3) Valery - Crisis Del Espíritu (1ra. Carta-1919 y Nota-1922)

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POLITICA DEL ESPIRITU*

Primera Carta

Paul Valéry

N oso tras, las civilizaciones, sabem os ahora que som os m ortales. H abíam os o íd o h a­
blar de m u n d o s co m pletam ente desaparecidos, de im perios idos a pique c o n to d o s
sus h o m b res y to d o s sus artilugios; caídos hacia el fo n d o inexplorable de los siglos
con sus dioses y sus leyes, sus academ ias y sus ciencias puras y aplicadas, co n sus
gram áticas, sus diccionarios, sus clásicos, sus ro m án tico s y sus sim bolistas, sus c r íti­
cos y los crítico s de sus crítico s. Bien sabíam os que to d a la tierra visible está hecha
de cenizas, que la ceniza significa algo. Percibíam os, a través del espesor de la h isto ­
ria, los fantasm as de inm ensos navios que estuvieron cargados de riqueza y de ingenio.
No p o d íam o s contarlos. Esos naufragios, después de to d o , no eran asunto nuestro.
Elam, Nínive, Babilonia eran herm osos nom bres vagos, y la ruina to ta l d e esos
m und o s te n ía ta n poca significación para nosotros com o sus existencias m ism as.
Pero Francia, Inglaterra, Rusia. . . serían tam bién herm osos nom bres. T am bién Lusi-
tania es un herm oso n om bre. Y vemos ahora que el abism o de la historia es su ficien ­
te para el m u n d o entero. S entim os que una civilización tiene la misma fragilidad
que u n a vida. Las circunstancias que podrían m an d ar las obras de K eats y las de
B audelaire a unirse con las de M enandro no son y a to talm e n te inconcebibles: están
en lo s periódicos.
Eso no es to d o . La can d en te lección es aún m ás co m pleta. A nuestra generación
no le h a bastado aprender p o r experiencia propia cóm o las cosas más bellas y las
* T exto escrito en 1918.

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más antiguas, y las más form idables y las m ejor ordenadas, son perecederas p o r acci­
dente; ha v isto, en el orden del pensam iento, del sentido co m ú n , y del sentim iento,
producirse fen ó m en o s extraordinarios, bruscas realizaciones de paradojas, brutales
decepciones de la evidencia.
Sólo citaré un ejem plo: las grandes virtudes de los pueblos alem anes han engen­
drado más m ales qiie cuantos vicios h ay a po d id o crear la ociosidad. H em os visto,
visto con n u estro s propios ojos, el trab a jo escrupuloso, la instrucción más sólida, la
disciplina y la aplicación más serias, ad aptadas a espantosos designios.
T antos h o rro res no hubieran sido posibles sin tantas virtudes. Ha sido necesaria,
sin duda, m u ch a ciencia para m atar ta n to s hom bres, disipar ta n to s bienes, aniquilar
tan tas ciudades en ta n poco tiem po; p ero han sido necesarias no m enos cualidades
morales. Saber y D eber, ¿sois, pues, sospechosos?
Así, la Persépolis espiritual no está m enos estragada que la Susa m aterial. No se
ha perdido to d o . Pero se ha sentido perecer to d o .
Un escalo frío ex traordinario ha re co rrid o la m edula de E uropa. Ha sen tid o , en
to d o s sus n úcleos pensantes, que ya n o se reco n o cía, que dejaba de parecerse a sí
misma, que iba a perder la conciencia, conciencia adquirida m ediante siglos de des­
dichas sopo rtab les, m illares de hom bres de prim er orden, ventajas geográficas, étn i­
cas e históricas innum erables.
E ntonces, co m o en una desesperada defensa de su ser y de su haber fisiológicos,
ha recobrado confu sam ente toda su m em oria. Sus grandes hom bres y sus grandes
libros han su bido de nuevo hasta ella en m ezcolanza profusa. Nunca se ha leído
ta n to , ni ta n apasionadam ente, com o d u ran te la guerra: preguntad a los libreros.
Nunca se ha rezad o ta n to , ni tan p ro fu n d am en te: preguntad a los sacerdotes. Se ha
evocado a to d o s los salvadores, fundadores, p ro tecto res, m ártires, héroes, padres de
patrias,
Y en el m ism o desorden m ental, al llam am iento de la m ism a angustia, la Europa
culta ha ex p erim en tad o la rápida reviviscencia de sus innum erables pensam ientos:
dogm as, filosofías, ideales heterogéneos; las trescientas m aneras de explicar el m u n ­
do, los mil y u n m atices del cristianism o, las docenas de positivism os; to d o el espec­
tro de la luz in telectu al ha ostentado sus colores incom patibles, ilum inando con una
extrañ a lu m b re co n trad icto ria la ag o n ía del alm a europea. M ientras los inventores
buscaban fe b rilm en te en sus diseños, en los anales de las guerras de an tañ o , los m e­
dios de desem barazarse de los alam bres de púas, de burlar a los subm arinos o de
paralizar el vuelo de los aviones, el alm a invocada a la vez to d o s los conjuros que le
eran conocidos, sopesaba seriam ente las m ás estrafalarias profecías;buscaba refugios,
indicios, co nsuelos en el registro íntegro de los recuerdos, de los actos anteriores, de
las actitudes ancestrales. Y a h í están los conocidos pro d u cto s de la ansiedad, las
desordenadas em presas del cerebro q u e corre de lo real a la pesadilla y vuelve de la
pesadilla a lo real, enloquecido com o el ra tó n que acaba de caer en la tram pa.
La crisis m ilitar tal vez ha term in ad o . La crisis económ ica es visible en to d a su
fuerza; pero la crisis intelectual, m ás sutil, que por su propia naturaleza to m a las
apariencias m ás engañadoras (puesto que se cum ple en el reino m ismo de la disim u­
lación), esa crisis d ifícilm en te deja ca p ta r su verdadero centro, su fase.
Nadie p o d rá d ecir lo que m añana estará m u erto o vivo en literatu ra, en filosofía,
en estética. N adie sabe aún qué ideas y qué m odos de expresión quedarán inscri­
to s en la lista de las pérdidas, qué novedades serán proclam adas.
La esperanza, ciertam en te, persiste, y ca n ta a m edia voz:

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E t cum vorandi vicerit libidinem
Late trium phet imperator spiritus.

