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una disputa por las almas.

la iglesia CatóliCa durante la diCtadura


CíviCo-militar 1976-1983 en río negro-
patagonia-argentina

Valle, María Ytati

Ediciones Universidad de Salamanca / CC BY NC ND –863– Historia y Patrimonio Cultural - ICA'18


UNA DISPUTA POR LAS ALMAS. LA IGLESIA CATÓLICA DURANTE
LA DICTADURA CÍVICO-MILITAR 1976-1983 EN RÍO NEGRO.
ARGENTINA

I. INTRODUCCIÓN

En la historia argentina entre 1976-1983 se produjo la última dictadura cívico-militar.


El gobierno de facto pretendió instrumentar una hegemonía total a través no sólo de la
violencia explicitada en el secuestro, asesinato y desaparición de personas, sino en distintas
estrategias de violencia simbólica que les permitiera legitimar su rol dominante. Para cumplir
este objetivo desplegó acciones como el intento de conformar una estructura del sentir
(Williams, 2009) única que inculcara una “cultura occidental y cristiana” en sujetos obedientes
y disciplinados. Para el despliegue de esta “batalla cultural” (Valle, 2016) el gobierno de facto
contó con diversos aliados, entre ellos la Iglesia católica.
A partir de considerar que no existe hegemonía total o exclusiva, sino que debe ser
pensada como un proceso en permanente conflicto (Gramsci, 1997, Williams, 2009) es
preciso investigar las diversas prácticas no sólo de imposición sino también de resistencia.
Analizaremos cómo se alzaron voces disonantes provenientes de la institución eclesiástica
como el caso específico de la Iglesia católica rionegrina liderada por monseñor Miguel
Hesayne.
Distintas investigaciones analizaron los vínculos entre la Iglesia católica y las Fuerzas
Armadas. (Mallimacci, 1993, 1996, 2012; Di Stefano y Zanatta, 2000; Mignone, 1986;
Obregón, 2006; Verbitsky, 2006; Rodriguez, 2013 y 2011; Obregón, 2005, 2007; Di Stefano
y Zanatta, 2009; Zanatta, 1998) En los años de la última dictadura cívico-militar, uno de los
ejes de discusión fue la posición que tomaría la institución respecto a los derechos humanos
y las políticas sociales y económicas llevadas a cabo por el gobierno de facto. Mientras
obispos, sacerdotes y laicos eran víctimas de la represión como los asesinatos de monseñor
Enrique Angelelli (agosto, 1976) o de los padres Palotinos (julio, 1976) entre otros, distintos
sectores de la Iglesia católica se constituyeron en fuentes de legitimación del gobierno
inconstitucional, ya sea a través de su aval o desde una participación directa. (Esquivel, 2008,
2012; Dri, 2011)
La dictadura cívico-militar procuró formar sujetos desideologizados, disciplinados,
una sociedad de individualidades atemorizadas que desdibujara todo posible lazo de
solidaridad. Pero este intento de construcción de hegemonía total no logró instaurarse, tal
como observamos cuando la misma dictadura reconoció la necesidad de continuar con la
“batalla cultural” en sus últimos discursos. (Valle, 2016) Consideramos que en la provincia
de Río Negro el gobierno de facto disputó esta construcción de estructuras del sentir, pero
la Iglesia católica tuvo ribetes específicos ligados a la denuncia, la protesta, el compromiso
por la vida, sus miembros fueron perseguidos, amenazados y criticados por “hacer política”.
Señalamos que esta peculiaridad es comparable con el rol de la Iglesia en la provincia vecina
de Neuquén.
Más allá de la cuantiosa bibliografía dedicada al período a nivel nacional, advertimos
que en las provincias patagónicas es reciente el interés por el estudio de esta etapa histórica.
(Damaris, et al, 2015; Pizá, 2006; Labrunne, 1998; Gentile, 2010; Scatizza, 2013, 2015 y 2016;
Barco, 2005; Trincheri, 2003; Suarez, 2016, entre otros)
Sobre la relación entre la Iglesia católica y la dictadura en la Patagonia norte
destacamos los análisis sobre el rol crítico que a través de la labor pastoral de monseñor Jaime

