Informe Semanal
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Por mientras, Just pals es otra muy simpática película típica de estos primeros
años mudos de Ford, tan bien acabada como las que había hecho con Harry Carey
aunque con mucha menos acción, si bien cuando Jones cabalga resulta un placer verle y
Ford hace planos notables con nada, como aquel en que vemos a los bandidos desde el
río, pero de pronto grandes salpicaduras de agua irrumpen en primer término por la
izquierda de la cámara, para ser pronto seguidas por los caballos de dos nuevos jinetes,
cabalgando desde ese primer término hacia ellos. El Ford mudo está lleno de magníficas
ideas como esta. Pese a la acción frenética del último rollo la película tiene un tono
bucólico y es altamente moral pues prácticamente no hay nadie “respetable” que no sea
o malvado o tonto; de nuevo como en Chaplin, es evidente el trasfondo católico y crístico
del autor, el desprecio a los “sepulcros blanqueados”, la burla hacia la ley (el sheriff es
un secundario cómico de antología) y el amor por los desheredados, su inocencia y su
picaresca.
104 años después del rodaje y estreno de Just pals, la Inteligencia Artificial
afronta la fase inicial de su reinado, del que poco bueno podemos esperar pero algunos
como Damon Packard han tomado como nuevo campo para sus más desenfrenados
delirios porque, ya saben, es animación pero en fácil (y ya sé que no hay nada fácil, pero
el que no me entienda es porque no quiere). No comprendo apenas una palabra de lo
que se dice en Aero Horrorthon the movie – (part one)1, su nuevo cortometraje realizado
íntegramente mediante IA, pero el nivel de delirio es altamente satisfactorio: Telly
Savalas en medio de una invasión de lavadoras, masas histerizadas viendo en cines
videoclips con Denis Weaver sobrevolando Nueva York montado sobre un águila
gigante, exposiciones de Toyotas, un Abraham Lincoln apocalíptico rebautizado
Abraham Linkedin… Packard aprovecha la IA para realizar el blockbuster que nunca le
dejarán hacer: excesivo, apocalítico, distópico, surreal, poblado de personajes nocivos,
rabiosos, histéricos e imposibles, y altamente referencial, algo perfecto para una
máquina de plagiar como la IA, pero que se vuelve tanto más interesante por cuanto la
imperfección de las imágenes, llenas de glitchs y todo tipo de deformaciones, generan
constantes monstruosidades o, en casos más sutiles, una permanente mutabilidad de
toda forma, de nuevo muy coherente con el cine de acción real del autor. Mucho mejor
que su pieza anterior, la descafeinada y demasiado fetichista Terror above the Sunset
Strip, ignoro si, como su título indica, Aero Horrorton tendrá continuación o acabará
formando ese largo en IA que tarde o temprano Packard acabará ofreciendo, pero de
momento puede decirse que no hay nada como esta película, y que está más que a la
altura de lo que podíamos esperar que el director de Reflections of evil nos ofreciera con
este medio.
Bastante inusual, pese a tener algo de Curb your enthusiasm descafeinado, es
también el cine de Lucía Seles, del que vi Weak rangers, tercera parte de la trilogía del
tenis (que este año ya ha pasado a ser tetralogía) con la que se abre su obra fílmica, que
al parecer genera fans a paso veloz. Lo lamento, pero no me encuentro entre ellos. Me
encanta su montaje, secuencias troceadas mezcladas de formas altamente caprichosas
y sugerentes, pero de todo lo demás no encuentro ni las ganas de decir algo. Son
películas que no volveré a ver en mi vida.
En lo más bajo de la experiencia audiovisual se encontraría Unabomber: In his
own words, miniserie para Netflix en cuatro episodios sobre el célebre terrorista, por el
que me interesé al ver recientemente Stemple Pass, obra de James Benning a la que solo
un helicóptero separa de ser maestra. La miniserie es un reportaje sensacionalista y
vulgar, reiterativo y sin imaginación que, como suele ser habitual, solo ofrece de interés
la mera información y algunas declaraciones (que reduciría al hermano de Kaczynski y
una de sus víctimas). En “in his own words” resulta bastante deshonesto, pues la de
Kaczynski es una voz más entre otras, siendo esto más apropiado para la película de
Benning, que sí permite un conocimiento mucho más profundo de su protagonista. En
el fondo, como suele pasar con estos reportajes, da igual cuánto duren: siempre te dejan
con la impresión de que no te han contado nada. Por ello, más bien valdría como extra
en una edición en BluRay de la película de Benning. Ahí sí.
No puede decirse, como era previsible, que las partes tres y cuatro de Hellraiser
eleven el nivel de la segunda, y ello pese a que Hellraiser: Bloodline es la más ambiciosa
de las cuatro (también la peor), y que la recta final de Hellraiser III es muy divertida, con
su matanza discotequera, sus cenobitas cyberpunk y la magnífica escena en la iglesia.
Pero los defectos persisten: el pésimo Doug Bradley y unos guiones más que deficientes,
a cargo de un Peter Atkins que, al terminar esta, dijo que prefería no seguir porque no
veía qué más se podía contar. Impresionante. Si bien el guion de la cuarta apunta
direcciones interesantes, se ven constantemente desaprovechadas por la evidencia de
1
- https://www.youtube.com/watch?v=Q41-LUK9KJk
que no hay ninguna idea respecto a quiénes son, qué hacen, cómo actúan los cenobitas.
Hellraiser III podría incluso ser una secuela de Pesadilla en Elm Street. Ambas tienen sus
momentos (en la cuarta, el ritual de invocación por ejemplo) pero de momento, la de
Hellraiser es la peor saga que haya visto de cine de terror, la más claramente falta de
dirección y aun de concepto. ¿Mejorará la cosa?
Lo contrario cabría decir de Terrifier. He aquí un gore modélico, un regalo para
los fans del género. Nadie que intente una lectura sociológica, “elevada” de Terrifier se
librará de parecer un imbécil. Qué alegría. Leone “eleva” su obra del modo debido: por
su construcción y la absoluta “pureza” a que lleva sus modelos: un slasher sin rodeos,
sin excusas, sin digresiones, sin timidez, atmosférico y sádico en extremo. Tardé en verla
porque me hastía el tópico del payaso asesino, así que su primera visión, hace dos años,
fue una muy feliz sorpresa, que mantiene la dignidad en la revisión. Art the clown es una
joya por su diseño y la actuación de David Howard Thornton, que a todo se atreve y todo
le sale bien, que es un modelo de peligro, de sorpresa, y de crueldad. Terrifier es un body
count perfecto, y podría incluso ser el mejor entre los suyos: Leone sabe articular la
variedad dentro de la monotonía, los esquemas habituales (persecución rápida/lenta,
ejecución sangrienta/sobria…), los distintos espacios en un escenario único, la
alternancia de víctimas y protagonistas, de armas, de ritmos, de tonos… y todo ello sin
ni una sola tentación de ser otra cosa que lo que es (y esto no es lo mismo que decir
falto de pretensiones), con pleno amor a lo que un film gore debe ser: el amor por ver
la destrucción cruel y feliz de cuerpos humanos que no existen, a manos de un medio
ideal para crear imágenes de lo imposible. Por ello, como Pieles de Argento, como Re-
Animator de Gordon, como Braindead de Jackson, pocas películas tan felices como
Terrifier.