Pero la esperanza no es m ás que la desconfianza del ser frente a las previsiones


precisas de su esp íritu . Insinúa que to d a conclusión desfavorable al ser debe ser
un error de su esp íritu . Los hechos, sin em bargo, son claros y despiadados: hay m i­
llares de jóvenes escritores y de jóvenes artistas q u e han m uerto. Existe la ilusión
perdida de u na cu ltura eu ro p ea y la dem ostración de la im potencia del c o n o c im ien ­
to cuando se tra ta de salvar cualquier cosa: la ciencia, dañada m o rtalm en te en sus
am biciones m orales y co m o deshonrada por la crueldad de sus aplicaciones; el id ea­
lismo, d ifícilm en te vencedor, profundam ente zah erid o , responsable de sus sueños;
el realism o desengañado, descalabrado, agobiado de crím en es y de faltas: la codicia
y el ren u nciam iento igualm ente escarnecido; las creencias confundidas en los cam ­
pam entos, cruz co n tra cruz, m edia luna contra m edia luna; los escépticos m ism os
m alparados p o r aco n tecim ien to s tan bruscos, ta n violentos, tan conm ovedores, que
juegan con n uestros p en sam ientos com o el gato co n el ra tó n , los escépticos pierden
sus dudas, las recuperan, to rn a n a perderlas, y no aciertan a seguir sirviéndose de la
actividad de su espíritu.
La oscilación del navio ha sido tan fuerte que al fin h asta las lám paras m ejo r sos­
tenidas se h an volcado.
Lo que da a la crisis del esp íritu su profundidad y su gravedad es el estad o en que
ha en co n trad o al paciente.
No tengo tiem po ni capacidad para definir el estad o intelectual de E u ro p a en
1914. ¿Y q u ién se atrev ería a trazar un cuadro de ese estado? El asunto es in m enso;
exige co nocim ientos de to d o s los órdenes, una in fo rm ació n infinita. C uando se tra ­
ta, p o r o tra p arte, de c o n ju n to tan com plejo, la dificu ltad de reco n stitu ir el pasado,
aun el m ás recien te, es en to d o com parable a la d ificu ltad de construir el porvenir,
así sea el m ás p ró x im o ;o , m ejor dicho, es la m ism a dificultad. El p rofeta y el h isto ­
riador yacen en el m ismo saco. D ejém oslos en él.
Pero ah ora debo sólo re cu rrir al recuerdo vago y general de lo que se pensaba en
vísperas de la guerra, de las investigaciones que se proseguían, de las obras que sé
publicaban.
A sí, pues, si hago ab stracció n de to d o detalle y m e lim ito a la im presión rápida y
a ese total natural que da una percepción instantánea, no veo ¡nada! N ada, au n q u e
haya sido una nada in fin ita m en te rica.
Los físicos nos enseñan que en un horno calen tad o hasta la incandescencia, si
nuestros ojos p udieran subsistir, no verían nada. N inguna desigualdad lum inosa su b ­
siste ni distingue los p u n to s del espacio. Esa form idable energía encerrada acaba en
la invisibilidad, en la igualdad insensible. Así, pues, una igualdad de esta especie no
es más que el desorden en estado perfecto.
¿Y de qué estaba co n stitu id o el desorden de n u estra E uropa m ental? De la libre
coexistencia, en to d o s los esp íritu s cultos, de las ideas m ás desem ejantes, de los m ás
o puestos principios de vida y de conocim iento. Es eso lo que caracteriza u n a época
moderna.
No m e desagrada generalizar la noción de m o d ern o y dar ese nom bre a cierto
m odo de existencia, en lugar de hacer de él un m ero sinónim o de contem poráneo.
Hay en la h isto ria m o m en to s y lugares en que p o d ríam o s introducirnos, nosotros
los modernos, sin tu rb a r excesivam ente su arm onía y sin parecer allí o b je to s in fin i­
tam en te curiosos, in fin itam en te visibles, seres ch o can tes, disonantes, inasim ilables.

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D onde nuestra en trad a sorprendiese m enos, a h í estaríam os com o entre nosotros. Es
evidente que la R om a de Trajano y que la A lejandría de los P tolom eos nos absorbe­
ría n más fácilm ente que m uchas localidades m enos alejadas en el tiem po, pero más
especializadas en un solo tipo de costum bres y consagradas p o r entero a una sola
raza, a una sola cu ltu ra y a un solo sistem a de vida.
Pues bien, la E uropa de 1914 h ab ía llegado tal vez al lím ite de ese m odernism o.
Cada cerebro de cierta categoría era una escrucijada para to d o linaje de opiniones;
to d o pensador, una exposición universal de pensam ientos. H abía creaciones del es­
p íritu cuya riqueza en contrastes y en im pulsiones contradictorias hacía pensar en
los efectos del alum brado insensato de las capitales de aquel tiem p o : los ojos arden
y se hastían. . . ¿C uántos m ateriales, cuántos trabajos, cálculos, siglos saqueados,
cuántas vidas heterogéneas sumadas h an sido necesarios para que fuese posible ese
carnaval y se le en tro n izara com o form a de la suprem a sabiduría y triu n fo de la h u ­
m anidad?
En tal o cual libro de aquella época -y no de los m ás m ediocres— se encuentra sin
ningún esfuerzo una influencia de los “ ballets” rusos, un poco de estilo adusto de
Pascal, m uchas im presiones tipo G oncourt, algo de Nietzsche, algo de Rimbaud,
ciertos efectos debidos a la frecuentación de los pintores, y a veces el to n o de las
publicaciones científicas, to d o ello perfum ado con no sé qué de británico, difícil
de dosificar. . . Observem os, de paso, que en cada uno de los com ponentes de esta
m ixtura p o d rían encontrarse m uchos o tro s cuerpos. Inútil buscarlos: sería reiterar
lo que acabo de d ecir sobre el m odernism o y hacer to d a la historia m ental de Eu­
ropa.
Ahora, sobre una inm ensa explanada de Elsinor, que va desde Basilea hasta C olo­
nia, que toca las arenas de N icuport, los pantanos del Somme, el gres de la Cham­
pagne, los g ranitos de Alsacia, el Hamlet europeo m ira m illones de espectros.
Pero es un H am let intelectual. M edita sobre la vida y la m uerte de las verdades.
Tiene por fantasm as to d o s los objetos de nuestras controversias; tiene por rem or­
dim ientos to d o s los títu lo s de nuestra gloria; está agobiado bajo el peso de los des­
cubrim ientos, de los conocim ientos, incapaz de desentenderse de esa actividad ili­
m itada. Piensa en el h astío de reanudar el pasado, en la locura de querer innovar de
continuo.
Se tam balea en tre los abismos, p o rq u e dos peligros no cesan de am enazar al
m undo: el ord en y el desorden.
T om o .u n crán eo , es un cráneo ilustre. —Whose was it?— Éste fue Lionardo. In­
ventó el h om bre volador, pero el h o m b re volador no ha servido precisam ente las
intenciones del inventor: sabemos que el hom bre volador, m o ntado sobre su gran
cisne (il grande uccello sopra del dosso del suo magnio cecero) tien e, en nuestros
días, un em pleo que no es el de ir a recoger nieve en la cim a de los m ontes para
arrojarla, d u ran te los d ías calurosos, sobre el pavim ento de las ciudades. . . Y este
o tro cráneo es el de Leibniz, que soñó co n la paz universal. Y éste fue Kant, Kant
qui genuit Hegel, q u it genuit Marx, qui genuit. . .
Hamlet no sabe bien qué hacer con to d o s esos cráneos. ¡Pero si los a b a n d o n a!. . .
¿Va a dejar de ser él m ism o? Su esp íritu atrozm ente lúcido co n tem p la el tránsito
de la guerra a la paz. Este tránsito es m ás oscuro que el tránsito de la paz a la gue­
rra; to d o s los pueblos se sienten turbados. “ ¿Y yo, se dice, y o , el in telectual euro­
peo, en qué v oy o convertirm e?. . . ¿Y qué es la paz? La paz es, acaso, el estado
de cosas en que la hostilidad natural de los hombres se manifiesta en creaciones, en
lugar de traducirse p o r destrucciones com o ocurre en la guerra. Es el m om ento de

