Clement Rosset El Principio de Crueldad
Clement Rosset El Principio de Crueldad
Clement Rosset El Principio de Crueldad
DE CRUELDAD
Clément Rosset
Traducción de:
Rafael del Hierro Oliva
PRE-TEXTOS
3
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Esta edición ha recibido una ayuda
] j_, a b traducción
del
Ministerio dé' Cultura Francés
NOTA INTRODUCTORIA
A LA TRADUCCIÓN ESPAÑOLA
L1 reproducción total o parcial dL' t'Stt: libro, no :1utorizada por los editores,
viola derechos reservados, Cualquier utilb:ación debe ser
previamente solicit;ida.
Luis Santángel, 10
46005 V.ik-ncia
T.G. Rwou., S.A. - Pot. lND. FUENTE DEI../AHHO - C!UTAT DEL FERROL, 19
46988PATER:-.A (VALENCIA)
~-rii = 7 "
En Astérix en Hispanie, unos gitanos proponen a
Astérix y Obélix unirse a su baile nocturno: "¡Pónganse
alrededor del fuego, que nos vamos a montar una
juerga! ¡Lovamos a pasar bien!" Y, acto seguido, el can-
taor entona un estribillo tan poco alegre como poco
divertido: "Ay, ¡qué desgracia haber nacido! Ay, mare
mía, ¿por qué me has hecho eso?" La afirmación de la
vida pasa sin transición a una reivindicación de la
muerte; lo mismo, pero en sentido inverso, que el
"Vamosa trabajar" con el que Sandoz, en la última línea
de La obra de Zola, responde a la constatación trágica
de Claude Lantier, varias páginas más arriba: "No hay
nada ... (...) Cuando la Tierra dé un chasquido en el espa-
cio como una nuez seca, nuestras obras no añadirán un
átomo a su polvo."
Así, los autores de Astérix en Hispanie ---Goscinnyy
Uderzo--han captado instintivamente ese profundo vín-
culo que, en el folklore español, es decir, en las raíces
profundas de España, une la alegría de vivir al senti-
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miento trágico de la vida. En particular, aquí están pen-
sando en el folklore andaluz, en el flamenco y en su
cante .fondo. Pero igualmente podrían haber pensado
en el conjunto del folklore español, sobre todo en el
que gira alrededor de la jota aragonesa -jota que, a mi
modo de ver, expresa con tanta fuerza, si no más, ese
misterioso y esencial vínculo que relaciona la verdadera
:tlegría de vivir con un conocimiento íntimo y constante
EL PRINCIPIO DE CRUELDAD
ele la muerte-. Que la intensidad de la alegría sea direc-
tamente proporcional a la crueldad del saber es, sin
eluda, una verdad ele carácter general. No obstante, me_
es grato subrayar aquí que esa verdad encuentra en
España un campo de expresión privilegiado, y confe-
sar también que fue justamente en España donde tuve
la ocasión, hace más de cuarenta años, de comprobar
por vez primera su profundidad y su alcance. Si la ale-
gría nunca es vulgar en España, como escribe Rolancl-
Manuel en el opúsculo que dedicó a Manuel de Falla,
es precisamente porque siempre viene acompañada por
el brillo que le da a contrario el sentimiento cruel de
lo irrisorio propio ele toda existencia, lo que la pone al
abrigo ele toda ilusión, así como de toda complacencia
o compromiso. Exaltando la alegría ele vivir, no olvida
que ésta, tal y como lo sugería Bichat, nunca será más
que una resistencia milagrosa a la muerte. Ahí reside el
secreto de su fuerza y de su elegancia.
C.R.
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INTRODUCCIÓN
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cuyo respeto o falta de r<:spdo califica o descalifica a
mi modo ~e ver, toda obra filosófica-. y me ha pa;e- EL PRINCIPIO DE REALIDADSUFICIENTE
c1do que esta se podía resumir en dos principios sim-
ples, a los que llamo «principio de realidad suficiente» Toda filosofía es una teoría de lo real, es decir, con-
Y «principio de incertidumbre", cuya exposición consti- forme a la etimología griega de la palabra teoría, el
tuye el objeto de este libro. resultado de fijar la mirada en las cosas: mirada a la
En el apéndice se hallarán tres textos anteriores a la vez creativa e interpretativa que pretende, a su manera
redacción de <c:,teestudio. El primero está relacionado y según sus propios medios, dar cuenta de un objeto
con el primer capítulo; el segundo y el tercero 1 con el o de un conjunto de objetos determinados. Este dar
segundo capítulo. ' cuenta debe entenderse en todos los sentidos del tér-
mino: por una parte, eco y testimonio (en el sentido
de que se hace un informe sobre tal o cual asunto);
por otra parte, evaluación (en el sentido de que se
establece la suma de lo que se ha recibido en un
reparto a fin de estar en condiciones, llegado el caso,
de pagar a todos y a todo exactamente con la misma
moneda). Así, la mirada filosófica es necesariamente
interpretativa por el simple hecho de que «mide»--como
lo sugiere a la perfección Nicolás de Cusa en El pro-
fano, acercando lo mental a lo mensurable, el hecho
de pensar al hecho de medir-. Y también es siempre
creativa, ya que las imágenes que propone de la rea-
lidad no son fotografías suyas, sino recomposiciones,
que difieren del original tanto como una novela o un
cuadro. Es cierto que el carácter especulativo e inte-
lectual de la filosofía hace olvidar a veces su aspecto
fabricado, artesanal, el cual, sin embargo, resulta ser
primordial, pues una filosofía consiste, primero y ante
todo, en una obra, una creación --creación cuyas carac-
l. Recuperación un poco modificada de un texto publicado en terísticas no difieren en esencia de las de cualquier
la Nouvelle Revue de Psychanalyse, nº 18, 1978. otro tipo de obra-. La originalidad, la invención, la
imaginación, el arte de la composición, la fuerza expre-
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siva, son patrimonio de todo gran texto filosófico (o conjunto de hechos particulares), como lo son, por
como lo son de toda obra lograda. ' ejemplo, un cuadro, una novela, un teorema matemá-
Así, lo que constituye la especificidad de la filosofía tico o una ley física. Sin duda, siempre es la misma rea-
Y la distingue de otras empresas paralelas (arte ciencia lidad la que se pretende; la única diferencia es que las
literatura) es menos el tipo de técnica que em~lea qu~ «teorías»no filosóficas se ocupan de su detalle, mientras
la natu;aleza del objeto que se propone sugerir, ya que que 1la filosofía -teoría de la realidad «alpor mayor,~ se
' no es este un objeto particular, ni un conjunto particu- interesa principalmente por su conjunto'
lar de objetos, sino el conjunto de todos los objetos exis- ~ Ahora bien, si se examina la historia de la filosofía,
tentes, estén o no actualmente presentes; en una pala~· ) ' lr/ se advierte que la mayor parte de las filosofías no han
bra, la realidad en general, concebida en la totalidad de é·..·/ M/f . podido alcanzar su objetivo, es decir, la proposición de
s_u~dimensiones espacio-temporales: Se trata, para el J '-=-.
1
' una teoría general de lo real, más que con la curiosa
filosofo, de dar cuenta de una mirada dirigida no hacia S, / condición de disolver el objeto mismo de su teoría, de
tal o cual cosa/sino hacia toda clase de cosas, incluidas fk¡ío,1 '-t . devolverlo a esa casi-nada a la que Platón llamaba el
las que se sitúan fuera del alcance de su percepción (que y (t; •• j ,,menor ser» (mé on) propio de las cosas sensibles -es
son,_desde luego, las más numerosas, comenzando por {!,r'., \ decir, de las cosas reales-;, consideradas existentes sólo
aquellas que no obstante pertenecen a su entorno inme- X r¿rlo( \ a medias y a duras penas. Como si la realidad, de la que
diato, pero que, al ser ya infinitamente numerosas al Pt(,c1Í:a,.,\___,un pintor o un novelista, llegado el caso, puede pro-
exceder ya infinitamente la capacidad de atención c~n- "'·"(.'' l/" porcionar a su manera un detalle, no pudiera en cam-
cedida a toda una vida, escapan por fuerza a su obser- rszl!; k,Í, bio ser aprehendida en su conjunto por el filósofo más
vaciónY.Para repetirlo con Lucrecio: la realidad se com- ' •ll que a condición de ser \mpugnada en su mismo prin-
pone, por una parte, de este mundo, del que podemos cipio y de hallarse desposeída así de sµ pretensión de
tener, s1 llega el caso, una percepción parcial (haec ser justamente la realidad, toda la realidad y nada más
summa); por otra pa1te, del conjunto de los mundos de que la realidad.' Por otra parte, es un sentimiento pro-
los que no podemos tener casi ninguna percep~ión pio a la vez de la filosofía y de la sensibilidad más
(summa rerum):'ia ambición de dar cuenta del conjunto común el hecho de juzgar vagamente que las cosas son
de los objetos conocidos y desconocidos define al mismo verdaderas en su detalle, tomándolas una a una, pero
tiempo la desmesura y la especificidad de la actividad dudosas en su conjunto, tomándolas en general: que
••filosófica• Una vez más, ésta no consiste esencialmente un hecho puntual debe ser considerado como real, pero
en ser m~s «teórica«o «abstracta«que cualquier otra, sino que el conjunto de hechos puntuales que componen la
en ser mas general: en ser una teoría de la realidad en realidad puede ser considerado como incierto -en otras
general y no una teoría de tal o cual realidad particular palabras, que, si es imposible dudar ele una cosa cual-
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quiera en particular, es posible en cambio (y la filoso- pleto, jamás revelará las claves de su propia compren-
fía hace profesión de ello la mayoria de las veces) dudar sión, por no contener en ella misma las reglas de des-
de todo en general-. El acontecimiento real es recono- codificación que permitirian descifrar su naturaleza y su .
cido como real, pero no la suma de acontecimientos de sentido. Considerar la sola realidad equivaldría,. por 101 ..
la que forma parte, o mejor dicho, de la que en reali- tanto, a examinar en vano un reverso del que siempre :¡
dad no forma parte: ya que hay una percepción precisa se ignorará el derecho, o un doble d~l que siempre se ,\¡,
del primero y solamente un sentimiento vago ele la ignorará el original del que es copia,: be modo que Jª ; •/
segunda.'Esta paradoja ele la certidumbre del detalle filosofía tropieza normalmente c~n lo real no en razo~ 1_¡
junto a una incertidumbre del conjunto puede enun- de su inagotable nqueza, smo mas bien de su pobreza ,
ciarse en forma matemútici" (paradoja ele un elemento en rt:t<'lnesde _ser,que h_acede la r_ealidaduna materia
a la vez demasiado ampha y demasiado delgada: dema-
l
j'
existente que penenece a un conjunto no existente) o
aritmética (paradoja ele una unidad que se reconoce siado amplia para, sp recorrida, demasiado delgada para .
como igual a uno, pero que es incapaz ele dar dos si se ser comprendida. IBn efecto, nada hay en lo real, por ,
le añade una segunda unidad). Sin eluda, fácilmente se infinito e incognoscible que sea, que pueda contribuir
admitiría que no hubiese. más realidad que la singular a su propia inteligibilidad: luego forzosamente hay que
y no la realiclaclgenérica: que no existiesen más que buscar su principio en otra parte, tratar de encontrar
los perros en particular y raramente el perro en gene- -fuera de lo real el secreto de esa misma realidad;, De
ral, como enseñaban las filosofías nominalistas de la ahí la idea de una insuficiencia intrínseca de lo real: el
Edad Media."En cambio, resulta más difícil admitir que cual, si se me permite decirlo, faltaría siempre, y ella,
la suma de las realidades singulares equivalga a una rea- en todos los sentidos del término, a su propia «causa".
lidad inexistente o imaginaria, semejante a las sombras El pensamiento de una insuficiencia de lo real -la
de la caverna, tales como las sugiere Platón en un céle- idea de que 'la realidad sólo podría ser tenida en
bre pasaje ele La república. cuenta filosóficamente mediante el recurso a un prin-
Lo más notable de esta reticencia ancestral de la filo- cipio exterior a la realidad misml (Idea, Espíritu, Alma
sot'ía a tomar en consideración la sola realidad es que del mundo, etc.), destinado a fundamentarla y expli-
no proviene en absoluto, contrariamente a lo que se carla, incluso a justificarla- constituye un motivo esen-
podría suponer, de un legítimo desasosiego ante la cial de la filosofía occidental. En cambio, la idea de
inmensidad y, por consiguiente, ante la imposibilidad una «suficienciade lo real", lo que llamaré, en recuerdo
de una tarea semejante, sino.más bien de un sentimiento de Leibniz y de su principio de razón suficiente, el
exactamente contrario: de' la idea de que la realidad, principio de realidad suficiente, se presenta como un
incluso suponiéndola conocida y explorada por com- inconveniente esencial a los ojos de todos los fi!óso-
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fos -todos o casi todos: debe ponerse aquí a un lado,
sin más y las consumen. Y la naturaleza entera cele-
desde luego, el caso de pensadores tales como Lucre-
bra, como los animales, esos misterios revelados a
cio, Spinoza, Nietzsche y, en cierta medida, también todos los que enseñan cuál es la verdad de las cosas
el propio Leibniz-.cLa intención de filosofar a propó-
sensibles." Ese menosprecio por la realidad inmediata
sito y a partir de la sola realidad constituye incluso,
es una expresión particularmente elocuente del,,prin-
para la filosofía y la opinión más comunes, un asunto
cipio de realidad insuficiente"\ que constituye el credo
de mofa general, una especie de enorme error básico
común a toda negª-~ión filosófica 9eloreal; expre-
reservado tan sólo a los espíritus completamente obtu-
sión bastante cómica también por la comparación
sos e inc:ipa¡::esde un mínimo de reflexión.JDe ahí las sugerida aquí por Hegel entre el apetito de los ani-
eternas ''pifü'.l'.S'
lanzadas por la mayoría de· los filóso-
males y el reconocimiento de la pobreza ontológica
fos a los que confiesan interesarse por 1~experiencia
de los alimentos que se a prestan a devorar: como si
inmediata, incluso contentarse con ellaicomo Hegel
fuese necesario convencer primero al cerdo del flaco
en este pasaje relevante del comienzo de la Fenome-
contenido en realidad del pasto que se le ofrece, de
nología del espíritu, que sitúa semejante disposición
la ,,absoluta certeza de su nulidad", para que se decida
mental aun por debajo de la sabiduría de los anima-
a hincarle el diente.
les: ..se puede decir a quienes afirman esa verdad y
Con talante parecido, un hegeliano moderno,
certeza de la realidad de los objetos sensibles que
Eric Weil, se cree autorizado a afirmar desde el
deben volver a las escuelas elementales de la sabidu-
principio,' en un artículo precisamente consa-
ría, concretamente a los antiguos misterios de Eleusis
grado a la realidad ( ..sobre la realidad,,), que la
(de Ceres y de Baco), y que primero tienen que apren-
realidad que podemos experimentar está des-
der ~l secreto de comer el pan y de beber el vino, provista de toda ,,realidad rea],,, ,,Lo que se da
pues'-el iniciado en estos misterios no sólo terminaba inmediatamente no es real.,, Podría afirmarse con
por dudar del ser de las cosas sensibles, sino también
la misma temeridad que una bebida que se da
por desesperar de ello; por una parte, consuma la ani-
para beber no es una verdadera bebida, o que
quilación de esas cosas, y por otra, las ve consumar
una mujer que se entrega a las caricias no es en
ese aniquilamiento. Los animales mismos no están
verdad una mujer. Semejantes declaraciones son
excluidos de esa sabiduría, sino que, antes bien, se
insensatas, desde luego, pero también son, yo
muestran profundamente iniciados en ella, pues no
diría, muy ,,filosóficas,, -en el sentido ciertamente
se detienen ante las cosas sensibles como si fuesen deplorable del término en que incitaría ele buena
cosas en sí, sino que desesperan de esa realidad y, en
gana a pensar, como lo sugiere L.-M. Vacher en
la absoluta certeza de su nulidad, se apoderan de ellas un ensayo reciente, que la principal función de
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la filosofía es la de »acreditar tonterías desacre- de comportamiento indescifrable no equivale a una
ditando evidencias'»-. Por fuerza hay que admi- mujer que no existe, como Jo enseña a diario la más tri-
tir, en efecto, que la filosofía, que se propone vial ele las experiencias amorosas- ..La única pero gran
c~mprender e interpretar Jo que existe, a menudo debilidad de los argumentos filosóficos que tienden a
solo pone interés y atención con respecto a Jo hacer dudar de la total y entera realidad de lo real con-
que no existe. Nada hay más sorprendente, a fin siste en ·ocultar la verdadera dificultad que existe de
de cuentas, que esta habitual y obstinada incli- tomar en consideración lo real y sólo lo real: dificultad
nación. el~ la filosofía a querer rechazar siempre que, si bien reside secundariamente en el carácter
con pnondacl lo que es manifiestamente verda- incomprensible de la realidad, reside primero y princi-
dern, así como a despreciar por instinto Jo que palmente en su carácter doloroso.· En otras palabras,
es md1scut1blemente agradable (siendo esto una mucho me temo que la desavenencia filosófica con lo
obligada continuación de aquello, la sospecha real no tenga su origen en el hecho de que la realidad
con respecto a Jo real extendiéndose por fuerza sea inexplicable, limitándose a ella sola, sino más bien
a lo que éste pueda tener de placentero). Spinoza en el hecho de que sea-cruely que, por lo tanto, la idea
resume muy bien esta habitual tendencia de Ja de realidad suficiente, que,priva·al hombre'de toda posi-
filosofía a la inversión de las verdades y los valo- bilidad de distancia• o de"recurso con relación a ella,'
res: »La superstición parece admitir que e] bien ·constituya un riesgo permanente de angustia,- y ele
1 es lo que rep~rta tristeza y el mal lo que pro- angustia intolerable -por poco que se presente una
~ porc10na alegna.»' situación embarazosa que, de pronto, haga insosteni-
Las razones invocadas por la mayoría de los filóso- ble la realidad, por ejemplo, con ocasión de un duelo;
fos para impugnar Jo real, para mantener bajo sospe- o también que, al margen de toda circunstancia parti-
cha el hecho ele su simple y total realidad, siempre me cularmente penosa, suceda que se arroje, de pronto,
han parecido, por lo que a mí respecta, poco convin- una mirada lúcida sobre la realidad en general-. •Hipo-
centes y, a la vez, muy sospechosas ellas mismas. "No condría melancólica», registra Gérard de Nerval en un
es que sean insensatas, pues •resulta innegable que ,Ja cuaderno de notas. »Esun terrible mal: hace ver las cosas
realidad, al no poder explicarse por ella misma siem- tal como son.»
