Lectura Modulo II
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Lectura Modulo II
en Psicopedagogía
Sociología
Docente: Prof Saccone María Alejandra
Material de lectura N° 2
¿Qué es pensar sociológicamente?
Los clásicos y su pensamiento como base de los paradigmas
sociológicos
Manifestación (Antonio Berni 1934),
refiere a la crisis económica y al
programa político del Partido
Comunista argentino, tanto hacia el
proletariado como hacia los
trabajadores rurales.
Buena lectura!
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Las matrices fundamentales del pensamiento sociológico:
contextualizando a sus principales pensadores
Ubiquemos a los pensadores en una línea de tiempo…..
Francia Alemania Francia Alemania
Karl Marx nació en una familia de origen judío, de clase media acomodada. Fue economista,
filósofo, jurista, periodista, pensador socialista y militante comunista. Nunca se consideró un
sociólogo profesional aunque buscó una comprensión científica de la sociedad y una
explicación del cambio social a largo plazo. Dos de sus obras que más importancia tuvieron
en el desarrollo sociológico fueron: Contribución a la Crítica de la Economía Política (1859) y
El Capital (1867).
Émile Durkheim provino también de una familia de origen judío. Fue filósofo, sociólogo y
antropólogo. Su obra más influyente para la formación de la Sociología científica fue Las
Reglas del Método Sociológico (1895).
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K ARL MARX
I: Quisiera empezar por Marx. ¡Ha sido uno de los pensadores de más
influencia en el pensamiento sociológico, sin duda! Pero… desde una mirada histórico
- económica
I: Para Marx, es el ser social quién determina su conciencia y no viceversa. ¿Es así?
S: Sí, es así. Este autor, realizó un profundo análisis de la estructura y del desarrollo del
capitalismo, ofreciendo una nueva teoría de la sociedad y del cambio social. Como
intelectual revolucionario que era desarrolló una búsqueda teórica para fundamentar una
práctica de transformación revolucionaria de la sociedad, pretendiendo integrar teoría y praxis
(acción). En este sentido, ubicó su indagación en tiempo histórico. Analizó las cualidades
universales y aquellas otras históricas de cada fase particular de la evolución social, a fin de
demostrar que el sistema capitalista no era eterno ni tampoco irreemplazable. Por ello se
detenía en las especificidades que adquirían las categorías generales (ej. el dinero, la forma
de producción) en los contextos históricos particulares (como el capitalismo). De este modo,
sostenía que, si las categorías propias de cada época eran históricas, la realidad era
entonces cognoscible científicamente y modificable. Si el modo de producción capitalista
presentaba un carácter específico e histórico concreto, significaba que el mismo no era
“normal” ni mucho menos para siempre.
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I: ¿Por qué todos los sociólogos dicen que la obra de Marx marcó una ruptura con los
escritos filosóficos hasta ese momento?
S: Porque los que se habían limitado a interpretar el mundo cuando en realidad había que
transformarlo. En efecto, Marx concebía a las sociedades, de toda época histórica, como
divididas en estamentos o clases, de opresores y oprimidos. Si bien, Marx no proporcionó
un análisis sistemático del concepto de clase, sí puede afirmarse que sostenía que el conflicto
de clases era inherente a la sociedad capitalista, “Una clase es un grupo de personas que
tienen una relación común con los medios de producción, los medios mediante los que se
ganan la vida” (Giddens, 2004, p. 319-320).
S: Para Marx las clases eran producto de un largo proceso histórico, grandes conjuntos de
seres humanos que comparten un mismo modo de vida y una misma condición de existencia.