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una concurrencia creadora, y de la lucha de las producciones. Pero yo ¿no esto y
fatigado de producir? ¿No he agotado el deseo de las tentativas extrem as y n o he
abusado de las mezclas sapientes? ¿Es preciso dejar a u n lado mis deberes difíciles
y mis am biciones trascendentes? ¿Debo seguir el im pulso y proceder com o Polo-
nio, q u e dirige ahora un gran periódico? ¿Cómo Laertes, que trabaja en la aviación?
¿Cómo R osenerantz, que se o cu p a en no sé qué cosas bajo nom bre ruso?
— ¡A diós fantasmas! El m undo no tiene ya necesidad de ti. Ni de m í. El m u n d o ,
que b au tiza con el nom bre d e progreso su tendencia a una precisión fatal, tra ta de
unir los beneficios de la vida las ventajas de la m uerte. C ierta confusión reina to d a ­
vía, p ero esperem os un poco y to d o se aclarará; verem os p o r fin aparecer el m ilagro
de u n a sociedad anim al, un perfecto y definitivo horm iguero.

Paul V aléry,
Política del espíritu,
Buenos Aires, E ditorial Losada, 1961.

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modo espontaneo, de lo hornogeneo a lo hererogeneo,
Nota1
de la mezcla fntima a la separacion neta ... Estas image­
nes parad6jicas son las que dan la represenracion mas Extracto de una conferenciadada en la
simple y mas practica del papel que desempeiia en el
Uniuersidad de Zurich. el 15 de nouiembre de 1922
rnundo lo que se llama ­desde hace cinco o diez mil
aiios­ Espiritu.
Pero el Espfriru europeo ­o por lo menos lo que
contiene de mas precioso­ces totalrnente difusible? El
fen©meno de la exploracion del globo, el fenorneno de Sefioras, sefiores:
la igualaci6n de las tecnicas y el fen6meno dernocrati­
co, que hacen prever una diminutio capitis de E!iropa La tormenra acaba de concluir, y sin embargo esta­
(deben tomarse como decisiones absoluras del destino? mos inquietos, ansiosos, como si la torrnenra fuese a
(0 tenernos alguna libertad contra esa arnenazante estallar, Casi rodas las cosas humanas perrnanecen FP
conjuraci6n de las cosas? terrible incertidumbre, Observamos lo que ha desapa­
Tai vez buscando esta libertad sera como se la crea­ recido, estamos casi aniquilados por lo que esra aniqui­
ra. Pero para ral busca es preciso abandonar por algun lado; no sabemos que es lo que va a nacer, y podernos
riempo la consideraci6n de las conjunros, y estudiar en razonablemente rernerlo, Esperarnos vagarnente, recela­
el individuo pensanre la lucba de la vida personal con mos exactarnenre; nuesrros temores son infinicamenre
la vida social. mas precisos que nuestras esperanzas; confesamos que
la dulzura de vivir esta derras de nosorros, gue la abun­
dancia esta detras de nosotros, pero que el desarrollo Y
(1919)
la duda estan en nosotros y con nosorros. No hay cabe­
za pensante, por muy sagaz, por muy insrruid~ que se
la suponga, que pueda vat~aglori~r,se de ~0~1111ar ese
malescar, de escapar a esa 1mpres1011 de tinieblas, de
rnedir la duraci6n probable de esre perlodo de pertur­
baciones en los inrercarnbios vitales de la hurnanidad.
1
En csta nota se encontraran desarrollos de diversos pa­
sajes de La crisis de/ esplritu:

