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Oraciones Sesion Apertura

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40.

Detenerse
¡Qué bueno es detenerse…!
Señor me gustaría detenerme en este mismo instante
¿Por qué tanta agitación?
¿Para qué tanto frenesí?
Ya no sé detenerme, me he olvidado de rezar. Cierro ahora mis ojos.
Quiero hablar contigo, Señor. Quiero abrirme a tu universo, pero mis ojos se resisten a
permanecer cerrados. Siento que una agitación frenética invade todo mi cuerpo, que va y
viene, se agita, esclavo de la prisa.
Señor, me gustaría detenerme ahora mismo.
¿Por qué tanta prisa y agitación?
Yo no puedo salvar al mundo.
Yo soy apenas una gota de agua en el océano inmenso de tu maravillosa creación. Lo
verdaderamente importante es buscar tu rostro bendito. Lo verdaderamente importante es
buscar tu Rostro bendito. Lo verdaderamente importante es detenerse de vez en cuando, y
esforzarse en proclamar que Tu eres la Grandeza, la Hermosura, la Magnificencia, que Tú eres el
Amor.
Lo urgente es hacer y dejar que Tú hables dentro de mí. Vivir la profundidad de las cosas y en el
continuo esfuerzo por buscarte en el silencio de tu misterio. Mi corazón continúa latiendo, pero
de manera diferente. No estoy haciendo nada, no estoy apurándome. Simplemente, estoy ante
Ti, Señor. Y qué bueno es estar delante de Ti. Amén.

65. Cara a Cara

Día tras día, Señor de mi vida,


quede delante de Tí
cara a cara.
De manos juntas, quedaré delante de Tí,
Señor de todos los mundos
cara a cara.

En este mundo que es tuyo,


en medio de las fatigas,
del tumulto, de las luchas,
de la multitud agitada,
he de mantenerme delante de Tí,
cara a cara.

Y, cuando mi tarea en este mundo


estuviera acabada,
oh Rey de Reyes, solo y en silencio,
permaneceré delante de Tí,
cara a cara.
Amén.
Gloria

Gloria a Dios en el cielo,


y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.

Por tu inmensa gloria te alabamos, te Bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos


gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso; Señor… Hijo único, Jesucristo.

Señor… Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre;


tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros;
tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestras súplicas; tú que estás sentado a la derecha
del Padre,
ten piedad de nosotros.

Porque sólo tú eres Santo,


sólo tú Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo,
con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre.
Amén

27. Paz

¡Señor!
¡Colma de esperanza mi corazón
y de dulzura mis labios!
Pon en mis ojos la luz que acaricia y purifica,
en mis manos el gesto que perdona.
Dame valor para la lucha,
compasión para las injurias,
misericordia para la ingratitud y la injusticia.

Líbrame de la envidia
y de la ambición mezquina,
del odio y de la venganza.
Y que, al volver hoy nuevamente al calor
de mi lecho, pueda,
en lo más íntimo de mi ser,
sentirte a Ti presente.
Amén.

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