Minjá Yom Kipur

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MINJÁ

YOM
KIPUR
LECTURA DE LA TORA
LEVÍTICO 18
Y habló Adonai a Moisés diciendo: “Habla a los hijos
de Israel y diles: Yo soy Adonai vuestro Dios. No
habréis de imitar las prácticas de la tierra de
Egipto, donde habéis morado, ni habréis de obrar
conforme a las prácticas de la tierra de Canaán,
adonde Yo os llevo; no habréis de seguir sus
costumbres. Practicaréis Mis mandamientos, y
cumpliréis Mis leyes, y las seguiréis, Yo soy Adonai,
vuestro Dios. Observaréis pues Mis leyes y Mis
mandamientos, los cuales habrá de cumplir el
hombre para que le proporcionen la vida. Yo soy
Adonai. Ninguno de vosotros podrá acercarse a
cualquiera de sus consanguíneos para descubrir su
desnudez, Yo soy Adonai. No descubrirás la
desnudez de tu padre, ni la de tu madre, pues es tu
madre, no habrás de descubrir su desnudez.
No descubrirás la desnudez de la mujer de tu padre;
pues es la desnudez de tu padre. No descubrirás la
desnudez de tu hermana, ya sea hija de tu padre o
hija de tu madre, nacida en casa o nacida fuera de
ella. No descubrirás la desnudez de la hija de tu hijo,
o de la hija de tu hija, ya que es tu propia desnudez.
No descubrirás la desnudez de la hija de la mujer de
tu padre, nacida de tu padre, pues es tu hermana.
No descubrirás la desnudez de la hermana de tu
padre, pues es consanguínea de tu padre. No
descubrirás la desnudez de la hermana de tu madre
pues es la propia carne de tu madre. No descubrirás
la desnudez del hermano de tu padre, cohabitando
con su mujer, pues es tu tía. No descubrirás la
desnudez de tu nuera; es la mujer de tu hijo, no
descubrirás pues, su desnudez.
No descubrirás la desnudez de la mujer de tu
hermano; pues es la desnudez de tu hermano. No
descubrirás la desnudez de una mujer y la de su hija,
ni tomarás a la hija de su hijo o de su hija para
descubrir su desnudez; son su propia carne, es una
perversidad.
No desposarás a una mujer y a su hermana,
tornándola rival, descubriendo su desnudez, en vida
de tu mujer.
No te acercarás a una mujer durante su período de
menstruación, para descubrir su desnudez. No
cohabitarás con la mujer de tu prójimo,
mancillándote con ella. No darás hijo tuyo como
inmolación para Moloc, pues no has de profanar el
nombre de Tu Dios, Yo soy Adonai. No cohabitarás
con varón como se hace con mujer, pues es una
abominación. No incurrirás en sodomía, tampoco
mujer alguna incurrirá en ella, pues es una vileza. No
os maculéis con ninguna de estas cosas, pues con
todas ellas se han mancillado los pueblos que Yo
voy a arrojar de delante de vosotros. Pues hasta la
misma tierra han impurificado, y la hice víctima de
su propio delito, de suerte que el país ha vomitado a
sus habitantes. Mas vosotros habréis de observar Mis
leyes y Mis mandamientos y no incurriréis en ninguna
de estas abominaciones. Ni el nativo del país ni el
extranjero que reside entre vosotros. Pues todas
estas abominaciones han cometido los pobladores
de la tierra que os precedieron, y mancillóse la
tierra. Que no os vomite la tierra también a vosotros,
como vomitó a la nación que os precedió. Ya que
todo el que cometiere alguna de tales
abominaciones, serán truncadas de su pueblo, las
vidas de las personas que cometieren tales
abominaciones. Y habréis de observar, pues, Mis
mandamientos a fin de no incurrir en estas
costumbres y abominaciones que fueron cometidas
antes de vosotros. No os mancilléis con ellas. Yo soy
Adonai, vuestro Dios.
BENDICIONES DE LA HAFTARÁ
Antes de la lectura se dice:
Bendito eres Tú Adonai, Dios nuestro Rey del
Universo, que has elegido a los profetas verdaderos,
favoreciendo sus palabras dichas en verdad.
Bendito eres Tú Adonai. Dios nuestro Rey del
Universo que elegiste a la Torá, a Moisés Tu servidor,
a Israel Tu pueblo, y a los profetas de la verdad y la
justicia.
LIBRO DE IONÁ
La palabra de Adonai llegó en profecía a Ioná, hijo
de Amitai, diciendo: “Levántate y ve a Nínive, la gran
ciudad y proclama contra ella; que su maldad ha
subido hasta Mi presencia”. Mas Ioná se dispuso a
huir a Tarshish de ante la presencia de Adonai. Bajó
pues, a Iafó donde halló un navío que partía a
Tarshish, y pagó el pasaje y embarcó para zarpar
con ellos para Tarshish, huyendo de la presencia de
Adonai.
Empero Adonai desencadenó un viento impetuoso
sobre el mar, y se desató en este una fuerte
tempestad, y se pensó que la nave zozobraría.
Y temieron los marineros e invocaron cada cual a su
dios, y arrojaron al mar el bagaje que había en la
nave para aligerar la carga.
Ioná, mientras tanto, había descendido al fondo de
la nave y acostándose durmióse profundamente. Y
acercóse el capitán y le dijo: ¿Por qué duermes?
Levántate, invoca a tu Dios. Tal vez Dios nos
recuerde y no perezcamos.
Y dijéronse unos a otros: “Vamos, echemos suertes y
sepamos por quién nos acontece este mal”.
Echaron, pues a suerte, y esta recayó en Ioná.
Entonces le dijeron: “Dinos, por favor, ¿por causa de
quién nos ha acontecido este mal? ¿cuál es tu
ocupación? ¿de dónde vienes? ¿cuál es tu país? ¿y
de qué pueblo eres?” Y respondióles: “Soy hebreo, y
a Adonai Dios del cielo, yo venero, que hizo el mar y
la tierra”.
Entonces los hombres temieron sobremanera y le
dijeron: “¿Qué es lo que has hecho?” Pues ellos
habían sabido que huía de ante la presencia de
Adonai, cuando él se los hubo dicho.
Barúj Atá Adonái Elohéinu Mélej Haolám Ashér Bajár
Binevihím Tovím Verátzá Vedivreihém Ha-Nehemarím
Beemét. Barúj Atá Adonái Ha-Bojér Batorá
Uvemoshé Avdó Uveisrael Amó Uvineviéi Ha-Emét
Vatzédek.
Y le dijeron: ¿Qué debemos hacer contigo para que
la mar se nos aquiete? Él respondió: “Alzadme y
arrojadme a la mar, y esta se os aquietará, pues
bien sé yo que por mi causa os ha sobrevenido esta
gran tempestad”.
Mas los marineros remaron, para hacer volver la
nave hasta la tierra, pero no pudieron, porque el
mar se embravecía cada vez más. Entonces
invocaron a Adonai y dijeron: “Te rogamos Adonai,
no nos hagas perecer por la vida de este hombre y
no nos imputes sangre inocente, ya que Tú Adonai,
has obrado como Te plugo”. Y alzando a Ioná, lo
arrojaron al mar y la furia de este amainó. Empero
los hombres tuvieron gran temor de Adonai, y le
ofrecieron sacrificio e hicieron votos.
Mas Adonai designó un gran pez para que tragase
a Ioná, y estuvo Ioná en las entrañas del pez, tres
días y tres noches.
Y oró Ioná a Adonai su Dios desde las entrañas del
pez y dijo: En mi angustia llamé Adonai y me
respondió: Desde la profundidad del abismo clamé y
oíste mi voz, me arrojaste a las profundidades, en el
corazón de los mares, las corrientes me rodearon;
todo Tu oleaje y Tus olas sobre mí pasaron.
Yo pensé: Fui rechazado de ante Tu presencia, mas
todavía volveré a contemplar Tu Sagrado Templo.
Las aguas me habían rodeado hasta el alma, el
abismo me había cercado, las algas se habían
enredado en mi cabeza.
Hasta las raíces de las montañas descendí, la tierra
me había encerrado con sus cerrojos para siempre,
mas Tú, Adonai Dios mío, hiciste subir de la fosa mi
vida.
Cuando mi alma desfallecía, a Adonai recordé, y mi
oración llegó hasta Ti, hasta Tu Sagrado Templo.
Ay de los que se aferran al culto de la vanidad,
abandonando la creencia en la misericordia.
Mas yo con clamor de gratitud, Te ofreceré
sacrificios, los votos que formulé cumpliré, pues de
Adonai emana la salvación.