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Somos una generacion muy infortunada a la que le y que el procura infatigablemenre someter a SUS sue­
ha rocado ver coincidir el momenro de su paso por la fios,
vida con la llegada de esos grandes y pavorosos aconre­ Quiero decir que el hombre se opone incesante y
cirnientos cuya resonancia colmara roda nuestra vida. necesariamente a lo que es poc la preocupaci6n de lo
Puede decirse que todas las cosas esenciales de este que no es, y que concibe laboriosamente, o bien por
mundo fueron afeccadas por la guerra, o, mas exacra­ genio, lo que es necesario para dar a sus suefios la po­
rnente, por las circunstancias de la guerra: el desgaste tencia y la precision misrnas de la realidad, y para im­
ha devorado algo mas profundo que las partes renova­ poner a esa reaJidad, por otra parte, las alteraciones
bles del ser. Sabeis cuan perturbadas estan la economfa crecienres que la aproximen a sus suefios.
general, la poll tica de los Estados, la vida rnisrna de los A los dernas seres vivienres solo los mueven y
individuos: el malestar, el rirubeo, la aprehension uni­ transforman las variaciones exteriores. Se adapran, es
versales. Pero entre codas esas cosas heridas esra el Espi­ decir, se deforman, a fin de conservar los caracteres
ritu. El Espiritu esra en verdad cruelmenre herido; se esenciales de su existencia, y se ponen asl en equilibrio
queja en el corazon de los hombres inteligentes y se con el estado de SU medio ambienre.
juzga con rrisreza, Duda profundamence de sf mismo. No tienen por costurnbre, que yo sepa, romper es­
(Que es, pues, esre esplritu? (Yen que puede ser heri­ ponraneamenre ese equilibria, dejar, por ejernplo, sin
do, golpeado, disminu.ido, humillado por el estado ac­ rnotivo, sin una presi6n o una necesidad exteriores, el
tual del mundo? ~De donde proviene csta gran piedad clima a que se ban acomodado. Buscan su bienestar
por las cosas del Espiritu, esta desaz6n, esta angustia de ciegamenre; pero no sienten el acicare de ese mejor que
los hombres inreligences? De esto nos es necesario ha­ es el enernigo de bueno y que nos decide a afromar lo
blar ahora. peor.
En cambio, el hombre Ueva en sf mismo con que
romper el equilibria que manriene con su media. Ueva
El hombre es ese animal separado, ese extrafio ser lo que es necesario para estar desconrento con lo que le
vivience que se ha opuesro a todos los dernas, que se contentaba. Es a cada instante algo distinro de lo que
eleva sobre todos los dernas, por sus suefios, por la in­ es. No fonna un sisterna cerrado de necesidades Y de
tensidad, por el encadenamiento, por la diversidad de sarisfacciones para sus necesidades. Exrrae de la saris­
sus suefios, por sus efectos extraordinaries, que Hegan facci6n no se que exceso de potencia que trastrueca SU
hasra modificar su naturaleza, y no solamente su natu­ gozo. Apenas su cuerpo y su apetito estan apaciguados,
raleza, sino rarnbien la naruraleza misma que lo rodea cuando en lo mas profundo de el algo se agira, lo ator­

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rnenra, lo ilumina, lo gobierna, lo acicarea, lo maneja "Eran un solo pueblo y tenfan una misma lengua ... ".
secreramenre. Yes el Espiritu, el Esplriru armada con
Todavfa lo sofiamos.
todas sus preguntas inagotables ...
Ahl encontrareis rambien la historia exrrafia de ese
Pregunta erernamente en nosocros: (quien, que,
profera que, tragado por un pez, pudo moverse en la
donde, en que riernpo, por que, corno, por que medio?
densidad del mar...
Opone el pasado al presenre, el porvenir al pasado, lo Entre los griegos, hay heroes que conscruyen apa­
posible a lo real, la imagen al hecho, Es a la vez lo que raros voladores. Otros saben dornesticar las fieras, Y su
se anticipa y lo que se dernora: lo que construye y lo palabra milagrosa rraslada las montafias, hace mover
que descruye; lo que es azar y lo que calcula; es, por lo los bloques, opera construcciones de temples, por una
ranro, lo que no es, y el instrumenro de lo que no es.
especie de relernecanica mar~villosa ...
Es, en fin, es sabre redo, el autor misterioso de esos Actuar a disrancia; fabricar oro; trasrnutar los me­
suefios de los que os hablaba ...
tales; veneer la muerre; predecir el porvenir: trasladarse
(Que suefios ha teuido el hombre? ... Y enrre esos a medias vedados a nuestra especie; hablar, ver, escu­
suefios (Cuales son Ios que han penetrado en lo real, y cbar, de un extrema de! mundo al otro; ir a visirar los
c6mo ban penetrado?
asrros: realizar el movirniento perperuo, que se yo, he­
Miremos en nosotros mismos y miremos a nuesrro mos tenido cantos suefios, que la lista serla infinira. Pe­
alrededor. C~nsideremos la ciudad, o bien hojeemos al
ro el conjunto de esos suefios forma un extrafio J:rogr~­
azar algunos libros, o mejor adn observemos en nues­ ma cuya persecucion esta como ligada a la historia
tros corazones sus movimientos mas ingenuos ...
misma de los humanos.
Desearnos, imaginamos con complacencia muchas Todos los proyectos de conquisra y de dorninacion
cosas extrafias, y esros deseos son muy antiguos, y pare­ universales, sean mareriales, sean espirituales, figu~an
ce que el hombre no se resolvera jarnds a no darles for­ en el. Toda lo que llamamos ciuilizacion,progres~; cten­
ma. Releed el Genesis. Desde el umbral del libro sagra­ cia, arte, cultura... se relaciona con esa produccion ex­
do y [os primeros pasos en el primer jardln, vereis craordinaria y de ella depende direcramente. Puede de­
aparecer el suefio del Conocimiento y el de la Inmorra­
cirse que codas esos suefios se insinu~n en r~das las
!id­ad: esos herrnosos fruros del arbol de la vida y del condiciones dadas de nuestra existencia defimda. So­
arbol de la ciencia nos atraen siempre. Algunas paginas mos una especie zoolOgica que tiende par si misma a bacer
mas adelanre, encontrareis en la misma Biblia los sue­
uariar su territorio de exlstencia, y podria hacerse una
fios de una humanidad cornpletamente unida y cola­ lista una dasificaci6n sistematica de nuestros suefios,
borando en la construccion de una torre prodigiosa. considerando a cada uno de ellos coma dirigido contra
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alguna de las condiciones iniciales de nuestra vida. De todas esns realizaciones, las mds numerosas, las
Hay suefios contra la gravedad y suefios contra la ley mds sorprendentes, las mds fecrmdas las ha cumplido una
del movirniento. Los hay tarnbien contra el espacio, y parte muy restringida de la humanidad, y sobre un terri­
los hay contra la duraci6n. La ubicuidad, la profeda, el torio muy pequefzo en relacion con el conjunto de las tie­
Agua de Juvencia han sido suefios, lo son aun bajo rras habitables.
nombres ciennficos. Europa ha sido ese lugar privilegiado; el europeo,
Hay suefios contra el principio de Mayer, y orros el esplritu europeo, el aucor de esos prodigies.
contra el principio del Carnot. Los hay concra las leyes ~Que es, pues, esta Europa? Es una especie de cabo
fisiologicas y orros contra los dacos y las fatalidades et­ del viejo continence, un apendice occidental del Asia.
nicas: la igualdad de las razas, la paz eterna y universal, Mira naruralrnente hacia el oeste, Al sur, bordea un
pertenecen a esa clase ... Supongamos que hayamos he­ mar ilustre cuyo papel, deberfa decir cuya funci6n, ba
cho la lista y que la observararnos, Muy pronto nos sido maravillosamente cficaz en la elaboraci6n de ese
sencidamos rentados de complerarla con el cuadro de esplriru europeo que nos ocupa. Todos los pueblos que
las realizaciones. Al frence de cada suefio colocarlamos vivieron junco a SUS oritlas Se ban embebido en eJ; han
lo que se ha hecho para realizarlo. Si, por ejemplo, en cambiado entre sf mercaderlas y golpes; han fundado
una columna hemos inscrito el deseo de volar por los puertos y colonias donde no solamence los objecos del
aires y el nombre de fcaro, en el rnirnero de las adquisi­ comercio, sino rarnbien las creencias, los idiomas, las
ciones inscribiremos los nombres famosos de~ cosrumbres, las adquisiciones tecnicas·, eran los ele­
da Vinci, de ~r, de los ~ y de sus sucesores. Po­ mentos del rrafico. Aun antes de que la Europa actual
drla mulriplicar estos ejemplos, pero serla una especie hubiese tornado el aspecco que le conocemos, el Medi­
de juego para el cual no tenemos ciempo. Por otra par­ terraneo, en su cuenca oriental; habfa visro establecerse
te, habrla que hacer una lisra de las decepciones, de los una especie de pre­Europa. El Egipro, la Fenicia, fue­
suefios no realizados, Unos estan definicivamente con­ ron como prefiguraciones de la civilizaci6n que noso­
denados, la cuadratura del circulo, la creaci6n gracuita tros hemos fijado: vinieron luego los, griegos, los rorna­
de la energfa, etc. Orros permanecen aun en nuestras nos, los arabes, las poblaciones ibericas, En roruo de
esperanzas no insensatas. esa agua deslumbradora y cargada de sal creemos ver la
Pero es preciso volver a nuescro cuadro de realiza­ muchedumbre de los dioses y de los hombres mas irn­
ciones: sobre el deseaba atraer vuestra acenci6n. ponentes de este mundo: Horus, Isis, Orisis; Astarte y
Asl, pues, si reparamos en esa lista muy honrosa, los Cabiras; Palas, Poseidon, Minerva, Neptune, y sus
podrernos hacer esra observaci6n: sernejanres, reinan en concurrencia sobre este mar que