Se diferencian, se enfrentan entre sí, construyen su propia identidad social y se definen tanto
por su posesión o no posesión de los medios de producción como por sus intereses, su cultura
política, su experiencia de lucha, sus tradiciones y su conciencia de clase (de sí mismos y de
sus enemigos). Las clases explotadoras viven a costillas de las explotadas, las dominan y las
oprimen, por eso están en lucha y conflicto
permanente a lo largo de la historia
En las sociedades pre-industriales existían dos
clases sociales bien diferenciadas:
Los aristócratas o nobles: que eran los
propietarios de la tierra y también dueños de
los esclavos y
Los siervos, esclavos y campesinos libres:
que eran los encargados de producir en la tierra
con elementos para cultivarla o para cuidar el
ganado. La sociedad burguesa moderna,
surgida tras la caída del régimen feudal, no era
la excepción a la regla. Por el contrario, subsistían en ella tales antagonismos, pero, esta vez,
enarbolados por clases nuevas, nacidas de novedosas condiciones de opresión y con sus
propias y distintas modalidades de lucha: la burguesía y el proletariado, propias y distintivas
del modo de producción capitalista. La primera, era dueña de los medios de producción y de
sustento, mientras que el segundo, excluido de esta posesión, sólo tenía una mercancía que
vender: su fuerza de trabajo, y que, por tanto, no quedaba más opción que venderla para poder
adquirir los medios de vida más indispensables.
S: Así es.
La explotación del capitalista sobre el obrero consistía en que el valor de la mercancía
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“trabajo”, medida en cantidad de horas de labor socialmente necesaria invertida en su
producción y reproducción (esto es, en
“Toda la historia de la sociedad humana, hasta los bienes de subsistencia que un
nuestros días, es una historia de lucha de empleado necesitaba para garantizar su
clases” (Marx, 2015, p:14) sustento –su vida– en un día), era
bastante menor al valor de la producción
de ese trabajador durante toda su jornada laboral.
Eran las mismas condiciones de producción capitalista, que exigían tanto una constante
acumulación y concentración de la riqueza en manos de algunos individuos, como la
explotación y aglutinamiento de la gran masa de trabajadores asalariados de los que se extraía
el plusvalor (trabajo excedente no remunerado del cual se apropiaba el burgués), las que
creaban, en forma inevitable, las condiciones propicias para la revolución comunista en manos
de la clase obrera organizada. Marx lo explica de la siguiente manera en la obra donde plantea
esta teoría de la alienación, «Manuscritos económicos y filosóficos» de 1884:
Para él, la producción era de tipo social, por lo que su enfoque metodológico era
holista y no individualista. Esto es, no sustentaba su estudio sobre la consideración
de los productores individuales y aislados, ni se acercaba a los fenómenos sociales
desde consideraciones de personas particulares (como en la economía clásica
liberal), sino como productos del desarrollo social, en un proceso de creación
histórica del desenvolvimiento humano. No tomaba al hombre en soledad sino en sociedad
y en un momento del movimiento histórico de esta. Así, no implicaba lo mismo el agricultor
feudal que el obrero moderno. Desde su postura holista, pensaba que en la producción social
de su vida los hombres entraban en determinadas relaciones de producción necesarias e
independientes de su voluntad que correspondían a una determinada fase de desarrollo de
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sus fuerzas productivas materiales. Así aparecían las relaciones sociales detrás del producto.
El hecho de que la sociedad burguesa instalara la imagen del individuo y de las relaciones
entre estos a partir de eternizar la forma privada de
apropiación del producto del trabajo social no
implicaba que el hombre fuese naturalmente un ser
egoísta, encerrado sobre sí mismo y que gozara de
degradar a los demás como medios para sus fines.
Contrariamente, para Marx, el hombre era no solo un
animal social, sino un animal que únicamente podía
aislarse estando en la sociedad. La producción de un
individuo aislado podía ocurrir pero conllevaba
necesariamente en sí las fuerzas propias de la sociedad. No interesaba tanto el producto
particular como las formas de producirlo y de apropiarse del producto socialmente generado.
La economía política no trataba entonces sobre cosas sino sobre relaciones entre personas,
mediadas por las cosas, las que se definían por su carácter social.
S: Sí, efectivamente
Marx tuvo una clara impronta estructuralista, en tanto que, como mencionábamos, la
estructura económica de la sociedad, formada por el conjunto de las fuerzas productivas y de
las relaciones de producción, era la base real sobre la que se levantaba la superestructura
jurídico-política y a la que correspondían determinadas formas de conciencia social. Al llegar
a una cierta fase de desarrollo, las fuerzas productivas materiales de la sociedad entrarían en
contradicción con las relaciones de producción existentes (las relaciones de propiedad), dando
como resultado un momento propicio para la Revolución social.
