GASPARINI - Configurando Una Tradición - Gorrit y Mansilla (Cap 4)
GASPARINI - Configurando Una Tradición - Gorrit y Mansilla (Cap 4)
GASPARINI - Configurando Una Tradición - Gorrit y Mansilla (Cap 4)
16 cop 4
Configurando una tradición: -
Juana Manuela Gorriti y Lucio V. Mansilla
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CONFIGURANDO UNA TRADICIÓN:
J. M. GORRITI Y L.. V. MANSILLA 67
DE LA CIENCIA
GASPARINI * ESPECTROS
66 SANDRA
periodista y político francés Pd g ' e lo normal y lo anormal, base del género fantástico, es
rando la respuesta.* cn Y en e. relato a través de una compleja “red de relaciones textuales
dl WÁ dela narración y de lo narrado) y extratextuales (con materiales
un adios. los códigos socioculturales, incluidos los específicos de la tradición lit
! El ingrato partió sin darme
2 “Dos meses sin noticia suya hom s sin fé
bre raria y del propio género)”. an
ciencia Cuyo poder niegan los
¿Donde esta ahora? (...) Esa
SANDRA GASPARINI * ESPECTROS DE LA CIENCIA CONFIGURANDO UNA TRADICIÓN: J. M. GorrrrT Y L. V. MANSILLA 69
68
,
triba precisamente en la puesta en primer plano de ese diálogo aquel pais. Cuando la revolución fracasó, fuése á Europa; acom-
pañó a Garibaldi en su espedicion a Sicilia, siguiólo también y
presente también en la novela de anticipación francesa. cayó con él en el Aspromonte, no muerto sino prisionero, Eva-
En este sentido es sugestivo que la publicación, en 1865, de dióse, y ahora anda estraviado como una aguja en esos mundos
escucha';
Sueños y realidades, volumen donde apareció “Quien de Dios (pp. 150-151, cursivas del original).
se entrecruce con el asesinato, ese mismo año, de Isidoro Belzú,
En la construcción del narrador del relato enmarcado subya-
entonces presidente de Bolivia y ex esposo de Gorriti, quien se
cen los retazos autobiográficos de Gorriti disfrazados en la voz
había alejado de él dos décadas atrás. La escritora había vivido
visi- de un varón. Es él quien espía a la intensa mujer magnetizadora
durante ese período en Lima pero, de paso por el país para
sino que parti- (cuyo secreto no sabemos si logra descifrar) y es subyugado (al
tar a una hija, se hace cargo no solo del funeral
igual que el sujeto mesmerizado) por sus movimientos y voz. En
cipa de la fallida conspiración y el enfrentamiento contra quien
este relato, Gorriti altera los modos constituidos de acceso al sa-
intentaba suplantar a Belzú. Interesa, particularmente en este
ber, fuertemente atravesados en las sociedades latinoamerica-
capítulo, la condición de “proscripta” que había pesado desde
nas contemporáneas por relaciones de género, y coloca al varón
temprana edad sobre Gorriti y sobre toda su familia: su padre,
en el lugar de la contemplación, connotada de pasividad y del
José. Ignacio Gorriti, congresal de la independencia en 1816"
_arrobamiento irracional (magnetización), pero también en el
y más tarde gobernador (unitario) de Salta, debió exiliarse en espacio activo de la lucha revolucionaria.* A esta provocadora
1831 como consecuencia del triunfo de Facundo Quiroga en Tu-
movida de piezas, que remite indudablemente a posiciones de
cumán. Entonces comenzó el largo destierro de la escritora en
a Ja autora en la incipiente sociabilidad literaria limeña y porteña,
Bolivia, su larga y productiva estada en Lima, sus idas y vueltas
se le agrega la presencia de la dimensión técnica en el contex-
Buenos Aires hasta su muerte, en 1892.
to latinoamericano: el ferrocarril, omnipresente en este y otros
Remarco el motivo de la “proscripción” y de las luchas revo- textos contemporáneos de Gorriti, marca aquí el fin del relato
lucionarias porque en “Quien escucha” el protagonista del rela- enmarcado. Así vuelve la fábula a la íntima situación-marco del
to enmarcado es, precisamente, un conspirador casi compulsi- comienzo, constituida por la narración que una mujer hace a su
vo, alguien que opera desde la clandestinidad (“Conspiraba yO silenciosa interlocutora, Cristina, cuyo nombre coincide con el
del
en una época no muy lejana y denunciado por los agentes de la dedicatoria (“A la señorita Cristina Bustamante”). Lo que
acciona r en la
gobierno, víme precisado á ocultarme”) y cuyo le cuenta es, precisamente, la “confidencia” de un hombre —el
trama narrativa decide la inconclusión de la fábula:
masculino del saber, a partir-de los “secretos” manejados por sías (“científica” y “espiritista”) y de “El ruiseñor y el artista”, de
ellas. Y Holmberg, reafirma el interés de Gorriti por plantear temas aso-
Si la paulatina puesta en evidencia de los fenómenos de la ciados con los fenómenos psíquicos y por la presencia cada vez
locura en esta literatura es también la expresión de una crisis de ás frecuente del médico (no ya del clérigo) en la privacidad
los valores hasta entonces admitidos que, progresivamente, se del hogar.
