Documento Sin Título-6

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 3

El koala (Phascolarctos cinereus) es una especie de marsupial diprotodonto de la familia

Phascolarctidae, endémico de Australia.

Es el único representante existente de la familia Phascolarctidae y sus parientes vivos más


cercanos son los wombats. Vive en las zonas costeras de las regiones este y sur australianas, en
los estados de Queensland, Nueva Gales del Sur, Victoria y Australia Meridional. Es fácilmente
reconocible por su cuerpo robusto sin cola, cabeza grande con orejas redondas y peludas y nariz
grande en forma de cuchara. Mide entre 60 y 85 cm y pesan de 4 a 15 kg. El color de su pelaje va
del gris plata al marrón chocolate. Las poblaciones septentrionaales suelen ser de menor tamaño y
de un color más claro que las del sur, por lo que se cree que puedan ser una subespecie separada,
aunque esta posibilidad está en discusión.

Viven en zonas abiertas de bosques de eucaliptos, cuyas hojas constituyen la mayor parte de su
dieta. Debido a que esta dieta aporta una cantidad escasa de nutrientes y calorías, los koalas llevan
una vida sedentaria y suelen dormir hasta veinte horas al día. Son animales asociales y solo se da
un vínculo entre las madres y sus crías dependientes. Los machos adultos se comunican con
fuertes rugidos que intimidan a los rivales y atraen a las hembras. Los machos señalan su presencia
con secreciones de unas glándulas odoríferas ubicadas en su pecho. Como en los demás
marsupiales, sus crías nacen sin estar desarrolladas por completo y de inmediato se suben al
marsupio de sus madres, donde permanecen durante sus primeros seis o siete meses de vida; los
jóvenes se destetan por completo cuando tienen un año de edad. Tienen pocos parásitos y
depredadores naturales, aunque están amenazados por varios patógenos, como las infecciones por
clamidias y el retrovirus koala, así como por los incendios forestales y las sequías.

Existen pruebas de que los aborígenes australianos ya cazaban estos animales y aparecen
representados en sus mitos y arte rupestre desde hace milenios. El primer encuentro registrado
entre un europeo y un koala se produjo en 1798 y el naturalista George Perry publicó una imagen
de este animal en 1810. El botánico Robert Brown escribió la primera descripción científica
detallada del koala en 1814, aunque su obra permaneció inédita durante 180 años. El ornitólogo y
artista John Gould ilustró y describió estos animales, dando a conocer la especie al público británico
en general y a lo largo del siglo XIX otros científicos ingleses revelaron más detalles sobre su
biología.

Debido a su distintivo aspecto, es reconocido mundialmente como uno de los símbolos de Australia.
Es el emblema estatal de la fauna de Queensland. La especie está catalogada como vulnerable en
la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. El gobierno
australiano también califica poblaciones específicas en Queensland, Nueva Gales del Sur y el
Territorio de la Capital como vulnerables en su legislación nacional medioambiental. A principios del
siglo XX era cazado en grandes cantidades por los colonos europeos sobre todo por su piel. Su
mayor amenaza actual es la destrucción de su hábitat causada por la agricultura y la urbanización.
Como en el caso de la mayoría de las especies silvestres australianas, es ilegal tener koalas como
mascotas, tanto en Australia como en cualquier otra parte del mundo.

Son animales asociales y dedican solo 15 minutos al día a comportamientos sociales. En Victoria su
área de acción es pequeña y muy solapada, mientras que en el centro de Queensland es más
grande y menos solapada.​La sociedad de estos animales parece estar formada por «residentes» y
«de paso», compuesta mayoritariamente en el primer caso por hembras adultas y por machos en el
segundo. Los machos residentes parecen ser territoriales y dominan a otros machos con su mayor
tamaño corporal.​Los machos alfa tienden a establecer sus territorios cerca de hembras
reproductivas, mientras que los machos más jóvenes se comportan de forma subordinada hasta
que maduran y alcanzan su desarrollo corporal completo.​Los machos adultos se aventuran
ocasionalmente fuera de su ámbito territorial o área de acción, manteniendo su estatus.​Cuando un
macho se traslada a un nuevo árbol, lo marca frotando su glándula pectoral contra el tronco o una
rama; también se les ha observado ocasionalmente orinando en el tronco. Este comportamiento de
marcado territorial probablemente sirve como comunicación y hay constancia de que los individuos
olfatean la base de un árbol antes de subir.​El marcado por olor es habitual durante los encuentros
agresivos. Las secreciones de las glándulas pectorales son complejas mezclas químicas —en un
análisis se han identificado en torno a 40 compuestos— que varían en concentración y composición
dependiendo de la estación y la edad del animal.

Los machos adultos se comunican con fuertes rugidos, sonidos graves consistentes en inhalaciones
parecidas a los ronquidos y exhalaciones resonantes que suenan como gruñidos.​Se cree que estos
sonidos se generan con unos órganos vocales únicos en esta especie.​Debido a su baja frecuencia,
estos rugidos pueden recorrer grandes distancias a través del aire y la vegetación.​Los emiten
durante cualquier época del año, pero especialmente durante la época de apareamiento, cuando los
utilizan para atraer a las hembras y posiblemente para intimidar a otros machos.​También anuncian
su presencia a sus vecinos cuando se cambian a un nuevo árbol.​Con estos sonidos indican su
tamaño corporal y son capaces de exagerarlo, ya que las hembras prestan más atención a los
rugidos de los machos más grandes.​Las hembras también emiten rugidos, aunque más suaves,
además gruñidos, gemidos y gritos. Estas llamadas se emiten cuando están en peligro y para hacer
amenazas defensivas. Los koalas jóvenes chillan cuando se ven en peligro. A medida que crecen,
el chillido se convierte en una especie de grito producido tanto cuando se sienten angustiados como
para mostrar agresividad. Cuando otro individuo se sube sobre él, emite un gruñido bajo con la boca
cerrada. Los koalas muestran numerosas expresiones faciales. Cuando gruñe, gime o chilla, riza el
labio superior y dobla las orejas hacia adelante. Durante los gritos retraen los labios y las orejas.
Las hembras mueven los labios hacia adelante y levantan las orejas cuando están inquietas.

