Investigacion Dara Filosofia

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Liceo So

Materia: F a Liceo Sonafluca

Proyecto de Filosofía

Tema: Fundamentos ético filosófico del derecho y


la justicia: ¿es posible un sistema judicial justo?

Docente: Albán Centeno Arley

Estudiantes: Laura Araya

Dara Coto B

Sección: 11-2

Fecha:27/10/2
1

Índice en General
Índice ……………………………………………………………………………………….1

Introducción..............................................................................................................2

Definición del Problema:.......................................................................................... 5

Justificación del Problema……………………………………………………………. 4

Objetivo General y Específicos…………………………………………………………. 5

Antecedentes ……………………………………………………………………………..6

Desarrollo de la Investigacion…………………………………………………………...7

Teorías de la Justicia …………………………………………………………… 8 -10

Teoría de la Ética y Moral………………………………………………………… 11-12

Teoría del Derecho………………………………………………………………. 13 -19

Conclusiones……………………………………………………………………………. 20

Recomendaciones……………………………………………………………………… 21

Anexos ………………………………………………………………………………..22-24

Bibliografía………………………………………………………………………………. 25
2

Introducción

En la presente investigación se definirán algunos conceptos como justicia, ética,


moral y derecho, se encontrará diferentes teorías de grandes filósofos y autores.
Los fundamentos ético-filosóficos del derecho y la justicia son conceptos que han
sido debatidos a lo largo de la historia por diversos pensadores.

La ética y la justicia son dos conceptos fundamentales que deben guiar nuestras
acciones y decisiones en la sociedad. La ética nos ayuda a discernir entre lo
correcto y lo incorrecto, mientras que la justicia busca garantizar la igualdad y
equidad para todos los individuos. Es importante tener en cuenta que la ética y la
justicia están estrechamente relacionadas, ya que una sociedad justa se basa en
principios éticos sólidos. Cuando actuamos de manera ética, contribuimos a la
construcción de una sociedad más justa y equitativa para todos, de esta forma
también se desarrollará la pregunta ¿es posible un sistema judicial justo? Los
desafíos de las sociedades contemporáneas, sea cual sea el ámbito (económico,
político, social, ambiental, etc.), requieren con mayor frecuencia la resolución de
disputas colectivas que son canalizadas a través de los sistemas judiciales de
cada país. En ese sentido, el Poder Judicial (cuando se habla de Estados
democráticos que se han configurado bajo la óptica de la división de poderes) es
la caja de resonancia donde se ingresan las demandas de la colectividad para
someter ante una instancia de justicia aquellos asuntos donde se ha estimado que
sus derechos están lesionados o cuando se pretende reclamar la reparación
respecto de actitudes y conductas ocasionadas por otros individuos. En síntesis,
más allá de sus funciones estrictamente jurisdiccionales, la figura política del
Poder Judicial se presenta ante la ciudadanía como un actor fundamental para
mantener el orden social y permitir el pleno desarrollo de los individuos. Asimismo,
sin diferencia del proceso judicial que se interponga, lo cierto es que la
Administración de la Justicia funge un rol dentro del sistema político, en el que
absorben los requerimientos de las personas que acuden a su intervención, para
digerirlos en soluciones o productos derivados de la concepción de justicia que
predomina en cada entramado social.
3

Definición del Problema

¿es posible un sistema judicial justo?


La posibilidad de un sistema judicial justo se puede justificar desde varias
perspectivas:
1. Principios de Justicia.
Equidad: Un sistema judicial puede aspirar a la equidad, aplicando las leyes de
manera imparcial y garantizando que todos tengan las mismas oportunidades de
ser escuchados y defendidos. Proporcionalidad: La justicia requiere que las
penas y decisiones sean proporcionales a los actos cometidos, evitando castigos
desmedidos o injustos.
2. Acceso y Representación
Acceso igualitario: Un sistema judicial justo debe garantizar que todas las
personas, independientemente de su situación económica o social, tengan acceso
a la justicia. Esto puede incluir asistencia legal gratuita y servicios de mediación.
Diversidad en la representación: La inclusión de diversas perspectivas en el
sistema judicial puede ayudar a abordar sesgos y a reflejar mejor la realidad de la
sociedad.
3.Procedimientos transparentes:
La transparencia en los procesos judiciales fomenta la confianza pública y
Asegura que las decisiones se tomen de manera abierta y fundamentada.
Mecanismos de rendición de cuentas: Los jueces y funcionarios judiciales deben
estar sujetos a supervisión y ser responsables de sus decisiones, lo que puede
ayudar a prevenir abusos de poder.
4. Evolución y Revisión Continua:
Adaptabilidad: Un sistema judicial justo debe ser capaz de adaptarse a los
cambios sociales y culturales, revisando sus normas y procedimientos para
abordar las desigualdades y las injusticias que surjan. Educación y formación: La
capacitación continua de los profesionales del derecho en ética y derechos
humanos es fundamental para mantener la justicia en el sistema.
5. Fomento de la Justicia Restaurativa:
4