. . '
pre sera en cierto modo ininteligible -mas ser ininteli- Por »crueldad,, de lo real entiendo en primera ins-
gible no equivale a ser irreal; Jo mismo que una mujer tancia, ni que decir tiene,' la naturaleza intrínsecamente
dolorosa y trágica de la realidad:· No me extenderé
l. ~our un matérialisme vulgaire, MontreaI, 1984, p. 143 sobre este primer sentido, más o menos conocido por
2. Htica, libro IV, Apéndice, capítulo XXXI. todos, y acerca del cual, además, he tenido ocasión de
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hablar más que profusamente en otro lugar; bastará cución-: En todo caso sería posible hacer aquí una dis-
con recordar aquí el carácter insignificante y efímero tinción mental, aunque sea imposible distinguir nada
de todas las cosas. 'Pero también entiendo por cruel- en los hechos. Me refiero a que, con bastante fre-
dad de lo real el carácter único y, por lo tanto, irre- cuencia, e incluso, en cierta medida, con bastante
mediable e inapelable de esa realidad -carácter que razón, cabe considerar que la realidad sea cruel por
impide, a la vez, mantenerla a distancia y atenuar su naturaleza, pero también, y por una especie de último
rigor tomando en consideración una instancia cual- refinamiento de crueldad, completamente real. Eso es
quiera que fuese exterior a ella_.,_Cruor, de donde~ poco más o menos lo que dice Proust al comienzo de
deriva crudelis (cruel), así como crudus (crudo, no Albertina desaparecida': ya es muy triste que Alber-
1
digerido, indigesto), designa la carne despellejada y tina me haya abandonado con las armas y el equipaje,
sangrienta: o sea, la cosa misma desprovista de sus ata- pero lo peor es pensar además que todo esto es ver-
,\ vías o aderezos habituales, en este caso, la piel, y redu- dad (Proust aclara esta distinción al decir que »el sufri-
••cida de ese modo a su única realidad, tan sangrante miento va más lejos en psicología que la psicología,;
Í como indigesta: Así, la realidad es cruel -e indigesta- - con más exactitud, a mi modo de ver, hubiera podido
\ en cuanto se la despoja de todo lo que no es a fin de ecir que el sufrimiento va más lejos: en realidad, qu"e
-considerarla sólo en sí misma: semejante a una con- odas las representaciones o anticipaciones que pue-
dena a muerte que coincidiera con su ejecución, pri-
vando al condenado del intervalo necesario para la
TT ~ dan darse de él). Conozco a un depresivo al que le"l
'gusta exponer su queja de un modo análogo y muy /
presentación de una petición de gracia, la realidad significativo, aunque pueda parecer que no constituya ¡
ignora toda apelación porque siempre la coge des- más que una absurda tautología: no sólo se queja de •
prevenida. Así como la crueldad de la pena capital que la existencia le parezca horrible, sino también y
consiste, por un lado, en ser condenado a muerte y, sobre todo de tener razón al considerarla como tal.
por otro, en ser ejecutado, así también la crueldad de . ·\"'N\
- o sólo es horrorosa la verdad, viene a decir en sus ''
__Jsi_¿:eal,en cierto modo,~~~ por ina parte, con- crisis de abatimiento, sino que además es cierto que
siste en ser cruel, y pol'-oti:_a,en_s,<;r
_real-con la nota- .. lo es: es efectivamente horrorosa. En resumidas cuen-
ble ctiterenciaéfeque;en °elca'"s-a'cte-la condena a --tas, como máximo admitiría que la realidad fuese triste;
muerte, la ejecución no sigue necesariamente a la con- en cambio, lo que le abruma y, a su modo de ver, se
dena, mientras que, en el caso de la realidad, la eje-
cución sigue automáticamente a la condena para for- 3. Albertine disparue es el título original del sexto volumen ele
mar con ella una sola unidad, para situar de golpe sus A /a recherche du temps perche En la versión castellana de Alianza
,fallos», si se me permite decirlo así, al nivel de la eje- Editorial aparece bajo el título de La Fugitiva. (N. del T)
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11$
pas,~ele la raya es un tormento suplementario que pro- con todo hombre, en cuanto se preocupe por dar
c.eclede la idea ele que una verdad triste es al mismo cuenta de su deseo o de su repulsión: que a toda
tiempo, Y para colmo de desgracia, una verdad ver- manifestación de amor o de aversión le acompafie
\. ~a; o también, lo que viene a ser idéntico, que normalmente el añadido de un comentario ocioso,
una realidad amarga es asimismo, y para colmo ele considerado como la explicación de un hecho del
cruel ciad, una realidad real. 'En otras palabras -y esto que no es más que su expresión redoblada y tauto-
es exactamente lo que quería sugerir al evocar la doble lógica. Del mismo modo que a quien le gustan los
crueldad ele lo real-, • parece que lo más cme.Ld_el;L melones se inclina a explicar su gusto por un saber
¡ realidad no reside en su carácter int~came~te cruel acerca de la naturaleza excelente de los melones,
smo en su carC!cterineluctable, esto es, indiscutible'.
l =ute~_aJ-
aquél a quien no le gustan explica su aversión por
un conocimiento de su naturaleza execrable. Me gus-
1
l
. Dicho sea de paso: como muchas tautologías, esta tan los melones, afirma aquél a quien le gustan los
d1st111c1on improcedente entre «verdad, y «verdad ver- melones -y es una suerte, porque si no, ¡qué pena!,
dadera,,_º entre ,realidad, y ,realidad real,, no es no los comería-. No me gustan los melones, afirma
pobre, s1110rica en ensefianzas, mostrando de un el otro -y es una suerte, porque si no, ¡qué horror!,
_ modo general la facultad humana de hacerse ilusio- los comería-. ,La ilusión común a ambos casos, así
ne_s, que consiste siempre en duplicar lo que no es como a todos los casos de' ilusión, por lo demás,'con-
mas que uno, en acentuar con un efecto de redun- siste en ·suponer que 11narealidad no se basta por sí
dancia
- infinita
, . lo que se presenta como simple y misma y no puede imponerse más que por la nega-
un1co. As1, nuestro depresivo, que confiesa verlo ción de su contrario; o también, que· un hecho sólo
todo negro, pero afiade que tiene razón en verlo todo existe gracias a su propia repetición' (que equivale,
negro, debería afiadir también que cree tener razón la mayoría de las veces, a esa misma 'negación de su
en tener razón, y después, que tiene razón en creer contrario), mientras que lo 'propiÓ de lo· real, preci-
qu_etiene razón en tener razón, y así sucesivamente. samente, consiste en "eludir toda 'contradicción; así
As1 s1~cede;por lo demás, con todo iluso, que siém- como toda 'posibilidad de repetición. , •
pr_eana_~1raa la afirmación de una verdad puntual la Por consiguiente, volviendo a mi asunto, diré que
~hrmac10n de una verdad más general; creyendo que la realidad, considerada ésta, una vez más, como una
esta consolida a aquélla, y después, la de una ter- realidad única y suficiente, que ya excede la facul-
cera verdad en apoyo de la segunda, y después, la tad humana de comprender, excede también -y esto
d_euna cuarta para consolidar la tercera, y así suce- es más lamentable que aquello- la facultad humana
sivamente hasta el infinitoi Quizá suceda así también de ser afectado. En efecto, hay que advertir que, si
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bien la facultad intelectual de ·comprender y la facul- salta al paso de una corriente demasiado fuerte. Eso
tad psicológica de aceptar' están igualmente limita- es justo lo que le sucede a Swann, en Un amour de
das en el hombre y, en definitiva, son· débiles; la limi- Swann4, cuando llega a considerar la hipótesis según
tación de la segunda pesa infinitamente más que la la cual la mujer que ama es una descocada; hipótesis
de la primera. l':..!2.E:ntoque incomprensible, la rea- que, teniendo el defecto de coincidir precisamente con
li.d;ic;l...s..ólo.~;U!,~r):)o.que ocasioñalmeñTETriffiar la realidad, tiene como resultado el ser rechazada de
~spii:üt1,.p_ero que no obstacultza:·e1·e¡ereíCfo áor~al inmediato gracias a lo que Proust describe justamente
.c:l_~il__'l'ida:
y5J~.s_iDc;li:111a~iado_isfu e¡-;,,o,
cadaéQa1 como un repentino y providencial «apagón»:«No pudo
<:C:t:~E_Cl _ el_~~pacio, el movimiento,_a_l!!lqµe~:
ahondar en esa idea, ya que un acceso de pereza men-
1
11 se trate ahí de nodones que tocan muy de cerca lo tal, que en él era congénita, intermitente y providen-
ieal, sin dt1da;·¡;e-;:¿,·también clenocionesquenadi~ .... cial, vino en aquel momento a apagar toda luz en su
)1a ~i~gjj:'unca·c[§ii:idé_~¿,11i~b¡i-~Üi.de.definir. !Algo inteligencia, tan bruscamente como, más tarde, cuando
muy distinto sucede con la realidad desde el ya se hubo instalado por todas partes la luz electrica,
momento en que ésta se experimenta de un modo se podía apagar la luz en una casa cualquiera}En caso
intensamente doloroso: 'entonces se enfrenta a una de conflicto grave con lo real, el hombre que presiente
intolerancia por parte del que es afectado por ella, instintivamente que la aceptación de. esa realidad sobre-
mientras que no suscita en quien es incapaz de com- pasaría sus fuerzas y pondría en peligro su misma exis-
prenderla más que un simple y pasajero estado de tencia;-se ve conducido a tener que decidirse en el acto,
perplejidad.' En otras palabras, y repitiendo lo ya bien a favor de lo real, bien a favor de sí mismo -pues
dicho: la realidad, si bien supera la facultad humana ya no se trata de seguir titubeando-: "º él, o yo< Nor-
de comprensión, tiene como principal atributo el de malmente, se otorga la preferencia a sí mismo, conde-
"exceder» -y ello en todos los sentidos del término- nando de ese modo lo real, como Swann en el pasaje
la facultad humana de tolerancia,J La inteligencia, citado más arriba. También puede, es cierto, otorgar la
cuando descubre que está en contradicción con la preferencia a lo real: caso del suicidio -suicidio psico-
realidad, se contenta la mayoría de las veces con un lógico o suicidio a secas-,
vago compromiso con lo real, deliberando y apla- La aceptación de lo real supone, por consiguiente,
zando todo juicio hasta una más amplia imformación, bien· la pura inconsciencia· -semejante a la del cerdo
juicio que eternamente tendrá que dejarse para más
tarde. Mientras que la afectividad, cogida en la misma 4. Segunda parte del volumen primero de En busca del tiernpo
trampa de lo real, se rebela y abandona: como una perdido, que en la edición castellana de Alianza Editorial lleva el
resistencia, en el sentido eléctrico del término, que título de Unosamoresde Swann. (N. del T.)
27
26
.1
h
:LL,~;.;,c~
'&fgl~~~'.
de Epicuro, el único en estar tranquilo a bordo mien- o, incluso, de un «ojode más«,como diría André Green
tras la tempestad, que hace estragos, angustia a la tri- lo que· constituye indistintamente tanto su privilegi~
pulación y a los pasajeros- o bien una consciencia que como su ruma -en resumidas cuentas; saber, pero no
fuese capaz al mismo tiempo de''conocer lo peor y no poder hacer nada contra ello-. Así, el hombre es la
ser afectado mortalmente por ese conocimiento~ Hay única criatura conocida que tiene consciencia de su
que señalar que esta última facultad, la de'saber y no propia muerte (y de la muerte prometida a todas las
sufrir por ello un daüo mortal; se haya absolutamente cos~s), pern también es la única que rechaza sin ape-
fuera del alcance de las facultades humanas -a menos, !ª
lac1on idea de la muerte. Sabe que vive, pero no
cierto es, que se mezcle con ella algún favor extraor- sabe corno vive; sabe que tiene que morir, pero no
dinario, al que Pascal llama gracia y yo, por mi parte, sabe cómo morirá. En otras palabras: -el hombre es el
• llamo· alegría:.. En efecto, el conocimiento constituye ser qu,e puede saber lo que, por lo demás, no puede
para el hombre una fatalidad y una especie de maldi- saber,, el que en principio puede lo que en realidad no
ción, ya reconocidas en el Génesis («No comerás del puede, el que es capaz de enfrentarse a lo que justa-
árbol de la ciencia«): al ser inevitable (imposible igno- mente no es capaz de afrontar. Incapaz tanto de saber
rar por completo lo que se sabe) y, a la vez, inadmisi- com_ode ignorar, presenta aptitudes contradictorias que
ble (imposible igualmente admitirlo por completo), 1mp1dendarle una definición plausible, como lo repite
condena al hombre, esto es, al ser que se ha aventu- Pascal en los Pensamientos. Diríase que un progra-
rado en el conocimiento de una verdad a la que es mador divino y universal, a menos que se tratase sola-
incapaz de hacer frente (semejante a un general impru- mente del azar de las cosas, corno sugiere Epicuro,
dente que se lanza :il ataque sin haberse cerciorado hubiera cometido aquí una torpeza garrafal, dirigiendo
del estado de las fuerzas presentes y de sus posibili- una mforrnación confidencial a una terminal que no la
dades de retirada), a un destino contradictorio y trá- puede recibir, dominar e integrar en su propio pro-
gico -trágico en el sentido en el que lo entiende, por grama: •revelando al hombre una verdad que es inca-
ejemplo, Vladirnir Jankélévich («alianza de lo necesa- paz de admitir, pero que también, y desgraciadamente,
rio y de lo imposible.,)-. Lo que resulta más definitivo es muy capaz de entender/Esa es la razón por la que
y notorio en la llamada condición humana, me parece el poema de Lucrecio, que se propone curar la angus-
que reside justamente en lo siguiente:··estar provisto tia humana mediante la revelación de la verdad tiene
de saber -a diferencia de los animales o de los obje- Y sólo puede tener como principal consecuenci~ la de
tos inanimados- y, a la vez,' desprovisto de recursos incrementar aun más esa misma angustia. ,La adminis-
psicológicos suficientes para hacer frente a su propio ,tfación de la verdad no le sirve de nada a quien sufre
saber,' estar dotado de un incremento de conocimiento ,_E~c~amente a causa de la verdad; asimismo, la per-
28 29
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=.._,,,.,,,.,,.~
cepción forzosa de la realidad, a la que invita Lucre- y unido a ella de forma necesaria y por esencia, es algo
cio, no tiene ningún efecto benéfico en aquél que, ante directamente contrario a sí mismo, a la perfección y a
todo, teme precisamente captar la realidad en sí misma, su propio fin, que sólo es la dicha, algo que se arruina
en su estado desnudo y cruel,· El remedio es aquí peor a sí mismo, que es su propio enemigo. Por lo tanto, el
que la enfermedad: al exceder las fuerzas del enfermo, ser de los seres vivos está en contradicción natural
sólo puede asistir a un cadáver que ya ha sucumbido esencial y necesaria consigo mismo«.Ciaran resume e~
'.1
a la experiencia de una realidad que estaba por encima pocas palabras el mismo pensamiento en un aforismo
de sus fuerzas -o reconfortar, en algún que otro caso, de La tentación de existir. «Existirequivale a una pro-
a un hombre sano que, en realidad, no lo necesita-:-,; testa contra la verdad.« 11.,¿¡
¡si
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Leopardi analiza perfectamente, en un pasaje de su
Zibaldone, esa inadecuación y contradicción necesa-
ria que opone el ejercicio de la vida al conocimiento
Así, normalmente no es posible vivir más que a con-
dición de mantener a raya la verdad, o más bien, de
tomarla siempre al revés: tarea agotadora que ilustra,
-1: 1~
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de la misma: «No se puede exponer mejor el horrible entre otros, el antiguo mito de Sísifo. Ilustrada también 1lt@;
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misterio de las cosas y de la existencia universal ( ...) por la mayoría de las empresas filosóficas, cuya princi-
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más que declarando insuficientes e incluso falsas, no pal intención no consiste en revelar la verdad al hom-
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sólo la extensión, el alcance y las fuerzas de nuestra bre, sino más bien en hacer que la olvide: en hacer que
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:1
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razón, sino sus mismos principios fundamentales. Por
ejemplo, ese principio -sin el cual se vienen abajo tod~
«pase»su crueldad, como un medicamento hace que
cese provisionalmente un dolor, en dulcificar la expe-
1.:
¡rtii:;;
proposición, todo discurso, todo razonamiento, as1 riencia de la realidad con una infinita variedad de reme-
como la seguridad misma de poder establecer y con- dios -más o menos improvisados según el grado ele
cebir los verídicos a través suyo-, ese principio, digo, recursos intelectuales que tenga el filósofo-, remedios
según él cual una cosa no puede al mismo tiempo ser que siempre se reducen, a fin de cuentas, a un exor-
y no ser, parece totalmente falso cuando se considera cismo alucinatorio de lo real, parecido a la ingenua afir-
las contradicciones palpables que hay en la naturaleza. mación ele Eric Weil evocada más arriba (<,Loque se da
Ser realmente y no poder de ningún modo ser dichoso, inmediatamente no es real«). El filósofo -una vez más, ,.