manifiesta hacia fines del XIX, la narrativa de Gorriti es absolu- La casualidad, representada por un aguacero, es aquí la situa-
tamente permeable a esta elección estética y política. ción marco que reúne a diez personajes en un salón alrededor
del fuego, estrategia de apertura compartida con innumerables
Cuatro relatos enmarcados y una máxima: lo desconocido de cuentos europeos de fantasmas. Surge entonces el motivo de
ayer, verdad de mañana la narración para pasar la “velada”. Fracasada la posibilidad de
que dos jóvenes muchachas canten para animar la reunión, el
“Coincidencias”, relato posterior en el que conviven histo- vicario de J. toma un cuaderno del repertorio musical cuyo título
rias narradas por curas y mujeres “del siglo” señala una transi- es el del relato, “Coincidencias” — graciosa puesta en abismo-—.
ción en las ficciones fantásticas que ya venía anunciándose en Una de las “niñas” explica que se trata del “proyecto de una fan-
la producción de la autora.!* Contemporáneo de las dos fanta- tasía para dedicarla al profesor que [le] enseña el contrapunto”
(cursivas mías).' A partir de la advertencia, una “señora mayor”
13 Una lista seguramente incompleta: la mujer de la tertulia “rabianis- reflexiona:
ta” que experimenta un estado “revelador” de ensueño en Dos partidos en
lucha (1875); Nelly (del relato homónimo de Holmberg, 1896), la esposa —¡Coincidencias! Eso más bien que de cantos, tiene sabor de
fantasmal del protagonista; Clara (de “La bolsa de huesos” 1896, travestida relatos (...)
bajo el pseudónimo de Antonio Lapas); Isabel, la “novia” médium de “La Y quien dijo relatos —añadió otra— quiso decir pláticas de
casa endiablada” (1896, estas dos últimas también de Holmberg); la joven viejos.
de “El ramito de romero”, de Eduarda Mansilla (1877) y la bella mujer que
“magnetiza” al narrador de la trilogía de “Chandernagor” (Entre-Nos. Cau- —Y quien dijo pláticas de viejos, quiso aludir a mis noventa in-
series del jueves, Lucio V. Mansilla, 1889). Ya sea en “La caída de la casa viernos —repuso (...) el vicario. (Gorriti, 1946, p. 238, cursivas
Usher”, de Poe, como en “Casa tomada”, de Cortázar, por tomar dos rela- del original).
tos paradigmáticos y lejanos en el tiempo, se verifica también esta predi-
lección de los escritores de ficciones fantásticas de la primera serie por el Hay en este diálogo, cargado de ironía, un grado de conden-
vínculo fraternal que remite a la dualidad y a lo familiar atravesado por lo
sación que sugiere el carácter heterogéneo de la fantasía cien-
siniestro.
tífica: mezcla de fantasía musical (con buena parte de improvi-
4 “Coincidencias” es el título del relato marco de cuatro narraciones
publicado en el tomo 1 de Panoramas de la vida en 1876. Según testimonio
de Carolina Freyre de Jaimes, en necrológica citada por Flesca (1970), el
cuento habría sido publicado primero en “El Álbum. Revista semanal para 15 Juana Manuela Gorriti, Narraciones, Buenos Aires, Estrada, 1946. Se-
el bello sexo”, dirigida por ella y por Gorriti, y que contó con treinta y cuatro lección y prólogo de W. G. Weyland (Silverio Boj). Todas las citas de esta
números entre mayo de 1874 y enero de 1875.
7116 edición.
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sación, libertad de interpretación), de “relato” y de “plática de del cadáver de un jesuita, emparedado antiguamente enlos.mu-
viejos” Entra en acción, en el último caso, la dimensión oral del
rumor, generalmente retomada en narraciones fantásticas que “ja el protagonista.
reescriben leyendas o cuentos tradicionales: el diálogo entre Pero en “El fantasma de un rencor” Rosalía, una enferma de
los saberes y las prácticas populares circulantes con los saberes tisis a punto de morir —motivo de origen romántico—, revela
científicos (muchas veces enfrentados entre sí), formulado ya en en su “delirio” lo que hubiera podido clasificarse, según la ter-
las tempranas ficciones de Gorriti, exhibe una preferencia que minología de los diagnósticos de las investigaciones psíquicas
singularizará las fantasías científicas de las décadas del 70 y 80.% de esa década, como comunicación telepática. Rosalía prota-
El comienzo de esta transición queda establecido en “Quien es- goniza un drama familiar originado en “una cuestión política”
cucha” (1865), pero es en “Coincidencias” publicado en Buenos que concluye con el suicidio de su novio, malquistado con la
Aires en 1876, donde esta cuestión queda puesta en evidencia familia por su futuro cuñado, presa de un “odio de partido”. La
en la producción de la autora. estructura del “delirio” de la moribunda, sin embargo, parece
Las “extrañas coincidencias” que aquí se narran adquieren la muy coherente: describe el momento en que su hermano, que
sintaxis paratáctica del relato extraño porque, si bien “la palabra cabalga hacia el pueblo y a quien han ido a buscar para que la
“coincidencia” aparece en estos textos como si estuviera escrita despida, se cruza en el camino con el “sudario” de la heroína.
