Apuntes Novela
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Sobre Nada
Curiosidades
Nada, es junto con El Quijote de Miguel de Cervantes y Cien años de soledad de
Gabriel García Márquez una de las tres novelas hispanas mas traducidas de todos los
tiempos.
Quince años era la edad de su autora cuando se desencadenó el gran torbellino que
asolaría la tierra. Cinco años después de acabado, esta muchacha, irguiéndose sobre
las ruinas, contempla con extrañeza el mundo en torno, y lo interpreta según la
experiencia de su vida. Carácter autobiográfico se ha insistido en atribuir a su novela.
En definitiva, toda creación artística –es bien sabido- puede valer en algún modo de
autobiografía. Si hay aquí una muy escasa elaboración y reajuste de los materiales de
aquella experiencia vital, eso no restaría por sí mismo alcance a la obra, ni siquiera en
el orden estético. El que precisamente ellos, tal cual se encuentran dados, hayan sido
percibidos como relevantes, decisivos y dignos de obtener expresión espiritual, el que
por entenderlos cargados de sentido se les haya querido dar una proyección artística,
es
lo que importa: han sido captados como significativos; de expresión vital han pasado,
mediante el acto creador, a constituirse en documento de una actitud frente al
mundo.
Temas
LA GUERRA
La novela ganó el primer premio Nadal, concedido en 1944. Es una obra, pues, escrita
en la más álgida posguerra; y por encima de Laforet, que nació en 1921, había pasado
la apisonadora del enfrentamiento civil. La guerra y sus horrores protagonizan Nada,
aunque apenas si se mencionan directamente. Pero la casa de Aribau, que un día fue
un hogar normal y feliz, y que hoy ha sido reducida a la mitad (han vendido parte del
piso), y está atestada de muebles astillados, de chinches escondidas en el mugriento
empapelado, de miserias y violencia, es un preciso, escalofriante relato de la España
de posguerra; y esos dos hermanos varones que se aman y se odian, que se intentan
matar y se lloran el uno al otro, que guardan un pasado de traiciones y denuncias, son
un evidente trasunto de la locura fratricida del 36.
Para Francisco Ayala Nada es el documento, no tanto de un alma, como de toda esa
generación, que abrió sus ojos a un horror del que era inocente y que, sin embargo,
debía marcarla a hierro y fuego.
NIHILISMO
Con su protagonista, la autora busca en esos abismos, siempre de sorpresa en
sorpresa, de asombro en asombro, hasta desembocar por todas partes en la nada.
Jamás la literatura española conoció una desesperación tan absoluta, un tan radical
nihilismo; se diría que la guerra civil ha consumido las últimas fes y, con ellas,
cualquier sentido de la existencia humana. Y lo que más desoladora hace esta visión
del mundo es el no aparecer torcida ni forzada por propósito alguno: la novela ni
envuelve tesis, ni responde a doctrina filosófica, política o estética, así como tampoco
refleja la influencia de modelos definidos; en ella, una mirada limpia, fresca y
denodada atraviesa un medio turbio, febril, quebrado, viscoso...Se limita a presentar
testimonio.
Argumento
El libro, que trazaba un panorama desolador de nuestra oscura posguerra a partir de
la historia de una joven, Andrea, que iba a Barcelona a alojarse en casa de unos
lóbregos familiares,
Obra
La isla y los demonios, continuaba en muchos aspectos el camino de Nada, aunque la
acción no transcurra en Barcelona, sino en Gran canaria, donde la escritora había
pasado su
adolescencia. Pero su dura historia de una familia que pasa los años de la Guerra Civil
apresada a la vez en la viscosa telaraña del drama histórico, visto a lo lejos desde las
islas, y en la red de envidias y recelos que surgen entre los parientes reunidos a causa
de las circunstancias, guarda muchos puntos de conexión con el ambiente opresivo y
desesperanzado que la autora había construido en su primera novela.
Lo que refleja La mujer nueva es el cambio espiritual de Carmen Laforet tras haber
tenido, de pronto, una especie de visión mística que la hizo volcarse en la fe católica.