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Asimismo, y en estrecha vinculación con lo anterior, ha sido catalogado de economicista, en
tanto sostenía que la realidad económica era la que determinaba a la forma política (y no
viceversa). La anatomía de la sociedad civil debía buscarse en la economía y no en el
gobierno. Sin embargo, su propósito y obra no constituyeron un
puro economicismo en el que la prioridad concedida a las relaciones
estructurales por sobre de las superestructurales tuviese un interés
neto y exclusivamente económico. Por el contrario, estudiar y
criticar la base material de la sociedad es lo que permitiría
luego propender a la revolución proletaria, implantar su
dictadura temporaria, abolir el régimen capitalista de propiedad
privada de los medios de producción, disolver con esto la distinción
y antagonismo de clases, esfumar por tanto al Estado burgués y,
finalmente, alcanzar la ansiada emancipación humana dentro de
una sociedad plenamente igualitaria y comunista.
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E mile Durkheim y el método sociológico
S: Comte, Marx y otros teóricos contemporáneos a ellos sentaron las bases para el desarrollo
de la Sociología, pero en su época aún no se constituía como una disciplina formal ni tenía
presencia en las universidades. Necesitaba ganarse un lugar en la academia junto a las
Ciencias Naturales. El trabajo de Durkheim en Francia supuso un gran avance en este sentido.
Si hay algo que caracteriza la concepción de la sociología que tiene Durkheim es su
determinación de conseguir un conocimiento científico de la sociedad que permitiera
percibir su evolución y orientar su futuro desarrollo. Durkheim no tuvo suficiente con el
estudio desapasionado de los hechos sociales, sino que quiso intervenir con efectividad en
los debates contemporáneos sobre la reforma social, y creía que la mejor manera de
hacerlo era mediante el análisis sistemático y riguroso (propiamente sociológico) de la
dinámica real de las diferentes colectividades humanas. (Cardús i Ros, S. 2013=133).
S: El hecho social, aquello “que era” y no “lo que debía ser”, teniendo como protagonistas a
los hombres, no eran psicológicos ni biológicos, sino cosas que, aunque no materiales, existían
por sí mismas. Por su parte, el método más adecuado para indagarlo, consistía,
consecuentemente, en la observación, la experimentación y la explicación causal por leyes
similares a las de la naturaleza.
La Sociología era una ciencia más de la naturaleza como cualquier otra, pero con un objeto
de estudio distinto y específico, que, por otro lado, le hacía acotar su propio método
explicativo en forma no exactamente coincidente con el de las otras disciplinas sociales, pero
basado en el modelo de las Ciencias Naturales de las que aquélla formaba parte. Esta ciencia
positiva empírica poseía un objeto particular en esa nueva realidad natural que era la sociedad,
y su método sociológico tenía similares características que los de las ciencias positivas
naturales, aunque adaptado al objeto más complejo de todos.
La noción de hecho social implicaba un tratamiento de los mismos como “cosas”, asimilando
las realidades del mundo social a las del mundo exterior (material, natural), pero sin intención
de degradar las formas superiores del ser a sus modos inferiores, sino al contrario, reivindicar
para las primeras un grado de realidad al menos igual al que todo el mundo reconoce a las
segundas (Durkheim, 1997:15).
“No decimos que los hechos sociales sean cosas materiales, sino que son cosas con el mismo título que las cosas
materiales, aunque de otra manera”
“La cosa se opone a la idea como lo que se conoce desde fuera a lo que se conoce desde dentro” “Cosa es (…) todo lo que
el espíritu no puede llegar a comprender más que a condición de salir de sí mismo, por vía de observaciones y de
experimentaciones…” (Durkheim, 1997:15-16).
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I: Si para Durkheim los hechos sociales eran asimilables a cosas, ¿cuáles eran sus
características?
