Cuadernillo 2022 PRACTICAS DEL LENGUAJE
Cuadernillo 2022 PRACTICAS DEL LENGUAJE
Cuadernillo 2022 PRACTICAS DEL LENGUAJE
CICLO:2022
ESCUELA SECUNDARIA EVA PERÓN Nº46
ORTOGRAFÍA
Vamos a comenzar revisando algunas cuestiones ortográficas para hacer una evaluación
de cómo está nuestro desempeño a la hora de escribir, tanto en el ámbito escolar, como
en el uso diario; cuando interactuamos con nuestros/as amigos/as, parientes o profesores
a través de un papel escrito o, como lo venimos haciendo últimamente, de manera virtual
a través de un chat o un mail.
a-1- Nuestra primera tarea consiste en recuperar los signos ortográficos que
faltan en el fragmento del cuento “Natacha y la colonia de vacaciones”. El relato
puede resultar un poco confuso, por lo tanto, deberemos realizar más de una
lectura.
a-2 ¿Creen que hay algo más que podría corregirse? ¿qué modificarían?
a-3 A continuación, tenemos para leer el resto del relato. La tarea ahora es
rastrear y enumerar los temas acerca de los cuales nos habla Natasha.
…Mamá dice que no ve la hora de que empiece la colonia. "Anda vos", le digo yo, porque
es más aburrida, es la de un club cerca, entonces es la más barata porque los profesores
no están recibidos del todo del todo y nos dejan jugar o se ponen a jugar a las cartas
entre ellos y ahí ni que hablarles se puede. Hay uno que es el más divertido, pero ese se
tira a la sombra y duerme la siesta porque siempre se acuesta tarde. Decí que está la
pileta que los chicos no podemos hacer pis porque siempre dicen que le echan un liquidito
que se pone rojo alrededor del que se hizo pis, pero Jorge tendría que ser como Saturno
por lo menos porque siempre dice que se hace porque no quiere ir hasta el baño total se
filtra el agua, dice. Un asco nos da con Pati y no nos queremos meter más ni locas.
Además, te metes y cada grupo son quince minutos porque hay muchos inscriptos. "¡Que
no haya muchos inscriptos!" le decimos con Pati, pero el profe nos mira nomás, y hay
que hacer fila antes y ducharse y cuando te metes no se puede nadar toda la profundidad
por el peligro y te dejan hasta la mitad y si te tiras agua o haces lío te sacan. Con Pati
nos pusimos a entrenar que una tenía de las manos y la otra pataleaba, pero le pegamos
a un nene en la cabeza porque no había lugar. A veces parece que pasó toda la mañana
y miras el reloj y apenas son las diez. Con Pati nos juntamos todos los días, pero es
después de comer y ella me llama: "¿Cuándo vas a venir, nena?". "Después de comer,
Pati, porque no quieren que moleste a esa familia". "¿A cuál?" me pregunta. "A la tuya,
nena". "¡Disfruta, Natacha, disfruta!", me dice la Abu Marta, "¡qué daría yo por volver
a tener tu edad y jugar con mis amigas!" y pum, se chanta en la tele. Abu, pero si ni me
dejan que vengan las chicas a la mañana. "Aguanta un poco que ya va a empezar la
colonia", me contesta y a mí se me ponen los pelos de punta por lo menos porque siempre
está llena de chicos que ni los conoces. El año pasado llegábamos y había que elegir o
teatro o cerámica o expresión corporal, ¡decime vos! "Con Pati elegimos charlar entre
nosotras, profe", pero no se podía, había que hacer algo creativo, ¡y dale con hacer algo
creativo! ¡Repodridas nos tenían con hacer algo creativo! ¿No te gusta el teatro? Sí, le
decía yo, pero ir "ir" me gusta; no aquí que hace un calor porque la sombra del árbol no
alcanza para todos. "Chicos, oigan la consigna: formen grupos, preparen una obra y
después la hacemos". ¡Más porquería la consigna! Con Pati escogíamos cerámica
porque los ponían debajo de un árbol con más sombra. Eso cuando no había viento
porque si venía viento ahí daba más tierra. No sé de dónde salía esa tierra que te la
pasabas trabajando con los ojos cerrados y salían unos inventos con la cerámica. "¿Qué
es esto tan hermoso que hiciste, mi amor?", preguntaba la profe que era toda buena
porque era el primer año que daba. "Si ni pude ver porque no se puede abrir los ojos,
seño". Entonces nos daban a elegir otra actividad, y con Pati primero mirábamos cómo