y ello por impotencia innata, inherente a la existencia no todos los filósofos, pero sí un gran número ele ellos-
-o, más bien, ser y no poder dejar de ser desdichado-, •se parece al médico de cabecera de un enfermo incu-
son dos verdades tan demostradas y ciertas por lo que rable: preocupado por calmar a toda costa su sufri-
respecta al hombre y a todo ser vivo como pueda serlo
cualquier otra verdad según nuestros principios y ?ues-
tra experiencia.' Ahora bien, el ser unido a la desct1cha,
miento (del que, por lo demás, participa), pero indife-
rente por el valor de los medios empleados con tal que
éstos tengan un efecto tangible e inmediato.' Así, su pri-
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mera preocupación consiste en tratar de establecer, niendo al reino soberano y apremiante del ser el reino
cueste lu que cuest<:',··que lo real no es real, dado que fantasmático y moral de un «deber ser».
se sufre a consecuencia de lo real;que es, en definitiva, Como estoy evocando incidentalmente la propen- ,
la causa de todo mal_,_,,Delmismo modo, Marce! Proust, sión humana (y filosófica) al moralismo, aprovecharé
que sabe que Albertina se ha ido, encuentra un reme- la ocasión para repetir una verdad que ya he enun-
dio tan instintivo como absurdo en la idea de que Alber- ciado en una obra de primera juventud (La filosofía
j 1
tina no se ha ido realmente: «Laspalabras "la señorita trágica): rque la moral no está en absoluto contra lo
Albe11inase ha idu" acababan de producirme en el _alma inmoral, lo injusto, lo escandaloso, sino más bien con-
un sufrimiento tal que no creía poder resistirlo por más tra lo real -única y verdadera fuente de todo escán-
tiempo; había que hacerlo cesar inmediatamente; blando dalo::;!El caso de Platón y de Rousseau, por limitarme
hacia mí mismo como mi madre hacia mi abuela mori- a estos dos únicos y eminentes especialistas en mate-
bunda, con esa misma buena voluntad me decía que ria moral, es aquí muy claro.' El ardid 'é:lePlatón con-
no se debe dejar sufrir a quien se ama: "Ten un poco siste, en efecto, en presentar constantemente como
,,, 1
de_paciencia,se va a encontrar un remedio para ti, estáte despreciable e indigno del hombre lo que, por el con-
tranquilo, no se va a dejar que sufras de esa manera." trario,"constituye su más elevada y difícil tarea': quiero
Y descubriendo vagamente que, si un momento antes, decir,'adaptarse a lo real,' encontrar su satisfacción y
cuando aún no había llamado, la partida de Albertina su destino en el mundo sensible y perecedero.' Asi-
me había podido parecer indiferente, incluso deseable, mismo, la locura de Rousseau consiste esencialmente
es porque lo creía imposible/ fue en este tipo de ideas en condenar como inmoral toda realidad, puesto que
.. 1
en el que mi instinto buscó, para aplicarlos sobre mi es trágica. Rousseau, que jamás invoca este pensa-
herida abierta, los primeros calmantes: "Todo eso no miento absurdo, aunque le atormentaba sin descanso,
tiene ninguna importancia porque voy a hacer que lo confiesa, no obstante, y con toda crudeza, proba-
vuelva en seguida. Voy a estudiar los medios, pero de blemente gracias a un momento de descuido, •'en un
todas formas estar;i aquí esta noche. Por consiguiente, pasaje sorprendente de su Carta a D'Alembert:':,¿Qué
es inútil que me preocupe."» Se observará que puede se aprende en Fedra y en Edipo, sino que el hombre
reemplazarse aquí la fórmula «la señorita Albertina se no es libre, y que el cielo le castiga por los crímenes
• ha ido» por la fórmula «lo real es lo real» sin necesidad que le ha hecho cometer? ¿Qué se aprende en Medea,
de cambiar ninguna otra palabra en este pasa¡~ de Alber- si no es hasta qué punto el furor de los celos puede
tina desaparecida. 1Así, la filosofía s_eobsti1;t general- volver a una madre cruel y desesperada? Asistid a la
mente en reemplazar la idea de que «eso es»por l;i idea mayoría de las piezas del Tbééitre-Franrois, y en casi
de que es imposible e inadmisible que «eso sea»: opo- todas hallaréis monstruos abominables y acciones atro-
32 33
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ces, útiles para dar, si se quiere, interés a las piezas y las ideas falsas se clasifican fácilmente según el capri-
ejercicio a las virtudes, pero a buen seguro peligrosas cho de Kant: las primeras se reconocen por su natu-
en tanto que habitúan los ojos del pueblo a horrores raleza agradable; las segundas, por su aspecto ,deso-
lador».·
que ni siquiera debería conocer y a fechorías que no
debería suponer posibles (el subrayado es mío),,, En 'Aquí nos gustaría contestar: si la realidad puede, en
otros términos:res inmoral y chocante dar a conocer efecto, ser cruel, no por ello es menos real,. Dura /e.x
::¡,,: la verdad.a alguien, ya que ésta es poco agradable. O sed de.x: rea/itas crudelis sed rea/itas. La dureza de la
::l¡ también: la verdad sólo es admisible hasta un cierto cosa no impide que la cosa sea, indiferente por com-
,¡ '' " pleto hacia los que atormenta y hacia los que, llegado
,1¡
,1
grado de crueldad, más allá del cual se encuentra mar-
11 li! cada con una prohibición.JAsí, la última palabra de la el caso, puede incluso aniquilar. Así, la experiencia de
!'[
,., " filosofía de Platón, como la de Rousseau , se resume , la realidad es comparable a esa crueldad mezclada con
' 'alegría'de la que habla Nietzsche, en El caso Wagner,
1
;,I ,," a mi modo de ver, en este simple y aberrante adagio:
,,, ,1
1,1
"si la verdad es cruel, es que es falsa '-Y, por consi- a propósito del Carmen de Bizet: ,Esta música es ale-
,:1
" !:\ li gre, pero no de una alegría francesa o alemana. Su ale-
.1:1
:tl 11 guiente, debe ser al mismo tiempo refutada por los
i' l!j!' I' doctos y ocultada al pueblo-.·' Kant se inspira a gría es africana; la fatalidad se cierne sobre ella, su feli-
i¡i 'l cidad es breve, repentina, imperdonable." Esta
1, menudo, me parece, en el mismo adagio: estable-
Ji
ciendo de buen grado -o creyendo establecer- la vali- observación de Nietzsche sirve para cualquier reali-
i1I i' dez de las tesis que le son queridas (como la inmor- dad, al margen de que se experimente como alegre 0
;¡¡1 ti
talidad del alma o la racionalidad y la finalidad de la triste -por lo demás, sabido es que la característica ele
\i lo ,imperdonable» (ohne Pardon), que Nietzsche adju-
!!ir naturaleza) en la sola consideración del carácter con-
:w dica con razón a la música de Bizet en Carmen en el
traproducente de las hipótesis inversas. Es el caso de
uso corriente va más fácilmente unida a un ac¿nteci-
esta curiosa demostración de la primera proposición
miento o a una decisión funestas-.'Felicidad y tristeza
de la Idea de una historia universal en sentido cos-
comparten la suerte común a toda experiencia de la
mopolita. Proposición: ,Todas las disposiciones natu-
rales de una criatura 'están determinadas de tal forma realidad, la de ser inmediata y sólo inmediata. Y la fata-
lidad que se cierne sobre ella, como dice Nietzsche,
que algún día se han de desarrollar completamente y
conforme a un fin:,, Demostración! ,Puesto que si nos no significa que sea la obra de un destino inscrito con
antelación, sino solamente que su inmediatez la hace,
apartamos de este principio'. ya no tenemos una natu-
al mismo tiempo, ineluctable, en cuanto a su presen-
raleza conforme a leyes, sino una naturaleza que anda
cia en el momento preciso en que tiene lugar, y más
a ciegas, y el azar desolador reemplaza al hilo con-
que incierta, en cuanto a sus oportunidades de dura-
ductor de la razón." 'En suma, las ideas verdaderas y
35
34
Mwvmw· 7
ción o de supervivencia. Lo ineluctable, hay que recor- remedio y de la única vacuna (esto es, la administra-
darlo, no designa lo que habría ele ser necesario por ción de la verdad), pero ésta posee una fuerza tal que,
toda la eternidad, sino aquello a lo que es imposible si bien reconforta llegado el caso a las naturalezas sanas,
sustraerse en el instante mismo. tiene como principal efecto, además, el de liquidar en
Pensamiento moral y pensamiento trágico se repar- el acto a las naturalezas débiles. Éste es, por otra parte,
ten ele ese modo la opinión de los hombres, sugiriendo un hecho paradójico y notable, aunque poco señalado
a unos la idea m,rs tranquilizadora, pero la más iluso- por lo que conozco, y tan cierto de la medicina como
ria (principio ele realidad insuficiente), y a otros la idea ele la filosofía: el ser quirúrgicas sólo respecto ele los no
más cruel, pero la más verdadera (principio ele realidad enfermos, ele los que al menos disponen ele un cierto
suficiente). De ahí las dos graneles categorías ele filoso- fondo ele salud. Así como la filosofía digna ele crédito
fías y ele filósofos, según que éstos apelen a un mayor no es comprendida más que por los que de antemano
bienestar o, al contrario, se avengan a lo peor. Esto es ya la conocen un poco y, por lo tanto, no tienen real-
'':i
un poco lo que sugiere' Samuel Butler cu~nclo e~cribe, mente necesidad de ella, así la medicina no puede ni
':I
!:; ¡·,¡ en un pasaje de El destino de toda carne: •,\Unnumero podrá curar nunca más que a los sanos.
muy reducido de hombres atribuyen importancia a la
verdad, o piensan que es más noble y mejor creer en
lo verdadero que creer en lo falso, a pesar del hecho
ele que a primera vista puede parecer más beneficioso
creer en lo falso. Y, sin embargo, sólo de este reducido
,I número de hombres puede decirse que creen en algo;
los demás no son más que unos incrédulos que se aver-
güenzan de serlo." Por lo que a mí respecta, propon-
dría una distinción entre dos clases de filósofos:'la espe-
cie de los füósofos-curanderosy la de los füósofos-méclicos.
Los primeros son compasivos e ineficaces; los segundos,
eficaces y despiadados'. Los primeros no tienen nada
sólido que oponer a la angustia humana, pero dispo-
nen de una gama de falsos remedios que pueden ador-
mecerla durante más o menos tiempo, capaces no ele
curar al hombre, pero sí suficientes, diríamos, para que
pueda ir tirando. Los segundos disponen del verdadero
36 37
EL PRINCIPIO DE INCERTIDUMBRE
39
W7f&¡'k¡'j'.4'('~fi$Jífü;¡?f
776'-
tión, es decir, el filósofo, se muestra como uno de los radicalmente sus términos. Tampoco hay, hablando con
más desconfiados con respecto a sus propios y mejo- propiedad, »cienciasexactas» (fuera de las matemáticas,
res productos: Pitágorasn,o cree en los 1;úmeros, Pla- que renuncian a toda verdad de hecho y se contentan
tón no cree en las ideas, Epicuro no cree en los átomos, con hacer concordar unas conclusiones con unas pre-
Al contrario que el fanático, tiene bastante sensatez para misas): lo mismo que una verdad histórica, una verdad
i 11·
no obstinarse en querer mantener una verdad que cier- física siempre será objeto de duda y de revisión. Lo cual
''
,,,, tamente ha enunciado, pero de la que sabe también, y no quiere decir que el historiador y el físico dejen de
probablemente mejor que nadie, hasta qué punto es evocar unos hechos indudables, aun cuando sean inca-
dudosa, como también lo sugiere Montaigne en otro paces de ofrecer una explicación cierta y definitiva sobre
pasaje de la Apología: »Enverdad, no sé si el ardor que ~ los mismos/Las interpretaciones sobre la Revoludón
nace del despecho o de la obstinación contra la impre- Francesa o sobre la ley de la caída de los cuerpos son
sión y la violencia del juez y del peligro, o el interés de y serán quizá siempre más o menos controvertidas; sin
la reputación, no han llevado a tal hombre a sostener embargo, es imposible poner en duda su hecho, por
','I i·''' hasta la hoguera la opinión por la cual, entre sus ami- ejemplo, pensar que la Revolución Francesa no haya
gos, y en libertad, no habría querido quemarse la yema tenido lugar, o que la caída de los cuerpos no corres-
ele un dedo,» ponda a nada observable en la naturaleza, Ambas son
El hecho ele que un filósofo esté menos convencido verdaderas: la primera, cuando tuvo lugar; la segunda,
que cualquiera ele la verdad a la que se encomienda cuando se concibió. ·son verdaderas en la medida en
puede parecer muy paradójico. Sin embargo, el hecho que fueron verdaderas en su tiempo, pudiendo de ese
es indudable y obedece a la naturaleza misma ele la »ver- modo apelar, como diría Hegel, a un cierto »momento»
dad» filosófica.Fácilmente puede constatarse, con razón, de verdad: Ahora bien, lo propio ele las verdades filo-
que la duda es inherente a la naturaleza de toda ver- sóficas, a diferencia de los otros géneros de verdad, con-
dad, sea cual sea su género. Así, cualquier hecho, por siste en no poder nunca apelar a un »momento de ver-
simple y evidente que fuese en el momento de su apa- dad, semejante. En la medida en que la filosofía es una
rición, se vuelve incierto y vago tan pronto como se le ciencia de problemas insolubles, o al menos de pro-
convoca, una vez que ha pasado, ante el tribunal de la blemas no resueltos, como decía Brunschvicg, las solu-
justicia o el ele la memoria colectiva. Del mismo modo, ciones que aporta a sus propios problemas son nece-
• una verdad científica, por muy cierta que pueda pare- sariamente y por definición dudosas ~hasta tal punto
cer en su momento, se desgasta rápido al contacto con que una verdad que fuese cierta dejarla de ser por eso
ulteriores concepciones que la interpretan de otra mismo una verdad filosófica, y un filósofo que estuviese
manera, en el marco ele una nueva teoría que modifica convencido de la verdad que él mismo propone deja-
40 41
'i
ría al mismo tiempo de ser un filósofo (aunque pueda particulal't,Pero el interés principal de una verdad filo-
ocurrirle, en cambio, que esté persuadido muy razona- sófica consiste en su virtud negativa, esto es, en su
blemente de la falsedad de las tesis que critica).:i.Por lo fuerza para disipar ideas mucho más falsas que la ver-
demás, este principio de incertidumbre, dependiendo dad que se formula a contrario.!Virtud crítica que, sí
de que se respete o no, puede servir de criterio para bien no formula por sí misma ninguna verdad mani-
separar a verdaderos y falsos filósofos: un gran pensa- fiesta, consigue al menos denunciar un gran número
dor siempre es uno de los más reservados en cuanto al de ideas que se mantienen erróneamente como ver-
valor de las verdades que sugiere, mientras que a un daderas y evidentes. Con la naturaleza de las verda-
filósofo mediocre se le reconoce, entre otras cosas, por des filosóficas pasa un poco como con la de los borra-
estar siempre convencido de la verdad de las neceda- dores que se usan para los encerados, a los que tan
des que enuncia.' sólo se les pide que borren bien. 'En otros, términos,
Cabe preguntarse, desde luego, dónde reside el una verdad filosófica posee un carácter esencialmente
interés de una verdad filosófica destinada necesaria- higiénico: no procura ninguna certidumbre, pero pro-
mente a la duda y a la incertidumbre, y que está pri- tege el organismo mental contra el conjunto de gér-
vada, por consiguiente, de todos los atributos tradi- menes portadores de ilusión y de locura. Por otra
cionales de la verdad. En primer lugar, hay que parte, esa misma incertidumbre inherente a las ver-
observar aquí que el interés de una idea no se con- dades filosóficas, que les confiere, si se quiere, su
funde jamás con el conocimiento incuestionable de debilidad, también les confiere su fuerza. El trabajo
su verdad, como tampoco se confunde el interés de de la duda, en efecto, no tiene poder más que sobre
un hecho con el conocimiento de su naturaleza.'· Así, lo que se ofrece como cierto y seguro; en cambio,
el hecho de la sexualidad, y el universal reconoci- resulta totalmente ineficaz contra lo que se presenta
miento de su interés, siempre ha sido aceptado sin por sí mismo como incierto y dudoso, ya que una ver-
perjuicio de su carácter extremadamente obscuro e dad incierta es también, y necesariamente, una ver-
incomprensible, del que dan prueba con toda fran- dad irrefutable. la duda no puede nada contra la duda.