3) Poder imperativo: tenían un poder imperativo, de presión y coercitivo que hacía que se
impusieran al individuo por encima de su voluntad, esa presión social se transformaba en
coacción efectiva externa cuando los hombres se oponían a las formas de hacer que la
sociedad les imponía (normas sociales), apareciendo la sanción, o también como corrientes
sociales; y 4) Colectivos: eran generales porque eran colectivos y no al revés, es decir, un
pensamiento que se encontraba en todas las conciencias particulares no era un hecho social,
los hechos individuales adquirían carácter social cuando se presentaban como generales,
como permanentes en un determinado tipo de sociedad (por ejemplo las tasas de natalidad),
cuando tomaban una existencia propia independientemente de sus manifestaciones
individuales
Por otro lado, los hechos sociales podían clasificarse: 1) por su grado de consolidación o
fijación: a) hechos sociales cristalizados o normas sociales (leyes, costumbres,
convencionalismos sociales), b) corrientes sociales o movimientos sociales espontáneos
(entusiasmo colectivo, indignación, exaltación, piedad, etc.); o 2) por su fisiología / anatomía:
a) dinámica o maneras de actuar, y b) estática o maneras de ser (maneras de actuar
consolidadas)
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c. corrientes sociales: situaciones de crispación política, euforia nacional por un partido de
futbol, modas, etc.
I: Para Durkheim ¿El hecho social no se definía por su utilidad?, ¿podía haber hechos
sociales que no sirvieran para nada concreto?
S: Sí, asi es Durkheim postulaba un análisis causalista (indagando las causas), diferente del
análisis funcional (que indagase las funciones). Lo anterior, iba de la mano de su concepción
del hecho social en particular y de la sociedad en general como exteriores (y diferentes) de
sus miembros. Por más que la sociedad estuviera compuesta por individuos, no existía dentro
de las conciencias individuales. La síntesis de individuos que constituía toda sociedad, daba
lugar a fenómenos nuevos, diferentes de los que ocurrían en las conciencias solitarias, eran
hechos específicos de la sociedad que los producía y no de sus partes integrantes, eran
exteriores a las conciencias individuales de sus agentes. De este modo, los hechos sociales
se diferenciaban de los hechos psíquicos.
Frente a tal concepción del objeto de estudio, el enfoque metodológico asociado debía ser
necesariamente holista. En esta línea, el autor diferenciaba la Psicología de la Sociología,
siendo que la primera estudiaba fenómenos que se daban en la conciencia individual, mientras
que la segunda se abocaba a aquellos propios de la conciencia colectiva. La sociedad, a
pesar de estar compuesta por individuos, conformaba una síntesis nueva en la que
aparecían fenómenos novedosos y diferentes de los que ocurrían en las conciencias
solitarias de tales individuos. Al igual que lo que ocurría en el mundo natural, existía un
importante salto de lo individual a lo colectivo que exigía una mirada propia y diferente para
cada uno.
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En él formuló las conocidas reglas del método sociológico, a saber: 1) precauciones a ser adoptadas en la observación de los hechos sociales, los cuáles
debían ser abordados por el investigador como “cosas”, datos, realidades dadas de antemano al observador y en las cuales este no intervenía sino
pasivamente, a) descartando sus propias opiniones, ideales o temores, b) tratándolos y describiéndolos.
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I: ¿Cómo definía o comprendía a la división del trabajo?
S: Durkheim estudia la naturaleza de los cambios que se han producido en el paso de las
sociedades tradicionales a las modernas. Considera que el cambio fundamental que explica
la transición histórica a la modernidad es el desarrollo progresivo de la división del trabajo.
