Origen Del Idioma Español
Origen Del Idioma Español
Origen Del Idioma Español
Sección: 05
Fecha de entrega: 30/11/2022
INTRODUCCIÓN
Para hablar sobre el origen del idioma español, es necesario mencionar y explicar de
manera clara y detallada, cómo los aportes de otras lenguas han contribuido para la
realización de lo que hoy conocemos como: Lengua Hispana.
Es por esto que, en esta investigación les estaremos hablando sobre: Península,
Imperio, Lenguas Prerromanas, Lenguas Romances o Neolatinas, así como también la
importancia de los aportes de Alfonso x de Castilla (Alfonso el sabio), quien fue una
figura de vital importancia para la transformación del castellano en una lengua
estándar. Entre muchos otros temas que son fundamentales para explicar el Origen del
Idioma Español.
En la actualidad, el idioma español se extiende por todo el planeta, siendo una lengua
que hoy hablan más de 490 millones de personas, como lengua nativa, segunda y
extranjera. Es la segunda lengua del mundo por número de hablantes nativos y el
segundo idioma de comunicación internacional. Una lengua universal, multicultural y
en constante evolución, que sin lugar a dudas, se convertirá en un referente para la
comunicación global.
Conceptos básicos:
Península:
Península proviene del vocablo derivado del latín, Paeninsula, hace referencia al
fragmento de tierra que está cercado por agua y se conecta con otra tierra de
extensión más importante a través de una porción de superficie que es relativamente
estrecha.
Imperio:
Imperio proviene del latín imperium es una "unidad política" formada por varios
territorios y pueblos, "generalmente creada por conquista, y dividida entre un centro
dominante y periferias subordinadas"
El celtíbero, fue una lengua que se habló en la zona central de la península ibérica.
Todo lo que se conoce acerca de ella, es gracias a cientos de notas que fueron
escritas básicamente en signario celtibérico. Esta lengua desciende del celta. Sin
embargo, debido a su leve alejamiento por montañas existentes en la zona, este
dialecto poco a poco se fue diferenciando.
¿Qué es el latín?
El latín es una lengua indoeuropea, es decir, que pertenece a una familia de lenguas
cuyo origen se remonta hacia 4000 años a.C., cuyos primeros hablantes habitaban el
sureste de Europa y Asia central. Europa recibió diversas oleadas de migraciones de
pueblos indoeuropeos.
El latín es la lengua que se utilizaba en la Antigua Roma y que se expandió como lengua
científica y como lengua oficial en las misas de la Iglesia Católica.
Del latín derivan muchos idiomas actuales como el portugués, el español, el catalán y
el italiano. Muchos latinismos se utilizan en diversos idiomas, incluso en aquellos que
no derivan del latín, como el inglés.
El latín clásico (culto) coexistió con el llamado latín vulgar, que era el latín hablado por
las clases bajas, y en particular por la mayor parte de los soldados que extendieron el
latín por toda la geografía del Imperio Romano.
El latín culto era la lengua cultivada por los literatos, conforme a todas las leyes
estilísticas de la época y se escribía como tal. El latín vulgar era fundamentalmente el
mismo lenguaje pero hablado por el pueblo y casi no se escribía.
El nombre «vulgar» deriva de la palabra latina vulgaris, que significaba ‘común’ o ‘del
pueblo’. Latín vulgar o latín tardío es un término genérico, empleado para referirse al
conjunto de los dialectos vernáculos del latín vivo, hablados en las provincias del
Imperio romano. La extinción como lengua viva del latín se asoció con la creciente
diferenciación de estos dialectos, que condujo, hacia el siglo IX, a la formación de las
lenguas romances tempranas. Algunos autores proponen distinguir técnicamente
entre latín vulgar (o popular) y latín tardío (siglo IV en adelante), aunque
lingüísticamente es difícil distinguir entre esas dos acepciones.
