Telarmachay
Telarmachay
Telarmachay
Cazadores y pastores
prehistéricos de los Andes
Daniéle LAVALLÉE
Michele JULIEN
Jane WHEELER
Claudine KARLIN
con la colaboración de
Georges Clément, Sonia Guillén, Jean Trichet,
Thomas Van der Hammen y G.W. Noldus, Patrick Vaughan
Tomo 1
1995
Instituto Francés de Estudios Andinos
SEGUNDA PARTE
DE LA CAZA A LA DOMESTICACIÓN
El número de huesos recuperados en los niveles precerámicos de Telarmachay
puede ser estimado en 400,000, de los cuales hasta la fecha se han podido analizar
137,985. Esta muestra no corresponde a una selección estadistica, sino resulta del estudio
progresivo del material a lo largo de los años, a medida que se avanzaba en las
excavaciones; por esta razón, falta analizar la mayoría de los huesos de los períodos
más antiguos. Por esto, las cifras presentadas en el Cuadro 2 corresponden a un metro
cuadrado de los niveles VII y VI; a 6 m? del V inf.2; a 19 m? del V inf.1. Las cifras para
los niveles V sup. y IV representan, por el contrario, la totalidad de los huesos recuperados
en los 25 m? de suelo in situ excavado.
Este análisis de la fauna está en constante evolución, y los datos del Cuadro 2 son
provisorios; los resultados de interpretaciones presentados aqui estarán pues sujetos a
revisión y deben ser aceptados con cierta prudencia. Una vez terminado, el estudio
arqueozoológico será objeto de un volumen separado en la serie de publicaciones del
proyecto de investigaciones.
Método de anilisis
Desde el inicio del análisis del material correspondiente a la primera etapa de
excavación (1975), se decidió efectuar un estudio de huesos tan completo y detallado
como fuera posible. Esta decisión se explica por dos razones: por una parte, la técnica
de excavación utilizada debía permitir la reconstitución detallada de los modos
prehistóricos de utilización de los animales en el yacimiento y, por otra parte, el análisis
del material proveniente del sondeo preliminar, realizado en 1974, había demostrado
que los huesos estaban extremadamente bien conservados (Wheeler Pires-Ferreira 1975).
Es por ello que, desde ese momento, se aplicó un procedimiento de análisis en cuatro
etapas, que expondremos brevemente.
51
La tercera etapa consiste en describir cada hueso según un código analítico
estandarizado para permitir su clasificación por computadora. El registro de información
incluye para cada hueso:
- la localización en la excavación
- la identificación del género o de la especie
- la identificación del elemento, su simetría, su modo de fractura
- la descripción anatómica exacta del hueso
- el grado de erupción y de desgaste de los dientes
- el estado de fusión de los huesos
- una descripción de eventuales modificaciones (huellas de incisión, de fuego, de
abrasión, etc.)
- la presencia de huesos articulados
por último, el cálculo del número mínimo de individuos presentes en cada unidad
espacial (NMI).
52
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mes de gestación. En esta estación, el aumento de la neblina y de las lluvias ocasiona
una ligera elevación de las temperaturas y hace de este período del año el momento
más favorable para la ocupación humana de la zona. Tal como será discutido
posteriormente, las proporciones relativas de los restos de camélidos adultos (47.19%),
jóvenes (15.73%) y fetos/neonatos (37.08%) durante la fase VII, pueden ser interpretadas
como indicativas de una actividad de caza; no obstante, el porcentaje anormalmente
elevado de fetos/neonatos de cérvidos (60.64%) debe ser probablemente imputado al
pequeño tamaño de la muestra. Tomando en cuenta nuestra experiencia anterior, podemos
pensar, mientras tanto, que los resultados presentados en el Cuadro 2, que corresponden
al contenido de un solo metro cuadrado, serán, de manera bastante precisa, representativos
del conjunto de la fauna recuperada en el nivel VII.
Las otras especies animales identificadas para esta fase son la vizcacha (Lagidium
peruanum Thomas 1907) y el zorrino (Conepatus rex Thomas 1898). Aunque la vizcacha
sea, después de los camélidos y cérvidos, el animal más frecuente en los niveles
precerámicos, su aporte en carne no es nada significativo, ya que el peso promedio de
un adulto es solamente de 2.1 a 3.4 kg (Pearson 1958:354). Estas dos especies totalizan
1.09% de los restos animales de la fase VII.
