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TRASTORNO DEL DESARROLLO

EN SUJETO CON D.I.

ALUMNA:ACOSTA MARISEL MELISA

DISCAPACIDAD
PROFESORA: MARISA TAPIA ANTACLE

CARRERA: EDUCACION ESPECIAL CON ORIENTACION INTELECTUAL

INTELECTUAL CURSO: 3º AÑO

AÑO: 2021

La discapacidad intelectual es un funcionamiento intelectual situado


significativamente por debajo del promedio, que está presente desde el
nacimiento o la primera infancia y que causa limitaciones para llevar a cabo las
actividades normales de la vida diaria.

La discapacidad intelectual puede ser genética o consecuencia de un trastorno


que perjudica el desarrollo cerebral. La mayoría de los niños con discapacidad
intelectual no desarrollan síntomas evidentes hasta alcanzar la edad preescolar.
El diagnóstico se basa en los resultados de las pruebas convencionales. El
cuidado prenatal adecuado reduce el riesgo de tener un hijo con discapacidad
intelectual. El apoyo por parte de muchos especialistas, la terapia y la educación
especial ayudan a los niños a lograr el mayor nivel de funcionamiento posible.
La discapacidad intelectual es un trastorno del neurodesarrollo.

El término «retraso mental», utilizado anteriormente, ha adquirido un estigma


social indeseable, por lo que los profesionales de la salud lo han reemplazado
por el término «discapacidad intelectual».

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La discapacidad intelectual (DI) no es un trastorno médico específico, como lo
son la neumonía o la faringitis, y tampoco es un trastorno de la salud mental.
Las personas afectadas tienen un funcionamiento intelectual significativamente
bajo, lo que suficientemente grave para limitar su capacidad para afrontar una o
más actividades de la vida diaria (habilidades adaptativas) de tal manera que
requieren ayuda permanente. Las habilidades adaptativas se pueden clasificar
en varias áreas

Área conceptual: competencia en la memoria, la lectura, la escritura y las


matemáticas Área social: conciencia de los pensamientos de los demás y de sus
sentimientos, habilidades interpersonales y sentido de la realidad social Área
práctica: cuidado personal, organización de tareas (para el trabajo o la escuela),
administración del dinero, y salud y seguridad

Trastornos del aprendizaje y del desarrollo

Definición de los trastornos del desarrollo Trastorno de déficit de


atención/hiperactividad (TDAH)

Las personas con discapacidad intelectual presentan diferentes grados de


deterioro que pueden ir desde de leves a profundos. Aunque el deterioro está
causado fundamentalmente por el funcionamiento intelectual disminuido (que
habitualmente se mide por medio de pruebas estandarizadas de inteligencia), el
impacto sobre la vida de la persona depende más de la cantidad de apoyo que la
persona requiere. Por ejemplo, una persona que solo presenta un leve deterioro
según una prueba de inteligencia puede tener tan pocas habilidades de
adaptación que requiera un amplio apoyo.

El Apoyo se clasifica como

Intermitente: se necesita apoyo ocasional Limitado: apoyo como, por ejemplo, un


programa diario en un taller supervisado Importante: apoyo continuo diario Profundo: un
alto nivel de apoyo para todas las actividades diarias, lo cual incluye la posibilidad de un
cuidados especializados exhaustivos Si nos basamos solo en las puntuaciones obtenidas en
las pruebas de coeficiente intelectual (CI), cerca del 3% de la población total presenta
discapacidad intelectual (un CI inferior a 70). Sin embargo, si la clasificación se basa en la
necesidad de apoyo, solo alrededor del 1% de la población presenta discapacidad intelectual
significativa.

Causas

La discapacidad intelectual puede tener su origen en una amplia variedad de


circunstancias médicas y ambientales. Algunas enfermedades son genéticas.
Algunas están presentes antes o en el momento de la concepción, y otras se
producen durante el embarazo, durante el parto o después del nacimiento. El
factor común es que algo afecta el crecimiento y el desarrollo del cerebro.
Incluso con los últimos avances en genética, en especial las técnicas de análisis
de los cromosomas, a menudo no se puede identificar una causa específica de
la discapacidad intelectual.

