Para Descargar 3
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—Estoy segura de que te irá muy bien, sobre todo al saber que tu salario
aumentará.
—Así es. Ahora ve, tu nuevo jefe te está esperando. Mañana habrá una
recepción para presentarlo a todos, así que probablemente necesite algo
de ti.
—Entendido.
—Diga. —contestó.
—Vaya, vaya, la nueva secretaria ya está aquí. —dijo una voz masculina
al otro lado de la línea.
—¿No sabes con quién hablas? —El hombre soltó una carcajada—. Estás
despedida el primer día. —sentenció, retomando la seriedad.
—¿Cuál es tu nombre?
—Soy de México.
Ella rodó los ojos al recordar que los estadounidenses se creían dueños
exclusivos de América.
Aunque protestó alegando que era una tremenda injusticia, no tuvo más
remedio que volver a la oficina del nuevo director para tratar de
conservar su empleo. Sin muchos ánimos, tocó la puerta hasta que le
indicó que pasara. Al entrar, lo vio sentado detrás de su gran escritorio,
pero como su silla estaba de espaldas, no logró verle el rostro.
—Pero señor…
Sin entender qué clase de juego absurdo le proponía su nuevo jefe, Sofía
salió desesperada a cumplir el encargo, no podía darse por vencida sin
al menos intentarlo. A mitad del trayecto, se maldecía por haberse
puesto tacones aquel día.
—Entendido.
Sofía podría haberse negado, pero necesitaba ese empleo, así que
decidió tragarse su orgullo.
—Por supuesto, señor.
—Una cosa más. Mañana, cuando llegues, quiero que organices esos
libros en mi estantería, —señaló nuevamente hacia el estante—. Odio la
desorganización y entre el guion están desentonando con el ambiente.
—En realidad, hay una lista de cosas que no me gustan y prefiero que ya
sepas. Como serás mi nueva secretaria, necesito que estés al tanto de
todo y las memorices todas.
Ella salió de allí con los ojos rodando. ¿Qué tan quisquilloso era ese
hombre? Además de dar varias órdenes, actuaba como si fuera un rey, ni
siquiera tuvo la consideración de mirarle el rostro. ¿Podría soportar su
forma de ser?
—Está bien.
Como la puerta estaba al otro lado de su oficina, ella no lo vio salir. Con
el papel en mano, comenzó a leer la lista absurda de su nuevo jefe.
«Cosas que no soporto o me causan alergia: café con azúcar.»
—Está explicado por qué parece tan amargo. —dijo sonriendo.
«Dios mío, ¿qué tipo de persona no le gustan los animales o los niños?»
Se preguntaba mientras leía todas esas disparates. «¿En qué lío me
metí?»
Pasaban de las ocho cuando Sofía salió del trabajo, exhausta y furiosa
con su nuevo jefe. En apenas un día, logró estresarse para toda la
semana. Al llegar a su apartamento, se encontró con su amiga Kate, lista
y arreglada.
—¿Y eso?
—¿Puedes creer que durante todo el día que estuve ahí, él me daba
órdenes sin siquiera mirarme, sentado de espaldas en esa enorme silla?
—No me vengas con inventos, ya te dije que odio salir entre semana.
—Lo sé, pero conseguí una cita con un médico guapo. El problema es
que estará de guardia todo el fin de semana, así que solo podemos
encontrarnos hoy.
—Ay, no, hoy no tengo ánimos para conocer a nadie, mi humor está en
el suelo. —Se excusó Sofía.
—Está bien, solo voy para darte apoyo moral. —concluyó Sofía.
—¿Daniel?
—Eres muy guapo, más que Mateo. —continuó ella. Con el alcohol
subiéndole a la cabeza, ya no hablaba con mucha coherencia—. De
hecho, mucho mejor que Mateo, él ni siquiera era tan alto.
—¿Y qué es lo que quieres ahora? —preguntó el hombre con una voz
cautivadora.
—No quiero ser una extraña, pero tampoco puedo conocerte hoy. —dijo
ella, haciendo un pequeño gesto de disgusto al recordar que debía
trabajar temprano al día siguiente—. Mañana tengo que enfrentar al
diablo, —masculló, pero el hombre logró escuchar lo que dijo.
Sofía abrió bien los ojos, mirando fijamente a ese apuesto desconocido
frente a ella. Su aspecto era excepcional, Mateo no se le comparaba en
nada. Con esos intensos ojos azules clavados en ella. ¿Qué posibilidades
había de que algo así sucediera de nuevo? Y más aún en un día tan
difícil como hoy.
[…]
—¿Dónde estás?
—¡Estás atrasada!
Una voz grave dijo al otro lado de la línea. La voz de Ethan Smith la
asustó, ¿cómo sabía su número de teléfono?
—¿Dónde estuviste?
Dijo Sofía, al darse cuenta de que Ethan Smith era el mismo hombre con
quien pasó la noche.
Sofía no podía creer lo que acababa de ver: el hombre con quien había
pasado una noche maravillosa resultó ser nada menos que su nuevo
jefe, Ethan Smith.
—¿Qué estás diciendo, Sofía?
Preguntó Kate sin entender nada. Pero ella no pudo responder porque
sus ojos estaban fijos en su jefe, en el escenario, quien en ese momento
tomaba el micrófono para comenzar a hablar.
Eso fue lo que se le ocurrió para tratar de explicar su acción. Luego salió
de ahí con el ramo en las manos, buscó un lugar para colocar las flores.
—¿Qué?
—Habla más bajo, por favor, —pidió. —Voy a buscar su café, ven
conmigo.