En este estudio, los restos de fauna del nivel V inf. han sido subdivididos en dos
series correspondientes, respectivamente, al «décapage» más profundo Vc (= serie V inf.2),
y al «décapage» anterior Vb, más superficial (= serie V inf.1). En efecto, aunque no haya
sido observada ninguna diferencia notable ni en el material lítico, ni en la organización
espacial de estos dos sub-niveles (ver Tercera y Sexta Parte), los restos de fauna revelan
un cambio muy significativo, con la aparición de camélidos domesticados en la serie V inf. 1.
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En el V inf. 1 (entre 6000 y 5500 BP aproximadamente), los restos de camélidos
y cérvidos corresponden, respectivamente, al 85.94% y 12.88% del total. Por una parte,
el aumento notable de la proporción de los camélidos neonatos -que pasa de 35.28% en
el V inf. 2 al 56.75% en el V inf. 1- y, por otra parte, los cambios observados en la
morfología dental (presentados en detalle posteriormente), ponen en evidencia la aparición
de animales domésticos en esta época. Según los datos palinológicos, este proceso
comienza cuando se instala un clima más seco, al mismo tiempo que baja la temperatura.
Este cambio no debe haber afectado mucho los hábitos de pastoreo de las vicuñas, a
menos que hayanhabido períodos prolongados de sequia, pero una regresión de
bosquecillos de Compositae pudo haber obligado a los guanacos a abandonar la zona.
Al mismo tiempo que el desarrollo contínuo de una caza especializada de camélidos,
este cambio climático pudo contribuir a aumentar el control de los hombres sobre los
camélidos, a fin de asegurarse una mejor disponibilidad de recursos animales. Cualquiera
que sea la explicación, la ocupación continúa haciéndose durante la estación húmeda,
y es probable que la caza juegue un rol tan importante como en las fases anteriores, en
la medida en que se buscaba, sobre todo, aumentar al máximo el tamaño de los rebaños
domésticos; esto podría explicar, en parte, el hecho que no existan diferencias significativas
entre el equipo técnico, del inicio al final del V inf. Es también importante hacer notar
que, en el V inf. 1, huesos de depredadores -gato salvaje (Felis cf. colocolo) y otro camivoro
no identificado- hacen por primera vez su aparición en la secuencia de Telarmachay:
la caza de tales animales habría podido, en ese entonces, volverse importante con el fin
de proteger las manadas (Wheeler 1984a:197-198). Es igualmente del V inf. 1 que proviene
un único hueso de perro, observándose numerosas huellas de mordeduras de carnivoros
sobre los otros huesos. Este hallazgo debe corresponder, más o menos, a la edad de los
restos de perro descubiertos en el nivel 5 de la cueva de Uchkumachay, ya mencionada,
y de aquellos de los niveles 9 y 12 de la cueva de Pachamachay, ubicada a 40 km al
oeste-noroeste (Wheeler Pires-Ferreira et al. 1976:486).
El aumento contínuo de los restos de camélidos desde la fase VII alcanza, durante
la fase IV, un máximo de 88.64%. De la misma manera, el aumento de restos de camélidos
neonatos, constatado a partir de su domesticación en el V inf.1, llega en esta época a
la tasa máxima de 72.99% de todos los huesos de camélidos. La ocupación es siempre
claramente restringida a la estación menos fría del año, que corresponde a la época de
nacimiento de los ungulados, y durante la cual los pastos son más abundantes. Sin
embargo, el clima continúa siendo, de manera general, seco y frío. Los restos de cérvidos
representan solamente 9.21% de los huesos identificados, e incluyen un fragmento de
asta de venado de cola blanca (Odocoileus virginianus peruvianus Gray 1874), único resto
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de cérvido que no es de huemul (taruca) identificado hasta el presente en el conjunto
de la fauna. En los no-ungulados, los huesos de vizcacha, de pequeños y medianos
roedores, de zorrinos, de pájaros y de ranas, representan 2.09% del conjunto de la
fauna, y los huesos de puma (Felis concolor incarum Nelson y Goldman 1929), de félidos
y de un carnívoro no identificado -todos probables depredadores de las manadas de
camélidos- representan 0.06%. Al igual que en las fases precedentes, estas especies no
contribuyen de manera significativa a la alimentación de los ocupantes de Telarmachay.