entre signos de interrogación” (Hahn, 199), las reacciones orales La resolución de este conflicto se explica, por un lado, con un
y gestuales que provocan en el auditorio ficcional orientan sutil- quiebre espaciotemporal que adelanta la pronta muerte de Ro-
mente al lector a inclinarse hacia el lado de la superstición o la salía: el hermano se cayó del caballo porque el animal se es-
explicación sobrenatural. ?” pantó cuando vio al (futuro) “fantasma” de su hermana (o su
Inaugurando esa predisposición, “El emparedado; primera “doble espectral”). Por otro, el enviado del cura narrador —que
narración de la serie, yuxtapone la presumible visita fantasmal “haido a suministrarle los sacramentos a la moribunda— cuenta
de un clérigo al narrador (otro sacerdote) con el hallazgo casual que [“e]l caballo que montaba, espantado al atravesar un grupo
de sauces (...) se ha encabritado arrojándolo contra una tapia”
16 Algunos relatos de Gorriti, como “El tesoro de los incas (leyenda his- (Gorriti, 1946).
tórica)” (Gorriti, 1865), ponen en evidencia la atención especial que brinda La convivencia de los hechos normales con los sobrenatu-
la autora al cuento tradicional y la leyenda.
17 Todorov (1995) encuentra “lo extraño puro” en narraciones en las quiebre «de las. categorías espaciotemporales y la. presencia del |
que “se relatan acontecimientos que pueden explicarse perfectamente por
las leyes de la razón pero que son, de una u otra manera, increíbles, ex-
sacerdote, que oficia casi de alienista tratando de buscar la cau-
traordinarios, chocantes, singulares, inquietantes, insólitos y que, por esta sa de la aflicción para aliviar a la “enferma” antes de morir, son
razón, provocan en el personaje y el lector una reacción semejante a la que “elementos altamente sugestivos que confirman la importancia E
los textos fantásticos nos volvió familiar” (p. 41). La parataxis supone en
que ya tienen en Buenos Aires los “fenómenos psíquicos” y los
gramática la coordinación de elementos del mismo tipo gramatical o igual
función sintáctica. “sujetos que empiezan a interesarse en ellos, los médicos.
8/
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80 SANDRA GAsPARINI * ESPECTROS DE LA CIENCI
nal” el cuento si- pumen misterioso que os sirve la causa de un mal que consu-
No es sorprendente que “Una visita infer
el breve relato de un me a un ser idolatrado” (Gorriti, 1946), le confiesa Laura, quien
guiente, de narrador femenino, pose en
el “demonio” un extra- es “magnetizada” justamente mientras solicita los servicios del
“loco” la vacilación sobre si ha sido o no
la habitación de una “profesor”. Sigue un diálogo que esclarece al auditorio (y al lec-
ño personaje que aparece súbitamente en
e de bodas por otra - tor) el motivo de la parálisis de su novio, oculto en el nombre de
mujer que muda su traje de novia en su noch
uso que hace aquí Go- Lorenza, su amiga íntima.
ropa y que la “arrebat[a] en sus brazos”. El
soporte de la interpre- o La sagaz indagación del Dr. Passaman tiene la forma de una
rriti del tema de la locura funciona como
su entorno: ni su espo- sesión de psicoanálisis avant la lettre. Si Laura no recuerda
tación de la protagonista, rechazada por
aleza demoníaca de “nada cuando pasa del “sueño magnético a la vigilia” el médico,
so le cree y, quien puede atestiguar la natur
o al final de la narración. en cambio, tiene valiosos indicios que utilizará para resolver el
ese sujeto, es conducido al manicomi
ficciones contem- enigma. Hasta aquí tenemos una mezcla de policial moderno
La clave de lectura está en sintonía con otras
de la hegemonía de la con novela sentimental. Entra en escena luego otro médico, el
poráneas que plantean un socavamiento
se asocia, a SU Vez, con el doctor Boso, cuyo referente histórico también fue célebre en
razón y del pensamiento científico y
ior (Béguin, 1978). Perú por ser gran conocedor de los usos medicinales de las hier-
concepto romántico de “genio” muy anter
res” iguala ya desde bas, y así se introduce nuevamente este procedimiento verosi-
..El último de los relatos, “Yerbas y alfile
las creencias po- izador que el relato comparte con la fantasía científica de la
la sintaxis aditiva del título la oposición entre
ellas hace el saber cien-
de e década de 1870. Boso es el experto que le recomienda a Passa-
pulares (“superstición”) y el uso qu
Passaman, narrador man una “yerba que [ha] descubierto en la región de Apolobam-
tífico. Es realmente sugerente que el Dr.
ciudad de La Paz “más ba” y que es un “simple maravilloso”. El encuentro casual y casi
dentro del relato enmarcado, tenga en la
* En una escena que simultáneo, en la almohada del enfermo, de “un muñeco de tela
que fama de médico, la de magnetizador”.'
