Cop 16

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La COP16 de biodiversidad es un evento esencial para abordar la conservación de la

diversidad biológica y el uso sostenible de los recursos naturales. Este año, se llevará a
cabo en Cali, Colombia, del 21 de octubre al 1 de noviembre, con el lema "Paz con la
Naturaleza". Durante la cumbre, los países revisarán los compromisos asumidos en 2022 y
reflexionarán sobre cómo mejorar nuestra relación con el medio ambiente.

El objetivo es replantear un modelo económico que priorice la sostenibilidad y el respeto


por la naturaleza, evitando la extracción y sobreexplotación de los recursos. Esta cumbre
representa una oportunidad significativa para establecer acciones concretas y fomentar la
cooperación internacional en la protección de la biodiversidad

La perspectiva de América Latina y el Caribe es fundamental para el futuro


socioeconómico y ambiental de la región, así como para la sostenibilidad del planeta. CAF,
el banco de desarrollo de América Latina y el Caribe, contará con un Pabellón en la COP16
bajo el lema #LaBiodiversidadNosUne. Este espacio servirá como un lugar de diálogo y
visibilidad, donde se presentarán iniciativas innovadoras relacionadas con ecosistemas
como los manglares, la Amazonía, el Caribe, el Chocó biogeográfico, la Patagonia y las
Galápagos. También habrá áreas dedicadas a la interacción con la sociedad civil y actores
sociales en Cali.

Es crucial que América Latina y el Caribe fortalezcan su narrativa y subrayen su papel


como región de soluciones, lo que requiere un esfuerzo coordinado y unidad más allá de las
diferencias. Esta región es una de las más ricas en diversidad biológica, albergando el 40%
de la biodiversidad mundial. Seis de sus países Brasil, Colombia, Ecuador, México, Perú y
Venezuela se encuentran entre los diecisiete considerados “megadiversos” en el mundo, lo
que hace de la biodiversidad un factor clave para la integración regional y el debate global.

Además, las comunidades indígenas en América Latina y el Caribe resguardan el 80% de la


biodiversidad global y el 36% de los bosques intactos están en sus territorios. La región
posee seis de los países más megadiversos, 11 de los 14 biomas de la Tierra y la selva
amazónica, que es el hábitat con mayor biodiversidad del planeta. Estos datos subrayan la
necesidad de un nuevo liderazgo que aborde la pérdida de biodiversidad, teniendo en cuenta
a las comunidades que dependen de ella y que poseen el conocimiento necesario para su
conservación y recuperación.

Según Conservación Internacional, América Latina y el Caribe albergan siete de los 36


Hotspots de Biodiversidad identificados a nivel mundial: los Andes tropicales,
Mesoamérica, las Antillas, el Bosque Atlántico, Tumbes Chocó-Magdalena, El Cerrado y el
Bosque Valdiviano. Además, los ecosistemas marinos de la región también presentan una
notable diversidad biológica; Spalding et al. (2007) indican que ALC cuenta con 47 de las
258 ecorregiones marinas del mundo, más que cualquier otra región.

La biodiversidad en América Latina y el Caribe está estrechamente relacionada con la


variedad de ecosistemas presentes en la región. Sin embargo, identificar y analizar todos los
ecosistemas es una tarea compleja, ya que el concepto de ecosistema puede variar según el
enfoque y las necesidades de cada investigación. Josse et al. (2003) identificaron cerca de
700 tipos de sistemas ecológicos terrestres en ALC, distribuidos en un 69% en áreas
montañosas, un 29% en zonas inundables o humedales, y un 2% en complejos mixtos. Los
autores también sugieren que podrían existir aproximadamente 150 tipos de ecosistemas
adicionales que aún no han sido clasificados.

La biodiversidad, los ecosistemas y los servicios que estos ofrecen son esenciales para el
bienestar de las sociedades en América Latina y el Caribe, una región rica en recursos
naturales. Sin embargo, estos recursos están siendo agotados debido a diversas presiones
vinculadas al desarrollo económico. La principal causa de esta degradación es la conversión
de hábitats naturales para otros fines, seguida por la extracción acelerada y la
sobreexplotación de recursos, incluyendo el agua. La contaminación, especialmente de
fuentes hídricas, y las invasiones de especies también contribuyen a la pérdida de
biodiversidad. Estos problemas se ven intensificados por el cambio climático, que afecta de
diversas maneras la conservación de los recursos naturales en la región.

Es crucial que los países de ALC implementen esfuerzos para mantener la capacidad de los
ecosistemas de seguir brindando servicios ecosistémicos. Para lograrlo, cuentan con un
conjunto de herramientas políticas que pueden utilizarse para que los actores ajusten sus
incentivos y decisiones hacia prácticas más sostenibles. Este conjunto de herramientas es
extenso y es recomendable organizarlas en categorías. Sin duda, la conexión entre la
sociedad y el medio ambiente es esencial para definir parámetros y resultados a corto y
mediano plazo que ayuden a mitigar los efectos de este problema. Esto es clave para lograr
un equilibrio entre los sistemas sociales y ecológicos del planeta. En este contexto, resulta
difícil hablar de prevención ante el cambio climático, dado el impacto considerable que
nuestras actividades cotidianas han causado a la Tierra en más de 50 años.

Por lo anterior y basándonos en el Plan de Acción de Biodiversidad Colombia 2016 -2030,


el cuál define las medidas y acciones a llevar a cabo en el país, incluyendo directrices para
la conservación y el uso sostenible de la biodiversidad donde el enfoque socio ecológico ve
a esta como una fuente, base y garantía para la provisión de servicios ecosistémicos, así
como el carácter público y colectivo de las decisiones sobre biodiversidad, ha
fundamentado un marco conceptual sólido, relevante y flexible, el cual en cumplimiento de
los compromisos del Gobierno Nacional de Colombia, dentro del Convenio de Diversidad
Biológica y el nuevo marco global de biodiversidad de Kunming-Montreal, tiene como
objetivo definir acciones que creen las condiciones necesarias y fomenten la colaboración
intersectorial para mejorar la gobernanza, el ejercicio de la autoridad, la capacidad de
seguimiento y trazabilidad, así como la participación de actores sociales en la gestión de la
biodiversidad.

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