2. DE LA CAZA AL PASTOREO
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De una caza generalizada a una caza especializada
Si bien a lo largo de la secuencia precerámica, el porcentaje de camélidos y cérvidos
ha representado siempre entre 97.85% y 99.15% del total de restos de fauna identificada,
las proporciones relativas de las dos especies han variado de manera inversa en el
transcurso del tiempo. Entre la ocupación más antigua del sitio, correspondiente a la
fase VII, y que se inicia hacia 9000 BP, y la última ocupación precerámica de la fase IV,
que se termina hacia 3800 BP, se observa una diferencia acumulativa de -24.97% de
cérvidos frente a +23.91% de camélidos. Este cambio no ocurre abruptamente sino que
es, por el contrario, gradual y constante a lo largo de la secuencia; refieja probablemente
un proceso de adaptación contínua del hombre a la puna. Salvo una excepción, ya
señalada, todas las astas y fragmentos craneanos de cérvidos identificados hasta el
momento en los niveles precerámicos de Telarmachay, pertenecen al huemul (taruca)
cuyo habitat principal es la estepa abierta de la puna.
Hemos encontrado también, en el material precerámico de Telarmachay (en el
nivel IV), un fragmento de asta de otro cérvido, el venado de cola blanca (Odocoileus
virginianus peruvianus Gray 1874), cuyo habitat está restringido a las zonas boscosas
más bajas (Behrendt 1960). Las diferencias de habitat y distribución de estas dos especies
de cérvidos en los altos Andes (ver Primera Parte, Capítulo 1), muestran que los huesos
de huemul encontrados en Telarmachay son producto de una caza efectuada a proximidad
del sitio mismo, en la medida en que nada permite pensar que el clima era muy diferente
del actual. No hay, entonces, porque suponer que estos cérvidos eran cazados a una altitud
más baja para luego ser llevados al abrigo, como lo ha sugerido J. Rick (1980: 327).
La presencia de restos de fetos/neonatos entre los huesos de cérvidos de Telarmachay
(Cuadro 2) indica que el sitio estaba ocupado de diciembre a abril, al momento de
nacimiento de las crías (Pearson 1951:160; Merkt, comunicación personal), cuando los
huemules frecuentan las alturas más elevadas (Walker 1968:1397; Whitehead 1972: 60).
La extrema rareza de restos de venado de cola blanca sugiere, igualmente, que la caza
era, sobre todo, limitada a la puna y, por otra parte, que ningún cambio climático
importante tuvo lugar en esta zona desde 9000 BP. Es por esto que se puede interpretar
la disminución contínua de las proporciones de restos de cérvidos en la fauna de
Telarmachay, durante el precerámico, como una declinación de la actividad de caza de
cérvidos, antes que como una reducción del número de animales disponibles.
A lo largo de la secuencia precerámica, la cantidad de restos de camélidos aumenta
de manera inversamente proporcional a la de los restos de cérvidos. Los estudios efectuados
sobre la distribución actual de los dos camélidos salvajes americanos muestran que las
dos especies están presentes en la puna (Franklin 1982:465), y hemos podido observarlas
pastar, a menos de cien metros una de otra, en la reserva nacional de vicuñas de
Aguada Blanca (Departamento de Arequipa, Perú). Estas dos especies fueron utilizadas
por los primeros pobladores de Telarmachay. Su determinación se basa en las diferencias
morfológicas de los incisivos, en la medida en que muy poco, si acaso ningún carácter
específico de las especies, ha podido ser puesto en evidencia sobre el esqueleto post-
craneano de los camélidos de América del Sur (Wing 1972, 1977; Wheeler Pires-Ferreira
et al. 1976; Hesse 1982a; Miller 1979; Kent 1982): los incisivos de guanaco tienen una
forma espatulada, con el esmalte en las caras lengual y labial, y presentan una estructura
definida de la corona, del cuello y de la raíz; por el contrario, los de la vicuña no son
en forma de espátula, no tienen esmalte sino en la cara labial y no poseen raíz. La
diferencia es pues muy clara, y es imposible equivocarse o hacer una identificación
errónea de las muestras de los niveles más antiguos, donde no existen formas domésticas.
57
habitat y la distribución de las vicuñas, realizados estos últimos años (Franklin 1974, 1978,
1980, 1982, 1983), la preponderancia de los incisivos de vicuña en Telarmachay no es
sorprendente, ya que es la especie de camélido salvaje más común en la puna, en las
altitudes comprendidas entre los 4200 y 4800 msnm. La presencia de incisivos de guanaco
en el abrigo nos sirve, de hecho, para evidenciar la pobreza de nuestra información sobre
este animal. Según Franklin (1975, 1982: 465; 1983), la distribución actual del guanaco se
limita a zonas arboladas y de monte bajo, desde el nivel del mar hasta los 4250 metros de
altitud. No obstante, en 1913, E. Lónnberg describió una nueva sub-especie (L.g. cacsilensis)
que vivía entre 4500 y 4600 msnm, en la región de Caxcile, departamento de Puno. La
validez de esta sub-especie, aparentemente descrita sobre la base de un solo espécimen
(C. Edelstan, comunicación personal) no ha sido verificada nunca, y ningún estudio detallado
ha sido jamás llevado a cabo sobre el guanaco peruano, en vía de extinción. Es por esto
que los incisivos de Telarmachay brindan importante información sobre la existencia de
guanacos a más de 4400 metros de altura, entre 9000 y 6000 BP. Desgraciadamente, nuestra
capacidad de interpretación es todavía demasiado limitada para comprender la significación
de estos restos con relación a las otras especies utilizadas en el sitio.