ia tradicional —que envuelto en un retazo de tafetán encarnado” atravesado por alfi-
recrea la atención de una consulta, la cienc
de la figura “históri- leres que le cubren todo el cuerpo, y del suministro del prepara-
podría estar condensada en la recreación
ño— aparece socava- do al paciente ponen en duda, al final del relato, a qué se debe la
ca” de este renombrado catedrático pace
o a preguntar a ese cura del doliente: si a la extracción de los alfileres del cuerpo del
da: “¡Ah, de la ciencia nada espero ya! Veng
muñeco o a la “yerba” del doctor Boso. Esta vacilación aparece
instalada otra vez en la sintaxis, en dos sintagmas paralelos, pero
imia con el del médico
18 Aunque el apellido guarda relación de paron la oposición queda mitigada por la selección léxica: se trata de
Samue l Hahn eman n, figura central de la ho-
alemán Christian Friedrich n de un “yerbas” (expresión familiar) y no de hierbas medicinales o pre-
obstante, de la ficcionalizació
meopatía en el siglo XIX, se trata, no parados homeopáticos.** De modo que si fueron las decisiones
personaje histórico, el médico boliviano José Francisco Passaiman, primer
io General de Ciencias Médi-
director y catedrático de Medicina del Coleg
Los personajes con nombre
cas en la ciudad de La Paz, nombrado en 1834.
coincidencia” con sus modelos
19 « .
—Yo creo en los alfileres de Lorenza.
de este relato no son en absoluto “mera -Yo creo en la yerba del doctor Boso” (Gorriti, 1946). La ambigiiedad
“reales” 9/1
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de un médico las que funcionáron en la sanación del enfermo, La revisión de este breve corpus de ficciones permite clarifi-
se trata de una medicina que escucha bastante al saber chamá- car qué problemáticas y motivos tendrán continuidad en la fan-
nico recuperado de su pervivencia en el saber popular andino, tasía científica, adquiriendo en ella un lugar relevante:
Así, las ficciones fantásticas de Gorriti agregana este traba- 1 góticos que recupera de la literatura europea
jo con los saberes científicos, pseudocientíficos y. populares 1 un. para la narrativa fantástica latinoamericana —como los *
- rasgo que no comparten con los relatos contemporáneos de . del pasadizo y la puerta, lo subterráneo—,
. autores porteños: la dimensión hispanoamericana a la que se. o la propuesta de la conspiración política como práctica
¡proyectan por sus temas, sus condiciones de producción —en- instalada en la vida cotidiana de los y las jóvenes patrio-
“raizadas siempre en la autobiografía—, su lectura del proceso tas, que define de este modo el postulado de otras políti-
- modernizador desde una perspectiva más global, no solo ancla- cas desde la fórmula fantástica, y
da en los problemas nacionales. e la consideración central que ocupa en estos relatos la es-
Resulta inevitable pensar este cúmulo de singularidades que fera de los “fenómenos psíquicos” que comienzan a expli-
ofrecen sus. narraciones fantásticas como una escuela original car un considerable grupo de científicos.
donde se perfilan las bases de la fantasía científica. Por supuesto Estas particularidades configuran modos de ver y de narrar
que no se trata de un ensayo precario para lo bueno que vendrá: que deciden los caminos de la fantasía científica posterior y dia-
no de precursorías, sino de genealogías se trata, de recombina- logan con la contemporánea.
ciones y cambios de poéticas y políticas de la escritura ficcio-
nal. Algunas consideraciones sobre el inagotable Lucio V. Mansi-
En las ficciones de la autora adquieren relevancia los sucesos lla
extraños y los saberes circulantes, científicos o.no, ala vez quese
, diseña en ellas un lugar nuevo para las mujeres, que. habían sido Resulta curioso comprobar cómo Lucio V. Mansilla, verda-
relegadas al ámbito doméstico, entendido como no lugar. Ese dero experimentador del lenguaje y autor de una textualidad
diseño tan particular de Gorriti, que se proyecta en las ficcio- tan singular, nunca haya podido abandonarse al fantástico de
nes y que provoca modificaciones en el campo literario, piensa modo completo. De hecho, lo autobiográfico, marca indeleble
también nuevos sujetos (varones) para ámbitos en construcción de su escritura, se interpone en la liberación de lo irracional en
que requerirán de (otro tipo de) mujeres, de las que las fanta- Una excursión a los indios ranqueles (1870) y, mucho más tarde,
sías científicas de las décadas siguientes darán cuenta. Muchas en algunas de sus causeries, publicadas en el diario Sudamérica
veces, sin duda, mujeres de las que los narradores varones de- entre 1888y 1890,2
berán cuidarse.