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De Nevares, llevó a cabo la Iglesia neuquina. (Labrunne, 1988 y Azconegui, 2008, 2012) Al
respecto Maria Azconegui (2012) señaló cómo fue a través de una invitación del obispo
neuquino a monseñor Hesayne que se conformó en Río Negro una filial de la APDH. Sobre
la Iglesia católica en Río Negro, señalamos los estudios de Pedro Perez Pertino (2011, 2015)
referidos al movimiento de sacerdotes para el Tercer Mundo en la región del alto valle de
Río Negro y Neuquén, a principios de la década de 1970.
Observamos ante la ausencia de estudios la necesidad de analizar el papel crítico y
activo que jugó la Iglesia rionegrina para comprender las disputas que el gobierno de facto
tuvo en sus estrategias de consolidar una hegemonía total en la provincia. Si bien la Iglesia
no es un hombre, los lineamientos de la máxima autoridad de la institución en la provincia
marcaron un estilo y un posicionamiento que dibujó un matiz específico en la identidad
rionegrina. Visibilizaremos las especificidades de la Iglesia para comprender los intersticios
que pusieron en jaque este intento de hegemonía total.
Para este análisis recurrimos a fuentes documentales, actas y expedientes de las
Fuerzas Armadas, documentación de los distintos organismos de inteligencia (Dirección de
Inteligencia de la Provincia de Buenos Aires DIPBA y de Río Negro), documentación
brindada por el Obispado de Río Negro, prensa escrita como diario Río Negro (1912)
periódicos como El Federal (1972-1978) y La Calle (1979-1989). También recurrimos a
entrevistas orales, cabe destacar que a la fecha y dado razones de salud no hemos podido
concretar una entrevista con monseñor Hesayne.

II. LA PROVINCIA DE RÍO NEGRO Y EL OBISPADO DE VIEDMA

La provincia de Río Negro se ubica en el norte de la Patagonia, su capital Viedma


tiene una larga tradición en la historia del país, fundada en 1779 se constituyó en capital de
la gobernación de la Patagonia (ley nacional 954 de 1878) hasta que en 1884 se originaron los
Territorios Nacionales de Neuquén, Río Negro, Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego.
(Ruffini, 2003) En 1955 por ley 14408 Río Negro se constituyó como provincia, luego por
decreto 1157/57 se convocó al pueblo rionegrino a la elección de sus autoridades. (Camino
Vela, 2011; Iuorno, 2007; Ruffini, 2007, 2012; entre otros)
En este marco, en la Patagonia debe destacarse el rol de la orden Salesiana llegada a
la Argentina en 1875. En 1879 el arzobispo de Buenos Aires, Federico Aneiros los invitó a
ubicarse en la parroquia de Carmen de Patagones y desde allí extender su misión a toda la
región sur siguiendo la insistencia de Don Bosco.1 En 1883 la congregación declaraba la
erección del Vicariato patagónico que abarcaba la Patagonia norte y central: Neuquén, Río
Negro y Chubut y la Prefectura apostólica que incluía a Santa Cruz, Tierra del Fuego, Islas
Malvinas e islas del Atlántico Sur. (Nicoletti, 2007 y 2004)
El 20 de abril de 1934 se consolidó la diócesis de Viedma, separándose del territorio
de la Arquidiócesis de Buenos Aires. En esa oportunidad se nombró como primer obispo a
monseñor Nicolás Esandi de procedencia salesiana. Luego, la diócesis dado el crecimiento
poblacional y las divisiones jurisdiccionales cedió territorio para la creación en 1957 del
obispado de Comodoro Rivadavia y en 1961 para el de Neuquén. La tradición de obispos
salesianos en Viedma2 concluyó en 1975 cuando el Papa Juan Pablo VI, designó como tercer
obispo a Miguel Esteban Hesayne (1922, oriundo de Azul, provincia de Buenos Aires). En
1975 fue ordenado obispo y el 8 de julio, tomó posesión de la diócesis de Viedma de la que
estuvo a cargo hasta el 28 de junio de 1995, fecha en la que renunció por razones de edad.

1 Don Bosco, 1815-1888, fundador en 1859 la “Pía Sociedad de San Francisco de Sales”.
2 Obispos que precedieron a Hesyne: monseñores Nicolás Esandi, 1934-1948, José Borgatti, 1948-1953-1973.

