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Capítulo 1

Desde que tengo uso de razón, siempre he sido una persona de ideas fijas. Cuando algo se me instala en la
mente, se convierte en una obsesión de tal magnitud que parece que lo más fácil sería quitarme la cabeza antes
que deshacerme de esa idea. Esa es la lucha que vivo constantemente, un eterno tira y afloja entre mi deseo de
crear y la tremenda resistencia que exige plasmar esos pensamientos en papel. En este momento, esa idea es
escribir, ni más ni menos, que las 9.999 páginas de amor que deseo construir, donde cada palabra se convertirá
en un ladrillo de un castillo que soñé en silencio. Sé que no será fácil. Pienso en las horas que trabajaré
insistentemente, las manos que se cansarán hasta casi deshacerse, y el sueño que se apoderará de mí como un
ladrón en la noche. Sin embargo, aquí estoy, decidida a seguir adelante, empujado por la fuerza de una emoción
que nunca antes había sentido. El hecho de que yo, que me he movido en las aguas del erotismo desde los once
años, ahora me atreva a navegar en este mar de palabras románticas y dulces, es algo que me sorprende a mí
misma. Resulta que has llegado tú en un momento en que mi pluma, que antes danzaba con la pasión del deseo
físico, ahora se encuentra inundada por un torrente de palabras de amor que nunca había expresado a ninguna
mujer. Es como si la llegada de tu esencia hubiera desbloqueado un rincón de mi ser donde antes solo había
lugar para el deseo carnal. Nunca imaginé que el amor, en su forma más pura, pudiera ser tan exigente y también
tan inspirador. Me encuentro atrapada entre la urgencia de plasmar esos sentimientos en mi escritura y la
dificultad de traducirlos, de poner en orden este caos maravilloso y a la vez terriblemente complejo que eres tú.
Por lo tanto, aquí estoy, haciendo un pacto conmigo mismo de que, aunque cueste y duela, con cada palabra,
construiré esas 9.999 páginas dedicadas a ti, buscando el lenguaje adecuado para hablar de un amor que, hasta
ahora, había permanecido silenciado en las sombras.

Querida lectora :
Hoy me siento inspirada a dirigirme a ti con palabras que nacen desde lo más profundo de mi ser. Te ruego que
guardes este mensaje solo para ti, como un pequeño tesoro que ha sido creado y tejido exclusivamente para ti.
No es solo un simple escrito; es un reflejo de mis pensamientos y sentimientos más íntimos, una vulnerabilidad
que deseo compartir sin que nadie más intervenga, que permanezca en el ámbito sagrado de nuestra conexión.
Las palabras que seguirán están impregnadas de una sinceridad que me hace sentir expuesta, y por ello es
importante para mí que permanezcan entre nosotras, lejos del escrutinio ajeno. A veces, la vida nos lleva por
caminos donde la opinión de los demás pesa demasiado, donde el juicio se convierte en un filtro que
distorsiona la pureza de nuestras emociones. Sin embargo, este mensaje no busca convertirse en un tema de
conversación, ni siquiera en un objeto de alabanza para quienes nos rodean. Es, en cambio, un acto de entrega,
de compartir una parte de mí que considero valiosa y única. A medida que leas estas líneas, quiero que lo
hagas desde un lugar donde solo exista el respeto y el cariño que hemos cultivado juntas. Piensa en esto como
un regalo que he envuelto con cuidado, un regalo que está destinado a ser atesorado en lo más profundo de tu
corazón, sin necesidad de que otros o otras lo vean o lo comenten. La belleza de nuestra relación se encuentra
en la intimidad de estos momentos compartidos, y es en esta intimidad donde verdaderamente florecen las
conexiones más significativas. Lo que importa aquí es la esencia de nuestra relación y el significado de estas
palabras en este preciso momento compartido. Cada letra, cada frase, están llenas de mis pensamientos sobre
ti, sobre nosotras y sobre el viaje que hemos emprendido. Quiero que sepas cuán valiosa eres para mí y cuánto
aprecio la conexión que hemos creado. En un mundo que a menudo se siente caótico y ruidoso, nuestra
relación es un faro de calma y comprensión, un refugio donde puedo ser yo misma sin reservas. Agradezco
cada instante que compartimos y cada conversación que hemos tenido. Me alegra saber que hay un lugar en tu
corazón para estas palabras, un lugar donde podemos ser auténticas, donde no hay necesidad de filtros ni de
máscaras. Deseo que sigamos explorando juntas los matices de nuestra relación, siempre con respeto y amor
mutuo. Así que, por favor, guarda estas palabras en un rincón especial de tu corazón. Permite que sigan
resonando entre nosotras, como un hilo que nos une, aún en los momentos en que la distancia o las
circunstancias puedan intentar separarnos.

