a cada uno según su punto de vista.
Quien opina, emite valoraciones o apreciaciones que no están comprobadas,
puesto que no han sido sometidas a examen. Se Admite la posibilidad del
error propio y de que la opinión contraria esté en lo cierto.

Platón fue uno de los filósofos que más influyó en el modo de entender
el concepto de opinión a lo largo de la Historia de la Filosofía. Para el
filósofo griego la opinión constituye un estado intermedio entre la
ignorancia y el conocimiento verdadero. Se trata de una capacidad,
distinta de la ciencia, que nos permite juzgar el mundo que nos presentan los
órganos sensoriales, un mundo de apariencias si lo comparamos con el
mundo de la verdadera realidad: el mundo de las Ideas. Por ello, según
Platón, lo que caracteriza al filósofo u hombre sabio es el no ser amigo de la
opinión.

Kant insistió en el carácter incierto y relativo de la opinión en


comparación con la creencia y el saber, como podemos comprobar en el
siguiente fragmento perteneciente a su obra “La Crítica de la Razón Pura”:

“El tener por verdad, o validez subjetiva del juicio, en relación con la
convicción (que posee, al mismo tiempo, validez objetiva) tiene los tres
grados siguientes: opinión, creencia y saber. La opinión es un tener por
verdad con conciencia de que es insuficiente tanto subjetiva como
objetivamente. Si sólo es subjetivamente suficiente se llama creencia.
Finalmente, cuando el tener por verdad es suficiente tanto subjetiva como
objetivamente recibe el nombre de saber. La suficiencia subjetiva se
denomina convicción (para mí mismo); la objetiva, certeza (para todos)”

Así, según Kant, cuando tenemos una opinión carecemos de garantías


tanto desde el punto de vista objetivo como subjetivo: objetivamente, no
encontramos una justificación respecto de la verdad de aquello que
opinamos y, desde el punto de vista subjetivo, tampoco estamos
absolutamente convencidos acerca de la verdad de aquello en lo que
creemos.
2.2 LAS CREENCIAS

La frontera que separa la creencia de la mera opinión es en ocasiones


imprecisa, sobre todo si tenemos en cuenta las dificultades para asegurar
cuándo una creencia o convicción se apoya en razones objetivas y
suficientemente válidas para convencer al desconfiado. Si digo Creo que mi
amigo David sería un buen delegado de grupo, puedo emplear el concepto
"creo" bajo dos acepciones completamente distintas. Por una parte, "creo"
podría sustituirse por "opino"; entonces opinar y creer tendrían
prácticamente el mismo significado. Por otra parte, "creo" puede significar
que no tengo ninguna duda de que David sería un buen delegado. esta
segunda acepción es la habitual de una creencia. A diferencia de la opinión,
la creencia sí suele estar acompañada de convencimiento.

La persona que cree en algo, está segura desde el punto de vista


subjetivo. Sin embargo sus convicciones carecen de justificación objetiva,
de modo que no puede demostrar la verdad de sus creencias a quienes no
creen en ellas.

En el Diccionario de la Lengua Española se define la creencia


como "el firme asentimiento y conformidad con algo.

La creencia es la idea que se considera verdadera o a la que se da


grandes posibilidades de que sea cierta. Por ejemplo: La creencia del
profesor es que la mayor parte del alumnado aprobará la asignatura.

Naturalmente, creer en algo no equivale necesariamente a que sea


verdadero. Nuestras creencias pueden ser verdaderas o falsas. Por ejemplo,
yo puedo creer que el antibiótico que me ha recetado el médico curará mi
fuerte resfriado (lo cual es bastante probable que sea cierto) y también que
la Tierra permanece inmóvil en el centro del Universo, atendiendo a que no
percibo ningún movimiento e la misma (lo cual es falso).

Podemos distinguir entre creencias no-racionales y creencias


racionales. Las no-racionales, o cerradas, son aquellas que solo pueden ser
discutidas por determinadas personas, elegidas por su autoridad y afinidad.
Este tipo de creencias suelen basarse en la fe en algo, ya que no existe
fundamento racional o justificación experimental que lo compruebe. Se
asocian a las religiones, los mitos y las leyendas: Creo en la reencarnación
del alma en un nuevo cuerpo físico, en tiempo futuro, en el útero de una
nueva madre. afirmación que no es otra cosa sino la creencia en el karma.