20 Reelaboración
o personal 4
de un género :
conversacional “que se es-
tructura sobre el cuerpo, los gestos y la memoria del causeur” (Iglesia y
también se posa en la indefinición sobre quién dice cada frase en ese pro-
nunciamiento final, sin indicación de interlocutor. 10/16 Schvartzman, 1995), las Causeries del jueves fueron publicadas original-
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La elección de Mansilla remite a las operaciones fundamen- espacio ubicado en la tradición romántica del exotismo oriental
tales de la fantasía científica: prefiere la fantasía razonada, la (India) y en los límites con el cuento maravilloso (aparecen los
naturalización de lo anormal, sin necesidad de construir un motivos del bosque, junto con la amenaza de perros y anima-
cerrado “verosímil no referencial” (Campra, 1992). Más bien, les salvajes), sobre el que Mansilla no avanza porque, en el gran
Mansilla presenta como extraños o fantásticos elementos que texto autobiográfico que es toda su producción, el uso de este
coloca para construir su figura de escritor y agregarle un halo de género está absolutamente subordinado a la trama del yo. La
“misterio” al revés de lo que ocurre en “Un fantasma”, de Holm- explicación de lo sucedido al protagonista como “sugestión hip-
berg, donde la figura de autor funciona como reaseguro contra nótica” a distancia (otra vez practicada por una bella mujer) es
la superstición. Lo autobiográfico obtura, tanto en Una excur- la clave utilizada para restaurar el orden luego de la turbación a
sión a los indios ranqueles como en las causeries de la serie de las que son sometidas en la narración la diplomacia y las rela-
Chandernagor (1889-90)?, la emergencia de lo sobrenatural o lo ciones de camaradería entre los miembros de la elite de Buenos
absurdo —asociado a lo extravagante—, aunque estos dominios Aires:
aparecen en otras anécdotas en las que el verosímil es acorde
“A] verla... [a la hermana del gobernador, a quien había conoci-
con el referente histórico, como ocurre en la causerie donde él do la noche anterior] después de una noche de terror, allí donde
mismo quiere hacer correr el rumor de que comió “orejas de vi- esperaba verla, donde no podía dejar de estar, pues ella misma
gilante” (“¿Por qué?” 1888). me había llevado con su sugestión hipnótica, me sentí con otros
Estas causeries funcionan ancladas en el espacio del viaje miedos más humanos [...] Cuando volví del desmayo, tuve la
intención confusa del cúmulo de aberraciones de sonámbulo
personal que se anuncia en “¿Por qué?” y cuyo regreso se narra
que, entre la vida y la muerte, me habían hecho buscar la casa,
en “Los siete platos de arroz con leche” (1888). Elaboran un hallarla, verla por última vez y una inspiración de caballero me
dijo que partiera... y partí” (Mansilla, 1995, p. 186).
mente en forma de folletín entre el 16 de agosto de 1888 y el 28 de agosto de Un caso paradigmático de la subordinación de lo fantástico
1890 y, más tarde, en cinco volúmenes, interrumpidos por la crisis del 90. alo autobiográfico había sido ya su bautismo de fuego en la li-
21 “En Chandernagor” “El hombre de Chandernagor” y “La noche de teratura —hecha excepción de sus tempranas obras teatrales—:
Chandernagor” en Lucio V. Mansilla, 1995. Las entregas fueron publicadas
en Sud-América los días 26 de diciembre de 1889, 2, 9, y 16 de enero de Una excursión a los indios ranqueles, particularmente el relato
1890, respectivamente, en un contexto caracterizado por la divulgación, en del Cabo Gómez, donde el diestro despliegue de géneros mo-
el diario, de notas sobre hipnosis y sugestión. dernos (fantástico, policial) queda supeditado a la relación je-
2 Iglesia (2009) ha sugerido que la serie de Chandernagor es un texto rárquica entre el comandante y el cabo, cuestión vinculada es-
híbrido —como muchos otros de Mansilla y como todas las autoficciones
(Colonna, 2004)— que conjuga relato de viaje, folletín autobiográfico, rela- tratégicamente con su autobiografía —su lugar dislocado en el
to de aprendizaje y fantasy: “Tres de sus más famosas causeries —“Por qué” ejército: el pase a disponibilidad—.” Es el punto donde Mansilla
“En Chandernagor” y “Los siete platos de arroz con leche”-—desplegadas
en varias entregas del periódico podrían constituir escenas o capítulos de 11 116
lo que llamo la novela de aprendizaje de Mansilla” (p. 114). 23 En el Apéndice se sintetiza el argumento de los capítulos tratados.
GASPARINI * ESPECTROS DE LA CIENCIA CONFIGURANDO UNA TRADICIÓN: ]. M. GORRITIY L. V. MANSILLA 87
86 SANDRA
y Gorriti se cruzan y se intersectan hacia el final de la produc- En el marco del desastre de Curupayti” durante la guerra de
ción ficcional de Holmberg. Argentina, Uruguay y Brasil contra Paraguay y de la angustiante
En estos capítulos Mansilla superpone, a un particular tra- cotidianeidad bélica se abre la grieta del fantástico, en la forma
bajo con el fantástico, una trama policial que involucra su pro- de un parte también oral: “Señor, un alta del hospital” le anuncia
pia desconfianza del aparato judicial -—hecho vinculado nue- un ayudante a Mansilla. El “alta” es “un muerto”: el cabo Gómez,
vamente con su autobiografía— y la historia de sus encuentros que luego del enfrentamiento había desaparecido. Aunque pa-
y desencuentros con el aparato estatal. Si, básicamente, el rece un “resucitado” presunción con la que se ironiza en algunos
policial pondrá en juego dos inteligencias, la del detective y la párrafos, el cabo hace un relato de los hechos que demuestra
del delincuente, Mansilla está más interesado aquí en narrar la que ha sobrevivido, precisamente, por hacerse el muerto frente
inocencia de un personaje de frontera que no puede someterse a las tropas paraguayas. En un primer momento el lector accede
al sistema castrense: la de un cimarrón que el Estado ha captu- a una fórmula que más tiene que ver con la picaresca que con el
rado sólo transitoriamente y del cual luego necesitará desha- fantástico: fingiendo estar muerto, el cabo salva su vida, por eso
cerse, es un resucitado.