Para él, la división del trabajo no sólo se concentra en la esfera de la producción
económica, sino que es un proceso que se da en muchos ámbitos: el gobierno, el
derecho, la ciencia, las artes, la educación, etc. En todas estas áreas de la vida social la
especialización creciente es cada vez más notoria. Podríamos decir que Durkheim, al hablar
de la división del trabajo social, de hecho, está hablando de un proceso más amplio de
creciente diferenciación y complicación sociales. Según Durkheim, lo que provoca este
proceso, su causa, es el aumento de la población. En este sentido, distingue dos niveles de
aumento: uno cuantitativo, es decir, el crecimiento de la densidad material de la población
(incremento del número de habitantes), y otro cualitativo, basado en el crecimiento de la
densidad dinámica de la población (más frecuencia de contactos entre las personas y los
grupos que presupone una mejora en las vías de comunicación). Con la intención de hacer
más comprensibles las diferencias entre las sociedades con una división del trabajo baja o
casi inexistente y las que, por el contrario, presentan una elevada división de las tareas
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El segundo tipo de solidaridad, que Durkheim califica de orgánica, es la propia de las
sociedades modernas e industriales. Éstas son sociedades caracterizadas por una gran
diferenciación de las funciones sociales, por una división del trabajo y, en consecuencia, por
un grado muy elevado de individualismo. La conciencia individual es aquí mucho más fuerte
que en las sociedades primitivas o en las predominantemente agrícolas, y por lo tanto la
conciencia colectiva también se da mucho más debilitada. El valor supremo de las sociedades
modernas e industriales no es tanto el grupo o la colectividad como el propio individuo. Esto
es así hasta el punto de que, paradójicamente, uno de los rasgos de la conciencia colectiva
propia de las sociedades modernas es el culto al individuo, la valoración alta del individualismo,
de los derechos individuales. Si el individuo ocupa un lugar tan preeminente en el cuadro
valorativo de las sociedades modernas y, en cambio, el grupo o la colectividad ya no se sitúan
justo en el centro de las creencias básicas, esto hace que la necesaria cohesión social ahora
ya no se pueda conseguir de una manera tan simple, tan automática, tan “mecánica” como lo
era en las sociedades anteriores.
En una sociedad con densidad material y dinámica de la población altas, ya no se puede
producir tan fácilmente una convergencia de todo el colectivo humano en torno al grupo,
porque éste se ha hecho demasiado amplio y diferenciado como para que las personas se
puedan identificar directamente con él. Por consiguiente, es necesario crear organizaciones
que hagan posible el surgimiento de grupos específicos con intereses comunes, los cuales se
puedan coordinar después en un ámbito social más general. Estos órganos u organizaciones
se tienen que definir de acuerdo con la división del trabajo, que es el rasgo central de las
sociedades modernas.
Durkheim piensa que estos órganos deben ser las organizaciones profesionales, las únicas lo
bastante permanentes y cercanas al individuo como para que éste pueda confiar en ellas y se
pueda identificar con las mismas. Debido a que la solidaridad social necesaria en las
sociedades modernas sólo se puede establecer partiendo de estos organismos, Durkheim
habla de la solidaridad orgánica como de la propia de estas sociedades. Ahora bien, tal y como
hemos indicado antes, Durkheim establece que debería ser así, pero admite que, de hecho y
por el momento, las cosas no suceden exactamente de este modo…
S: Si! Hay algo que caracteriza a las sociedades modernas es, según él, la debilidad de la
cohesión y de la solidaridad sociales. Y esto, por su parte, se explica por la ausencia de un
orden moral lo bastante claro y preciso como para orientar la conducta de las personas y dotar
a la sociedad, de este modo, de cierta estabilidad. No es fácil crear este orden moral, porque
las sociedades individualistas entienden las reglamentaciones y las normas como un recorte
de las libertades individuales.
Una sociedad que no tiene claros sus criterios y sus principios, una sociedad sin
normas efectivas es, para Durkheim, una sociedad anómica.
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S: La anomía2 es una situación social en la que se da una regulación moral y colectiva
insuficiente de los deseos y de las aspiraciones individuales. Se trata de un rasgo
especialmente característico de las sociedades modernas e industriales. Este vacío de
principios orientadores tiene que derivar por fuerza en una pérdida de sentido de la vida social.