Son reproductores estacionales y los nacimientos se producen desde mediados de la primavera


hasta el verano y principios del otoño, de octubre a mayo. Las hembras en celo tienden a mantener
la cabeza más atrasada de lo habitual y habitualmente sufren temblores y espasmos. Sin embargo,
los machos no parecen reconocer estas señales y se han observado casos en los que montan
hembras que no se encuentran en celo. Al ser de un tamaño mucho mayor, los machos pueden
forzar a las hembras a aparearse, montándolas desde atrás y, en casos extremos, pueden llegar a
tirar de la hembra del árbol. La hembra puede gritar y luchar enérgicamente contra sus
pretendientes, pero se someterá a un macho dominante o conocido. Los rugidos y gritos que emiten
durante el apareamiento pueden atraer a otros machos de los alrededores, lo que obliga al macho a
retrasar el apareamiento y luchar contra los intrusos; estas peleas pueden permitir que la hembra
evalúe cuál es el dominante.​Es habitual ver marcas, cicatrices y cortes en los machos más viejos,
especialmente en las partes expuestas de la nariz y en los párpados.

El período de gestación tiene una duración de 33-35 días y las hembras normalmente paren una
sola cría. Al igual que todos los marsupiales, las crías nacen cuando todavía están en la etapa
embrionaria, con un peso de tan solo entre 0,5 y 2 g, aunque ya tienen labios, hombros y
extremidades relativamente bien desarrollados, así como sistemas respiratorio, digestivo y urinario
funcionales. El neonato se arrastra hasta el marsupio de su madre para continuar su desarrollo.​A
diferencia de la mayoría de los marsupiales, el koala no limpia su bolsa.
La hembra tiene dos pezones y la cría se agarra a uno de ellos para mamar durante todo el período
de su vida que pasan en el marsupio.​El koala tiene una de las tasas producción energética de
leche en relación con su tamaño corporal más baja de todos los mamíferos; para compensarlo, el
período de lactación se prolonga hasta los doce meses. A las siete semanas de edad, la cabeza de
la cría comienza a crecer en proporción al cuerpo, comienza a desarrollarse la pigmentación y
puede determinarse su sexo, pues en los machos ya se aprecia el escroto y en las hembras
empieza a desarrollarse el marsupio. A las 13 semanas, la cría pesa alrededor de 50 g y su cabeza
ha duplicado su tamaño, los ojos comienzan a abrirse y le crece una piel fina en la frente, la nuca,
los hombros y los brazos. A las 26 semanas la cría ya se parece a un adulto, está completamente
cubierta de pelo y comienza a asomar la cabeza fuera de la bolsa.

A medida que el joven se acerca a los seis meses de edad, la madre empieza a prepararlo para su
dieta de eucalipto predigeriendo las hojas y produciendo una papilla fecal que el joven come de su
cloaca; la composición de esta papilla es muy diferente a la de las heces regulares, asemejándose
más a los contenidos del ciego y tiene una alta concentración de bacterias. La cría se alimenta de
esta forma durante aproximadamente un mes, recibiendo a través de esta papilla una fuente
suplementaria de proteínas mientras se produce la transición de una dieta a base de leche hasta
una a base de hojas.​Abandona por primera vez la bolsa marsupial a los seis o siete meses de
edad, cuando pesa entre 300 y 500 g, y comienza entonces a explorar su nuevo entorno
cautelosamente, aferrándose a su madre como apoyo. A los nueve meses pesa más de 1 kg y
desarrolla su color de piel de adulto. Después de haber abandonado definitivamente el marsupio, se
monta a la espalda de su madre para trasladarse y aprende a trepar agarrándose a las ramas de los
árboles.​Poco a poco va pasando más tiempo separado de su madre, destetándose por completo a
los 12 meses, ya con un peso de unos 2,5 kg. Cuando la madre vuelve a quedar preñada, el vínculo
con su descendencia anterior se rompe por completo y se comporta de forma agresiva hacia los
recién destetados para que se separen y se independicen de ella.

Las hembras alcanzan la madurez sexual en torno a los tres años de edad, momento en el que ya
pueden quedar preñadas. En cambio los machos alcanzan la madurez sexual cuando tienen
alrededor de cuatro años de edad, aunque ya pueden producir esperma a los dos años.​Aunque sus
glándulas pectorales ya son funcionales a los 18 meses de edad, los machos no inician su
comportamiento de marcaje por olor hasta que alcanzan la madurez sexual. Debido a que las crías
tienen un período de dependencia largo, las hembras suelen reproducirse en años alternos, aunque
si se dan factores ambientales favorables, como un suministro abundante de árboles productores de
alimentos de alta calidad, puede que se reproduzcan cada año.

Pueden llegar a vivir de 13 a 18 años en la naturaleza, aunque los machos suelen vivir menos que
las hembras a causa de sus comportamientos más peligrosos.​Suelen sobrevivir a las caídas de los
árboles e inmediatamente suben de nuevo, pero se dan casos en los que pueden sufrir lesiones o
incluso morir, sobre todo entre jóvenes inexpertos o durante luchas entre los machos.​

También podría gustarte