Sin embargo conviene aclarar que, desde el punto de vista de la lingüística moderna, el
latín vulgar como tal es una expresión basada en una hipótesis antigua y equivocada,
que suponía la existencia de dos lenguas paralelas: un latín «culto» y uno «vulgar»;
pero, verdaderamente, el latín vulgar era el latín mismo, un idioma vivo y en constante
evolución, mientras que el latín clásico solo se mantenía en la literatura y
administración como el lenguaje escrito culto, para facilitar la comunicación entre las
provincias romanas.
La variante de latín hablado difiere notablemente del estilo literario del latín clásico en
su pronunciación, vocabulario y gramática. Algunos rasgos del latín vulgar no
aparecieron hasta la época tardía del Imperio romano, aunque parece que muchos de
sus rasgos son sorprendentemente tempranos. Otros, pueden incluso haber estado
presentes mucho antes, al menos bajo la forma de latín acriollado.234 La mayor parte
de las definiciones de «latín vulgar» suponen que es una lengua hablada antes que
escrita, porque ciertas evidencias sugieren que el latín se dialectalizó o criollizó
durante este período, y porque no hay pruebas de que alguien transcribiera el habla
cotidiana de ninguno de sus hablantes. El estudio del latín vulgar requiere el análisis de
evidencias indirectas, ya que originalmente nadie usaba intencionalmente las formas
de latín vulgar cuando escribía.
Lo que hoy se sabe del latín vulgar procede de tres fuentes. La primera es el método
comparativo que puede reconstruir numerosos rasgos de las lenguas romances
atestiguadas, y hacer notar aquello en lo que difieren del latín clásico. La segunda
fuente son varios textos de gramáticas prescriptivas del latín tardío que condenaban
los errores lingüísticos que los hablantes de latín solían cometer, denuncias que
ayudan a describir cómo se usaba la lengua. Finalmente, los «solecismos» y usos que
se apartan del latín clásico encontrados a veces en textos de latín tardío también dan
luz al habla de quien los escribió.
El latín vulgar fue diferenciándose en las distintas provincias del Imperio romano,
surgiendo así la era moderna del español, catalán, francés, italiano, occitano,
portugués, rumano, etc. Obviamente, se considera que el latín vulgar desapareció
cuando los dialectos locales tuvieron las suficientes características diferenciadoras
como para constituirse en lenguas distintas, evolucionando hacia la formación de las
lenguas romances, cuando un valor propio y singular les fue reconocido.
La lengua escrita continuó existiendo como latín medieval. Los romances vernáculos
fueron reconocidos como lenguas diferenciadas, separadas y empezaron a desarrollar
normas y ortografías propias. Entonces, «latín vulgar» dejó de ser un parámetro útil
para identificar a las diversas lenguas romances.
Fue en ese momento cuando el latín vulgar se convirtió en un nombre colectivo para
designar un grupo de dialectos derivados del latín, con características locales (no
necesariamente comunes), que no constituían una lengua, al menos en el sentido
clásico del término. Sin embargo, podría ser descrito como algo incipiente, indefinido,
que paulatinamente fue cristalizando en las formas tempranas de cada lengua
romance, habiendo tomado, como su más remoto ancestro, al latín formal. El latín
vulgar fue, por lo tanto, un punto intermedio en la evolución, no una fuente.
Recibe el nombre de romanización el proceso a través del cual el Imperio Romano fue
conquistando, sometiendo e integrando a su sistema político, lingüístico y social a
todos los pueblos y territorios que fue encontrando a su paso.
Las lenguas romances (también llamadas lenguas románicas, lenguas latinas o lenguas
neolatinas) son una rama indoeuropea de lenguas estrechamente relacionadas entre sí
y que históricamente aparecieron como evolución (o equivalentes) del latín vulgar
(entendido en su sentido etimológico de habla cotidiana del vulgo o común de la
gente) y opuesto al latín clásico (forma estandarizada que a partir de cierto momento
era una lengua aprendida como segunda lengua y no como lengua materna).
Fueron las lenguas itálicas que sobrevivieron por el Imperio romano, extinguiéndose la
lengua melliza del latín (el falisco) y también desapareciendo un grupo itálico paralelo
a las latino-faliscas, como las osco-umbras.