En segundo lugar, para el autor, la modernidad, además, destruye todos los vínculos y todas
las regulaciones sociales tradicionales, y no es capaz de crear instituciones que favorezcan
nuevas formas de cohesión social. Este hecho hace que el proceso de modernización vaya
acompañado de una anomía creciente. En efecto, la institución central de la modernidad, que
desplaza a un segundo término las instituciones reguladoras del pasado, como la religión o la
autoridad política, es el mercado. Pero el mercado, según Durkheim, y a diferencia de la
religión o del Estado, no es tanto una instancia reguladora y de contención como una fuerza
anárquica y descontrolada. Una sociedad fundamentada básicamente en el mercado es una
sociedad abocada a crisis económicas periódicas y, en conexión con éstas, a una inestabilidad
social crónica y endémica.
S: Si, los cuatro suicidas. Según Durkheim, el suicidio era central para demostrar la validez
de la sociología. La tesis fundamental es que los cambios en las sociedades determinan
cambios en cantidad y calidad de los suicidios.
Anómico: ocurre en las épocas de grandes cambios, por ejemplo, una depresión económica.
En tales situaciones, las rutinas del trabajo y la familia se desintegran. El sistema de valores
se corrompe. No hay reglas, ni valores. La sociedad está en crisis. ¿Para qué vivir?
Fatalista: El individuo siente que su vida no tiene ningún sentido ya, que él no la maneja. Es el
caso típico de un esclavo.
Altruista: El individuo se siente obligado moralmente a suicidarse para hacer un bien a su
sociedad. En este caso hay un exceso de reglas.
Egoísta: Ocurre en las sociedades que no dan sentido. La familia y la religión casi no existen.
No hay un sentido de pertenencia del individuo a la sociedad global. El único modo de
reconocimiento parece ser el éxito. Pero quienes no lo logran quedan profundamente
insatisfechos.
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M AX WEBER
En el inicio de Economía y Sociedad, Weber define a la sociología como “una ciencia que
pretende entender, interpretándola, la acción social para de esa manera explicarla
causalmente en su desarrollo y efectos” (2002:5). En esta definición inicial, ya se encuentran
presentes los elementos que nos permiten individuar de qué manera su obra da origen a un
nuevo capítulo de la disciplina al que él mismo ha denominado sociología comprensiva, y que
se suma a los entonces paradigmas de análisis vigentes: el materialismo histórico de K. Marx
y el positivismo encarnado en el campo sociológico por la figura de Émile Durkheim.
S: Weber afirma también que “por acción debe entenderse una conducta humana (bien
consista en un hacer externo o interno, ya en un omitir o permitir) siempre que el sujeto o los
sujetos de la acción enlacen a ella un sentido subjetivo.
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La “acción social”, por tanto, es una acción en donde el sentido mentado por su sujeto o sujetos
está referido a la conducta de otros, orientándose por ésta en su desarrollo” (2002 :5). El autor
aclara que los límites entre una acción con sentido y otra que no lo es, son muy difusos al igual
que los que distinguen a las acciones a secas de las acciones sociales. Para Weber (2002,
p:45) toda acción con sentido es una acción comprensible, en tanto que comprender implica
“interpretar” el sentido que está detrás de la acción en cuestión. En la medida en que puedo
comprender las regularidades que determinan uno o varios comportamientos, los puedo
“explicar”.
Ahora bien, para que este ejercicio de interpretación adquiera validez científica, es necesario
que sea realizado siguiendo un método objetivo. Para ello, Weber sugiere la construcción de
tipos ideales.
I: ¿Tipos ideales?
I: Un ejemplo….
S: Por ejemplo: si quiero analizar las estrategias pedagógicas utilizadas por diferentes
establecimientos educativos puedo construir dos tipos ideales: el normalista o escolanovista,
a partir de la definición de las características que asumen en cada caso la definición del sujeto
pedagógico, el rol del docente, los criterios de evaluación, la definición de contenidos, la
disposición del espacio de enseñanza-aprendizaje, etc. Es probable que en la práctica ninguno
de estos “tipos ideales” se presenten en estado puro, pero me permiten establecer un criterio
desde el cual reconocer estas desviaciones.