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Algunas causas que pueden ocurrir antes de la concepción o durante ésta
incluyen

Trastornos hereditarios (como fenilcetonuria, enfermedad de Tay-Sachs,


neurofibromatosis, hipotiroidismo, síndrome del cromosoma X frágil) Anomalías
cromosómicas (como el síndrome de Down) Algunas causas que pueden
producirse durante el embarazo son

Déficit grave en la nutrición materna Infecciones por virus de la


inmunodeficiencia humana, citomegalovirus, virus del herpes simple,
toxoplasmosis, rubéola o virus Zika Sustancias tóxicas (como el plomo y el
metilmercurio) Alcohol (trastorno del espectro alcohólico fetal) Fármacos (como
la fenitoína, el valproato, la isotretinoína y los antineoplásicos [quimioterápicos])
Desarrollo anómalo del cerebro (como quiste porencefálico, heterotopia de la
sustancia gris y encefalocele) Preeclampsia y nacimientos múltiples (como
gemelos o trillizos) Algunas causas que pueden producirse durante el
nacimiento son:

Falta de oxígeno (hipoxia) Prematuridad extrema Algunas causas que pueden


producirse después del nacimiento son
Infecciones del encéfalo (como la meningitis y la encefalitis) Traumatismo
craneal grave Déficit en la nutrición del niño Abandono emocional grave o
maltrato psicológico verbal o físico Venenos (como el plomo y el mercurio)
Tumores cerebrales y sus tratamientos

Síntomas

Algunos niños con discapacidad intelectual pueden presentar anomalías


evidentes al nacer o poco después. Dichas anomalías pueden ser físicas o
neurológicas, e incluyen características faciales inhabituales, tamaño de la
cabeza muy grande o muy pequeño, malformaciones en las manos o en los pies
y otras anomalías diversas. A veces estos niños tienen un aspecto normal pero
presentan otros signos de enfermedad grave, como convulsiones, letargo,
vómitos, olor anómalo de la orina y trastornos en la alimentación y en el
crecimiento normal. Durante su primer año de vida, muchos niños con
discapacidad intelectual más grave tienen un desarrollo motor tardío y son
lentos para rodar sobre sí mismos, sentarse y levantarse.

Sin embargo, la mayoría de los niños con discapacidad intelectual (DI) no


presentan síntomas perceptibles hasta el periodo preescolar. Los síntomas se
manifiestan a edad temprana en los más gravemente afectados. Por lo general,
el primer problema que notan los padres es un retraso en el desarrollo del
lenguaje. Los niños con discapacidad intelectual son lentos para usar palabras,
unir palabras y hablar con frases completas. Su desarrollo social es a veces
lento debido al deterioro cognitivo y a las deficiencias del lenguaje. Los niños
con discapacidad intelectual pueden ser lentos para aprender a vestirse y a
alimentarse por sí mismos. Algunos padres no consideran la posibilidad de una

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deficiencia cognitiva hasta que el niño está en la escuela o en un centro
preescolar y se demuestra una incapacidad para mantener las expectativas
normales para su edad.

Los niños con discapacidad intelectual son más propensos que otros a tener
problemas de comportamiento, como crisis explosivas, rabietas y
comportamiento físicamente agresivo o autolesivo. Estas conductas se
relacionan frecuentemente con situaciones frustrantes específicas,
desencadenadas por la incapacidad de comunicarse y de controlar los impulsos.
Los niños mayores, que suelen ser ingenuos y crédulos para su edad, son
fácilmente víctimas de otros que se aprovechan de ellos o se dejan llevar a
comportamientos y conductas improcedentes.