52 53
remeci6 los extrafios pensamienros de San Pablo como Europa se precipita fuera de sf misma, parte a la con­
­­­=·
meci·61 os ensuefios y los calculos de ]onaparce ... quista de tierras. La civilizaci6n renueva las invasiones
Pero sobre sus orillas, donde ya rnnr(); p~eblos se primitives, cuyo movimiento invierre. Europa, sabre su
habf~n. mezclado y chocado, e instruido redprocamen­ propio suelo, alcanza el maxirno de la vida, de la fe­
re, virueron aun ~n el curso de las edades orros pue­ cundidad inrelecrual, de la riqueza y de la ambici6n.
blos, arr~{dos hacia el esplendor del cielo por la belleza Esta Europa rriunfanre que naci6 del intercarnbio
Y por la llltensidad parricuiar de la vida bajo el sol. Los de toda suerre de cosas espiriruales y mareriales, de la
celras, los eslavos, los pueblos germcinicos, han experi­ cooperacion volunraria e involunraria de las razas, de
menrado el encantamienro de! mas noble de los mares· la concurrencia de las religiones, de los sisternas, de los
una. especie de tropismo invencible, al ejercerse duran~ inrereses, sobre un terrirorio muy lirnirado, se me
te. siglos, ha hecho asi, de este esranque de form as ad­ muestra tan animada como un mercado adonde se
mirables ~l _objeto del deseo universal y el lugar de la traen, se comparan, se discuren y carnbian de mano
may~r acr1v1dad humana. Actividad econ6mica, acrivi­ multiples cosas buenas y preciosas. Es una Bolsa don­
da~ ~nrelectual, acrividad polfrica, acrividad religiosa, de las docrrinas, las ideas, los descubrimientos, los
acrividad arnsrica, todo acontece o, por lo menos, todo dogmas mas diversos se rnovilizan, se corizan, suben,
p~ece nacer en rorno del mar interior. Ahl es donde se bajan, son objero de las crfricas mas despiadadas y de
asrsre a los fen6menos precursores de la formaci6n de los enrusiasmos mas ciegos. Pronto los aportes mas le­
~~ropa Y donde se ve dibujarse en cierta epoca la divi­ janos llegan en abundancia a esre mercado. Por un~
sion ?e la humanidad en dos grupos cada vez mas de­ parte las tierras nuevas de America, de Oceania y de
semejanres. el uno, que ocupa la mayor pane del glo­ Africa, los anriguos imperios del Extrema Oriente en­

0. \
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bo, permanece corno inrnovil en sus cosrurnbres en
. .
sus conoc:m1entos, en_ su potencia practica, no progre­
' vlan a Europa sus materias primas para que se some­
tan a esas transformaciones sorprendentes que solo ella
sa ya, o solo progresa 1mpercepciblemenre. El otro esra sabe realizar. Por orra parte, los conocimientos, las fi-
~<~~entregado.a la inquierud ya la investigaci6n perperuas.
·
losoffas, las religiones de la ~ntigua Asia vienen a acli­

Los cam~1os se mulriplican, los problemas mas varia­ matarse en los espfritus siernpre despierros que Europa
dos se agrtan en su seno, los medios de vivir, de saber, produce en cada generaci6n; y esa maquina potente
d~ engrandece~se, ~e acumulan de siglo en siglo con ra­ transforrna las copcepciones mas 0 menos exrrafias del
~1dez extraord111~na. Promo la diferencia de saber posi­ Oriente, somef~ 'a experirnenro su profundidad, extrae
nvo Y de porencra, enrre el y el resro del mundo, se ha­ de ellas los elernentos utilizables.
ce tan grande, que acarrea una ruptura de equilibria. N~estra Europa, que comienza P.Or ser un merca­