Enfoques alternativos: La justicia restaurativa, que busca reparar el daño causado


a las víctimas y reintegrar al infractor en la comunidad, puede ofrecer una visión
más holística de la justicia, fomentando la reconciliación y la sanación social.
Justificación del Problema
Filósofos como John Rawls proponen que la justicia debe entenderse como
equidad, donde se busca garantizar que las instituciones sociales promuevan la
igualdad de oportunidades y el bienestar de los menos favorecidos.
Justicia retributiva: Esta perspectiva se centra en la idea de que el castigo debe
ser proporcional al delito cometido, buscando restaurar el equilibrio moral
quebrantado por la ofensa.
Ética y Derecho
Derecho natural: Algunos filósofos sostienen que existen derechos inherentes a
todos los seres humanos que deben ser reconocidos por el sistema legal. Esto se
basa en la idea de que el derecho debe reflejar principios morales universales.
Positivismo jurídico: Contrariamente, el positivismo sostiene que el derecho es un
conjunto de normas creadas por el ser humano y que su validez no depende de
estándares morales externos.

La posibilidad de un sistema judicial justo?


Imparcialidad y transparencia: Un sistema judicial puede ser considerado justo si
opera con imparcialidad y garantiza la transparencia en sus procedimientos. Esto
incluye la adecuada formación y ética de los jueces.
Acceso equitativo: La justicia también implica que todas las personas tengan
acceso igualitario al sistema judicial, independientemente de su estatus
socioeconómico.
Reformas y adaptación: La justicia en un sistema judicial puede ser un objetivo
dinámico. La continua revisión y adaptación de las leyes y procedimientos es
crucial para abordar las injusticias y desigualdades que puedan surgir.
5

Objetivo general

1. -Analizar el fundamento ético filosófico del derecho y la justicia

Objetivos específicos:

1.1 comprender el concepto filosófico de la ética.

1.2 Entender el concepto filosófico del derecho.

1.3 Analizar el concepto filosófico de la justicia

1.4Considerar si es posible un sistema judicial justo

1.5 Analizar diferentes teorías de filosóficos del derecho y la justicia


6

Antecedentes:Hans Kelsen nació en Praga en 1881 y murió en Berkeley,


California, el 20 de Abril de 1973. Fue juez de la Suprema Corte de Austria y uno
de los principales autores de la Constitución de Weimar de 1920. También fue
profesor de Filosofía del Derecho de la Universidad de Viena desde 1917. En 1929
obtuvo una cátedra en la Universidad de Colonia, la cual tuvo que abandonar en
1933 tras la ascensión del Nazismo. Luego de algunos años en la Universidad de
Ginebra, enseñó en la Universidad de su ciudad natal en 1936. En 1940. Allí
ejerció la docencia en la Universidad de Harvard y luego en la de Berkeley hasta
su muerte en 1973. La Teoría Pura del Derecho (Reine Rechtslehre) fue su obra
más importante, siendo La Teoría General del Derecho y del Estado, el tratado
completo en que las ideas de dicha obra adquirieron acabada explicitación. Su
propósito fue presentar el Derecho como realidad distinta e independiente de otros
órdenes normativos, como la moral. A partir de esa delimitación es que elabora su
teoría de la ciencia jurídica. Si bien el Derecho ha tenido un gran desarrollo desde
la Teoría Pura del Derecho, la distinción en mención que hizo Kelsen, permite el
entendimiento de que los dilemas que se presentan en las diversas ramas del
Derecho, a todos los niveles, usualmente implican contraposiciones entre tesis
que se apoyan en alguna concepción de lo “justo" y de aquellas que optan por la
seguridad jurídica. De ahí la importancia de hacer una revisión de esta distinción y
de otras conexas y sus consecuencias en la práctica jurídica. Esta distinción
constituye la piedra angular de la cual parte toda la Teoría Pura del Derecho. No
solo por el lugar en el cual se encuentra dentro de su obra, sino porque en la
medida que la misma pretende definir el Derecho, esta tarea debe comprender en
primer lugar distinguirlo de la justicia, la idea que se le asocia mayormente. Para
Kelsen el Derecho es un orden de conducta humana y más bien la justicia es un
anhelo social: “La aspiración a la justicia es el eterno anhelo humano de felicidad.
El individuo aislado no puede, en cuanto tal, encontrar la felicidad, y por ello la
busca en la sociedad. Kelsen, al igual que Bentham y Austin, también asocia la
idea de justicia con la felicidad: La justicia es felicidad para todos. Sin embargo,
Kelsen considera que la felicidad individual, entendida como la satisfacción de todos los
7

intereses que una persona posee, en cierto momento entra en conflicto con la felicidad de
otro individuo.

