Apuntes Novela

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CONTEXTUALIZACIÓN

El panorama de la narrativa de posguerra, dominado por la


censura, el aislamiento y las penurias económicas, cambia
radicalmente gracias a tres hechos destacados que suponen
el comienzo de la renovación de la novela española, pues
inauguran una nueva tendencia: la novela del realismo
existencial de los años cuarenta.

• 1942, publicación de La familia de Pascual Duarte, de


Camilo José Cela que inaugura una corriente denominada
tremendismo.
• 1945 aparición de Nada (1944), de Carmen Laforet.
• A estas nuevas voces se unen poco después las de Miguel
Delibes (La sombra del ciprés es alargada) y Ana Mª Matute,
novelistas que también reflejan el desolado mundo de la
posguerra desde una perspectiva pesimista.
• CARACTERÍSTICAS DE LA NOVELA
EXISTENCIALTEMAS: incertidumbre del destino humano,
la soledad, la dificultad de comunicación personal. El tema
siempre se relaciona con la angustia existencial.
-PERSONAJES: abundan los personajes desorientados,
angustiados y frustrados. Normalmente hay un
protagonista individual, que, con frecuencia, refleja la
personalidad del autor.
-LENGUA Y ESTILO: lenguaje duro, reflejo de las
circunstancias difíciles que viven sus personajes.
-VOZ NARRATIVA: narrador en primera persona
protagonista.

Sobre Nada

Palabras de Carmen Laforet:


La idea de la novela –escrita en Madrid de enero a septiembre de 1944- vino del
choque experimentado por mi sensibilidad al llegar desde el mundo amable y pacífico
de las Islas canarias a Barcelona, en septiembre del año 1939, recién terminada la
guerra civil española.

No es –como ninguna de mis novelas- autobiográfica, aunque el relato de una chica


estudiante –como yo fui en Barcelona- e incluso la circunstancia de haberla colocado
viviendo en una calle de esta ciudad donde yo misma he vivido, haya planteado esta
cuestión más de una vez.
Cuando yo escribí la novela tenía muchas impresiones acumuladas en soledad y una
instintiva sabiduría: la de darme cuenta que si era cierto que yo podía ver y sentir
ciertas cosas que aceptaba o rechazaba mi sensibilidad, no tenía experiencia para
juzgarlas. Por este motivo puse el relato en boca de una jovencilla que es casi una
sombra que cuenta.
Nada es una interrogación..., viva, anhelante.
Andrea –la protagonista de esta novela- busca entre unos seres, en una atmósfera
desquiciada por las circunstancias, algo a lo que su educación le ha dado derecho a
esperar; una verdad en las convicciones, una limpieza en la vida, un ideal fuerte que
le resuelva el sentido de la existencia.
Andrea pasa por el relato con los ojos abiertos, con curiosidad, sin rencor. Se va de él
sin nada en las manos. Sin encontrar nada... Y también –esto he querido expresarlo-
sin desesperanza.

Carmen Laforet. Mis Páginas Mejores. Editorial Gredos, Madrid, 1956.

Curiosidades
Nada, es junto con El Quijote de Miguel de Cervantes y Cien años de soledad de
Gabriel García Márquez una de las tres novelas hispanas mas traducidas de todos los
tiempos.

Nada era considerada la mejor novela española contemporánea junto a La familia de


Pascual Duarte, de Camilo José Cela, después de ser el libro más vendido del
momento y de recibir el prestigioso premio Fastenrah de la Real Academia de la
Lengua Española, y un torrente de alabanzas que incluía artículos firmados por Juan
Ramón Jiménez –de un poema suyo salían el título y la cita inicial de la obra de
Laforet-, Azorín –que llegaba a compararla con Dostoievski y con Pío Baroja- o Miguel
Delibes.Hoy día, casi sesenta años después, Nada sigue siendo juzgada de forma
unánime como una obra ineludible; es la novela más traducida de nuestro idioma tras
El Quijote y La familia de Pascual Duarte; ha sido y sigue siendo estudiada en cientos
de tesis doctorales en todo el mundo; se reedita de manera continua; ha conocido dos
versiones cinematográficas y le ha asegurado a Carmen Laforet un puesto de honor en
nuestra narrativa