Entre el 20 y el 35% de las personas con deficiencia intelectual (DI) también


presentan trastornos de la salud mental. Son frecuentes sobre todo la ansiedad
y la depresión, especialmente en los niños que son conscientes de ser distintos
de sus compañeros o que son acosados y maltratados debido a su
discapacidad.

Diagnóstico

Detección prenatal Pruebas de cribado del desarrollo Pruebas formales


intelectuales y de habilidades Pruebas de diagnóstico por la imagen Pruebas
genéticas y de laboratorio Se pueden realizar pruebas de cribado antes del
nacimiento (cribado prenatal) para determinar si el feto presenta ciertas
anomalías, incluyendo ciertos trastornos genéticos, que pueden causar
discapacidad intelectual.

Desde el nacimiento, el crecimiento y desarrollo, incluyendo la capacidad


cognitiva, se evalúan de forma rutinaria en las visitas de niño sano.

Cuando los médicos sospechan una discapacidad intelectual, los niños son
evaluados por equipos de profesionales, incluyendo personal de intervención
temprana o personal escolar, un médico de atención primaria, un neurólogo
pediátrico o un pediatra del desarrollo, un psicólogo, un logopeda, un terapeuta
ocupacional o un fisioterapeuta, un educador especial, un trabajador social o un
profesional de la enfermería. Cuando existe sospecha de discapacidad
intelectual, estos profesionales evalúan al niño mediante pruebas de
funcionamiento intelectual y búsqueda de una causa.

Aunque la causa de la deficiencia intelectual del niño sea irreversible, la


identificación del trastorno causante permite predecir la futura evolución del
niño, evitar otras pérdidas de habilidades, planificar cualquier intervención que
pueda aumentar el nivel de funcionamiento y asesorar a los padres por si existe
riesgo de tener otro hijo con el mismo trastorno.

Detección prenatal

Durante el embarazo se realizan ciertas pruebas, como ecografía, amniocentesis,


biopsia de vellosidades coriónicas y diversos análisis de sangre, como el
cribado cuádruple, con el fin de identificar enfermedades que a menudo dan
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lugar a una discapacidad intelectual. Frecuentemente se practica una
amniocentesis o una biopsia de vellosidades coriónicas a las embarazadas de
más de 35 años de edad porque presentan un riesgo elevado de tener un bebé
con síndrome de Down; estas pruebas también se practican con frecuencia a las
embarazadas con antecedentes familiares de trastornos metabólicos. La prueba
cuádruple es una prueba que se realiza a la mayoría de las mujeres
embarazadas. Se realiza para medir las concentraciones de cuatro sustancias en
la sangre de una mujer. Los resultados de esta prueba ayudan a los médicos a
evaluar si el feto presenta un riesgo mayor de sufrir ciertas afecciones, como
síndrome de Down, trisomía 18 o defectos del tubo neural.

La medida de la concentración de alfafeto proteína en la sangre materna es una


prueba de cribado eficaz para la previsión de las anomalías congénitas del tubo
neural, el síndrome de Down y otras alteraciones. El cribado prenatal no invasiva
(NIPS) detecta pequeñas cantidades de ADN del feto en la sangre de la madre y
lo utilizan para diagnosticar trastornos genéticos en el feto, como la trisomía 21
(síndrome de Down), la trisomía 13 o la trisomía 18 y algunos otros trastornos
cromosómicos.

Pruebas de cribado del desarrollo

Dado que los padres no siempre se aperciben de los problemas de desarrollo


leves, los médicos realizan de forma sistemática pruebas de cribado del
desarrollo durante las revisiones pediátricas de rutina. Para ello se utilizan
cuestionarios sencillos que deben cumplimentar los padres, o inventarios de los
hitos característicos del desarrollo infantil para evaluar de forma rápida las
habilidades cognitivas, verbales y motoras del niño. Los padres han de ayudar al
médico a determinar el nivel de funcionamiento del niño completando una
prueba de evaluación de su estado evolutivo. A los niños que, en estas pruebas
de cribado, muestran un nivel bajo para su edad, se les aplican otras pruebas
más formales y específicas.