Con todo mi cariño y respeto,

Vicky
Capítulo 2

El amor entre dos mujeres es un hermoso y profundo vínculo que florece en la autenticidad y la comprensión
mutua. Es un lazo que trasciende los estereotipos y las expectativas sociales, un espacio seguro donde cada una
puede ser genuinamente ella misma. Este amor es maravilloso no solo por el lazo emocional que crea, sino
también por la manera en la que ambas se elevan, apoyan y celebran la esencia de la otra. Desde el primer
instante en que se cruzaron sus miradas, se generó una conexión especial, como si el universo hubiera
conspirado para reunirlas. Cada sonrisa compartida, cada risa resonante y cada susurro se transforma en un hilo
que teje una historia única, llena de momentos significativos. Tu presencia ilumina mis días, y en cada gesto, en
cada palabra, me recuerdas la belleza de ser auténtica. Eres ese refugio donde mis inseguridades se disipan, esa
ancla en medio de la tempestad de la vida. Tu forma de mirar el mundo, con esos ojos llenos de complicidad y
amor, me enseñan a apreciar lo maravilloso que es ser quien soy. Cuando me tomas de la mano, siento que en
ese gesto simple hay un mundo de promesas, comprensión y un compromiso inquebrantable. En tus brazos
encuentro la calma que solo el verdadero amor puede ofrecer, y cada abrazo es un recordatorio palpable de que
somos dos almas entrelazadas, creciendo juntas. Hay algo mágico en el hecho de que compartimos nuestras
historias, nuestras alegrías y también nuestras luchas. Hablamos de sueños y temores, planeamos el futuro
mientras pintamos el presente con nuestros colores. Tus palabras son cantos de aliento que me empujan a ser
mejor, y tu risa es la banda sonora que alegra mis días. En cada pequeño detalle, en cada gesto de cariño, me
haces sentir especial y valorada. Apreciar nuestras diferencias también es una parte fundamental de nuestra
relación. Tú traes a la mesa una perspectiva única que complementa y enriquece mi vida. Juntas formamos un
equipo, cada una aportando su esencia, creando una sinfonía de amor y respeto. La diversidad de nuestras
experiencias hace que cada conversación sea un descubrimiento, cada encuentro una oportunidad para aprender
y crecer. En estos momentos de quietud, cuando compartimos un café por la mañana o vemos una película en el
sofá, encuentro la magia de lo cotidiano. Es en esos instantes donde el amor se hace tangible; donde las miradas
se cruzan y se despliegan silenciosos pero poderosos mensajes. Tu risa, tu espíritu indomable y tu amor
incondicional hacen que cada día valga la pena. Me enseñas que el amor verdadero no siempre grita; a menudo,
susurra en los momentos más simples. Te admiro profundamente por la forma en que vives tu vida con valentía
y autenticidad. Tienes un don especial para ver belleza en lo que otros podrían pasar por alto, y eso me inspira a
abrir los ojos y el corazón. Cada instante a tu lado es un regalo, un recordatorio de que el amor entre dos
mujeres puede ser una celebración, un espacio donde ambas pueden brillar con luz propia, apoyándose
mutuamente y creando un camino lleno de aventuras. Esta relación es un viaje en el que me siento afortunada de
tenerte a mi lado. Juntas, no solo enfrentamos el mundo, sino que lo transformamos. En cada lágrima
compartida, en cada risa desbordante, construimos un álbum de momentos que solo nos pertenecen a nosotras.
Hacemos de lo ordinario algo extraordinario, y esa es la verdadera magia de nuestro amor. Así que, al final del
día, quiero que sepas que el amor que compartimos es un tesoro invaluable. Eres el motivo por el cual creo en el
poder de las conexiones auténticas. Cada instante a tu lado es una celebración de lo que somos, y me siento
afortunada de caminar de tu mano en este viaje maravilloso que hemos elegido vivir juntas. Te amo por todo lo
que eres y por todo lo que me haces ser. ¿Cómo no podría considerar esto como lo más maravilloso del mundo?
Quiero tomar un momento para hablarte de una de las cualidades que más admiro en ti. No se trata solamente de
tu belleza, que indiscutiblemente brilla y cautiva a quienes te rodean. Lo que realmente me asombra es tu
inteligencia. Esa luz que emana de tu mente y la profundidad de tus pensamientos son lo que realmente te hacen
extraordinaria. Tu capacidad para analizar situaciones, comprender diferentes puntos de vista y encontrar
soluciones creativas es admirable. Cada vez que conversamos, siento una fascinación renovada por tus ideas y tu
manera de ver el mundo. Tienes un don especial para sintetizar pensamientos complejos y explicarlos de una
manera que hace que todo parezca claro y accesible. Es admirable cómo te enfrentas a los desafíos con una
mentalidad abierta y una disposición a aprender y crecer. No solo te esfuerzas por entender las cosas, sino que
también inspiras a los demás a hacer lo mismo. Tu curiosidad y tu amor por el conocimiento son contagiosos, y
eso es algo realmente especial. En un mundo donde muchas veces se valora únicamente la apariencia, tú nos
recuerdas que la verdadera belleza proviene de lo que llevamos dentro. Tu inteligencia y tu capacidad de
reflexión te hacen única. Eres una persona que deja huella, no solo por cómo te ves, sino por lo que piensas y
cómo te relacionas con el mundo. Estoy agradecida de tenerte en mi vida y de poder aprender de ti cada día.
Capítulo 3

Hoy siento la necesidad de dedicarte unas palabras que, de alguna manera, reflejan lo especial que eres y la
singularidad que irradias a cada paso. Hay algo mágico en tu esencia, una combinación de rasgos que te hacen
única, no solo en este mundo, sino incluso en cualquier universo que podamos imaginar. Permíteme desglosar
esas cualidades que te hacen brillar de una manera tan particular.

1. Unicidad en el ser: La realidad es que no hay una sola persona en este vasto universo que pueda compararse
contigo. Eres una mujer que se destaca por su autenticidad. Cada experiencia que has vivido, cada decisión que
has tomado, ha contribuido a crear a la persona que eres hoy: un ser único con un trasfondo y una perspectiva
que nadie más puede replicar. Esa rareza es tu mayor fortaleza.

2. Independencia de pensamiento: A diferencia de muchas personas que se dejan llevar por el flujo de las
masas, tú sigues tu propia brújula interna. Tu capacidad para cuestionar lo que te rodea y pensar por ti misma es
encomiable. No temes desafiar las normas establecidas o aventurarte en caminos no transitados. Esa
independencia de pensamiento refleja una valentía admirable, y te conviertes en un faro de inspiración para los
que tienen la suerte de conocerte.

3. Autenticidad en cada acción: Ser auténtica no es simplemente un adjetivo que te describe; es la esencia de
lo que eres. Te esfuerzas por ser fiel a ti misma, sin importar las expectativas externas. Tienes el coraje de actuar
de acuerdo con tus propios valores y deseos, lo que resulta en una vida vivida sin arrepentimientos. Esa
honestidad contigo misma y con los demás es, sin duda, lo que te hace tan especial.