La trama policial también roza el discurso científico y enlaza Los saberes emergentes en la década de 1870 que, como yahe
al texto nuevamente con los saberes emergentes en la década: planteado, comienzan a ser tema de divulgación y de las fanta-
elaboración de un sumario a partir de testimonios de soldados sías científicas más adelante, aquí surgen entrelazados con otros
y acumulación de indicios, enumeración de hipótesis, verifica-
problemas y textos. Lo inexplicable vuelve de la mano del relato
ción de pruebas y resolución del enigma. de las alucinaciones de Gómez: siendo muy joven, había apuña-
El “cuento” del Cabo Gómez “tiene algo de fantástico y lado a su mujer porque la había visto, en sueños, en brazos de
maravilloso”?*, le adelanta Mansilla a Santiago Arcos, interlocu- un rival y, creyendo que clavaba su puñal en el hombre, la había
tor contemporáneo a quien dirige las cartas que se publican en asesinado. Esta anécdota se enlaza también con la trama poli-
cial, ya que una confusión de esta índole (alucinación-realidad,
el periódico La Tribuna, de los hermanos Varela. Es sin embargo
la oscilación entre la sintaxis y temática propias del fantásticoy sonambulismo) desencadena la causa de su propia condena. Si
del policial en el siglo XIX lo que hace singular a la narración. En
lugar de una humeante chimenea inglesa, el fogón al aire libre
25 Prolífica matriz narrativa del fragmentado relato de la guerra del Pa-
en la Pampa es el marco apropiado para que “desaparezcan” las raguay en la producción de L. V. Mansilla, la batalla de Curupaytí (1866)
jerarquías militares, esas que, precisamente, funcionan como y la topografía aledaña son el marco de causeries como “La emboscada”
eje de la historia. (cuya continuación es “La mina”), en la que la máquina discursiva que re-
presenta el fogón en el ámbito bélico del siglo XIX fabrica fantasmas luego
desmentidos por la inspección ocular experta del entonces comandante
Mansilla, que repone soldados paraguayos agazapados en el agua donde la
2 Lucio V. Mansilla, Una excursión a los indios ranqueles. Buenos Ai-
imaginación de los argentinos y brasileños había visto “cabezas humanas
res, Kapelusz, 1966, edición de Guillermo Ara. Tomo 1, todas las notas de
12 116 flotando en el estero” Ver L. V. Mansilla (1963).
esta edición. De aquí en adelante, Una excursión.
88 SANDRA GASPARINI * ESPECTROS DE LA CIENCIA CONFIGURANDO UNA TRADICIÓN: J. M. GorrITIY L. V. MANSILLA 89
el cabo desconoce los límites entre ambos dominios (objetos de La llave de regreso al mundo fantástico es el pedido del sen-
estudio de la neuropsiquiatría por ese entonces), una desorien- tenciado. Entre otras pequeñas cosas, le pide a su comandante
tación similar, con el narrador como protagonista, provocará el que le envíe parte de su sueldo a su hermana, que vive en “Es-
efecto de horror sobrenatural sobre el final del episodio. quina, villorio de Corrientes rayano de Entre Ríos”. El cabo mue-
A propósito de estos pensamientos y de la “visión” que ha- re dignamente pero el relato no termina allí: “A los pocos días yo
bía perdido al cabo en el pasado, Mansilla reflexiona sobre la tuve una aparición” remata folletinescamente el texto, instalan-
delgadez de la línea divisoria entre mundo imaginario y real. El do lo sobrenatural de modo brusco.
episodio siguiente se inclina, otra vez, hacia la trama policial: se Se dispara entonces el último episodio vinculado con el cabo
acusa a Gómez de haber asesinado a un vivandero que visita- Gómez y tal vez el más cercano al fantástico. Se trata de la re-
ba el rancho del alférez Guevara. Los indicios que lo incriminan petición de la “tonada correntina” que llega desde afuera de la
son que está ebrio y repite una frase: “Había jurado matarlo: ¡un carpa del general Gelly, en la que se encuentra Mansilla, y que
bofetón a mí!” Como se ve, tenemos no sólo casi un misterio de alcanza el efecto siniestro de “un eco de otro mundo”. La sintaxis
“cuarto cerrado”, según comprobaremos al comienzo del capítu- peculiar del habla del cabo es la que ahora “resucita” para hacer
lo siguiente, sino elementos “psicológicos” que sirven al narra- un pedido al general. El narrador despliega todos los recursos
dor-detective Mansilla para guiar al lector. que tiene a mano para provocar terror: quien clama desde la
El relato de la resolución del enigma policial sólo es contado entrada de la carpa es el cabo Gómez, enfundado en “un traje
por el cabo en secreto a Mansilla (y a los lectores), cuando care- talar negro”” y, en su carácter de “aparición”, responde a la pre-
ce de valor para la justicia militar, que ya ha dictado sentencia, gunta del general: “Quiero que me dejes velar la crucecita de mi
pero justo a tiempo para conmover al público de La Tribuna hermano”. Mujer que parece hombre, como la temible Clara de
porteña. Víctima de sus sentidos, confundidos por el alcohol, el “La bolsa de huesos” (1896) de Holmberg, la ahora hermana del
cabo había creído matar al alférez Guevara en lugar del vivande- cabo revela su género sexual cuando se echa a llorar. Lejos de in-
ro y, víctima de sus palabras, que lo traicionan en la declaración, quietarse, el narrador vuelve en sí, se repone de la torpe confu-
es condenado. Aunque aquí se trata de un caso de sonambulis-
mo, la sugestión y la criminalidad serán puestas en serie algu- tampes, livres, musique, 1890, publicado originalmente en febrero de 1888
nos años después en la prensa y la literatura: en 1888, Villiers de en La Revue de Paris et de Saint-Pétersbourg.
