Lectura Modulo II

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Lic.

en Psicopedagogía

Sociología
Docente: Prof Saccone María Alejandra

Material de lectura N° 2
¿Qué es pensar sociológicamente?
Los clásicos y su pensamiento como base de los paradigmas
sociológicos
Manifestación (Antonio Berni 1934),
refiere a la crisis económica y al
programa político del Partido
Comunista argentino, tanto hacia el
proletariado como hacia los
trabajadores rurales.

Bienvenidos al Módulo II!!

En este Módulo trabajaremos el pensamiento de quiénes fueran considerados por la


historia como los “padres fundadores” de la Sociología: Karl Marx, Émile Durkheim y
Max Weber y sus aportes que permitieron, en la era moderna, conformar a la Sociología
como disciplina científica o “ciencia” y sentar las bases de los paradigmas sociológicos,
que abordaremos más en profundidad en el Módulo III.

En efecto, existe un amplio consenso al interior de la comunidad científica social


respecto de que la obra intelectual de estos tres creadores representa la más firme base
para la edificación de la fase moderna de la investigación empírica sociológica. Es así
como, por ejemplo, Marx, explica las dinámicas de la economía capitalista y las causas
de la pobreza y la desigualdad social; Durkheim, se dedica a investigar el carácter de la
sociedad industrial y, Weber, a explicar la emergencia del capitalismo y las
consecuencias de las formas de la organización burocrática moderna; es decir, todos
ellos se ocuparon de comprender las características especiales de las sociedades
modernas en las que se formaron y el rumbo de las mismas.

Buena lectura!

2
Las matrices fundamentales del pensamiento sociológico:
contextualizando a sus principales pensadores
Ubiquemos a los pensadores en una línea de tiempo…..
Francia Alemania Francia Alemania

Siglo XVIII Siglo XIX Siglo XX Siglo XXI


1760 1789 1798 1818 1858 1864 1870
1ra Rev. Rev. A. Comte K Marx E. Durkheim M. Weber 2da Rev. 3ra Rev. Industrial 4ta Rev.
Industrial Francesa Industrial Industrial

Fuente: Elaboración propia

¡Conozcamos algunos aspectos de la biografía de los pensadores!

¡Siempre es muy importante conocer su historia y la época en la que vivieron pues


todo ha influido en su pensamiento, en la generación de sus categorías y para que
podamos evitar juzgar con categorías actuales pensadores que existieron en otro siglo!

Karl Marx nació en una familia de origen judío, de clase media acomodada. Fue economista,
filósofo, jurista, periodista, pensador socialista y militante comunista. Nunca se consideró un
sociólogo profesional aunque buscó una comprensión científica de la sociedad y una
explicación del cambio social a largo plazo. Dos de sus obras que más importancia tuvieron
en el desarrollo sociológico fueron: Contribución a la Crítica de la Economía Política (1859) y
El Capital (1867).

Émile Durkheim provino también de una familia de origen judío. Fue filósofo, sociólogo y
antropólogo. Su obra más influyente para la formación de la Sociología científica fue Las
Reglas del Método Sociológico (1895).

Max Weber proviene de la burguesía intelectual y liberal, de padre protestante y madre


calvinista. Fue jurista, filósofo, economista, historiador y sociólogo. Sus mayores
contribuciones a la Sociología como disciplina fueron: Conceptos Sociológicos Fundamentales
(1920) y Economía y Sociedad (1922).

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K ARL MARX

I: Quisiera empezar por Marx. ¡Ha sido uno de los pensadores de más
influencia en el pensamiento sociológico, sin duda! Pero… desde una mirada histórico
- económica

S: Efectivamente, histórico – económica. Marx concebía a la Historia desde una visión


materialista. Es decir, consideraba que tanto las relaciones jurídicas como las formas de
Estado no podían comprenderse por sí mismas ni por la evolución general del espíritu humano,
sino que tenían sus raíces en las condiciones materiales de existencia, esto es, en las
fuerzas productivas (los instrumentos tecnológicos del trabajo, las destrezas laborales y, lo
principal, el sujeto social que ejercía el trabajo sobre la naturaleza y la sociedad), y en las
relaciones sociales de producción (los vínculos sociales que se establecían entre los seres
humanos para producir y reproducir su vida material y cultural), y que, en el modo de
producción capitalista, expresaban la contradicción antagónica entre los propietarios de dinero
y los de fuerza de trabajo.
Así, las causas de todas las transformaciones históricas no se encontraban en los cambios de
las ideas de los hombres, ni eran primeramente cambios políticos, sino que giraban en torno
al poder social y económico de las clases, las cuales, a su vez, nacían y existían de las
condiciones materiales, tangibles, en que la sociedad de una época producía y cambiaba lo
necesario para su sustento. Dichas fuerzas productivas y relaciones de producción hacían al
modo de producción de una época dada, y se desenvolvían en la estructura económica o
sociedad civil. Todas las demás cuestiones tanto ideológicas (cosmovisiones, cultura) como
políticas (leyes, instituciones de gobierno y poder coercitivo o “espada”), pertenecían al ámbito
de la superestructura ideológico-política, la cual era condicionada por y se encontraba al
servicio de las necesidades de reproducción de la estructura material económica.

I: Para Marx, es el ser social quién determina su conciencia y no viceversa. ¿Es así?

S: Sí, es así. Este autor, realizó un profundo análisis de la estructura y del desarrollo del
capitalismo, ofreciendo una nueva teoría de la sociedad y del cambio social. Como
intelectual revolucionario que era desarrolló una búsqueda teórica para fundamentar una
práctica de transformación revolucionaria de la sociedad, pretendiendo integrar teoría y praxis
(acción). En este sentido, ubicó su indagación en tiempo histórico. Analizó las cualidades
universales y aquellas otras históricas de cada fase particular de la evolución social, a fin de
demostrar que el sistema capitalista no era eterno ni tampoco irreemplazable. Por ello se
detenía en las especificidades que adquirían las categorías generales (ej. el dinero, la forma
de producción) en los contextos históricos particulares (como el capitalismo). De este modo,
sostenía que, si las categorías propias de cada época eran históricas, la realidad era
entonces cognoscible científicamente y modificable. Si el modo de producción capitalista
presentaba un carácter específico e histórico concreto, significaba que el mismo no era
“normal” ni mucho menos para siempre.

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I: ¿Por qué todos los sociólogos dicen que la obra de Marx marcó una ruptura con los
escritos filosóficos hasta ese momento?

S: Porque los que se habían limitado a interpretar el mundo cuando en realidad había que
transformarlo. En efecto, Marx concebía a las sociedades, de toda época histórica, como
divididas en estamentos o clases, de opresores y oprimidos. Si bien, Marx no proporcionó
un análisis sistemático del concepto de clase, sí puede afirmarse que sostenía que el conflicto
de clases era inherente a la sociedad capitalista, “Una clase es un grupo de personas que
tienen una relación común con los medios de producción, los medios mediante los que se
ganan la vida” (Giddens, 2004, p. 319-320).