2) Acción racional con arreglo a valores: determinada por la creencia consciente en el valor
-sea de tipo ético, estético, religioso, etc.- de una determinada conducta. Lo que interesa no
es resultado, sino actuar en consonancia con ese valor y con el mandato que de él se deriva.
Actúa de un modo racional con arreglo a valores quien, sin consideración a las consecuencias
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previsibles, obra en servicio de sus convicciones. Ejemplo: Dar prioridad a las personas con
discapacidad, a las mujeres embarazadas y a las personas ancianas.
3) Acción tradicional: Es una acción determinada por una costumbre. La acción estrictamente
tradicional, a menudo no es más que una oscura reacción a estímulos habituales, que se
desliza en la dirección de una actitud arraigada. De modo que la costumbre determina tanto
los medios como los fines. Casi todas las acciones cotidianas, habituales, se aproximan a este
tipo. Son reglas instituidas que se aceptan como naturales, motivo por el que suele quedar en
el límite de la acción con sentido. Ejemplo: Cuidar los espacios públicos (no tirar basura en la
calle, no pisar las plantas en los canteros, no pintar las paredes).
De modo que la acción racional con arreglo a fines constituye el modelo de máxima
racionalidad de la acción social, mientras que los demás tipos ideales se van alejando de la
misma, a partir de la aparición de conexiones de sentido irracionales y afectivas que influyen
en la acción y la "desvían" de dicha racionalidad.
S: Así como Marx habría planteado que la historia no es más que la historia de la lucha de
clases, Weber entiende que la historia no es más que la historia de la creciente
racionalidad que el hombre asume en su relación con el mundo. Es decir, cada vez en
mayor medida, a lo largo de la historia universal, el hombre se muestra más dispuesto a
aceptar que no existen en torno a nuestra vida poderes ocultos o imprevisibles, sino que, por
el contrario, todo puede ser dominado mediante el cálculo y la previsión. A eso se refiere el
autor cuando habla del “desencantamiento” o “desmagización” del mundo. Es por ello que
Weber adopta a la acción racional con arreglo a fines como una suerte de unidad de
medida de las acciones de nuestro tiempo, mientras que analiza a las demás como
desviaciones de las mismas, e incluso como vestigios de acciones propias de
sociedades pasadas.
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La ruptura de Weber
Desde que se estableció la separación entre la naturaleza o
ámbito del cuerpo, en el cual regía la causalidad natural, y el
mundo de la cultura humana o ámbito del espíritu, es decir, las
‘ciencias de la cultura’ diferenciadas de las ciencias de la
naturaleza”, la disputa entre ambas esferas se simplificaba en
los términos “comprensión” versus “explicación causal”. En este
sentido, Weber pretendió conformar una Sociología científica y
objetiva, orientada a percibir la significación cultural y el motivo
de un fenómeno social. Una ciencia comprensiva abocada a
explicar, pero, por sobre todas las cosas, a comprender la
acción social. La explicación causal aplicada ahora a la
interpretación de los fenómenos de la cultura humana. Esto no significaba subsumir los
fenómenos bajo una ley general, sino a comprender la realidad, en su ser así individual y
concreto. La comprensión de los fenómenos culturales requería captar su individualidad, la
que se manifestaba con el conocimiento del contexto, esto es, el motivo que la originaba y le
daba sentido.
Para Weber, lo específico de la Sociología consistía en desentrañar el sentido oculto más que
en describir lo manifiesto. No obstante, esto no implicaba que el autor se desentendiera del
abordaje de lo empírico o lo concreto. Por el contrario, como se anticipó más arriba, bregaba
por construir una ciencia social de la realidad. De hecho, en La ética protestante y el espíritu
del capitalismo, mantenía un interés central en indagar los motivos de por qué el capitalismo
se había desarrollado exclusivamente en Occidente, para lo cual, intentaba desentrañar los
rasgos específicos que diferenciaban a la industria moderna de los anteriores tipos de actividad
económica, asociándolos a los principios propios del ascetismo protestante. Así, se adentraba
en el análisis de los hechos del pasado observando la actitud hacia la acumulación de riqueza
típica del capitalismo y, por ello, desconocida hasta entonces, a fin de demostrar que esta
inusual combinación de características provenientes del puritanismo había sido vital para el
desarrollo económico particular de Occidente.