Y por voluntad de Adonai el pez vomitó a Ioná en la
tierra firme. Y la palabra de Adonai llegó en
profecía por segunda vez a Ioná, diciendo:
“Levántate y ve hasta Nínive, la gran ciudad, y
pregona allí la proclama que Yo te diré”.
Levantóse pues, Ioná y marchó a Nínive, según
mandato de Adonai. Y Nínive era a la sazón una
ciudad muy grande, de un recorrido de tres días. Y
Ioná empezó a penetrar en la ciudad, cuando ya
había caminado un día, proclamó y dijo:
“De aquí a cuarenta días Nínive será destruida”. Mas
la gente de Nínive creyó en el mensaje divino, y
declararon un ayuno y se revistieron de sacos, desde
el más grande hasta el más pequeño.
Llegó pues la noticia hasta el Rey de Nínive, quien
levantándose de su trono, se despojó de su manto
real, se cubrió de sacos y se sentó en medio de
cenizas. E hizo pregonar esta proclama por Nínive:
“Por decreto del Rey y sus nobles.
Hombres y bestias, vacas y ovejas, no comerán
nada, no pastarán y agua no beberán. Habrán de
cubrirse con sacos los hombres y las bestias, e
invoquen a Dios con todo su ser, y que abandone
cada cual la senda del mal, y la injusticia que
fraguan sus manos. Quién sabe; tal vez Dios,
revoque Su sentencia.
Tal vez Él apacigue Su ira y no perezcamos”.
Y viendo Dios sus acciones, pues habían
abandonado sus malos caminos, se arrepintió Dios
del mal que había pensado traer sobre ellos, y no lo
hizo.
Mas esto causó a Ioná mal en exceso, y se enojó en
demasía.
Y él oró a Adonai diciendo: “¡Oh Adonai! ¿No era
esto lo que yo pensé cuando estaba aún en mi
tierra? Por eso me anticipé a huir a Tarshish, pues yo
sabía que Tú eres misericordioso y clemente, tardo
en la ira, magnánimo en la misericordia, y que Te
arrepientes y no traes el mal. Ahora pues, Adonai
quítame la vida, Te lo ruego, pues, mejor me es la
muerte que la vida”.
Y díjole Adonai: “¿Es correcto tu enojo?”. Y Ioná
salió de la ciudad y se asentó al este de la misma;
hízose una cabaña y albergóse bajo ella a la
sombra hasta ver qué ocurriría en la ciudad.
Y Adonai preparó un ricino que creció y cubrió a
Ioná con su sombra, a fin de mitigar su disgusto. Y
Ioná se regocijó sobremanera
por el ricino. Mas Dios dispuso, al rayar el alba del
día siguiente un gusano que había roído el ricino y
este se secó.
Y ocurrió que al salir el sol, Dios hizo soplar un viento
violento desde el este, y el sol agobió la cabeza de
Ioná, que se desvaneció sin sentido y pidió para sí la
muerte, diciendo: “Mejor me es morir que vivir” Y dijo
Adonai a Ioná: “¿Es correcto tu enojo por el ricino?”
Y replicó: “Estoy enojado, quisiera morir”.
Entonces dijo Adonai: “Tú te has compadecido del
ricino que no te ha causado labor alguna ni lo has
hecho crecer, que en una noche surgió y en una
noche se marchitó”. ¿Y cómo Yo no habré de
compadecerme de Nínive la gran ciudad, donde hay
más de ciento veinte mil personas que no saben
discernir entre su derecha y su izquierda y gran
cantidad de animales?
Mijá 7:18- 20
“¿Quién Te iguala, oh Dios?” Tú perdonas la
iniquidad y omites la rebeldía del remanente de Tu
pueblo. Su ira es efímera, pues Él ama la
misericordia.
Él volverá a tener piedad de nosotros, hollará
nuestras iniquidades.
“Y arrojará a las profundidades del mar todos
nuestros pecados.”
“Concederás Tu verdad a Jacob, Tu merced a
Abraham.
Así lo prometiste a nuestros padres en días
pretéritos.”
Después de la lectura se dice:
Bendito eres Tú Adonai, Dios nuestro Rey del
Universo. Creador de toda la existencia, justo con
todas las generaciones.
Dios de la verdad que dices y haces, prometes y
cumples, pues todas Tus palabras son la verdad y la
justicia. Tú eres el Dios de la verdad. Tus promesas
se cumplirán en su integridad porque Tú eres el Dios
de la verdad y la clemencia. Bendito eres Tú Adonai,
que concedes la verdad a Tus palabras.
Derrama Tu misericordia sobre Sión, porque ella es
fuente de nuestra vida. Libérala de su espíritu
abatido, prontamente y en nuestros días; Bendito
eres Tú Adonai que regocijas a Sión con sus hijos.
Regocíjanos, Adonai, Dios nuestro, con el profeta
Eliahu y con el reinado de la dinastía de David, Tu
Ungido, quien pronto vendrá para el júbilo de
nuestro corazón. Su trono no será usurpado por un
extraño, ni gozarán más los ajenos de su gloria;
pues en nombre de Tu santidad le prometiste que:
“su luz nunca será extinguida, persistiendo hasta la
eternidad”.
Bendito eres Tú Adonai, Protector de David.
Oficiante
Hodó al erets veshamaim Vaiarem keren leamó
tehilá lejol jasidav, livné Israel, am kerovó. Aleluyá.
Alaben todos el nombre de Dios, únicamente Él, es
exaltado.
Congregación
Su gloria se manifiesta en la tierra y en los cielos. Él
elevó el honor de Su pueblo. Sus creyentes Lo
alaban. Israel, pueblo que busca Su presencia, Lo
venera. Aleluyá.
SALMO 24
CÁNTICO DE DAVID
A Dios pertenecen la tierra y lo que contiene, El
mundo y sus habitantes.
Él fundó el Universo sobre los mares, Lo afirmó sobre
los ríos.
¿Quién ascenderá a la montaña de Dios? ¿Quién
permanecerá en Su Santuario?
El hombre de buenas acciones, y de corazón puro;
el que no invoca Mi nombre en vano, ni jura con
engaño.
Él, recibirá la bendición de Dios, la justa
recompensa de Adonai, su Salvador.
Tal es la generación de los que buscan a Dios, los
que invocan Tu presencia, oh Dios de Jacob. Séla.
Elevad vuestros dinteles, oh puertas, alzáos vosotras,
puertas eternas, ante el glorioso Rey que entra.
¿Quién es el glorioso Rey? Es el Eterno
Todopoderoso, es Adonai triunfador de batallas.
Elevad vuestros dinteles, oh puertas, alzáos vosotras,
oh puertas eternas, ante el glorioso Rey que entra.
¿Quién es el glorioso Rey? El Señor de los ejércitos,
es el glorioso Rey.
Séla.
Oficiante
El mundo que Dios ha creado según Su voluntad,
tribute gloria y santificación al nombre del Eterno.
Que su reino sea proclamado prontamente, en
vuestros días y en vida de toda la congregación de
Israel. Amén.
Sea Su glorioso nombre bendecido eternamente.
Exaltado, venerado y alabado sea el nombre del
Santo Bendito ÉL Su gloria es inefable e infinita. Su
magnificencia es superior a toda expresión humana.
Amén.
Esta oración se pronuncia de pie y en silenciosa
devoción:
Señor, abre mis labios y mi boca anunciará Tus
loores.
Bendito eres Tú Adonai, Dios nuestro. y de nuestros
patriarcas, Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios
de Jacob.
Dios magno, exaltado y venerado. Dios Altísimo, Tú
prodigas Tu benevolencia a toda Tu creación.
Recordar has, el amor de nuestros patriarcas y
redimir has, a sus descendientes, por Tu nombre y
por amor a Tu pueblo.
Oh Dios, fuente de toda vida, concédenos la vida,
inscríbenos en el Libro de la Vida, por Tu nombre
Dios Eterno. Tú Rey nuestro, nos ayudas, salvas y
proteges, Bendito eres Tú, Adonai, Protector de
Abraham.
La fuerza Te pertenece, Tú traerás a los difuntos a la
vida eterna, con Tu magnanimidad. Tu misericordia
sustenta a los vivientes, traes a los difuntos a la vida
eterna; alientas a los débiles, curas a los enfermos.
Tú liberas a los cautivos, y cumples Tu promesa a los
que yacen en la tierra. ¿Quién Te iguala, Dios
Sublime? Tú concedes la vida y decretas la muerte,
oh Dios, fuente de redención.
¿Quién Te iguala Padre piadoso, que con Tu amor
concedes la vida a Tus criaturas?
Tu promesa se cumplirá. Tú traerás a los difuntos a
la vida Eterna. Bendito eres Tú Adonai que
concedes la inmortalidad.
Santo eres Tú y Santo es Tu nombre. Los Santos Te
profesan veneración eternamente.