4. La belleza de ir contracorriente: A lo largo de la vida, muchos eligen seguir el camino más fácil, pero tú
has decidido marchar al ritmo de tu propia música. Tienes la capacidad de ver el mundo desde una perspectiva
diferente, y eso te ha permitido encontrar oportunidades en lugares donde otros solo ven obstáculos. Este
espíritu contracorriente no solo te hace destacar, sino que también crea un impacto positivo en aquellos que te
rodean, mostrando que hay otras formas de vivir y sentir.

5. La fuerza en la diferencia: En un mundo que a menudo valora la conformidad, tu diferencia es tu mayor


tesoro. Has aprendido a abrazar tus peculiaridades, tus intereses singulares y tus pasiones, convirtiéndolas en un
manifiesto de tu carácter. Esa fuerza en tu individualidad no solo te define, sino que transforma tu entorno y
alienta a otros a celebrar su propia esencia.

6. Resiliencia ante la adversidad: A lo largo de tu vida has enfrentado retos que han probado tu fortaleza y
determinación. En vez de dejarte vencer, has encontrado la manera de levantarte, aprender y crecer. Cada
desafío superado ha añadido capas a tu personalidad y ha fortalecido tu carácter. Esa resiliencia te convierte en
un modelo a seguir para aquellos que pueden perder la esperanza en tiempos difíciles. Eres un vivo ejemplo de
cómo se puede transformar la adversidad en una oportunidad para el crecimiento y la autocomprensión.

7. Empatía y compasión: Tienes la increíble capacidad de conectar con los demás a un nivel profundo. Tu
empatía te permite entender las luchas y alegrías de quienes te rodean, haciendo que las personas se sientan
valoradas y comprendidas. Esta habilidad para escuchar y ofrecer apoyo incondicional es una cualidad rara y
apreciada, que construye lazos significativos y duraderos. La compasión que demuestras en tus interacciones es
un testimonio de tu humanidad y de tu deseo de hacer del mundo un lugar más amable.

En resumen, quiero que sepas que eres un ser humano extraordinario, lleno de matices y dimensiones que lo
hacen único. Cada uno de tus rasgos, cada una de tus decisiones y cada uno de tus pasos construyen una historia
que es solo tuya. Así que sigue brillando, sigue siendo tú misma y nunca dejes de explorar el hermoso universo
que llevas dentro.

