10.2 Guerra Civil

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10.2. La Guerra Civil (1936-1939).

La Guerra Civil es el acontecimiento más trágico de la España del siglo XX. Fue una confrontación
de causas esencialmente españolas, pero también fue el resultado del contexto europeo en el que la
debilidad de las democracias occidentales golpeadas por la crisis económica, se vieron amenazadas por
el ascenso de regímenes totalitarios. De ahí que las diferentes potencias, según sus afinidades políticas,
mostrasen su apoyo o simpatía por uno u otro de los bandos enfrentados.

1. Los inicios de la guerra y la internacionalización del conflicto.

Al clima de radicalización, violencia callejera y bipolaridad de la vida política española, desde las
elecciones de febrero de 1936 que dieron el triunfo al Frente Popular, se unen dos asesinatos: el día 12
de julio es asesinado el teniente de la Guardia de Asalto, el socialista, José del Castillo por la extrema
derecha; en respuesta, el 13 de julio fue asesinado Calvo Sotelo, uno de los líderes monárquicos, por
miembros de la Guardia de Asalto.

Evolución cronológica del periodo en las dos zonas, hechos militares y contexto internacional.

Este último hecho adelantó los planes del grupo de militares que preparaba el golpe tras del
resultado de las elecciones de febrero y el 17 de julio de 1936 se sublevó la guarnición de Melilla,
extendiéndose la rebelión al resto del Marruecos español y a la Península al día siguiente.
El golpe militar, sin embargo, no fue secundado en amplias zonas del territorio. Parte del Ejército y
de las fuerzas del orden (Guardia Civil y Guardia de Asalto) permanecieron fieles a la República. En
Madrid, el general Fanjul, jefe de los sublevados, se encontró cercado en el Cuartel de la Montaña por
milicianos de organizaciones sindicales y partidos de izquierda a los que el gobierno republicano,
impotente para controlar la situación, había entregado armas. En Barcelona, el general Goded y sus
seguidores fueron dominados por la activa participación de los milicianos anarquistas y por la fidelidad a
la República de las fuerzas del orden. En Valencia y otras ciudades importantes ocurrió lo mismo.

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En otras partes, en cambio, la sublevación militar se impuso. El general Franco, que estaba en
Canarias, tras asegurar el triunfo de la sublevación, voló hacia el Protectorado español en Marruecos y
asumió el mando del Ejército de África (Tercio de la Legión y los Regulares). En Sevilla, el general Queipo
de Llano se hizo con el poder, con la ayuda de milicianos falangistas, y entró en contacto con los
sublevados de Granada, Córdoba y Cádiz. En Navarra triunfaba la sublevación de la mano del general
Mola. En Zaragoza también triunfó.
En definitiva, las regiones agrícolas permanecieron en poder de los sublevados, mientras que las
grandes ciudades y las regiones industrializadas quedaron bajo control republicano, en donde las fuerzas
obreras y de izquierda tenían más peso.
Surgieron en aquel julio de 1936 dos Españas que defendían principios contrapuestos e
irreconciliables.
Los recursos financieros quedaron en manos de la República: el oro depositado en el Banco de
España en Madrid servirá para financiar la compra de armamento, especialmente de la URSS.
En cuanto a las tropas no hay cifras exactas. De los 18 generales con mando de división sólo cuatro
se sublevaron (Cabanellas, Goded, Queipo de Llano y Franco). Aproximadamente quedaron con la
República el 66% de la aviación, un 65% de los efectivos de la marina, el 47% del ejército de tierra, el 51%
de la Guardia Civil y el 70%de la Guardia de Asalto. Para la República fue un grave problema la falta de
grados intermedios, en efecto, el 80% de los oficiales se mantuvieron con la España sublevada.
Fieles a la República quedarían unos 130.000 soldados; los sublevados, que adoptaron el nombre
de “nacionales”, contaban con unos 145.000 soldados, de los que, unos 47.000 pertenecían al
disciplinado y profesional ejército de Marruecos (Legión y Regulares), mandados por Franco. En el lado
republicano, ante la ausencia de oficiales hubo que improvisar y nombrar nuevos oficiales; surgieron
también jefes de milicias que, sin demasiada experiencia militar, fueron nombrados generales llegando a
mandar a miles de hombres.
La República, por tanto, tuvo que improvisar un nuevo Ejército para incluir en él a las milicias
populares, es decir, a voluntarios procedentes de sindicatos y partidos políticos encuadrados en
batallones militares en los primeros momentos de la guerra. Ello dio lugar a la aparición de las Brigadas
Mixtas: unidades militares compuestas por milicianos y tropas del ejército regular.
La efectividad de un ejército así era muy dudosa si lo comparamos con la gran disciplina del
ejército sublevado, que también contó con sus milicias integradas por falangistas y por carlistas (los
requetés), ambos militarizados por Franco, quedando sometidas a la disciplina del ejército.
La Guerra Civil española adquirió un carácter internacional y posicionó a la opinión pública fuera
de nuestras fronteras desde el mismo momento de su estallido. Los demócratas y progresistas, así como
partidos obreros y de izquierda, junto con la URSS, se pusieron de parte de la República. Los partidos
conservadores y los gobiernos fascistas de Italia y Alemania, así como los sectores católicos, simpatizaron
con el bando nacional.
De este modo, la República solicitó el apoyo de las potencias democráticas, como Gran Bretaña y
Francia. No halló la respuesta esperada ante el temor de estos países a desencadenar, con su
intervención, una guerra internacional.
Así surgió la política de “No Intervención” por la que se decidía no ayudar a ninguno de los dos
bandos. La propuesta partió de Francia (agosto de 1936), Inglaterra fue la primera en adherirse hasta
alcanzar un total de 27 países europeos. Sin embargo, todo fue mera teoría y papel mojado: Alemania,
Italia y la URSS facilitaron material bélico a los contendientes.