I: Clase social es un concepto fundamental para su pensamiento…

S: Para Marx las clases eran producto de un largo proceso histórico, grandes conjuntos de
seres humanos que comparten un mismo modo de vida y una misma condición de existencia.
Se diferencian, se enfrentan entre sí, construyen su propia identidad social y se definen tanto
por su posesión o no posesión de los medios de producción como por sus intereses, su cultura
política, su experiencia de lucha, sus tradiciones y su conciencia de clase (de sí mismos y de
sus enemigos). Las clases explotadoras viven a costillas de las explotadas, las dominan y las
oprimen, por eso están en lucha y conflicto
permanente a lo largo de la historia
En las sociedades pre-industriales existían dos
clases sociales bien diferenciadas:
Los aristócratas o nobles: que eran los
propietarios de la tierra y también dueños de
los esclavos y
Los siervos, esclavos y campesinos libres:
que eran los encargados de producir en la tierra
con elementos para cultivarla o para cuidar el
ganado. La sociedad burguesa moderna,
surgida tras la caída del régimen feudal, no era
la excepción a la regla. Por el contrario, subsistían en ella tales antagonismos, pero, esta vez,
enarbolados por clases nuevas, nacidas de novedosas condiciones de opresión y con sus
propias y distintas modalidades de lucha: la burguesía y el proletariado, propias y distintivas
del modo de producción capitalista. La primera, era dueña de los medios de producción y de
sustento, mientras que el segundo, excluido de esta posesión, sólo tenía una mercancía que
vender: su fuerza de trabajo, y que, por tanto, no quedaba más opción que venderla para poder
adquirir los medios de vida más indispensables.

I: Entonces surge el concepto de plusvalía o plusvalor…

S: Así es.
La explotación del capitalista sobre el obrero consistía en que el valor de la mercancía

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“trabajo”, medida en cantidad de horas de labor socialmente necesaria invertida en su
producción y reproducción (esto es, en
“Toda la historia de la sociedad humana, hasta los bienes de subsistencia que un
nuestros días, es una historia de lucha de empleado necesitaba para garantizar su
clases” (Marx, 2015, p:14) sustento –su vida– en un día), era
bastante menor al valor de la producción
de ese trabajador durante toda su jornada laboral.

Eran las mismas condiciones de producción capitalista, que exigían tanto una constante
acumulación y concentración de la riqueza en manos de algunos individuos, como la
explotación y aglutinamiento de la gran masa de trabajadores asalariados de los que se extraía
el plusvalor (trabajo excedente no remunerado del cual se apropiaba el burgués), las que
creaban, en forma inevitable, las condiciones propicias para la revolución comunista en manos
de la clase obrera organizada. Marx lo explica de la siguiente manera en la obra donde plantea
esta teoría de la alienación, «Manuscritos económicos y filosóficos» de 1884:

El trabajador pone su vida en el objeto pero a partir de entonces ya no le pertenece a él,


sino al objeto. Cuanto mayor es la actividad, tanto más carece
“Tiemblen, si quieren, de objetos el trabajador. Lo que es el producto de su trabajo, no lo
las clases gobernantes,
ante la perspectiva de
es él. Cuanto mayor es, pues, este producto, tanto más insignificante
una revolución es el trabajador. La enajenación del trabajador en su producto
comunista. Los significa no solamente que su trabajo se convierte en un objeto, en
proletarios, con ella, no una existencia exterior, sino que existe fuera de él, independiente,
tienen nada que perder, extraño, que se convierte en un poder independiente frente a él; que
como no sea sus
cadenas. Tienen, en
la vida que ha prestado al objeto se le enfrenta como cosa extraña
cambio, un mundo y hostil.
entero que ganar. Marx señala entonces que, a partir de la alienación, el trabajador
¡Proletarios de todos los pierde el control sobre el fruto de su esfuerzo, pasando este a
países, uníos! (Marx, ser un objeto que servirá para brindar un beneficio
2015, p:11).
al capitalista.

I: ¿Cuál es su método de estudio? El se basó en la historia…y desde allí investiga a la


sociedad en relación a las relaciones de producción

S: Su método de estudio era dialéctico; buscaba conocer las relaciones recíprocas


entre los fenómenos y momentos diferenciados entre sí a modo de una totalidad
orgánica y articulada: producción, distribución, intercambio y consumo.

Para él, la producción era de tipo social, por lo que su enfoque metodológico era
holista y no individualista. Esto es, no sustentaba su estudio sobre la consideración
de los productores individuales y aislados, ni se acercaba a los fenómenos sociales
desde consideraciones de personas particulares (como en la economía clásica
liberal), sino como productos del desarrollo social, en un proceso de creación
histórica del desenvolvimiento humano. No tomaba al hombre en soledad sino en sociedad
y en un momento del movimiento histórico de esta. Así, no implicaba lo mismo el agricultor
feudal que el obrero moderno. Desde su postura holista, pensaba que en la producción social
de su vida los hombres entraban en determinadas relaciones de producción necesarias e
independientes de su voluntad que correspondían a una determinada fase de desarrollo de
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sus fuerzas productivas materiales. Así aparecían las relaciones sociales detrás del producto.

El hecho de que la sociedad burguesa instalara la imagen del individuo y de las relaciones
entre estos a partir de eternizar la forma privada de
apropiación del producto del trabajo social no
implicaba que el hombre fuese naturalmente un ser
egoísta, encerrado sobre sí mismo y que gozara de
degradar a los demás como medios para sus fines.
Contrariamente, para Marx, el hombre era no solo un
animal social, sino un animal que únicamente podía
aislarse estando en la sociedad. La producción de un
individuo aislado podía ocurrir pero conllevaba
necesariamente en sí las fuerzas propias de la sociedad. No interesaba tanto el producto
particular como las formas de producirlo y de apropiarse del producto socialmente generado.
La economía política no trataba entonces sobre cosas sino sobre relaciones entre personas,
mediadas por las cosas, las que se definían por su carácter social.

I: ¿entonces tiene un pensamiento empirista?


S: Si, Marx era también un científico empirista, su orientación materialista otorgaba una
importancia fundamental a la dimensión empírica de la investigación social, la que debía
comenzar por la indagación de los hechos reales y concretos para solo entonces pasar a
construir abstracciones teóricas generalizadoras. No eran las ideas las que construían a la
realidad sino que esta última favorecía a la imaginación creativa, la que permitía asumir formas
posibles de explicación de lo que realmente existía. En la sociedad burguesa, el modo de
producción de la vida material condicionaba el proceso de la vida social, política e intelectual
general. La sociedad, desde el poder de sus clases dominantes, definía las instituciones,
símbolos e ideas adecuadas para la defensa y reproducción del capitalismo.

I: También ¿puede reconocerse como estructuralista por basar su análisis en las


fuerzas productivas de la sociedad, es decir, es su estructura económica?

S: Sí, efectivamente
Marx tuvo una clara impronta estructuralista, en tanto que, como mencionábamos, la
estructura económica de la sociedad, formada por el conjunto de las fuerzas productivas y de
las relaciones de producción, era la base real sobre la que se levantaba la superestructura
jurídico-política y a la que correspondían determinadas formas de conciencia social. Al llegar
a una cierta fase de desarrollo, las fuerzas productivas materiales de la sociedad entrarían en
contradicción con las relaciones de producción existentes (las relaciones de propiedad), dando
como resultado un momento propicio para la Revolución social.

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Asimismo, y en estrecha vinculación con lo anterior, ha sido catalogado de economicista, en
tanto sostenía que la realidad económica era la que determinaba a la forma política (y no
viceversa). La anatomía de la sociedad civil debía buscarse en la economía y no en el
gobierno. Sin embargo, su propósito y obra no constituyeron un
puro economicismo en el que la prioridad concedida a las relaciones
estructurales por sobre de las superestructurales tuviese un interés
neto y exclusivamente económico. Por el contrario, estudiar y
criticar la base material de la sociedad es lo que permitiría
luego propender a la revolución proletaria, implantar su
dictadura temporaria, abolir el régimen capitalista de propiedad
privada de los medios de producción, disolver con esto la distinción
y antagonismo de clases, esfumar por tanto al Estado burgués y,
finalmente, alcanzar la ansiada emancipación humana dentro de
una sociedad plenamente igualitaria y comunista.