era el árbol, pero escogimos música, que no había. Y les pareció buenísima la idea y nos
trajeron una guitarra, pero yo quería tocar batería, entonces como no tenían nos
chantaron en expresión corporal ¡decime vos qué tiene que ver! Todddas todas todas
nenas eran en expresión corporal porque a los chicos les daban fútbol y armaban equipos
de veintitrés, total la cancha es grande, pero Jorge dice que no le dejan patear dos veces
la pelota porque son muchos y si la patean dos veces... el profe para el partido y sigue el
otro equipo. Al Rafles no nos dejan que lo llevemos a la colonia, pobrecito mi hijito de
mi corazón. Yo este año prefiero más que nos quedemos en casa con Pati que nos
sentamos y jugamos a la escuela, entonces cuando me toca ser la maestra le meto
"insuficiente" porque Pati se enoja que es una risa, pero es mi amiga y le digo: "¿No ves
que era broma, nena” y le chanto un sobresaliente resaltado que es la más alta además
ella es de las Chicas Perla como yo? ¡Ah, me acordé! El papá del chico de la telenovela
no había muerto como le dijeron a la mamá y por eso ella se puso de novia con otro,
nada más que se le había perdido la memoria al papá no sabía ni quién era el papá ella
sí. Con Pati decimos que tendrían que dejarlos casarse igual porque no es culpa de ellos
que ni sabían que eran hermanos. "Abu Marta, ¡déjanos chatear un poquito, por favor!",
le pedimos. Pero ella dice que aguantemos un poquito que termina y nos hace la leche,
¡ni que fuera lo mismo! La parte del papá que perdió la memoria es la más trucha porque
se le caen la cosas de las manos, camina que se tropieza, se choca con todo porque no lo
ve, con las puertas, con todo, ¡más malo el actor para mí que estudió en la colonia! Con
Pati para no aburrirnos jugamos a la ortografía y nos hacemos dictados o revisamos las
cosas de matemáticas para seguir practicando total es más fácil como ya tienen los
resultados las cuentas cualquier cosa nos fijarnos si no nos salen. Después viene así: la
Navidad, el año nuevo y salimos con papi y mami que no se decidieron todavía adonde,
y después ya falta poco para volver a la escuela y empiezan las clases de nuevo. ¡Vivan
las vacaciones! firma: Natacha adorada
c-1 Ahora vamos a repasar las “clases de palabras”. Para eso, vamos a volver
al cuento de Natacha que leímos anteriormente. Necesitamos encontrar cuatro
adjetivos, cuatro sustantivos y cuatro verbos.
c-2 Ahora, separen en sílabas las palabras seleccionadas. (Tengan la
precaución de no seleccionar monosílabos). Luego agrúpenlos en columnas
para distinguir los casos de palabras agudas, graves y esdrújulas.
d-1 Algunas de las siguientes palabras monosílabas son similares y sólo se
distinguen por una tilde cuya función es diferenciarlas. Estas palabras se llaman
monosílabos HOMÓNIMOS
Algunos de los monosílabos homónimos son los siguientes: él-de-mí-te-el-dé-
mi-té-se-sé-tu-tú -sí-si
Fíjense que el pronombre “te” no lleva tilde mientras que el sustantivo “té”,
para diferenciarse de aquel, tiene un acento ortográfico cuya misión es
diferenciar ambas palabras. Esta tilde utilizada en monosílabos se llama
DIACRÍTICA.
Del mismo modo que lo hicieron con los ejemplos de los monosílabos
homónimos, ahora la actividad es generar oraciones donde se utilicen estos
pronombres enfáticos.
e-3 Imaginá que sos un/a detective y estás interrogando a un sospechoso. Para
esto vas a tener que formular una serie de preguntas. Redactá en tu carpeta
estas preguntas, vas a tener que prestar atención al uso de los pronombres
enfáticos.
2da parte: prácticas de lectura y escritura
f-1
Leer el relato “La fiesta ajena” de Liliana Heker y realizar las siguientes
actividades:
1- Explicar con sus palabras por qué creen que lleva ese título el relato. ¿Qué
otro título le pondrías?
f-2- ortografía:
1- “Rosaura”-“moño”-“rígido”-“torta”-“lástima”-“gordito”-“coscorrón”-“mago”-“malo” son
palabras que aparecen en el cuento. Indiquen si son agudas, graves o esdrújulas
y a qué categoría de palabras pertenecen.
