El Nacimiento Psicologico Del Infante Humano
El Nacimiento Psicologico Del Infante Humano
El Nacimiento Psicologico Del Infante Humano
Margaret Mahler
constancia objetal
emocional.
En este enfoque utilizamos los términos:
Tanto la separación como la individuación, son desarrollos que están entrelazados, pero pueden
proceder en forma divergente, con demora o precocidad en uno o en el otro, dependiendo de la
materialización, ya que una madre omnipresente puede ayudar al desarrollo del niño en cuanto a
sus actividades locomotrices, pero no permitirá el desarrollo normal de su proceso de separación,
en cambio una madre que no se encuentre tan presente con el niño puede llegar a una conciencia
prematura del estado de separación antes que los mecanismos internos de regulación que son los
componentes de la individuación.
Entonces podríamos decir que este proceso de separación-individuación viene a ser el primer
requisito imperativo para el desarrollo y mantenimiento del sentimiento de identidad.
A diferencia de un niño normal en un niño psicótico no se desarrolla bien este proceso, sin tener
un sentimiento de totalidad, ni de identidad individual, habiendo una falta de diferenciación entre
el yo y el no-yo, es decir una completa imprecisión de límites.
El niño en este lapso de tiempo, pasa la mayor parte del día en un estado de semi-sueño
y de semi-vigilia, despertándose para satisfacer sus necesidades, ya sea ésta de alimentación o
de afecto y volviéndose a dormir cuando dichas necesidades son satisfechas.
En esta etapa el niño está prácticamente desconectado del mundo exterior, protegido por
una barrera ante los estímulos, y si algún estimulo pasa por esta barrera, el niño reacciona de
una forma refleja.
El niño desde el comienzo empieza a moldearse, formando una matriz de unidad con la
madre sin importar el tipo de madre, ya que el material fresco y moldeable del niño, necesita
adaptarse a su yo auxiliar (la madre), dando el material para esta adaptación, ya que cuya madre
presenta una personalidad firme y a menudo rígidamente constituida, no importa si la madre
presenta material sano o patológico al niño, el simplemente se adapta.
Seguido de esta etapa el niño toma conciencia de que uno mismo no puede proveer a la
satisfacción de las necesidades, teniendo a su madre como su yo auxiliar, quien atiende, cuida y
protege al niño.
En esta etapa del niño que es la más temprana de la infancia puede existir una fijación,
conocida como psicosis autística infantil, en donde el niño no percibe para nada a su madre,
como representante mayor del mundo exterior, provocando un tipo de muro entre el niño y el
mundo en donde contrarresta los estímulos del exterior, y las excitaciones internas que
amenazan aniquilar al yo rudimentario del niño.
b. Fase Simbiótica:
En esta etapa el niño con la madre se convierte en un sistema omnipotente esta unión y
contacto con la madre le ayudara a ir conociendo el mundo exterior, sintiendo a la madre como
una extensión de su propio cuerpo, ya que el yo todavía no se encuentra claramente delimitado.
El niño depende totalmente de la madre, como el “yo auxiliar”, siendo la que cubra las
necesidades del niño, el niño necesita de su cuidado, ya que la función de auto conservación esta
atrofiada y aún el niño no puede defenderse del mundo solo, siendo indispensable el contacto de
la madre, su cariño, que el niño se sienta protegido con las manos maternales, ya que el
amamantamiento siendo importante en la vida del infante no produce necesariamente un apego
optimo de madre-hijo, una buena maternalización permitirá desarrollar la sonrisa social a
tiempo.
SPITZ realizo estudios sobre la sonrisa social, en donde el niño responde al rostro del
adulto con una sonrisa, el infante sigue con la mirada el rostro humano en el segundo mes, esta
sonrisa es la primera manifestación de conducta activa.
El niño responde con la sonrisa a un adulto que se muestre ante él de frente, de tal
manera que el infante pueda ver los dos ojos: el niño se fija solamente en una gestalt del rostro
siendo esta frente, ojos y nariz, y todo esto en movimiento.
Según estos estudios, SPITZ descubrió que el niño a los tres meses no puede aún reconocer un
rostro de perfil, es decir todavía no distingue el rostro en totalidad de la persona, sino tan solo
dicha gestalt nombrada anteriormente formada por frente, ojos y nariz, cuando esta gestalt cambia,
al volverse de perfil, el objeto percibido ya no puede ser reconocido, perdiendo la cualidad total
del objeto.