Pruebas formales intelectuales y de habilidades

La prueba formal consta de tres partes:

Entrevistas con los padres Observaciones del niño Cuestionarios en los que se
compara el rendimiento del niño con el obtenido por muchos otros niños de la
misma edad Algunas pruebas, como el test de inteligencia de Stanford-Binet y la
Escala de inteligencia de Wechsler para niños-IV (test de WISC-IV, por sus siglas
en inglés), se realizan para la capacidad intelectual. Otras, como las Escalas de
conductas adaptativas de Vineland, se realizan para valorar áreas tales como la
comunicación, las habilidades de la vida diaria y las destrezas sociales y
motrices. En general, estas pruebas formales comparan con precisión las
habilidades intelectuales y sociales de un niño con el segmento de población de
su misma edad (llamadas pruebas normativas).

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Sin embargo, los niños con un origen cultural diferente, los que proceden de
familias que no hablan el idioma del país y los que tienen una posición
socioeconómica muy baja son más propensos a obtener un resultado bajo en
estas pruebas. Por esta razón, el diagnóstico de discapacidad intelectual
requiere que el médico integre los datos de la prueba con la información
obtenida de los padres y con una observación directa del niño. Un diagnóstico
de discapacidad intelectual es oportuno solo en los casos en que tanto la
capacidad intelectual como la adaptativa están significativamente por debajo del
promedio.

Identificación de la causa

Los recién nacidos con anomalías físicas u otros síntomas sugestivos de una
afección asociada a discapacidad intelectual a menudo necesitan ciertas
pruebas.

Se realizan pruebas de diagnóstico por la imagen, como la resonancia magnética


nuclear (RMN), para detectar problemas estructurales en el cerebro. El
electroencefalograma (EEG), que registra la actividad eléctrica del encéfalo, se
usa para valorar la posibilidad de convulsiones en el niño. Las radiografías
óseas también pueden ayudar a descartar las posibles causas de la
discapacidad intelectual.

Las pruebas genéticas, como el análisis de micromatrices cromosómicas,


pueden ayudar a identificar trastornos. Los médicos recomiendan pruebas
genéticas a las personas que tienen un miembro de la familia u otro hijo con un
trastorno hereditario conocido, especialmente los relacionados con la
discapacidad intelectual, como la fenilcetonuria, la enfermedad de Tay-Sachs o
el síndrome del cromosoma X frágil. La identificación de un gen asociado a un
trastorno hereditario permite a los consejeros genéticos ayudar a los padres a
comprender el riesgo de tener un hijo afectado.

Se realizan otros análisis de orina y de sangre dependiendo de cuál


sea la causa que sospechan los médicos.

Algunos niños con retraso en el aprendizaje del lenguaje y en el dominio de las


habilidades sociales tienen enfermedades diferentes de la discapacidad
intelectual. Por lo general, se lleva a cabo una evaluación auditiva, ya que los
problemas de audición afectan al desarrollo social y del lenguaje.

Los problemas emocionales y los trastornos del aprendizaje también se


confunden con la discapacidad intelectual. Los niños que han sido gravemente
privados de cariño y de atención (ver Introducción al maltrato y negligencia
infantil) durante largos periodos de tiempo puede parecer que sufren
discapacidad intelectual. Un niño que tarda en sentarse y en caminar (habilidad
motriz gruesa) o en manipular objetos (habilidad motriz fina) puede sufrir un
trastorno neurológico no asociado con la discapacidad intelectual (DI).

Pronóstico

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Una persona con discapacidad intelectual leve tiene una esperanza de vida
relativamente normal, y la atención sanitaria está mejorando los pronósticos de
salud a largo plazo para las personas con todo tipo de discapacidades
intelectuales. Muchas personas con discapacidad intelectual atienden a su
cuidado personal, hacen vida independiente y pueden ser empleados con éxito
en trabajos que cuentan con el apoyo adecuado.