Nomás llegó, fue a la cocina a ver si estaba el mono. Estaba y eso la tranquilizó: no le
hubiera gustado nada tener que darle la razón a su madre. ¿Monos en un cumpleaños?,
le había dicho; ¡por favor! Vos sí que te creés todas las pavadas que te dicen. Estaba
enojada pero no era por el mono, pensó la chica: era por el cumpleaños. –No me gusta
que vayas –le había dicho–. Es una fiesta de ricos. –Los ricos también se van al cielo–
dijo la chica, que aprendía religión en el colegio. –Qué cielo ni cielo –dijo la madre–. Lo
que pasa es que a usted, m'hijita, le gusta cagar más arriba del culo. A la chica no le
parecía nada bien la manera de hablar de su madre: ella tenía nueve años y era una de
las mejores alumnas de su grado. –Yo voy a ir porque estoy invitada –dijo–. Y estoy
invitada porque Luciana es mi amiga. Y se acabó. –Ah, sí, tu amiga –dijo la madre. Hizo
una pausa–. Oíme, Rosaura –dijo por fin–, esa no es tu amiga. ¿Sabés lo que sos vos
para todos ellos? Sos la hija de la sirvienta, nada más. Rosaura parpadeó con energía:
no iba a llorar. –Callate –gritó–. Qué vas a saber vos lo que es ser amiga. Ella iba casi
todas las tardes a la casa de Luciana y preparaban juntas los deberes mientras su madre
hacía la limpieza. Tomaban la leche en la cocina y se contaban secretos. A Rosaura le
gustaba enormemente todo lo que había en esa casa. Y la gente también le gustaba. –
Yo voy a ir porque va a ser la fiesta más hermosa del mundo, Luciana me lo dijo. Va a
venir un mago y va a traer un mono y todo. La madre giró el cuerpo para mirarla bien y
ampulosamente apoyó las manos en las caderas. –¿Monos en un cumpleaños? –dijo–.
¡Por favor! Vos sí que te creés todas las pavadas que te dicen. Rosaura se ofendió
mucho. Además le parecía mal que su madre acusara a las personas de mentirosas
simplemente porque eran ricas. Ella también quería ser rica, ¿qué?, si un día llegaba a
vivir en un hermoso palacio, ¿su madre no la iba a querer tampoco a ella? Se sintió muy
triste. Deseaba ir a esa fiesta más que nada en el mundo. –Si no voy me muero –
murmuró, casi sin mover los labios. Y no estaba muy segura de que se hubiera oído,
pero lo cierto es que la mañana de la fiesta descubrió que su madre le había almidonado
el vestido de Navidad. Y a la tarde, después que le lavó la cabeza, le enjuagó el pelo
con vinagre de manzanas para que le quedara bien brillante. Antes de salir Rosaura se
miró en el espejo, con el vestido blanco y el pelo brillándole, y se vio lindísima. La señora
Inés también pareció notarlo. Apenas la vio entrar, le dijo: –Qué linda estás hoy,
Rosaura. Ella, con las manos, impartió un ligero balanceo a su pollera almidonada: entró
a la fiesta con paso firme. Saludó a Luciana y le preguntó por el mono. Luciana puso
cara de conspiradora; acercó su boca a la oreja de Rosaura. –Está en la cocina –le
susurró en la oreja–. Pero no se lo digas a nadie porque es un secreto. Rosaura quiso
verificarlo. Sigilosamente entró en la cocina y lo vio. Estaba meditando en su jaula. Tan
cómico que la chica se quedó un buen rato mirándolo y después, cada tanto,
abandonaba a escondidas la fiesta e iba a verlo. Era la única que tenía permiso para
entrar en la cocina, la señora Inés se lo había dicho: 'Vos sí pero ningún otro, son muy
revoltosos, capaz que rompen algo". Rosaura, en cambio, no rompió nada. Ni siquiera
tuvo problemas con la jarra de naranjada, cuando la llevó desde la cocina al comedor.