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La asunción en la década de 1970 del obispo debe leerse junto a los nombramientos
de los obispos Angelelli en La Rioja y Casaretto en Rafaella, como un intento del Vaticano
por renovar la Iglesia argentina, en un clima de innovaciones y fuertes debates, como el
sucedido a mediados de 1976 y ya en el contexto de la dictadura cívico-militar, respecto a la
Biblia Latinoamericana repudiada por el sector más conservador que la denunciaba como
marxista. (Obregon, 2007) Cabe destacar que pese a las censuras por parte de las autoridades
nacionales de la Iglesia, se informaba el uso de la misma por sacerdotes de la diócesis
viedmense, específicamente el padre Hilario Correas en Punta Colorada en Sierra Grande.3
La dictadura cívico-militar clasificó a los sacerdotes y obispos entre conservadores,
moderados y progresistas; en este último grupo incluyó a quienes catalogaron como
adherentes a pautas eclesiásticas y doctrinales postconciliares, vinculados desde “lo político”
por sus referencias al “populismo, formas de socialismos” y en algunos casos fueron
nombrados como “filomarxistas”. Observaron que en su acción pastoral enfatizaban lo
social, la promoción humana de las necesidades y condenaban toda forma de injusticia. En
este grupo incluyeron a los obispos de las diócesis de Quilmes, monseñor Jorge Novak, de
Santa Fe, Vicente Zazpe, de Neuquén, Jaime De Nevares y de Río Negro, Miguel Esteban
Hesayne. Un eje que diferenciaba a los denominados progresistas de los conservadores era
que para estos últimos lo social y lo político debía estar separado de lo religioso y bregaron
junto con las FFAA por construir una Argentina católica y militar. (Esquivel, 2008; Dri, 2011;
Azconegui, 2012)
Es necesario leer los primeros años de ejercicio del obispado de monseñor Hesayne
en el clima en donde miembros de la dictadura reconocían la importancia de la Iglesia para
la consumación de sus objetivos. Pero también la Iglesia reconocía el papel liberador de las
FFAA ante la infiltración marxista en el interior de la institución.4
La llegada del obispo a Viedma se dio durante el primer gobierno peronista de la
provincia a cargo de Mario Franco (1973-1976)5 una ciudad catalogada como la más insegura
y peligrosa de la provincia dada las explosiones intimidatorias ocurridas en distintos edificios
públicos.6 Frente a los atentados se había conformado una unidad de “colaboración” entre
los jefes de las Policías Federal, de la provincia de Río Negro y de la provincia de Buenos
Aires, del Distrito Militar, la Cárcel de Viedma y la Subprefectura Marítima de Patagones
para acciones conjuntas contra lo que denominaron “subversión y terrorismo” según
disposiciones del Poder Ejecutivo Nacional. De esta manera esta unidad de seguridad
interjurisdiccional permitió la militarización de los conflictos preanunciando las operaciones
del terrorismo de Estado.7 Durante los meses que separan la asunción del obispo con el golpe
cívico militar, no observamos presencias ni menciones de este en los medios gráficos, a
diferencia de los años de la dictadura.

III. CUANDO EL SILENCIO NO ES SALUD

El 24 de marzo de 1976 las Fuerzas Armadas tomaron el poder por asalto en


Argentina, en Río Negro asumió el nuevo interventor provincial, coronel Néstor Rubén

3 CPM-FONDO DIPPBA División Central de Documentación, Prefectura Naval Zona Atlántico Norte.
Memorando N° 26 “S” /981.
4 Ministerio del Interior. Documento Secreto 1979-Comando del Ejército.
5 Diario Río Negro, General Roca. En adelante: RN, 10/7/1975, p. 9
6 RN, 10/10/1975, p.12, col 1-3.
7 RN, 10/10/1975, p. 2 y 22/10/ 1975, p. 15.