Quince años era la edad de su autora cuando se desencadenó el gran torbellino que
asolaría la tierra. Cinco años después de acabado, esta muchacha, irguiéndose sobre
las ruinas, contempla con extrañeza el mundo en torno, y lo interpreta según la
experiencia de su vida. Carácter autobiográfico se ha insistido en atribuir a su novela.
En definitiva, toda creación artística –es bien sabido- puede valer en algún modo de
autobiografía. Si hay aquí una muy escasa elaboración y reajuste de los materiales de
aquella experiencia vital, eso no restaría por sí mismo alcance a la obra, ni siquiera en
el orden estético. El que precisamente ellos, tal cual se encuentran dados, hayan sido
percibidos como relevantes, decisivos y dignos de obtener expresión espiritual, el que
por entenderlos cargados de sentido se les haya querido dar una proyección artística,
es
lo que importa: han sido captados como significativos; de expresión vital han pasado,
mediante el acto creador, a constituirse en documento de una actitud frente al
mundo.

Temas

LA GUERRA
La novela ganó el primer premio Nadal, concedido en 1944. Es una obra, pues, escrita
en la más álgida posguerra; y por encima de Laforet, que nació en 1921, había pasado
la apisonadora del enfrentamiento civil. La guerra y sus horrores protagonizan Nada,
aunque apenas si se mencionan directamente. Pero la casa de Aribau, que un día fue
un hogar normal y feliz, y que hoy ha sido reducida a la mitad (han vendido parte del
piso), y está atestada de muebles astillados, de chinches escondidas en el mugriento
empapelado, de miserias y violencia, es un preciso, escalofriante relato de la España
de posguerra; y esos dos hermanos varones que se aman y se odian, que se intentan
matar y se lloran el uno al otro, que guardan un pasado de traiciones y denuncias, son
un evidente trasunto de la locura fratricida del 36.

Para Francisco Ayala Nada es el documento, no tanto de un alma, como de toda esa
generación, que abrió sus ojos a un horror del que era inocente y que, sin embargo,
debía marcarla a hierro y fuego.

NIHILISMO
Con su protagonista, la autora busca en esos abismos, siempre de sorpresa en
sorpresa, de asombro en asombro, hasta desembocar por todas partes en la nada.
Jamás la literatura española conoció una desesperación tan absoluta, un tan radical
nihilismo; se diría que la guerra civil ha consumido las últimas fes y, con ellas,
cualquier sentido de la existencia humana. Y lo que más desoladora hace esta visión
del mundo es el no aparecer torcida ni forzada por propósito alguno: la novela ni
envuelve tesis, ni responde a doctrina filosófica, política o estética, así como tampoco
refleja la influencia de modelos definidos; en ella, una mirada limpia, fresca y
denodada atraviesa un medio turbio, febril, quebrado, viscoso...Se limita a presentar
testimonio.

▪ Deseo de libertad, búsqueda de libertad,


liberación femenina (la protagonista, Andrea, lo
asocia con este viaje, el cambio de espacio, ya
que llega a la ciudad, Barcelona, con gran
expectación, deseo de independencia (reflejado
en sus escapadas por Barcelona en la noche…).
▪ Vacío existencial. Se une al tema anterior, ese
vacío le impulsa al deseo de búsqueda de
libertad, deseo de experimentar, de ser
independiente ese año en Barcelona, pero,
finalmente, a pesar de la ambigüedad evidente
sobre si ha conseguido su objetivo, concluye
diciendo “De la casa de la calle de Aribau no me
llevaba nada. Al menos así lo creía yo entonces”.
▪ La vida como viaje, como aventura, como
aprendizaje. Una joven llega a Barcelona en esa
búsqueda de libertad y de nuevas experiencias.
Este tipo de novela se conoce con el término
alemán “bildungsroman” (novela de iniciación,
de aprendizaje).
▪ Inconformismo, rebeldía, propio de esa joven en
constante búsqueda y en constante proceso de
existencialismo vital.
▪ Otros temas que pueden encontrarse en la
novela son:
▪ Los efectos devastadores de la guerra civil
▪ La vida en la posguerra, en los duros años
40, pobreza, racionamiento, marginalidad
social, represión…
▪ La nostalgia, la añoranza del ser humano
hacia el pasado, hacia un tiempo mejor.
▪ Necesidad de sentir el deseo esperanzado
de la vida, de las ganas de vivir, de
experimentar a pesar de la sensación de
vacío (aun habiendo hecho un aprendizaje).