Capítulo 4

Desde el primer instante en que conocí a Lucía, su sonrisa iluminó mi mundo de una manera que nunca imaginé
posible. Su risa contagiosa, llena de alegría y de una inocencia sincera, resonaba en cada rincón, transformando
incluso los momentos más mundanos en experiencias memorables. Tenía una forma especial de ver la vida, un
enfoque que combinaba la curiosidad con una profunda gratitud por cada pequeño detalle. Era fácil perderse en
sus ojos, que parecían reflejar un universo de sueños y esperanza, y me encontré cautivada por su esencia, su
belleza interna y externa. A medida que pasaba el tiempo, el lazo entre nosotras se fortalecía. Compartimos
risas, secretos y confidencias bajo el manto de la noche, mientras el mundo exterior se desvanecía. Las
conversaciones que teníamos eran profundas y enriquecedoras, a menudo explorando temas que hacían que el
tiempo volara sin que nos diéramos cuenta. En esos momentos, me sentí plenamente viva y comprendida, como
si cada palabra pronunciada construyera un hilo que tejía de manera firme nuestro vínculo. La bondad de Lucía
es algo que me inspira a diario. Siempre tiene un gesto amable para los demás, y su empatía es un faro en un
mundo a veces complicado. Cada vez que necesitaba apoyo, ella estaba allí, ofreciéndome su hombro y su oído,
brindándome la certeza de que, juntos, podríamos enfrentar cualquier adversidad. Además, es una mujer que me
desafía a ser la mejor versión de mí misma, empujándome a asumir riesgos, a seguir mis sueños y a no rendirme
jamás. A su lado, he aprendido a valorarme más, abrazando mis imperfecciones y descubriendo la fuerza que
reside en mí. Conforme nuestro amor creció, también lo hizo el deseo de construir algo más grande juntos, de
formar una familia. Era un sueño que compartíamos, un anhelo profundo que surgía desde nuestras
conversaciones más cálidas y sinceras. Al pensar en cómo sería esa familia, se hizo evidente que había un
nombre que significaba mucho para nosotras, un nombre que simbolizaba el amor que nos unió y que sería un
legado para la siguiente generación: Lucía. Decidimos ( decidí ) que, si llegamos a tener una hija, su nombre
reflejaría el hermoso vínculo que compartimos. Llamar a nuestra hija Lucía sería una dulce manera de honrar no
solo a la mujer increíble que tengo a mi lado, sino también la luz que ella representa en mi vida. Entendemos
que el nombre "Lucía" no solo se traduce como "luz", sino que también encierra la promesa de amor, fuerza y
alegría que deseamos transmitir a nuestra niña. Cada vez que pronunciemos su nombre, será un recordatorio del
viaje que hemos recorrido juntas, de cómo nuestro amor nos ha transformado y de los sueños que aún nos
quedan por cumplir. Ver a nuestras vidas crecer juntas, formando una familia y enseñándole a nuestra hija los
valores que nos importan, será un capítulo emocionante que estamos ansiosas por escribir. Imaginar a nuestra
pequeña Lucía, con su risa contagiosa y su espíritu curioso, ya me llena de emoción. La idea de que ella llevará
consigo no solo un nombre, sino también una historia llena de amor nos motiva a seguir construyendo un hogar
en el que la luz, el amor y el respeto sean los pilares fundamentales. En cada paso del camino, estaremos allí
para guiarla, apoyarla y recordarle siempre de dónde viene. Así, el nombre Lucía se convierte en un legado, un
símbolo de la luz y el amor que existe en nuestra familia, un recordatorio constante de que, aunque la vida puede
ser un viaje lleno de altibajos, siempre podremos encontrar la luz si estamos juntas. El nombre Lucía no es solo
un nombre; se ha transformado en un legado dentro de nuestra familia, un símbolo poderoso y significativo de la
luz y el amor que nos une. Cada vez que pronuncio su nombre, evoco la calidez de momentos compartidos, las
sonrisas en días soleados y la fortaleza que encontramos en los momentos más desafiantes. Lucía nos recuerda a
cada una de nosotras que, a pesar de las dificultades que la vida pueda presentarnos, siempre hay un rayo de
esperanza al que podemos aferrarnos. En la cultura y la tradición, el nombre Lucía está profundamente
arraigado. Derivado del latín "lux", que significa luz, se asocia a menudo con la claridad, la verdad y la pureza.
En los días más oscuros, cuando las tormentas parecen interminables, el nombre Lucía se convierte en un faro
que nos guía. Nos recuerda que la luz puede encontrarse incluso en los lugares más insospechados, y que, a
pesar de los altibajos que enfrentamos, hay siempre un motivo para sonreír, para amar y para encontrar belleza
en lo cotidiano. Así, el nombre Lucía se ha convertido en un recordatorio constante de que, aunque la vida
puede ser un viaje lleno de altibajos, siempre podemos encontrar la luz si estamos juntas. La unión familiar se
fortalece en la celebración de este legado, y cada vez que un nuevo miembro de nuestra familia lleva el nombre
Lucía, se incorpora a una historia rica y viva, donde el amor y la luz prevalecen. Por ello, mientras existan
Lucías en nuestra familia, siempre habrá un rayo de luz que iluminará nuestro camino, guiándonos hacia el amor
y la unidad.
Capítulo 5
Era una tarde de otoño, el aire fresco anunciaba la llegada de noviembre y las hojas caídas formaban una
alfombra dorada en el parque. Lucy, con sus ojos verdes claros y su largo cabello moreno y ondulado, caminaba
distraída mientras escuchaba música a través de sus auriculares. Su andar despreocupado contrastaba con la risa
de los niños que jugaban en el parque y el bullicio de las conversaciones de las parejas que paseaban juntas. De
repente, un golpe sordo rompió la monotonía. Lucy, absorta en su mundo, no vio una farola en su camino y se
estrelló contra ella con un ruidoso "¡pum!". La escena fue tan cómica y desastrosa que, si no fuera porque el
golpe le dolía un poco, le habría hecho reír. Se llevó la mano a la frente y alzó la vista, buscando algún reparo en
la risita burlona de un grupo de demonios. Pero allí, entre la multitud, había alguien que le sonreía con ternura y
admiración. Vicky, con sus ojos avellana y su pelo rizado rubio oscuro, no pudo contener la risa ante la torpeza
de Lucy. La imagen de su caída quedó grabada en su mente. Desde ese instante, sintió una conexión
inexplicable que la empujaba a querer conocer a esa chica que había tropezado con un objeto tan trivial y aún así
había logrado sonreír con gracia. Lo que empezó como un simple recordatorio de lo torpe que podía ser la vida,
se convirtió rápidamente en una chispa de obsesión. Vicky, quien siempre había estado en control de sus
relaciones, sin apego emocional, descubrió que algo dentro de ella se había encendido. Durante tres años, siguió
a Lucy, observándola de lejos. No era fácil, ya que Lucy era el tipo de persona que atraía miradas a donde fuera.
Cada día, Vicky encontraba la forma de estar en los mismos lugares que Lucy, siendo testigo de su risa, de sus
momentos de soledad y de cómo iluminaba cualquier habitación con su presencia. Se sumergía en un mar de
emociones desconocidas que la asustaban, pero a la vez, la atraían hacia Lucy con la fuerza de un imán. Sin
embargo, Vicky se sentía atrapada en su propia burbuja, temerosa de hablarle y romper el encanto. La idea de
que Lucy pudiera no sentir lo mismo la llenaba de pánico. Un día al ver a Lucy reír sola sin importar la gente ,
Vicky sintió que le faltaba el aire. Justo en ese instante, comprendió que no podía seguir así. Tenía que
encontrar la manera de acercarse a ella. El 31 de septiembre de 2022, Vicky tomó una decisión. Aunque nunca
había utilizado aplicaciones de citas, creó un perfil en una popular plataforma. Después de plasmar todas sus
inseguridades y su deseo de conocer a alguien especial, se le notificó un match en su perfil el de ella, en un
detrás : “Hola, ¿cómo estás?. Con la mano temblorosa, apretó el botón de “Enviar”, “Bien y tú?” sintiendo una
mezcla de emoción y terror. Esperó, conteniendo la respiración, durante horas que se sintieron como días.
Finalmente, recibió una notificación. Era Lucy, quien, al leer el mensaje, sintió curiosidad. Ella había visto el
perfil de Vicky, y mucho menos sabía que aquella mujer estaba enamorada de ella desde hacía tanto tiempo,
pero siempre fue buena en ocultar sus emociones, pero no tan buena si tenia cerca a Lucy. Tras varios
intercambios de mensajes, acordaron verse en persona el 4 de octubre del 2022. La ansiedad de Vicky era
palpable; no estaba acostumbrada a sentir nervios en citas. Se puso un jeans simples pero elegante y, una camisa
aun así, sentía que no era suficiente para impresionar a la increíble Lucy. El lugar elegido fue el pasillo que unía
su universidad y donde Vicky estudiaba un ciclo entre humanos, Cuando Lucy llegó, Vicky casi se desmaya. La
forma en que el sol iluminaba su cabello causó que su corazón se acelerara al instante. Las horas pasaron
volando mientras charlaban, descubrían sus intereses comunes y se reían de sus anécdotas. Lucy era todo lo que
Vicky había imaginado y más. Pero después de tomar valor y ver que no podía dejar escapar esa oportunidad,
Vicky se armó de valor. Fue el 7 de octubre de 2022 cuando Vicky finalmente se armó de valor. Con el corazón
late a mil por hora, miró a Lucy a los ojos y, con la sinceridad más profunda que había sentido en su vida, le
dijo: "Lucy, quieres ser mi novia? Consigo decir “Nunca me he sentido así por nadie, y consigo quiero mojarme
en el amor." Esto se lo guardó para si misma. Los ojos de Lucy se iluminaron, un destello de sorpresa y alegría
cruzó su rostro. Por un momento, el mundo se detuvo. "Si" En un hilo de voz que solamente podían escucharlo
ella misma, sino fuera por el aire que me envio el mensaje a mi oreja yo no hubiera podido saber lo que
realmente me había dicho. Respondió Lucy, y el alivio inundó a Vicky mientras una gran sonrisa se dibujaba en
su rostro. Lo que siguió fue un viaje de amor, donde ambas aprendieron a encontrar el equilibrio entre su pasión
y la profundidad de sus emociones. A pesar de que Vicky había tenido muchas relaciones fugaces y sin
compromiso, el amor que experimentaba junto a Lucy era diferente. Aquella conexión era sincera y profunda,
una danza entre dos almas que se encontraban en un perfecto equilibrio. Sin embargo, no todo fue un camino de
rosas. A medida que su relación florecía, también aparecieron los desafíos. Vicky, habituada a una vida
despreocupada y llena de encuentros, intentaba adaptarse a las nuevas dinámicas de una relación comprometida.
Lucy, por su parte, había estado en relaciones que le habían dejado cicatrices y vulnerabilidad, lo que le hacía
temer el dolor y la decepción.