I: ¿Fue un autor evolucionista?


S: Sí, fue un autor historicista y evolucionista. Estudió el desarrollo evolutivo de las
sociedades, comenzó por el comunismo primitivo, atravesó el feudalismo, avanzó hacia
el capitalismo y proyectó, por último, la etapa final del comunismo moderno. Sus trabajos
reflejan los resultados de las investigaciones desarrolladas en Londres -durante el exilio que
duraría hasta su muerte- en las que estudió profundamente las leyes que regían la sociedad
capitalista, a través del estudio de obras de economía política, estadísticas, documentos
oficiales, entre otras fuentes.

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E mile Durkheim y el método sociológico

I: ¿Qué aporte realiza Durkheim sociología como ciencia?

S: Comte, Marx y otros teóricos contemporáneos a ellos sentaron las bases para el desarrollo
de la Sociología, pero en su época aún no se constituía como una disciplina formal ni tenía
presencia en las universidades. Necesitaba ganarse un lugar en la academia junto a las
Ciencias Naturales. El trabajo de Durkheim en Francia supuso un gran avance en este sentido.
Si hay algo que caracteriza la concepción de la sociología que tiene Durkheim es su
determinación de conseguir un conocimiento científico de la sociedad que permitiera
percibir su evolución y orientar su futuro desarrollo. Durkheim no tuvo suficiente con el
estudio desapasionado de los hechos sociales, sino que quiso intervenir con efectividad en
los debates contemporáneos sobre la reforma social, y creía que la mejor manera de
hacerlo era mediante el análisis sistemático y riguroso (propiamente sociológico) de la
dinámica real de las diferentes colectividades humanas. (Cardús i Ros, S. 2013=133).

I: ¿Su enfoque fue positivista?

S: Inspirado en el ambiente positivista y en los adelantos


realizados por Augusto Comte, propugnó la aplicación del
método positivo al estudio racional de los fenómenos
sociales, el abandono del método especulativo filosófico basado
en la imaginación, y la subordinación de ésta a la observación.
Instaba a analizar los fenómenos sociales desde la perspectiva
de las leyes naturales. Para este autor, la voluntad humana no
alcanzaba al momento de cambiar la sociedad porque esta última
tenía sus propias leyes que habían de ser descubiertas por la
ciencia. Solo de tal modo se podría llegar a tener previsión
científica y actuar en función
En efecto, nuestro principal objetivo
de ella en el futuro. es aplicar a la conducta humana el
racionalismo científico, haciendo
Desde su enfoque positivista, proponía pensar la ver que, considerada en el pasado
Sociología en términos equivalentes a la Biología, para lo es reducible a relaciones de causa
cual planteaba una necesaria analogía entre lo vital y lo y efecto, que una operación no
menos racional puede transformar
social. El método sociológico debía imitar por tanto al en reglas de acción para el futuro”
biológico, basado en la observación pura, la (Durkheim, 1997:10).
experimentación y la comparación. Las pautas del
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llamado monismo metodológico según el cual existía un único modelo científico válido para
todas las disciplinas, el de las Ciencias Naturales, el que, mediante la observación y la
experimentación apuntaba a la constitución de leyes o enunciados generales de alto alcance,
se hacían presentes en esta perspectiva. Tras imbuirse en la obra de varios pensadores
alemanes propuso integrar dentro de la nueva ciencia, la Sociología, a todas las demás
especialidades de las disciplinas sociales cuyo objeto de estudio eran los hechos sociales.
Su impronta derivada de Comte se hizo evidente, ya que concibió a la Sociología como una
ciencia eminentemente práctica, capaz de diagnosticar los males sociales y, por tanto, de
prevenirlos, todo ello bajo una forma rigurosa de acceso al conocimiento, alejada de la filosofía
social y de las meras adhesiones metafísicas.

I: ¿Los hechos sociales? ¿Qué eran para Durkheim?

S: El hecho social, aquello “que era” y no “lo que debía ser”, teniendo como protagonistas a
los hombres, no eran psicológicos ni biológicos, sino cosas que, aunque no materiales, existían
por sí mismas. Por su parte, el método más adecuado para indagarlo, consistía,
consecuentemente, en la observación, la experimentación y la explicación causal por leyes
similares a las de la naturaleza.

La Sociología era una ciencia más de la naturaleza como cualquier otra, pero con un objeto
de estudio distinto y específico, que, por otro lado, le hacía acotar su propio método
explicativo en forma no exactamente coincidente con el de las otras disciplinas sociales, pero
basado en el modelo de las Ciencias Naturales de las que aquélla formaba parte. Esta ciencia
positiva empírica poseía un objeto particular en esa nueva realidad natural que era la sociedad,
y su método sociológico tenía similares características que los de las ciencias positivas
naturales, aunque adaptado al objeto más complejo de todos.

La noción de hecho social implicaba un tratamiento de los mismos como “cosas”, asimilando
las realidades del mundo social a las del mundo exterior (material, natural), pero sin intención
de degradar las formas superiores del ser a sus modos inferiores, sino al contrario, reivindicar
para las primeras un grado de realidad al menos igual al que todo el mundo reconoce a las
segundas (Durkheim, 1997:15).

“No decimos que los hechos sociales sean cosas materiales, sino que son cosas con el mismo título que las cosas
materiales, aunque de otra manera”
“La cosa se opone a la idea como lo que se conoce desde fuera a lo que se conoce desde dentro” “Cosa es (…) todo lo que
el espíritu no puede llegar a comprender más que a condición de salir de sí mismo, por vía de observaciones y de
experimentaciones…” (Durkheim, 1997:15-16).

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I: Si para Durkheim los hechos sociales eran asimilables a cosas, ¿cuáles eran sus
características?

S: Entre las características más importantes de los


hechos sociales podían enumerarse (Durkheim, 1997:38-
52)
1) Pasibles de ser observados: en tanto constituían una
realidad dada de antemano al observador y no una
construcción de este; eran pasibles de ser observados y
tratados como cosas, cual entidades objetivas, externas
e independientes del observador, susceptibles de ser descriptos en sus características
manifiestas; 2) Existencia por fuera de las conciencias individuales: eran realidades que
existían por fuera de las conciencias individuales, cosas que se encontraban más allá del
investigador, que le venían impuestas desde el mundo material, antes de su nacimiento, y
propios de la conciencia común o colectiva;

3) Poder imperativo: tenían un poder imperativo, de presión y coercitivo que hacía que se
impusieran al individuo por encima de su voluntad, esa presión social se transformaba en
coacción efectiva externa cuando los hombres se oponían a las formas de hacer que la
sociedad les imponía (normas sociales), apareciendo la sanción, o también como corrientes
sociales; y 4) Colectivos: eran generales porque eran colectivos y no al revés, es decir, un
pensamiento que se encontraba en todas las conciencias particulares no era un hecho social,
los hechos individuales adquirían carácter social cuando se presentaban como generales,
como permanentes en un determinado tipo de sociedad (por ejemplo las tasas de natalidad),
cuando tomaban una existencia propia independientemente de sus manifestaciones
individuales

Por otro lado, los hechos sociales podían clasificarse: 1) por su grado de consolidación o
fijación: a) hechos sociales cristalizados o normas sociales (leyes, costumbres,
convencionalismos sociales), b) corrientes sociales o movimientos sociales espontáneos
(entusiasmo colectivo, indignación, exaltación, piedad, etc.); o 2) por su fisiología / anatomía:
a) dinámica o maneras de actuar, y b) estática o maneras de ser (maneras de actuar
consolidadas)

I: ¿Cómo los clasificaba?