Desarrollando la investigación:

Desde tiempos inmemoriales, la justicia ha sido uno de los temas más recurrentes
en la filosofía. Grandes pensadores de la historia han dedicado su vida a
reflexionar sobre la importancia y el significado de la justicia en la sociedad
humana. Desde Platón y Aristóteles hasta Kant y Rawls, la justicia ha sido objeto
de estudio y análisis por parte de filósofos de distintas corrientes y épocas.

La justicia es un valor fundamental en cualquier sociedad, pues es la base de la


convivencia pacífica y la igualdad entre los seres humanos. Pero ¿qué es
exactamente la justicia? ¿Cómo podemos definirla de manera objetiva y
universalmente aceptada? Estas son algunas de las preguntas que han ocupado
la mente de los grandes filósofos a lo largo de la historia.

En este ensayo, haremos un recorrido por las reflexiones de algunos de los


filósofos más destacados en cuanto a la justicia se refiere. Analizaremos sus
teorías y planteamientos para comprender mejor la importancia y el significado de
la justicia en la sociedad humana. La justicia es un tema que ha sido explorado
por los filósofos desde la antigüedad. Su importancia radica en que es un valor
fundamental en cualquier sociedad justa y equitativa. A lo largo de la historia,
grandes filósofos han reflexionado sobre el significado y la importancia de la
justicia. En este artículo, te invitamos a explorar algunas de las reflexiones más
impactantes de estos pensadores.

Platón y la justicia como virtud

Para Platón, la justicia era una virtud que se relacionaba con la armonía y el
equilibrio. En su obra La República, argumentaba que la justicia era necesaria
para la estabilidad y el orden en la sociedad. Según él, la justicia consistía en cada
8

persona cumpliendo su rol y función en la sociedad, lo que llevaba a la armonía y


el equilibrio.

Aristóteles y la justicia distributiva

Para Aristóteles, la justicia era un valor que se relacionaba con la distribución


equitativa de bienes y recursos. En su obra Ética a Nicómaco, distinguía entre dos
tipos de justicia: la justicia conmutativa, que se refiere a la igualdad en las
transacciones entre personas, y la justicia distributiva, que se refiere a la
distribución justa de los bienes y recursos en la sociedad.

Tomás de Aquino y la justicia como virtud cardinal

Tomás de Aquino consideraba que la justicia era una virtud cardinal, es decir, una
virtud fundamental que se relaciona con la moralidad. En su obra Summa
Theologiae, sostenía que la justicia era la virtud que nos lleva a dar a cada uno lo
que le corresponde. Según él, la justicia era necesaria para la paz y la armonía en
la sociedad.

John Rawls y la justicia como equidad

En el siglo XX, John Rawls propuso una teoría de la justicia como equidad. Según
él, la justicia debía garantizar la igualdad de oportunidades para todos los
miembros de la sociedad. En su obra Una teoría de la justicia, argumentaba que la
justicia debía ser entendida como un conjunto de principios que garantizan la
igualdad y la equidad en la distribución de bienes y recursos. Entre los grandes
filósofos que han reflexionado sobre la importancia y el significado de la justicia,
destaca Sócrates. Este pensador griego es considerado uno de los padres de la
filosofía occidental, y su influencia se ha extendido a lo largo de los siglos.

Para Sócrates, la justicia era un valor fundamental que se relacionaba con la virtud
y la moralidad. Según su visión, la justicia no se reducía a cumplir con las leyes o
normas establecidas por la sociedad, sino que tenía que ver con la conducta ética
de cada individuo.
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En sus diálogos, Sócrates solía preguntar a sus interlocutores qué entendían por
justicia y cómo la aplicaban en su vida cotidiana. A través de estas
conversaciones, el filósofo buscaba mostrar que la justicia no era algo externo a la
persona, sino que se encontraba en su interior.

Para Sócrates, la justicia implicaba actuar de manera correcta y virtuosa, incluso


en situaciones difíciles o adversas. No se trataba simplemente de seguir las leyes,
sino de hacer lo que era justo y adecuado en cada caso particular.

De acuerdo con Sócrates, la justicia no era algo que pudiera enseñarse mediante
la educación formal, sino que debía ser aprendida de manera individual. Cada
persona tenía que reflexionar sobre sus propias acciones y decisiones, y buscar
siempre actuar de manera justa y virtuosa.

Para él, no bastaba con cumplir con las leyes y normas establecidas por la
sociedad, sino que era necesario actuar de manera justa y adecuada en cada
situación particular.

La justicia ha sido uno de los temas más importantes en la filosofía a lo largo de la


historia, y Santo Tomás de Aquino ha sido uno de los filósofos más destacados en
este ámbito. Su concepción de justicia es muy completa y abarca diferentes
aspectos que son fundamentales para comprenderla.

En primer lugar, Santo Tomás de Aquino define la justicia como una virtud que
consiste en dar a cada uno lo que le corresponde. Esto significa que la justicia no
se trata de tratar a todos por igual, sino de tratar a cada uno según su situación y
necesidades.

