Poéticas Del Romanticismo Inglés: William Wordsworth Prefacio A Las Baladas Líricas (1800/1802)
Poéticas Del Romanticismo Inglés: William Wordsworth Prefacio A Las Baladas Líricas (1800/1802)
Poéticas Del Romanticismo Inglés: William Wordsworth Prefacio A Las Baladas Líricas (1800/1802)
William Wordsworth
Prefacio a las Baladas líricas (1800/1802)
(Trad., Eduardo Sánchez Fernández)
Tomando la cuestión, pues, en términos generales, pregunto: ¿qué es lo que se entiende por la
palabra poeta? ¿qué es un poeta? ¿a quién se dirige? ¿cuál es el lenguaje que se ha de esperar de
él? Es una persona que habla a personas: una persona, es cierto, dotada de una sensibilidad más
viva, de mayor entusiasmo y ternura, que tiene un mejor conocimiento de la naturaleza humana y
un alma que abarca más de lo que comúnmente se supone entre el género humano; una persona
satisfecha con sus propias pasiones y deseos, y que se alegra más que otras personas del espíritu
de vida que hay en su interior; que goza al contemplar deseos y pasiones semejantes a los
manifestados en los acontecimientos del Universo, y que habitualmente se siente impulsada a
crearlos donde no los encuentra. A estas cualidades el poeta añade una disposición influida, más
que en otras personas, por cosas ausentes como si estuvieran presentes; una capacidad para evocar
dentro de sí pasiones que verdaderamente están muy lejos de ser iguales a las producidas por
sucesos reales y que, no obstante (sobre todo en aquellas partes de la comprensión general que son
agradables y deliciosas), se parecen más a las pasiones producidas por sucesos reales que cualquier
otra cosa que, de las operaciones de sus propios pensamientos únicamente, otras personas están
acostumbradas a sentir en sí mismas. Por esto y por la práctica, el poeta ha adquirido una mayor
disposición y fuerza para expresar lo que piensa y siente, y especialmente esos pensamientos y
esos sentimientos que, por elección propia y por la estructura de su propia mente, surgen en él sin
necesidad de estímulo externo e inmediato.
[…]
Y así el poeta, impulsado por esta sensación de placer que le acompaña a lo largo de todos sus
estudios, conversa con la naturaleza en general con un amor parecido al que el científico, después
de un prolongado trabajo, experimenta en sí mismo conversando con esos elementos particulares
de la naturaleza que son el objeto de su estudio. El conocimiento de ambos, poeta y científico, es
placer; pero el conocimiento de uno está unido a nosotros como parte esencial de nuestro ser, como
nuestra natural e inalienable herencia; el otro es una adquisición personal e individual que nos
llega poco a poco y que nos relaciona con los demás seres humanos por medio de una afinidad que
no es directa ni habitual. El científico busca la verdad como un benefactor remoto y desconocido;
la acaricia y la ama en su soledad. El poeta, entonando una canción a la que se unen todos los seres
humanos, se deleita en la presencia de la verdad como nuestro amigo invisible y nuestro compañero
de cada hora. La poesía es la vida y la inspiración más exquisita de todo conocimiento, es la
expresión apasionada que está en el semblante de toda ciencia. Podemos decir categóricamente,
como Shakespeare dijo del ser humano, que el poeta “ve antes y después”. Es el defensor
inamovible de la naturaleza humana; un defensor y protector que lleva consigo afinidad y amor a
todos los lugares. A pesar de la diferencia de suelo y clima, de lengua y educación, de leyes y
costumbres; a pesar de las cosas olvidadas de modo natural y las cosas erradicadas con violencia,
el poeta une, a través de la pasión y el conocimiento, el vasto imperio de la sociedad humana
extendido por toda la tierra y a lo largo de todos los tiempos. Los objetos de los pensamientos del
poeta están en cualquier sitio; aunque los ojos y los sentidos del ser humano son, ciertamente, sus
guías preferidos, no obstante irá a cualquier parte donde pueda encontrar una atmósfera de
sensaciones en la que poder elevarse. La poesía es el primero y el último de todos los
conocimientos – es tan inmortal como el corazón del hombre.