Argumento
El libro, que trazaba un panorama desolador de nuestra oscura posguerra a partir de
la historia de una joven, Andrea, que iba a Barcelona a alojarse en casa de unos
lóbregos familiares,

Andrea, la protagonista- narradora de Nada, testigo de una etapa tristísima de la vida


española en una ciudad, Barcelona, en la que va a iniciar sus estudios universitarios,
me transmitía el autoanálisis fascinante de sus sensaciones, sus sentimientos, sus
descubrimientos, su soledad. Por las páginas del libro transcurren en la atmósfera
asfixiante de su familia unos personajes vencidos y extraños, encerrados en un mundo
sórdido.
La publicación de Nada, en 1944, supuso una verdadera revolución. Fue el escopetazo
de salida del Premio Nadal, al que inmediatamente dio credibilidad. Carmen Laforet,
una jovencísima escritora, consigue una fureza inusitada al describir la atmósfera que
envuelve a unos personajes apresados en el destino miserable de la posguerra. Un
piso de la calle Aribau, una familia hecha de restos, hambre, penuria, frustraciones,
carreras truncadas, la sombra de una guerra recién ganada y recién perdida... este es
el telón de fondo para búsqueda de la joven protagonista de Nada, tan joven como la
escritora que le da vida. Un mundo lleno de misteriosas claves.
Eso es lo que aún asombra, lo que hace que la novela pueda ser leída una y otra vez.
Su capacidad de recreación de la atmósfera gris y deprimente de la posguerra,
cuajada de emociones subterráneas, de gritos y susurros, de secretos inconfesables.
La complejidad de un universo que seduce y repele al mismo tiempo. Lo que aún
asombra, es que esta visión tan honda y desconcertante de la vida nos la esté
ofreciendo una joven de veintidós años. Presentimos a Carmen Laforet detrás de los
pasos de Andrea, recién llegada a Barcelona, cargada de ilusiones, y repentinamente
inmersa en la sofocante atmósfera en penumbra del piso de la calle Aribau.

Obra
La isla y los demonios, continuaba en muchos aspectos el camino de Nada, aunque la
acción no transcurra en Barcelona, sino en Gran canaria, donde la escritora había
pasado su

adolescencia. Pero su dura historia de una familia que pasa los años de la Guerra Civil
apresada a la vez en la viscosa telaraña del drama histórico, visto a lo lejos desde las
islas, y en la red de envidias y recelos que surgen entre los parientes reunidos a causa
de las circunstancias, guarda muchos puntos de conexión con el ambiente opresivo y
desesperanzado que la autora había construido en su primera novela.

Su perfeccionismo la llevó, consecuentemente, a escribir y publicar poco, apenas otras


tres novelas en once años –La isla y los demonios, en 1952; La mujer nueva, en1955;
y La insolación, en 1963- además de siete novelas cortas y algunos cuentos. La
insolación, fue anunciada como el primer tomo de una trilogía que nunca llegó a
completar y cuya ambición y complejidad sumieron a Laforet en la impotencia, la
desesperación y, finalmente, el silencio.

Lo que refleja La mujer nueva es el cambio espiritual de Carmen Laforet tras haber
tenido, de pronto, una especie de visión mística que la hizo volcarse en la fe católica.
La lejanía que debió ver entre la pura doctrina religiosa y la realidad de la Iglesia, la
hizo sufrir, sin embargo, una severa decepción.