54 55
do rnediterraneo, se convierte asf en una vasta fabrica; sentar los cultivos y los terrenos mas variados. Oesde
fabrica en sentido propio, maquina de rransforrnacio­ el punco de vista frsico, es una obra maestra de conci­
nes, pero tarnbien fabrica inrelectual incomparable. liaci6n y de aproximaci6n de las condicianes favora­
Esta f:ibrica intelecrua] recibe de codas partes las cosas bles al hombre. Y el hombre, en ella, se ha convertido
del esplritu, las disrribuye a sus innumerables 6rganos. en el europeo. Me excusareis que de a estas palabras
Unos captan rodo lo que es novedad, con esperanza, Europa y europea una significaci6n algo mas que geo­
con avidez, exageran su valor; ocros resisten, oponen a graftca, y algo mas que hist6rica, y en cierto modo
la invasion de las novedades el brillo y la solidez de las funcional. Casi dirts, dejando que mi pensamienro se­
riquezas ya consriruidas. Entre la adquisici6n y la fioree sabre mi lenguaje, que una Europa es una espe­
conservacion debe establecerse sin cesar un equilibrio cie de sisrerna formado por cierra diversidad humana y
m6vil, pero un sentido crlrico cada vez mas active una localidad particularmente favorable; modelado en
ataca una u otra rendencia, hace trabajar sin piedad fin por una hisroria singularmente animada y viviente.
las ideas en posesi6n y en auge; somete a prueba y dis­ El producto de esta coyunrura de circunstancias es un
cute sin piedad las tendencias de esa regulacion siern­ europeo.
pre lograda. Nos es preciso examinar este personaje en relaci6n
Es preciso que nuestro pensarnienro se desarrolle y con los ripes mas simples de la humanidad. Es una es­
es preciso que se conserve. Solo avanza por los extre­ pecie de monstruo. Tiene una memoria demasiado car­
mos, pero solo subsisre por los medios. El orden extre­ gada, demasiado provisca. Tiene ambiciones extrava­
mo, que es el aucomarismo, serla su perdida; el desor­ gances, avidez ilirnirada de saber y de riquezas. Como
den exrrerno lo conducirfa aun mas rapidamente al percenece generalmente a alguna naci6n que mas 0
abismo. menos ha dominado al mundo a su hora, y que suefia
En fin, esta Europa se construye poco a poco co­ aun con su ~es:!!, o con su ~ o con su~
ma una ciudad gigantesca. Tiene sus museos, sus jar­ ~<?.Q., hay en el un orguHo, una esperanza, unas nostal­
dines, sus talleres, sus laboratorios, sus salones. Tiene a gias siernpre prontas para desperrarse. Como pertenece
Venecia, a Oxford, a Sevilla, a Roma, a Paris. Hay ciu­ a una epoca, a un continence, que ban visco ranras in­
dades para el Arte, las hay para la Ciencia, las hay que tervenciones prodigiosas y cantos arrevirnienros felices
reunen los solaces y los insrrurnenros. Es lo bastanre en todos los generos, no hay conquistas cientificas ni
pequefia para ser recorrida en tiempo muy corto, que empresas que no pueda sonar. Esta apresado entre re­
pronto sera insignificance. Es lo bastante grande para cuerdos maravillosos y esperanzas desmesuradas, y si a
contener todos los climas; lo basrante diversa para pre­ veces le aconcece inclinarse hacia el pesimismo, piensa

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a pesar su~o gue el pesimismo ha producido algunas las ahora, como es ocioso preguntarse en que se hubie­
obras de primer orden. En lugar de abismarse en la na­ ra convercido Europa si nose hubiese vuelto romana.
da mental, saca de su desesperacion un canto. Saca a Pero solo el hecho nos irnporta, el hecho de esa
veces una volunrad ruda y formidable . de huella asombrosamence durable gue ha dejado, sobre
. , un rnonvo
acetones parad6jico y fundado sobre el desprecio de Ios cancas razas y generaciones, ese poder supersticioso y
hombres y de la vida. razonado, ese poder curiosamence impregnado de esp{­•
(Pero quiin es europeo? ritu jurldico, de esplritu milirar, de espiritu religioso,
Me arriesgo aquf ­con muchas reservas con loses­ de esplritu forrnalisca, y que ha sido el prirnero en im­
crupulos infiniros que deben arenderse cu:u~do se quie­ poner a los pueblos conquiscados los beneficios de la
re prec1s~r previamenre lo que no es susceprible de ver­ rolerancia y de la buena adminiscraci6n. ,"\
dade~o. rigor­ me arriesgo a proponeros un ensayo de Sigue luego el cristianismo. Bien sabeis c6mo se di­ ;:>
defin1c1611. No es una definicion logica lo que voy a fundi6 poco a poco en el espacio mismo de la conquis­
desarrollar ante vosorros Es un modo d ta romana. Si se excepnia el Nuevo Mundo, que mas
d . · e ver, un punto
e vrsta, sob~ee1~ren.diendo que exisren muchos orros que criscianizado ha sido poblado por cristianos, si se
que no son. ru mas 111 menos legfcimos. excepnia Rusia, que ha ignorado por la mayor parce la
Pues bien, considerare corno europeos a rodes los ley romana y el imperio de Cesar, se ve que la exten­
pueblos gue en el curso de la hisroria han experimenra­ sion de la religion de Cristo coincide aun hoy casi
do las tres influencias que sefialo en seguida. exactarnente con la del dorninio de la auroridad impe­
~ primera es la de Roma. Dondequiera que haya rial. Esas dos conquisras, can diferenres, tienen sin em­
dorninado el Irnperio Romano, y dondequiera gue se bargo cierto parecido, y ese parecido nos inreresa. La
haya hecha presenre su pocencia y aun dondeguiera pollrica de los rornanos, que se hizo cada vez mas flexi­
g.L'.e el lrnperio haya sidb objeco de rernor, de admira­ ble y mas irnperiosa, y cuya flexibilidad y facilidad ere­
c.•on y de envidia; dondequiera que se haya hecho sen­ dan con la endeblez del poder central, es decir, con la
nr el p~so .de I.a espada romana, allf donde la majescad superficie y la heterogeneidad del lmperio, inrrodujo
r de. , las 1nsntuc1ones
. . y de las !eyes , dond e I a orga111za­
. una novedad muy notable en el sisrerna de dominaci6n
1 c~?n y la d1gn1dad de la magisrrarura se hayan recono­ de los pueblos por un pueblo.
~ cido, y a veces hasra imitado de modo excravaganre, al­ Del mismo modo que la Urbe por excelencia acaba
~ If hay ~Igo eu~opeo. Roma es el modelo eterno de la por adrnitir en su seno casi codas las creencias, por na­
potencra organizada y escable. turalizar los dioses mas lejanos y mas hereroclitos y los
Ignoro las razones de ese rriunfo; es inuril buscar­ cultos mas diversos, asl el gobierno imperial, conscien­