La sostuvo con mucho cuidado y no volcó ni una gota. Eso que la señora Inés le había
dicho: "¿Te parece que vas a poder con esa jarra tan grande?". Y claro que iba a poder:
no era de manteca, como otras. De manteca era la rubia del moño en la cabeza. Apenas
la vio, la del moño le dijo: –¿Y vos quién sos? –Soy amiga de Luciana –dijo Rosaura. –
No –dijo la del moño–, vos no sos amiga de Luciana porque yo soy la prima y conozco
a todas sus amigas. Y a vos no te conozco. –Y a mí qué me importa –dijo Rosaura–, yo
vengo todas las tardes con mi mamá y hacemos los deberes juntas. –¿Vos y tu mamá
hacen los deberes juntas? –dijo la del moño, con una risita. – Yo y Luciana hacemos los
deberes juntas –dijo Rosaura, muy seria. La del moño se encogió de hombros. –Eso no
es ser amiga –dijo–. ¿Vas al colegio con ella? 2 –No. –¿Y entonces, de dónde la
conocés? –dijo la del moño, que empezaba a impacientarse. Rosaura se acordaba
perfectamente de las palabras de su madre. Respiró hondo: –Soy la hija de la empleada
–dijo. Su madre se lo había dicho bien claro: Si alguno te pregunta, vos le decís que sos
la hija de la empleada, y listo. También le había dicho que tenía que agregar: y a mucha
honra. Pero Rosaura pensó que nunca en su vida se iba a animar a decir algo así. –Qué
empleada–dijo la del moño–. ¿Vende cosas en una tienda? –No –dijo Rosaura con
rabia–, mi mamá no vende nada, para que sepas. –¿Y entonces cómo es empleada? –
dijo la del moño. Pero en ese momento se acercó la señora Inés haciendo shh shh, y le
dijo a Rosaura si no la podía ayudar a servir las salchichitas, ella que conocía la casa
mejor que nadie. – Viste –le dijo Rosaura a la del moño, y con disimulo le pateó un
tobillo. Fuera de la del moño todos los chicos le encantaron. La que más le gustaba era
Luciana, con su corona de oro; después los varones. Ella salió primera en la carrera de
embolsados y en la mancha agachada nadie la pudo agarrar. Cuando los dividieron en
equipos para jugar al delegado, todos los varones pedían a gritos que la pusieran en su
equipo. A Rosaura le pareció que nunca en su vida había sido tan feliz. Pero faltaba lo
mejor. Lo mejor vino después que Luciana apagó las velitas. Primero, la torta: la señora
Inés le había pedido que la ayudara a servir la torta y Rosaura se divirtió muchísimo
porque todos los chicos se le vinieron encima y le gritaban "a mí, a mí". Rosaura se
acordó de una historia donde había una reina que tenía derecho de vida y muerte sobre
sus súbditos. Siempre le había gustado eso de tener derecho de vida y muerte. A
Luciana y a los varones les dio los pedazos más grandes, y a la del moño una tajadita
que daba lástima. Después de la torta llegó el mago. Era muy flaco y tenía una capa
roja. Y era mago de verdad. Desanudaba pañuelos con un solo soplo y enhebraba
argollas que no estaban cortadas por ninguna parte. Adivinaba las cartas y el mono era
el ayudante. Era muy raro el mago: al mono lo llamaba socio. "A ver, socio, dé vuelta
una carta", le decía. "No se me escape, socio, que estamos en horario de trabajo". La
prueba final era la más emocionante. Un chico tenía que sostener al mono en brazos y
el mago lo iba a hacer desaparecer. –¿Al chico? –gritaron todos. –¡Al mono! –gritó el
mago. Rosaura pensó que ésta era la fiesta más divertida del mundo. El mago llamó a
un gordito, pero el gordito se asustó enseguida y dejó caer al mono. El mago lo levantó
con mucho cuidado, le dijo algo en secreto, y el mono hizo que sí con la cabeza. –No
hay que ser tan timorato, compañero –le dijo el mago al gordito. –¿Qué es timorato? –
dijo el gordito. El mago giró la cabeza hacia uno y otro lado, como para comprobar que
no había espías. –Cagón –dijo–. Vaya a sentarse, compañero. Después fue mirando,
una por una, las caras de todos. A Rosaura le palpitaba el corazón. –A ver, la de los
ojos de mora –dijo el mago. Y todos vieron cómo la señalaba a ella. No tuvo miedo. Ni
con el mono en brazos, ni cuando el mago hizo desaparecer al mono, ni al final, cuando
el mago hizo ondular su capa roja sobre la cabeza de Rosaura, dijo las palabras
mágicas... y el mono apareció otra vez allí, lo más contento, entre sus brazos. Todos los
chicos aplaudieron a rabiar. Y antes de que Rosaura volviera a su asiento, el mago le
dijo: –Muchas gracias, señorita condesa. Eso le gustó tanto que un rato después,
cuando su madre vino a buscarla, fue lo primero que le contó. – Yo lo ayudé al mago y
el mago me dijo: "Muchas gracias, señorita condesa". Fue bastante raro porque, hasta
ese momento, Rosaura había creído que estaba enojada con su madre. Todo el tiempo
había pensado que le iba a decir: "Viste que no era mentira lo del mono". Pero no.