S: Los “hechos sociales” para Durkheim podían


clasificarse de la siguiente manera:
A. materiales, entre los que distingue:
a. estructurales: Iglesia, derecho, Estado, etc.
b. morfológicos: distribución de población,
canales de comunicación, tasa de natalidad, etc.
B. inmateriales, entre los que distingue:
a. moralidad: preceptos aceptados socialmente por el grupo social
b. conciencia colectiva: conjunto de creencias y sentimientos comunes al término medio (a
la mayoría) de los miembros de una sociedad

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c. corrientes sociales: situaciones de crispación política, euforia nacional por un partido de
futbol, modas, etc.

I: Para Durkheim ¿El hecho social no se definía por su utilidad?, ¿podía haber hechos
sociales que no sirvieran para nada concreto?

S: Sí, asi es Durkheim postulaba un análisis causalista (indagando las causas), diferente del
análisis funcional (que indagase las funciones). Lo anterior, iba de la mano de su concepción
del hecho social en particular y de la sociedad en general como exteriores (y diferentes) de
sus miembros. Por más que la sociedad estuviera compuesta por individuos, no existía dentro
de las conciencias individuales. La síntesis de individuos que constituía toda sociedad, daba
lugar a fenómenos nuevos, diferentes de los que ocurrían en las conciencias solitarias, eran
hechos específicos de la sociedad que los producía y no de sus partes integrantes, eran
exteriores a las conciencias individuales de sus agentes. De este modo, los hechos sociales
se diferenciaban de los hechos psíquicos.

Frente a tal concepción del objeto de estudio, el enfoque metodológico asociado debía ser
necesariamente holista. En esta línea, el autor diferenciaba la Psicología de la Sociología,
siendo que la primera estudiaba fenómenos que se daban en la conciencia individual, mientras
que la segunda se abocaba a aquellos propios de la conciencia colectiva. La sociedad, a
pesar de estar compuesta por individuos, conformaba una síntesis nueva en la que
aparecían fenómenos novedosos y diferentes de los que ocurrían en las conciencias
solitarias de tales individuos. Al igual que lo que ocurría en el mundo natural, existía un
importante salto de lo individual a lo colectivo que exigía una mirada propia y diferente para
cada uno.

La sociedad o el hecho social no se explicaban a partir de las intenciones o finalidades


atribuidas por los individuos o agentes. La sociedad no era una mera suma de personas, sino
que el sistema formado por la asociación de estos representaba una realidad específica con
caracteres propios, una individualidad psíquica de un nuevo género y naturaleza, un nuevo
ser, independiente de sus partes componentes, que pensaba y sentía diferente a ellos
aisladamente considerados. Los hechos sociales debían explicarse atendiendo a la
sociedad y no a la naturaleza de los individuos que la componían.

También en términos metodológicos era igualmente un pensador estructuralista, en tanto


afirmaba que los hechos sociales comprendían maneras de hacer o de pensar susceptibles
de ejercer sobre las conciencias particulares una influencia coercitiva (ídem). De algún modo
lo colectivo (macro) se imponía por sobre lo particular (micro). Los hechos sociales no
dependían de la voluntad humana, sino que eran fuerzas con entidad propia capaces de
generar otras fuerzas.
Ocupado en convertir a la Sociología en una disciplina eminentemente científica, redactó un
Tratado metodológico1 .

1
En él formuló las conocidas reglas del método sociológico, a saber: 1) precauciones a ser adoptadas en la observación de los hechos sociales, los cuáles
debían ser abordados por el investigador como “cosas”, datos, realidades dadas de antemano al observador y en las cuales este no intervenía sino
pasivamente, a) descartando sus propias opiniones, ideales o temores, b) tratándolos y describiéndolos.

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I: ¿Cómo definía o comprendía a la división del trabajo?

S: Durkheim estudia la naturaleza de los cambios que se han producido en el paso de las
sociedades tradicionales a las modernas. Considera que el cambio fundamental que explica
la transición histórica a la modernidad es el desarrollo progresivo de la división del trabajo.
Para él, la división del trabajo no sólo se concentra en la esfera de la producción
económica, sino que es un proceso que se da en muchos ámbitos: el gobierno, el
derecho, la ciencia, las artes, la educación, etc. En todas estas áreas de la vida social la
especialización creciente es cada vez más notoria. Podríamos decir que Durkheim, al hablar
de la división del trabajo social, de hecho, está hablando de un proceso más amplio de
creciente diferenciación y complicación sociales. Según Durkheim, lo que provoca este
proceso, su causa, es el aumento de la población. En este sentido, distingue dos niveles de
aumento: uno cuantitativo, es decir, el crecimiento de la densidad material de la población
(incremento del número de habitantes), y otro cualitativo, basado en el crecimiento de la
densidad dinámica de la población (más frecuencia de contactos entre las personas y los
grupos que presupone una mejora en las vías de comunicación). Con la intención de hacer
más comprensibles las diferencias entre las sociedades con una división del trabajo baja o
casi inexistente y las que, por el contrario, presentan una elevada división de las tareas

I: ¿Cuáles son los modelos de solidaridad, entonces?

S: Durkheim elabora dos modelos intencionadamente simplificados de ambas. De esta manera


distingue entre sociedades basadas en un tipo de cohesión social que denomina “solidaridad
mecánica” (las de división baja del trabajo) y sociedades basadas en un tipo de cohesión
social que denomina “solidaridad orgánica” (las de división alta del trabajo). (La división del
trabajo y los cambios en las formas de la solidaridad (Cardús i Ros, S. 2013:134-140)

Durkheim califica el primer tipo de solidaridad de mecánica porque es una solidaridad


automática, que no requiere una conciencia demasiado explícita de la necesidad o de la
conveniencia de la cohesión social, sino que ésta casi se autogenera mecánicamente. Este
tipo de sociedades en las que se da la solidaridad mecánica se estructuran, por norma general,
en comunidades no demasiado grandes en número de habitantes (la tribu o el clan serían
ejemplos primigenios de ello), y socialmente presentan muy poca diferenciación, en
comparación con la de las sociedades modernas. En los estadios más iniciales, la única
división del trabajo existente es una división sexual de las tareas. Todo esto se traduce en un
bajo nivel de individualismo, es decir, de conciencia individual. Lo que se valora es, sobre
todo, la supervivencia del grupo, y el individuo no se entiende fuera de este grupo o
enfrentado a él. Este tipo de sociedad, según Durkheim, goza de un alto nivel de conciencia
colectiva y de un bajo nivel de conciencia individual. La conciencia colectiva es uno de los
grandes conceptos que aporta Durkheim a la sociología, y la define como un conjunto de
creencias y sentimientos compartidos conjuntamente por los miembros de una sociedad.
Durkheim defiende que entre la conciencia colectiva y la conciencia individual se establece un
principio de compensación parecido al que se produce entre los vasos comunicantes en física.
A medida que crece la fuerza de la conciencia individual, disminuye la fuerza de la
conciencia colectiva (y a la inversa), aunque esta última nunca puede acabar de desaparecer
del todo porque la sociedad se desintegraría para dar paso a un amontonamiento anárquico
de individuos aislados.

