Espiritualidad Centrada en Jesús

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SEMINARIO MAYOR “SAN ÓSCAR ARNULFO ROMERO”,

TEOLOGADO

Trabajo escrito sobre

SINTESÍS DE “ESPIRITUALIDAD CENTRADA EN JESÚS”


DE JOSÉ ANTONIO PAGOLA

Por:
Josué Isaías Hernández Robles

Año: Primer año

Cátedra: Teología Espiritual

Catedrático: Pbro. José Ofilio Paiz

California, Usulután, 27 de junio de 2024


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SINTESÍS DE “ESPIRITUALIDAD CENTRADA EN JESÚS”
DE JOSÉ ANTONIO PAGOLA

1. Síntesis

En la actualidad, en medio de un desarrollo decadente de la espiritualidad, la humanidad está


siendo testigo de la deshumanización de todos sus miembros. De ahí que surja la pregunta que si para
superar esto se debe pasar de las antiguas constituciones humanas, como la religión y el creer, para
remplazarlas a una espiritualidad laica. Sin duda, la Iglesia católica esta sufriendo una mediocridad
espiritual, faltándole fuerzas para responder a los retos de la actualidad. Es por este motivo que aparte
de un aggiornamento se necesite más bien la conversión al Espíritu. De esto Jesús puede ser la fuente y
el camino humilde de esta espiritualidad integra que llena de esperanza.
En una espiritualidad enraizada en la pasión profética, Jesús se muestra como modelo. Él no
forma parte del cuerpo organizativo de su tiempo, sin embargo, la gente lo consideraba como aquel que
actúa impulsado por el espíritu profético, guiándolos por el camino de la justicia. Ante las injusticias de
muchos hombres, y el profeta orienta el camino hacia Dios y la justicia, aún dentro de la misma reli -
gión, así Jesús, con su vida, grita impulsado por el espíritu de Dios para denunciar la opresión de Roma
y el desentendimiento de los dirigentes religiosos. Es una indignación del profeta ante los abusos e
injusticias que afligen a los inocentes; por eso la única esperanza es Dios y no los gobernantes de la
tierra: “no debe ser así entre vosotros”; también a los religiones opresoras, que “atan cargas pesadas y
las echan a las espaldas de la gente” sin ellos tener el mismo compromiso: Dios está en contra de eso.
Cuando la sociedad y la religión cierran al hombre todo tipo de esperanza, aparece el profeta desechan-
do todo tipo de escepticismo, retornando a verdad que había sido opacada: que solo Dios es dueño del
futuro. Frente a las metas de Roma y la religión judía se antepone la realidad de los pobres: para ellos
no hay ninguna esperanza, sola hay decadencia. Con el anuncio del Reino de Dios, Jesús contagia una
nueva esperanza: los humildes, los de hasta abajo, los servidores son más grandes que los que gobier-
nan todo.
Por otra parte, hay un anuncio desconocido: Jesús anuncia el Reino de Dios. Dios quiere cons-
truir una vida más humana. Estas aspiraciones, primitivas en el pueblo, Jesús les da un horizonte nuevo
y sorprendente. Será un proyecto intrínsecamente unido entre Dios y el Reino: Dios no es ajeno a la
realidad del sufrimiento en este mundo, por lo que se abre camino en el mundo para humanizar la vida.
Por consiguiente Jesús no invita a la perfección, santidad o conversión, sino a buscar y entrar al Reino
de Dios. De hecho, el Reino de Dios es mucho más que una religión: es una experiencia nueva que im-
plica una vida cada vez más sana, justa y liberada, según la voluntad del Padre. Al contrario de un
Reino de Dios que se queda en lo íntimo y espiritual, y un Reino de Dios como proyecto ideológico y
político, Jesús quiere una transformación que abarca la totalidad de la vida y que humaniza todas las
dimensiones del ser humano. Ahora, Jesús dejó una oración para nutrir su espiritualidad y que es dirigi-
da al Padre: “Santificado sea tu nombre”, su nombre sea bendito; “que venga tu reino”, el reino del bien
y no de la tiranía; “hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo”, sólo lo que tú quieres y no lo que
nosotros queremos; “danos el pan de cada día”, a todos algo que comer; “perdónanos nuestras deudas”,
ten misericordia de nosotros, transforma nuestro corazón; “No nos dejes caer en tentación”, que no nos