Por lo tanto, Adonai Dios nuestro, manifiesta Tu
temor sobre toda Tu creación, y Tu reverencia sobre
todo lo que has creado; para que Te venere toda la
creación y todos los creados se prosternen ante Ti,
uniéndose así toda la humanidad, para cumplir con
Tu voluntad, con integridad. Pues sabemos, oh Dios,
que el dominio a Ti pertenece, que en Tu mano está
la fuerza, que Tu diestra infunde valor y que Tu
nombre es venerado por todo lo que has creado.
Por lo tanto, oh Dios, concede dignidad a Tu pueblo
y gloria a aquéllos que Te veneran; alienta la
esperanza de los que Te buscan, para que sean
válidas las palabras de los que en Ti están
esperanzados. Que la alegría circunde a Tu tierra y
el regocijo a Tu ciudad, otorga renovada fuerza a
David Tu servidor.
Haznos ver la resplandeciente luz mesiánica de Tu
Ungido de la dinastía de Ishaí, prontamente, en
nuestros días.
Así pues, los justos lo verán y se regocijarán, y los
piadosos entonarán cánticos de alegría. La voz de
la iniquidad se extinguirá, y toda maldad se
esfumará cual humo, cuando hagas desaparecer de
la tierra el imperio de la arrogancia.
Entonces reinarás tan solo Tú, Adonai, sobre toda Tu
creación en el Monte Sión, morada de Tu gloria, y en
Jerusalem ciudad de Tu Santuario, pues así está
dicho en Tus Sagradas Escrituras: “Adonai reinará
hasta la eternidad, tu Dios, oh Sión, a través de las
generaciones, alabad a Adonai”.
Santo eres Tú y venerado es Tu nombre, no hay otra
divinidad, excepto Tú, pues así está escrito: “Es a
través de la justicia que el Señor de las huestes es
exaltado, y es con la rectitud que Su nombre es
santificado. Bendito eres Tú Adonai Rey Santo”.
Nos elegiste entre los pueblos, nos concediste Tu
amor.
Nos elevaste entre las naciones, nos santificaste con
Tus preceptos y nos acercaste el culto de Tu
venerado nombre.
Con Tu amor nos concediste este día de Shabat
para santidad y para quietud y este día del Perdón,
para la absolución y perdón de todos nuestros
delitos nos concediste con amor, como día de
sagrada convocación, en recuerdo de nuestra
liberación de Egipto Oh Dios nuestro y de nuestros
padres llegue hacia Ti nuestro recuerdo y el de
nuestros patriarcas.
Recuerda el Mesías de la dinastía de David.
Recuerda a Jerusalem, la ciudad de Tu morada.
Recuerda a todos los componentes de Tu pueblo y
concédenos con Tu amor: la salvación, la vida y la
paz, en este día del Perdón.
Recuérdanos y bendícenos en este día con la vida.
Ten compasión de nosotros y redímenos, porque
hacia Ti elevamos nuestros ojos, Señor
misericordioso.
Dios nuestro y de nuestros padres, perdona nuestros
errores en este día de Shabat y en este día del
Perdón, borra y disipa nuestros errores y
transgresiones que hemos cometido frente a Ti, pues
así está dicho: “Yo soy el que disipa tus
transgresiones, y tus errores no recuerdo más”. Y así
está dicho: “Yo he disipado como nube tus pecados
y como niebla tus errores, vuelve a Mí, pues Yo te he
redimido”. Y está dicho: “Pues en este día Él os
perdonará purificándoos de todos vuestros errores;
delante de Adonai habréis de purificaros”.
Dios nuestro y de nuestros padres acepta nuestro
reposo santifícanos con Tus preceptos, inícianos en
Tu Torá, haznos merecedores de Tu bondad y
regocíjanos con Tu salvación.
Con Tu amor haz que gocemos de Tu santo Shabat y
que todo Tu pueblo goce en él, en paz.
Purifica nuestros corazones para servirte con
sinceridad.
Porque Tú, absuelves a Tu pueblo Israel y perdonas a
las tribus de Ieshurún en cada generación, excepto
Tú, no tenemos Rey alguno que perdona y absuelve.
Bendito eres Tú Adonai, Rey que perdona y absuelve
nuestras transgresiones y los errores de Su pueblo,
la Congregación de Israel, haciendo
disipar nuestras culpas año tras año, Tú Rey de toda
la tierra que santificas el Shabat, Israel, y el día del
Perdón.
Dios nuestro, ama a Tu pueblo Israel y acepta sus
oraciones.
Restaura el culto de Tu Santuario, y recibe con amor
las plegarias de la Congregación de Israel. Y
lleguen a Ti las plegarias de Tu pueblo Israel. Haz
que nuestros ojos presencien Tu retorno a Sión.
Bendito eres Tú Adonai, que restauras Tu gloria en
Sión.
Reconocemos, oh Señor, que Tú eres nuestro Dios y
Dios de nuestros padres hasta la eternidad. Tú
cuidas nuestra existencia y proteges nuestra vida a
través de los tiempos. Por eso Te agradecemos y
oramos hacia Ti. Nuestras vidas están en Tus manos,
encomendamos nuestras almas a Tu bondad divina.
Tu providencia guía nuestros pasos al anochecer y al
amanecer. Tú eres nuestra única esperanza porque
Tu misericordia es infinita.
Por todo esto, Tu nombre, oh Rey nuestro, será
bendecido por nosotros eternamente.
Inscribe para una vida feliz a todos Tus hijos.
Todos los seres vivientes rendirán homenaje a Tu
nombre con sinceridad. Te agradecerán, oh Dios,
artífice de nuestra salvación y nuestra ayuda.
Bendito eres Tú Adonai, nuestro benefactor.
Concédenos la paz, la bendición y el bien. Tu gracia
y misericordia, a nosotros, y todo Tu pueblo Israel.
Bendícenos, Padre nuestro, e ilumínanos con Tu
presencia. Pues Tu luz, nos proporcionó la Torá y la
vida, el amor y la benevolencia.
Ella nos conduce hacia la justicia, la bendición y la
bondad. Su paz es eterna. Plázcate, oh Dios,
bendecir a Israel con Tu paz por la eternidad.
En el Libro de la Vida, Bendición, Paz y Sustento
seamos inscriptos y recordados junto a todo Tu
pueblo. Bendito eres Tú Adonai, Hacedor de la paz.
Dios nuestro y de nuestros padres:
Lleguen a Ti nuestras oraciones y no Te ocultes ante
nuestras plegarias. No somos insolentes ni
arrogantes para alegar ante Ti, Adonai, Dios nuestro
y de nuestros padres, “somos justos y no hemos
errado”, porque ciertamente nosotros hemos errado.
Hemos cometido faltas, fuimos desleales, usurpamos
lo ajeno, proferimos ofensas, indujimos a la
perversidad y al mal, con soberbia y violencia
divulgamos falacias. Proporcionamos malos
consejos, emitimos palabras dolosas. Hemos sido
cínicos e indóciles. Cometimos ultrajes fuimos
rebeldes, cometimos iniquidades y transgresiones,
hemos sido impulsivos y obstinados. Actuamos con
maldad, prevaricamos, aborrecimos lo correcto.
Erramos e indujimos al error.
Nos alejamos de Tus mandamientos y de Tus leyes
de bien, mas de nada nos ha servido. Pero Tú, oh
Dios, eres justo en Tu retribución, pues Tu justicia es
la verdad v nosotros cometimos el mal.
¿Qué podemos argüir ante Ti, oh Altísimo?
¿Qué podemos decir ante Ti, Tú que resides en el
firmamento? Tú conoces todas nuestras acciones,
las manifiestas como las ocultas.
Tú conoces los misterios del Universo, y los ocultos
secretos de todo ser viviente, Tú inquieres y conoces
la intimidad de nuestro ser, escudriñas nuestro
corazón.
Nada se oculta ante Ti, nada escapa a Tu
omnisciencia. Por lo tanto, sea Tu voluntad, oh Dios
nuestro y de nuestros padres, absolvernos de
nuestros errores, y borrar todas nuestras iniquidades
y perdonar todas nuestras transgresiones.
Por el error que hemos cometido frente a Ti,
por compulsión o por voluntad.
Por el error que hemos cometido frente a Ti,
endureciendo nuestro corazón.
Por el error que hemos cometido frente a Ti,
por ignorancia.
Por el error que hemos cometido frente a Ti,
con palabras inconscientes.
Por el error que hemos cometido frente a Ti,
por carencia de moral sexual.
Por el error que hemos cometido frente a Ti,
tanto en público como en oculto.
Por el error que hemos cometido frente a Ti,
a sabiendas y con astucia.
Por el error que hemos cometido frente a Ti,
por medio de la palabra.