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El segundo tipo de solidaridad, que Durkheim califica de orgánica, es la propia de las
sociedades modernas e industriales. Éstas son sociedades caracterizadas por una gran
diferenciación de las funciones sociales, por una división del trabajo y, en consecuencia, por
un grado muy elevado de individualismo. La conciencia individual es aquí mucho más fuerte
que en las sociedades primitivas o en las predominantemente agrícolas, y por lo tanto la
conciencia colectiva también se da mucho más debilitada. El valor supremo de las sociedades
modernas e industriales no es tanto el grupo o la colectividad como el propio individuo. Esto
es así hasta el punto de que, paradójicamente, uno de los rasgos de la conciencia colectiva
propia de las sociedades modernas es el culto al individuo, la valoración alta del individualismo,
de los derechos individuales. Si el individuo ocupa un lugar tan preeminente en el cuadro
valorativo de las sociedades modernas y, en cambio, el grupo o la colectividad ya no se sitúan
justo en el centro de las creencias básicas, esto hace que la necesaria cohesión social ahora
ya no se pueda conseguir de una manera tan simple, tan automática, tan “mecánica” como lo
era en las sociedades anteriores.
En una sociedad con densidad material y dinámica de la población altas, ya no se puede
producir tan fácilmente una convergencia de todo el colectivo humano en torno al grupo,
porque éste se ha hecho demasiado amplio y diferenciado como para que las personas se
puedan identificar directamente con él. Por consiguiente, es necesario crear organizaciones
que hagan posible el surgimiento de grupos específicos con intereses comunes, los cuales se
puedan coordinar después en un ámbito social más general. Estos órganos u organizaciones
se tienen que definir de acuerdo con la división del trabajo, que es el rasgo central de las
sociedades modernas.

Durkheim piensa que estos órganos deben ser las organizaciones profesionales, las únicas lo
bastante permanentes y cercanas al individuo como para que éste pueda confiar en ellas y se
pueda identificar con las mismas. Debido a que la solidaridad social necesaria en las
sociedades modernas sólo se puede establecer partiendo de estos organismos, Durkheim
habla de la solidaridad orgánica como de la propia de estas sociedades. Ahora bien, tal y como
hemos indicado antes, Durkheim establece que debería ser así, pero admite que, de hecho y
por el momento, las cosas no suceden exactamente de este modo…

I: ¿La debilidad de la cohesión y de la solidaridad sociales?

S: Si! Hay algo que caracteriza a las sociedades modernas es, según él, la debilidad de la
cohesión y de la solidaridad sociales. Y esto, por su parte, se explica por la ausencia de un
orden moral lo bastante claro y preciso como para orientar la conducta de las personas y dotar
a la sociedad, de este modo, de cierta estabilidad. No es fácil crear este orden moral, porque
las sociedades individualistas entienden las reglamentaciones y las normas como un recorte
de las libertades individuales.

Una sociedad que no tiene claros sus criterios y sus principios, una sociedad sin
normas efectivas es, para Durkheim, una sociedad anómica.

I: ¿Anómica? ¿Qué es eso?

14
S: La anomía2 es una situación social en la que se da una regulación moral y colectiva
insuficiente de los deseos y de las aspiraciones individuales. Se trata de un rasgo
especialmente característico de las sociedades modernas e industriales. Este vacío de
principios orientadores tiene que derivar por fuerza en una pérdida de sentido de la vida social.

En primer lugar, afirma Durkheim, el progreso de la industrialización no sólo satisface viejas


necesidades humanas, sino que crea otras nuevas, y crea más de las que se pueden
satisfacer. Esta influencia de las necesidades rompe todo tipo de armonía posible entre las
finalidades que se quieren alcanzar y los medios de que se dispone para obtenerlas. De
manera que, por muchos que sean los medios, nunca serán suficientes. La ausencia de un
límite, de una norma moral colectiva que obligue a frenar la satisfacción de las necesidades
más allá de un punto determinado, convierte esta carrera en una carrera sin fin. Este hecho
provoca un sentimiento de malestar individual y social porque nadie está contento. En tales
condiciones, el juego muy pronto se convierte en absurdo, y dado que toda la vida de los
individuos en las sociedades modernas gira alrededor de este juego, al final la vida material
parece cada vez más absurda, más desprovista de sentido.

En segundo lugar, para el autor, la modernidad, además, destruye todos los vínculos y todas
las regulaciones sociales tradicionales, y no es capaz de crear instituciones que favorezcan
nuevas formas de cohesión social. Este hecho hace que el proceso de modernización vaya
acompañado de una anomía creciente. En efecto, la institución central de la modernidad, que
desplaza a un segundo término las instituciones reguladoras del pasado, como la religión o la
autoridad política, es el mercado. Pero el mercado, según Durkheim, y a diferencia de la
religión o del Estado, no es tanto una instancia reguladora y de contención como una fuerza
anárquica y descontrolada. Una sociedad fundamentada básicamente en el mercado es una
sociedad abocada a crisis económicas periódicas y, en conexión con éstas, a una inestabilidad
social crónica y endémica.

Finalmente, un tercer aspecto de la sociedad moderna e industrial que también ha tenido un


papel importante en la generación de anomia ha sido su ideología de fondo: los valores, los
mitos y el imaginario que ha propagado y popularizado. En este sentido, según nos hace ver
Durkheim, los propios héroes de ficción más venerados por las sociedades modernas se
caracterizan por un anhelo de infinitud, por una voluntad transgresora de romper límites.

Para reflexionar…. ¿Podemos pensar desde Durkheim a las


sociedades en las que vivimos?

I: ¿Qué significó el suicidio para Durkheim?

S: Durkheim quiso poner a prueba su método sociológico aplicándolo al estudio de un caso


2
La palabra anomía proviene del griego e indica una situación caracterizada por el desgobierno, por la falta de normas de
conducta, por la ausencia de ley y orden (la raíz sustantiva nomos significa al mismo tiempo ‘norma’, ‘gobierno’, ‘ley’ y ‘orden’;
autonomía, por ejemplo, quiere decir ‘gobierno de uno mismo’ o ‘capacidad propia de fijar las leyes’).
15
empírico concreto. Elige, el suicidio. Todo hacía pensar, en principio, que era muy
complicado concebir el suicidio como un hecho social, en el sentido preciso que tenía esta
expresión para Durkheim. Por una parte, parecía tratarse de un acto estrictamente individual,
fruto de la voluntad deliberada del suicida y que los factores de orden social no tenían mucho
que ver con ello. Por otra parte, casi todas las explicaciones que hasta entonces se habían
dado de los suicidios eran de tipo biológico, psicológico y ambiental. Era una conducta que se
vinculaba a determinadas enfermedades físicas o mentales, o bien a factores como la herencia
biológica, el clima, el periodo del año (se hablaba de la primavera como la estación que más
lo propiciaba). Para acabar de complicarlo todo, tampoco parecía que el suicidio satisficiese
todos los criterios de definición de un hecho social establecidos por Durkheim: ¿en qué sentido
se podía decir, por ejemplo, que era un hecho “exterior” al individuo? Para argumentar que el
suicidio era un hecho social, advierte, ya de entrada, que lo que se propone estudiar es el
suicidio como fenómeno general y no los diversos actos suicidas individuales. El suyo es, en
definitiva, un enfoque de abstracción generalizadora más que un análisis de casos personales
concretos. Esto explica que se concentre exclusivamente en las estadísticas de suicidio y deje
a un lado, en cambio, las entrevistas con personas que hayan intentado quitarse la vida o con
familiares que hayan vivido de cerca una experiencia como ésta. De hecho, afirma que lo que
le interesa investigar es cómo varía el porcentaje de suicidios en función del medio social que
se considere. Para Durkheim el suicidio es, en definitiva, un hecho social que posee unas
causas sociales y que, por consiguiente, precisa de remedios también sociales. Con
objeto de reducir la tasa de suicidios –dice–, será necesario reformar la sociedad en una doble
dirección: reforzando la integración y la solidaridad sociales, poniendo límites morales a la
excitación permanente de las necesidades y regulando el poder absoluto del mercado que
estimula su creación. Su receta consiste, pues, en potenciar la solidaridad orgánica y en
combatir los efectos de la anomía. (Cardús i Ros, S. 2013:141-142)

I: ¿Durkheim realiza una clasificación en su investigación?