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La República recibió ayuda inmediata de material militar de la URSS y en menor cantidad de
Francia y México. Por este apoyo soviético, la España republicana quedaba vinculada al comunismo
según la opinión pública internacional, y se le empezó a tachar de "República roja y marxista". La ayuda
soviética tuvo que ser pagada con el oro del Banco de España, el llamado “oro de Moscú” (510 toneladas
con un valor de 530 millones de dólares).
La ayuda humana llegó a través de las Brigadas Internacionales: unos 60.000 voluntarios de
distintas nacionalidades e ideologías, sin demasiada experiencia militar, pero disciplinados para luchar
contra la propagación del totalitarismo y fascismo en el continente europeo y para salvar la democracia
republicana en España.
El bando sublevado recibió ayuda de Italia y Alemania de forma masiva y pagadera en materias
primas, especialmente en minerales, que eran muy necesarios para la industria de guerra alemana.
Alemania envió fuerzas de aviación organizadas en la llamada Legión Cóndor, también asesores militares
y tanquistas. Italia a sus 40.000 soldados del Corpo di Truppe Volontarie (CTV). Portugal e Irlanda
también colaboraron enviando voluntarios.

2. El desarrollo bélico.

2.1. De los inicios a la primavera de 1937 (18 de julio de 1936 a marzo de 1937)

A) La guerra de columnas (julio de 1936 – noviembre de 1936).


Podría hablarse primero de una fase de guerra de columnas (grupos de tropas formados con
pequeñas unidades de diversas armas, de escaso volumen y mucha movilidad que aprovecharon la
desorganización republicana para avanzar). Esta es la base de la guerra hasta noviembre de 1936. La
República, roto el Ejército, a primeros de agosto intenta crear otro sobre batallones de voluntarios. Es el
momento de las milicias, reclutadas entre la sorganizaciones políticas de izquierda y sindicales. Sobre la
base de las Brigadas Mixtas (unidades militares compuestas por milicianos y tropas del ejército regular)
se daban los primeros pasos para la creación de un Ejército Popular.
En los primeros meses, la guerra es
claramente desfavorable para la
República. El objetivo primero de los
militares sublevados era la conquista
de Madrid. Con ese fin, las primeras
operaciones las dirige el general
Mola desde el Norte.
Al fracasar Mola, el protagonismo
recayó en el Ejército de África al
mando de Franco. A comienzos de
agosto, gracias a la ayuda de la
aviación alemana e italiana se
estableció un “puente aéreo” para
transportar el Ejército de Marruecos
a la Península;
iEn su camino hacia Madrid desde
Andalucía occidental, las tropas sublevadas
avanzaron por Extremadura y tomaron Badajoz y
Avance de las fuerzas sublevadas entre julio y noviembre de 1936.
Mérida.
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Se conseguía a su vez enlazar las doszonas sublevadas. Penetran después en la provincia de
Toledo. El 3 de septiembre ocupan Talavera, nudo estratégico de gran valor, pero entonces Franco decide
desviar el avance y acudir en socorro de los sitiados en el Alcázar de Toledo, donde el coronel Moscardó
aguanta el asedio republicano. Liberado el Alcázar, el 27 de septiembre, otro éxito para Franco, se daban
las condiciones y se imponía la necesidad de designar un mando único en las fuerzas sublevadas. El
elegido
fue Franco. El 1 de octubre, en efecto, Franco se convierte en “Jefe del Gobierno del Estado español” y
“Generalísimo” de los Ejércitos.
Paralelamente, en otros frentes, desde Navarra se efectúa el ataque a Guipúzcoa, donde cae San
Sebastián.