Hasta el momento, no ha aparecido ningún elemento que permita sugerir la
presencia de animales domésticos en el transcurso de las tres primeras fases precerámicas
de Telarmachay; en consecuencia, podemos atribuir el aumento progresivo de los restos
de camélidos con relación a los restos de cérvidos, a una transferencia de la caza de
estos hacia la caza de guanacos y vicuñas. En el transcurso de la fase VII, los restos de
guanacos y de vicuñas alcanzan 64.73%, mientras que los ciervos representan 34.18%
de todos los huesos identificados. Estas cifras sugieren una caza de todos los ungulados
disponibles en la puna, más generalizada que en los dos períodos siguientes, VI y
V inf.2, donde las proporciones de restos de guanacos y de vicuñas llegan a 77.84% y
81.79%, mientras que aquellas de cérvidos descienden, respectivamente, a 20.90% y
17.46%. Esta tendencia hacia una caza cada vez más especializada conduce finalmente,
en el V inf.1, a la aparición de animales domésticos.
En el transcurso del V inf.1, entre 6000 y 5500 BP, las proporciones de los restos de
camélidos aumentan todavía hasta 85.94%, mientras que las de cérvidos no llegan sino a
12.88% del total de huesos identificados; de otra parte, los cambios en la morfología dental
de algunos especímenes indican la presencia de camélidos domésticos. El examen comparativo
de especímenes recientes de guanacos y de llamas, revela que sus incisivos no son distinguibles,
y resulta imposible determinar la frecuencia relativa de estas especies cuando ambas están
presentes en un sitio arqueológico. Los incisivos de alpaca, sin embargo, presentan una
forma intermedia entre los de guanaco/llama y los de vicuña (Wheeler 1982); no tienen
forma de espátula como los de vicuña, pero los primeros y segundos incisivos presentan
una sección horizontal rectangular, con un ancho bisel cortante, más parecida a la del
guanaco y de la llama que la sección horizontal cuadrada característica de la vicuña
(Fig. 8). Al igual que los incisivos de la vicuña, los incisivos de alpaca no poseen esmalte
sino en la cara labial, pero mientras que en la vicuña el esmalte llega hasta la base del
diente sin raíz, el esmalte de los incisivos de alpaca no cubre sino una parte de la cara
anterior y termina en U. En los incisivos de alpaca, el esmalte cubre, aproximadamente,
dos tercios de los dientes no usados, mientras que en los dé guanaco o de llama no cubre
sino la mitad; la formación de la raíz y su cierre no ocurre, en las alpacas, sino a una edad
más avanzada. Desgraciadamente, la validez de estos caracteres distintivos, que permiten
separar los incisivos de alpacas, no nos pareció convincente sino cuando ya habíamos
comenzado el estudio de la fauna de los niveles más antiguos de Telarmachay. Es por ello
que las proporciones respectivas de llamas o guanacos, de alpacas y vicuñas, no han sido
todavía calculadas para las fases V inf.1, V sup. y IV. A pesar de esta limitación, es posible
sin embargo hacer numerosas observaciones preliminares.
58
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59
El desarrollo de la crianza de los camélidos
Las proporciones muy elevadas de restos de camélidos fetos/neonatos observadas
en las fases V sup. (68.21%) y 1V (72.99%), atestiguan, por si mismas, la presencia de
animales domésticos (Wing, en prensa; Novoa y Wheeler 1984; Hesse 1982b), puesto
que una caza o una masacre tan importante de animales recién nacidos es, a la vez,
tanto, absolutamente antieconómico, como históricamente desconocido. Si se considera
que, en promedio, el peso de la carne disponible es de 1.75 kg para un animal que pesa
al nacer 7 kg, y 23.1 kg para una alpaca adulta que pesa 60 kg (Wheeler 1981), trece
alpacas recién nacidas serían necesarias para obtener la misma cantidad de carne que
la que proporciona un animal adulto. Aparte de esta pobre producción de carne, la
muerte de los animales recién nacidos representa la pérdida de productos tales como
lana, pieles, tendones, excrementos y huesos largos para hacer artefactos, que procuran
generalmente los animales adultos. Aunque no se puede excluir la posibilidad de un
beneficio o masacre de animales jóvenes o hembras preñadas en algunos casos, parece
evidente que otros factores han contribuido a la muy alta mortalidad de los camélidos
fetos/neonatos en Telarmahay.