queza quienes más han tratado de revelar sus miste- Por eso justamente escribe Montaigne, en el pasaje
rios, tales como Freud, Georges Bataille, Lacan y, antes citado más arriba, que lo propio de toda gran ,inven-
que ellos, Schopenhauer. De donde puede deducirse, ción» filosófica radica en ,sostenerse frente a las obje-
con razón, que toda realidad interesante, lo mismo ciones contrarias» Un pensamiento sólido es, de
que toda verdad profunda, es esencialmente ambigua, hecho, un pensamiento capaz de defenderse no sólo
por no decir paradójica: siendo a la vez reconocida ante todas las ,objeciones» que se le puedan poner,
por todo el mundo y desconocida por cada uno en sino también, y yo diría que sobre todo, ante cual-
42 43
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quier empresa de desnaturalización y de interpreta- procamente. Por lo demás, no hay ninguna razón
ción errónea -como lo dice inmejorablemente Samuel para interpretar las divergencias ele doctrina en tér-
Butler en un pasaje de Lije and habit: •,Si una verdad minos de oposición, para suponer que una idea está
no es lo bastante sólida como para soportar que se la en contradicción con otra cuando tan sólo es dife-
desnaturalice y se la maltrate, es que no pertenece a rente de ella. Nietzsche hace notar, al comienzo de
•,¡11 .r una especie muy robusta.,: Lo mismo sucede con las Más allá del bien y del mal, que el paso obligado de
11· ::,1,1 traducciones, por detestables que sean a menudo, que la idea de diferencia a la de contradicción constituye
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no consiguen más que aminorar, pero no anular del uno de los principales dogmas de la ilusión: <>Lacre-
,i todo, la potencia expresiva del texto que traducen, encia fundamental de los metafísicos es la creencia
por poco que éste sea de calidad. Ahí reside, por otra en las oposiciones de valor. Incluso a los más pru-
parte, el signo infalible de la calidad de un texto, que dentes, a los que se habían jurado "de omnibus dubi-
consiste en pasar siempre, al menos en parte, la tandum ", no se les ocurrió dudar sobre este punto,
,, l'i}-:
prueba de la traducción-traición. , en el umbral de su empresa, donde la duda era lo
'', :,r',', Haré notar de paso que el carácter incierto de las más necesario. ( ...) Podría ser (. ..) que lo que cons-
verdades filosóficas más profundas permite explicar tituye el valor de las cosas buenas y veneradas
el hecho, aparentemente paradójico y enigmático, de dependiera precisamente del hecho de hallarse
que las proposiciones formalmente contrarias, e emparentadas, mezcladas o confundidas de forma
incluso contradictorias, puedan ser también consi- insidiosa con las cosas malas y aparentemente opues-
deradas como pertinentes. Nada más justo, por ejem- tas, del hecho de que unas y otras sean, quizá, de la
plo, que lo que Platón en El banquete y Lucrecio en misma naturaleza.,
el De rerum natura dicen respectivamente del amor (C Volviendo al hecho de que la verdad filosófica sólo
-pero tampoco nada más diametralmente opuésto-. es válida en tanto que es incierta y no posee, en defi:
Esta coexistencia pacífica de las verdades contrarias nitiva, más virtud indiscutible que la virtud medicinal,j
se explica, no por el fantasma hegeliano de un saber invocaré brevemente el caso del materialismo de Epi- -"'
absoluto que al final terminase por reconciliar el con- curo y de Lucrecio. Es evidente, en efecto, y en esto la
junto de todos los enunciados filosóficos, sino por doctrina epicúrea resulta filosóficamente ejemplar, que
el carácter incierto de cada uno de estos enunciados. ese materialismo es a la vez insostenible y saludable:
Consideradas como definitivamente adquiridas, las insostenible con respecto a su propia verdad, saluda-
verdades filosóficas se excluyen por fuerza en cuanto ble con respecto a la suma de errores y de absurdos
no digan lo mismo. Consideradas, en cambio, como que elimina. Las dos máximas fundamentales del epi-
siempre dudosas y aproximativas, se toleran recí- cureísmo pueden parecer, con mucha razón, unos pen-
44 45
consiste en querer obtener un asentimiento universal,
samientos especialmente limitados y pobres.'Asimilar la si es preciso a hierro y a fuego, pues una verdad dudosa
verdad a la existencia material, el bien a la experiencia prescinde fácilmente de toda confirmación o anulación
del placer, equivale sin duda a frustrar toda esperanza por parte de lo real, mientras que una verdad tenida
de elucidación en profundidad y a limitarse, por lo que por cierta se encuentra necesariamente expuesta al ·
respecta a esos dos puntos, al más minimalista de los deseo incontenible y obsesivo de una verificación a tra-
discursos. Pero debe observarse, por otro lado, que la vés de los hechos, de una confrontación victoriosa con
tentativa de asimilar la verdad a otra cosa que no sea la los sinsabores de la realidad -razón por la cual el hom-
materia, el bien a otra cosa que no sea el placer, con- bre de la duda deja a todos en paz, mientras que el
duce generalmente a unos enunciados mucho más sos- hombre de la certidumbre no para hasta haber llamado
pechosos y absurdos ellos mismos que las fórmulas_epi- a todas las puertas-. Así, la virtud complementaria de
.. cúreas. ·En tanto que filosofía crítica, el matenahsmo un discurso minimalista e incierto consiste en ser ino-
constituye quizás el pensamiento más elevado que fensivo y poco comprometedor, en no poder prest~1r
existe: en cambio, en tanto que filosofía "verdadera»,es servicio a ninguna causa, mientras que un discurso
el más trivial de los pensamientos'.' Como lo advierte seguro siempre puede ser sospechoso de preludiar
Nietzsche en un pasaje del aforismo 9 de Más allá del alguna cruzada,, Resumiendo( la «seguridad»de un dis-
bien y del mal, que responde directamente a las pala- curso filosófico, en los dos sentidos del término evoca-
bras de Montaigne citadas más arriba(u11¡¡_f'i]Q~ofraª~¡a dos más arriba, reside en su carácter a la vez crítico e
de ser creíble tan pronto como comienzaa _creeren sí J
inutilizable.
misma.1Lo que otorga fuerza a la filosofía epicúrea, Si la aptitud principal de la filosofía consiste más
•como a toda gran filosofía, por otra parte, no consiste bien en denunciar los errores que en enunciar las ver-
en acceder a una verdad profunda y cierta, sino en dades, de ello resulta el hecho, paradójico en apa-
lograr atenerse, si se me permite decirlo, al menor de riencia, pero no obstante verdadero,' de que la fun-
los errores. Por mi parte no veo ninguna razón para no ción principal de la filosofía es menos la de aprender
subscribir la declaración de fe enunciada por un per- que la de desaprender a pensar.• La necedad propor-
sonaje del Club de los negocios raros de G.K. Chester- ciona, por lo demás, una sólida contraprueba de esta
son (aunque su autor procura rechazarla inmediata- aparente paradoja, ya que ésta no consiste, contraria-
mente después de haberla escrito} "Si hay que ser mente a lo que se piensa en general y sin razón, en
materialista o insensato, elijo el materialismo.» Y aña- una pereza mental, sino antes bien en un exceso
diré que, si una verdad dudosa es preferible a una ver- desordenado de actividad intelectual, ele la que clan
dad aparentemente segura, es también porque ésta testimonio, por ejemplo, Bouvard y Pécuchet, inclis-
última se inclina más que la otra hacia esa locura que
47
46
cutibles héroes modernos de la tontería.•El interés mada. Fantasma de advenedizo, diría incluso: de
manifestado por las ..cosas de la inteligencia», como alguien que por su inteligencia se ha elevado efecti-
se dice en La bella Elena ele Offenbacb, es más a vamente muy por encima de su origen animal, pero
menudo indicio ele una mente mediocre que de una que ahora se esfuerza por olvidar su ascendencia ver-
mente sagaz;, con toda razón, sin duda, y no por un dadera/ ~tíi_<ilarétarn~_iénque el absurdo inherente a ,
alarde de coquetería, el más penetrante de los pen- esav.Ql_u11ta~_dé inteHgencia consis~e ante todo en con;
sadores franceses, Montaigne, confiesa tener una <::,<!~L~S_':'.l!oi-,:i¿ representacióndelis-cosasque
mente pausada. <'ª-(;Xpedmentar g_sa_s.~~ascosas;-::a]Jlcili.iLsu inten-
' Se sabe que la h.abitual sobrestimación de las fun- sidad_trágic:~jubilatoria~es:como ,:l(;jar pájaro en
1 ,·:·
ciones intelectuales es tal que los hombres, que en su ITiano_por_c~_nt9 yolar1do el suponer que el conocí-.
inmensa mayoría y en su locura temen ser considera- . rnie11t()que pueda tenersé-ctéJá reáüdad ~aya a pre-
dos impotentes en materia sexual, temen al menos otro _yalect:rsQ!)L~Ja_ riqt1~7:adt:_La_r_eaJida.d.111i:s~
Así, hay
tanto ser tomados por imbéciles:• como si reconocer una especie de numerosos falsos sabios que no acce-
una falta de inteligencia supusiera perder completa- den a la paz del alma más que a través de una suerte
HI '
mente el honor y verse casi borrado del mapa.' !les.e de anestesia general con respecto a la realidad, de una
cartes ilustra muy bien, aunque en apariencia sin ver insensibilidad hacia lo real que les vuelve incapaces
ahí malicia alguna, esa universal reivindicación de inte- tanto de temer como de desear; tal es el caso, por
ligencia,• tan obstinada como absurda," en la primera ejemplo, de Paul Valtzy, que por lo demás conviene
,,' frase misma del Discurso del método: «Elbuen sentido en ello él mismo: '•Confieso que he hecho un ídolo ele
es la cosa mejor repartida del mundo: pues cada cual mi mente, pues no he encontrado ningún otro.',,Mejor
piensa estar tan bien provisto ele él, que aun los más no se podría decir que el interés manifestado sólo hacia
difíciles ele contentar en cualquier cosa, no suelen ape- la inteligencia traduce una incapacidad para interesarse
tecer más del que ya tienen) Por mi parte, mucho me por sea lo que fuere -incapacidad que I3ouvard y Pécu-
temo que esta int1ación ele los valores puramente inte- chet, antes que Valéry, experimentaron con crudeza
•. ,~-····· • j
lectuales, manifiesta en todas las empresas de separa- Justo para recordar, una vez más, el vínculo sutil, pero
ción radical del cuerpo y del alma, sea en esencia tenaz, que acerca, se quiera o no, la inteligencia pura
imputable a un fantasma megalómano procedente del a la necedad absoluta-. Un personaje de Hergé que
deseo -al que hoy los psiquiatras convierten en el cen- encarna la total vulgaridad, Séraphin Lampion, declara
tro neurálgico de la neurosis obsesiva- de cortar los en Les bijoux de la Castafiore: "Advertid que no estoy
puentes entre la naturaleza del hombre y la naturaleza contra la música, pero francamente, ahora, por la
de cualquier otra cosa, ya sea animal o materia inani- mañana, prefiero un buen vaso de cerveza.» Sin
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embargo, resulta imposible dejar de apropiarse una
fórmula semejante (por supuesto, a condición de rem- ninguna causa, ningún sufrimiento logrará establecerla
plazar la palabra «música«por la palabra «inteligencia,), en realidad, por mucho y largo que éste os hiera. De
como con toda certeza la habría adoptado Montaigne, ahí el afán por el suplicio, que A. ¡\,ymard y J. Aubo-
que confiesa en la Apología de Raimundo Sabunde, a _yer evocan de un modo muy chistoso: «Hay una psi-
propósito de las «gentes de saber»: «Me gustan, pero cología del _rrtártir,y es eterna. ( ...) También hubo
no las adoro., incluso voluntarios a mártir, como esos cristianos de
Me falta •por decir en qué se relaciona el principio Asia que, durante el mandato de Commode, se pre-
de incertidumbre con la crueldad, pero la respuesta a sentaron en tan gran número al procónsul que éste,
esa cuestión es evidente: •si la incertidumbre es cruel, después de haber pronunciado algunas sentencias, los
es porque la necesidad de certidumbre es acuc!ante expulsó al invitarlos a dirigirse a la horca y al preci-
y, aparentemente, indesarraigable en la mayona de picio, 1 • No cabe más que alabar el liberalismo de este
los hombres. Se toca aquí un punto de la naturaleza procónsul que, en la incapacidad en que se encuen-
humana bastante misterioso y, en todo caso, aún no tra de satisfacer a todos, consiente no obstante, por
, dilucidado:• la intolerancia hacia la incertidumbre, into- caridad y en la medida de sus posibilidades, en man-
lerancia tal que arrastra a muchos hombres a sufrir los dar al suplicio cuando menos a algunos de los supli-
cantes.
peores males, y los más reales, a cambio de la espe-
ranza, por vaga que sea, de una ínfima certid~mbre. Lo más desconcertante de ese gusto por la certi-
, Así, el márti,r,jncapaz como es de establecer e incluso dumbre es su carácter abstracto, formal, insensible
hasta de definir la verdad de la que pretende estar tanto a lo que existe en realidad como a lo que
seguro, resuelve dar testimonio de ella, como lo indica pudiera ser, de hecho, doloroso o gratificante, Nietzsche
• la etimología' de la palabra mártir; mediante' la exh1; opone justamente, a la riqueza de la realidad, el carác-
bición de su sufrimiento'. ,:sufro, luego tengo razón, ter «pobre, y «vacío, de la certidumbre: ·«¡Ccmce-
-'como si la prueba del sufrimiento bastase para dar dedme, oh, dioses, una sola certeza, ésa es la ple-
validez al pensamiento,' o mejor,' a la ausencia de pen- garia de Parménides, aunque fuese una simple tabla
samiento,' en cuyo nombre e¡.mártir-testigo dice estar en el mar de la incertidumbre, lo justo para dormir
sobre ella! ¡Guardad para vosotros todo lo que está
•preparado a sufrir y a morir-.) Esta confusión res~ecto
de la causa por la que se sacrifica explica por anad1- en devenir, las formas jaspeadas, floridas, engaño-
sas, encantadoras, vivientes; y dadme tan sólo la
dura el carácter siempre insaciable de quien cultiva el
sufrim1ento (mientras que el que cultiva ~l placer suele
estar satisfecho): al no tener formalmente a la vista l. Histoiregénérale des civilisations,tomo II, PressesUniversi-
tairesde France.