Dado que la discapacidad intelectual coexiste en ocasiones con graves


problemas orgánicos, la esperanza de vida de estas personas suele verse
disminuida, según el problema de que se trate. Las personas con discapacidad
intelectual más grave suelen necesitar apoyo vitalicio. En general, cuanto más
grave es la discapacidad cognitiva y cuantos más problemas orgánicos tenga la
persona, menor es su esperanza de vida.

Prevención

Los trastornos del espectro alcohólico fetal constituyen una causa muy
frecuente y totalmente evitable de discapacidad intelectual. March of
DimesMuchas asociaciones se ocupan de la prevención de este efecto y
orientan muchos de sus esfuerzos a alertar a las mujeres de las graves
consecuencias de consumir alcohol durante el embarazo.

Las mujeres que planean quedarse embarazadas deben recibir las vacunaciones
necesarias, especialmente contra la rubéola. Las que son vulnerables a
trastornos infecciosos que pueden ser perjudiciales para el feto, como la rubéola
y el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), deben hacerse pruebas antes
de quedarse embarazadas.

El cuidado prenatal adecuado reduce el riesgo de tener un hijo con discapacidad


intelectual (DI). El consumo de un suplemento vitamínico denominado ácido
fólico antes de la concepción y al comienzo del embarazo, ayuda a evitar ciertos
tipos de anomalías cerebrales, especialmente los defectos del tubo neural.

Los avances en los trabajos de parto y en el alumbramiento, así como en los


cuidados de los prematuros, han ayudado a reducir el índice de discapacidad
intelectual relacionado con el parto prematuro.

Durante el embarazo se pueden tratar algunas enfermedades, como la


hidrocefalia y la incompatibilidad de Rh grave. Sin embargo, la mayoría de las
enfermedades no tienen tratamiento, y la identificación precoz sirve solo para
preparar a los padres y permitirles que consideren la opción del aborto.

Tratamiento

Apoyo multidisciplinario La mejor atención para un niño con discapacidad


intelectual es la que proporciona un equipo multidisciplinario compuesto por:

El médico de atención primaria Trabajadores sociales Logopedas Audiólogos


Terapeutas ocupacionales Fisioterapeutas Neurólogos o pediatras del desarrollo
Psicólogos Nutricionistas Profesores Traumatólogos Otros profesionales
también pueden formar parte del equipo si es necesario. Junto con la familia,

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estas personas desarrollan un programa amplio e individualizado para el niño,
que debe comenzar tan pronto como se sospeche el diagnóstico de
discapacidad intelectual. Los padres y los hermanos del niño también necesitan
apoyo emocional y, en ocasiones, orientación. Toda la familia debe ser una parte
íntegra del programa.

Hay que tener en consideración el conjunto global de aspectos débiles y fuertes


de la persona para determinar el tipo de apoyo necesario. Deben tenerse en
cuenta todos los factores relativos a la discapacidad física, problemas de
personalidad, enfermedad mental y habilidades interpersonales. Los personas
con discapacidades intelectuales y afectadas por problemas de salud mental
concomitantes, como depresión, han de recibir medicación apropiada en dosis
similares a las administradas a personas sin discapacidad intelectual. De todos
modos, administrar medicamentos a estos niños sin proporcionarles terapia
conductual y sin realizar cambios en su entorno no suele ser eficaz.

Todos los niños con deficiencia intelectual sacan provecho de la educación


especial. El Acta Federal para la Educación de Personas con Discapacidades
[Individuals with Disabilities Education Act (IDEA)] establece que los niños y
adolescentes con discapacidad intelectual u otros trastornos del desarrollo
tienen derecho a una educación gratuita y apropiada impartida en las escuelas
públicas. La educación debe impartirse de la forma menos restrictiva posible y
en ambientes no excluyentes, es decir, un entorno donde los niños tienen la
oportunidad de interaccionar con compañeros no discapacitados, con igual
acceso a los recursos de la comunidad. La Americans with Disability Act (Ley
para los estadounidenses con discapacidad) y la Section 504 of the
Rehabilitation Act (Sección 504 de la Ley de Rehabilitación) también
proporcionan alojamiento en escuelas y otros lugares públicos.