Por el error que hemos cometido frente a Ti,
engañando a nuestro semejante.
Por el error que hemos cometido frente a Ti,
por medio de ocultos designios de nuestro corazón
Por el error que hemos cometido frente a Ti,
incurriendo en prostitución.
Por el error que hemos cometido frente a Ti,
por medio de la insinceridad.
Por el error que hemos cometido frente a Ti,
despreciando nuestros padres y maestros.
Por el error que hemos cometido frente a Ti,
con premeditación o por error.
Por el error que hemos cometido frente a Ti,
por el uso de la violencia.
Por el error que hemos cometido frente a Ti,
por la profanación de Tu nombre.
Por el error que hemos cometido frente a Ti,
mancillando con nuestras palabras.
Por el error que hemos cometido frente a Ti,
por medio de palabras necias.
Por el error que hemos cometido frente a Ti,
dejándonos dominar por nuestras bajas pasiones.
Por el error que hemos cometido frente a Ti,
por error o a conciencia.
Todos estos errores, oh Dios clemente, absuélvelos,
bórralos, perdónanos.
Por el error que hemos cometido frente a Ti,
por medio del incumplimiento y de la mentira.
Por el error que hemos cometido frente a Ti,
por medio del soborno.
Por el error que hemos cometido frente a Ti,
por medio de burla y mofa.
Por el error que hemos cometido frente a Ti,
por medio de la calumnia.
Por el error que hemos cometido frente a Ti,
en nuestras relaciones comerciales.
Por el error que hemos cometido frente a Ti,
por medio de nuestra comida y bebida.
Por el error que hemos cometido frente a Ti,
por medio de la usura.
Por el error que hemos cometido frente a Ti,
con orgullo y palabras pretenciosas.
Por el error que hemos cometido frente a Ti,
por medio de la murmuración.
Por el error que hemos cometido frente a Ti,
por medio de mirada codiciosa.
Por el error que hemos cometido frente a Ti,
por medio de miradas altivas.
Por el error que hemos cometido frente a Ti
al incurrir en insolencia.
Todos estos errores, oh Dios clemente, absuélvelos,
bórralos,perdónanos.
Por el error que hemos cometido frente a Ti,
por medio del ateísmo.
Por el error que hemos cometido frente a Ti,
por medio del prejuicio.
Por el error que hemos cometido frente a Ti,
al enredar a nuestros semejantes.
Por el error que hemos cometido frente a Ti,
por medio de la envidia.
Por el error que hemos cometido frente a Ti,
al incurrir en irresponsabilidad.
Por el error que hemos cometido frente a Ti,
al incurrir en obstinación.
Por el error que hemos cometido frente a Ti,
cuando presurosos nos encaminamos hacia el mal.
Por el error que hemos cometido frente a Ti,
sembrando la cizaña y el chisme.
Por el error que hemos cometido frente a Ti,
por medio del perjurio.
Por el error que hemos cometido frente a Ti,
por medio del odio infundado.
Por el error que hemos cometido frente a Ti,
al tomarnos en falsos custodios.
Por el error que hemos cometido frente a Ti,
por confusión de nuestra mente.
Todos estos errores, oh Dios clemente, absuélvelos,
bórralos, perdónanos.
Perdónanos, oh Dios, por los errores, cuya expiación
era el holocausto y el sacrificio por el pecado.
Absuelve los errores cuya expiación era el sacrificio
proporcional. Por los errores certeros o dudosos que
cometimos. Expía los errores que nos hacían
pasibles de castigo y de flagelación. Absuelve los
errores que se expían sólo cuando Tú nos retiras la
vida. Perdona los errores que truncan nuestra vida y
descendencia. Todos estos errores, oh Dios
clemente, absuélvelos, bórralos, perdónanos.
Perdónanos, oh Dios, por los errores que nos hacían
pasibles de una de las cuatro penas capitales.
Absuelve nuestros errores al no cumplir Tus
preceptos, o al violar Tus mandamientos, por acción
o por abstención.
Perdona los errores tanto manifiestos como los
ocultos a nuestra conciencia. Los errores manifiestos
ya Te los expusimos y reconocimos nuestro
desacierto. Mas los ocultos a nuestra conciencia, Tú
los conoces, oh Dios, pues así está escrito en la
Torá: “Las cosas ocultas, son manifiestas ante
Adonai, nuestro Dios, mas las acciones manifiestas,
aceptamos nosotros y nuestros hijos por siempre
jamás, para que cumplamos todas las palabras de
esta Torá”. Pues Tú absuelves a Tu pueblo Israel, y
perdonas a las tribus de Ieshurún en cada
generación, excepto Tú no tenemos Rey alguno que
perdona y absuelve.
Dios mío, antes que yo fuese creado no era nada, y
ahora que ya me creaste percibo mi fragilidad. Al
polvo me asemejo durante mi vida, ¿qué seré
después del fin de mis días? Me siento ante Ti, oh
Dios, cual frágil vasija recubierto de rubor y
confusión. Sea Tu voluntad, oh Dios mío y de mis
padres, que evite los errores durante esta mi vida
terrena. Con Tu inmensa misericordia, purifícame de
mis errores pretéritos. Mas no me hagas víctima de
enfermedades ni sufrimientos.
Dios mío, preserva mi lengua de la calumnia y mis
labios de la mentira. Hazme insensible a la ofensa y
humilde ante mi prójimo. Hazme comprender Tu Torá
y cumplir con Tus preceptos. Disipa las malas
intenciones de mis enemigos, frustra sus malos
pensamientos. Hazlo por Tu nombre, por
Tu Gloria, por Tu Santidad, por Tu Torá. Sálvame con
Tu poder, respóndeme en mi angustia y libera a los
que Te aman.
Acepta mis palabras y la meditación de mi corazón,
Adonai, mi Protector y mi Redentor. El que establece
la armonía en Sus alturas, nos conceda la paz a
nosotros, a todo Israel, y a toda la humanidad.
Amén.
Oh Dios, restaura Tu santuario, reconstruye Tu
morada prontamente, haznos estudiosos de Tu Torá,
y en Tu santuario Te serviremos como en tiempos
pasados. Y agradará a Dios la ofrenda de Judá, y
Jerusalem como en tiempos pasados y en años
pretéritos.
LA AMIDÁ
Bendito eres Tú Adonai, Dios nuestro y de nuestros
patriarcas, Dios de Abraham, Dios de Isaac, Dios de
Jacob. Tú eres exaltado y reverenciado. Dios
Altísimo Creador del cielo y de la tierra. Prodigas Tu
misericordia a toda Tu creación. Recordar has el
amor de nuestros patriarcas y redimir has a sus
descendientes, por Tu nombre y por Tu amor hacia
Tu pueblo.
Amparado en la sapiencia de nuestros sabios y
eruditos, oso abrir mi boca para pronunciar
oraciones y plegarias, e implorar la presencia del
Soberano Supremó lleno de compasión, clemente e
indulgente.
Congregación
Pitut
Nuestro patriarca Abraham, hombre de poderosa fe,
proclamó su fe en Ti, en una generación
desconocedora de Tu voluntad. Tú fuiste su deleite,
Él se complació en enseñar Tu nombre a los
hombres y Tu gloria a las naciones.
Él orientó a los perplejos, los condujo hasta Tu
senda, por eso mereció el noble título: “patriarca de
Tu pueblo”. Él celosamente cumplió Tu palabra, pues
su anhelo era cobijarse bajo la protección de Tu
Divinidad. Compartió el sustento que Tú le
prodigaste con los transeúntes y viajeros, Él les
enseñó que ninguna divinidad puede igualarte.
Oficiante
Su fe fuiste Tú, por eso a Ti Te invocó.
Él plantó un oasis para enseñar y proclamar las
obras de Tu gloria.
Favorécenos oh Dios, hazlo por el mérito de nuestro
patriarca, hazlo por su rectitud y perdónanos, Dios
nuestro.
No nos retribuyas según nuestras erradas acciones.
Nuestra esperanza eres Tú, oh Protector.
Oh Dios, fuente de toda vida, concédenos la vida,
inscríbenos en el Libro de la Vida, por Tu nombre,
Dios Eterno.
Tú Rey nuestro nos ayudas, salvas y proteges,
Bendito eres Tú, Adonai, protector de Abraham.
La fuerza Te pertenece. Tú traerás a los difuntos a la
vida Eterna con Tu magnanimidad.
Tu misericordia sustenta a los vivientes, traes a los
difuntos a la vida Eterna; alientas a los débiles,
curas a los enfermos.
Tú liberas a los cautivos y cumples Tu promesa a los
que yacen en la tierra.
¿Quién Te iguala, Dios Sublime? Tú concedes la vida
y decretas la muerte, oh Dios, fuente de redención.
