Incas Parte 1

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Incas (1200-1533)

La civilización inca fue el mayor imperio de América del Sur antes de la llegada de
los europeos. Surgió tras la caída de grandes reinos en la zona central de los Andes
peruanos alrededor del año 900. Después de eso, hubo estabilidad en el clima y en
la sociedad, creando un ambiente propicio para el surgimiento de un imperio.

Según la leyenda, Manco Cápac y Mama Ocllo, hermanos y esposos, salieron del
Lago Titicaca, enviados por el dios Sol, Inti, para civilizar a los pueblos andinos.

Al principio, los incas eran una pequeña tribu en la zona de Cuzco en el siglo XIII.
Con el tiempo, comenzaron a expandirse, sometiendo a otras tribus y logrando una
unificación en el siglo XIV.

Pachacútec (1438-1471) fue uno de los líderes más importantes de la historia inca.
Bajo su mando, el Imperio Inca se expandió considerablemente, estableciendo un
sistema de gobierno centralizado y una infraestructura avanzada. Pachacútec
también es conocido por haber reconstruido y embellecido la ciudad de Cuzco.

Los incas desarrollaron una administración organizada con un sistema de caminos


y puentes que conectaban el imperio. Su lengua era el quechua. Eran expertos en
agricultura, utilizando terrazas y sistemas de riego muy avanzados.

Su sistema jerárquico se puede simplificar de la siguiente manera: en lo más alto


estaba el emperador (Sapa Inca) y su familia, seguidos por los nobles, los líderes
locales (curacas) y, finalmente, el pueblo.

La religión inca era politeísta, adorando principalmente al dios del Sol (Inti) y a otros
dioses como la madre tierra (Pachamama) y el creador (Viracocha).

Geografía

Los Inka llamaban a su imperio Tawantinsuyu, que significa “Las Cuatro Regiones
Juntas.” Cada uno de los cuatro suyus (regiones) tenía diversas poblaciones,
entornos y recursos. Con su red de caminos, depósitos, sitios religiosos y estaciones
administrativas, el Qhapaq Ñan integró a los suyus en un imperio.

Antisuyo: un paisaje arduo y exótico

Situado en lo alto del Amazonas, el Antisuyu tenía un entorno de selva tropical,


marcado por abundantes lluvias, alto nivel de humedad y vegetación exuberante.
Estaba colmado de recursos naturales, como coca, plantas medicinales, oro y
plumas de aves exóticas. Por sus enfermedades de selva fluviales, y sus resistentes
pueblos tribales, fue una región difícil de conquistar.

Chinchaysuyu: Ingeniería innovadora y valiosos recursos

El Chinchaysuyu abarcaba la región agrícola más importante del imperio. El territorio


comprendía gran parte del actual Perú, Ecuador y una porción de Colombia. Su
geografía de grandes valles abiertos, profundos cañones, mesetas elevadas, valles
costeros y desiertos, presentaba numerosos desafíos para la construcción de
caminos.

Collasuyu: altiplanos y rebaños

El Collasuyu abarcaba el sur de Perú y partes de Bolivia, Argentina y Chile. Colla


significa “altiplano”. Su extensa puna era ideal para la cría de llamas y alpacas. La
región también era rica en sal, papas, oro, plata y cobre.

Contisuyu: camino al mar

El Contisuyu abastecía a los Inka de importantes recursos marinos. Aquí se elevan


impresionantes barrancos desde el nivel del mar hasta 5.800 metros de altura. Con
su relieve de imponentes picos, volcanes y desfiladeros, el Contisuyu presentaba
complejos desafíos para los ingenieros de caminos Inka.

Organización social

Panaca: La nobleza real integraba un grupo privilegiado que controlaba el Estado y la religión.
Desde pequeños, se educaba a los nobles para ser gobernantes, guerreros o sacerdotes del
imperio, bajo la guía de maestros sabios llamados amautas. Los miembros de las panaca
podían tener muchas esposas y vestir ropas especiales que estaban prohibidas para el resto
de los incas. Además, como símbolos de distinción, llevaban grandes aros de oro que les
estiraban los lóbulos de las orejas.

Curacas: El segundo estrato estaba integrado por los curacas, que eran los jefes de los ayllus.
Se los consideraba nobles de menor categoría que la nobleza real. Como líderes, debían
recaudar el tributo y reclutar mano de obra para los trabajos del Estado.