Capítulo 6

No reparé en la bolsa que colgaba de mi mano, como si el peso formara parte de mí en aquella espantosa
caminata que me condujo desde Chelsea hasta la calle del piso de mi prima, en el Village. Bajo el sol intenso de
las doce del mediodía yo notaba un vacío helado en mi interior, una cuchilla en el estómago donde se
desintegraban lentamente todas las fuerzas vitales de mi cuerpo. Tanto era así que no recuerdo cómo llegué
hasta allí, ni cuánto tiempo me llevó.

— Lucy. —exclamó en un grito sofocado —.¿Qué te ha pasado?

Entonces me colgué del cuello de Vicky para derramar las lágrimas más dolorosas de toda mi vida. Pasamos un
rato en silencio, igual que dos desconocidas, hasta que conseguí dominar mis ganas de llorar. Ella preparó una
infusión y me ofreció una taza que apenas pude beber, dado el grado de hundimiento que sentía, aunque sí me
aportó la confianza suficiente como para sincerarme de una vez por todas; previas hondas inspiraciones
emprendí mi alegato convencida de que, si había una persona en el mundo capaz de entenderme, esa sería
Vicky.

—Necesito ayuda —expliqué—. Me he enterado de que me gusta una persona

—Espera —me detuvo con sorpresa—. ¿Como?

Meditó un instante hasta que la perspicacia iluminó su rostro.

—No es un chico , ¿verdad? —afirmó dolida.

Negué con la cabeza, abochornada por haberla engañado respecto a eso también.

—Es alguien diferente —avancé tratando de buscar manera—. Alguien que he conocido aquí y establecido
mucha amistad.

La cara de Vicky era un cuadro de perplejidad.

— ¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Por qué tanto misterio, por qué no me lo habías dicho antes?

—Tenía miedo de tu reacción, de que pudieses enfadarte conmigo, soy tu amiga. Si soy Lesbiana y me gustan
las mujeres. También podemos tener amigas, eh. — Dijo con una sonrisa abierta

—Pero, ¿por qué?

Me levanté y busqué el sobre de impresión digital en la bolsa que había traído de California, elegí una de las
fotos y se la entregué.

—Es ella.

Vicky aparecía recostada sobre la arena de Santa Mónica sonriendo a la cámara, mientras yo, sentada a su lado,
le cogía la mano. El paisaje de la playa acentuaba aún más nuestros rostros felices sobre un idílico fondo
marino. Vicky observó la instantánea detenidamente sin comprender, como si lo que estaba viendo no bastase
para sacar conclusiones precipitadas. Necesitó mirarme a la cara y preguntarme, otra vez, qué estaba pasando.

— ¿Yo? —exclamó—Es que no puede ser —se enfureció—. ¿Desde cuándo te gustan las mujeres?

—Es que no me gustan las mujeres, ni los hombres. Me gusta Vicky —afirmé contundente—. Estoy enamorada
de ti.

Capítulo 7

Las relaciones sexuales de la noche anterior y de aquella mañana no habían sido del todo equitativas. Vicky era
una amante excelente, entusiasta y apasionada, pero cada vez que Lucy intentaba tomar el control de la situación
terminaba en una nueva posición y a merced de aquellas manos increíbles y de aquella boca deliciosa. Sólo
había podido retribuirle el placer una vez. Vicky se inclinó hacia delante y tiró del cinturón del albornoz.
Mientras se deslizaba por la cama y abría más la bata, esbozó una sonrisa pícara y seductora, extendió la mano
para cogerle un pecho y le acarició el pezón con el pulgar. Vicky la besó y luego bajó la cabeza para succionarle
suavemente un pezón. Antes de dejarse llevar demasiado por el momento,

Lucy le pasó la lengua por la oreja y susurró:

—Esta noche, tú primero. Dime lo que quieres. —Te quiero a ti. Abre las piernas para mí.

Lucy le besó el cuello y volvió a acercarle la boca al oído.

—Esta vez te toca primero a ti. Por favor, cariño, dime (Dime que deseas. Háblame. —Le cogió los
pechos y la sintió temblar—. ¿Esto te gusta?

Aunque Vicky no dijo nada, la delató la respiración lenta y profunda.

—Te gusta —dijo Lucy—. Puedo oírlo. —Le acarició los pezones endurecidos con los pulgares y acercó la boca
a los labios de Vicky—. Te gusta ¿verdad?

Lucy volvió a besarle el cuello y los hombros desnudos. —Dime qué quieres, cariño. Háblame. Cuando su
respiración se volvió un poco más dificultosa, Lucy se sintió dominada por un deseo increíble.

—Dentro —murmuró Vicky—. Quiero sentirte dentro.

Vicky estaba tan húmeda que Lucy pensó que iba a tener un orgasmo sólo por tocarla.