Este gran paso del infante, su respuesta de la sonrisa ante el rostro de una persona,
demuestra que el niño tiene rastros de recuerdos, indicándonos que ya tiene aparato psíquico,
consciente, pre-consciente e inconsciente.
Siendo además esta sonrisa el principio de las relaciones sociales en el hombre, el prototipo y la
premisa de todas las relaciones sociales que tendrá en su futuro el niño.
En esta fase como la anterior también se puede presentar patologías en esta podría darse
la psicosis simbiótica normal, siendo estos casos muy raros, existiendo un retraso y negación de
funcionar separadamente de la madre, dando lugar a un pánico en el organismo del infante,
provocando fragmentación del yo, provocando un fracaso en el proceso de separación
individuación.
Esta es una fase normal del desarrollo que empieza alrededor de los cinco meses de
edad de un infante normal, MAHLER dice que el niño diferencia a su madre como alguien
“especial”, quien abastece sus necesidades, tanto de alimento, como de afecto.
El niño empieza a separarse de la madre al principio con miedo y lentamente, y después muy
decididamente, permitiéndole descubrir su nuevo mundo en el cual vive.
Esta fase dura de los cinco meses a los dos años y medio, distinguimos aquí separación
e individuación:
El mismo hecho de que el niño se separa de la madre, le produce pánico, sin poder
denominarlo bien, ya que el niño aún no puede hablar, pero se trata de una reacción conductual,
en donde si la fase simbiótica ha sido demasiada exagerada, ósea, si la madre ha sobreprotegido
demasiado a su hijo, este segundo nacimiento como lo nombra Mahler, será una reacción
negativa y el niño tendrá temor, sin permitirle desarrollar normalmente esta etapa que recién
empieza, la etapa en que el niño logra separarse de la madre, rompiendo esta matriz formada en
la fase anterior.
El niño alrededor de los cuatro a cinco meses de edad empieza a presentar fenómenos
conductuales, siendo los indicativos de que el niño empieza a desarrollarse en esta la primera
etapa del proceso de “separación e individuación”.
En los meses anteriores el niño ha formado un lazo simbiótico con la madre, donde
empezó a desarrollar la sonrisa social, luego ésta se convierte ya en una respuesta especifica
ante la sonrisa de la madre, siendo un paso muy importante esta unión tan fuerte que existe entre
la madre y su hijo.
“La ruptura del cascarón es el que le permite al niño tener más alerta sus sentidos, estando alerta
cuando se encuentra despierto”.
Recordamos que el niño al principio se dirigía en gran parte hacia su interior, o en su órbita
simbiótica, este se expande paulatinamente por medio de la actividad perceptual dirigiéndose
hacia el exterior, durante el estado en que el niño se encuentra despierto en el día, siendo este un
cambio de grado que de cualidad ya que el niño simplemente cambia relativamente toda la
atención que tenia sobre su madre, trasladándola ahora también hacia su mundo, combinando
estas dos atenciones la madre y el mundo con recuerdos de ideas de la madre, tanto de
experiencias buenas como malas.
Alrededor de los seis meses de edad, es en donde se dan los indicios de “separación e
individuación”, con actos como tocar el rostro de la madre, jalar el cabello, las orejas, la nariz;
además pone el cuerpo tenso para poder alejarse de la madre y poder mirarla a ella y a su
entorno.
b. Ejercitación locomotriz
En esta etapa las madres que en la etapa anterior se encontraban ansiosas, ya que sus hijos
eran más vulnerables y frágiles, ahora se encuentran más tranquilas ya que ellos ahora son más
independientes, permitiendo al niño más que ver, más que tocar, teniendo una visión más
amplia de la realidad.
En la primera fase es en donde el niño se prepara para su gran paso hacia la independencia
(la caminata vertical) preparándose especialmente con su aparato locomotriz, con aciertos y
fallos, en donde muchas de las madres parecían reaccionar ante el hecho de que sus hijos se
alejaran ayudándolos a hacerlo dándoles una pequeña ayuda, como puede ser palabras de aliento
o con su apoyo, dándole la mano.
Esta nueva etapa del niño le permite establecer una familiaridad con un mundo que es
más amplio y también le permite gozar de la madre desde mayor distancia, ya que el niño a
través de este proceso de maduraron de su aparato locomotor empieza a aventurar a alejarse
cada vez mas de la madre, en donde por momentos largos de tiempo se encuentra tan absorbido
de sus propias habilidades, que parece por momentos que el niño se ha olvidado de la presencia
de la madre, pero el niño aún necesita la proximidad física con la madre.