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única, la pobre certez:1 completamente vacía!,,'.'Poco haber probado de todo, debían volver, según el pro-
importa, en suma, "'que una certidumbre informe yecto de 1:1ª.Ybert, a su oficio inicial de copistas
sobre algo real: sólo se le pide que sea cierta.,Por escrupulosos e intachables.
eso a la'adhesión'farütica a una causa cualquiera se El goce de perjudicar a los allegados, experi-
la '1~oceTobrúncfo·pciq1i.e, en eJforrdo, es total· mentado a menudo como prioritario frente al ele
;;;eñte-frréiiJ~rente 'a esa Glll§_J_ ~ólo esta fascinadá darse placer a sí mismo, procede quizá ele esa
])Or..elfi..
~tí·LO.J:k~i1,0~;;,,<:'),\1Sa:
le parezca;·iin._::;;rí misma idolatría de la certidumbre:•del sentimiento ,
n1omento. dacio,' poder scrt~9id_a,_C:CllllO _<:ie,ta~·
Un confuso de que, con toda certeza, el otro sentirá un
.rrú1iiísrá·con~encklo presta poca atención a las tesis disgusto, mientras que no siempre se está seguro
enunciadas por Marx, un staliniano convencido del placer que podría sentirse con respecto a uno
presta poca atención a la realidad histórica y psico- mismo:
lógica de Stalin:·Io que cuenta para ellos·es 'la idea La indiferencia del fanático en lo que concierne
'puramente'abstracta· de que el marxismo es verda- a su propio fanatismo explica el hecho, aparente-
"' dero o de que Stalin tiene razón, ideas indepen· mente paradójico, de que la terquedad en sostener
dientes por completo de lo que escribe Marx o de lo una causa venga acompañada siempre con una total
que hace Stalin.'Así, a la adoración de una vercl11_~e versatilidad, de que sea inherente a la naturaleza
1
...'1~~lliLJi.Lempre.1m~j119Jfe.ren.ci;,_respectode'. con- de la credulidad humana el ser necesariamente
tenido ele esa misma verdad., A semejantes fanaticos caprichosa y cambiante, puesto que, en resumidas
,, • .':,1·,
•les ocurre a vece~clo ITégan a dudar de su ídolo cuentas, una sola y misma cosa es ser crédulo e
o de sus ídolos,_sucesivos, que no encuentran sosiego incrédulo, fanático y versátil: 'el acto de fe no es
más que en l<ltlevoción hacia una causa humilde, la _mayoría de las veces, más que una compensa'.
pero indiscutible, por ejemplo, la verdad aritmética. c10n provisional a la incapacidad de creer, y así
Aquél,q1.1eha creído en todo, pero ha dudado tam· resulta imposible distinguir realmente al crédulo
bién de todo, puede convertirse muy bien, al final del incrédulo, o al fanático del versátil.. En suma
de carrera, en un excelente contable: el cálculo de • todo fanático es un escéptico desdichado y a ver'.
sumas precisas y de cuentas exactas le deparan, por gonzado ~e serlo'. O también: el hombre, en gene- •
fin, la ocasión de un indudable e interminable goce ral, •es cred~l.o poi:que es incrédulo~ fanático por-
ele la verdad. Así, Bouvarcl y Pécuchet, después ele que es versatrl._Spmo.za, después de Maquiavelo y
de Hobbes, senala bien ese vínculo entre la cre-
2. Die Philosophie im tragischen Zeitalter der Griechen, dulidad y la ·incapacidad de creer en realidad inca-
1896. pacidad que arrastra al crédulo a pasar de 'conti-
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53
nuamente de un objeto de creencia a otro, sin por una tendencia incomprensible hacia la servidum-
lograr jamás saciarse de él: »De la causa' que acabo bre como tal, que por la esperanza de ganar un poco
de asignar a la superstición, se sigue claramente d_~;:ert1du;11bre,
obte?ida a cambio de urn( ciega sumi-
que los hombres están sujetos a ella por naturaleza. sion hacia aquel que declara·ser garante"de la verdad
¡
( ... ) Vemos, además, que debe ser en extremo (sin revelar no obstante nad,i de ella, por supuesto).
diversa e inconstante, como diversas e inconstan- Tncapaces de mantener sea lo que fuere .corno cierto,
tes son las ilusiones que halagan al alma humana pero igualmente incapaces de adaptarse a esa incer- }
y las locuras a las que se deja arrastrar; que, en fin, ,i ti'dum bre,• 1os hombres prefieren la mayoría de las
sólo la esperanza, el odio, la cólera y el fraude pue- / veces remitirse a un maestro que afirme ser deposi-
l
den asegurar su mantenimiento, sabido que no ¡\rano de la verdad a la que ellos mismos no tienen l
1
tiene su origen en la razón, sino sólo en la pasión, !J,.~ceso:, tales como ]V!oisésfrente a los hebreos, Jac-·
y en una de las más fuertes. En consecuencia, 1
ques L,acan frente a sus fieles, el supuesto hijo· del
.,cuanto más fácilmente se dejan llevar los hombres guardian de la prisión frente a los prisioneros, en el ¡
por todo género de supersticiones, tanto más difí- aforis111084 de El viajero y su sombra de Nietzsche, 0
cil es hacer que persistan en la misma; más aún, el t~mbien otro guardián, aqm;I que vigila b ley en una
vulgo, que siempre vive en la misma miseria, jamás celebre parábola_ de Kafka y acepta todas las gratifi-
puede encontrar sosiego, y a ése sólo le gusta lo cac10nes sm de¡ar por ello que nadie penetre su
que es nuevo y todavía no le ha engañado.»' , seneto'. frente al ,,hombre del campo».:.Antes-q,J,easu-
..- Para terminar señalaré que ~orla c~ _n11r-~\l_ig_r)Q['.l!1~i_a,_.e_i:<=~~nc{J'OGa¡~_@,JibJoitl.(Lpo_['-[¡¡c
_
•<lumbre a menudo está asociado a u~_ _ilt1~LQ~___gug_bªJcªlguien.CJl1.e_p_i<:g;;a_µor
gJlos y.,,a))e
;idi~bre. Ese gustoporTise~bre, muy extraño, Jg_q_tJe__eH()~J1Q_Jqgr_a_rían saberi La adhesión a un;-
-pero universalmente observable también desde que causa, el fanatismo bajo todas s~Ísformas, es así menos
existen los hombres y piensan demasiado, diría paro- la obra de la persona que se suscribe a ella que de la
diando a La Bruyere, se explica probablemente menos persona intermediaria y fantasrnática en nombre ele la
cual se opera la adhesión.•EI fanático, por sí mismo,
3. Es decir, el temor, o sea, en la filosofía de Spinoza, el princi- no cree en nada; en cambio. cree en aquél o en aqué-
pio más general de retrocesoante la verdad -principioque corres- • lla a quienes supone errón~amente que creen en algo,·
ponde, a grandes rasgos, ffie parece, a los principios de retroceso ~o soy yo el que cree, es El; y por esa rnón creo en
ante la realidad de los que hablo en este libro-. El, aunque no sepa nada de Él ni de lo que Él sabe.
4. Traitéthéologico-politique,prefacio, tr. Ch. Appuhn, Garnier- "Esta creencia por poderes dice mucho acerca ele la
Flammarion. naturaleza de la creduíidad humana: recuerda, si fuese
54 55
necesario, que ésta no es el resultado de. una pro-
POST-SCRIPTUM
pensión natural a creer, sino, muy al contrario, de una
total e intolerable incapaciclacl personal ele creer en
• La cruelclaclele la realidad se ejemplifica de manera
sea lo que fuere. particularmente espectacular y significativa con la cruel-
dad del amor,, tema conocido y demasiado analizado
ya, sin duda, pero las cuestiones profundas tienen el
privilegio de permitir siempre un análisis parcialmente
renovado, lo mismo que toda gran obra de arte, por
ejemplo, musical, tiene el privilegio de ofrecer en todo
momento materia suficiente para una interpretación iné-
dita que revele sus aspectos aún inauditos y renueve
así perpetuamente su interés. No obstante, sin aspirar a
una ambición tan vasta y arriesgada;me contentaré con
relacionar el tema de la crueldad del amor con el de la
crueldad en general,'mostrar que la primera no es más 11
que uná variante' -o ,variación'obligada,, por seguir con
la metáfora musical- de la segunda. '.
• Entiendo aquí el término ,amor, eri 'SU sentido más
amplio: amor a otra persona, sin duda, pero también,. y
quizá en primer lugar, amor a la vida (o a la realidad), •
y amor a sí mismo, en fin, por no hablar del amor a
Dios, que agruparía los tres casos de amor citados (en
la hipótesis de la existencia de Dios), ni tampoco del
amor al prójimo (amor abstracto e irreal -aunque a
menudo revelador negativo de un odio muy real- que
descalifico por no haber hallado nunca su rastro en otra
parte que no fuera en las novelas de ,:olstoi,. así como
en el conjunto de la literatura edificante). 'Cabría sor- ,
prenderse· al ver· que se' prefieré el amor 'alas cosas"o
el amor a sí mismo· antes que el amor a una persona
57
56
amada, que es la más penetrante expresión del amor, ,, ele un'a;entaclo PSrpetraclocontra su ,individuación»,'esto
si creemos en el sentido común, el cual hace muy bien, es, una voluntad (ele inspiración manifiestamente scho-
por lo demás, en pensar de esa manera. 'Pero hay que penha~eriana)_'ele'quebra; la apariencia individual ·para
distinguir entre el amor que, en el momento en que ha:erla volver por fuerza a la especie ele la que no es
surge, causa el mayor mal -o el mayor bien- (amor a mas que u;1 acc,1clenteformal; al proceder a un tipo de
una persona) y el amor que, a la larga, causa el mayor construcc10? erot1caque comienza con el beso, primera
mal y las mayores dificultades (amor a sí mismo, amor marnfestac1ondel deseo ele morder,' y acaba -si el itine-
a las cosas). Aunque es cierto que el amor a las cosas ra: 10 amoroso llega a su término- con el descuartiza-
está subordinado al amor a una persona, también es miento Y la disgregación: No es éste el lugar para pre-
cierto, y más aún, que el amor a una persona está, no guntarse porla exactitud o la falsedad ele esta tesis'(que
por vía de reciprocidad, sino de superioridad jerárquica, tiene, m_epare~e, un poco _deambas cosas); 'sólo hay
subordinado al amor a las cosas)Vigny, sin duda, acierta que clec1rque esta no entra dirc>ctamenteen mi asunto. ,
al escribir, en dos versos célebres: ~Qué me importa el Volviendo a la crueldad del amor (y a su relación
día?, ¿qué me importa el mundo?/ Diré que sori bellos con la. crueldad ele la realidad), haré notar en primer
, cuando tus ojos lo hayan dicho: Pero la fórmula inversa , lugar que esta crueldad se percibe fácilmente en todos
sería aún más pertinente:'no encontraré bellos tus ojos' los nivel~s y en tocias las acepciones de la palabra
más que si, y sólo si,'primero he encontrado'bellos el «amor,,tratese del amor a sí mismo, del amor a las cosas
día y el mundo.' En otras palabras.:2tgurameote nada o d~l amor a una persona,'pues la' paraclojá consiste en
Juya ~nJa yjda_\i!_11Jn:U?g_i:!i!.DJ~¡'Jan gratificante como qu~ ningund de esos objetos ele amor resulta de hecho
ela~or, en el senticlg_corriente.dcl.g:rminolnacla, salvo. ser agradable; considerándolo fríamente, y en que todo
la vidamiJ111,g_--:'..·
Eso es lo que exprésabien Spino.za amante, por haber hecho siempre y a la fuerza una mala
c·uancfodefine 'el amor como ,la alegría acompañada elección, •se condena ele ese modo a venerar como lo
por la idea de una causa exterior..'.El amor no es más mejor aque?~ que en realidad es lo peor, no tardando,
que una variante -variante principal, ni que decir tiene- por lo ciernas,en reconocerlo él mismo como tal:·cle ahí
su tortura.' Odi et amo, dice d poeta Cátulo, Odi et amo.
del amor a la vicia.'
• Precisaré también, por si acaso fuera necesario, que Quare idfaciam,fortasse requiris. / Nescio, sedfieri sen-
la· crueldad del amor· a la que me refiero no tiene gran tia et excrucior ,Odio y amo a la vez. ¿Cómo es eso
• relación' con la "crueldad del erotismd tal como la posi~le?, quizá te preguntes. Yo lo ignoro, pero sé que
. entiende G:rorgss Bataille, que descubre en el amor car- es as1Yque eso me mortifica.,'Esta comprobación cruel
nal (pero también, y necesariamente, un poco mental) vale para todas las formas de amor. Me amo y me odio:
'pues sólo consisto en un"proyecto·,concienzuda y sabia-
,el proyecto cruel de una 'destrucción físicadel ser amado,'
58 'í9
mente programado, ele desaparición total, en un muerto, cree poder tranquilizar a éste, sumergido en una pro-
no indultado, pero sí beneficiado con una breve pró- funda aflicción, al hacerle observar que toda pena de
rroga; ése es el motivo por el que el yo, como dice ).'.as.- corazón se debilita con el tiempo; a lo que en seguida
cal, es odioso. Amo las cosas dd mundo y las detesto, responde Saint-Preux, y con mucha razón, que eso es
purc¡ue no son, en definitiva, mús afortunadas que yo lo que le incrementa su pena, pensar que acabará):•por
en materia de duración. Amo a una persona y la detesto: ser precisamente el final del amor 1o más cruel del amor. ,
pues, inevitablemente, está llamada a no amarme más ' Olvidar su dolor equivale, por consiguiente, a reavivar
-d caso nüs cruel, el más vejatorio para el amor pro- la llama ele su causa, que consiste ocasionalmente eri
pio-, a menos que yo mismo termine por no amarla la clificultaclele amar a una persona y ele ser amado por
mis -el caso menos duro, pero también, quizás, el más ella, sm eluda, pero que esencialmente consiste en la
siniestro, porque me hace sospéchar que /5J__ o1:i.g~E:_ci~1 imposibilidad de amar cualquier cosa. Así, el final de
"tocia decepción réside eJlmÍJnismo, y no en los demás:l las penas, en materia ele amor, no es más que el
.~11n[¡~1:~¡)1~-1~s:~c~<:ic1_<1~_pa1~,-~e~1fsié.r\4º-}'.?
m~mo:~ comienzo del verdadero castigo. •
(para hacer que mi deseo dure, para mantener durañte . Si al amor se le ha podido llamar brujo, en el sen-
mucho tiempo un rumbo, incluso para seguir una tido ele hechicero, como lo sugiere el título ele una céle-
idea)'....Chamfort ha resumido en una breve fórmula los bre obra ele Manuel ele Falla, es porque realiza, o más
términos ele esa alternativa sin esperanza: ·,.Lafelicidad~) bren parece realizar, una promesa imposible: la ele trans-
no es cosa fácil, es muv' difícil hallarla en nosotros e 1, formar nada en algo, así como la ele transformar acle-·
•
imposible hallarla en otra parte." ~--~~~---------- •./ más, por vía inversa, ese mismo algo en nada. Platón
La crueldad del amor (como la ele la realidad) reside acertó de lleno, en El banquete, al llevar el problema
en esa paradoja o esa contradicción que consiste en del amor al problema ontológico, el arrebato amoroso
amar sin amar-:en afirmar corno duradero lo que es efí- al sentimiento embriagador de un contacto fugitivo con
mero '-paradoja cuya representación más austera sería el ser. El amor, como Jano, es un mago que tiene dos
decir que algo existe y no existe a la vez-, puesto que caras opuestas: es capaz ele sacar un objeto ele la nada
de la esencia del amor forma parte el pretender amar en un número ele magia blanca, pero también es capa~
siempre, pero de su acción el amar sólo durante un de devolverlo allí como por encanto, en un número de
tiempo:De modo que _la_v~l_c)_el amor no cons~. magia negra. Manuel ele Falla da buena cuenta de esta
con la experiencia del amor. Por eso el apaciguamiento magia en un pasaje de El amor brujo: ,Lo mismo que el
·-Jeúi1:1peria-dé a1nor-sig~ifi~atambién un incremento fuego fatuo, el amor se desvanece» (se desvanece', dice
de esa misma pena, como lo hace notar Rousseau en
un pasaje de La Nueva Elofa·a(un amigo de Saint-Preux 1. En castellano, en el original. (N. ele! T.)