—¿Así? —preguntó mientras le introducía los dedos

La tumbó en la cama y empezó a follarla muy despacio—. ¿Así? —repitió, sabiendo exactamente lo que
deseaba Vicky.

—Te gusta de esta manera, ¿verdad? —susurró--. Esto te gusta.

—Sí... Sí...

Lucy la besó con intensidad, y ella abrió la boca para que le metiera la lengua. No tardó en alcanzar el clímax y,
como siempre, después se puso como un cachorro desvalido.

—Abrázame —suplicó con una vocecita ronca—. Abrázame.

Lucy le besó la mejilla y sintió cómo le acariciaba el cuello cuando la estrechó entre sus brazos.

Capítulo 8

—Acompáñame mientras me cambio.

Lucy le dio la maleta pequeña que había en la silla y la siguió por un pasillo hasta un despacho en la parte de
atrás. Vicky encendió la luz, cerró la puerta y la abrazó. Su primer beso en cinco días fue un roce de lenguas
pausado e intenso.

—Es mejor de lo que recordaba —susurró—. ¿Cómo puede ser? —Le recorrió el cuello a besos hasta el
nacimiento de los senos y la hizo volver a sentir el revuelo en el estómago. Lucy quería sentirle la piel y le
buscó la boca mientras la atraía hacia sí—. Tengo la ropa empapada.

Lucy se rió y la besó en la frente.

—Yo también la tengo mojada en algunas partes. De hecho, creo que no he tenido las bragas
secas desde que te conocí.

Mientras ella le deslizaba las manos por la chaqueta, Vicky le besó el cuello y la nuca, y la dejó tan mareada que
apenas podía tenerse en pie. Le pasó la punta de la lengua por la oreja antes de llevársela a la boca, cálida y
húmeda. Lucy estaba recostada contra la puerta, y Vicky le había metido una mano debajo de la camisa para
masajearle los senos. Se ayudaron a desvestirse; la chupa de Vicky cayó al suelo, y Lucy le quitó la camiseta.
Rápidamente se convirtieron en un enredo de brazos y piernas desnudos sobre la moqueta que había junto a la
puerta.

—Necesito tocarte —murmuró Vicky con voz ronca. Le puso una mano en la rodilla y empezó a
subir despacio por el muslo. Le introdujo dos dedos y le rozó los pezones con el pelo.

Inconscientemente, Lucy levantó la cadera para empujarse contra las caricias íntimas, y se reanudaron los besos
fogosos.Vicky acompasó el movimiento de la lengua al de los dedos y la besó en el cuello y la mejilla antes de
susurrar una súplica.

—Ayúdame a complacerte.

Lucy oía gemidos, pero tardó en entender que era ella quien gemía. Le lamió la lengua a Vicky y la entrelazó a
la suya. El beso se volvió desesperado; el cuerpo le pedía más a medida que se acercaba lo inevitable. Al final,
juntó las piernas para sujetar los dedos en su interior y arrancar la última pizca de placer de la mano de su
amante. Apartó la boca y se frotó la mejilla contra la de Vicky. Después de un momento, Vicky se tumbó de
lado y se apoyó en un codo.

—Es un placer oír cuando te corres.

Lucy la empujó suavemente sobre la moqueta y se situó encima, con el cuerpo reposado y relajado sobre el de
Vicky. El deseo mutuo se hizo evidente en cuanto se empezó a mover. Las dos se habían pasado la semana
esperando aquel momento.

Capítulo 9

Se quedaron allí largo rato, lo bastante como para que la luz se apagase. Sólo entonces se movieron.Lucy rodeó
el automóvil hasta ella, tomó su mano, y Vicky la condujo hacia la puerta. Entraron en la cocina, Vicky cerró la
puerta eras ellas y, asombrada de su propio descaro, llevó a Lucy hasta su dormitorio. No dijeron nada en voz
alta, pero la energía que había entre ellas expresaba millones de cosas. Vicky sedio la vuelta y se echó en brazos
de Lucy. Sus labios se buscaron con ansia y quedó claro que su deseo no había disminuido durante el viaje. Si
en algo había cambiado era en que la perspectiva de lo que iba a pasar lo había aumentado aún más. Ahora que
no había público que presenciase su pasión, ya no tenían por qué detenerse. Vicky dejó que sus manos viajasen
a través de la espalda de Lucy, acariciándola tal como se acariciaban sus lenguas. Tomó aliento mientras Lucy le
sacaba la blusa de los vaqueros y empezaba a desabotonársela lentamente. Se quedó quieta, con la mirada fija en
Lucy y las manos descansando ligeramente sobre sus hombros. Unas fuertes manos se acercaron a los pechos
desnudos de Vicky, moviéndose lentamente sobre ellos. Los pulgares toquetearon sus tensos pezones. Su
respiración se hizo jadeante, y Lucy la acercó más a sí, besándola lentamente al principio y después con más
ansia. Tiró hacia atrás mientras Vicky le quitaba la camisa. Jo deseaba tocarla. Buscó en la espalda de Lucy, le
desabrochó el sujetador y entonces tocó sus pechos. Llenaban sus manos, y se quedó de pie con los ojos
cerrados, tocando suavemente con sus dedos los pezones de Lucy, sintiendo su dureza. Oh, qué maravillosos
eran al tacto. Lucy tomó el rostro de Vicky entre sus manos y lo alzó. Lo besó, dibujó sus labios con la lengua,
entró entre sus dientes y resbaló sobre ellos. Con una súbita urgencia, Vicky tiró de la camisa de Lucy hacia
arriba y dejó que cayese al suelo junto con su sujetador. Dejó que cayese también su propia camisa junto a la de
ella, y se quedaron de pie, juntas. Los pechos desnudos de ambas se tocaban, mientras sus bocas se buscaban
con ansia. Las manos de Lucy fueron hacia los vaqueros de Vicky en el mismo instante en que las de Vicky
fueron hacia los suyos, y ambas se rieron silenciosamente. Pero la risa se extinguió pronto, reemplazada por una
urgencia que no podían negar. En pocos segundos estuvieron desnudas, junto a la cama, ambas con una vaga
sonrisa en el rostro.