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Castelli8 y días después la Junta Militar designó al gobernador Aldo Bachman, 1976-1978,
reemplazado por Julio Acuña, 1878-1982, ambos militares en situación de retiro provenientes
de la Armada y finalmente a un civil oriundo de Carmen de Patagones, Fernando San Juan
(1982-1983).
El gobierno dictatorial pretendió imponer como única cultura nacional una cultura
“occidental y cristiana”, pero el término de cristiana fue un espacio de disputa. El obispo
Hesayne en su homilía de Navidad de 1976, consideró que es inexplicable que quienes se
dicen cristianos arrinconen la vida cristiana a “…una región etérea e imprecisa: que la Iglesia
se ocupe de las almas o a lo sumo del culto religioso sin complicaciones con el mundo de los
hombres…”9
A partir de 1976 y, según relatos10, dado el impacto que le generó la desaparición de
un joven abogado viedmense, el obispo Miguel Esteban Hesayne asumió una actitud de
crítica constante para con el gobierno dictatorial. Desde 1976 sus homilías tuvieron
repercusión a nivel nacional: 11 enfatizó la necesidad de la libertad, planteó que se vivían
situaciones límites de máxima tensión en los conflictos. Frente a los valores occidentales y
cristianos que la dictadura se había apropiado, respondía que ser cristiano era ser coherente
con los valores evangélicos, “…la fe cristiana no es un simple rito o una invocación piadosa.
La fe cristiana es una exigencia, un compromiso con la vida, una postura existencial…”12 El
obispo profesó una Iglesia comprometida con los hombres, un cristiano que demuestre su
fe en hechos. De esta manera se posicionaba desde un discurso crítico que marcó la historia
rionegrina. El obispo asumió una prédica condenatoria de la violencia, recuperó las palabras
del Papa Juan Pablo II y su prédica por un aggiornamiento socialcristiano de la Iglesia, sumado
a los documentos de Medellín y de Puebla en 1979, en los que se condenó la visión y las
prácticas de la llamada “guerra sucia.”
Las homilías, cartas, documentos y conferencias se caracterizaron por un discurso
directo de crítica hacia el terrorismo de Estado y la política económica, pero especialmente
planteó lo alejado que el gobierno dictatorial estaba de ser un gobierno cristiano. Ahora la
disputa ya no era por las almas sino por los hombres en su totalidad y la cultura cristiana era
una puesta en práctica del Evangelio, como hemos observado en las acciones mencionadas
y que fueran destacadas por los “servicios de inteligencia” que vigilaban a la Iglesia rionegrina.
Este posicionamiento se enfatizó luego de la Conferencia de los obispos
latinoamericanos en Puebla, México (1979). En consonancia con la nueva orientación del
episcopado latinoamericano, la Iglesia rionegrina asumió la opción preferencial por los
pobres y una educación para la justicia, el obispo propuso prestar “…mi voz a tantos
injustamente silenciados y violados en lo más elemental de la dignidad humana…” 13 Sus
alocuciones fueron ocasiones para amplificar el pedido por los desaparecidos, que catalogó
como “…inhumano y anticristiano…”14

8 Boletín Oficial de la Provincia de Río Negro (BOP) nº 1299, decreto nº 1 del 24 de marzo de 1976, p.2 y RN,
23 de marzo de 1976, p. 7 col 1-3 y p. 24 col.1-4.
9 El Federal editado en Viedma, en adelante EF, 29 diciembre al 3 enero 1977 p. 34 col 2
10 Entrevista realizada en Viedma, 2/9/2016 a Néstor Busso ex detenido desaparecido del Circuito Camps.
11La Opinión, Buenos Aires, 10 de julio de 1976, p. 4, col.2-3.
12Obispado de Viedma, Homilía del obispo de Viedma, 9 de julio de 1976, mimeo, p.2.
13 RN, 23 de diciembre de 1981, p. 7, col. 2.
14 RN, 26 de diciembre de 1978, p.18, col. 4.