60 61
el texto español de Martínez Sierra: se borra, se eva-
pora, vuelve repentinamente a la nada). El sueño de una
noche de verano de Shakespeare, La double inconstance
de Marivaux, el CosiJan tutte de Mozart, son otros tan-
tos ejemplos sorprendentes de esta evanescencia cruel
del amor,'de su doble poder para aparecer y desapare-
cer,' para ser y no ser.'Pero, una vez más, esta ambi- APÉNDICES ,.
güedad no es otra que la ambigüedad inherente a toda
especie de realidad.'
Terminaré con una observación que concierne al
amor (en el sentido usual), pero que no tiene nada que
ver con la tesis general de este libro.' El amor es, sin
duda, la experiencia más gratificante que existe; sin
embargo, y ello contrariamente a un,_¡::,re_juicio tenaz,
o nunca da lugar a un verdadero «descubrimiento,~.-'Me
refiero a que en él se experimenta algo cuya noción ya
se tenía siempre -lo que explica el hecho aparentemente
paradójico de que tantos pensadores hayan podido
hablar con tanta profundidad del amor (tales como
Schopenhauer, Kierkegaard o Nietzsche) sin haber cono-
cido su experiencia real-. Sucede con el amor como
con los cien táleros evocados por Kant en la Critica de
la razón pura: los que están en mi bolsillo tienen la
inestimable ventaja de existir y de ser míos, pero no
difieren en absoluto de la idea que previamente me
hacía de esos mismos cien táleros. Es también un poco
lo que expresa Freud cuando señala que el pretendido
descubrimiento del amor, teniendo en cuenta la seme-
janza entre el amor adulto y g_am.g,rinfantil a la madre,
nunca es más que la ocasión de un reencuentro.
62
l. LA INOBSERVANCIA DE LO REAL "
65
sobrenatural:' i'esülta imposible conceoi{'Eomo se las que Swann es unÍnfimo de la señora d~ Villeparisis.
arregla el aparato perceptivo para no percibir, el ojo Réplica de la tía abuela a su hermana, que le anuncia
para no ver, el oído para no oír. Sin embargo, esta facul- la gran noticia: «¡Cómo!¿Conoce a Swann? ¿Una persona
tad, o más bien, esta anti-facultad, existe; es incluso una que pretendías que era pariente del mariscal de Mac-
de las más corrientes, como ,cualquiera pu,ede \lerificarlo Mahon?«'Esta última réplica da la exacta medida de la ,
a diario. • ' solidez del muro que protege a la tía· abuela de todo
• Proust describe muy bien la virtud de esta facultad reconocimiento del estado social de Swann;' por consi-
anti-perceptiva al comienzo de En busca del tiempo per- guiente, toda persona de la que se estuviera obligado
dido, cuando analiza los sentimientos y las reacciones a admitir que frecuenta a Swann quedará al mismo
de la tía abuela de Combray con respecto a Swann. tiempo excluida de la alta sociedad, Antes de que Swann
Sabernos que la tía abuela se niega a concebir que haya avanzado un paso en la opinión de la tía abuela,
Swann, amigo de la familia, viva por lo demás en un ésta habrá reducido a toda la aristocracia europea a la
ambiente de un alto nivel social y artístico, sin relación condición plebeya. Este golpe era para la señora ele
, alguna con la sociedad de Cornbray. •Pero los hechos Villeparisis; el próximo alcanzará al príncipe ele Gales,
son tercos, y deberían llevarla continuamente al sentido al conde de París y, si es preciso, por qué no, al maris-
de la realidad por lo numerosos y elocuentes que son cal Mac-Mahon en persona; ¡Milagro ele la facultad anti-
los signos que atestiguan la posición real de Swann'. Sin perceptiva! 'A la tía abuela se le podrá enseñar cornple- ,,
embargo; la tía abuela nunca se dejará liar; y 'es mara- lamente todo acerca de la realidad de Swann; no
villoso observar con qué arte; con qué genio' casi, per- obstante, siempre se asegurará por su cuenta para no
vierte el sentido de las informaciones que le llegan día enterarse nunca de nada. René Girard comenta preci-
tras día y logra darles la vuelta en perjuicio de Swann'. samente esto, en Mentira romántica y verdad novelesca:
Hay aquí un juego de mensajes enviados y de devolu- «La verdad, corno una mosca impertinente, vuelve a •
ciones irónicas al remitente. Mensaje: se demuestra a la posarse una y otra vez en la nariz de la tía abuela, pero
tía abuela que Swann posee una célebre colección de un manotazo basta para espantarla.» Diríase que se ha
cuadros. Réplica de la tía abuela, dirigiéndose a Swann: echado un ·cerrojo que bloquea toda información y
«¿Entiende usted algo de eso? Se lo pregunto por su pro- opone con éxito una ausencia de percepción a las evi-
pio interés, porque debería usted hacer que los mar- dencias más tangibles y manifiestas: O también, que se
chantes le volvieran a examinar los mamarrachos que ha bajado un cierre metálico que separa a la realidad,
le han vendido.» Otro mensaje: se demuestra que Swann tal y como el cierre repentino de un museo o de una
ha cenado «en casa de una princesa». Réplica: «¡Sí,una taberna rechaza sin contemplaciones al visitante reza-
princesa de vida alegre!« Otro mensaje: se demuestra gado: «Cerrarnos, se acabó, váyase.» De querer hacer
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valer sus legítimos derechos a ser percibida, la realidad namiento; incluso me atrevería a decir, exagerando un
se expondría al mismo fracaso que el visitante que pre- poco, 'que aquél que conociese a fondo el secreto de Q
tendiese entrar a la fuerza en el museo o en la taberna: esa cerradura conocería al hombre en su totalidad.
«Yale hemos dicho que estaba cerrado." Puede hallarse Únicamente haré constar, aunque esto sea evidente, que
un ejemplo ..sorprendente ...de ..~ste "~Lerre"
__
de la_percep- la esencia de ese cerrojo consiste en· determinar' un· .
ción en la película que Joseph Mankiewicz hiciera de punto· más· allá"del ·cual ·no ·se ·percibirá· nada· o también
la obra de Tennessee Williams, De. repente, el último y ello viene a ser lo mismo, ·en 'precisar una•;erdad sobr~
verano. La señora Venable se opone constantemente a la' cual 'se há decidido 'de' una' vez· por todas· que· no· se
la versión verídica de algunos hechos que le exponen volverá' más'. Así'"se·marcan' los' límites· de \uí territorio
su sobrina y un médico. Reducida por fin al silencio inviolable' (exactamente como el Combray de Proust).
ante la evidencia, despide a todo el personal doméstico Señalaré también que ese cerrojo' adoptá siempre un
y vuelve a la planta superior de su mansión, desapare- •carácter anticipado: es una negación anterior a toda.-\ ..
ciendo en un ascensor interior que la aísla del mundo investigación crítica o a toclo-ülte"í"ior.d~~c~biimiento: '
y rechaza sin remisión tanto a sus interlocutores como una especie de conjuro alucinatorio del futuro, esto es,'
a la realidad en general. Tartufo hacia lo mismo, inte- de lo que por naturaleza es eminentemente imprevisi-
rrumpiendo a un contertulio que ya empezaba a moles- ble e incierto -incluso habría que matizar aquí y añadir
tar: a continuación que 'ese conjuro sólo es alucinatorio a
medias, ya que en la práctica demuestra ser efectivo, al
Señor, son las tres y media; menos en un cierto sentido-.' Por lo tanto, es menos
Cierto deber piadoso me requiere allá arriba, una" protección contra los peligros presentes que una
Y me excusará por dejarle tan pronto. "pre-caución,:',o sea;-'una protección por adelantado; una
refutación a priori de los ataques futuros· -'refutación
Así, pues, un extraordinario cerrojo de seguridad necesariamente contradictoria; dado que los peligros
"priva ·a los hombres, en ciertas circunstancias, del 'ejer- venideros y las medidas de protección adecuadas sólo
cicio habitual de su facultad perceptiva· (por ,,Joshom- más tarde podrán conocerse con exactitud.:. Del mismo
bres, entiendo, naturalmente, todos los hombres, impu- modo, Abe! Gance pretendía recusar por adelantado
tando las diferencias de inteligencia y de agudeza cualquier objeción futura que se le hiciera a su película
perceptiva no a la presenci;, o a la ausencia del cerrojo, Napoleón, cuando ésta aún no se había rodado, decla-
sino al hecho de que el cerrojo se eche a mayor o menor rando solemnemente al conjunto de sus colaboradores,
distancia). Sabemos que resulta muy difícil precisar la en 1924: «Quiero sentir al contemplaros una ola de
naturaleza de ese cerrojo y sus condiciones de funcio- fuerza que pueda arrasar todos los diques de la crítica.,
68
1
Se advertirá aquí el mecanismo del cerrojo:' áriüncio bién engorda y prospera gracias a ellos'-: Invocaré aquí
desde hoy mismo que la película que quiero realizar es un recuerdo de juventud: el de una estudiante que
tal que quien la critique estará equivocado. Y si luego estaba convencida de que nuestro profesor la amaba
se la critica, sencillamente se comprobará que Gance en secreto apasionadamente, no obstante las palabras
tenía mucha razón al anunciar.de antemano que se esta- sarcásticas y a menudo muy hirientes con las que éste
ría equivocado si se la criticaba.'El cerrojo está echado, salía al paso de cada una de sus intervenciones. Ahora
y protege al cineasta lo mismo que a la tía abuela de bien, cada vez que le tocaba recibir en público tales
Combray. En la antigua Atenas, el procedimiento de la calabazas, no dejaba de volverse hacia nosotros con
graphe paranomon, que prohibía a los ciudadanos, bajo aire de triunfo, como si nos tomara por testigos y nos
pena de las más graves sanciones, incluida la muerte, dijera: «Ya veis que no sueño: me ama., Podría invo-
volver a cuestionar una ley ya aprobada por la Asam- car también al célebre Boubouroche de Courteline, al
blea del pueblo, ofrece un ejemplo similar de 'cerrojo que un vecino bien intencionado, pero muy poco acer-
previo.' , tado, quiere convencer de la infidelidad de su amante.
, Sin embargo, lo más notable de todo este fenomeno Conocemos el resultado: Boubouroche sorprende en
de rechazo de percepción consiste en que la 'opinión casa a su rival en compañía de Adéle, pero pronto
protegida por el cerrojo' no sólo no queda invalidada deduce de ello una fidelidad de su amante mayor
por las informaciones contradictori.as y los humillan- incluso de lo que se hubiera atrevido a esperar. El sis-
tes desmentidos que le opone sin cesar la realidad, tema del feed-back funciona aquí de manera ejem-
., sino que además, por el contrario,*resulta•confirmada plar, generando en Boubouroche uná firme convicción
y reforzada 'por esos mismos é:lesmentidos:,Lo mismo cuya máxima, a grandes rasgos, puede enunciarse así:
• que los sistemas que se vuelven autorreguladores ,Adéle no puede engañarme. La prueba: me engaña."
mediante el dispositivo llamado feed-back,'el sistema Naturalmente, Boubouroche ya estaba seguro de ello,
«rechazo de percepción« está tan bien organizado que pero ahora tiene la prueba en la mano -después de
sus propios fallos-, en lugar de debilitarlo; hacen que todo, dos certezas valen más que una sola-. El único
revierta hacia él la energía procedente de sus' lamen- culpable en este asunto es el vecino delator, que sufrirá
• tables consecuencias,'de sus continu.as desavenencias un severo correctivo. Correctivo merecido, por otra
con lo real. 'Los pasos en falso que necesariamente da parte, ya que éste debería haber sabido que toda infor-
están 'programados 'de tal manera que permiten'reali- mación contraria al deseo que se introduzca en un sis-
mentaren todo momento la fuente de error que los tema de •rechazo de percepción« se transforma al ins-
ha causado -así, el rechazo de percepción resulta ser tante en una •confirmación adicional," cuyo único
• un sistema que no sólo.genera errores, sino que tam- resultado consiste en proporcionar a la mente de quien
70 71
)
no percibe la última pizca de certeza que todavía le rir la fragilidad de las fronteras que separan tradicio-
faltaba. nalmente, por un lado; l;i.necedad-de la locura,'y por
El extraordinario poder de resistencia a la percep- otro, la. r1ecedad del ..odio. •
ción, que permite al Boubouroche de Courteline o a En lo que concierne a la primera frontera, la que se
la tía :abuela de Combray no ver lo que pasa. ante sus establece , entre la locura y la necedad , haré notar pri-
ojos, no podría ser interpretado, contrariamente a lo mero que la locura y la necedad son corno ··dos aliados
que.ª menudo se tiende a hacer, en términos de sim- naturales que'se prestan ayuda rnutuarnenté tan pronto
• ple ,:necedad»'.Una ceguera semejante está demasiado corno se perfila un peligro en el horizonte;'y ello hasta
cerca de lo que a diário se advierte en las manifesta- tal punto que apenas me parece posible que se admita
ciones de demencia fanática o rencorosa como para la existencia de una sin admitir al mismo tiempo la exis-
pretender constituir un género aparte, llamado nece- tencia de la otra.' Ninguna necedad podría, digamos, •.
dad, que pudiera definirse como'ce_g_uer:ajnocente; , funcionar por sí misma, por medio de sus solas fuerzas.,
-fu~ra de toda.s9specha g,e p¡¡crticipaciélgegJQ§._g~ne- (.Cuando decide que lo que se ofreoe. a su percepción se\
ros vecinos deJa.Jo<::ura y dd.odio: Sin duda alguna, re<;lllce a. llna realida,;I nula y sin valor, entonce.s le ·,
•se puede y hasta se debe hablar de necedad en el caso res1.1ltamlly.necesario ..eLauxilio..de ..es,1tn~c¡uina de igno- •
de Boubouroche y de la tía abuela,,pero a condición r:arJ9 reaJq1.1e constituye la especialidad deJa ..locura.,
de añadir que, bien mirado, esa necedad resulta indis- ,.,y recíprocamente, ninguna locura podría funcionar sin
cernible de lo que ocurre en los casos deJaJocura y la ayuda de una cierta necedad (ni, por otra parte, sin
d<clodio. El sentido común parece oponerse, es cierto, la ayud: de una cierta dosis <;l?_g_dio), 'a la que se pide
a esta forma de mezclar unas manifestaciones psico- socorro en caso de· emprender una investigación 'dema-
lógicas que se considera que son distintas. Pero es siado curiosa' o una éuestión demasiado embarazosa.'
posible que el sentido común se equivoque y distinga La observación de los locos, ya se trate de una grave
allí donde no hay nada que distinguir: imaginando, enajenación o de una ligera neurosis, confirma amplia-
, corno diría Qescartes, ,distinciones formales, entre mente el hecho, tan pronto como se halla en serias difi-
objetos que, realmente, nada permite distinguir.,Un cultades,' el perturbado mental recurre de modo inde-
análisis profundo y exhaustivo, tal corno sólo podría fectible a una justificación absurda o a un razonamiento
1
llevarlo a cabo el Dios de Leibniz,· quizá lograría l imbécil. Sin el permanente sostén de la"necedad,' el ejer-
demostrar que las tres nociones ·de necedad'. de mal- i cicio de la locura sería sencillamente imposible, las posi-
dad ·y de locura· son tres palabras que designan una ciones que ocupa, al ser indefendibles por sí mismas,
misma y única realidad psicológica.' Me limitaré a hacer se vendrían abajo al primer ataque como otros tantos
aquí algunas breves observaciones que tienden a suge- castillos de naipes.