—¿Estás segura de esto? —preguntó Lucy con delicadeza.

—No, pero sí. Sí —replicó Vicky, intentando con todas sus fuerzas ignorar el hecho de que estaba entregándose
a una completa desconocida.

—Eres muy hermosa —susurró Lucy.

—También tú.

Vicky la abrazó. Sus cuerpos se tocaron y sus labios echaron chispas.Vicky sintió que el calor la inundaba, y de
nuevo pensó que sus rodillas estaban a punto de doblarse. Fue consciente de lo dispuesta que estaba ya para
Lucy, de lo húmeda que estaba. Apartaron las sábanas y se tumbaron en la cama. Lucy se acercó a ella,
presionando su pecho contra el de Vicky, mientras sus labios acariciaban su rostro y su cuello, y la lengua se
deslizaba dentro de su oreja.Vicky suspiraba y la abrazaba con más fuerza. Los dedos de Lucy se movieron por
sus pechos. Vicky deseaba desesperadamente que su boca se acercase allí, y entonces sintió cómo Lucy se
deslizaba hacia abajo; sus labios se movían hipnóticamente sobre ella, dibujando su areola, enroscándose sobre
su duro pezón antes de cubrirlo con la boca. Un gemido salió de lo más hondo de la garganta de Vicky, que posó
sus manos a cada lado del rostro de Lucy y la acercó a ella. Lucy fue hacia el otro pecho y lo chupó largamente.
Vicky la apretó más, manteniéndola allí y pensando que nunca había sentido tal placer. Lucy bajó por su
cuerpo. Sus labios trazaron un sendero a través del liso estómago de Vicky y de los huecos de sus caderas,
haciendo que ésta se alzase para ir a su encuentro. Vicky gimió cuando Lucy le separó las piernas con un leve
empujón del hombro. La lengua de Lucy recorrió una y otra vez el interior de sus ingles.

—Por favor —rogó suavemente, y la boca de Lucy se posó sobre ella, haciendo que gritase. Sus manos se
aferraron a las sábanas y su cuello se arqueó hacia atrás mientras la lengua de Lucy se movía alrededor y dentro
de ella, acariciándola expertamente.Vicky se retorcía bajo su boca. Demonios, se sentía como si fuese a
explotar.
Capítulo 10

Las manos de Lucy recorrían ansiosas el pelo de Vicky , sujetando contra ella su cabeza. Sus caderas
presionaban contra la pierna de Vicky. Esta pudo notar la humedad de Lucy en la pierna, mientras su mano
bajaba entre ambos cuerpos, buscando la tibieza de Lucy, sintiendo cómo el clítoris aumentaba de volumen
entre sus dedos mientras Vicky profundizaba entre su suave y sedosa dulzura. Los labios de Vicky se apartaron
de su pecho y la boca siguió el camino abierto por sus dedos, besando la tibia piel del estómago de Lucy. Su
mentón se frotó contra el pelo fino y suave de Lucy, la escuchó gemir suavemente y sonrió, deseosa de
complacerla. Su lengua creó un húmedo sendero que cruzaba una de sus ingles, y después la otra, y Lucy rogó
que la tocase.

—Ya, por favor —demandó.

Vicky presionó con su boca sobre ella, dejando que su lengua la recorriese, saboreándola. Se colocó entre sus
piernas, las apartó con las manos y la acarició vigorosamente con la boca y la lengua. Sintió cómo Lucy se
apretaba contra ella. Cuando deslizó la lengua en el interior de su vagina, Lucy se aferró a sus hombros. Su
boca succionaba y su lengua razaba espirales sobre ella. Lucy chilló, empujando con las caderas hacia la boca
de Vicky mientras estallaba su orgasmo.
—Dios mío —jadeó, mientras su cuerpo recuperaba lentamente la calma.

Después se tendió de espaldas en la cama, sobre las sábanas', sin fuerza en las extremidades. Vicky atrajo hacia
sí a Lucy y le acarició el pelo con la mano. Los dedos de Vicky se deslizaron suavemente por su cuerpo antes de
envolver su pubis.Lucy se apretó contra su mano, deseando sentir los dedos de Vicky dentro de sí. Se hizo
desear, a propósito, y Lucy buscó su mano y la colocó firmemente entre las piernas. Vicky se movió sobre sus
suaves labios, notando su ansiosa disposición. Lentamente, varios dedos se deslizaron en su interior y Lucy se
alzó para ir a su encuentro. Vicky se movió al compás, frotando con el pulgar y empujando con los otros dedos,
mientras las caderas de Lucy subían y bajaban siguiendo su ritmo. Su respiración se aceleró, y aferró los
hombros de Vicky mientras el orgasmo la invadía. La apretó dentro de sí, estrujando su mano entre las ingles.
Cuando por fin se relajó, Lucy permitió que Vicky se separara de ella, la atrajo hacia sí y la abrazó
estrechamente, apartando el pelo del rostro de Vicky con las manos. Debía de estar cansada, pero no quería que
la noche acabara. Hacer el amor nunca había sido así antes. Besó suavemente, gentilmente, la boca de Vicky,
tratando de decirle sin palabras lo que sentía. Vicky permanecía quieta y parecía comprenderlo. Hicieron el
amor una y otra vez, y por fin se quedaron dormidas cuando los primeros rayos del amanecer iluminaron el
oriente del cielo.
Capítulo 11