Cuando Isaac, hijo único, bienamado de su madre,
con resignación entregó su propio ser como
sacrificio, los Serafines en las alturas elevaron sus
voces a Ti clamando: “Apiádate de él, oh Dios
clemente”. Con Tu misericordia Tú lo redimiste,
Tu salvación le concediste. Un cordero Te fue
ofrecido como holocausto en su reemplazo, cuando
la voz divina clamó: “No sea derramada su sangre”.
Con Tu amor y ternura Tú lo protegiste y lo
enalteciste, le concediste la vida para que proclame
Tu nombre. Le concediste belleza radiante como el
sol. Oh Dios, recuerda en nuestro favor las virtudes
de nuestro patriarca, considera real su sacrificio,
agracia a sus descendientes; oh Dios. Concédenos
firmeza, otórganos la vida. Haznos vivir por el mérito
de nuestro patriarca. Adonai decreta la muerte y
concede la vida.
¿Quién Te iguala Padre piadoso, que con Tu amor
concedes la vida a Tus criaturas? Tu promesa se
cumplirá, traerás a los difuntos a la vida Eterna.
Bendito eres Tú Adonai que concedes la
inmortalidad.
Adonai reinará hasta la eternidad, tu Dios, oh Sión,
a través de todas las generaciones. Alabad a
Adonai.
Tú eres Santo, oh Dios, Israel proclama Tus loores,
así está escrito en la visión de Tu profeta: “Los
serafines llamándose entre sí claman: Santo, santo,
santo es Adonai de las huestes, toda la tierra está
llena de Su gloria”. Su gloria llena el Universo.
Los ángeles servidores preguntan uno al otro acerca
de} la residencia de Su gloria. Ellos responden
clamando: Bendito sea Adonai desde el lugar de Su
residencia.
Desde Su morada, Él se tornará en misericordia
hacia Su pueblo que proclama Su santidad, todos
los días por la tarde y por la mañana diciendo con
amor: Oye, oh Israel, Adonai es nuestro Dios, Adonai
es Único. Él es nuestro Dios; Él es nuestro Padre; Él
es nuestro Rey; Él es nuestro Salvador. Él, con su
misericordia, nos anunciará su renovada promesa
ante todo ser viviente: Yo soy Adonai, vuestro Dios.
Tú eres Todopoderoso, oh Dios, cuan magno es Tu
nombre sobre toda la tierra; Dios reinará sobre todo
el Universo, en aquel día el Eterno será Único y Su
nombre Único.
Pues así está dicho en Tus Sagradas Escrituras:
Adonai reinará hasta la eternidad, tu Dios, oh Sión,
a través de todas las generaciones. Aleluyá.
A través de los tiempos proclamaremos Tu grandeza
y hasta la eternidad Tu santidad invocaremos. Tus
alabanzas jamás cesaremos de cantar. Porque Tú
eres Rey excelso y Santo.
Apiádate de Tus creados, y regocíjate con Tu
creación. Así proclamarán todos los que en Ti se
cobijan, cuando favorezcas a Tu pueblo, oh Dios, Tú
eres santificado por toda Tu creación.
Pues Tú has revestido con Tu Santidad, al pueblo
que proclama Tu Santidad, con la belleza de la
santidad ellos elevan sus preces cual diadema hacia
Ti.
Si carecemos de defensa para nuestra causa,
enseña Tú oh Dios, Tu palabra y Tu ley a Tu pueblo
Israel, y absuélvenos en el juicio, pues Tú eres Rey de
la Justicia.
Oh Dios, Tú has de recordar en nuestro favor, el
poderoso amor que nuestro patriarca Abraham Te
profesó. Cuando recuerdes el sacrificio de su hijo
Isaac, frustra las acusaciones de nuestros
adversarios.
El mérito del patriarca Jacob, hombre íntegro,
invocamos hoy, para que nos absuelvas en nuestro
juicio. Pues es sagrado el día de hoy para nuestro
Señor.
Oh Dios, así pues, santificado sea Tu Nombre,
Adonai Dios nuestro, sobre Tu pueblo Israel, y sobre
Jerusalem Tu ciudad y sobre Sión, Residencia de Tu
Gloria, y sobre el reino de David Tu Ungido, y sobre
Tu glorioso Santuario.
Por lo tanto, Adonai Dios nuestro, manifiesta Tu
temor sobre toda Tu creación y Tu reverencia sobre
todo lo que has creado; para que Te venere toda la
creación y todos los creados se prosternen ante Ti,
uniéndose así toda la humanidad para cumplir con
Tu voluntad, con integridad. Pues sabemos, oh Dios,
que el dominio a Ti pertenece, que en Tu mano está
la fuerza, que Tu diestra infunde valor y que Tu
nombre es venerado por todo lo que has creado.
Por lo tanto, oh Dios, concede dignidad a Tu pueblo,
y gloria a aquellos que Te veneran; alienta la
esperanza de los que Te buscan, para que sean
válidas las palabras de los que en Ti están
esperanzados. Que la alegría circunde Tu tierra y el
regocijo a Tu ciudad, otorga renovada fuerza a
David a Tu servidor. Haznos ver la resplandeciente
luz mesiánica de Tu Ungido de la dinastía de Ishaí,
prontamente, en nuestros días.
Así pues, los justos lo verán y se regocijarán, y los
piadosos entonarán cánticos de alegría. La voz de
la iniquidad se extinguirá, y toda maldad se
esfumará cual humo, cuando hagas desaparecer de
la tierra el imperio de la arrogancia.
Entonces reinarás tan solo Tú, Adonai, sobre toda Tu
creación en el Monte Sión, morada de Tu gloria, y en
Jerusalem ciudad de Tu Santuario.
Pues así está dicho en Tus Sagradas Escrituras:
“Adonai reinará hasta la eternidad, tu Dios, oh Sión,
a través de las generaciones. Alabad a Adonai”.
Santo eres Tú y venerado es Tu nombre, no hay otra
divinidad excepto Tú, pues así está escrito: “Es a
través de la justicia que el Señor de las huestes es
exaltado, y es con la rectitud que Tu nombre es
santificado, Bendito eres Tú Adonai, Rey Santo”.
Nos elegiste entre los pueblos, nos concediste Tu
amor. Nos elevaste entre las naciones, nos
santificaste con Tus preceptos y nos acercaste al
culto de Tu venerado nombre.
Uvején
Uvején Tén Pajdéja Adonái Elohéinu Al Kol-Maaséja
Veeimatjá Al Kol-Ma-Shebaráta. Veiraujá Kol-Ha-
Maasím Veishtajavú Lefanéja Kol-Ha-Bruím. Veieasú
Julám Agudá Eját Laasót Retzonéja Beleváv
Shalém. Kemó Sheiadanu Adonái Elohéinu She ha-
Shiltón Lefanéja Oz Beiadéja Uguevurá Viminéja
ijlé. Ki Taavír Memoshélet Zadón Min Ha.Aretz:
Veshimjá Norá Al Kol-Ma-Shebaráta:
Uvején Tén Kavód Adonái Leamejá Tehilá Lireejá
Vetikvá Ledorshéja Ufitjón Pe Lameiajalím Laj. Simjá
Leartzéja Vesasón Leirejá Utzmiját
Kéren Le David Avdéja Vaariját Ner Levén Ishai
Meshijéja Bimherá Beiameinu:
Uvején Tzadikím Irú Veismajú Visharím Iaalozú
Vajasidím Berina Iaguilú. Veolatá Tikpotz-Piá Vejól-
Ha-Rishá Kulá Keashán
Con Tu amor nos concediste este día de Shabat y
este día del Perdón, para absolución y perdón de
todos nuestros delitos nos concediste con amor día
de sagrada convocación, en recuerdo de nuestra
liberación de Egipto.
Oh Dios nuestro y de nuestros padres, llegue hasta Ti
nuestro recuerdo y el de nuestros patriarcas.
Recuerda el Mesías de la dinastía de David.
Recuerda a Jerusalem, la ciudad de Tu morada.
Recuerda a todos los componentes de Tu pueblo
y concédenos con Tu amor: la salvación, la vida y la
paz, en este día del Perdón.
Recuérdanos y bendícenos en este día con la vida.
Ten compasión de nosotros y redímenos, porque
hacia Ti elevamos
nuestros ojos, Señor misericordioso.
Oh Dios, Rey entronado en el trono de la piedad,
rige al mundo con Su benevolencia. Él perdona las
transgresiones de Su pueblo, lo absuelve de sus
errores, borrándolos uno a uno. Él prodiga el perdón
a los pecadores, y la absolución a los transgresores.