72 73
• Por otro lado,· apenas es necesario señalar que la tancia, quien gana aquí es un ser débil, aunque logre
muralla con la que el loco se protege de lo real es exac- derrotar las fuerzas de_un adversario muchísimo más
tamente de la misma naturaleza que aquélla con la que sólido que él mismo. Pierre Janet acertaba y calaba
• toda persona considerada normal, aunque poco inteli- hondo, sin duda, cuando atribuía la fuente general de
gente, como la tía abuela de Combray, se protegede
0
toda locura a una deficiencia de la energía psíquica.
realidades cuyo reconocirnlenio pudiera ocasionar un Pero hay que añadir que esta debilidad viene acompa-
disgusto: Lo que Er<=l!Q ha designado con el nombre de ñada por una enorme fuerza y que la energía que le
·,represión,, no es, en suma, más que un caso particular falta al loco para afrontar lo real la recupera con creces
de ese cerrojo que puede observarse en todos los casos en cuanto se trata de contener lo real o sus supuestos
,normales, ele rechazo de percepción: Analizando a una representantes:· Por eso el loco (y el imbécil, por las mis-
joven e inteligente histérica, anota Freud lo siguiente, '.mas razones) es a la vez muy débil y muy fuerte: Muy ,
, en un artículo publicado en 1920: 1,E1análisis se desa- : débil: al no estar en condiciones de soportar lo real. ;
rrolló, por así decir, sin el menor indicio de resistencia: Pero tamqién muy__fu<=rt<=: por lograr, asu maner~, eli-
la analizada cooperaba mucho desde el punto de vista •minar de hechoe~a realidad que lé aflige, Esta fuerza,
intelectual, pero sin abandonar su tranquilidad anímica. •1a•empleada enlae!finfnádón de lo real, digárnoslo una
!'i vez más, es verdaderamente desconcertante,No se ve
Un día en el que le estaba explicando un punto teórico
particularmente importante y que le concernía de cerca, en absoluto qué contrafuerza podría alguna vez con-
me replicó en un tono inimitable: "¡Ah!¡Pero eso es muy trarrestar un poder semejante:·Y ello, necesariamente,
interesante!", semejante a una mujer de mundo que se nos induce a preguntarnos,por el sentido y el valor de
pasea por un museo y observa con su binóculo unos • cualquier tratamiento de las 'neurosis,'sean cuales fue-
objetos que le son completamente indiferentes.» Esta ren, por lo demás, la inteligencia y la competencia del
prerrogativa para desestimar o para «no percibir», por la psiquiatra o del psicoanalista. "Frente a semejante soli-
que un analizado gana tan a menudo y con tanta faci- dez por parte del loco o del imbécil, las fuerzas de una
lidad a su analista, evoca de forma imperiosa tanto la mente más sana o mejor informada parecen en espe- •
actitud de la tía abuela con respecto a Swann como la cial irrisorias; con gusto me atrevería a apostar que siem-
de la señora Venable al despedirse de su médico, en De pre saldrán perdiendo/
repente, el último verano, precisamente en el momento Podría objetarse aquí, a esta asimilación de la nece-.
en que éste cree, por fin, estar llegando a la meta. En dad y de la locura, el hecho justa y universalmente reco-
definitiva, siempre es el m:is fuerte quien pierde y el nocido de la extrema inteligencia o astu_ciade la que,
más débil quien gana en este doble juego de la locura si se tercia, dan· muestras la mayor parte de los enaje-
y la necedad, pues no hay duda de que, en última ins- nados. Pero esta objeción cae por su propio peso en
74 75
cuanto.nos percatamos de que el conjunto de esos dis- ponsable de los hechos y una bondad a la que no se
positivos estratégicos -que pueden, sin duda, hacer uso podría considerar responsable de las intenciones, que
de una artimaña y una penetración psicológica prodi- apenas resiste el análisis."'De nuevo traeré a colación,
o"iosas a veces diríase incluso de una prodigiosa adivi- por segunda vez, el ejemplo de la tía abuela de Com-
~ació~ o clarividencia, en el sentido ocultista del tér- bray y de sus continuos rechazos a percibir la posición
•mina-'-' sigue estando prisionero de la «verdad;; interna· social de Swann, Sin duda alguna, se puede y se debe
••que se desea poner a cubierto de las informaciones pro- interpretar esos rechazos en _términos de necedad. Pero
cedent.e.tLdeLexterior'.De manera que la inteligencia del , ¿cómo no interpretarlos también en términos de envidia
1;:;~o,como la del imbécil, cuyos resultados pueden ser y de odio? ·Una reflexión de la tía abuela debería bastar
a este respecto igualmente muy notables, es muy apta para aclarar este punto al lector más predispuesto a su
para refutar,' pero nunca para aprender;- o mejor: tiene favor. Evocando a los príncipes de la Casa de Francia,
, la paradójica misión de d_efenderse de la inteligencia confiesa a Swann:'«Una gente que'ni usted ni yo ·cono-
misma'. Se sabe que el fenómeno de la censura, tal como ceremos jamás, "ni faltá que nos hace; -¿no le parece?"·
la practican las ideologías colectivas y los regímenes Imposible resumir mejor su ..Qs!lQ,tanto respecto de
colectivistas, obedece exactamente a las mismas causas Swann, al que mantiene con mano de hierro a su pro-
y persigue los mismos objetivos. ' pio nivel (ni usted ni yo), como de la familia principesca,
' Indiscernible de la locura, la necedad lo es también cuyo trato, que sabe imposible,'desprecia de antemano'
del odio.' Esta asociación de la necedad y del odio me (ni falta que nos hace, ¿no le parece?).
parece tan evidente por sí misma que consideraría ocioso , Pascal se burla admirablemente de esta distinción
subrayarla si no fuera por la circunstancia singular y, por ilusoria entre el hecho y la intención cuando opone, en
lo demás, bastante sorprendente de pasar desapercibida la tercera Provincial, los hechos de herejía imputados
la mayoría de las veces. En efecto, constantemente se a Arnauld, de los que todos convienen, en el fondo,
oye decir, a propósito de una persona de la que cada que son inexistentes, a sus intenciones heréticas, des-
acto y cada palabra son otras tantas evidentes persecu- mesuradas según el parecer de sus detractores: «No son
ciones hacia sus allegados, que no hay que tomárselo los sentimientos de M. Arnauld los que son heréticos;
en consideración, puesto que, a pesar de todo, se nos sólo lo es su persona. Es una herejía personal. No es
asegura, tiene un natural excelente y, en el fondo, gene- herético por lo que dice o escribe, sino solamente por
roso. Simplemente, se añade, es un poco torpe y no se 1
ser M. Arnauld. Esto es todo lo que puede censurarse
da cuenta muy bien de lo que dice y de lo que hace. l.
de él." Aquí, por supuesto, los valores respectivos del
, Hay aquí una distinción fantasmática entre el hecho per- hecho y de la intención están invertidos. A los ojos de
secutorio y la supuesta intención, entre una necedad res- 1
1, los censores de Arnauld, los hechos y los dichos son
1
''
i
76 !
/- 77
1
1
1
( 1. Gallimard, 1968.
l
1
78 79
)
, _,
necedad ( o de locura) fuese tan imprescindible al psi- tos destinados a desafiar la. perspicacia de un Sherlock
quismo 'como lo es' al organismo· el de un cierto coefi- Holmes o de un Hércules Poirot que se devanan. los
ciente de glóbulos o de células.'Nada hay tampoco más sesos: ¿qué pueden tener realmente en común todos
curioso que la aptitud de cualquier manía, una vez desa- ellos que permita relacionarlos entre sí?
lojada de su madriguera,. para propagarseJuera ..de ella._ En vano se buscaría un rasgo común a estas obse-
misma a fin de instalarse en un terreno muy distinto y, siones momentáneas si uno se contentase con exami-
a la vez, muy distante.·Este poder de contaminación a nar uno tras otro el contenido de cada una de las temá-
distancia evoca bastante el fenómeno clínico de la ticas que entran en juego. Más éxito se tendrá en su •
'metástasis, 'tal como lo define, por ejemplo, el Diccio- lugar si se persigue ese punto común, no por el lado
nario'Larousse: ~Desaparición de un fenómeno patoló- de lo que admiten, sino por el lado de lo que excluyen,
gico que coincide con la aparición, en otro punto del ya que entonces caemos en la cuenta de que, si bien
organismo, de otro fenómeno mórbido, encontrándose no hay nada en lo que puedan concordar semejantes ~
ambos fenómenos bajo la dependencia de la misma pasiones exclusivas, en cambio hay algo· contra lo que
enfermedad.: Mejor no se podrían definir los dominios todas concuerdan -esto es: la referencia a lo real: a la
de la locura y de la necedad. Nada hay, en fin, más des- realidad, cualquiera que ésta sea-. 'De modo que el
concertante que el carácter disparatado de los motivos objeto de estas pasiones disparatadas tiene en común
sucesivamente elegidos por su adepto ocasional, que el ser un objeto irreal. "Nada habría que reprochar a la
no experimenta ninguna vergüenza ni deseo de cohe- alimentación macrobiótica, al amor novelesco, a los pla-
rencia. En el transcurso de unos pocos meses veremos tillos volantes, a la Revolución china, a la Máscara de
a alguna o a alguno apasionarse una vez tras otra, y hierro, salvo el hecho de no ser nada y de poner de
cada vez de manera exclusiva, por la alimentación manifiesto, ya que son elegidos como objeto de deseo,
macrobiótica, por un amor novelesco y sin esperanza, un deseo de ninguna cosa. 'Así, la alimentación macro-
por la existencia de los platillos volantes, por la revo- biótica no extrae su sabor de su propia insipidez, 'sino
lución cultural en China o por la verdadera personali- de la insipidez de los alimentos sabrosos y consistentes
dad de la Máscara de hierro'. Son como las piezas de cuya exclusión implica. 'Del mismo modo, el amor nove-
un puzzle imposible de reconstruir, puesto que cada lesco sitúa su objeto no en un campo que invite a una
una procede de una fuente diferente; o también, en una experiencia y a un goce posibles, sino en un dominio
novela policiaca, como una serie de indicios heterócli- situado de manera deliberada fuera de todo alcance
-por una elección que los psiquiatras llaman «histérica« A
2. Personaje misterioso, retenido en prisión en tiempos de Luis y que acerca curiosamente el amor novelesco a la fe
1.'Vl. Al parecer, jamás se quitaba la máscara. (N. del T.) kantiana en las ideas de la razón pura, consideradas por
80 81
Kant indiscutibles debido a que se sitúan precisamenté olvidado, un diablo imaginado por C.S. Lewi_sdaba como
fuera de toda experimentación posible-. También el pla- principal instrucción a sus misioneros i_tz_PCl:rtj_kus,
envia-
tillo volante es del todo irreal, e incluso doblemente: dos a la tierra no para la salvación, sino para la perdi-
por un lado, porque no existe; por otro, aun suponiendo ción de la humanidad, la de inspirar a los hombres un
que existiese; porque no modiJicarfa.en -nada el destino . deseo de cosas vagas e inexistentes, así como un aleja-
de quien se dedica por completo a él. Doble irrealidad miento respecto de todo placer real e inmediatamente
también en lo que concierne a la revolución cultural visible:•"El hombre que goza de una sola cosa en el
china, tal y como se la puede o se la podía imaginar no mundo ya está armado contra nuestros más sutiles ata-
hace mucho en Europa: en primer lugar, porque ésta ques.'( ...) Conozco el caso de un hombre que está inmu-
apenas tiene relación con la realidad histórica de la nizado contra las más fuertes tentaciones de la ambición
China contemporánea, y después, porque no atañe en social merced a una pasión más dominante todavía por
nada a la condición de quien confiesa estar así impli- las vísceras de los pájaros.»' "Sise examinan las princi- ~
cado en ella. En cuanto a la Máscara de hierro, resulta pales pasiones a las que está sujeta la especie humaná,
evidente que su existencia histórica es dudosa, que su tales como, por ejemplo, ·el gusto por el poder 'o por el
identidad será en lo sucesivo imposible de verificar, - ,
dinero,' siempre se hallará en el horizonte del deseo, en
suponiendo que alguna vez haya existido, y que, por efecto; un objeto curiosamente ausente. Ni el gusto por
i último, la naturaleza de esa identidad -suponiendo que el poder ni el gusto por el dinerg son, considerándolos
alguna vez se establezca- es hoy completamente indi- en sí mismos; un gusto de algo. Ahora bien, al consi-
• ferente a todo el mundo. De modo que todas estas derarlos precisamente en sí mismos, de manera casi abs-
diversas obsesiones caen en general bajo el golpe de la tracta, es como se percibe mejor la esencia de estas
crítica de 02.1:giasen su Tratado del no ser, cuya argu- pasiones. "Elverdadero gusto por el poder no es de nin-
mentación resumo aquí: 1º) no hay nada; 2º) si hubiese gún modo el apetito de los bienes concretos y consis-
algo, no se lo podría conocer; 3º) si hubiese algo y si tentes a los que el ejercicio del poder da acceso (muje-
ese algo fuese cognoscible, a nadie se le podría comu- res, dinero, fama), sino más bien el gusto por el poder
nicar. en sí mismo, al margen de todo lo que el poder pueda
• Por mi parte, me inclinaría a pensar que la locura reportar de hecho.'>Quien s\~nte debilidad por las muje- •
'• habitual de los hombres -me refiero á la locura dulcé; res, por el dinero, por la fama, incluso aunque goce de
más tenaz e incurable en verdad que la furiosa- se carac- un cierto poder, 'en. realidad' no tiene el gusto por el '
) r ) ¡)
teriza ante todo por'esa elección de lo irreal en detri- poder; todo lo más, tiene el gusto por lo que el poder
mento de lo real,'de lo que no puede alcanzarse en detri-
·.'i mento de lo que se puede alcanzar' En un libro hoy 3. Screwtape Letters, 194,2,Carta XIII.
!
82 83
i
)
hace posible.' Así, se equivoca menos y probablemente la cultura, de la civilización, de la naturaleza, -etc.-, que
sea menos peligroso que el potentado, cuyo goce se cada uno de sus profetas sucesivos anuncia como un
reduce al ejercicio de un poder sin complemento de hecho a la vez totalmente nuevo y totalmente cierto. Dos
d objeto tangible_; En cambio, el verdadero amante del supercherías hay que tomar aquí en consideración. La pri-
poder no se interesa -por esos bienes mundanos, Sólo mera consiste en presentar como nuevo lo que es viejo
quiere poder, y poco importa para qué, Asimismo, el y ya está desgastado, tan viejo como el propio mundo y
verdadero gusto por el dinero no es el gusto por los bie- la aversión que siempre le ha podido inspirar a éste o a
nes a los que la posesión del dinero da acceso: sino el aquél.(Prueba de ello Plinio el Viejo, que hace casi dos
simple gusto por la posesión del dinero, independien- mil añós diagnosticaba a lo largo de su Historia natural
temente de cualquier otra ventaja'! Incluso más que inde- una degradación de la naturaleza y un inminente fin del
pendientemente: contrariamente a toda ventaja real, mundo que, a fin de cuentas, sólo se redujeron a la desa-
pues la «realización« de una parte de su fortuna, tanto parición de la persona del propio Plinio, aventurado
en el sentido bursátil (transformar sus títulos en dinero imprudentemente en las laderas de un Vesubio en plena
líquido) como en el sentido corriente del término (trans- erupción. La segunda,'más grave, consiste en representar
formar su dinero en goce real), redundaría en desven- como verdad de hechCY"'-0.e la que se asegura, para colmo
taja para aquél en quien el hecho de tener dinero siem- de duplici~ad; que se es el primero en estar afligido por
'
1
pre ha de contar más que el poder efectivo que autoriza. su causa--"'lo que, en realidad;'es un simple hecho de deseo;·
, Pasiones sin objeto concreto, como en definitiva lo son fruto de una banal lasitud o angustia frente a la existen-
todas las pasiones, el gusto por el poder y el gusto por cia:' Me parece qus Cioranjnvierte, si no el orden de sus ._
el dinero no quieren oír hablar en ningún caso de bene- propios pensamientos, sí al menos el d~l pensamiento
ficio real.'·Efectúan un repliegue sistemático de los valo- habitual· de quienes auguran el desastre, cuando afirma:
res reales hacia los valores irreales/o también, como «Elhombre va a desaparecer; ésa era hasta ahora mi firme •••
Marce! Aymé escribe en Aller retour, a propósito de la convicción. Entretanto he cambiado de opinión: debe
avaricia del tío Supremo, efectúan una ~,transposición de desaparecer"". El deseo de muerte sigue un orden inverso:
las realidades al orden abstracto,,\ en primer lugar, deseo que todo acabe; sólo a partir de
, Este deseo de ninguna cosa real revela, en suma, una ese terreno propicio es cuando se elabora la alucinación
'atracción al vacío 'que también se manifiesta, e incluso de un fin efectivo e inminente, del que informo entonces
de manera más ejemplar, en uná alucinación que de forrna a mis allegados' después de haber puesto cara de cons-
1 1 !'