Hatun runa: En tercer lugar, los artesanos y campesinos eran quienes realizaban todas las
tareas de producción, tanto de alimentos como de manufacturas. Debían contribuir a la
construcción de obras públicas y prestar servicio militar.

Yanaconas: Este grupo estaba integrado por personas separadas de su comunidad de


origen, que perdían todo vínculo con sus familias y trabajaban dando servicios al Estado.

La base de la organización social incaica era el ayllu, un grupo de personas que se


consideraban descendientes de los mismos antepasados. Cada ayllu guardaba en algún
lugar sagrado las momias de sus ancestros y les rendía culto. Varios ayllus formaban una
comunidad que era gobernada por un curaca.

Economía

El imperio inca desarrolló una estructura económica que permitió una gran productividad
agrícola en la región, además del intercambio de productos entre comunidades. Su sistema
contaba con una variedad de cultivos y especies de ganado. Lo más interesante de su
agricultura es el sistema de producción que organizaron, el cual les permitió aprovechar
los distintos ambientes de las tierras que ocupaban.
No existía una clase comerciante en la sociedad inca, y el desarrollo de la riqueza
individual a través del comercio no era posible. Solo existía una pequeña casta de
nobles que tenía el privilegio de no estar obligada a ofrecer su trabajo al imperio.

El gobierno recibía dos tercios de las cosechas de un agricultor. El estado inca


obtenía los ingresos de ese trabajo, mientras que la nación proporcionaba vivienda,
comida y vestimenta a cambio del trabajo. La asignación gratuita de chicha
ceremonial era uno de los incentivos, lo que muestra cómo su sistema económico
no puede separarse de su espiritualidad.

A nadie se le exigía más de lo que podía dar: el niño trabajaba mucho menos que el
joven, y este menos que el adulto, a quien se le exigía el máximo esfuerzo,
disminuyendo la exigencia a medida que avanzaba en edad. El trabajo era una
función social de la que ningún individuo podía escapar. A cambio, los ciudadanos
del imperio inca recibían comida, productos de primera necesidad, ropa y otras
herramientas que provenían de los almacenes del estado, y no de su bolsillo.

Cada familia, aparentemente numerosa, podía controlar un pedazo de tierra. Para


arar, sembrar semillas y luego cosechar los cultivos, cada familia requería trabajo
adicional de sus miembros. Un método similar se utilizaba para el trabajo
cooperativo a mayor escala, como la construcción de viviendas u otra
infraestructura. Los trabajadores eran compensados en especie.

Su sistema político-económico era centralizado. Permitía la organización y la


realización de ceremonias religiosas a gran escala, mientras que la religión ayudaba
a consolidar y justificar el control centralizado del poder político y económico. Ambos
aspectos se apoyaban mutuamente para garantizar la estabilidad y la prosperidad
del imperio.
Religión

Los incas eran politeístas y adoraban a varios dioses. El principal era Viracocha, el
creador del universo. El segundo más importante era Inti, el dios Sol, fundamental
para la agricultura y adorado por los campesinos. La realeza inca se consideraba
descendiente del Sol, y en su honor se realizaban ceremonias como el Inti-raymi
(que celebraba el inicio del nuevo año andino y la cosecha) y el Capac-raymi (inicio
de la temporada de lluvias, dedicado a purificar y fortalecer la relación entre los incas
y sus dioses).

En ambas ceremonias se hacían ofrendas, danzas y cantos, y también se llevaba


a cabo la iniciación de jóvenes nobles en la vida adulta mediante ritos especiales
que simbolizaban su transición a la responsabilidad y el liderazgo dentro de la
sociedad inca.

Otros dioses importantes eran Illapa (dios del rayo y la tormenta), Pachacamac
(oráculo venerado en la costa), Pachamama (madre tierra) y Mamaquilla (la luna).
Los rituales eran presididos por sacerdotes, con el Villca Humu como líder, y se
llevaban a cabo en plazas frente a templos. Se realizaban sacrificios de animales,
tomaban chicha y se sacaban las momias de antiguos soberanos para que el pueblo
las adorara.

Además, se veneraban huacas, objetos o personas con anomalías o rasgos poco


comunes, ya que se creía que tenían poderes espirituales. Recibían ofrendas
constantes de los campesinos y viajeros, reflejando la religiosidad popular.