Él hace justicia a todo ser viviente, mas no les
retribuye acorde a sus malas acciones. Oh Dios, Tú
nos enseñaste a invocar los trece atributos de Tu
esencia. Rememora en nuestro favor el Pacto que
concertaste, tal como se lo revelaste antaño a
Moisés, Tu humilde servidor; pues así está escrito:
“Adonai se reveló circundado por las nubes, y
poniéndose allí junto a Él, invocó el nombre de
Adonai”. Y pasó Adonai delante de él y exclamó:
“Adonai, Adonai, Dios misericordioso y clemente,
tardo en la ira, magnánimo en la misericordia y en la
verdad. Mantiene la merced para miles de
generaciones, perdona la iniquidad, la rebeldía y el
error y absuelve”. Oh Dios, perdona nuestras
iniquidades y errores, y tómanos por heredad Tuya.
Padre nuestro, perdona nuestros errores,
absuélvenos de nuestras iniquidades, oh Rey
nuestro. Pues Tú Adonai, eres benevolente, prodigas
Tu misericordia a todos los que Te invocan.
Recuerda, oh Adonai, Tu misericordia y Tu merced,
pues ellos perduran hasta la eternidad.
Recuérdanos, oh Adonai, con Tu benevolencia
hacia Tu pueblo, favorécenos con Tu salvación.
Recuerda a Tu pueblo, que antaño redimiste,
cuando liberaste a las tribus de Tu heredad. Y al
Monte Sión, Santuario de Tu residencia.
Recuerda oh Dios, Tu afecto por Jerusalem, no
olvides por nunca jamás Tu amor por Sión. Recuerda
oh Adonai a los edomitas el día de la caída de
Jerusalem cuando decían: “Destruidla, destruidla,
hasta los cimientos”.
Tú surgirás, tendrás compasión de Sión. Porque
tiempo es de agraciarla, llegó el plazo de su
liberación. Acuérdate de Abraham, Isaac y Jacob.
Tus servidores, a los cuales, jurando por Tu nombre
dijiste: “Yo multiplicaré vuestra descendencia como
las estrellas del cielo, y toda la tierra esta, que os he
prometido, se la daré a vuestros descendientes y la
poseerán eternamente”.
Acuérdate de Tus servidores Abraham, Isaac y
Jacob; no mires a la dureza de este pueblo, a su
maldad y a su error. Oh Dios, no eches sobre
nosotros el peso de nuestro error; ya que
neciamente hemos errado. Hemos pecado, oh
Protector, perdónanos, ¡oh Creador!
Recuerda el Pacto que concertaste con nuestros
patriarcas, como prometiste: “Y Yo entonces Me
acordaré de Mi Pacto, con Jacob, Isaac y Abraham,
y a la tierra recordaré”. Recuerda
Tu Pacto que concertaste con nuestros antecesores
tal como lo prometiste.
Recordaré a su favor Mi Pacto de antaño, cuando
los saqué de la tierra de Egipto, a los ojos de las
naciones, para ser su Dios, Yo soy Adonai. Cumple
con nosotros Tu promesa, cuando dijiste: “Pero aún
con todo esto, cuando estén en tierra de sus
adversarios, Yo no los aborreceré ni los rechazaré;
no los exterminaré, ni romperé Mi Pacto con ellos,
porque Yo soy Adonai, su Dios”.
Apiádate de nosotros, no nos destruyas, pues así
está escrito en Tu Torá: “Pues Dios clemente es
Adonai tu Dios, no te abandonará ni te destruirá, y
no olvidará el Pacto que concertó con tus patriarcas
ni Sus promesas para con ellos”.
Purifica nuestros corazones para que amemos y
veneremos Tu nombre, como está escrito en Tu Torá:
“Y purificará Adonai, tu Dios, tu corazón, y el
corazón de tus descendientes, para que ames a
Adonai, tu Dios, con todo tu corazón y con todo tu
ser, para que vivas”.
Haz retornar a nuestros cautivos con Tu misericordia
como está escrito: “Y Adonai hará retornar a tus
cautivos y se apiadará de ti, y volverá a reunirte de
entre todos los pueblos donde te esparció Adonai,
tu Dios”.
Reúne a nuestros dispersos, como está escrito:
“Aunque se hallasen tus dispersos en los confines del
cielo, desde allí te reunirá Adonai tu Dios, y desde
allí te traerá”. Respóndenos cuando Te busquemos
como está escrito: “Y buscarás desde allí a Adonai
tu Dios y lo encontrarás, cuando lo busques con
todo tu corazón y con todo tu ser”.
Borra nuestras transgresiones, por amor a Ti, como
lo prometiste: “Soy Yo que, por amor de Mí, disipo
tus transgresiones y no Me acuerdo más de tus
errores”.
Haz que nuestros errores y rebeldía se esfumen cual
nubes pasajeras, pues así lo prometiste: “Yo he
disipado como nube tus transgresiones y como
niebla tus errores, vuelve a Mí, pues Yo te he
redimido”.
Purifícanos de nuestros errores y pecados, como
está escrito: “Aún si fueren vuestros errores rojos
como la grana; como la nieve quedarán blancos.
Aunque fueren rojos como la púrpura, se tornarán
como la lana blanca”.
Rocíanos con aguas puras y purifícanos, cómo está
escrito: “Y os rociaré con aguas puras, y os
purificaré de toda vuestra impureza y de toda
vuestra idolatría”.
Condúcenos, oh Dios, al Monte de Tu Santuario, y
regocíjanos en Tu casa de oración, como está
escrito:
“ Y los conduciré al Monte de Mi Santuario, y los
regocijaré en Mi casa de oración. Sus holocaustos y
sacrificios serán gratos en Mi altar, porque Mi casa
será llamada, casa de oración para todos los
pueblos”.
Oficiante y Congregación
Oye nuestras invocaciones, Adonai, extiende sobre
nosotros Tu clemencia y compasión, y acepta con
benevolencia nuestra oración.
Haznos volver hacia Ti, oh Dios, y retornaremos;
renueva nuestros días como antaño. Escucha
nuestras invocaciones.
Oye nuestros gemidos. Acepta nuestras palabras y
la meditación de nuestro corazón, Adonai nuestro
Protector y nuestro Redentor.
No nos alejes de Tu presencia, no nos prives del
espíritu de Tu Santidad. No nos desampares a la
hora de la vejez, cuando nuestras fuerzas empiecen
a desfallecer, no nos abandones.
No nos abandones, Adonai Dios nuestro, no Te alejes
de nosotros. Manifiéstanos Tu bondad, y que lo vean
nuestros adversarios y se confundan, pues Tú
Adonai, nos ayudas y reconfortas. Pues sólo en Ti
depositamos nuestra esperanza, respóndenos oh
Adonai, Dios nuestro. Dios nuestro y de nuestros
padres: No nos abandones ni nos desampares. No
nos hagas objeto de vergüenza. No anules Tu Pacto
que concertaste con nosotros.
Acércanos a Tu Torá enséñanos Tus preceptos,
indícanos la senda que habremos de seguir.
Inclina nuestro corazón hacia la veneración de Tu
nombre y purifícalo para que Te amemos con
sinceridad. Así habremos de retornar hacia Ti con
toda nuestra integridad y en verdad.
Hazlo por la magnitud de Tu nombre, perdona
nuestra iniquidad, pues así reza en Tus Sagradas
Escrituras: “Perdona, oh Dios, mi error, pues
reconozco su magnitud”.
Dios nuestro y de nuestros padres, perdónanos,
purifícanos y absuélvenos, pues nosotros somos Tu
pueblo, y Tú eres nuestro Dios.
Nosotros somos Tus hijos, y Tú eres nuestro Padre.
Nosotros somos Tus servidores, y Tú eres nuestro
Señor.
Nosotros somos Tu Congregación, y Tú eres nuestra
Creencia.
Nosotros somos Tu heredad, Tú eres nuestro Destino.
Nosotros somos Tus hijos, Tú eres nuestro Pastor.
Nosotros somos Tu vid, Tú eres nuestro Protector.
Nosotros somos Tu creación, Tú eres nuestro
Creador.
Nosotros somos Tus creyentes, Tú eres nuestro
Amado.
Nosotros somos Tus elegidos, Tú eres nuestra
Providencia.
Nosotros somos Tu pueblo, Tú eres nuestro Rey.
Nosotros proclamamos Tu gloria, Tú proclamas
nuestra gloria.
Oficiante
Nosotros somos insolentes, Tú eres clemente y
misericordioso.
Nosotros incurrimos en iniquidades, mas Tu
misericordia es infinita.
Nuestra vida es fugaz y efímera, mas Tú eres Eterno.
Dios nuestro y de nuestros padres, lleguen a Ti
nuestras oraciones, y no Te ocultes ante nuestras
plegarias. No somos insolentes ni arrogantes para
alegar ante Ti, Adonai Dios nuestro y de nuestros
padres, “somos justos y no hemos errado”, porque
ciertamente hemos errado.