B) La batalla de Madrid (noviembre de 1936 / marzo de 1937).


La batalla de Madrid fue un conjunto de acciones durante cinco meses de combate, ciclo al que
pertenecen las batallas del Jarama y Guadalajara. La lucha en torno a Madrid comporta el primer gran
revés para los planes de guerra de los sublevados y condiciona decisivamente la prolongación del
conflicto. La ayuda extranjera jugaba ya su papel –Legión Cóndor alemana, batallones y aviación italiana,
asesores, aviones y tanques rusos, Brigadas Internacionales- y la República mostraría una capacidad de
resistencia insospechada poco antes. El ataque frontal de las fuerzas de Franco se produciría entre el
noroeste y sureste de la capital. El gobierno de la República marchó hacia Valencia creándose la Junta de
Defensa de Madrid, presidida por el general Miaja. La batalla comenzó el 7 de noviembre, al día
siguiente de la partida del gobierno. La propaganda funcionó de forma eficaz para mantener la moral: se
hizo famoso el grito de “¡no pasarán!”
La primera batalla tuvo lugar cuando los atacantes llegaron a cruzar el Manzanares y ocuparon
parte de la Ciudad Universitaria, pero ahí fueron detenidos. Se emprendió entonces por Franco la
alternativa de las maniobras envolventes para el aislamiento de la capital. Por el Jarama para cortar la
carretera de Valencia, a partir del 6 de febrero.
Fracasado este objetivo, se monta la operación desde la zona de Guadalajara, donde las tropas
italianas enviadas por la Italia fascista sufrieron una importante derrota. El descalabro italiano era una
victoria moral. En otros frentes, sin embargo, el éxito no fue parejo. El 8 de febrero se había perdido
Málaga para la causa republicana.

2.2. La etapa central y decisiva de la guerra (abril – mayo de 1937 a noviembre de 1938).

Tras la batalla de Guadalajara, el objetivo estratégico de Franco cambia por completo: se renuncia
a la conquista de Madrid. El objetivo ahora es conquistar el Norte. Se partía de un relativo equilibrio de
fuerzas. Pero durante veinte meses de guerra el equilibrio se fue deshaciendo progresivamente en favor
de los franquistas.

A) La caída de la franja cantábrica (abril – octubre de 1937).


El primer gran revés republicano es la conquista por Franco de toda la cornisa cantábrica, Vizcaya,
Santander y Asturias, lo que se consuma entre abril y octubre de 1937. Al mando del general Mola, que
fallecería en junio en un accidente de aviación, al final de marzo empieza el ataque a Vizcaya con un
ejército en el que juegan un gran papel los requetés carlistas, artillería y aviación alemana y las tropas
italianas.
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El 26 de abril sucede el célebre hecho de la destrucción de Guernica por la aviación alemana de la
Legión Cóndor. El 19 de junio es tomada Bilbao. Después, los batallones nacionalistas vascos capitulan su
rendición a los italianos en Santoña. Santander es ocupada en agosto y Asturias, tras duros combates, en
octubre.
Para contribuir a la disminución de la presión franquista en el Norte, la República emprende
ofensivas en otros frentes. Este sentido tiene la operación sobre Brunete, al oeste de Madrid, en julio de
1937, y en Aragón, en agosto-septiembre, donde los republicanos desencadenaron un fuerte ataque a la
altura de Belchite, donde se formaliza una gran batalla sin que introduzca variaciones esenciales. Perdido
el Norte para la República, la guerra se reanuda en diciembre de 1937.