Generalmente, para el niño con discapacidad intelectual es mejor vivir en su


hogar. Sin embargo, algunas familias no pueden proporcionar cuidados en el
hogar, especialmente a los niños con discapacidades graves y complejas o con
problemas de comportamiento. Esta decisión es difícil y requiere ser tratada a
fondo por la familia y el equipo profesional de asistencia. La familia puede
necesitar apoyo psicológico. Los trabajadores sociales pueden organizar
servicios para ayudar a la familia. Los cuidados y la ayuda pueden ser
proporcionados por centros de atención diaria (guarderías), por las personas
que conviven en el hogar, por los cuidadores del niño y por centros de atención
alternativos (como los centros de respiro familiar). La mayoría de los adultos
con discapacidad intelectual viven en residencias que suministran los servicios
apropiados a las necesidades individuales, así como la oportunidad de realizar
actividades de trabajo y recreativas.

Tipos de discapacidad intelectual (y características)

Una clasificación de rangos de bajo Cociente Intelectual, con sus


características y limitaciones.

Oligofrenia, retraso mental, discapacidad intelectual… todas estas palabras se


refieren a un mismo concepto, con el que nos referimos a aquellas personas que
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poseen unos recursos cognitivos menores a lo esperable por su edad
cronológica. Gente que presenta alguno de los tipos de discapacidad intelectual.
Este tipo de discapacidad provoca por norma general severas dificultades de
adaptación al medio, a menos que se les otorgue el suficiente nivel de ayuda.
Pero la discapacidad intelectual no única y homogénea en todos las personas
que la padecen, sino que podemos encontrar diferentes tipos o grados en
función al grado de afectación funcional y nivel de Cociente Intelectual.

La distribución normal y la inteligencia

La inteligencia es un constructo que se refiere a la capacidad del individuo de


ser capaz de adaptarse al medio y resolver las situaciones con las que se
encuentre. Independientemente de cómo sea vista dentro de las múltiples
teorías al respecto, diferentes personas van a tener organizadas de diferente
manera y van a ver afectadas sus capacidades mentales por diversos motivos y
variables. Cada uno de nosotros dispone de un grado de habilidad o capacidad
concreto y distintivo en los distintos ámbitos y habilidades, incluyendo la
capacidad de resolver problemas y adaptarse al medio. Para valorar el nivel de
inteligencia de la población se ha empleado de manera tradicional el nivel de
Cociente Intelectual, entendido como la relación entre edad mental y edad
cronológica del individuo a valorar. Teniendo en cuenta que existen una gran
variabilidad en las puntuaciones reflejadas por el conjunto de la población, es
necesario tener en cuenta que siempre va a ser esperable que haya una cierta
dispersión de puntuaciones en torno a la media. Esta dispersión esperable se
conceptualiza como desviación típica. Estadísticamente, la inteligencia sigue
una distribución normal. Es decir, si puntuamos las habilidades cognitivas de
una población con un test de inteligencia, una gran mayoría de las personas
tendrían puntuaciones muy parecidas entre sí mientras que pocos individuos
tendrían puntuaciones alejadas de la mayoría. Las personas con este tipo de
puntuaciones, alejadas de la mayoría, podrían o bien puntuar más o bien menos.
Habiéndose fijado la media de Cociente Intelectual en un valor de 100 y siendo la
desviación típica de 15, son considerados normativos los valores que se
encuentren a una distancia de al menos dos desviaciones típicas. Si estas dos
desviaciones se dan por encima, estaríamos hablando de superdotación,
mientras que si se dan valores dos desviaciones por debajo de la media
estaremos hablando de un nivel de inteligencia correspondiente a la
discapacidad intelectual.