En segundo lugar, Santo Tomás de Aquino distingue entre dos tipos de justicia: la
justicia conmutativa y la justicia distributiva. La primera se refiere a las relaciones
entre individuos, mientras que la segunda se refiere a la distribución de bienes y
recursos en la sociedad.
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En tercer lugar, Santo Tomás de Aquino sostiene que la justicia es una virtud
cardinal, es decir, una virtud fundamental que es necesaria para el desarrollo de
otras virtudes. En este sentido, la justicia es una virtud que está relacionada con la
prudencia, la fortaleza y la templanza.

En cuarto lugar, Santo Tomás de Aquino también habla de la justicia legal, que se
refiere a las leyes y normas que regulan la vida en sociedad. Según él, estas leyes
deben ser justas y deben promover el bien común.

Por último, Santo Tomás de Aquino destaca la relación entre la justicia y la


caridad. Según él, la caridad es la perfección de la justicia, ya que implica amar al
prójimo como a uno mismo y buscar su bienestar.

Para él, la justicia es una virtud que consiste en dar a cada uno lo que le
corresponde, y se divide en justicia conmutativa y justicia distributiva. Además, la
justicia es una virtud cardinal que está relacionada con otras virtudes, y debe estar
presente en las leyes y normas que regulan la vida en sociedad. Por último, Santo
Tomás de Aquino destaca la relación entre la justicia y la caridad, y sostiene que
la caridad es la perfección de la justicia.

La ética y la moralidad son temas que han sido objeto de reflexión desde tiempos
antiguos. Los grandes filósofos han dedicado gran parte de su obra a analizar y
debatir sobre estos temas, y sus ideas han sido fundamentales para el desarrollo
de la ética como disciplina filosófica. A continuación, se presentan los 10 filósofos
más influyentes en la historia de la ética y sus aportes más destacados.

1. Platón

Platón fue uno de los primeros filósofos en reflexionar sobre la moralidad y la


justicia. En su obra «La República», plantea la idea de que la justicia es una virtud
que debe guiar la vida de los individuos y las sociedades. Además, establece la
diferencia entre el mundo sensible y el mundo inteligible, y sostiene que la
moralidad es una realidad objetiva que existe en el mundo inteligible.
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2. Aristóteles

Aristóteles es considerado uno de los más grandes filósofos de la historia. En su


obra «Ética a Nicómaco», establece que la felicidad es el fin último de la vida
humana, y que esta se alcanza a través de la virtud. Además, distingue entre dos
tipos de virtud: la virtud ética y la virtud dianoética.

3. Immanuel Kant

Kant es conocido por su teoría ética del deber. Según esta teoría, la moralidad se
basa en el cumplimiento del deber por parte del individuo, independientemente de
las consecuencias de sus acciones. Además, establece que la razón es la fuente
de la moralidad y que los seres humanos tienen una dignidad intrínseca que debe
ser respetada.

4. John Stuart Mill

Mill es uno de los principales representantes del utilitarismo, una teoría ética que
sostiene que las acciones deben ser evaluadas en función de su capacidad para
producir la mayor felicidad posible para el mayor número de personas. Además,
plantea la idea de que la libertad individual es fundamental para alcanzar la
felicidad.

5. Friedrich Nietzsche

Nietzsche es conocido por su crítica a la moral tradicional y por su defensa de la


voluntad de poder. Según Nietzsche, la moralidad tradicional es una forma de
esclavitud que impide el desarrollo de la individualidad y la creatividad. En su
lugar, propone una moralidad basada en la afirmación de la vida y la voluntad de
poder.

6. Jean-Paul Sartre

Sartre es uno de los principales representantes del existencialismo, una corriente


filosófica que sostiene que la existencia humana es libre y que el individuo es
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responsable de sus propias decisiones y acciones. En su obra «El ser y la nada»,


plantea la idea de que la moralidad es una creación individual y subjetiva.

7. Martin Heidegger

Heidegger es conocido por su reflexión sobre el ser y la existencia. En su obra


«Ser y tiempo», sostiene que el ser humano es un ser-en-el-mundo y que la
moralidad es una forma de ser en el mundo. Además, establece que la
autenticidad es la forma más elevada de ser en el mundo.

8. Simone de Beauvoir

Beauvoir es conocida por su reflexión sobre la condición de la mujer y por su


defensa del feminismo. En su obra «El segundo sexo», plantea la idea de que la
mujer ha sido tradicionalmente vista como un objeto y que la liberación de la mujer
implica la eliminación de esta visión objetivante.

9. Martha Nussbaum

Nussbaum es una filósofa contemporánea que ha desarrollado una teoría ética


basada en la capacidad humana para sentir emociones y empatía. Según
Nussbaum, la justicia debe estar basada en la capacidad de las personas para
reconocer y responder a las emociones de los demás.