Estaba contenta, así que le contó lo del mago. Su madre le dio un coscorrón y le dijo: 3
–Mírenla a la condesa. Pero se veía que también estaba contenta. Y ahora estaban las
dos en el hall porque un momento antes la señora Inés, muy sonriente, había dicho:
"Espérenme un momentito". Ahí la madre pareció preocupada. –¿Qué pasa? –le
preguntó a Rosaura. –Y qué va a pasar –le dijo Rosaura–. Que fue a buscar los regalos
para los que nos vamos. Le señaló al gordito y a una chica de trenzas, que también
esperaban en el hall al lado de sus madres. Y le explicó cómo era el asunto de los
regalos. Lo sabía bien porque había estado observando a los que se iban antes. Cuando
se iba una chica, la señora Inés le regalaba una pulsera. Cuando se iba un chico, le
regalaba un yo-yo. A Rosaura le gustaba más el yo-yo porque tenía chispas, pero eso
no se lo contó a su madre. Capaz que le decía: "Y entonces, ¿por qué no le pedís el yo-
yo, pedazo de sonsa?". Era así su madre. Rosaura no tenía ganas de explicarle que le
daba vergüenza ser la única distinta. En cambio le dijo: –Yo fui la mejor de la fiesta. Y
no habló más porque la señora Inés acababa de entrar en el hall con una bolsa celeste
y una bolsa rosa. Primero se acercó al gordito, le dio un yo-yo que había sacado de la
bolsa celeste, y el gordito se fue con su mamá. Después se acercó a la de trenzas, le
dio una pulsera que había sacado de la bolsa rosa, y la de trenzas se fue con su mamá.
Después se acercó a donde estaban ella y su madre. Tenía una sonrisa muy grande y
eso le gustó a Rosaura. La señora Inés la miró, después miró a la madre, y dijo algo que
a Rosaura la llenó de orgullo. Dijo: –Qué hija que se mandó, Herminia. Por un momento,
Rosaura pensó que a ella le iba a hacer los dos regalos: la pulsera y el yo-yo. Cuando
la señora Inés inició el ademán de buscar algo, ella también inició el movimiento de
adelantar el brazo. Pero no llegó a completar ese movimiento. Porque la señora Inés no
buscó nada en la bolsa celeste, ni buscó nada en la bolsa rosa. Buscó algo en su cartera.
En su mano aparecieron dos billetes. –Esto te lo ganaste en buena ley–dijo, extendiendo
la mano–. Gracias por todo, querida. Ahora Rosaura tenía los brazos muy rígidos,
pegados al cuerpo, y sintió que la mano de su madre se apoyaba sobre su hombro.
Instintivamente se apretó contra el cuerpo de su madre. Nada más. Salvo su mirada. Su
mirada fría, fija en la cara de la señora Inés. La señora Inés, inmóvil, seguía con la mano
extendida. Como si no se animara a retirarla. Como si la perturbación más leve pudiera
desbaratar este delicado equilibrio.
G Comprensión de textos
Leyendas Urbanas
Corría junio de 2007 en Firmat, una localidad del sur santafesino separada
de Rosario por 110 kilómetros. Aquella mañana, un chico vio algo raro al cruzar la
plaza Manuel Belgrano. Se acercó a los juegos que acababa de instalar la Municipalidad
y se topó con el fenómeno que revolucionó a la ciudad durante varios años. Una de
las tres hamacas de ese parque, parecido a cualquier otro de la pampa húmeda, se
columpiaba sola. No había nadie escondido, no había truco. El chico sacó su celular,
filmó lo que pasaba y nació la leyenda de la hamaca de Firmat.
Durante las semanas siguientes, la ciudad quedó impactada por el suceso. Todos
tenían una hipótesis, todos querían verlo. El misterio se extendió al país y, más tarde, a
curiosos y especialistas internacionales.
Con el tiempo, pasó verdaderamente de todo en Firmat. Se robaron una hamaca.
Colocaron un cerco en el juego. Construyeron una réplica. Se filmaron documentales.
Se escribió un libro. Cada tanto, algún nuevo video suele aparecer en las redes sociales.
Yanquis en Firmat
g-1
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Mauricio Ibarra
2do2da y 2do 4ta 2215766434
mail: [email protected]
Lucas Gagliardi (2º 1º) PDL
[email protected]
221-15-6023961
Matias Massarella (2º 3ra) 221 5367288