'; periódica' aparece en primera plana de la actualidad pre- ternación:'
tendidamente filosófica y literaria'. la idea de un fin del
mundo_probable e inminente -o, al menos, de un fin de 4. op cit., p. 117.
84 85
' Que el temor a la catástrofe· sea la mayoría de las ' que er deseo de paz que la sostiené es indiscernible de
veces la expresión mal disimulada de un deseo irresis- un deseo de muerte~Igualmente insólita y significativa
tible 'de esa misma catástrofe, es una 'evidenci; que se es la actitud de otro cineasta americano Peter Watkins
confirma a diario tanto por la lectura de ciertos libros
'
el cual, al parecer insatisfecho de las torturas y opre- '
• ••cc5mopor la de losperíódicos''A esre·re·s¡:,ecto eücüerF • siones que a diario tiñen de luto el mundo real, prefe-
tro mucho sentido en un caso macabro ocurrido recien- ría denunciar, en Punishment Park, los refinamientos
temente en España: un empleado de una central nuclear, de crueldad que tienen lugar en un futuro que perte-
/.. imbuido del sentimiento de un desastre inminente y nece a la ciencia ficción. Una misma verdad se des- -
generalizado, mata a su mujer y a sus tres hijos y justi- prende de estos tres ejemplos: primero, que'la catás-
fica su acto, en una carta hallada junto a los cadáveres, trofe no es objeto de i.emor, 'sino de qeseo;' a
por su deseo de ,evitar a los suyos el fin del mundo'!' continuación, y sobre todÓ, que no es tenida por quien
Curiosa forma ésta de conjurar lo peor, la de convocarlo la anuncia como un hecho seguro, sino como una de
de esa manera acto seguido,Pero lo peor nunca es bas- las realidades menos ciertas. De ahí la necesidad de 'ade-
tante seguro a los ojos de quien quiere temerlo y no lantarse '-puesto que es evidente que el cataclismo
logra asegurarse de ello más que provocando él mismo tarda- y ele' reunir todos los medios artesanales dispo-
su ejecuciónrEsta desgraciada aventura ilustra a las mil nibles a fin de precipitar su llegada. ·,
i: maravillas el carácter sumamente improbable de la catás-
trofe, quedando a merced del mismo que la declara ine-
luctable y segura.' Asimismo, la película de Edward
Zwick, Bulletin spécial, tuyo argumento, aparentemente
inspirado en un ,caso de actualidad», no necesita comen-
tario: un grupo de físicos especializados en energía
nuclear ha construido una bomba atómica que guardan
en la bodega de un carguero en un puerto de los Esta-
dos Unidos. Profundamente convencidos de los peli-
gros que la bomba atómica representa para la humani-
dad, amenazan con volar el artefacto que está a bordo
del carguero si el Pentágono no renuncia, en treinta y
seis horas, a los ensayos nucleares previstos. Esta con-
fusión entre la intención pacífica y la de hacer saltar el
planeta sólo en apariencia resulta incomprensible, ya
86 87
1
"
EL SEGURO A TODO RIESGO
89
siempre ha sido imposible cogerla en falta: empresa que en algo -y poco importa en qué-). Un modo de apego
no resuelve en nada el problema de la creencia -en el semejante, que caracteriza la creencia, gana al ser con-
sentido de que se esperaría de su análisis los principios siderado en sí mismo, independientemente de los tér-
de un remedio, tal y como se espera de un diagnóstico minos que une: y no sólo porque la operación de la
médico alg,una1sperspe,cm,a,s ter:ctp,:ut1cai;, 13e_ro-que------:-',.-'e'--'-:-- -- - creencia sigue siendo la misma, mutatis mutandis, cua-
intenta al menos explicar su carácter irresoluble. lesquiera que sean los sujetos y los objetos que rela-
• Para tener éxito en semejante intento de explicación cione, sino también y sobre todo por la concluyente
-que, una vez más, no se propone desmitificar el meca- razón de que la indeterminación de los dos polos es,
nismo de la creencia, sino más bien, al extremarlo, ,fijar, en este caso, no accidental, sino esencial, de que la ope-
ese mecanismo para siempre- es conveniente detenerse ración de la creencia implica necesariamente una impre-
a reflexionar un instante en la definición misma del cisión que se refiere tanto al que cree como a lo que se
fenómeno de la creenciaJNormalmente, la creencia se cree, y de que, en consecuencia, no se podría conce-
l concibe como un acto de fe que se caracteriza por la bir ninguna creencia a partir del instante en que se
_ I
adhesión de un determinado yo a una determinada cosa; •" determinasen su sujeto y su objeto. De modo que no
de modo que el misterio de la creencia se podría redu- bastaría con decir que, en la creencia, el vínculo que
cir a una especie de "'pegado" que pone en contacto liga al sujeto con el objeto sea más importante que los
permanente un cierto sujeto y un cierto objeto. De ahí términos que liga; aún hay que añadir que esos térmi-
que las empresas de disuasión, condenadas al fracaso, nos son necesariamente evanescentes y que, ante todo,
la tomen con esos dos polos de la creencia y no con su es muy importante que lo sean, pues la fuerza de la cre-
modo de apego, criticando el objeto (eso en lo que crees encia es proporcional a la debilidad de los términos que
no son más que fantasmas y cartón piedra) o al sujeto une con su sello. Doble paradoja de la creencia: la de
(tú ya no eres tú mismo, ayer despreciabas el ídolo que no existir más que con la condición de que no haya
hoy adoras). Ahora bien, el análisis de la creencia parece nada que creer ni nadie que crea.
mucho más fecundo si se hace caso omiso de los dos Primer aspecto de la paradoja: no hay creencia más
términos del juicio de la creencia (yo creo en eso) para que a partir del instante en que ya no hay ningún objeto
concentrar la atención en la cópula que los liga (yo creo en el que creer, dado que todo objeto de creencia es
en eso); entonces la creencia ya no aparece como una un riesgo para la creencia misma, y el seguro a todo
relación de dos términos imprecisos, sino más bien riesgo que ésta constituye estipula como cláusula fun-
como el hecho mismo de la relación, como un modo damental que nunca se podrá comprometer con un
de apego que liga a un sujeto incierto con un objeto objeto particular (es decir, con un objeto cualquiera, o
indeterminado (alguien -y poco importa quién- cree incluso, con cualquier objeto: todo lo que existe se pone
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así, con bastante brusquedad, pero muy eficazmente, lagos sobre la religión naural). Al derivarse siempre una
«en otra parte»), bajo pena de rescisión del contrato. El «idea»o «imagen» ( idea) de una «impresión« (Jeeling), la
Dios en el que cree está hecho de la eliminación de creencia ( beliej) se define como una idea que no se
todo lo que no sea Dios, esto es, de todo. Por eso el deriva de ninguna impresión, teniendo paradójicamente
···•······ contenido·defa·creerrct:cpueae·\,afiaren·mnfüsmocre:-······--'....C....-.-~- el privilegio de la impresión, que consiste en ser vivaz
Yente, con gran asombro del incrédulo, que no com- (vivacity), y no mitigada, como es la idea. La transfe-
prende que la cosa en la que cree el creyente, que ayer rencia de vivacidad desde la impresión a algo que ya
era eso, hoy sea esto otro: como se trata de un conte- ni siquiera es su degradación (la idea), sino a algo que
nido que no existe, todas las modificaciones son posi- ya no tiene ninguna relación con ella (la creencia),
bles, ya que son incapaces de acarrear una modifica- define realmente el misterio de la creencia. Misterio que
ción sustancial de un contenido que era y seguirá siendo es confirmado por una experiencia inversa y comple-
nada, cualquiera que sea su nombre actual. Ese sería el mentaria de la habitual experiencia de la creencia,
destino de unas variaciones musicales sobre ningún cuando la vivacidad de la impresión viene a coincidir
tema, que dejarían al mismo tiempo de ser variaciones, de hecho con la vivacidad de la creencia, provocando
puesto que serían incapaces de «variar«nada. Variacio- así no el simple sentimiento de confirmación que nor-
nes imaginarias, es decir, repetición de una eterna can- malmente debería esperarse, sino más bien una viva
tinela que consiste en no remitir nunca a nada. Así, la sorpresa por el espectáculo de esta coincidencia insó-
creencia extrae su sustancia no de una relación con la lita entre lo que existe y lo que se cree. Freud cuenta a
cosa, sino de la ausencia de todas las cosas. Eso es poco este respecto, en El porvenir de una ilusión, una anéc-
más o menos lo que dice David Hume sobre la natura- dota que es característica: •«Siendo ya un hombre
leza de la creencia, a saber, que nunca está en contacto maduro, me encontraba por primera vez en Atenas, en
11 directo con ningún objeto y que se define por la sim- la colina de la Acrópolis, entre las ruinas de los tem-
!
ple operación de la adhesión, tan pe~suasiva que se dis- plos, contemplando a lo lejos el mar azul. Con mi ale-
pensa de precisar a qué se adhiere. be ahí la petición, gría se mezclaba un sentimiento de asombro que me
insistente y penetrante, que Hume hace a los cristianos llevó a decir: "¡Asíque las cosas son, en realidad, como
para que precisen no las razones de su fe, sino su nos las enseñaban en el colegio! ¡En tal caso, mi fe en
objeto. Pregunta que queda sin respuesta, cualquiera lo que oía tuvo que haber permanecido sin profundi-
que sea el ámbito de la creencia: Hume lo demuestra dad ni fuerza para que hoy pudiera sorprenderme
con la crítica a la creencia en la idea de causa (en el tanto!"».
Tmtado de la naturaleza humana), antes de extender Es cierto que la interpretación de esta paradoja de la
la crítica al dominio propiamente religioso (en los Diá- creencia -la de ser todopoderosa, aunque «sin profun-
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di dad ni fuerza,,- incumbe quizá menos a la'filosofía a sus cambios de humor, y el seguro a todo riesgo que
que a la psicopatología y al psicoanálisis, dado que la ésta constituye estipula como otra cláusula fundamen-
creencü1, definida como puro y simple acto de adhe- tal que el sujeto que hoy cree en esto no pueda sen-
sión, con independencia de a qué se adhiera, consti- tirse comprometido de ningún modo frente al mismo
tuye-precisamente un-síntoma,. en-el sentido clínico de sujeto que ayer creía en aquello otro, falta que supone
la palabra: no remite á 'to que afirma de entrada, sino la anulación de todo el sistema de seguro. Por eso las
que siempre designa otra cosa. Lo que cree no es nada, empresas de autocrítica, ya se lleven a su fuero interno
el acto de creer lo es todo; por consiguiente, la devo- o a un proceso público, conducen siempre al mismo
' ción no implica un amor a esto o a aquello, sino un resultado (cuya similitud induce a creer que las decla-
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amor a otra cosa distinta de esto o de aquello, a algo raciones oídas en el tribunal popular estén menos for-
que nunca se confundirá con esto o aquello en parti- zadas de lo que parecía): no a un intento de compren-
cular y que aún queda por descubrir con varios meses der su propia historia, sino a una negación pura y simple
de análisis. Se advertirá de paso el vínculo que relaciona de su pasado («ya no soy aquél que fui,,).!Lo que se
la creencia con el tema del otro (vínculo del que se exorciza aquí no es solamente la sombra dé su propia
deduce fácilmente el carácter teológico del análisis del persona, sino lo real en general, en la medida en que
deseo según Lacan). De ahí también una explicación lo real es algo cuya condición consiste en cambiar; el
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satisfactoria del carácter indesarraigable de la creencia: exorcismo de lo real se confunde de esta manera con
sin duda alguna, éste proviene del rechazo de la reali- el exorcismo de la modificación, pues la creencia no
dad y de un exceso paranoico de racionalidad, que quiere una realidad tan cambiante, ni siquiera desea ser
introduce el hecho contradictorio en la propia creencia "reaJ,,ella misma, en el sentido de que sería susceptible
para obtener de él su confirmación, pero en primer de cambiar. Así, la creencia viene acompañada por la
lugar, sencillamente, del hecho de que la creencia es mágica supresión de la idea de modificación; aun
indesarraigable porque no tiene raíces que arrancar, de cuando la experiencia demuestra que la creencia cam-
que su objeto no puede extirparse, no a causa de su bia, ésta, en tal o cual momento de su historia, no quiere
propia resistencia, sino porque no existe. Para poder saber nada de ello: sólo es creencia si postula que, como
ser suprimido, primero tiene que existir. Algo puede tal, no es modificable. De ahí los seguros de distintas
borrar algo; pero nada no puede borrar nada. clases concertados contra la idea de modificación. Si se
CSegundo aspecto de la paradoja de la creencia: no trata del pasado, el sujeto que ya no se reconoce en él
hay creencia más que a partir del instante en que ya no no dice que haya cambiado de parecer, sino que enton-
hay ningún sujeto que crea, dado que todo sujeto de ces no era nada, que todavía no era él en realidad, que
creencia es también un riesgo para la creencia- debido acaba de llegar, por fin, a ser él mismo, accediendo al
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)
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ses se condena de antemano a sí misma por cualquier ELSACERDOTE: Entonces ¿no cree en Dios?
eventual tentativa de modificar una decisión que, al
situarse paradójicamente por encima de la ley merced ELMORIBUNDO: No. Y eso por una razón muy simple;
a la propia ley, se convierte así en un objeto de pura es que resulta completamente imposible creer lo que no
c,egncia,_ajs,JJQ_al.Jiempo ___
y __
al_cambio_~_________ ---~~--- se comprende.
Llegados a este punto cabe generalizar haciendo ver
que, sea como fuere, una contradicción nunca es un La verdad respecto de la creencia la suministra una
obstáculo para la creencia (ya se trate de una contra- fórmula exactamente inversa: no es posible creer más
dicción entre lo que antes se afirmaba y lo que se afirma que en lo que no se comprende y resulta completa-
ahora, o de una oposición entre lo que se afirma simul- mente imposible creer en lo que se comprende. Por eso
táneamente por un lado y por otro, caso bastante fre- Sade es incapaz, y con mucho, de acceder a la incre-
cuente también), y ello por una razón muy lógica que dulidad -como la mayoría de los filósofos del siglo
se sigue de la definición misma del objeto de la creen- XVIII-: por «creer»en lo que se figura que comprende,
cia, que es la de no existir y, por consiguiente, la de por hacer de su incredulidad, mediante una extraña sub-
sustraerse por ello a toda posibilidad de discusión (sólo versión de la creencia, no un objeto de conocimiento,
se discute de algo; únicamente la nada es indiscutible). sino más bien de creencia militante. Por el contrario, el
Así, el ámbito político siempre está sitiado por la cre- verdadero incrédulo no extrae ninguna religión de su
encia: porque no ofrece nada que sea discutible -<le ahí incredulidad y no pretende hacer de este tema ningún
el hecho de que se preste precisamente a discusiones proselitismo; como en el Donjuan de Moliere:
sin fin-, permaneciendo su objeto siempre incierto e
indeterminado, lo que le permite ocupar sin dificultad SGANARELLE: ¿Esposible que no creáis en absoluto en
los ámbitos abandonados por la creencia tradicional. el Cielo?
Esa indiscutible nada define desde siempre el objeto
teológico, inaccesible al_examen, sustraído a priori, y DON JUAN: Dejemos eso.
con razón, a toda crítica. No hay ningún divorcio entre
la creencia y la razón, ya que el objeto de la creencia, El hecho de no creer no compromete aquí al incré-
por no existir, se sustrae a Jortiori al examen de la razón. dulo con ninguna creencia contraria. En lo que cree
Un refutador jamás criticará con eficacia a un creyente, Don Juan es en nada-y no en una verdad que brotara
contrariamente a lo que sugiere Sade a cada instante, milagrosamente del reconocimiento de un error en los
por ejemplo, en el Diálogo entre un sacerdote y un mori- demás-. Por otra parte, no hay que hablar propiamente
bundo: de error por parte de los creyentes, ya que la «creencia»
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