Isle Adam analizará “casos criminales” donde los victimarios 27 El Diccionario de Uso del Español de María Moliner (1996) registra,
como tercera acepción de “talar” la que se aplica a las vestiduras largas
han sido víctimas de hipnotismo.*
hasta los talones, como las sotanas de los eclesiásticos o la toga. La ambi-
gúedad de la “aparición” se condensa también en un atuendo que confun-
de tanto el género sexual como la pertenencia de ese sujeto al mundo “te-
2 Ponnau (1997) menciona casos estudiados por la psiquiatría que rrenal” o “espiritual” desde el momento que podría evocar una mortaja. Un
han sido retomados por la literatura. El artículo de Auguste de Villiers de “traje blanco talar” también viste el criado indio que acompaña a Mansilla
Llsle-Adam, titulado “La Suggestion devant la loi puede leerse en Chez les a su hotel en Chandernagor: “parecía un fantasma en la selva” (“El hombre
passants. Fantaisies, pamphlets et souvenirs, Paris, Comptoir d “edition, es- 13/ 16 de Chandernagor”).
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sión. Entonces, lo aparentemeñte inexplicable (que los muertos La interpretación ofrecida por el narrador es, sin embargo,
vuelvan a la vida) tiene una —tramposa— resolución racional ambigua y encierra en sí misma una dualidad frente a lo inex-
en el texto. plicable. Por un lado, se recurre al magnetismo, hipótesis que
La literatura romántica volvió a poner a la mujer en un lu- revela las lecturas (y confesadas prácticas) de Mansilla, con-
gar central que se fue construyendo en la ambigua figura de un temporáneas a la escritura de Una excursión, entremezcladas
ser ligado, ya en la novela gótica, a la debilidad pero también con los saberes vinculados al mesmerismo que tanto le interesa-
a la fantasía y a la sensibilidad frente a lo sobrenatural. El en- rán a él y a otros narradores, en esa década y las siguientes: “Un
sueño, en tanto género discursivo, la tuvo como protagonista hilo invisible y magnético une la existencia de los seres amantes
activa incluso en la primera fantasía científica argentina escri- que viven confundidos por los vínculos ternísimos del corazón”
ta por Holmberg. En el relato de Mansilla, la hermana del cabo (Mansilla, 1966). Por otro, la explicación que contempla que “la
—única mujer con voz en el relato— es quien experimenta un noticia del fusilamiento se la dio [a la hermana del cabo] Dios
sueño premonitorio que se cumple. Esta capacidad, que alcan- en sueños” inclina al relato hacia lo maravilloso. En este punto
za esa condición porque se ha repetido “siempre”, según insiste se decide la gran oscilación del texto. Si para Todorov lo “mara-
la mujer, instala ahora inequívocamente al texto en el ámbito villoso científico” —que liga a la ciencia ficción— comienza en
del “fantástico psíquico” (Ponnau, 1997), al menos desde sus el siglo XIX con relatos en los que interviene el magnetismo para
temas. Mientras el cabo recibía los “auxilios espirituales” en la explicar fenómenos sobrenaturales, el cuento del cabo Gómez
capilla de campaña, como deduce luego el narrador, la herma- constituye, una vez más, un problema. Porque si la orientación
na “en sueños había visto a su hermano que lo llevaban a fu- ideológica del narrador parece apuntar a la resolución por el
silar (...) y tomando el primer vapor que pasó por Esquina, se magnetismo, la “voluntad de Dios” aparece involucrada en el
había venido a velar su crucecita que estaba en el cementerio relato por obra del consenso popular, representado aquí por un
de los paraguayos, idea que era fija en ella” (Mansilla, 1966). puñado de sujetos que transitan la frontera de la guerra:
Tercamente instalada en el error sobre la ubicación de la tum- Esa noche hubo un velorio al que asistieron muchos soldados y
ba, la hermana del cabo niega la “verdad” del superior que no mujeres de mi batallón prevenidos por mí. Por ellos supe que la
ha salvado al fusilado: se sostiene solamente en la repetición hermana de Gómez, siendo yo el jefe del 12, me achacaba a mí
(una constante en el relato) de un enunciado asertivo que se su muerte y, asimismo, que en Esquina tenía algunos medios de
vivir, confirmando todos, por supuesto, que la noticia del fusila-
desprende del mundo de los sueños, con más espesor que el
de la vigilia. “Yo sé” reitera como una autómata frente a cual-
quier intento de disuadirla de la veracidad de la revelación. Y >
28 po
En la causerie ¡Esa cabeza toba!”