B) La guerra en la primera mitad de 1938: de Teruel al Mediterráneo.


Durante un año crucial, 1938, uno y otro bando se esfuerzan en conseguir la iniciativa. Tomado el
Norte, Franco preparaba una nueva ofensiva sobre Madrid. La operación no se llevó a cabo ante el
ataque republicano sobre Teruel (diciembre de 1937), diseñado por el Estado Mayor del Ejército
republicano que tiene ahora a su frente al general Vicente Rojo.
La batalla de Teruel comienza en el invierno con iniciales éxitos republicanos, que toman la ciudad
aragonesa. Franco, un mes después, ordenaba la contraofensiva y a finales de febrero reconquista Teruel.
Tras la toma de Teruel, el plan de Franco consistió en penetrar por el valle del Ebro con el objetivo
de alcanzar las costas del Mediterráneo y dividir en dos el territorio republicano. Así, se conquistaba
Lérida y el 14 de abril se llegaba al Mediterráneo por Vinaroz.

Picasso pintó para el pabellón de la Republica Española en la Expo de París este cuadro,
impactado por el bombardeo del día 26 de abril de 1937 de esa población vasca.

El territorio republicano quedaba de nuevo partido, dejando a Cataluña aislada. Entonces, Franco
orienta su ofensiva en la región levantina hacia el Sur, con la intención de llegar hasta Valencia. El 14 de
junio se ocupa Castellón. Se sigue hacia Valencia, pero la República responde con una gran ofensiva. Es la
batalla del Ebro, desarrollada entre julio y noviembre de 1938.

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C) La batalla del Ebro (25 de julio de 1938 – 15 de noviembre de 1938).
La última gran batalla de la guerra comienza el 25 de julio con el paso del río Ebro. El avance
republicano sigue hasta el día 30, pero entonces se detiene con resultados mediocres. Las batallas más
duras se producen en septiembre. La lenta recuperación de territorio continúa en octubre y la definitiva
contraofensiva franquista comienza el día 28 de octubre, el mismo en que las Brigadas Internacionales se
despedían de España en Barcelona. El día 15 de noviembre, las últimas fuerzas republicanas rebasaban el
Ebro.
Concluía la batalla más encarnizada de la guerra (30.000 bajas franquistas y el doble republicanas),
un ejemplo de batalla de desgaste que terminó con buena parte de las reservas republicanas.

2.3. La última etapa de la guerra (15 de noviembre de 1938 – 28 de marzo de 1939).

Se entraba, pues, en el último ciclo de la guerra, breve y de escasa actividad bélica, que culminaría
con la descomposición política interna de la República, hasta concluir con el golpe de Estado del coronel
Casado en Madrid, a primeros de marzo, rebelándose contra el gobierno de Negrín.
El 23 de diciembre de 1938 inició Franco su ofensiva final en Cataluña.
Ocupada ya Lérida (antes de la
batalla del
Ebro), Tarragona cae el 15 de enero y
Barcelona,
sin luchar, el día 26. Después, el 4 de
febrero caía
Gerona. Al día siguiente, Azaña y Negrín
cruzaban
la frontera, sin embargo, Negrín decidió
regresar
para ponerse al frente de la zona
republicana
(Centro- Este-Sureste), con el objetivo
de
continuar la resistencia: “¡Resistir es
vencer!”,
pero en la zona republicana el cansancio
de la
guerra estaba extendido entre la población. Así,
febrero fue un mes dramático, por la sorda lucha
entre los partidarios de continuar la guerra a todo
trance, como defendía Negrín con apoyo de los
comunistas, con la esperanza de contar con un
conflicto generalizado en Europa que se preveía inminente, y los que querían pactar
con Franco
Guerra Civil en marzo de 1939.

una paz, al menos, humanitaria. Ahora bien, Franco ya había promulgado la Ley de Responsabilidades
Políticas, a comienzos de febrero de 1939, que no daba pie a la esperanza precisamente.
En la región Centro, por tanto, ya no se combatió. El coronel Casado, jefe del Ejército del Centro, el
5 de marzo, creaba un Consejo de Defensa (compuesto de socialistas, anarquistas y republicanos) contra
el gobierno de Negrín, al que acusan de estar al servicio de los comunistas, siendo éstos perseguidos en
Madrid. Viendo todo perdido, Negrín y su gobierno abandonaban España el 6 de marzo.
Casado, naturalmente, fracasó en su negociación con el gobierno de Franco, que solo admitía la
rendición incondicional. Estos hombres cometían la ingenuidad de pensar que Franco podía pactar con
ellos. No sucedió así, y las tropas de Franco entraban en Madrid el 28 de marzo. El 1 de abril de 1939
Franco comunicaba a todo el país la finalización de la guerra.