S: Si, los cuatro suicidas. Según Durkheim, el suicidio era central para demostrar la validez
de la sociología. La tesis fundamental es que los cambios en las sociedades determinan
cambios en cantidad y calidad de los suicidios.

Anómico: ocurre en las épocas de grandes cambios, por ejemplo, una depresión económica.
En tales situaciones, las rutinas del trabajo y la familia se desintegran. El sistema de valores
se corrompe. No hay reglas, ni valores. La sociedad está en crisis. ¿Para qué vivir?

Fatalista: El individuo siente que su vida no tiene ningún sentido ya, que él no la maneja. Es el
caso típico de un esclavo.
Altruista: El individuo se siente obligado moralmente a suicidarse para hacer un bien a su
sociedad. En este caso hay un exceso de reglas.

Egoísta: Ocurre en las sociedades que no dan sentido. La familia y la religión casi no existen.
No hay un sentido de pertenencia del individuo a la sociedad global. El único modo de
reconocimiento parece ser el éxito. Pero quienes no lo logran quedan profundamente
insatisfechos.

16
M AX WEBER

Otra de las concepciones clásicas de la teoría sociología es la


elaborada por Max Weber quien comparte con K. Marx una
preocupación común: ambos autores están interesados en
analizar tanto los procesos históricos que condujeron a la
instauración del capitalismo como modo de producción,
como las formas que adquiere la organización de la
sociedad, la economía y el Estado bajo su espectro. Sin embargo, son diferentes los
interrogantes que se formulan al respecto; motivo por el cual las respuestas que encuentran
también lo son. Esta diversidad, no sólo responde a la existencia de intereses académicos
diferentes, sino también a un punto de partida ideológico opuesto. Antes que un académico,
Marx es un militante político que insiste en la necesidad de trascender del análisis a la práctica.
El autor sintetiza esta máxima en una premisa clara que ha sido tallada en su lápida: "los
filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se
trata es de transformarlo”. Allí donde Marx insiste en la importancia de la “praxis” y en el
involucramiento del intelectual en la transformación social, Weber levanta la bandera de la
neutralidad valorativa del académico.

I: ¿Weber aporta un nuevo paradigma sociológico?

S: Sí, el paradigma epistémico-metodológico: la sociología comprensiva

En el inicio de Economía y Sociedad, Weber define a la sociología como “una ciencia que
pretende entender, interpretándola, la acción social para de esa manera explicarla
causalmente en su desarrollo y efectos” (2002:5). En esta definición inicial, ya se encuentran
presentes los elementos que nos permiten individuar de qué manera su obra da origen a un
nuevo capítulo de la disciplina al que él mismo ha denominado sociología comprensiva, y que
se suma a los entonces paradigmas de análisis vigentes: el materialismo histórico de K. Marx
y el positivismo encarnado en el campo sociológico por la figura de Émile Durkheim.

En la primera parte de la definición, Weber define a la “acción social” como el objeto de la


sociología. Mientras que Marx se concentra en el estudio de las relaciones sociales de
producción -a las que el autor define como objetivas y ajenas a la voluntad de los sujetos-
Weber desplaza el eje de análisis hacia las acciones de los individuos. Afirma que, para la
sociología tal como él la define, las nociones de "Estado", "Nación" o "familia", se refieren
únicamente “al desarrollo, en una forma determinada, de la acción social de unos cuantos
individuos” (2002:12). En resumen: mientras Marx se concentra en la estructura que
condiciona, Weber sitúa su ojo en el agente que actúa.

I: ¿Qué representa la acción social para Weber?

S: Weber afirma también que “por acción debe entenderse una conducta humana (bien
consista en un hacer externo o interno, ya en un omitir o permitir) siempre que el sujeto o los
sujetos de la acción enlacen a ella un sentido subjetivo.

17
La “acción social”, por tanto, es una acción en donde el sentido mentado por su sujeto o sujetos
está referido a la conducta de otros, orientándose por ésta en su desarrollo” (2002 :5). El autor
aclara que los límites entre una acción con sentido y otra que no lo es, son muy difusos al igual
que los que distinguen a las acciones a secas de las acciones sociales. Para Weber (2002,
p:45) toda acción con sentido es una acción comprensible, en tanto que comprender implica
“interpretar” el sentido que está detrás de la acción en cuestión. En la medida en que puedo
comprender las regularidades que determinan uno o varios comportamientos, los puedo
“explicar”.
Ahora bien, para que este ejercicio de interpretación adquiera validez científica, es necesario
que sea realizado siguiendo un método objetivo. Para ello, Weber sugiere la construcción de
tipos ideales.

I: ¿Tipos ideales?

S: El tipo ideal es una herramienta metodológica de la que se sirve el investigador para


comprender y clasificar su objeto de análisis.

I: Un ejemplo….

S: Por ejemplo: si quiero analizar las estrategias pedagógicas utilizadas por diferentes
establecimientos educativos puedo construir dos tipos ideales: el normalista o escolanovista,
a partir de la definición de las características que asumen en cada caso la definición del sujeto
pedagógico, el rol del docente, los criterios de evaluación, la definición de contenidos, la
disposición del espacio de enseñanza-aprendizaje, etc. Es probable que en la práctica ninguno
de estos “tipos ideales” se presenten en estado puro, pero me permiten establecer un criterio
desde el cual reconocer estas desviaciones.

I: ¿Reconoce Weber diferentes tipos ideales de acción social?

S: Weber reconoce cuatro tipos ideales de


acción social. Es decir, desde su teoría, la
gente se comporta de una u otra manera
siguiendo algunos de estos “sentidos” que
son los que la vuelven comprensible en tanto
acción:

1) Acción social racional con arreglo a


fines: determinadas por las expectativas de
quien las lleva a cabo respecto de la
consecución de determinados fines. Decimos que es una acción racional porque el actor
persigue conscientemente un objetivo y que es con arreglo a fines porque lo hace a través de
un cálculo medios-fines. Ejemplo: Vestirse a la moda para encajar en una sociedad.

2) Acción racional con arreglo a valores: determinada por la creencia consciente en el valor
-sea de tipo ético, estético, religioso, etc.- de una determinada conducta. Lo que interesa no
es resultado, sino actuar en consonancia con ese valor y con el mandato que de él se deriva.
Actúa de un modo racional con arreglo a valores quien, sin consideración a las consecuencias

18
previsibles, obra en servicio de sus convicciones. Ejemplo: Dar prioridad a las personas con
discapacidad, a las mujeres embarazadas y a las personas ancianas.