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re del prestigio que se asociaba al nombre romano, no rodes. Este es un europeo casi cabal. Un derecho co­
rernio conferir la ciudadanfa rornana, el tirulo y los pri­ mun, un dios corruin; un mismo derecho y un mismo
vilegios del ciuis romanus, a hombres de rodas las razas Oios; un solo juez para el tiernpo, un solo Juez en la
y de rodas las lenguas. As], por obra de la misrna Ro­ eternidad.
ma, los dioses dejan de esrar unidos a una tribu, a una Pero, mientras la conquista romana solo habla al­
localidad, a una montafia, a un temple o a una ciudad, canzado al hombre polf tico y s6lo habia regido los es­
para hacerse universales, y en cierto modo comunes; y, plri tus en sus habitos externos, la conquisra cristiana
por orra parre, la raza, la lengua y la calidad de vence­ apunca y se adelanra progresivamente hacia la profun­
dor o de vencido, de conquistador o de conquisrado, didad de la conciencia. Ni siquiera deseo intentar una
ceden el paso a una condici6n jurfdica y polltica uni­ medicion de las modificaciones excraordinarias que la
forme que no es inaccesible a nadie. El emperador mis­ religion de Cristo ha impuesto a esa concicncia que era
mo puede ser un galo, un sarrnata, un sirio, y puede precise bacer universal. Ni siquiera deseo inrentar expo­
sacrificar a dioses muy exrranjeros ... es esra una in­ neros corno la formacion del europeo ha sido singular­
mensa novedad polirica. menre inAuida por ello. Me veo forzado a moverme
Pero el crisrianisrno, a la voz de San Pedro, aunque ran solo en la superficie de las cosas, y, por lo dernas,
fue una de las religiones maJ vistas en Roma, el cristia­ las efecros del cristianismo son bien conocidos.
nismo, surgido de la raza judfa, se extiende por su lado ....... ~ .
a los gentiles de roda casta; confiere con el baurismo la
dignidad nueva de cristiano, como Roma conferfa a Os recuerdo solamence algunos de los caracteres de
sus enemigos de la vlspera la ciudadanfa romana. Se su accion: por lo pronto, que rrae una moral subjetiva,
extiende poco a poco por el cauce del poder larino, y sobre todo que impone la unificacion de la moral.
desposa las formas del imperio. Adopta hasra las divi­ Esra nueva unidad se yux~apone a la unidad juddica
siones adrninistrarivas (Civiras en el siglo V designa la que habfa rraido el derecho romano; el analisis, por
ciudad episcopal). Le toma a Roma rodo Jo que puede, ambos !ados, trara de unificar las prescripciones.
y alll fija su capital, y no en jerusalen. Le torna su len­ Sigamos adelance.
guaje. Un hombre nacido en Burdeos puede ser ciuda­ La nueva religion exige el examen de sf mismo.
dano romano y hasta magistrado, puede ser obispo de Puede decirse que hace conocer a los hombres del Oc­
la religion nueva. El mismo galo, que es prefecco impe­ cidente esa vida interior que los hindues practicaban a
rial, escribe en latfn puro hermosos himnos a la gloria su manera desde hada ya varios siglos, la que los mlsri­
del hijo de Dios que ha nacido judia y subdiro de He­ cos de A.lejandrfa rarnbien, a su manera, hablan reco­

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nocido, experirnentado y profundizado. El crisrianismo rado, Penecrado por Grecia, penetrado por el cristianis­
propane al esplritu los problemas mas sutiles, los mas mo, les ha ofrecido un carnpo inrnenso, pacificado y
importances y hasra los mas fecundos. Ya se crate del organizado, ha preparado el emplazamienco y ha d~do
valor de los tesrimonios; de la crfrica de los textos, de forma al molde en que la idea cristiana y el pensam1en­
las fuenres y de las garandas del conocimiento; ya se to griego deblan vaciarse e intercambiarse can curiosa­
trace del discernimienco segun la razon o segun la fe, mente.
de la oposici6n que se declara entre ellas, del anrago­ Acaso lo que debemos a Grecia es lo que nos dis­
nismo enrre la fey los actos y las obras; ya se trace de la tingue mas profundarnente de! rest~ de la h_umanidad.
liberrad, de la servidumbre, de la gracia; ya se crate de Le debemos la disciplina del espiritu, el ejernplo ex­
los poderes espiritual y material y de su mutuo conflic­ traordinario de la perfecci6n en rodes los 6rdenes.
to, de la igualdad de los hombres, de las condiciones Le debemos un rnetodo de pensar que riende a rela­
de las mujeres, y de que se ya cudnto mas, el cristianis­ cionar codas las cosas con el hombre, con el hombre
mo educa, excira, hace acruar y reaccionar a millones cornpleto; el hombre se convierce para sl mis~o en el
de esplrirus durance una serie de siglos. sisrerna de referencias al cual debcn poder aplicarse al
fin codas las cosas. Debe, pues, desarrollar rodas las par­
tes de su ser y mantenerlas en una arrnonla tan clara, Y
Con rode, no somos aun europeos cabales. Falta hasta ran evidence, como sea posible. Debe desarrollar
algo a nuestra figura; le falra esa maravillosa rnodifica­ su cuerpo y su esplritu, Por lo que hace al esplritu, se
ci6n a la que debemos, no ya el senrirniento del orden defendera de sus excesos, de sus ensuefios, de su produc­
publico y el culro de la ciudad y de la jusricia tempo­ ci6n vaga y purarnente imaginaria, con un~ ~r'.~ica Y ""
ral, y no ya. la profundidad de nuestras alrnas, la ideali­ analisis minuciosos de sus juicios por una division racio­
dad absoluta y el sentido de una ererna justicia, sino nal de sus funciones, por la regulaci6n de las formas.
que nos falra tarnbien esa acci6n sutil y potence a la De esa disciplina debfa salir la cien~ia. Nuest~a
que debemos lo mejor de nuestra inreligencia, la fine­ ciencia, es decir, la produccion caracreristica, la glona
za, la solidez de nuesrro saber, como le debemos la niri­ mas cierra y mas personal de nuestro espiriru. Europa
dez, la pureza y la distinci6n de nuesrras artes y de es, ante rodo, la creadora de la ciencia. Ha habid~ ar~es
nuestra literatura; de Grecia es de donde nos vinieron en rodos los palses: solo ha habido verdaderas ciencias
esas virtudes, en Europa. . .
En esta ocasi6n tarnbien es preciso admirar el pa­ Sin duda, exisria, antes de Grecia, en Eg1pto y en
pel del lmperio Romano. Conquist6 para ser conquis­ Caldea, una especie de ciencia y algunos de sus resul­