10. Alasdair MacIntyre

MacIntyre es conocido por su defensa de la virtud y por su crítica a la ética


moderna. En su obra «Tras la virtud», sostiene que la ética moderna ha perdido su
fundamento y que es necesario recuperar la idea de la virtud como guía para la
vida moral.

Sus ideas y teorías han influido en la forma en que entendemos y abordamos


estos temas en la actualidad.

En conclusión, a lo largo de la historia de la filosofía han sido muchos los


pensadores que han reflexionado sobre la moralidad y la ética, y sus aportaciones
13

siguen siendo relevantes en la actualidad. Desde Sócrates hasta Kant, pasando


por Aristóteles, Nietzsche o Foucault, cada uno de ellos ha dejado su huella en la
forma en que entendemos la moral y la ética en nuestra sociedad. Sus reflexiones
nos invitan a cuestionarnos nuestra propia conducta y a buscar una vida más
plena y auténtica, en la que la moralidad y la ética sean valores fundamentales.
Sin duda, la filosofía nos ofrece una herramienta valiosa para reflexionar sobre
nuestra existencia y para construir un mundo más justo y equitativa.

Derecho

El derecho puede definirse como un sistema de principios y normas, generalmente


inspirados en ideas de justicia y orden, que regulan la conducta humana en toda
sociedad y cuyo cumplimiento puede imponerse de forma coactiva por el poder
público. No obstante, no hay una definición del derecho generalmente aceptada o
consensuada. Por ello, el derecho ha sido considerado simultáneamente una
ciencia y un arte.
Los derechos humanos son, en cierto modo, ciertas garantías morales básicas
que supuestamente tienen las personas de todos los países y culturas por el
simple hecho de ser personas. Llamar a estas garantías “derechos” sugiere que se
refieren a individuos concretos que pueden invocarlos, que son de alta prioridad y
que su cumplimiento es obligatorio y no discrecional. Con frecuencia se considera
que los derechos humanos son universales en el sentido de que todas las
personas los tienen y deben disfrutar de ellos, y que son independientes en el
sentido de que existen y están disponibles como normas de justificación y crítica,
independientemente de que sean reconocidos y aplicados por el sistema jurídico o
los funcionarios de un país.

Fundamentos Filosóficos de los Derechos Humanos: Visión General

La doctrina moral de los derechos humanos pretende identificar los prerrequisitos


fundamentales para que cada ser humano lleve una vida mínimamente buena. Los
derechos humanos pretenden identificar los prerrequisitos necesarios, tanto
14

negativos como positivos, para llevar una vida mínimamente buena, como los
derechos contra la tortura y los derechos a la asistencia sanitaria. Esta aspiración
se ha plasmado en diversas declaraciones y convenios legales emitidos durante
los últimos cincuenta años, iniciados por la Declaración Universal de los Derechos
Humanos (1948) y perpetuados por, sobre todo, el Convenio Europeo de
Derechos Humanos (1954) y el Pacto Internacional de Derechos Civiles
y Políticos (1966). En conjunto, estos tres documentos forman la pieza central de
una doctrina moral que muchos consideran capaz de dotar al orden geopolítico
contemporáneo de lo que equivale a una carta de derechos internacional. Sin
embargo, la doctrina de los derechos humanos no pretende ser una doctrina moral
totalmente completa. La apelación a los derechos humanos no nos proporciona un
relato totalmente exhaustivo de la moralidad per se. Los derechos humanos no
nos proporcionan, por ejemplo, criterios para responder a preguntas como si decir
mentiras es intrínsecamente inmoral, o cuál debe ser el alcance de las
obligaciones morales de una persona con sus amigos y amantes. Lo que los
derechos humanos sí pretenden identificar principalmente es la base para
determinar la forma, el contenido y el alcance de las normas morales
fundamentales y públicas. Como afirma James Nickel, los derechos humanos
pretenden asegurar a los individuos las condiciones necesarias para llevar una
vida mínimamente buena.

Las autoridades públicas, tanto nacionales como internacionales, se identifican


como las mejor situadas para asegurar estas condiciones y, por ello, la doctrina de
los derechos humanos se ha convertido, para muchos, en un primer puerto de
escala moral para determinar las garantías morales básicas que todos tenemos
derecho a esperar, tanto de unos como de otros, pero también, principalmente, de
aquellas instituciones nacionales e internacionales capaces de afectar
directamente a nuestros intereses más importantes. La doctrina de los derechos
humanos aspira a proporcionar al orden geopolítico contemporáneo,
supuestamente post-ideológico, un marco común para determinar las condiciones
económicas, políticas y sociales básicas necesarias para que todos los individuos
15

lleven una vida mínimamente buena. Si bien la eficacia práctica de la promoción y


la protección de los derechos humanos se ve considerablemente favorecida por el
reconocimiento legal de la doctrina por parte de los distintos Estados-nación,
la validez última de los derechos humanos se considera característicamente no
condicionada por dicho reconocimiento. Se piensa que la justificación moral de los
derechos humanos precede a las consideraciones de estricta soberanía nacional.

