Tit Eres
Tit Eres
Tit Eres
MONSTRUO:
“¡Tengo tanta hambre
que un carrusel me comería!
¡Tengo más hambre
que un niño en la dulcería!”
NARRADOR:
El monstruo, desesperado,
hambriento salió de su cueva.
MONSTRUO:
“¡Encontraré juguetes para comer,
aunque truene, nieve o llueva!”
NARRADOR:
Después de un buen rato,
hasta la ciudad logró caminar,
y a un lugar de comida rápida
es donde fue a llegar.
MONSTRUO:
“En verdad que estas personas
comen cosas muy curiosas.
Platillos llenos de grasas
y comidas asquerosas”.
NARRADOR:
Decepcionado y hambriento,
el monstruo siguió buscando.
MONSTRUO:
“Tengo que comer algo,
¡siento que me estoy desmayando!”
NARRADOR:
De pronto, pasó por la casa
de un niño desordenado,
que tenía juguetes tirados
¡y hasta encima del excusado!
MONSTRUO:
“En esta casa han dejado
muchos juguetes regados.
Si alguien en verdad los quisiera
ya estarían bien guardados”.
MONSTRUO:
“¡Por fin estoy satisfecho!
He comido más de lo que debería.
¡Devoré tantos juguetes
que hasta me tragué una batería!”
NARRADOR:
A la mañana siguiente,
despertó el niño desordenado
y triste descubrió
que los juguetes se habían esfumado.
NIÑO:
“¿Dónde están mis soldaditos
y mis amados carritos?”
“No los veo por ningún lado,
¡yo voy a llorar a gritos!”
NARRADOR:
El niño, desconsolado,
muy fuerte se puso a chillar,
pues por no guardar sus juguetes,
un monstruo los fue a cenar.
Desde entonces el mastodonte
no volvió a pasar más hambre,
pues de todos los juguetes
se comía hasta el último alambre.
Con el monstruo come juguetes
hay que tener mucho cuidado
y hasta el último juguete
deben tener bien guardado.
Si todos sus muñequitos
siempre quieren conservar,
recuerden guardarlos bien
cuando terminen de jugar.
Acomódenlos en las repisas,
en unas cajas o cajones,
pues si el monstruo se los come,
van a andar de niños llorones.