Histeria y Goce Femenino

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 3

Histeria y Goce Femenino

RESUMEN
La histérica existe, insiste y persiste. Y en su persistir nos encontramos sus crisis nerviosas,
en su ceguera, en su sordera, en sus contorsiones, en sus vómitos, en su no poder avanzar un
paso más, en el no poder salir o sentir la asfixia en lugares cerrados, en su afonía, etc.,
síntomas puestos en el cuerpo de un saber inconsciente. Así Freud, en su contacto con las
histéricas descubre el camino del inconsciente. La histérica se crea un deseo insatisfecho. La
falta en tanto constitutiva del deseo está articulada a través de una demanda con el Otro,
definido como lugar simbólico del lenguaje. El deseo de la histérica revela la naturaleza
general del deseo de ser deseo del Otro. Es ahí donde a través de la presentación de un caso
pretendo ilustrar algunos de los tropiezos de la histérica a través de sus preguntas, de sus
quejas, de la carga de una historia que atormenta su relación de pareja y de madre que se
realizan en torno al deseo, al amor, al sexo y a su eterno enigma sobre la femineidad.

Articular el saber psicoanalítico y la vida amorosa inevitablemente nos conduce a interrogar la


experiencia clínica, a los textos de Freud y Lacan.
Hagamos un poco de historia para ubicarnos:
Freud es el primero que plantea a la histeria como concepto teórico. Ya que en tiempo
remotos Thomas Syndeham dice: Todo en la histérica es irregular, pone de rodillas el saber
médico. La histérica apunta a señalar una vida sexual insatisfecha, Kahim Papyrus señala a
las histéricas como a animales deseos, que se irritan y enfurecen. Es algo que está escondido
y no se ve. Hipócrates por su parte sólo menciona que se debe a movimientos del útero que
son como marcas demoniacas en el cuerpo, manifestadas como convulsiones. La mujer en el
siglo XVIII y XIX era conectada a lo demoniaco ya lo más familiar: y lo más familiar es la
mujer.
La histérica desde los comienzos del psicoanálisis ha oscilado entre la caricatura y el elogio;
de ello dan cuenta los analistas que en nombre de la teoría escribieron sobre el cuerpo
parlante de las histéricas.
Freud será el primero en dar una nueva lectura al saber médico sobre el síntoma histérico, a
ese goce del síntoma que la histérica ha hecho, y del cual a la vez que puede ser una queja
también encierra un goce. Lacan hace un retorno a Freud y con ello una nueva lectura, donde
logra capturar una de las preguntas básicas del psicoanálisis en relación con la histeria: ¿qué
es una mujer?.
Ahora bien regresemos a las preguntas con que inicié, las cuales frecuentemente escuchamos
en un análisis, ya sea como pregunta, o a veces como queja. La histérica se interroga y se
interrogará siempre sobre el deseo, el amor y el sexo, y promoverá esa misma interrogación,
ya que representa un saber sobre lo que no se sabe, un saber en el cuerpo que en realidad
ella ignora. Enigma que convoca a la búsqueda de respuestas. Dejar hablar al enigma, no
llenar de saberes…
Así nuestra intención será hablar brevemente sobre puntos cruciales de la histeria. No
obstante, hablaremos más de la histérica que la histeria, haciendo alusión a que
generalmente cualquier reproche que habitualmente se le hace a las mujeres tiene que ver
con las características de la histérica, en ocasiones haciendo incluso alusiones caricaturescas
de la feminidad, con sus mejores o peores rasgos acentuados y deformados. Esto lo haremos
a través de la presentación de un caso donde retomaremos una serie de interrogaciones que
como en el inicio escuchamos sobre el deseo, sobre el amor, el sexo, el goce y el misterio de
la femineidad.

Retorno de lo reprimido es un concepto del psicoanálisis que describe el proceso o mecanismo psíquico
mediante el cual los contenidos que fueron «reprimidos», es decir expulsados de la consciencia, tienden
constantemente a reaparecer.
En el texto “La represión”, Freud establece tres fases de la misma: “represión primaria o primordial”,
“represión secundaria o propiamente dicha” y “retorno de lo reprimido”.
Mecanismos de defensa, estrategias para mantener el
equilibrio psicológico
Estos mecanismos son las estrategias que, según la estructura psíquica psicoanalítica, el “yo”
maneja para satisfacer los impulsos del “ello” basados en el principio del placer, sin ofender al
“superyo”, regido por su carácter moral. De esta forma se defiende de pensamientos o emociones
que podrían generarle determinados trastornos (ansiedad, depresión, etc.).

