Tit Eres

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NARRADOR:

Este era un gran monstruo


de gestos horrorosos,
que gustaba de comer
sólo juguetes deliciosos.
Engullía bicicletas
y carritos a control remoto,
y cuando masticaba
parecía que había un terremoto.
Un día el monstruo
se sintió muy devorador,
y buscó ricos juguetes
en el refrigerador.
Pero triste descubrió
que todo se había terminado.
Ni un trompo ni una canica.
¡Todo se había merendado!

MONSTRUO:
“¡Tengo tanta hambre
que un carrusel me comería!
¡Tengo más hambre
que un niño en la dulcería!”

NARRADOR:
El monstruo, desesperado,
hambriento salió de su cueva.

MONSTRUO:
“¡Encontraré juguetes para comer,
aunque truene, nieve o llueva!”
NARRADOR:
Después de un buen rato,
hasta la ciudad logró caminar,
y a un lugar de comida rápida
es donde fue a llegar.
MONSTRUO:
“En verdad que estas personas
comen cosas muy curiosas.
Platillos llenos de grasas
y comidas asquerosas”.

“No me cabe en la cabeza


que no quieran un juguete.
Un yo-yo o una muñeca,
¡eso sí que es un banquete!”

NARRADOR:
Decepcionado y hambriento,
el monstruo siguió buscando.

MONSTRUO:
“Tengo que comer algo,
¡siento que me estoy desmayando!”

NARRADOR:
De pronto, pasó por la casa
de un niño desordenado,
que tenía juguetes tirados
¡y hasta encima del excusado!

MONSTRUO:
“En esta casa han dejado
muchos juguetes regados.
Si alguien en verdad los quisiera
ya estarían bien guardados”.

“Para mí estos juguetes


son todo un gran festín.
¡Me los voy a comer todos
con mucho chile piquín!”
NARRADOR:
Alegre, se metió a la casa
y vio juguetes en la sala.
Agarró un avioncito
y de un bocado le comió un ala.
Como si fueran fideos,
se chupó una pista de carreras.
Y se tragó una mochila,
con crayones y hasta tijeras.
Después fue a la cocina
y encontró un juego de video,
y con cuchillo y tenedor,
lo devoró cual manjar europeo.
Y así siguió toda la noche
dando vueltas por la casa.
Incluso hasta bebió
un té de matraca en una taza.
En su habitación y sin preocupación,
el niño desordenado soñaba.
Mientras el monstruo, muy feliz,
¡todos sus juguetes se embuchaba!

MONSTRUO:
“¡Por fin estoy satisfecho!
He comido más de lo que debería.
¡Devoré tantos juguetes
que hasta me tragué una batería!”

“Es tiempo de que me vaya,


antes que la familia despierte.
Buscaré juguetes en otra casa,
¡quizá tenga la misma suerte!”

NARRADOR:
A la mañana siguiente,
despertó el niño desordenado
y triste descubrió
que los juguetes se habían esfumado.

NIÑO:
“¿Dónde están mis soldaditos
y mis amados carritos?”
“No los veo por ningún lado,
¡yo voy a llorar a gritos!”

NARRADOR:
El niño, desconsolado,
muy fuerte se puso a chillar,
pues por no guardar sus juguetes,
un monstruo los fue a cenar.
Desde entonces el mastodonte
no volvió a pasar más hambre,
pues de todos los juguetes
se comía hasta el último alambre.
Con el monstruo come juguetes
hay que tener mucho cuidado
y hasta el último juguete
deben tener bien guardado.
Si todos sus muñequitos
siempre quieren conservar,
recuerden guardarlos bien
cuando terminen de jugar.
Acomódenlos en las repisas,
en unas cajas o cajones,
pues si el monstruo se los come,
van a andar de niños llorones.

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