[…]
Por la cita anterior he demostrado que el lenguaje de la prosa puede adaptarse muy bien a la poesía,
y he afirmado anteriormente que una buena parte del lenguaje de todo buen poema puede no diferir
en absoluto del de una buena prosa. Iré más lejos. No me cabe duda de que se puede afirmar con
plena seguridad que ni existe ni puede existir ninguna diferencia esencial entre el lenguaje de la
prosa y el de la composición poética. Nos gusta encontrar la semejanza entre la poesía y la pintura
y, por eso, las llamamos hermanas: pero ¿dónde encontramos lazos de conexión suficientemente
precisos que simbolicen la afinidad entre un escrito poético y otro de prosa? Los dos hablan por y
para los mismos órganos; las envolturas con que los dos se visten puede decirse que son del mismo
tipo, sus inclinaciones son parecidas o casi idénticas, no diferenciándose ni siquiera en el grado;
la poesía* no derrama lágrimas “como las que derraman los ángeles”, sino lágrimas naturales y
humanas; no puede vanagloriarse de ningún Ikor celestial que distinga sus fluidos vitales de los de
la prosa; la misma sangre humana circula por las venas de ambas.
* Utilizo aquí la palabra ‘Poesía’ (aun en contra de mi propio criterio) como opuesta a la palabra
Prosa y sinónima de composición métrica. Sin embargo, se ha introducido en la crítica mucha
confusión por esta oposición de Poesía y Prosa, en vez de la más filosófica de Poesía y estudio de
los hechos probados o Ciencia. La única antítesis rigurosa de la Prosa es la Métrica; tampoco es
ésta, en verdad, una antítesis ‘rigurosa’ porque versos y pasajes de la métrica ocurren de forma tan
natural al escribir prosa que sería casi imposible evitarlos, aun cuando fuera deseable.
El poeta, descrito en perfección ideal, activa el alma entera del hombre, con la subordinación
recíproca de sus facultades de acuerdo con su valor y dignidad relativos. El difunde un tono y un
espíritu de unidad que las mezcla, y (por así decirlo) las fusiona, una en el otra, por el poder
sintético y mágico para el que hemos adoptado exclusivamente el nombre de imaginación. Este
poder –puesto en acción en primer lugar por la voluntad y el entendimiento, y retenido bajo su
control incesante, aunque gentil y desapercibido– se revela en el balance o reconciliación de
cualidades opuestas o discordantes: de identidad y diferencia; de lo general con lo concreto; de la
idea con la imagen; de lo individual con lo representativo; del sentido de novedad y frescura con
objetos antiguos y familiares; de un inusitado estado de emoción con un inusitado orden; del juicio
siempre despierto y estable autocontrol con entusiasmo y un sentimiento profundo o vehemente;
y mientras mezcla y harmoniza lo natural y lo artificial, todavía subordina el arte a la naturaleza;
la manera a la materia; y nuestra admiración por el poeta a nuestra simpatía con la poesía.
Un poema es la imagen total de la vida expresada en su eterna verdad. Y esta es la diferencia entre
una historia y un poema una historia es un catálogo de hechos sueltos, que no tienen más conexión
que el tiempo, el lugar, las circunstancias, las causas y los efectos. Un poema es la creación de
acciones, sujetas a las formas inmutables de la naturaleza humana, tales como existen en la mente
del Creador, que es ella imagen de todas las demás mentes. La una es parcial y se aplica únicamente
un período definido de tiempo, y a una cierta combinación de elementos que nunca producirse de
nuevo: el otro es universal y contiene en sí un germen de relación con todos los motivos o acciones
que puedan producirse en las variedades posibles de la naturaleza humana. El tiempo que destruye
la belleza y la utilidad de la historia de hechos particulares, desnudos de la poesía que pueda
vestirlos, aumenta las de esta misma poesía, y desarrolla para siempre nuevas y maravillosas
aplicaciones de la eterna verdad que contiene. Por eso se ha llamado a los epítomes o resúmenes
Polillas de la historia: devoran toda su poesía. Una narración de hechos particulares es un espejo
que oscurece y contorsiona lo que habría podido ser bello: La poesía es un espejo que embellece
lo que está desformado.
[…]
Toda alta poesía es infinita: es como la primera semilla que potencialmente contuvo en si todos
los árboles de su especie. Velo tras velo pueden ser descorridos, y la íntima desnuda verdad del
ánimo nunca será expuesta. Un gran poema es una fuente, de la cual siempre manan las aguas de
la sabiduría y del placer; y luego que una persona o una edad han agotado toda la divina emanación,
en la medida que sus peculiares facultades les habilitan para participar de ella, otros y otros vendrán
tras ellos, y nuevas relaciones serán desenvueltas, manantiales de imprevisto e inconcebible placer.