Las creencias racionales, calificadas de abiertas, son aquellas que


admiten discusión y contraste. Una creencia racional es la que se basa en
"buenas razones". Ejemplos de ellas son las creencias vinculadas con la
ciencia, las seudociencias, la historia, etc. Creo que la "isoniazida" es un
buen medicamento contra la tuberculosis. Afirmación que vendría
corroborada por la comunidad científica.
La creencia racional ocupa una posición intermedia entre el mero opinar
y el saber. Respecto del opinar tiene la ventaja de su mayor probabilidad de
acierto, pues permite rechazar muchas de las opiniones que se nos pudieran
ocurrir temerariamente. Respecto del saber tiene la desventaja de su mayor
inexactitud. Por muy racionales que seamos en nuestras creencias, siempre
podremos equivocarnos y, de hecho, en algunas ocasiones nos
equivocaremos. Pero la probabilidad de equivocarnos será menor si
organizamos nuestras creencias conforme a una estrategia que tienda
conscientemente a minimizar los errores que si no lo hacemos así.

Una estrategia, bastante extendida en los círculos filosóficos, señala que


estos cuatro criterios, que se expresan a continuación, podrían contribuir a
resolver el problema de la justificación racional de una creencia:

 Si la creencia es una proposición sobre algún suceso que he


comprobado directa y personalmente, o han comprobado testimonios
fiables. En principio no deberíamos dudar de un hecho concreto que hemos
observado personalmente o que alguien de mi entera confianza me ha
indicado. No obstante, esto no estaría exento de ciertos problemas, pues
nuestros sentidos nos pueden engañar a veces y el concepto de "testimonio
fiable" no es nada preciso.

 Si la creencia es una proposición que se deriva de otra proposición


cuya creencia está justificada racionalmente. Por ejemplo, si decimos
Todos los españoles son europeos. Cristina es española; podemos derivar la
proposición Cristina es europea.

 Si la creencia es una proposición que se deriva de una teoría


científica vigente en nuestro tiempo. es decir, si es compartida por la
comunidad científica. Por ejemplo, aunque nuestros sentidos parecen
indicarnos que la Tierra está inmóvil, aceptamos que gira en torno al Sol
porque la comunidad científica se ha pronunciado de este modo con
unanimidad.

 Si la creencia es una proposición que es verdadera por su


estructura gramatical y semántica del lenguaje en que está formulada, es
decir, si es una proposición analítica. Una proposición analítica es aquella
en la que la noción de predicado está contenida dentro de la noción del
sujeto, como por ejemplo “Todos los cuerpos son extensos”. La verdad de
este tipo de proposiciones no ofrece dudas. De hecho, siguiendo el ejemplo,
decir de los cuerpos que no son extensos sería una contradicción.

Como se puede observar estos criterios no son definitivos; siempre


podremos cometer errores. Sin embargo estas indicaciones permiten
incrementar las probabilidades de alcanzar una justificación racional y
objetiva de mis creencias y, por esto mismo, una argumentación
convincente.

PARA SABER MÁS (Al margen)


La definición platónica del conocimiento: la teoría tripartita.
En su dialogo Teeteto, Platón lleva a cabo una exhaustiva investigación
sobre el concepto de conocimiento. La conclusión a la que llega es que el
conocimiento es «una creencia verdadera con un logos» (es decir, con una
«explicación racional» de por qué la creencia es verdadera), o
simplemente «una creencia verdadera justificada». Esta teoría del
conocimiento, llamada tripartita, puede expresarse del siguiente modo: un
individuo conoce una proposición si dicha proposición es verdadera, si
también cree que es verdadera y si además la creencia en la verdad de la
proposición está justificada. No obstante, aunque ha habido
investigaciones que la han cuestionado, es la propuesta más extendida
dentro de la teoría del conocimiento.

PARA SABER MÁS (Al margen)


Las creencias vitales en Ortega y Gasset: Al profundizar en la
existencia humana Ortega advierte que no es lo mismo pensar una cosa
que contar con ella. El «contar con» es justamente lo característico de la
creencia. Se trata del estrato más profundo de la vida humana, el terreno
sobre el cual la vida se mueve, aquello con lo que contamos a título
personal y que confiere sentido a la vida de cada uno, aun cuando
engloba asimismo la duda. Es por ello que Ortega y Gasset se refiera a
ellas como “creencias vitales”

2.3. EL SABER

El saber en sentido estricto consistiría en una opinión fundamentada


tanto desde el punto de vista objetivo como subjetivo. El que sabe está
absolutamente convencido y, además, puede justificar racionalmente la
verdad de lo que sabe, con lo cual es capaz de convencer objetivamente a
los otros.