Las seis lenguas romances más habladas por número total de hablantes son el español
(489 millones), el portugués (283 millones), el francés (77 millones), el italiano (67
millones), el rumano (24 millones) y el catalán (10 millones123).
Alfonso X, apodado "El Sabio", es más conocido por sus decisivas aportaciones a la
cultura española que por su reinado, que estuvo marcado por el fracaso de sus
aspiraciones a convertirse en emperador, el ascenso de la nobleza y de algunas
ciudades, así como la oposición. su hijo Sancho para cumplir las condiciones de
sucesión al trono. En su “Historia Universal”, texto escrito por él, hay cierta nostalgia
por la figura y obra de Alejandro Magno. Se podría decir que los hechos de "Alejandro
con su amo" parecen haber inspirado la vida de Alfonso X, un rey con ambiciones
imperiales ya la vez entregado al mundo de la cultura. Su reinado fue de dos cuchillos,
alternando entre impresionantes éxitos literarios y armamentísticos con una serie de
decepciones y fracasos políticos.
Alfonso X era hijo de Fernando III el Santo y Beatrice de Suabia, una mujer alemana de
la familia Staufen. Completó su reinado cristiano en el valle del Guadalquivir,
incorporando a su reino las actuales provincias de Cádiz y Huelva. Simultáneamente,
inició el proceso de poblamiento de Sevilla, centro del poder almohade en al-Andalus.
Siendo niño, logró la adhesión del reino de Murcia Taifian al ámbito castellano. En
1243 presidió la embajada castellano-leonesa, que firmó un tratado en Alcázar, que no
fue aceptado por las ciudades de Cartagena, Lorca y Mula, por lo que tuvo que
intervenir Alfonso entre 1244 y 1245. Finalmente, incorporó el reino de Murcia a los
reinos de Castilla y León.
En el terreno de la poesía nos dejó las Cantigas, obra escrita en gallego. No se pueden
olvidar las tablas astronómicas de Alfonso, así como la actividad del rey en los ámbitos
del juego, la música y el arte.
Así, Alfonso X fue un rey que, durante su reinado, dirigió e impulsó numerosos
proyectos culturales en campos tan diversos como el derecho, la ciencia, la historia, la
música, la poesía, la lengua castellana, etc. que bajo su gobierno las artes visuales e
incluso la arquitectura habían alcanzado la madurez.
El sabio rey se dio cuenta de que el idioma y la ley eran los dos pilares principales en
los que tenía que apoyarse para la reforma cultural y política. Ayudó a traducir textos
del latín, árabe y hebreo, actualizó la ortografía y el vocabulario, e hizo un trabajo muy
importante: recopilar leyes en un solo texto.
La Real Academia Española, fundada en 1713 por iniciativa de Juan Manuel Fernández
Pacheco y Zúñiga, marqués de Villena, es una institución con personalidad jurídica
propia que tiene como misión principal velar por que los cambios que experimente la
lengua española en su constante adaptación a las necesidades de sus hablantes no
quiebren la esencial unidad que mantiene en todo el ámbito hispánico, según
establece el artículo primero de sus actuales estatutos.
De conformidad con este mismo texto, la RAE debe «cuidar igualmente de que esta
evolución conserve el genio propio de la lengua, tal como este ha ido consolidándose
con el correr de los siglos, así como de establecer y difundir los criterios de propiedad y
corrección, y de contribuir a su esplendor. Para alcanzar dichos fines, estudiará e
impulsará los estudios sobre la historia y sobre el presente del español, divulgará los
escritos literarios, especialmente clásicos, y no literarios que juzgue importantes para
el conocimiento de tales cuestiones, y procurará mantener vivo el recuerdo de
quienes, en España o en América, han cultivado con gloria nuestra lengua». Asimismo,
la RAE, «como miembro de la Asociación de Academias de la Lengua Española,
mantendrá especial relación con las academias correspondientes y asociadas».