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IV. UNA IGLESIA CONTROLADA

Observamos en las distintas gestiones provinciales cómo los funcionarios


gubernamentales provinciales y municipales participaron en el control para el
reconocimiento de “subversivos” o “posibles conflictos” es decir en operaciones de
“inteligencia”. Entre los ítems que informaban incluían el ámbito religioso. (Valle, 2016)
Entre los informes se puede leer cuando el intendente de Ingeniero Jacobacci, en 1979;
planteó que las relaciones con la Iglesia católica eran cordiales y que realizaban trabajos
conjuntos de acción social.15 Destacaba la llegada de grupos misioneros de jóvenes de Buenos
Aires y Córdoba que desarrollarían actividades sociales y religiosas en distintos parajes
acompañados por momentos por el obispo.16
En 1980, cuando desde el ámbito nacional, expresaron el triunfo de la “lucha contra
la subversión” el gobernador Acuña enfatizó las medidas y redactó la directiva nº 1/80,
conocida como “Plan Martillo.”17 Sostuvo que se debía contrarrestar dicha agresión marxista
con una respuesta integral del Estado en donde se coordinarían las distintas áreas de la
conducción provincial con la estrategia nacional. Reconoció que las medidas
contrasubversivas habían logrado una relativa normalización en ámbitos considerados
prioritarios: cultural-educativo, económico-laboral y religioso.18 Entonces el ámbito religioso
era prioritario para forjar al ciudadano, solicitaba coordinar acciones con las jerarquías
eclesiásticas para lograr el apoyo a los valores que conformaran al ser nacional, propiciar el
control de publicaciones de editoriales religiosas de tendencia subversiva, apoyar o motivar
los controles que los obispos y superiores establecieran en los colegios e instituciones
educativas, culturales, asistenciales con el fin de evitar toda infiltración subversiva. Cabe
destacar que los colegios religiosos de la provincia predominantemente dependían de la
orden salesiana y no del obispado. Proponía que se informara y neutralizara todo comentario
que contribuyera a la campaña internacional que pretendía acusar al gobierno de evitar la
libertad de cultos. Se intentó instaurar una moral religiosa vinculada a la concepción cristiana
que debía estar presente en toda actividad cultural y educativa.19 Medidas que deben leerse a
la luz del conflicto con la Iglesia rionegrina, cuyos integrantes eran denunciados como
personas “inconvenientes” por sus ideologías en distintos informes de las municipalidades.20
Los informes se sucedieron. La municipalidad de Río Colorado 21 catalogó como
peligroso, categoría A, al movimiento cristiano y misionero, a la Iglesia Evangélica Bautista,
a católicos de cursillos de cristiandad, Caritas parroquial y al movimiento familiar cristiano.
También en San Carlos de Bariloche se hallaron informes periódicos.22

15 RIO NEGRO. MINISTERIO DE GOBIERNO (1978) Expediente nº 379 y anexos. Secreto. mimeo.
GOBIERNO DE RIO NEGRO. MINISTERIO DE GOBIERNO (1980) Informes del Intendente Municipal
16

de Ing. Jacobacci Alejando Peralta, al ministro de Gobierno Zenón Bolino, 1979-1980. mimeo.
17 “…No conozco negativas de intendentes a cumplir con el Plan.” (entrevista a Néstor Busso en Viedma, el 2
/9/2016)
18GOBIERNO DE LA PROVINCIA DE RÍO NEGRO. Directiva nº1/80. Secreto. Ejemplar nº 30. mimeo, p.
4.
19GOBIERNO DE LA PROVINCIA DE RÍO NEGRO. Directiva nº 1/80. Secreto. Ejemplar nº 30. mimeo.
Anexo C.
20 GOBIERNO DE LA PROVINCIA DE RÍO NEGRO. Informe de la Comisión Provincial de Derechos

Humanos. 1984. Carpeta Plan Martillo. Subcomisión San Carlos de Bariloche. Inspección en la Municipalidad de Bariloche.
21Informe de la municipalidad de Río Colorado del 7 de julio de 1981 al ministro de Gobierno Zenon Bolino.
22GOBIERNO DE LA PROVINCIA DE RÍO NEGRO. Informe Comisión de Derechos Humanos. Notas de
la Subcomisión San Carlos de Bariloche, mimeo.