Congregación y Oficiante
Hemos incurrido en faltas y en perfidias; hemos
hurtado, hemos calumniado. Nos desviamos de Tu
camino; hemos sido arrogantes y soberbios; hemos
sido falsos y violentos. Hemos proporcionado malos
consejos, mentimos. Hemos sido cínicos y rebeldes.
Te hemos blasfemado. Nos rebelamos, cometimos
iniquidades y transgresiones, hemos sido impulsivos y
obstinados.
Actuamos con maldad, fuimos destructivos,
aborrecimos la verdad.
Incurrimos en error e indujimos a nuestros prójimos a
él. Nos alejamos de Tus mandamientos y de Tus
leyes de bien, mas de nada nos ha servido.
Pero Tú, oh Dios, eres justo en Tu retribución, pues Tu
justicia es la verdad, y nosotros cometimos el mal.
Inducimos al mal y lo cometimos, por ello no
encontramos la salvación.
lndúcenos, oh Dios, a abandonar la senda del mal,
acude pronto y sálvanos de nuestros impulsos, pues
así está dicho: “Abandone el impío su camino y el
malvado sus pensamientos y vuélvase a Adonai que
lo acogerá con misericordia; y retorne a nuestro
Dios, que le prodigará el perdón”.
Dios nuestro y de nuestros padres:
Perdona y absuelve nuestras iniquidades en este día
de Shabat y en este día del Perdón. Responde a
nuestras oraciones, disipa nuestros pecados de ante
Tu justicia. Doblega nuestras pasiones ante nuestros
deberes hacia Ti. Somete nuestra obstinación para
que retornemos hacia Ti.
Haznos tomar una renovada e íntima decisión de
observancia a Tus preceptos. Abre nuestro corazón
para que podamos amar y venerar Tu nombre, como
reza en Tu Torá: “Y abrirá Adonai tu corazón y el
corazón de tus descendientes para que puedas
amar a Adonai, tu Dios, con todo tu corazón y con
todo tu ser, para que vivas”.
Tú conoces todas nuestras acciones, las conscientes
e inconscientes, ninguna se oculta ante Tu justicia.
¿Qué somos, qué es nuestra vida, nuestra bondad,
nuestra virtud, nuestro poder, nuestra fuerza, nuestro
heroísmo? ¿Qué podemos invocar ante Ti, oh Dios
nuestro y de nuestros padres? Pues los héroes son
insignificantes ante Ti; los hombres célebres
como si no existiesen; los sabios parecen
desprovistos de su ciencia; los inteligentes parecen
carecer de razonamiento.
La mayoría de sus acciones carecen de significado
ante Ti; sus vidas son efímeras. La preeminencia del
hombre sobre el reino animal es nula, pues todo es
vanidad.
¿Qué podemos argüir ante Ti, oh Altísimo?
¿Qué podemos decir ante Ti, Tú que resides en el
firmamento?
Tú conoces todas nuestras acciones, las manifiestas
como las ocultas.
Tú conoces los misterios del Universo, y los ocultos
secretos de todo ser viviente. Tú inquieres y conoces
la intimidad de nuestro ser, escudriñas nuestro
corazón.
Nada se oculta ante Ti, nada escapa a Tu
omnisciencia. Por lo tanto, sea Tu voluntad, oh Dios
nuestro y de nuestros padres, absolvernos de
nuestros errores, y borrar todas nuestras iniquidades
y perdonar todas nuestras transgresiones.
Por el error que hemos cometido frente a Ti,
por compulsión o por voluntad.
Por el error que hemos cometido frente a Ti,
endureciendo nuestro corazón.
Por el error que hemos cometido frente a Ti,
por ignorancia.
Por el error que hemos cometido frente a Ti,
con palabras inconscientes.
Por el error que hemos cometido frente a Ti,
por carencia de moral sexual.
Por el error que hemos cometido frente a Ti,
tanto en público como en oculto.
Por el error que hemos cometido frente a Ti,
a sabiendas y con astucia.
Por el error que hemos cometido frente a Ti,
por medio de la palabra.
Por el error que hemos cometido frente a Ti,
engañando a nuestro semejante.
Por el error que hemos cometido frente a Ti,
por medio de ocultos designios de nuestro corazón.
Por el error que hemos cometido frente a Ti,
incurriendo en prostitución.
Por el error que hemos cometido frente a Ti,
por medio de la insinceridad.
Por el error que hemos cometido frente a Ti,
despreciando nuestros padres y maestros.
Por el error que hemos cometido frente a Ti,
con premeditación o por error.
Por el error que hemos cometido frente a Ti,
por el uso de la violencia.
Por el error que hemos cometido frente a Ti,
por la profanación de Tu nombre.
Por el error que hemos cometido frente a Ti,
mancillando con nuestras palabras.
Por el error que hemos cometido frente a Ti,
por medio de palabras necias.
Por el error que hemos cometido frente a Ti,
dejándonos dominar por nuestras bajas pasiones.
Por el error que hemos cometido frente a Ti,
por error o a conciencia.
Todos estos errores, oh Dios clemente, absuélvelos,
bórralos, perdónanos.
Por el error que hemos cometido frente a Ti,
por medio del incumplimiento
y de la mentira.
Por el error que hemos cometido frente a Ti,
por medio del soborno.
Por el error que hemos cometido frente a Ti,
por medio de burla y mofa.
Por el error que hemos cometido frente a Ti,
por medio de la calumnia.
Por el error que hemos cometido frente a Ti,
en nuestras relaciones comerciales.
Por el error que hemos cometido frente a Ti,
por medio de nuestra comida y bebida.
Por el error que hemos cometido frente a Ti,
por medio de la usura.
Por el error que hemos cometido frente a Ti,
con orgullo y palabras pretenciosas.
Por el error que hemos cometido frente a Ti,
por medio de la murmuración.
Por el error que hemos cometido frente a Ti,
por medio de mirada codiciosa.
Por el error que hemos cometido frente a Ti,
por medio de miradas altivas.
Por el error que hemos cometido frente a Ti,
al incurrir en insolencia.
Todos estos errores, oh Dios clemente, absuélvelos,
bórralos, perdónanos.
Por el error que hemos cometido frente a Ti,
por medio del ateísmo.
Por el error que hemos cometido frente a Ti,
por medio del prejuicio.
Por el error que hemos cometido frente a Ti,
al enredar a nuestros semejantes.
Por el error que hemos cometido frente a Ti,
por medio de la envidia.
Por el error que hemos cometido frente a Ti,
al incurrir en irresponsabilidad.
Por el error que hemos cometido frente a Ti,
al incurrir en obstinación.
Por el error que hemos cometido frente a Ti,
cuando presurosos nos encaminamos hacia el mal.
Por el error que hemos cometido frente a Ti,
sembrando la cizaña y el chisme.
Por el error que hemos cometido frente a Ti,
por medio del perjurio.
Por el error que hemos cometido frente a Ti,
por medio del odio infundado.
Por el error que hemos cometido frente a Ti.
al tornarnos en falsos custodios.
Por el error que hemos cometido frente a Ti.
por confusión de nuestra mente.
Todos estos errores, oh Dios clemente, absuélvelos,
bórralos, perdónanos.
Perdónanos, oh Dios, por los errores, cuya expiación
era el holocausto y el sacrificio por el pecado.
Absuelve los errores cuya expiación era el sacrificio
proporcional. Por los errores certeros o dudosos que
cometimos. Expía los errores que nos hacían
pasibles de castigo y de flagelación. Absuelve los
errores que se expían sólo cuando Tú nos retiras la
vida. Perdona los errores que truncan nuestra vida y
descendencia.
Todos estos errores, oh Dios clemente, absuélvelos,
bórralos, perdónanos. Perdónanos, oh Dios, por los
errores que nos hacían pasibles de una de las
cuatro penas capitales. Absuelve nuestros errores al
no cumplir Tus preceptos, o al violar Tus
mandamientos, por acción o por abstención.
Perdona los errores tanto manifiestos como los
ocultos a nuestra conciencia. Los errores manifiestos
ya Te los expusimos y reconocimos nuestro
desacierto. Mas los ocultos a nuestra conciencia,
Tú los conoces, oh Dios, pues así está escrito en la
Torá: “Las cosas ocultas, son manifiestas ante
Adonai, nuestro Dios, mas las acciones manifiestas,
aceptamos nosotros y nuestros hijos por siempre
jamás, para que cumplamos todas las palabras de
esta Torá.