Una aspiración subyacente de la doctrina de los derechos humanos es


proporcionar un conjunto de criterios legítimos a los que deberían adherirse todos
los estados-nación. La apelación a la soberanía nacional no debe proporcionar un
medio legítimo para que los Estados-nación se desentiendan permanentemente
de sus compromisos fundamentales basados en los derechos humanos. Así pues,
la doctrina de los derechos humanos se encuentra en una posición ideal para
proporcionar a los individuos un poderoso medio para auditar moralmente la
legitimidad de aquellas formas contemporáneas de autoridad política y económica,
nacionales e internacionales, que nos enfrentan y que reclaman jurisdicción sobre
nosotros. No es poca la importancia moral y política contemporánea de la doctrina
de los derechos humanos. Para muchos de sus partidarios más estridentes, la
doctrina de los derechos humanos pretende proporcionar una base moral
fundamentalmente legítima para regular el orden geopolítico contemporáneo.

Orígenes históricos y desarrollo de la teoría y la práctica de los derechos


humanos

La doctrina de los derechos humanos se basa en una afirmación filosófica


particularmente fundamental: que existe un orden moral racionalmente
identificable, un orden cuya legitimidad precede a las condiciones sociales e
históricas contingentes y se aplica a todos los seres humanos en todas partes y en
todo momento. Desde este punto de vista, las creencias y conceptos morales son
capaces de ser validados objetivamente como fundamental y universalmente
verdaderos. La doctrina contemporánea de los derechos humanos es una de las
diversas perspectivas morales universalistas. Los orígenes y el desarrollo de la
16

teoría de los derechos humanos están inextricablemente ligados al desarrollo del


universalismo moral. La historia del desarrollo filosófico de los derechos humanos
está jalonada por una serie de doctrinas morales específicas que, aunque no son
en sí mismas expresiones plenas y adecuadas de los derechos humanos, han
proporcionado sin embargo una serie de requisitos filosóficos previos para la
doctrina contemporánea. Estos incluyen una visión de la moralidad y la justicia
como algo que emana de algún dominio pre-social, cuya identificación proporciona
la base para distinguir entre principios y creencias morales “verdaderos” y
meramente “convencionales”. Los prerrequisitos esenciales para una defensa de
los derechos humanos también incluyen una concepción del individuo como
portador de ciertos derechos “naturales” y una visión particular del valor moral
inherente e igual de cada individuo racional. Discutiré cada uno de ellos por
separado.

Los derechos humanos se basan en el universalismo moral y en la creencia en la


existencia de una comunidad moral verdaderamente universal que comprende a
todos los seres humanos. El universalismo moral postula la existencia de verdades
morales transculturales y transhistóricas racionalmente identificables. Los orígenes
del universalismo moral dentro de Europa se asocian típicamente con los escritos
de Aristóteles y los estoicos. Así, en su Ética Nicomaquea, Aristóteles expone sin
ambages un argumento en apoyo de la existencia de un orden moral natural. Este
orden natural debería proporcionar la base de todos los sistemas de justicia
verdaderamente racionales. La apelación al orden natural proporciona un conjunto
de criterios exhaustivos y potencialmente universales para evaluar la legitimidad
de los sistemas jurídicos reales “hechos por el hombre”. Al distinguir entre “justicia
natural” y “justicia legal”, Aristóteles escribe: “lo natural es lo que tiene la
misma validez en todas partes y no depende de la aceptación”. (Ética a Nicómaco,
189)

Así, los criterios para determinar un sistema de justicia verdaderamente racional


preexisten a las convenciones sociales e históricas. La “justicia natural” preexiste a
las configuraciones sociales y políticas específicas. El medio para determinar
17

la forma y el contenido de la justicia natural es el ejercicio de la razón libre de los


efectos distorsionadores de los meros prejuicios o deseos. Esta idea básica fue
expresada de forma similar por los estoicos romanos, como Cicerón y Séneca,
que argumentaban que la moralidad se originaba en la voluntad racional de Dios y
en la existencia de una ciudad cósmica de la que se podía discernir una ley natural
y moral cuya autoridad trascendía todos los códigos legales locales. Los estoicos
sostenían que este código ético universal nos imponía a todos el deber de
obedecer la voluntad de Dios. Los estoicos postulaban así la existencia de una
comunidad moral universal efectuada a través de nuestra relación compartida con
dios. La creencia en la existencia de una comunidad moral universal fue
mantenida en Europa por el cristianismo durante los siglos siguientes. Aunque
algunos han discernido insinuaciones hacia la noción de derechos en los escritos
de Aristóteles, los estoicos y los teólogos cristianos, un concepto de derechos que
se aproxima al de la idea contemporánea de los derechos humanos surge más
claramente durante el siglo XVII. y XVIII. siglos en Europa y la llamada doctrina del
derecho natural.