En definitiva, los mecanismos de defensa se encargan de mantener el equilibrio psicológico para


hacer frente a la angustia o ansiedad que provocan determinadas situaciones. Son mecanismos
para filtrar el contenido inconsciente que nos resultaría demasiado perturbador si aflorara a la
consciencia.

Se consideran absolutamente normales y naturales en la actividad psíquica del ser humano, y


están presentes en todas las personas, aunque pueden resultar patológicos si se produce un
abuso de ellos o se manifiestan con excesiva rigidez.

Clasificación de los mecanismos de defensa


Primarios: pertenecientes a las primeras épocas de la vida infantil, son los más primitivos y
relacionados con la negación de la realidad.

Secundarios: aparecen en épocas de desarrollo posteriores, son mecanismos más elaborados y


evolucionados y tienden a preservar el criterio de realidad.

5 ejemplos de mecanismos de defensa primarios


Negación

Supone el rechazo a aceptar que algo sucede, en relación con una fase egocéntrica y primitiva de
la evolución como persona. Ante un acontecimiento desagradable, el sujeto hace como que no ha
sucedido o que no existe (“Si yo no lo acepto, no existe”). Es un mecanismo de defensa que
resulta adaptativo ante determinadas situaciones, aunque si se extiende en el tiempo representa
una seria psicopatología.

Retraimiento

Se produce un alejamiento de la realidad mediante sueños, fantasías… para evitar el estímulo


desagradable. Un ejemplo claro es el bebé estresado o sobreestimulado que se protege
quedándose dormido. No es una negación de la realidad propiamente dicha, sino un
distanciamiento de esta.

Proyección

Ante la incapacidad de reconocer determinados sentimientos como propios, el sujeto los proyecta
en los demás. De esta forma libera su malestar con una distorsión de la realidad. Puede existir
una proyección positiva (de virtudes) y otra negativa (de defectos).

Control omnipotente

Basado en la creencia de que todo lo que se desea se puede conseguir. La persona no es capaz
de reconocer la existencia separada del resto con una voluntad distinta de la suya. En sus
manifestaciones más extremas, unas metas poco realistas pueden ser la causa de trastornos
como la depresión.

Disociación

El sujeto desconecta de la situación para conseguir sobrellevar la experiencia traumática, creando


incluso una representación de sí mismo. De esta forma consigue aislarse de la realidad. Cuando
no es pasajero y se mantiene en el tiempo puede originar graves trastornos de personalidad.

5 ejemplos de mecanismos de defensa secundarios


Represión

Consiste en el olvido voluntario de la experiencia traumática o de los sentimientos o deseos


asociados que resultaron perturbadores. Se excluye este hecho o sus afectos de la consciencia y
se entierra en el inconsciente.

Regresión

Es el proceso inconsciente que el sujeto pone en marcha para regresar a etapas infantiles ya
superadas de su desarrollo. De esta forma evita el conflicto que suponen los cambios y el propio
desarrollo. Si se prolonga en el tiempo este mecanismo de defensa, puede resultar muy
problemático. Un ejemplo típico es el niño que vuelve a orinarse en la cama cuando nace un
hermano.

Desplazamiento

Consiste en la redirección y focalización de las emociones en un aspecto u objeto diferente del


motivo real que origina nuestra preocupación, ya que resultaría demasiado desagradable. Permite
descargar los afectos con menos peligro. Es uno de los principales mecanismos de defensa que
aparecen en las fobias.

Sublimación

Se basa en la búsqueda inconsciente de vías alternativas para conseguir la descarga de deseos o


impulsos prohibidos o mal vistos socialmente. Es un escape adaptativo para dichos impulsos. En
lugar de luchar contra ellos se produce la descarga a través de otro impulso socialmente
aceptable. Ejemplos clásicos son la satisfacción a través del arte como nuevo destino de las
pulsiones sexuales o el cirujano que canaliza en el quirófano sus impulsos sádicos.

Compensación o formación reactiva

Funciona transformando un impulso o emoción en su opuesto: por ejemplo, el odio en amor.


Frecuente en personas que temen sus emociones agresivas.

También podría gustarte