3) Acción tradicional: Es una acción determinada por una costumbre. La acción estrictamente
tradicional, a menudo no es más que una oscura reacción a estímulos habituales, que se
desliza en la dirección de una actitud arraigada. De modo que la costumbre determina tanto
los medios como los fines. Casi todas las acciones cotidianas, habituales, se aproximan a este
tipo. Son reglas instituidas que se aceptan como naturales, motivo por el que suele quedar en
el límite de la acción con sentido. Ejemplo: Cuidar los espacios públicos (no tirar basura en la
calle, no pisar las plantas en los canteros, no pintar las paredes).

4) Acción irracional afectiva: Es una acción especialmente emotiva, no tiene nada de


racional, es determinada por afectos y estados sentimentales actuales, por lo que se encuentra
en la frontera de la acción social. Se diferencia de la racional con arreglo a valores por la
elaboración consciente en esta última de los propósitos últimos de la acción y por el
planeamiento de la misma. Por otra parte, tienen de común el que el sentido de la acción no
se pone en el resultado, sino en la acción misma, en su peculiaridad. Ejemplo: Brindar ayuda
en los primeros momentos de un desastre.

De modo que la acción racional con arreglo a fines constituye el modelo de máxima
racionalidad de la acción social, mientras que los demás tipos ideales se van alejando de la
misma, a partir de la aparición de conexiones de sentido irracionales y afectivas que influyen
en la acción y la "desvían" de dicha racionalidad.

I: ¿Por qué se sostiene que la idea – fuerza de Weber es la racionalidad?

S: Así como Marx habría planteado que la historia no es más que la historia de la lucha de
clases, Weber entiende que la historia no es más que la historia de la creciente
racionalidad que el hombre asume en su relación con el mundo. Es decir, cada vez en
mayor medida, a lo largo de la historia universal, el hombre se muestra más dispuesto a
aceptar que no existen en torno a nuestra vida poderes ocultos o imprevisibles, sino que, por
el contrario, todo puede ser dominado mediante el cálculo y la previsión. A eso se refiere el
autor cuando habla del “desencantamiento” o “desmagización” del mundo. Es por ello que
Weber adopta a la acción racional con arreglo a fines como una suerte de unidad de
medida de las acciones de nuestro tiempo, mientras que analiza a las demás como
desviaciones de las mismas, e incluso como vestigios de acciones propias de
sociedades pasadas.

19
La ruptura de Weber
Desde que se estableció la separación entre la naturaleza o
ámbito del cuerpo, en el cual regía la causalidad natural, y el
mundo de la cultura humana o ámbito del espíritu, es decir, las
‘ciencias de la cultura’ diferenciadas de las ciencias de la
naturaleza”, la disputa entre ambas esferas se simplificaba en
los términos “comprensión” versus “explicación causal”. En este
sentido, Weber pretendió conformar una Sociología científica y
objetiva, orientada a percibir la significación cultural y el motivo
de un fenómeno social. Una ciencia comprensiva abocada a
explicar, pero, por sobre todas las cosas, a comprender la
acción social. La explicación causal aplicada ahora a la
interpretación de los fenómenos de la cultura humana. Esto no significaba subsumir los
fenómenos bajo una ley general, sino a comprender la realidad, en su ser así individual y
concreto. La comprensión de los fenómenos culturales requería captar su individualidad, la
que se manifestaba con el conocimiento del contexto, esto es, el motivo que la originaba y le
daba sentido.

Para Weber, lo específico de la Sociología consistía en desentrañar el sentido oculto más que
en describir lo manifiesto. No obstante, esto no implicaba que el autor se desentendiera del
abordaje de lo empírico o lo concreto. Por el contrario, como se anticipó más arriba, bregaba
por construir una ciencia social de la realidad. De hecho, en La ética protestante y el espíritu
del capitalismo, mantenía un interés central en indagar los motivos de por qué el capitalismo
se había desarrollado exclusivamente en Occidente, para lo cual, intentaba desentrañar los
rasgos específicos que diferenciaban a la industria moderna de los anteriores tipos de actividad
económica, asociándolos a los principios propios del ascetismo protestante. Así, se adentraba
en el análisis de los hechos del pasado observando la actitud hacia la acumulación de riqueza
típica del capitalismo y, por ello, desconocida hasta entonces, a fin de demostrar que esta
inusual combinación de características provenientes del puritanismo había sido vital para el
desarrollo económico particular de Occidente.

A su inclinación empirista relativa al estudio de las acciones concretas se sumaba así su


impronta historicista. No obstante, si bien se distanciaba del positivismo en tanto rechazaba
el paradigma de ordenamiento mecánico del mundo social y la analogía entre el
comportamiento humano y el de la naturaleza, anteponiendo por el contrario la existencia
histórica del hombre como principio orientador de los estudios sociológicos, criticaba a su vez
las limitaciones metodológicas de las investigaciones históricas y sociales en Alemania, razón
por la cual buscará conciliar comprensión y explicación.

Volviendo a la comprensión del significado de una acción, de sus motivos, esta se refería a
desentrañar el significado subjetivo, el que era atribuido por el sujeto a su actuación. Explicar
un acontecimiento histórico de ningún modo podía significar aislarlo del contexto sociocultural
para remitirlo a otros factores aislados. Un hecho histórico era expresión particular de una
sociedad, por lo que solo la comprensión del sentido del movimiento de la vida social en su
totalidad (el para qué) posibilitaba la explicación. Los sucesos singulares eran meros tramos o
momentos del movimiento intencional de la vida entera de una sociedad, por lo que carecía
de significado la búsqueda de leyes en Ciencias Sociales. Acceder a los motivos de una acción
20
permitía comprender su significado, particularmente cuando se trataba de una acción
racional (principalmente instrumental, o de medios-fines). En cambio, en aquellos actos cuyos
motivos no eran racionales (sino, por ejemplo, tradicionales o afectivos), no había la misma
fiabilidad en cuanto a la posibilidad de entender su sentido.

A diferencia del holismo de Marx y de Durkheim, este autor no consideraba a los conceptos
colectivos del tipo clase, Estado, nación, pueblo, partido, a modo de sujetos pasibles de
detentar intenciones, deseos o preferencias propias, y, por ello, no se constituían en sujetos
(“objetos”) de estudio en sí mismos. Contrariamente, solo el significado subjetivo se
comportaba como variable explicativa independiente, el que no podía ser reducido a otros
factores por encima o fuera de este.

De este modo, solo se concentraba en el estudio de la conducta de los actores individuales,


averiguando el sentido por ellos otorgado y rechazando las filosofías que atribuían la
orientación de los procesos históricos a factores supraindividuales como “el desarrollo del
espíritu universal”.