Volviendo a la comprensión del significado de una acción, de sus motivos, esta se refería a
desentrañar el significado subjetivo, el que era atribuido por el sujeto a su actuación. Explicar
un acontecimiento histórico de ningún modo podía significar aislarlo del contexto sociocultural
para remitirlo a otros factores aislados. Un hecho histórico era expresión particular de una
sociedad, por lo que solo la comprensión del sentido del movimiento de la vida social en su
totalidad (el para qué) posibilitaba la explicación. Los sucesos singulares eran meros tramos o
momentos del movimiento intencional de la vida entera de una sociedad, por lo que carecía
de significado la búsqueda de leyes en Ciencias Sociales. Acceder a los motivos de una acción
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permitía comprender su significado, particularmente cuando se trataba de una acción
racional (principalmente instrumental, o de medios-fines). En cambio, en aquellos actos cuyos
motivos no eran racionales (sino, por ejemplo, tradicionales o afectivos), no había la misma
fiabilidad en cuanto a la posibilidad de entender su sentido.
A diferencia del holismo de Marx y de Durkheim, este autor no consideraba a los conceptos
colectivos del tipo clase, Estado, nación, pueblo, partido, a modo de sujetos pasibles de
detentar intenciones, deseos o preferencias propias, y, por ello, no se constituían en sujetos
(“objetos”) de estudio en sí mismos. Contrariamente, solo el significado subjetivo se
comportaba como variable explicativa independiente, el que no podía ser reducido a otros
factores por encima o fuera de este.
22
Actividad sugerida
Los invito a asistir a los films Brazil y Tiempos Modernos ( cuyos enlaces encontrarán en
recursos complementarios de este Módulo en el aula virtual) para relacionar críticamente con la
23
Bibliografía obligatoria
Paradera, D. Pintos Andrade, E. W. ; Ríos, A. Sociología (3a. ed.). ed. Buenos Aires: Editorial Maipue,
2021. 165 p. Disponible en: https://elibro.net/es/ereader/ucuelibro/183872?page=1. Consultado en: 25
Jun 2023 Cap. 1
Rodríguez Sedano, A.(2004) Pensar la sociedad: una iniciación a la sociología (2a. ed.). ed.
Pamplona: EUNSA. Disponible en: https://elibro.net/es/ereader/ucuelibro/46935? Page=55 Cap III
Bibliografía complementaria
Beriain, J. (2008). Para comprender: la teoría sociológica (2a. ed.). Editorial Verbo Divino.
https://elibro.net/es/lc/ucuelibro/titulos/53771 Cap. 2
Cardús i Ros, S. (2013). La mirada del sociólogo: qué es, qué hace, qué dice la sociología. Editorial
UOC. https://elibro.net/es/lc/ucuelibro/titulos/56309 Cap. IV 107 – 152
Bibliografía de consulta
Abellán, J (2010) “Estudio Preliminar”. En Max Weber, Conceptos sociológicos fundamentales, Madrid:
Alianza Editorial
Carrillo Pumarejo R. (2011) Glosas a los Manuscritos Económico-Filosóficos de 1844 de Carlos Marx.
“ECONÓMICAS CUC” / Barranquilla - Colombia / Volumen 32 - No. 1 / pp. 275 a 280
Durkheim, E. (2016). Las reglas del método sociológico (2a. ed.). Argentina: Prometeo Libros.
Recuperado de https://elibro.net/es/ereader/ucuelibro/191414?.
Marx, K. y Espinoza Pino, M. (Il.) (2013). Contribución a la crítica de la economía política: Introducción
(1857) y Prólogo. Madrid: Biblioteca Nueva. Recuperado de
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Weber, M. & García Blanco, J. M. (Il.). (2012). Ética protestante y el espíritu del capitalismo.. Biblioteca
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