Tipos de discapacidad intelectual

La discapacidad intelectual es entendido como una condición en la que las


personas que la padecen tienen severas limitaciones y deficiencias en el
funcionamiento intelectual, teniendo problemas en el razonamiento, la
planificación, la resolución de problemas o el aprendizaje. Además de ello estas
personas presentan deficiencias en la adaptación al medio, necesitando de
ayudas en una o más dimensiones del funcionamiento humano para que su vida
cotidiana no se vea limitada en su autonomía personal y participación social. Se
cataloga como un trastorno del neurodesarrollo, siendo necesario que estas
dificultades sean observadas durante el desarrollo. Sin embargo, esta no es un

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categoría totalmente homogénea, y es por eso que se han establecido diferentes
tipos de discapacidad intelectual según el grado en el que se alejan de la media.

Diferentes grados de discapacidad


Las habilidades cognitivas son importantes para poder responder
eficientemente a las demandas del entorno. Así, las personas que tienen una
capacidad reducida en este tipo de habilidades se van a encontrar en
dificultades para hacer frente a las situaciones que aparezcan a lo largo de su
vida. En función del nivel de dificultad que encuentren estas personas en su día
a día y del nivel de CI reflejado por test de inteligencia, se ha considerado la
existencia de varios grupos, tipos o grados de discapacidad intelectual. Sin
embargo, hay que tener en cuenta que el grado de CI no es una medida absoluta,
sino relativa; siempre va en función de un grupo de referencia, ya que el
Cociente Intelectual indica la posición que ocupa la persona en la distribución
de puntuaciones obtenidas. Por consiguiente, cambiando el grupo de referencia
una puntuación puede estar dentro del rango normal de inteligencia o en lo que
se considera que es discapacidad intelectual. El CI indica diferencias
individuales entre personas, pero para medir en sí las capacidades cognitivas
verdaderas de una persona de manera exacta hay otras herramientas y métodos.

1. Leve

Se considera discapacidad intelectual leve o ligera a aquella que poseen las


personas con un Cociente Intelectual que se sitúa entre 50 y 70,
correspondiendo a dos desviaciones típicas por debajo de la media poblacional.
La mayor parte de personas con discapacidad intelectual (aproximadamente un
85%) se encuentran en este nivel. Las personas con este grado de discapacidad
intelectual tienen principalmente un retraso en el campo cognitivo y una leve
afectación en el sensoriomotor. Las capacidades de aprendizaje están
ligeramente atrasadas, pero pueden permanecer en el sistema educativo,
formarse y ejercer una actividad profesional adecuadamente. Son capaces de
leer, escribir y realizar cálculos, si bien suelen requerir un periodo de
aprendizaje más largo que otros. De hecho, es posible que durante preescolar
no se observen grandes diferencias con sus semejantes. Se pueden observar
algunos problemas en la memoria, las funciones ejecutivas y el pensamiento
abstracto. Sus habilidades comunicativas y sociales pueden ser buenas, si bien
suelen mostrar alguna dificultad para detectar señales sociales y regulares sus
emociones y comportamiento. Se trata de personas autónomas en su mayoría,
precisando de orientación social en situaciones concretas, y ayuda en temas
legales, económicos o la crianza de hijos. Si bien necesitan de apoyos, su
adaptación al medio es normalmente satisfactoria.

2. Moderado

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En este grado de discapacidad intelectual las dificultades son mayores. A nivel
educativo suelen poder beneficiarse de formación laboral concreta,
generalmente de cara a realizar trabajos poco cualificados y con supervisión.
Pueden tener autonomía en el autocuidado y desplazamiento. Las habilidades
conceptuales de estos sujetos se desarrollan con gran lentitud, habiendo una
gran diferencia con respecto al grupo de iguales. Suelen necesitar ayuda cuando
las tareas a llevar a cabo exijan procesar conceptos complejos. Su
comunicación es eficiente en lo social, aunque poco compleja. El sujeto es
capaz de establecer relaciones con el entorno y hacer nuevos vínculos con
personas ajenas a la familia. Si bien pueden tener problemas para seguir
convenciones sociales, por lo general se adaptan bien a la vida en comunidad,
especialmente con supervisión. El individuo puede responsabilizarse de sus
propias decisiones y participar en la vida social, aunque con ayudas y con un
periodo de aprendizaje prolongado. Las personas con un grado moderado de
discapacidad intelectual suelen reflejar un CI de entre 35-50.