La lejanía que debió ver entre la pura doctrina religiosa y la realidad de la Iglesia, la
hizo sufrir, sin embargo, una severa decepción.
El célebre silencio de Carmen Laforet, que ha durado cuarenta años, empezó al acabar
La insolación. Antes de eso, la escritora barcelonesa había publicado, siempre para
incluirlas en conocidas colecciones semanales de los años cincuenta como “La novela
del sábado” o “Novelistas de hoy”, una serie de extraordinarias novelas breves, que
se cuentan entre lo mejor de su producción: El piano (1952), Un noviazgo (1953), La
niña y Los emplazados (ambas en 1952) o La muerta, que publicó en ediciones
Rumbos en 1952. La insolación inauguraba, teóricamente, una trilogía que iba a
llamarse Tres pasos fuera del tiempo y cuyos dos siguientes tomos serían Al volver la
esquina y Jaque mate. Laforet explicó en el prólogo a La insolación que las tres
novelas podían leerse independientemente, pero sus personajes serían los mismos,
abordados sucesivamente en su infancia, su juventud y su madurez. La escritora
trabajó obsesivamente en la segunda entrega del ciclo, Al volver la esquina, e incluso
llegó a enviar el manuscrito a la editorial Planeta, pero cuando le enviaron las
galeradas para que las corrigiese entró en un proceso cada vez más depresivo e
insatisfactorio de reescritura del texto, en una reorganización interminable con
continuos ajustes, tachaduras y depuraciones que cada vez parecían llevar el libro
más lejos de su intención inicial. El resultado es que Carmen Laforet nunca devolvió
esas pruebas y Al volver la esquina ha permanecido inédito justo hasta ahora, cuando
los hijos de la novelista acaban de anunciar la salida de la obra para el próximo mes
de mayo. Contra la ideas aceptada de que Laforet se retiró voluntaria y
definitivamente de la escritura tras publicar La insolación, ahora sabemos que nunca
dejó de escribir y que durante décadas intentó concluir a su gusto, sin conseguirlo, su
proyecto más ambicioso, esa trilogía que se llama Tres pasos fuera del tiempo y que
quizá sí llegue a conocerse, si se encuentra una misteriosa maleta llena de originales
que Laforet le dejó a un conocido en Roma, donde vivió algún tiempo y que este
nunca ha devuelto a la familia. En esa maleta debe haber, entre otras cosas, una gran
cantidad de páginas de Jaque mate, el tercer tomo de la trilogía y el primero que
Laforet empezó a escribir.
Las novelas cortas que he escrito hasta el momento –siete en total- llevan los
siguientes títulos: “La llamada”, “Un noviazgo”, “El último verano”, “El piano”, “La
niña”, “Los emplazados”, “El viaje divertido”.
Estas novelas han ido surgiendo mientras la labor y el pensamiento de una nueva
novela larga estaban en mí. Han nacido en el transcurso del tiempo que media entre
“La isla y los demonios” (1952) y “La mujer nueva” (1955).
Estilo
Comprendo que no tengo la larga paciencia del genio. Al menos, en cuanto al estilo
me es imposible corregir un libro. Si alguna página mía suena en un castellano
correcto y armonioso, es porque así salió de mi pluma, espontáneamente. Y no
protestaría si algún crítico juzga que no hay ninguna con estas cualidades. Aún viendo
repeticiones de palabras muy fáciles de sustituir, al leer una galeradas, es raro que las
corrija, porque, preocupada por la idea general del libro, las olvido.
Me preocupa huir del ensayo, huir de explicar mis propias opiniones culturales, que
considero muy poco interesantes, y dar aquello para lo que me creo dotada: la
observación, la creación de la vida. Me preocupa el vigor de los personajes y la
manera de exponer los hechos para que resulten claros a la luz mía, individual, y me
preocupa el que estos hechos queden objetivamente expuestos para que el lector
pueda juzgarlos por sí mismo, interesarse por ellos, aceptarlos o rechazarlos a su
gusto.