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Se instaló el miedo constante, el control del control, una sociedad paranoica. En una
publicidad del gobierno nacional señalaban el slogan “el silencio es salud” y la Iglesia
rionegrina no respondía a esta consigna razón por la cual sus miembros fueron vigilados
como advertimos en el legajo del Servicio de Inteligencia de la provincia de Buenos Aires
sobre el obispo de Viedma.
La concepción de Iglesia que profesó el obispo Hesayne era la de una comunidad de
creyentes frente al posicionamiento individual, 23 su actividad para mantener unida a esa
comunidad fue constante. Se destacó la cercanía con la juventud que la dictadura observó
con preocupación “…a través de su obispo Mons. Miguel Esteban Hesayne, lo que con el
tiempo puede repercutir en forma favorable en la juventud y por ende negativa para la
sociedad…”24 Se destacó anualmente el encuentro de jóvenes que congregaba a unas 600
personas de todo el país, ocasión en la que el obispo compartía no sólo homilías, sino charlas
y actividades, y otras celebraciones religiosas.
Otras acciones fueron la organización de conferencias, cursos para docentes, visitas
de personalidades como la desarrollada en setiembre de 1981 por el premio Nobel de la Paz,
Adolfo Pérez Esquivel. Quien propuso asumir el compromiso de la liberación, lograr un
proceso de transformación de las estructuras de la injusticia, en un claro disenso ante el uso
y vaciamiento de contenido de términos como la dignidad de la persona; planteó que no
bastaba con hablar, sino que se debía lograr la autodeterminación de los pueblos. La visita
fue organizada por la Comisión Diocesana de Justicia y Paz, que contaba con filiales en
distintas localidades de la provincia, considerada por los informes como de alta peligrosidad
por ello pretendieron evitarla o restar apoyo por parte de la población. Ante los ataques
discursivos y el seguimiento de fuerzas de seguridad al vehículo que conducía el obispo y
llevaba a Pérez Esquivel, el premio Nobel respondió con un mensaje de paz, de denuncia
ante la situación de miles de desaparecidos, de falta de libertades sociales y políticas, pretendió
desmitificar y evitar creer como se planteaba que los únicos que trabajan por los pobres y
acompañan en los procesos de los pueblos son los comunistas. Invitó a oponerse a la
ideología de la seguridad nacional, para la cual el mundo está en guerra y se divide entre
amigos y enemigos, que adosa al capitalismo la civilización occidental y cristiana en tanto que
el enemigo es el marxismo y todos los socialismos, incluso recordó que esta ideología
presentaba como enemigos potenciales al Concilio Vaticano II, Puebla y Medellín, a las
organizaciones de DDHH, a las organizaciones populares y a los intelectuales. En su discurso
advirtió cómo la ideología de seguridad nacional concibió que el poder debía estar dirigido
por una elite y por las FFAA en tanto que la religión debía vaciarse de contenido “…a ningún
cristiano se le acusa de ser cristiano y estar comprometido con el pueblo siempre se le acusa
de ser marxista o subversivo…”25
Otra visita que reforzó este posicionamiento fue la de monseñor Novak que propuso
construir una Nación “…que no sólo debe ser cristiana en los discursos…”26 Ante unas 280
personas en Viedma, el obispo de Quilmes, presentó un análisis particular la Generación de
1880, según los informes de “inteligencia.” Cabe recordar la identificación histórica que
pretendió la dictadura cívico-militar con esta generación, dado que consideraron que los

23 RN, 21 de julio de 1976, p. 12, col. 3-5.


24 CPM-FONDO DIPPBA División Central de Documentación, Memorando nº26 s/81, expte 8631, folio 55,
p. 2
25 Periódico La Calle, Viedma En adelante LC, 16 al 30 de setiembre de 1981, p. 9, col. 3.
26 LC, 1-15 de julio de 1981, p.6, col. 3.

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lineamientos de esta se habían agotado por eso el proyecto nacional procuraba continuar esa
tarea.27
Otro eje fue el interés en el clima de conflicto limítrofe con Chile, se destaca su
trabajo en la pastoral de migraciones. 28 En 1978 reforzó la necesidad de paz, justicia y
libertad,29 destacó que la paz cristiana era la aceptación de la Persona, pero sus mensajes por
la paz tuvieron mayor presencia durante la guerra de Malvinas en la que condenó la guerra y
la crueldad.30 En 1982 visitó el país el Papa Juan Pablo II en el clima de pedido por la paz,
de condena a toda guerra y por el respeto a la vida.31
En 1979 se entronizó a la Virgen Misionera de Río Negro, frente a altos funcionarios
gubernamentales Hesayne, pidió que la Iglesia fuera capaz de “…tener el coraje de denunciar
todo tipo de violencia (…) que destroza hogares o con bombas o con miembros
desaparecidos…”32 Para entonces consideró que “…ha llegado el momento de poner las
cartas sobre la mesa y decir la verdad de los hechos, qué pasa con los desaparecidos y con
los detenidos sin juicio…”33 Recordó que ser cristiano era respetar y promover los derechos
humanos.
La posición del obispo y su clero asumía cada día un cariz más crítico, como cuando
solicitó el compromiso para eliminar toda injusticia, disparidad y privilegios34, denunció la
privación del libre ejercicio de asociación gremial, la falta de vivienda en la población y la
falta de solidaridad en las distintas regiones provinciales.35
El obispo Hesayne era “andariego” recorría la provincia, oportunidades en las que se
reunía con colaboradores locales, militantes de partidos políticos y agrupaciones sindicales,
en las que recibía petitorios, notas, como cuando compartió “… plenamente el reclamo de
familias de detenidos sin sentencia, en defensa evangélica de la imagen viva de Dios en toda
persona humana.”36
En la región andina como signo de la posición crítica del obispo respecto a esta puesta
en discusión sobre cuán cristiano era el proceder de la dictadura, resolvió trasladar al barrio
Melipal, la parroquia Nuestra Señora de las Nieves ubicada en el predio de la Escuela Militar
de Montaña del Ejército.37