3. Grave

Con un Cociente Intelectual de entre 20 y 35, los problemas para las personas con este nivel
de discapacidad son generalmente de gran importancia, precisando de ayudas y supervisión
continuada. Muchas de ellas presentan daños a nivel neurológico. A nivel conceptual las
habilidades de las personas que padecen este grado de discapacidad intelectual son
reducidas, teniendo poca comprensión de la lectura y conceptos numéricos.
Comunicacionalmente el lenguaje es posible pero está limitado, centrándose en el presente
y siendo frecuente que emplean Holo frases o palabras sueltas. Comprenden comunicación
gestual y oral sencilla, siendo la relación con seres queridos fuente de alegría. En las
actividades del día a día estos sujetos necesitan siempre ser supervisados y cuidados,
dependiendo de ayudas y custodios. Pueden aprender a hablar y realizar tareas simples. Su
adaptación a la comunidad puede ser buena a menos que tengan alguna otra discapacidad
asociada. Adquirir habilidades es posible, necesitando ayuda constante y un largo proceso de
aprendizaje. Algunos de ellos se autolesionan. A nivel legal se les considera incapaces de
tomar sus propias decisiones.

4. Profundo

El grado más elevado de discapacidad intelectual y también el más infrecuente,


las personas con este nivel de discapacidad tienen un CI inferior a 20. Necesitan
ser cuidados de manera constante, teniendo muy pocas opciones a menos que
gocen de un muy elevado nivel de ayuda y supervisión. Por lo general su tasa de
supervivencia es baja. En su mayoría tienen grandes dificultades y otras
discapacidades graves, así como grandes problemas neurológicos. A nivel
conceptual estas personas emplean tienen en cuenta principalmente conceptos
físicos, padeciendo graves dificultades para emplear procesos simbólicos. El
uso de objetos para el autocuidado, trabajo o ocio es posible pero es frecuente
que otras alteraciones impidan darles un uso funcional. A nivel sensoriomotor
están muy limitados, así como a nivel comunicativo. En lo que se refiere al
ámbito comunicacional y social pueden llegar a comprender instrucciones y
gestos, pero tienen que ser sencillos y directos. La expresión emocional se da

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principalmente mediante la comunicación no verbal directa, sin simbolismo.
Disfrutan de la relación con personas conocidas. A nivel práctico, el sujeto
tendrá dependencia para la mayor parte de actividades, aunque pueden ayudar
en algunas actividades, posibilitando que participen en la vida cotidiana del
hogar y la sociedad.

La necesidad de ayudas
Como conclusión del presente artículo es relevante mencionar que una persona solo es discapacitada en la medida que no dispone de las
herramientas para adaptarse al medio, debido a sus dificultades y a la no presencia de apoyos que les sirvan para resolverlas. En este sentido, la
discapacidad intelectual no es una excepción. No podemos limitarnos a señalar que alguien tiene discapacidad intelectual y limitar el problema a
lo individual; la sociedad tiene mucho que decir a la hora de cambiar las condiciones de vida de estas personas en situación de vulnerabilidad.
Debe trabajarse desde las diferentes disciplinas (psicología, ámbito judicial, ámbito legislativo, educación y asistencia social, entre otros) con el fin
de que estas personas y las personas que las cuidan puedan participar de una forma activa en la vida social de la comunidad, estableciendo
puentes entre las capacidades de cada individuo y lo que puede ofrecer y demandar la sociedad mediante la otorgación de ayudas específicas y
funcionales.

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