El trabajo de la Sociología comenzaba en el agente y en los motores de su actuación. No


obstante, su idea de la comprensión como método sociológico, no se asimilaba al de
empatía, consistente en reproducir la situación psicológica de los otros o en “ponerse en su
lugar”. Al igual que hizo Durkheim, aunque con un fin diferente, separó a la Sociología de la
Psicología, es decir, la labor de explicar racionalmente una acción o el proceso de
conocimiento de los motivos que la impulsan, de aquella otra de colocarse en una situación
psicológica real equivalente con el objeto de revivir la experiencia singular de ese hombre. A
diferencia de esto último, comprender tenía que ver con detectar elementos determinantes del
comportamiento que eran asimismo comunicables a través del lenguaje.
Por tanto, así como el objeto de estudio de la ciencia social fue para Marx, la clase social y,
para Durkheim, el hecho social, la acción social lo fue para la Sociología de Weber.
La acción social era entonces todo comportamiento individual o grupal que tenía un sentido
subjetivo reconocido por los actores y, la comprensión, el mejor modo de acercarse a este.
Específicamente por comprensión Weber entendía: 1) la comprensión actual del sentido
mentado en una acción (una especie de captación inmediata del significado de la acción
en el momento en que ocurre y somos testigos de ella, por ejemplo, la comprensión
irracional de un estallido de cólera manifiesto en gestos faciales y gritos y 2) la
comprensión explicativa, que implicaba comprender por sus motivos qué sentido había
puesto en ello su autor, para qué lo hizo en ese momento, brindando una conexión de
sentido comprensible para el observador (más allá de la explosión de cólera evidente en
forma actual a nivel gestual, la comprendemos por sus motivos cuando sabemos que hubo
detrás de ella: celos, honor lesionado, vanidad enfermiza) (Weber, 2008:9).

Lo que a la Sociología le interesaba de la acción social eran sus regularidades o repeticiones,


realizadas por el mismo o varios sujetos, y observables para el investigador; a diferencia de la
historia que analizaba los fenómenos individualizados en cuanto tales. Dichas regularidades
podían constituir un cierto orden, el que implicaba el “contenido de una relación social solo
cuando la acción se guía (…) por determinadas máximas” (Weber, 2010:115). Es decir, cuando
los partícipes de una acción o relación social orientaban su actuación por la idea de que existía
un orden legítimo, aquél cuyas máximas se consideraban obligatorias. En este sentido, el
orden movía, junto con otros motivos, a ciertas acciones que, por ello, se convertían en
21
regulares.
No obstante, para el autor, un orden que se cumpliera solamente por motivos de la racionalidad
que consideraba a la acción como un medio para un resultado sería mucho más frágil que otro
en que el agente se guiara por la costumbre, tradición o afecto.

Así, la estabilidad de un orden político dependería de su mayor o menor grado de legitimidad


entre los “dominados”, la cual podía provenir de: 1) la creencia en la legalidad de las normas
por haberse realizado mediante un procedimiento formalmente correcto, 2) la creencia en que
determinadas normas tenían un valor en sí mismas (ej. el derecho natural), 3) la creencia
emotiva en un anuncio profético o carismático y 4) la creencia en la tradición. Cada una de
estos tipos ideales de legitimidad posible se correspondía con uno de los anteriores tipos de
acción social, aunque, no obstante, los regímenes reales mostraban, más allá del predominio
de alguna de estas acciones en particular, su coexistencia con las restantes.
La dominación característica de los Estados modernos capitalistas era la legal-racional,
cuya acción prototípica era la instrumental con arreglo a fines. Implicaba la creencia en la
legalidad, la obediencia a normas que se habían
establecido correctamente desde el punto de vista
formal y en la forma habitual. La legitimidad basada
en el carácter sagrado de la tradición era la más antigua
y universal.

¿LA BUROCRACIA puede ser racional y


eficiente?

Weber rechazó la noción de sentido común que ve a la burocracia como un sinónimo de


papeleos, improductividad y despilfarro. Para él la burocracia es la forma organizativa moderna
por excelencia y, como tal, constituye un enorme paso con respecto a las premodernas (tales
como el clientelismo, parasitismo o la venta de puestos).
La burocracia ideal debería funcionar con jerarquías rígidas y explícitas, con objetivos claros
y específicos para cada uno de sus miembros, con una estricta separación de los bienes y
roles entre la organización y en la vida privada, con ascensos
y promociones basados solamente en criterios de idoneidad.
Debería ser como una máquina perfecta, compuesta de miles
de pequeños y aceitados engranajes entrelazados, en donde
todo está previsto, nada librado al azar.

La jaula de hierro de la Burocracia……

Pero Weber no es un admirador ciego de la lógica de la


racionalidad extrema. Sus páginas más dramáticas, más
personales, más profundas, están dedicadas a recalcar el alto precio que hemos pagado, a
cambio de los beneficios de la sociedad racionalista. Vivimos en un mundo artificial, entregado
cada vez más a la especialidad y la rutina. Somos meros engranajes de una máquina que no
conocemos y que amenaza escapar de nuestro control. Weber utilizó una metáfora de enorme
fuerza: somos prisioneros de la jaula de hierro de la burocracia.

22
Actividad sugerida
Los invito a asistir a los films Brazil y Tiempos Modernos ( cuyos enlaces encontrarán en

recursos complementarios de este Módulo en el aula virtual) para relacionar críticamente con la

mirada sobre la extrema racionalidad weberiana y la alienación marxista.

Ambas son films de culto, que los disfruten!

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Bibliografía obligatoria

Paradera, D. Pintos Andrade, E. W. ; Ríos, A. Sociología (3a. ed.). ed. Buenos Aires: Editorial Maipue,
2021. 165 p. Disponible en: https://elibro.net/es/ereader/ucuelibro/183872?page=1. Consultado en: 25
Jun 2023 Cap. 1

Rodríguez Sedano, A.(2004) Pensar la sociedad: una iniciación a la sociología (2a. ed.). ed.
Pamplona: EUNSA. Disponible en: https://elibro.net/es/ereader/ucuelibro/46935? Page=55 Cap III

Bibliografía complementaria
Beriain, J. (2008). Para comprender: la teoría sociológica (2a. ed.). Editorial Verbo Divino.
https://elibro.net/es/lc/ucuelibro/titulos/53771 Cap. 2

Cardús i Ros, S. (2013). La mirada del sociólogo: qué es, qué hace, qué dice la sociología. Editorial
UOC. https://elibro.net/es/lc/ucuelibro/titulos/56309 Cap. IV 107 – 152

Bibliografía de consulta

Abellán, J (2010) “Estudio Preliminar”. En Max Weber, Conceptos sociológicos fundamentales, Madrid:
Alianza Editorial

Carrillo Pumarejo R. (2011) Glosas a los Manuscritos Económico-Filosóficos de 1844 de Carlos Marx.
“ECONÓMICAS CUC” / Barranquilla - Colombia / Volumen 32 - No. 1 / pp. 275 a 280

Durkheim, E. (2016). Las reglas del método sociológico (2a. ed.). Argentina: Prometeo Libros.
Recuperado de https://elibro.net/es/ereader/ucuelibro/191414?.

Giddens, A. (2004) “Teorías y perspectivas sociológicas”. En Sociología, Madrid: Alianza Editorial

Marx, K. & Engels, F. (2015). Manifiesto comunista. Ediciones Akal.


https://elibro.net/es/lc/ucuelibro/titulos/116136 page=11-26

Marx, K. y Espinoza Pino, M. (Il.) (2013). Contribución a la crítica de la economía política: Introducción
(1857) y Prólogo. Madrid: Biblioteca Nueva. Recuperado de
https://elibro.net/es/ereader/ucuelibro/112790?page=145-157

Weber, M. (2014). Economía y sociedad.. FCE - Fondo de Cultura Económica.


https://elibro.net/es/lc/ucuelibro/titulos/111146

Weber, M. & García Blanco, J. M. (Il.). (2012). Ética protestante y el espíritu del capitalismo.. Biblioteca
Nueva. https://elibro.net/es/lc/ucuelibro/titulos/106233

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También podría gustarte