La base de la doctrina del derecho natural es la creencia en la existencia de un


código moral natural basado en la identificación de ciertos bienes humanos
fundamentales y objetivamente verificables. Nuestro disfrute de estos bienes
básicos debe ser asegurado por nuestra posesión de derechos naturales
igualmente fundamentales y objetivamente verificables. Se consideraba que el
derecho natural era anterior a los sistemas sociales y políticos reales. Los
derechos naturales se presentaban así como derechos que los individuos poseían
independientemente de la sociedad o el sistema político. Los derechos naturales
se presentaban así como válidos en última instancia, independientemente de que
hubieran logrado el reconocimiento de algún gobernante o asamblea política. El
exponente por excelencia de esta postura fue el filósofo del siglo XVII filósofo del
siglo XX John Locke y, en particular, el argumento que esbozó en sus Dos
tratados de gobierno (1688). En el centro del argumento de Locke está la
afirmación de que los individuos poseen derechos naturales, independientemente
18

del reconocimiento político que les otorgue el Estado. Estos derechos naturales se
poseen independientemente de, y antes de, la formación de cualquier comunidad
política. Locke sostenía que los derechos naturales emanaban de la ley natural. La
ley natural tiene su origen en Dios. El discernimiento preciso de la voluntad de
Dios nos proporcionó un código moral con autoridad final. En el fondo, cada uno
de nosotros debe un deber de autoconservación a Dios. Para cumplir con éxito
este deber de autoconservación, cada individuo debía estar libre de amenazas a la
vida y la libertad, al tiempo que necesitaba lo que Locke presentaba como el
medio básico y positivo para la autoconservación: la propiedad personal. Nuestro
deber de autoconservación ante Dios implicaba la existencia necesaria de los
derechos naturales básicos a la vida, la libertad y la propiedad. Locke procedió a
argumentar que el propósito principal de la investidura de la autoridad política en
un estado soberano era la provisión y protección de los derechos naturales
básicos de los individuos. Para Locke, la protección y promoción de los derechos
naturales de los individuos era la única justificación para la creación del gobierno.
Los derechos naturales a la vida, la libertad y la propiedad establecían límites
claros a la autoridad y la jurisdicción del Estado. Los Estados se presentaban
como existentes para servir a los intereses, a los derechos naturales, del pueblo, y
no de un monarca o de un cuadro dirigente. Locke llegó a argumentar que los
individuos están moralmente justificados para tomar las armas contra su gobierno
en caso de que éste falle sistemática y deliberadamente en su deber de asegurar
la posesión de los derechos naturales de los individuos.

Los análisis de los predecesores históricos de la teoría contemporánea de los


derechos humanos suelen conceder un alto grado de importancia a la contribución
de Locke. Ciertamente, Locke proporcionó el precedente de establecer la
autoridad política legítima sobre una base de derechos. Este es un componente
innegablemente esencial de los derechos humanos. Sin embargo, para completar
de forma filosóficamente adecuada la base teórica de los derechos humanos se
requiere un relato del razonamiento moral, que sea a la vez coherente con el
concepto de derechos, pero que no requiera necesariamente una apelación a la
19

autoridad de alguna entidad sobrehumana para justificar las reivindicaciones de


los seres humanos a ciertos derechos fundamentales. El 18º. El filósofo alemán
del siglo XVIII, Immanuel Kant, proporciona un relato de este tipo.

Muchos de los temas centrales expresados por primera vez en la filosofía moral de
Kant siguen siendo muy prominentes en las justificaciones filosóficas
contemporáneas de los derechos humanos. Entre ellos destacan los ideales de
igualdad y de autonomía moral de los seres humanos racionales. Kant confiere a
la teoría contemporánea de los derechos humanos el ideal de una comunidad
potencialmente universal de individuos racionales que determinan de forma
autónoma los principios morales para asegurar las condiciones de igualdad y
autonomía. Kant proporciona un medio para justificar los derechos humanos como
base de la autodeterminación fundamentada en la autoridad de la razón humana.
La filosofía moral de Kant se basa en una apelación a los principios formales de la
ética, en lugar de, por ejemplo, una apelación a un concepto de bienes humanos
sustantivos. Para Kant, la determinación de cualquiera de estos bienes sólo puede
proceder de una determinación correcta de las propiedades formales de la razón
humana y, por tanto, no proporcionan el medio último para determinar los fines
correctos, o el objeto, de la razón humana.

La filosofía moral de Kant comienza con un intento de identificar correctamente


aquellos principios de razonamiento que pueden aplicarse por igual a todas las
personas racionales, independientemente de sus propios deseos específicos o
intereses parciales. De este modo, Kant atribuye una condición de universalidad a
la correcta identificación de los principios morales. Para él, la base del
razonamiento moral debe descansar en una condición a la que todos los
individuos racionales están obligados a asentir. Por tanto, hacer lo correcto no
está determinado por actuar en pos de los propios intereses o deseos, sino por
actuar de acuerdo con una máxima que todos los individuos racionales están
obligados a aceptar. Kant denomina a esto el imperativo categórico, que formula
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en los siguientes términos: “actúa sólo conforme a aquella máxima por la que
puedas al mismo tiempo querer que se convierta en una ley universal”. (1948:84).