David ungido en nombre de Tu justicia, dijo: “¿Puede
el hombre comprender sus errores?”, perdona mi
culpa e ignorancia Purifícanos, oh Dios, de todos
nuestros errores. Purifícanos de toda nuestra
impureza. Rocíanos con aguas puras y purifícanos,
como está escrito: “Y os rociaré con aguas puras y
os purificaré de toda vuestra impureza y de toda
vuestra idolatría”.
No temas, oh Jacob, retornad de vuestra rebeldía;
retorna, oh Israel. Pues he aquí que no duerme ni
dormita el guardián de Israel. Así dijo Tu profeta:
Retorna, oh Israel, a Adonai tu Dios, pues has
tropezado por tus pecados. Proveéos de palabras, y
volved a Adonai. Decidle: “Perdona nuestros delitos
y acepta el bien. Te ofreceremos las palabras de
nuestros labios a modo de ofrenda”.
Tú eres clemente, oh Dios, aceptas el
arrepentimiento de los que a Ti retornan. Tú nos
aseguraste aceptarlo, pues por eso depositamos
nuestra esperanza en el arrepentimiento que Tú
estableciste.
Con Tu amor nos concediste este día (de Shabat
para santidad y para quietud y este día) del Perdón,
para la absolución y perdón de todos nuestros
delitos (nos concediste con amor), como día de
sagrada convocación, en recuerdo de nuestra
liberación de Egipto.
Hazlo por Tu nombre, oh Dios clemente y
misericordioso, oye nuestras oraciones.
¿QUIÉN TE IGUALA, OH DIOS?
Oh Dios Todopoderoso, Tus obras son magnas. Tú
revelaste los profundos pensamientos de Tu Torá,
pues Tu palabra es la rectitud.
Tus obras, oh Protector, son perfectas, magna es Tu
misericordia.
Tú eres benévolo con Tu pueblo, Tu justicia siempre
nos ampara.
Pues así dijo Tu profeta: “¿Quién Te iguala, oh
Dios?”. Tú perdonas la iniquidad y omites la rebeldía
del remanente de Tu pueblo.
Su ira es efímera, pues Él ama la misericordia. Él
volverá a tener piedad de nosotros, hollará nuestras
iniquidades. Y arrojará a las profundidades del mar
todos nuestros pecados. Todos los errores de Tu
pueblo Israel, habrás de arrojar a lugar remoto y
recóndito para que sean olvidados para siempre.
“Concederás Tu verdad a Jacob, Tu merced a
Abraham. Asi lo prometiste a nuestros padres en
días pretéritos
Mi El Kamoja
Oficiante Congregación
Adon Abir, Bemaasab Kabir Mi El Kamojá:
Golé Amukót, Dover Tzedakot. Mi El Kamojá:
Hatzur Tamím Umalé Rajamim Mi El Kamojá:
Kovesh Keasím, Lehatzdik Amusim Mi El Kamojá:
Dios nuestro y de nuestros padres, perdona nuestros
errores en este día (de Shabat y en este día) del
Perdón, borra y disipa nuestros errores y
transgresiones que hemos cometido frente a Ti, pues
así está dicho: “Yo soy el que disipa tus
transgresiones, y tus errores no recuerdo más”.
Y así está dicho: “Yo he disipado como nube tus
pecados y como niebla tus errores, vuelve a Mí, pues
Yo te he redimido”.
Y está dicho: “Pues en este día Él os perdonará
purificándoos de todos vuestros errores; delante de
Adonai habréis de purificaros”.
Dios nuestro y de nuestros padres (acepta nuestro
reposo) santifícanos con Tus preceptos, inícianos en
Tu Torá, haznos merecedores de Tu bondad, y
regocíjanos con Tu salvación.
(Con Tu amor haz que gocemos de Tu santo Shabat
y que todo Tu pueblo goce en él, en paz.) Purifica
nuestros corazones para servirte con sinceridad.
Porque Tú, absuelves a Tu pueblo Israel y perdonas a
las tribus de Ieshurún en cada generación, excepto
Tú, no tenemos Rey alguno que perdona y absuelve.
Bendito eres Tú Adonai, Rey que perdona y absuelve
nuestras transgresiones y los errores de Su pueblo,
la Congregación de Israel,
haciendo disipar nuestras culpas año tras año, Tú
Rey de toda la tierra que santificas (el Shabat),
Israel, y el día del Perdón.
Dios nuestro, ama a Tu pueblo Israel y acepta sus
oraciones.
Restaura el culto en Tu Santuario, y recibe con amor
las plegarias de la congregación de Israel. Y lleguen
a Ti las plegarias de Tu pueblo Israel. Haz que
nuestros ojos presencien Tu retorno a Sión. Bendito
eres Tú Adonai, que restauras Tu gloria en Sión.
Mientras el Oficiante recita el siguinte pasaje ,
la Congregación lee donde dice “congregación:
Reconocemos, oh Señor, que Tú eres nuestro Dios y
Dios de nuestros padres, hasta la eternidad. Tú
cuidas nuestra existencia y proteges nuestra vida a
través de los tiempos. Por eso, Te agradecemos y
oramos a Ti. Nuestras vidas están en Tus manos,
encomendamos nuestras almas a Tu divina bondad.
Tu Providencia guía nuestros pasos al anochecer y al
amanecer. Tú eres nuestra única esperanza, porque
Tu misericordia es infinita.
Congregación
Reconocemos, oh Señor, que Tú eres nuestro Dios y
Dios de nuestros padres. Dios de toda la
humanidad, Creador nuestro y de todo lo existente.
Tu gloria cantamos, a Ti agradecemos por la vida
que nos concediste y por Tu sostén que nos
mantiene. Asegúranos la vida y la firmeza en el
futuro. Reúne a nuestros dispersos. Acércalos a los
atrios de Tu Santuario para que cumplan con Tu
Torá con devoción; creyendo en Ti con sinceridad.
Recibe nuestro agradecimiento, oh Dios; pues Tú
eres, bendito y loado.
Por todo esto, Tu nombre, oh Rey nuestro, será
bendecido por nosotros eternamente.
Congregación y Oficiante
Padre nuestro, Rey nuestro, recuerda Tu misericordia
y no desates Tu ira. Sálvanos de las epidemias, la
espada y el hambre.
Evítanos el cautiverio, la destrucción y el pecado.
Aleja de nosotros las plagas, las enfermedades y los
malos sucesos.
Elimina de nuestra senda, toda suerte de
obstáculos, pleitos y malos eventos. Haz
desaparecer la enemistad de nosotros y de todos
los hijos de Tu Pacto.
“Inscribe para una vida feliz a todos Tus hijos”.
Todos los seres vivientes rendirán homenaje a Tu
nombre con sinceridad. Te agradecerán, oh Dios,
artífice de nuestra salvación y nuestra ayuda.
Bendito eres Tú Adonai, nuestro benefactor.
Bendícenos, oh Dios nuestro y de nuestros padres,
con esta bendición y sus tres versículos escritos en la
Torá por Moisés Tu servidor; pronunciada por boca
de Aarón y sus hijos, cohanim consagrados a Tu
pueblo:
Adonai te bendiga y te guarde. Adonai te ilumine
con Su presencia y te agracie. Adonai se torne
hacia ti y te conceda la paz.
Concédenos la paz, la bendición y el bien, Tu gracia
y misericordia, a nosotros, y a todo Tu pueblo Israel.
Bendícenos, Padre nuestro, e ilumínanos con Tu
presencia. Pues Tu luz, nos proporcionó la Torá y la
vida, el amor y la benevolencia. Ella nos conduce
hacia la justicia, la bendición y la bondad. Su paz es
eterna. Plázcate, oh Dios, bendecir a Israel con Tu
paz por la eternidad. Bendito eres Tú Adonai, que
bendices con la paz a Tu pueblo Israel.
Congregación y Oficiante
En el libro de la Vida, Bendición, Paz y Sustento,
seamos inscriptos y recordados junto con todo Tu
pueblo Israel.
Bendito eres Tú Adonai, hacedor de la paz.
Kadish del Oficiante
El mundo que Dios ha creado según Su voluntad,
tribute gloria y santificación al nombre del Eterno.
Que Su reino sea proclamado prontamente, en
vuestros días y en vida de toda la congregación
de Israel. Amén.
Congregación y Oficiante
Sea Su glorioso nombre bendecido eternamente.
Oficiante
Exaltado, venerado y alabado, sea el nombre del
Santo Bendito Él. Su gloria es inefable e infinita. Su
magnificencia es superior a toda expresión humana.
Amén.
Padre nuestro, desde Tu morada celestial, acepta
las oraciones y plegarias de la congregación de
Israel. Amén.
Otórganos la paz y la vida, a nosotros y a todo Tu
pueblo Israel. Amén.
El que establece la armonía en los cielos, conceda
la paz a nosotros y a todo Israel. Amén.

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