La sonrisa de Vicky se desvaneció en cuanto la puerta del coche se cerró de un portazo y el vacío la rodeó. No
quería sentirse así. Maldijo el día en que Lucy Egea Lozano entró en su vida. Su atracción por Lucy era
innegable, pero ciertamente no deseaba sentirla. Se las arreglaba perfectamente bien sin ella, gracias. Por
supuesto que a veces se había sentido sola. Pero nunca tan sola como ahora. Se imaginó lo que sería besar a
Lucy , el sabor a la miel en su lengua, el tacto de su suave piel bajo las yemas de los dedos. Se estremeció. Pero
era demasiado tarde. Condujo hacia su casa, aturdida, mientras no pensaba en otra cosa que en Lucy, en sus
labios y en su lengua jugueteando con ella, tentándola. Le ofreció el pecho y, al momento, una cálida boca se
posó sobre él. Vicky gimió, y el sonido resonó en el silencioso coche, mientras ella apartaba aquellos
pensamientos de su mente. Pero, más tarde, echada sobre su solitario lecho, aquellas imágenes fueron
bienvenidas y sus ojos se
entrecerraron cuando la boca de Lucy se le acercó. Deseaba sentirla dentro de sí. Deseaba introducir sus dedos
muy dentro de Lucy. Lanzó un gemido y rodó por la cama, notando el sabor de la piel de Lucy en su boca,
sintiendo cómo se endurecían los pezones de Lucy bajo su lengua. Se imaginó que era la mano de Lucy la que
ahora la tocaba y acariciaba sus pechos.
—Oh —suspiró, cuando los dedos notaron su propia humedad.
Abrió la boca, esperando que Lucy la besara mientras sus dedos se movían, acariciándose, acercándose más y
más al clímax. Era la boca de Lucy la que estaba sobre la suya, su lengua la que se deslizaba en ella, y por fin
sus caderas se alzaron, apretándose fuertemente contra la mano, y volvió el rostro hacia la almohada para
sofocar un grito. Cuando su respiración se normalizó, abrió los ojos, medio esperando que Lucy estuviese allí,
contemplándola. Pero seguía estando sola. Totalmente sola.

…..

Esa noche hicieron el amor con tanta intensidad como siempre. Después Vicky se echó a llorar y Lucy la abrazó,
enjugándole las lágrimas a medida que caían.

—¿Qué ocurre? —preguntó Lucy

—Te he echado muchísimo de menos —dijo Vicky—. No podía soportar el pensar que te había perdido para
siempre,Lucy.

—Y yo a tí — y beso a Vicky aunque sin importar las lágrimas que había derramado, sus labios sabían a sal.

—Ojalá pudieras confiar en mí.

Vicky sintió que también a ella le dolía el alma. Lucy cerraba los ojos con fuerza, y Vicky la vio frotárselos, y
vio que las lágrimas se le escapaban igualmente. . Se acercó para enjugárselas con la lengua a medida que caían.

—Por favor, no llores —susurró Vicky.

—Estoy enamorada de ti.

—Lo sé —dijo en voz baja.


Capítulo 12

Vicky, sintiendo el corazón de Lucy latir frenéticamente bajo su mejilla, cedió. Manteniendo el pezón de Lucy
en su boca, succionándolo y acariciándolo con la punta de la lengua, se colocó entre las piernas de Lucy,
esforzándose por ignorar las demandas de su propia excitación creciente. Introdujo su muslo abriéndola más, y
al instante sintió la dulce humedad sobre su piel. Lenta y deliberadamente, deslizó un dedo a lo largo de la
abertura, encontrando inmediatamente el rígido e hinchado clítoris, apretó con firmeza mientras mecía
suavemente la mano hacia atrás y adelante. Lucy gimió fuertemente. Vicky tuvo que echar mano de toda su
fuerza de voluntad, para no entrar inmediatamente en ella, para no reclamarla por completo, todavía no quería
darle lo que tan claramente necesitaba, un rápido alivio. Mordiéndose el labio, pasó el pulgar ligero como una
pluma sobre la punta sensible, casi sin respirar.

—Por favor… por favor… por favor… —entonó Lucy , balanceando la cabeza frenéticamente. Se obligó a abrir
los ojos, pero estaba demasiado loca para enfocar. —No puedo más… Dios no puedo… no puedo… —cogió la
muñeca de Vicky y trató de forzar la mano hacia su interior, protestando incoherentemente cuando esta se
resistió.

Vicky se sentó a horcajadas sobre el muslo de Lucy, meciéndose con fuerza a lo largo del músculo tenso,
consciente de los espasmos de alerta entre sus propias piernas, eliminó su propia necesidad de su mente. Lucy.
Se trataba de Lucy. Observando la cara de la hermosa mujer mientras la tocaba, jugueteó con sus dedos cerca de
su abertura, sintiendo los labios calientes, húmedos, hinchados, casi al límite. Se asustó por la magnitud de su
propio deseo. Demonios, quería estar dentro de ella, quería llenarla con fuerza, penetrarla una y otra vez, hasta
llevarla al orgasmo. Necesitaba saber que era suya, sólo suya, aunque solo fuera esos preciosos segundos.

—Lucy, —susurró en voz baja. —Lucy.

Envuelta en las primeras olas del orgasmo, Lucy escuchó que en la lejanía alguien la llamaba por su nombre,
una voz fuerte, pero suave la reclamaba. Parpadeando, se quedó sin aliento cuando otra oleada de emoción la
llenó, pero se las arregló para encontrar unos ojos avellana, tan oscuros que eran casi negros, intensos y
penetrantes, que la miraban. Impotente, no tuvo más remedio que entregarse a sí misma a esos ojos confiados e
inquebrantables. La presión llegó al límite volviéndose casi insoportable cuando sintió que Vicky entraba en
ella, y la llenaba lentamente. Se abrió más para aceptar el placer, esforzándose para contener el orgasmo
mientras los dedos de Vicky la penetraban una y otra vez. Se le escapó un grito agudo y adaptó el ritmo de sus
caderas a los envites, manteniendo su enfoque en el rostro que la demandaba. Abrió los ojos con sorpresa, y su
cuerpo se tensó casi dolorosamente cuando Vicky la embistió más fuerte, más hondo, más rápido, y ya no pudo
soportarlo más.

—Vicky, —gritó. Sus ojos finalmente se cerraron, mientras su cuerpo se alzaba en la cama, y los músculos de
su estómago explotaban.

—Lucy, —susurró Vicky, sorprendida por su belleza. —Lucy.


Capítulo 13

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