60
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61
Lámina 7 - Vista dorsal de las mandíbulas de un camélido neonato del nivel IV: los incisivos
son de tipo alpaca, y las facetas de desgaste son visibles sobre el cuarto premolar de leche.
62
Lámina 8 - E\’we]em reconstituido de camélido neonato de gran talla encontrado en la fosa
A/B6 (nivel [V). El cráneo y los maxilares, provistos de incisivos de tipo llama/guanac o,
no figuran sobre Ja fotografía.
63
Lámina 9 - Miembros anteriores reconstituidos de los camélidos de pequeña talla contenidos
en la fosa sellada A/B6 (nivel 1V). Según el número de partes distales del radio derecho,
10 animales están representados; notamos la escasez relativa de escápulas y de húmeros y la
elevada frecuencia de las partes inferiores de los miembros
64
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Discusión
Aunque los restos de fauna de Telarmachay hayan permitido saber cómo y cuándo
apareció la domesticación de camélidos, queda por hacer la identificación absoluta de
las especies consideradas. El ancestro de los camélidos domesticados ha sido largo
tiempo objeto de debates entre los zoólogos. Herre (1952) y Otte y Venero (1979) llegaron
a la conclusión que la morfología craneana hacía del guanaco el ancestro común de la
llama y la alpaca. Hemmer (1975) está de acuerdo con ellos en lo que concierne a la
llama pero, considerando algunos rasgos de comportamiento, emite la hipótesis que la
alpaca proviene de un cruce entre la llama doméstica y la vicuña; de la misma manera,
Steinbacher (1953) se basa en el comportamiento para sostener que la alpaca es una
vicuña doméstica. Capurro y Silva (1960) concluyen igualmente, según un estudio de
la estructura de los ácidos amínicos de los camélidos, que la alpaca es una vicuña
doméstica. Por último, López Aranguren (1930) y Cabrera (1932) han descrito supuestos
ancestros salvajes de la llama y de la alpaca, cuyos fósiles se remontarían al Pleistoceno
medio o reciente; no obstante, esta posibilidad ha sido recientemente rechazada por
Tonni y Laza (1976).
A lo largo de las tres primeras fases, VII, VI e inicio de la V inf. (V inf2), se
encuentran en Telarmachay incisivos de guanaco y vicuña, y los de ésta son siempre
más numerosos. En el subnivel V inf.1, aparece un tercer tipo de incisivos, idéntico a
los de la alpaca moderna, y que se vuelve el más común en el material faunístico, a
partir del V sup. y del IV. Si los incisivos de este tipo corresponden a las primeras
alpacas domésticas, y si consideramos las otras pruebas de domesticación en el V inf.1,
esto modifica lo que se pensaba hasta ahora sobre la fecha de su aparición y sobre su
origen; no es hacia 2500 BP en la cuenca del Titicaca (Lumbreras 1967; Bird 1954), sino
66
hacia 6000 BP, en la puna de Junín, que habrían aparecido, y se debe considerar seriamente
la posibilidad que la vicuña haya jugado un rol en la ascendencia, ya que la evolución
se hace de la predominancia de pequeños camélidos que poseen incisivos de tipo vicuña
a la de pequeños camélidos que poseen incisivos de tipo alpaca. Aunque los incisivos
de alpaca presentan caracteres intermedios entre los de llamas/guanacos y los de vicuñas,
esta posibilidad es reforzada por el hecho que parecen más cercanos de los de la vicuña,
por la localización del esmalte y la formación tardía de la raíz, y estos rasgos, propios
de la vicuña, dominan en el cruce conocido llama/vicuña. Así, aunque los datos de
Telarmachay parecen indicar que la alpaca es una vicuña doméstica, queda mucho por
hacer para confirmar esta hipótesis.
Desgraciadamente, no ha sido posible determinar si los animales de incisivo tipo
llama aparecen en el V inf.1, ya que estos no se distinguen de los de guanaco. No
obstante, su presencia ha podido ser deducida del contexto arqueológico de la fase IV,
pero la cantidad de camélidos grandes se mantiene débil a lo largo de la secuencia
precerámica.
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