Organización política

Los incas tuvieron una de las organizaciones políticas más complejas de toda la
América precolombina. Se trataba de una monarquía encabezada por el Inca,
considerado hijo de Inti (el Sol) y un ser sagrado. Sin embargo, la monarquía inca
respondía a una organización dual que llevó a algunos autores a caracterizarla como
una diarquía, pues contaba con dos reyes: uno de Cusco alto (Hanan Cusco) y otro
de Cusco bajo (Hurin Cusco).

El primero, llamado Sapa Inca o Inca, controlaba especialmente los aspectos civiles,
políticos, económicos y militares, mientras que el otro, llamado Willaq Umu,
concentraba el poder sacerdotal. La autoridad del Willaq Umu era menor a la del
Inca, pero influyente en las decisiones imperiales.

Los demás cargos políticos, ocupados por la nobleza, se organizaban de la siguiente


manera:

El Auqui: Era el príncipe heredero, que ejercía el cogobierno junto a su padre como
una forma de preparación para el cargo. Era escogido entre todos los hijos
varones del Inca y la Coya, de modo que era designado por mérito y no por
mayorazgo.

El Tahuantinsuyo Camachic: Era el Consejo Imperial, compuesto por cuatro apus


que gobernaban cada uno de los cuatro suyos o regiones del Imperio inca:
Chinchaysuyu, Cuntisuyu, Antisuyu y Collasuyu. Estaban respaldados por doce
consejeros secundarios.

Apunchic: Eran los gobernadores de las provincias del imperio, con atribuciones
político-militares, que respondían directamente al Consejo Imperial y al Inca.

Tucuirícuc: Su nombre significaba “El que todo lo ve”, y era un veedor y supervisor
imperial que controlaba a los funcionarios de cada provincia y estaba facultado para
asumir, en caso de ser necesario, la autoridad local.

Curaca: Era el jefe de cada ayllu o comunidad, equivalente más o menos a un


cacique. Generalmente, era elegido por su propio grupo por ser considerado el más
sabio, aunque podía ser designado por las autoridades incas. Era quien
intermediaba entre el ayllu y la autoridad imperial, y se ocupaba de la justicia, de la
recolección del tributo y de mantener el orden.
Sacrificios humanos

Capacocha: La Capacocha era un tipo de sacrificio humano que tenía como objetivo
honrar a los dioses y asegurar su protección y bendiciones para el pueblo inca. Este
ritual consistía en la selección de niños y jóvenes vírgenes, quienes eran ofrendados
a los dioses en ceremonias solemnes y majestuosas.

Sacrificios de guerra: Los guerreros enemigos capturados durante las batallas


también eran sacrificados como parte de un ritual para obtener el favor de los dioses
en futuras confrontaciones. Estos sacrificios se realizaban en presencia de las
autoridades locales y de la población.

Sacrificios en eventos naturales y calamidades: En situaciones de sequías,


terremotos u otros desastres naturales, los incas llevaban a cabo sacrificios
humanos para aplacar la ira de los dioses y buscar su misericordia. Estos sacrificios
podían incluir a personas de todas las edades y géneros, y solían realizarse en
lugares de importancia ceremonial.

Selección de las víctimas: Las víctimas de los sacrificios humanos eran elegidas
siguiendo criterios específicos. En el caso de la Capacocha, los niños y jóvenes
seleccionados debían ser físicamente perfectos y pertenecer a familias nobles. Para
los sacrificios de guerra, los prisioneros más valientes y destacados eran los
elegidos. En el caso de los sacrificios en eventos naturales, las víctimas podían ser
seleccionadas de acuerdo a sus características personales o a las circunstancias
del momento.

El proceso del sacrificio humano: El sacrificio humano solía llevarse a cabo


siguiendo un protocolo ritual. En primer lugar, las víctimas eran llevadas en
procesión hasta el lugar del sacrificio, donde se les rendía homenaje y se les
ofrecían alimentos y bebidas sagradas. A continuación, se les sometía a un proceso
de purificación, que incluía el baño en agua sagrada y la vestimenta con ropas
ceremoniales. Finalmente, las víctimas eran sacrificadas, con la administración de
un sedante ritual, y posteriormente eran colocadas en las grandes cimas
montañosas.

Agustina Verón, Franco Gamiettea, Vicente Olivieri

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