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apartemos de ti; “libranos del mal”, sácanos de la frustración. Por último, la iglesia, para que alcance el
Reino de Dios, deberá servir. Solo así alcanzará esta espiritualidad.
Jesús manifiesta al mismo Dios de los judío, solo que él lo vincula con la vida. A parte de los
sacrificios, la ley, el sábado, Jesús es impulsado por Dios a promover la vida; de ahí su interés por toda
persona, enfermos, la reconciliación, la amistad, el perdón. Es significativa la expresión de Jesús “vete
en paz”, detrás de una vida indigna y maltratada por las desgracias y la pobreza. Son a los últimos. A
ellos corresponde una vida más digna y liberada. La verdad es que en este Grupo Jesús lo lleva en su
corazón. Frente a las fuerzas del mal, Jesús manifiesta a Dios como la presencia buena que bendice la
vida; esas fuerzas del mal son los ídolos que gobiernan el mundo: los ídolos del dinero, los ídolos del
poder, los ídolos del placer. Pero el que vive desde el Espíritu lucha contra ellas. Así, la iglesia es un
espacio en el que el hombre debe entrar para defender la vida y hacerla mejor.
Desde la compasión se pude ver a Dios, y así lo manifiesta Jesús. “El Padre vive todo desde la
compasión”. Entra la analogía de santidad de Dios dada a los hombres para imitarla. Sin embargo, la
comprensión de imitar la santidad de Dios hizo un pueblo discriminador, excluyendo a otros pueblos,
considerándolos como impuros; no se diga de los que carecían de salud, bienes y ser mujer porque eran
impuros. Lo anterior no responde a la experiencia de un Dios compasivo y acogedor. Por esta razón,
Jesús hará de la compasión algo superior a la santidad, no negando la anterior. La compasión es la úni -
ca que mira la vida, ya que se interioriza el sufrimiento, después se convierte en acción y compromiso,
y por último se erradica el sufrimiento o alivia. Quizá el recuerdo de la mirada de compasión de Jesús
sea fundamental para el hecho de los desahuciados. De ahí la expresión de Metz de la “mística de ojos
abiertos”. Corresponde también a los que siguen a Jesús estar atentos al sufrimiento de las personas, y
que, al final, nos separa de toda tendencia y prejuicio; sin olvidar la vida interior, hay una gran eficacia
en ver al otro con compasión. Ejemplo de ello es la parábola del buen samaritano, que sin ninguna obli-
gación de una ley socorre al que está herido, procurando su bienestar. Por su parte, Jesús siempre hizo
el bien; apartado de cualquier poder terrenal, recorriendo los lugares de Galilea, abraza a los niños,
bendice a los enfermos, toca a los leprosos, cura rompiendo el sábado, acoge a los indeseables y come
con los pecadores; en otras palabras el bueno y el malo deben ser acogidos con misericordia. Tales ges -
tos señalan la dignidad de las personas y orientan al hombre a hacer el bien.
Aquí se enmarca el aspecto de una espiritualidad curadora, reconociendo que la obra de Jesús
señala los fundamentos de lo que deteriora al hombre. Es una gran contraposición con la predicación de
Juan el Bautista que llamaba a la conversión, de los cuales, al recibir el bautismo, no se producía la
liberación de sus males. Jesús se acercaba a los enfermos y los curaba de sus sufrimientos; quizá por
eso es importante el mensaje de Jesús a el Bautista: “los ciegos ven y los cojos andan…”. En último
término, Jesús anuncia a Dios y su salvación; aunque la iglesia se va más por el anuncio del pecado.
Los enfermos son los que están abajo en la sociedad; muchos de ellos sufren extremas precariedades:
incapacitados, ciegos, sordos, etc. Sin duda, la mayor tragedia es sentirse olvidados por Dios; de ahí
que también la sociedad y la religión los marginen. Pero Jesús, además de curarlos físicamente, los cura
en la totalidad de sus vidas, siempre en línea de restablecer su dignidad. Por esos abre el paso del deseo
del ser del que está enfermo: curarse, recrear su vida. Es de destacar que nunca se abrió el paso de la
supresión del sufrimiento de la enfermedad en el mundo; Jesús, más bien, indicó la dirección hacia el
reino de Dios, interponiéndose ante las verdaderas enfermedades: las que están dentro de la religión.
Por último habla a sus discípulos para mantener esta dinámica del Reino: “… id y curad”.
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2. Aplicación

Este artículo publicado por Pagola, J.A., es muy interesante; podría decir que mantiene una pra-
xis muy elemental de lo que es la espiritualidad pura de la Iglesia en Jesucristo. De manera breve, la
aplicación que se puede dar a este documento sería una empresa muy grande, no por manifestarla a los
fieles —que sería la parte más relativamente sencilla—, sino por vivirla: Jesús está en la Iglesia y está
con nosotros, pero, al no verle, nos sentimos tentados por encontrar algo que manifieste por lo menos la
verdadera actuación de él en el mundo, y eso solo se encuentra en el cristiano. El que se hace llamar
cristiano —uno verdadero— tendrá que demostrar con su vida que Jesús está en él, que es imagen de
Dios y vive su palabra, no solo en un sector predeterminado, sino con todos: enfermos, incrédulos, des-
esperanzados… ¡Con todos! Pero quizá empezar desde un principio podría funcionar: el saber que Je-
sús siempre me llama a la conversión para vivir en su Reino; que debo seguirle y confiar mis debilida-
des y sufrimientos y restaurarme por su misericordia; saberme poseedor de una gracia que solo viene de
Dios; y manifestar el rostro misericordioso de Jesús, que quiere salvarnos a todos. Otra cosa es hablar
de la Iglesia. Ella debe abandonar sus arcaicas concepciones espirituales, que más bien dan a los fieles
un prejuicio de inalcanzabilidad de la vida en la Iglesia… que también no dan paso a la plenitud del
hombre, sino que se ve desinteresada de la “materia”. Solo es acoger el verdadero camino propuesto
por Jesús: la compasión y la misericordia, en un interés por restaurar la dignidad perdida por los mis -
mos hombres. No en una Iglesia solo organizativa, sin dinámica, si espíritu, que solo se encuentra ence-
rrada y solo ahí gobierna a los fieles —para colmo deshumanamente—; sino una en donde el Espíritu
de Dios esté presente en toda su intensidad, y que no deje al margen al pobre y enfermo; en donde se
interese hasta por el más desecho por la sociedad y “religiones”.

3. Cinco líneas concretas de espiritualidad para la vida

 Indignación profética
 Los caminos del reino de Dios
 Luchando contra los ídolos que dan muerte
 La compasión como principio de actuación
 Curar la vida

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