» :
Mansilla usa, para reforzar su com-
ese saber —o su reiteración performativa— legitima su negativa p da a del yo, la “anécdota” del análisis craneoscópico al que
o ohabrí, a Y j i
el conocido 3
frenólogo Donovan en Londres. Sobre la
a recibir cualquier compensación del ejército, porque esa afir- ogía, desarrollada por Gall, y a la que denomina “ciencia en pañales”
mación está connotando, con el peso de un final de relato, las afirma: “puede enseñaros y serviros más que un curso completo de filoso-
culpas de otros. fía” (Mansilla, 1995).
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miento se la dio Dios en sueños (Mansilla, 1966, p. 111, cursivas a “silencios del texto”. Distingue los silencios cuya resolución es
mías). posible y necesaria, como ocurre en el cuento policial, de aque-
Ese “todos”, asimilable a la masa indiferenciada y anónima llos
que crece tanto en los centros urbanos como en el espacio de cuya imposibilidad de resolución es experimentada como una
la frontera y en el ámbito rural adquirirá distintos matices en carencia por parte del lector, y que estructuran el cuento en sus
la producción de Mansilla. Se confundirá en las causeries con características genéricas. Este es el tipo de silencio que encon-
tramos en el cuento fantástico: un silencio cuya naturaleza y
Monsieur tout le monde, “lector incierto con el que cada vez re-
función consisten precisamente en no poder ser llenado (...) El
sulta más difícil acordar” aunque intente abrir, también desde el silencio en la trama del discurso sugiere la presencia de vacíos
periódico, “su conversación hacia un público cada vez mayor” en la trama de la realidad. (p. 52)
(Roman, 2001). Este asunto lo fascinará y será, muchas veces,
La trama policial queda efectivamente resuelta en el relato:
eje de sus digresiones.
el cabo es quien mató al vivandero. Aunque podría interpretar-
Mansilla descubre en el grupo de soldadosy de mujeres el po-
se como un “accidente” no deja de ser una muerte causada con
der que les da la intuición: aciertan cuando presumen la culpa-
alevosía, pero al sujeto equivocado. La trama que se acerca al
bilidad del cabo y cuando “confirman” que una instancia sobre-
fantástico rompe el silencio con las palabras de la inquietante
natural, “Dios” fue quien informó a su hermana lo que sucede-
hermana del cabo. “Yo sé” el enunciado que repite maquinal-
ría. “Todos” tiene la fuerza del número y la del “sentido común”.
mente la mujer, es la condensación, en sus palabras, del relato
Pero la racionalidad estará ligada al sujeto que narra, aunque en
mesmérico que cuenta Mansilla. Y ése es el mayor vínculo con
la serie de las tres causeries que transcurren en Chandernagor
esta forma literaria moderna: cuando “el silencio dibuja espa-
Mansilla se construya él mismo como víctima de la “sugestión
cios de zozobra” (Campra, 1992), el texto cuenta —porque Man-
hipnótica” de una mujer y le atribuya belleza poética al “mundo
silla no puede dejar de contar— que el otro, mujer y de la fron-
de los fantaseos, de los desvaríos, de los devaneos sin ulteriori-
tera, puede ver el futuro. Asimilar esta escena de precognición
dad, de las quimeras, en fin, de tonquistador de nada”.2
a un diálogo con la divinidad no hace más que alejarla de toda
Rosalba Campra (1992) ha trabajado sobre la hipótesis de
explicación racional posible: se la ubica en un cono de silencio,
una sintaxis propia de lo fantástico y ha hecho hincapié en los
desde el momento que, además, resulta sospechada por perte-
necer al saber popular. En esa oscilación entre lo maravilloso, la
22 “Los canis anthus de Chandernagor” Mansilla, 1995. También en
superchería y las pseudociencias el relato llega a su final.
otra geografía lejana y extraña para el lector de las causeries —el lago de
Windermeer en Cumberland, Inglaterra del Norte—, se sitúa “Alucinación” Como cuento de fogón que termina durmiendo a los solda-
(recogida en Lucio V. Mansilla, Charlas inéditas, 1966). Un fenómeno pre- dos, el texto exhibe su fracaso: no ha podido cumplir con los im-
suntamente alucinatorio es enmarcado en una serie de digresiones sobre perativos de ese género y espera no haber provocado igual efec-
epilepsia, estados catalépticos y magnetismo animal, por lo que el conflic-
to queda resuelto dentro del sistema de las nuevas “ciencias psíquicas” Ver
to en los lectores, en un segundo nivel de recepción. La vuelta al
también Flesca (1970). gran relato marco se hace de forma brusca: a través de un grito
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20 Iser (1987) denomina “repertorio” al conjunto de referencias extra- 1 Ver argumento en el Apéndice. Se cita por Eduardo L. Holmberg, Dos
textuales que determinan el texto, es decir “la parte constitutiva del texto partidos en lucha (fantasía científica), 2005 y, de aquí en adelante, como
que remite precisamente a todo aquello que es exterior al texto”, “con todo Dos partidos. La novela se publicó originalmente en la Imprenta de El Na-
el trabajo de transposición en el marco de la narración”. cional, en 1875.
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