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3. Evolución política de las dos zonas y consecuencias del conflicto.

3.1. La evolución política.

A) Evolución política de la España republicana.


La sublevación había provocado la inmediata dimisión del gobierno, dirigido por Santiago Casares
Quiroga, y el encargo del presidente Manuel Azaña a Diego Martínez Barrio para formar nuevo gobierno
(18 de julio). El fracaso de éste en sus gestiones para paralizar el movimiento insurgente le llevó a dimitir.
El 19 de julio Azaña confió a José Giral la formación de un nuevo gobierno, integrado por republicanos de
izquierda, que tomó el acuerdo de entregar armas a las milicias de las organizaciones obreras.
El día 5 de septiembre de 1936, el presidente Azaña encargó formar gobierno a Francisco Largo
Caballero, líder de la izquierda del PSOE, quien formó un primer gabinete de amplísima coalición que
integraba a nacionalistas vascos y catalanes, a los partidos republicanos, al PSOE y al Partido Comunista.
Días después, el 4 de noviembre, Largo Caballero remodeló el gobierno y tuvo lugar un hecho
excepcional
en la historia del movimiento anarquista: la participación en ese gobierno de cuatro ministros de esa
ideología. Coincidía todo ello con la ofensiva de los sublevados sobre Madrid. En esos días, a principios
de noviembre, el gobierno abandonó Madrid, gravemente amenazada por las columnas del sur,
trasladándose a Valencia.
El gobierno de Largo Caballero acometió, en los mesessiguientes, las principales reformas políticas
(continuó la reforma agraria, nacionalizó industrias…) y militares (creación del Ejército Popular). Sin
embargo, nuevos factores vinieron a complicar la situación. Largo Caballero, en efecto, tuvo problemas
con los comunistas (aumentan su protagonismo con los suministros rusos) y los anarquistas. Éstos no
renunciaron a su propia política, insistían en las colectivizaciones y ponían resistencia a integrar sus
milicias en el Ejército Popular.
Al final, las diferencias en cuanto a la política a seguir terminaron afectando al mismo gobierno.
Para unos (una parte de la CNT, la FAI y el POUM) lo esencial era la revolución proletaria que haría ganar
la guerra contra el fascismo; para otros (la mayor parte del PSOE, comunistas y la UGT) lo prioritario era
fortalecer el Estado para poder ganar la guerra.
Por tanto, la política del PCE, que era compartida por el PSOE y la UGT, consistía en mostrar una
imagen moderada, no revolucionaria, bajo el lema "primero ganar la guerra"; mientras, otras fuerzas, los
anarquistas y los miembros del POUM, entendían que había que tomar medidas revolucionarias y
colectivizadoras para poder contar con el apoyo popular que llevase a la victoria. Para ellos, para ganar la
guerra lo prioritario era poner en marcha la revolución.
Los enfrentamientos llegaron a su culminación en mayo de 1937, con combates en Barcelona
entre partidarios de ambos grupos. Como consecuencia de los sucesos de Barcelona cayó el gobierno de
Largo Caballero formándose uno nuevo dirigido por el socialista Juan Negrín (mayo de 1937).
El doctor Juan Negrín, del PSOE, partidario de la máxima unidad de las fuerzas republicanas y
apoyado en los comunistas, trasladó la sede del gobierno de Valencia a Barcelona (31 de octubre de
1937), buscando el control de las industrias bélicas catalanas.
En un intento de lograr un acuerdo con los nacionales y pactar una paz negociada, el gobierno
aprobó un documento, que se hizo público el 1 de mayo de 1938,conocido por “Los Trece Puntos de
Negrín”. Eran una oferta de paz como marco para parar la guerra, pero fueron rechazados de manera
categórica por Franco, que no estaba por negociar. Más adelante, así pudo comprobarlo el coronel
Casado

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cuando se sublevó (marzo de 1939) contra el gobierno de Negrín pensando que con ello se le abrirían
las puertas para negociar con Franco el final de la guerra.