27 Ministerio de Planeamiento de la Nación (1977) Proyecto Nacional. Documento de trabajo aprobado por la
Junta Militar. mimeo.
CPM-FONDO DIPPBA División Central de Documentación, Prefectura Naval Zona Atlántico norte,
Memorando n° 26 “s” /81 8631.
28 CPM-FONDO DIPPBA División Central de Documentación, Prefectura Naval Zona Atlántico Norte,
Memorando 8687
29 EF, 30 de marzo-5 de abril de 1978, p.1, col. 3-5.
30Obispado de Viedma. Homilía del obispo, 25 de mayo de 1982, mimeo.
31 RN, 28 de mayo de 1982, p.15, col. 4-6.
32 LC. 16-31 de octubre de 1979, p. 20 col. 3.
33 LC, 16-31 de diciembre de 1979, p. 5, col. 2.
34 LC, 15-30 de abril de 1980, p.4, col. 4-5.
35 LC, 15-30 de noviembre de 1980, p.8, col. 3-5.
36 CPM-FONDO DIPPBA División Central de Documentación, Prefectura Naval Zona Atlántico norte,
Memorando n° 26 “s” /81 8631 y División Central de Documentación, Referencia, Legajo 18143, folio 6 y7.
37 CPM-FONDO DIPPBA División Central de Documentación, Prefectura Naval Zona Atlántico Norte-
Memorando 79 “s” /81, 8771. Para ampliar sobre la devoción de la Virgen de las Nieves en la identidad andina ver Nicoletti
y Barelli, 2014.

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Pero no sólo el obispo contaba con vigilancia pormenorizada, miembros de la Iglesia
tenían un control permanente, sin llegar a darse como sucediera en Neuquén la desaparición
de miembros del clero. Un clero que se había renovado con sacerdotes jóvenes, provenientes
de distintos países. En uno de sus mensajes monseñor Hesayne les pidió ya no solo a los
religiosos sino a la comunidad que no temiera predicar, poner en práctica la doctrina social
de la Iglesia, “…si llegan a ser molestados el obispo de ustedes los defenderá…”38Enfatizó
la autonomía de la Iglesia ante cualquier otra presión o autoridad, la Iglesia solo debía
obedecer a la palabra de Dios.39 Pero se trató de una autonomía controlada y en discusión.
Incluso reforzó este compromiso ante la asunción del obispo auxiliar monseñor Carmelo
Giaquinta, catalogado como centrista-moderado. (Dri, 2011) “…no hay obispo que no se
siente acosado por las tentaciones (…) en los obispos de todos los tiempos se suscitan
situaciones que llevan a ceder a las amenazas o a los halagos del poder para que abdique de
su misión que es anunciar a los pobres la Buena Nueva.”40
Otros miembros del clero enfatizaban esta crítica, como el presbítero Jorge Alvaro
Fernandez Pasos en el Tedeum del 9 de julio de 1981 se preguntaba si el pueblo podía ser y
sentirse libre ante los planes económicos, la extrema pobreza, “…la libertad se debilita
cuando se pone al individuo al servicio ilimitado de la supuesta guerra total.”41
El control al obispo no sólo se dio en sus acciones en la provincia sino también en
capital federal,42 allí el obispo anunciaba que “… la misión de la Iglesia es darle sentido,
mentalidad evangélica a la política, la economía, la vida social y la vida familiar. Y manifestó
que el Papa está preocupado por los desaparecidos y familiares…”43
Incluso el control llegaba al interior de la Iglesia, como se advierte en los informes de
inteligencia sobre lo sucedido en las reuniones de la Conferencia Episcopal, actas internas
que revisten carácter secreto. Sobre las mismas mencionan un proyecto elevado por Hesayne
ante la Comisión permanente para que se esclarezca la situación de los desaparecidos sobre
torturas realizadas por las FFAA44 o cuando las Madres de Plaza de Mayo concurrieron a esta
para ser atendidas,
“el que se halla avalado por los sectores progresistas de la iglesia católica, representados en
las personas de los obispos de Nevares, Hesayne y Jorge Novack, quienes evidentemente
presionan a los efectos de obtener resoluciones críticas hacia el Proceso de Reorganización
Nacional, respecto a la cuestión de los detenidos y desaparecidos.”45