Los derechos humanos son derechos que corresponden a los seres humanos y
funcionan como garantías morales en apoyo de nuestras pretensiones de disfrutar
de una vida mínimamente buena. En términos conceptuales, los derechos
humanos son en sí mismos un derivado del concepto de derecho

Conclusiones

Aunque la idea de un sistema judicial completamente justo puede ser utópica, es


posible aspirar a mejorar constantemente los sistemas existentes. Esto requiere
un compromiso ético por parte de todos los actores involucrados, así como una
cultura de respeto hacia los derechos humanos y la dignidad de cada individuo.

Si bien alcanzar un sistema judicial completamente justo puede ser un desafío,


es posible aspirar a él mediante un compromiso colectivo con los principios de
equidad, acceso, transparencia y adaptación. La justicia es un ideal que requiere
esfuerzo continuo, reflexión y acción para ser realizado en la práctica. .En
resumen, la ética y la justicia son pilares fundamentales para el buen
funcionamiento de una sociedad, y debemos esforzarnos por promover y respetar
estos valores en todas nuestras acciones y decisiones. Los grandes filósofos han
reflexionado sobre el significado y la importancia de la justicia a lo largo de la
historia. Platón, Aristóteles, Tomás de Aquino y John Rawls son algunos de los
pensadores que han dejado reflexiones impactantes sobre este tema. La justicia
puede ser entendida como una virtud, como un valor que se relaciona con la
21

distribución equitativa de bienes y recursos, o como un conjunto de principios que


garantizan la igualdad y la equidad en la sociedad.

En conclusión, a lo largo de la historia de la filosofía, grandes pensadores han


reflexionado sobre la importancia y el significado de la justicia. Desde Platón hasta
Rawls, pasando por Aristóteles, Santo Tomás de Aquino y Kant, la justicia ha sido
un tema recurrente en el pensamiento filosófico. Cada uno de ellos ha aportado
una perspectiva distinta, pero todos coinciden en que la justicia es fundamental
para la convivencia humana y para la construcción de una sociedad más justa y
equitativa. Sus reflexiones siguen siendo vigentes hoy en día y nos invitan a seguir
pensando y discutiendo sobre este tema tan relevante para nuestra vida en
sociedad.

Recomendaciones

Me dispongo a establecer en los siguientes puntos un listado de las más


relevantes deducciones a las que hemos llegado a través de este trabajo:

1. La justicia es una virtud que debe ser tomada como guía para la construcción
de nuestras normas sociales, una aspiración. Pero también debe ser una cualidad
que tenemos la obligación de integrar en los propios ordenamientos para lograr
este acercamiento a la virtud.

2. Las corrientes clásicas no responden a la gran cuestión ética sin dejar de lado
partes esenciales. Al igual que el iuspositivismo agota el Derecho en la ley escrita
y no es suficiente; el iusnaturalismo deja abiertas cuestiones irracionales que la
Hermenéutica entrará a resolver. Sólo superando este enfrentamiento bilateral
podremos abrir nuevos caminos del conocimiento.

3. La Filosofía del Derecho. Es un planteamiento novedoso que propone unos


argumentos jurídicos diferentes y, con su protagonismo en diferentes teorías, lo
hace meritorio de un análisis separado de las antiguas corrientes.
22

4. La relación entre la interpretación y la ética es lo que encaja la búsqueda del


sentido de la justicia. Tanto la actividad aplicativa como interpretativa, actos
ligados en el transcurso del tiempo, buscan la justicia en un sentido concreto: la
decisión más justa para el caso. El encuentro con el otro refuerza la interpretación.

5. La aplicación del derecho es la actividad en la que se hace plena la justicia.


Dado que las normas y los principios son abstracto,se deberá realizar un estudio
de la problemática ética si pretende abordar una perspectiva completa de la
Filosofía del Derecho.

6. La búsqueda del sentido de la justicia es una tarea que no cesa, que continúa
más allá de las corrientes clásicas y debe explorar los caminos de nuevas
posibilidades que traen meditaciones .

Anexos
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26

Bibliografía

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https://www.oposinet.com/temario-de-filosofia/temario-1-filosofia/tema-34-
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KAUFMANN, A.: “Entre iusnaturalismo y positivismo hacia la Hermenéutica

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Derecho?, Congreso de los Diputados, Madrid, 2006, pp. 171-196.

Los grandes filósofos y su reflexión sobre la importancia y el significado de la

justicia - Filosofía Moderna, Arguméntame (argumentame.com)

Los grandes filósofos y su reflexión sobre la moralidad y la ética - Filosofía

Moderna, Arguméntame (argumentame.com)

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