B) Evolución política de la España nacional.


Los sublevados se definían como“nacionales”, por su defensa de la unidad de España, y terminaron
construyendo un Estado autoritario donde el poder recaía en una persona. La muerte del general
Sanjurjo en accidente de aviación, el día 20 de julio de 1936, cuando se dirigía a Burgos para encabezar
la rebelión, puso en primer plano la figura de Franco, a quien solamente podían hacer sombra figuras
como Mola, quien también fallecería al año siguiente en otro accidente de aviación.
La Junta de Defensa Nacional, creada por los rebeldes en Burgos, en julio de 1936, funcionó como
embrión de unnuevo gobierno opuesto al régimen republicano: proclamó el estado de guerra, suprimió
todos los partidos políticos del Frente Popular, restituyó las tierras a sus antiguos propietarios… Al morir
el general Sanjurjo, los militares sublevados comprendieron que necesitaban establecer un mando
único; a finales de septiembre, desaparecía la Junta de Defensa Nacional y Franco era elegido “Jefe del
Gobierno del Estado español” y “Generalísimo”, es decir, jefe supremo de todos los ejércitos sublevados.
Franco reunía la jefatura política y militar del nuevo Estado, la España nacional. Su proclamación tuvo
lugar en Burgos el 1 de octubre.
La inexistencia de una dirección clara en la Falange -preso en Alicante su líder, José Antonio Primo
de Rivera-, que sería juzgado y fusilado en noviembre, le permitió a Franco ponerse a la cabeza de la
Falange, objetivo conseguido a través del Decreto de Unificación.
El paso siguiente, en efecto, fue el Decreto de Unificación, obra de Serrano Súñer, de abril de
1937, por el que Franco se constituyó en jefe nacional del partido único que, con el nombre de Falange
Española Tradicionalista y de las JONS, fusión de falangistas y carlistas, bajo la jefatura de Franco, surgía
para agrupar las fuerzas políticas que se habían unido a la sublevación. En pocos meses, Franco reunía en
su
persona todo el poder: el Ejército, el gobierno del Estado y el partido único.
En enero de 1938 se constituyó el primer gobierno del nuevo Estado. A partir de ese momento, el
poder en todos sus aspectos radicaría en el Generalísimo, que concentraba la jefatura del Estado y la
presidencia del gobierno.
El primer gobierno de Franco constituía un agregado de las fuerzas conservadoras, compuestas
por tradicionalistas, falangistas y, sobre todo, militares.

3.2. Las consecuencias de la guerra.

Todavía sigue siendo objeto de debate las pérdidas humanas causadas por la guerra civil. Se
calcula que la cifra de muertos estaría en torno a unos 450.000, donde se incluyen las muertes
ocasionadas por la guerra y por las actividades represivas, o sea, los asesinatos en la retaguardia de
ambos bandos. Otra cifra que debe valorarse es la de los exiliados políticos. Además fueron muchas
personalidades
(intelectuales, artistas, escritores) que se perdieron para la cultura y el arte de nuestro país. El avance
cultural y educativo conseguido a lo largo de la llamada Edad de Plata de la cultura española entró en
quiebra.
En cuanto a los prisioneros de guerra, las cárceles se llenaron de personas acusadas por delitos
políticos

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Las consecuencias en el terreno económico fueron desastrosas para el país: la pérdida de
reservas tanto por el pago de las deudas de guerra como por la pérdida de oro del Banco de España que
habían sido enviadas por el gobierno republicano, la disminución de la población activa, la destrucción
de infraestructuras viarias y fabriles, así como de viviendas -todo lo cual provocó una disminución de la
producción- y la caída del nivel de renta.
Finalmente fueron muy graves las secuelas y heridas morales debido a la profunda fractura
que se creó en la sociedad española entre vencedores y vencidos. Socialmente significó la recuperación,
por la oligarquía económica, de su hegemonía política y social, la imposición de los valores
conservadores y católicos, así como la pérdida de los derechos adquiridos por los trabajadores y de la
legislación progresista de la República.
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