La Declaraciã N de Derechos de Virginia
La Declaraciã N de Derechos de Virginia
La Declaraciã N de Derechos de Virginia
II. Que todo el poder pertenece y, en consecuencia, deriva del pueblo; que los
magistrados son sus mandatarios y sirvientes, y en todo momento
responsables ante él.
III. Que el Gobierno es, o debe ser, creado para el común beneficio, protección
y seguridad del pueblo, nación o comunidad; que de los diversos modos o
formas de gobierno, la mejor es aquella que sea capaz de generar el mayor
grado de felicidad y seguridad así como de protegerse efectivamente frente al
peligro de la mala administración; y que, cuando se considere que un gobierno
es inadecuado o contrario a estos objetivos, una mayoría de la comunidad
tendrá un indiscutible, inalienable e imprescriptible derecho a reformarlo,
cambiarlo o abolirlo, en la manera que se juzgue más conveniente para el bien
público.
V. Que los poderes legislativo y ejecutivo del Estado deben estar separados y
diferenciados del judicial; y que para impedir que los miembros de los dos
primeros incurran en opresión han de sentir las cargas del pueblo y participar
de ellas, recuperando cada cierto tiempo su condición privada al volver al
cuerpo del que procedían, supliendo las vacantes mediante elecciones
frecuentes y regulares en las que, todos o parte de los antiguos miembros,
podrán ser de nuevo elegibles o inelegibles, según lo que establezcan las
leyes.
VI. Que las elecciones para las asambleas de los representantes del pueblo
deben ser libres; y que todos los hombres, habiendo suficiente constancia de
su permanente interés en la comunidad y de su vinculación a la misma,
ostentan el derecho de sufragio y no pueden ser sujetos a gravámenes o
privados de su propiedad para usos públicos sin su consentimiento o el de sus
representantes elegidos para tal fin, ni obligados por ninguna ley que no hayan,
de la misma forma, consentido, para el bien público.
VIII. Que en todos los procesos penales o por pena capital la persona tiene
derecho a conocer la causa y naturaleza de la acusación para confrontarse con
los acusadores y testigos, a practicar pruebas en su favor, y a un juicio rápido
por un jurado imparcial de su vecindad, sin cuya unánime decisión no podrá ser
considerado culpable, y tampoco podrá ser obligado a declarar contra sí
mismo; y que nadie será privado de su libertad sino en virtud de la ley del país
o del juicio de sus iguales.
XI. Que en los litigios sobre propiedad y en los pleitos entre particulares, el
antiguo juicio por jurado es preferible a cualquier otro y debe conservarse como
sagrado.
XIII. Que una milicia bien ordenada, compuesta del conjunto del pueblo,
adiestrada en el uso de las armas, es la defensa adecuada, natural y segura de
un Estado libre; que los ejércitos permanentes en tiempo de paz deberían
evitarse por ser una amenaza para la libertad; y que, siempre, los militares
deben estar estrictamente subordinados al poder civil y gobernados por éste.
XVI. Que la religión, o el deber que tenemos para nuestro Creador y el modo
en que lo reconocemos, han de guiarse por la razón y la convicción, y no por la
fuerza o la violencia; y por ello, todos los hombres tienen igual derecho al libre
ejercicio de la religión, de acuerdo con los dictados de su conciencia; y que es
un deber mutuo de todos practicar la benevolencia cristiana, el amor y la
caridad para con todos.