En tanto que en Río Negro la Iglesia enfatizaba su crítica, en 1982 el obispo afirmaba
que para “…ser un país cristiano no podemos seguir tolerando secuestros y torturas,
mortandad infantil (…) me dirijo a mis cristianos (…) para que curen la llaga abierta en el
corazón de tantos familiares de desaparecidos y que cesen las torturas de la
incertidumbre…” 46 Planteaba que para hablar de reconciliación cristiana debía darse un

38 Obispado de Viedma, Homilía del obispo, navidad 1978, mimeo, p.5


39 LC, 31 octubre 1979, p.3
40 Diario Clarin, 29 junio 1980, p. 4
41CPM-FONDO DIPPBA División Central de Documentación, Legajo 1735. Mesa DS, carpeta varios.
42 CPM-FONDO DIPPBA División Central de Documentación, Legajo 18143, folio 13-19
43 Op. cit.
44 Op cit
45CPM-FONDO DIPPBA División Central de Documentación, Legajo 17736, Mesa DS, carpeta varios, asunto
actividades de las madres en la reunión de la CEA.
46 CPM-FONDO DIPPBA División Central de Documentación, Prefectura Naval zona Atlántico Norte.

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sincero reconocimiento de la culpa, una confesión arrepentida y una reparación en cuanto
sea posible, para ello debían aparecer los detenidos desaparecidos vivos o de lo contrario
consideraba que se había producido un genocidio, debían ser devueltos los niños
secuestrados o nacidos en cautiverio, que se juzguen a quienes cometieron delitos y que todos
los exiliados puedan volver.

V. A MODO DE CONCLUSIÓN

En síntesis, en la voz de Hesayne, la Iglesia rionegrina pretendió evitar que en base a


la llamada Doctrina de Seguridad Nacional se utilizara el nombre del cristianismo para
catalogar la estructura del sentir que pretendió imponer la dictadura cívico-militar
apropiándose del término “cultura occidental y cristiana”.
Ante las críticas que lo acusaron de marxista, planteó que tanto el liberalismo
capitalista y el marxismo deshumanizaban al hombre que se debía educar en los valores de la
libertad, el amor, la justicia, la verdad y la paz.47 El obispo respondía que su postura era favor
de los que sufren. 48 Frente a la denuncia tanto desde el gobierno de facto como desde
sectores internos de la Iglesia que “hacía política” recordó que la Iglesia tenía que formar en
valores cristianos, que el apostolado de los católicos es la política, la economía, la cultura, los
medios de comunicación, las artes, pedía coherencia a un gobierno que se decía católico.49
Observamos en el discurso crítico del obispo y sus sacerdotes como así también en
sus acciones un posicionamiento que evitó que arraigara en Río Negro una hegemonía total,
que pretendía instalar el gobierno dictatorial, que identificaba la cultura argentina con una
cultura civilizada, occidental y cristiana.
Para la Iglesia rionegrina el gobierno de la dictadura no podía apelar a una civilización
occidental y cristiana, porque no era cristiano.50 Ser cristiano era un concepto que estaba en
disputa, quién definía qué era ser cristiano, un gobierno dictatorial aliado a una cúpula
eclesiástica o sectores críticos de la Iglesia que instalaban y consolidaban el rol social de la
misma.
Advertimos cómo se instrumentaron espacios de resistencia no sólo hacia el gobierno
dictatorial sino también en el seno de la misma Iglesia, las controversias refuerzan esta
consolidación de la ausencia de una hegemonía total. Destacamos, al respecto, las
peculiaridades que tuvo la dictadura cívico-militar en la provincia de Río Negro. A diferencia
de lo que sucedía a nivel nacional no existió continuidad entre la Iglesia y el gobierno
dictatorial. El pretendido rol hegemónico que el gobierno intentó instrumentar en la
construcción del nuevo orden, en Río Negro debió lidiar con la Iglesia católica.

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47 RN, 7 de noviembre de 1976, p. 16, col. 5-6


48 LC, 1-15 de junio de 1979, p.10, col. 3.
49 LC, 1-15 de junio de 1979, p.10, col. 4.
50Obispado de Viedma, apertura del sínodo pastoral diocesano, Mons. Miguel Esteban Hesayne, 8 de octubre
de 1983, mimeo.

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