El célebre silencio de Carmen Laforet, que ha durado cuarenta años, empezó al acabar
La insolación. Antes de eso, la escritora barcelonesa había publicado, siempre para
incluirlas en conocidas colecciones semanales de los años cincuenta como “La novela
del sábado” o “Novelistas de hoy”, una serie de extraordinarias novelas breves, que
se cuentan entre lo mejor de su producción: El piano (1952), Un noviazgo (1953), La
niña y Los emplazados (ambas en 1952) o La muerta, que publicó en ediciones
Rumbos en 1952. La insolación inauguraba, teóricamente, una trilogía que iba a
llamarse Tres pasos fuera del tiempo y cuyos dos siguientes tomos serían Al volver la
esquina y Jaque mate. Laforet explicó en el prólogo a La insolación que las tres
novelas podían leerse independientemente, pero sus personajes serían los mismos,
abordados sucesivamente en su infancia, su juventud y su madurez. La escritora
trabajó obsesivamente en la segunda entrega del ciclo, Al volver la esquina, e incluso
llegó a enviar el manuscrito a la editorial Planeta, pero cuando le enviaron las
galeradas para que las corrigiese entró en un proceso cada vez más depresivo e
insatisfactorio de reescritura del texto, en una reorganización interminable con
continuos ajustes, tachaduras y depuraciones que cada vez parecían llevar el libro
más lejos de su intención inicial. El resultado es que Carmen Laforet nunca devolvió
esas pruebas y Al volver la esquina ha permanecido inédito justo hasta ahora, cuando
los hijos de la novelista acaban de anunciar la salida de la obra para el próximo mes
de mayo. Contra la ideas aceptada de que Laforet se retiró voluntaria y
definitivamente de la escritura tras publicar La insolación, ahora sabemos que nunca
dejó de escribir y que durante décadas intentó concluir a su gusto, sin conseguirlo, su
proyecto más ambicioso, esa trilogía que se llama Tres pasos fuera del tiempo y que
quizá sí llegue a conocerse, si se encuentra una misteriosa maleta llena de originales
que Laforet le dejó a un conocido en Roma, donde vivió algún tiempo y que este
nunca ha devuelto a la familia. En esa maleta debe haber, entre otras cosas, una gran
cantidad de páginas de Jaque mate, el tercer tomo de la trilogía y el primero que
Laforet empezó a escribir.

Las novelas cortas que he escrito hasta el momento –siete en total- llevan los
siguientes títulos: “La llamada”, “Un noviazgo”, “El último verano”, “El piano”, “La
niña”, “Los emplazados”, “El viaje divertido”.

Estas novelas han ido surgiendo mientras la labor y el pensamiento de una nueva
novela larga estaban en mí. Han nacido en el transcurso del tiempo que media entre
“La isla y los demonios” (1952) y “La mujer nueva” (1955).

Estilo
Comprendo que no tengo la larga paciencia del genio. Al menos, en cuanto al estilo
me es imposible corregir un libro. Si alguna página mía suena en un castellano
correcto y armonioso, es porque así salió de mi pluma, espontáneamente. Y no
protestaría si algún crítico juzga que no hay ninguna con estas cualidades. Aún viendo
repeticiones de palabras muy fáciles de sustituir, al leer una galeradas, es raro que las
corrija, porque, preocupada por la idea general del libro, las olvido.

Me preocupa huir del ensayo, huir de explicar mis propias opiniones culturales, que
considero muy poco interesantes, y dar aquello para lo que me creo dotada: la
observación, la creación de la vida. Me preocupa el vigor de los personajes y la
manera de exponer los hechos para que resulten claros a la luz mía, individual, y me
preocupa el que estos hechos queden objetivamente expuestos para que el lector
pueda juzgarlos por sí mismo, interesarse por ellos, aceptarlos o rechazarlos a su
gusto.

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