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rados pueden rodavia parecer notables; pero era una ban para realizar el ajuste, ran delicado, ran improba­
ciencia impura, que se confundfa a veces con la tecni­ ble, del lenguaje corruin con el razonarnienro preciso;
ca de algun oficio, que otras veces comporraba preocu­ pensad en los andlisis que hicieron de operaciones mo­
paciones infiniramente poco cientfficas. La observa­ trices y visuales muy complejas; y corno ban acerrado
cion ha exisrido siernpre. El razonamienro se ha en la correspondencia nera de esas operaciones con las
empleado siempre. Pero esos elernenros esenciales tie­ propiedades lingiifsricas y gramaricales. Se confiaron a
nen valor y akanzan eflcacia regular solo si otros fac­ la palabra y a sus combinaciones para conducirlos se­
tores no vienen a viciar su uso. Para construir nuestra guramenre por el espacio. Sin duda ese espacio se ha
ciencia ha sido preciso que se le ofreciera como ideal convertido en una pluralidad de espacios; sin duda se
un modelo relacivamente perfecro, que presentase to­ ha enriquecido singularmente, y sin. duda esa geome­
das las precisiones, codas las garantfas, codas las belle­ rrla, queen orro riernpo parecia ran rigurosa, ha revela­
zas, todas las solideces, y que definiese de una vez el do muchos defecros en su crisral. La hemos exarninado
concepro mismo de ciencia como construcci6n pura y desde tan cerca, que allf donde los griegos velan un
separada de cualguier otra preocupacion ajena a la del axioma nosotros conramos una docena.
edificio mismo. Cada uno de los posrulados que ellos hablan intro­
ducido, sabernos que se puede susriruir con otros, pro­
duciendo una geometrfa coherence y a veces ffsicamen­
La geornerrfa griega ha sido ese modelo incorrupti­ te urilizable .
ble, no solamente propuesto a todo conocimiento que Pero pensad en la novedad que consriruyo esta for­
rienda a su esrado perfecto, sino modelo tambien in­ ma casi solernne, tan bella y ran pura en su dibujo ge­
comparable de las cualidades mas tlpicas del intelecro neral. Pensad en esa magnffica division de los mornen­
europeo. Nunca pienso en el arre clasico sin que irre­ ros del Espfritu, en ese orden rnaravilloso en que cada
sistiblemente come como ejemplo el monumento de la aero de la razon esta nlridarnenre colocado, nltidamen­
geomerrfa griega. La construccion de ese rnonumento re separado de los orros; ello hace pensar en la esrruc­
ha requerido los dones mas raros y mas ordinariamente rura de los ternplos, maquina esrarica cuyos elernenros
incompatibles. Los hombres que lo construyeron eran son todos visibles y rnanifiesran su funci6n.
obreros duros y penerrantes, pensadores profundos, pe­ La mirada esrudia la carga, el sosten de ta carga, las
ro artistas de gran fineza y exquisite sentirnienro de la porciones de la carga, el conjunto y sus medias de
perfecci6n. equilibria; la mirada divide y domina sin esfuerzo esas
Pensad en la surileza yen la voluntad que necesita­ rnasas bien planradas cuya ralla y vigor estan de acuer­

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do con su papel y su volurnen. Esas colurnnas, esos ca­ mcro de las nociones y de las rnaneras de pensar que
pireles, esos arquirrabes, esos cornisarnentos y sus sub­ les son comunes es mucho mayor que el ruunero de las
divisiones, y los ornarnenros que de cllos se derivan sin nociones gue renemos en cornun con un drabe o un
desbordar nunca de sus lugares y de su adecuacion, me chino ...
hacen pensar en estos miernbros de la ciencia purn, tal En resurnen, existe una regi6n del globo que se
corno la concibieron los griegos: deflniciom's, ttXio11111s, disringue profundamenre de todas las dernas desde el
lenuts, teorcmas, corolarios, porismas, problemas ... es de­ punro de vista humane. En el orden de la porencia, y
ci r, la maquina dcl esplritu que se ha hecho visible, la en el orden del conocimienro precise, Europa gravira
arquirectura rnisrna de la inreligencia cornplerarnenre min hoy mucho masque el rcsro de! globe. Me equivo­
disefiada, el remplo erigido al Espacio por la Palabra, co; no es Euro a la < ue lleva esa venra·::i, es el Es Jfriru
pero un rernplo qLte puede elevarse hasra d infinite. euro co, del cua America es una ere ­i6n m i · ble.
Dondequiera que domine el Espiritu curopeo, se
vc aparcccr el rn.iximo de necesidades, el maximo de
Tales se me muestran las rres condiciones esencia­ tmbajo, el rrnixirno de capital, el rruixirno de reudimien­
lcs que me parecen definir a un verdadero europeo, a to, el rnaxirno de potcncia, el maximo de ambiciou, el
un hombre en quien el espiritu europeo puede habirar m ixirno de mod~flcaci611de la naturaleza exteriot; cl
en su plenitud. Dondequiera qui: los nornbres de Ce­ maxi mo de relaciones y de intercambios.
~· de~· de 'JrajaJ.l? y de ~i.i:gilio_, donde quiera Este conjunro de maximos es Europa, o irnagen de
que los nornbres de ~y de ~an PabJ.9, dondequie­ Europa.
ra que los nornbres de ~s, de .,Plar.Qn_ y de~­ Por orra pane, las condiciones de esa forrnacion y
~hayan renido una significacion y una auroridad de esa desigualdad asornbrosa dependen evidenrernente
simulr.ineas, ahi esra Europa. Toda raza y toda rierra de la calidad de los individuos, de la calidad media <lei
que liaya sido sucesivamenre romanizada, cristianizada Homo Europeus. Es cosa notable que el hombre de Eu­
y sornerida, en cunnro al esplriru, a la disciplina de los ropa no este definido por la raza, ni por la lengua, sino
gricgos, es absolutameure europea. por los deseos y por la arnplirud de la volunrad ...
Algunas hay donde solo se imprirnieron una o dos Etc ...
de esns huellas.
Hay, pues, cierro rasgo bien sefinlado de la raza, de
la lengua rnisrna y de la nacionalidad que une y asimila
los paises del occidenre y del centre de Europa. El nu-

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