Durante los 6 a 8 meses de edad el niño se encuentra muy asombrado de todas sus
nuevas habilidades que las descubre poco a poco, debido a este narcisismo el niño presenta una
impermeabilidad a las caídas y golpes, ya que se encuentra tan a gusto con su mundo en
expansión y fascinado de su propia grandeza y omnipotencia.
El niño impermeable ante esos golpes, caídas, se calmaba y bajaba de tono solo cuando
se percataba de que su madre no se encontraba en el mismo cuarto en donde él se encontraba,
aquí el niño disminuía su movilidad gestual y su actividad se reducía, preocupado por su madre
vuelve hacia sus brazos por temor a la perdida de este “objeto de amor”.
La importancia que tiene la marcha para el desarrollo emocional del niño es tan grande
que no se la puede dejar de lado, ya que la marcha permite al niño el aumento de
descubrimiento de la prueba de la realidad y además es el primer paso hacia la formación de la
identidad.
c. Acercamiento
Alrededor de los 15 meses el niño desea compartir con la madre todos sus descubrimientos
del mundo, llevando a la madre continuamente cosas, el deambulador indica a la madre con
palabras, sonidos o gestos, mostrando el gran interés que tiene el niño de que su madre se
interesara por sus juguetes o descubrimientos.
Aquí es donde el niño comprende que los deseos de la madre no eran siempre sus propios
deseos, o viceversa, descubriendo que la madre estaba afuera, en el mundo, siendo la persona
con quien él quería compartir sus descubrimientos, empieza además a ser consciente que
existen otros niños, similares a él pero que no son él, diferenciándolos de su yo.
Es común en esta fase que se empiece a dar los celos y la envidia con otros niños, como
querer la galleta que tiene el otro niño.
El niño presenta una típica indecisión, ya que quiere sentirse omnipotente, individual,
pero al mismo tiempo sabe que necesita de la madre, ya que aun no puede defenderse solo,
presentando continuamente cambios de ánimo, dándose además un gran temor ya como él
quiere estar separado de la madre, piensa que ella lo quiere dejar.
En esta etapa hay una gran diferenciación entre los varones y las mujeres:
En esta fase el niño se encuentra más dulce y cariñoso, tiene menos caprichos y
colaborador, es capaz de responder ante la ausencia de la madre de una mejor manera, gracias a
la imagen interna de la misma, soportando frustraciones.
En esta la última fase del proceso de separación-individuación, se consolidan los logros
que el niño consiguió en todas las etapas anteriores.
En cuanto al self o si mismo, hay una estructuración de alcance del yo, empezándose a
desarrollar.
Luego que la constancia objetal se encuentre bien marcada, sin darse antes de los tres
años, aquí la madre ya puede ser sustituida durante su ausencia física por otros adultos, ya que
el niño ya tiene una imagen interna confiable que se mantiene relativamente estable, logrando el
niño tolerar mejor la separación temporal.
CONCLUSIONES
Los tres primeros años de vida son de suma importancia ya que aquí el niño se consolida
como individuo.
MAHLER realiza un estudio completo en los niños recién nacido hasta alrededor de los
tres años, en donde el niño logra completar el proceso de “separación-individuación”.
En la primera fase “autística normal”, que se dá las cuatro primeras semanas de vida del
infante, es donde el niño no diferencia su yo del mundo que le rodea, sintiéndose
omnipotente ya que cree que sus necesidades son abastecidas por algo proveniente de su
interior, y no por una madre protectora.
En la fase “simbiótica”, es en donde el niño con la madre forman una matriz indiferenciada,
omnipotente, se da un paso muy importante aquí la sonrisa social, ya que es el principio
de las relaciones sociales de su vida.
Al concluir el proceso de “separación-individuación”, el niño logra distinguir a su madre
como alguien especial pero diferente a él, alcanza grandes logros como son la caminata
que es el primer gran paso hacia la independencia, el lenguaje en donde el niño puede
poner en palabras sus deseo e inquietudes, y además aquí se da la identidad sexual del
niño.
Para que el niño logre todos estos pasos fundamentales necesita tener un ambiente estable
que le permita desarrollar de una manera óptima.
La maternalización es de suma importancia, ya que el niño desde su nacimiento se va
amoldando con la madre, quien tiene que ser protectora, cariñosa, con límites para poder
formar de una manera adecuada el yo del niño.
BIBLIOGRAFIA
ello”,México,F.C.E.1969
www.aperturas.com
www.geocities.com/bobliografias/mahler.htm
www.winicott.net/español/htm/i-clinica.asp-sik-