El saber se diferencia del conocer. Como hemos indicado, el conocer


tiene su origen en la relación directa e inmediata con la realidad a través
de los órganos sensoriales. Sin embargo cuando nos referimos al ‛saber’,
además de un «contacto con la realidad», pretendemos ir más allá de ella; se
trata de una relación indirecta.

El saber requiere ciertos elementos de los que carece el conocer. Entre las
características del saber se incluyen:
- La búsqueda del carácter objetivo y universal de aquello que sabemos,
frente a la subjetividad y particularidad del conocer.
- La tendencia a hacer consciente lo que se sabe.
- La actitud crítica e interrogativa respecto de lo que se sabe.
- La exigencia de justificaciones racionales, a diferencia del ‘conocer’
que no las exige. Una vez su verdad está justificada no cabe admitir una
gradación en la misma: un saber verdadero no admite gradaciones, lo es o
no lo es. El propio R. Descartes afirmaba en la 2ª parte del Discurso del
Método: “No habiendo más que una verdad de cada cosa, cualquiera que la
encuentra sabe todo lo que se puede saber de ella”.
El ‛saber’ también se diferencia de la ‛creencia racional’. Cuando
justificamos racionalmente una creencia, esta deja de ser meramente
subjetiva y pasa a ser un conocimiento objetivo. El saber es una creencia
racional verdadera, a esto se le llama conocimiento en sentido estricto.
Así pues, la diferencia entre la creencia racional y el saber es la verdad.
La verdad es la característica del saber. Ahora bien, dado que, como
veremos, la verdad es difícil de alcanzar, muchas veces tendremos que
contentarnos con la creencia racional, ya que esta es mucho más accesible.
La creencia racional es más operativa que la verdad, aunque puede fallar;
mientras que el saber, siendo más seguro, es mucho más difícil de
conseguir.

Cuestiones y actividades:

4ª. Lee el texto y realiza estas actividades

“¿Tiene el Universo una unidad de plan o designio, o es una fortuita


conjunción de átomos? ¿Es la conciencia una parte del Universo que da la
esperanza de un crecimiento indefinido de la sabiduría, o es un accidente
transitorio en un pequeño planeta en el cual la vida acabará por hacerse
imposible? ¿El bien y el mal son de alguna importancia para el Universo, o
solamente para el hombre? La filosofía plantea problemas de este género, y
los diversos filósofos contestan a ellas de diversa maneras. Pero parece
que, sea o no posible hallarles por otro lado una respuesta, las que propone
la filosofía no pueden ser demostradas como verdaderas. Sin embargo, por
muy débil que sea la esperanza de hallar una respuesta, es una parte de la
tarea de la filosofía continuar la consideración de estos problemas,
haciéndonos conscientes de su importancia, examinando todo lo que nos
aproxima a ellos, y manteniendo vivo este interés especulativo por el
Universo, que nos expondríamos a matar si nos limitáramos al
conocimiento de lo que puede ser establecido mediante un conocimiento
definitivo”

B. RUSSELL. Los problemas de la filosofía, Labor, Barcelona 1978, p.


130-131.

a) De los interrogantes que plantea la Filosofía, según el autor, algunos


no pueden demostrarse como verdaderos, ¿eso convierte a la Filosofía en un
saber de opiniones? Razona tu respuesta según lo estudiado.
b) ¿Qué posibilidades concede el autor a la ciencia y a la filosofía? ¿Qué
podemos entender por conocimiento definitivo? ¿La Ciencia aspira más al
conocimiento o a la sabiduría? ¿Y la Filosofía?

5ª. “Conocer” corresponde al latín “cognoscere”; “saber”, a “scire”. La


misma distinción se encuentra en francés (savoir y connaître), mientras que
en inglés hay una sola palabra (know). ¿De qué maneras clasifican las
distintas lenguas los conceptos asociados con “saber” y “conocer”?¿Qué
relación existe entre “conocer” y “saber” en expresiones tales como:
“Conozco a tu hermano”, “sé que estuvo aquí”, “sé nadar”, “conozco mis
derechos”, “sabe mucho de cine”. ¿Existen otras maneras de usar los verbos
“saber” y “conocer”?
DIFERENCIA ENTRE
OPINAR / CREER / SABER

TENER POR VERDAD EN RELACIÓN CON LA


CONVICCIÓN
(Grado de certeza y de convicción de la verdad de mis
conocimientos -validez objetiva y subjetiva del juicio-)

Grados del OBJETIVAMENTE SUBJETIVAMENTE


conocimiento

OPINIÓN Insuficiente Insuficiente

CREENCIA Insuficiente Suficiente

SABER Suficiente Suficiente

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