Al-Ándalus Evolución Política Ebau

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AL-ÁNDALUS: EVOLUCIÓN POLÍTICA

INTRODUCCIÓN

La conquista árabe de la Península y la formación de Al-Ándalus se inscriben en el proceso general de


expansión del islam. Significó el despertar de la civilización árabe, que coexistirá durante ocho siglos
con los reinos cristianos formados en el norte peninsular. Progresivamente y sobre todo a partir del
siglo XI, estos reinos irán extendiéndose, desapareciendo el último Estado islámico peninsular en
1492.

DESARROLLO

La presencia musulmana en la Península se debió a la confluencia simultánea de la crisis interna de la


monarquía visigoda, y la expansión del islam desde el 634. A la muerte del rey Witiza (711), el duque
Don Rodrigo ocupó el trono desencadenando una guerra civil. Esta fue aprovechada por Musa,
gobernador de África, para emprender la conquista de la península ibérica.
En el 711, 7000 soldados bereberes dirigidos por Tariq derrotaron a Rodrigo (Roderico) en la batalla
de Guadalete. En pocos meses Tariq conquistó Córdoba, Sevilla y Toledo. En el 712 Musa desembarcó
12000 soldados árabes, y en dos años ocuparon las principales ciudades visigodas.
La rápida expansión de los musulmanes se debió a su tolerancia y respeto hacia las gentes de libro. La
ocupación se efectuó mediante rendición incondicional y por rendición pactada o capitulación (pago
de tributos).

En el 714 Musa y Tariq se trasladaron a Damasco y dejaron a Abd al-Aziz como gobernador de al-
Ándalus.
En la evolución política de al-Ándalus la primera etapa es el emirato dependiente (714-756). Periodo
en el que la península ibérica fue una provincia más del califato de Damasco. Fueron años de
inestabilidad política, y de fuertes enfrentamientos entre los grupos de musulmanes por el desigual
reparto de las tierras. La rebelión del 714 de los bereberes fue sofocada por tropas sirias. La batalla
de Covadonga (722) garantizó la independencia del pequeño núcleo cristiano de Asturias, mientras la
derrota en la batalla de Poitiers (732) frustró los intentos de expansión.

La segunda es el emirato independiente (756-929). En el año 750 se desencadenó una sublevación


que expulsó al califa de Damasco y asesinó a su familia, los Omeyas. Con el califa Abu Abbas, se inició
la nueva dinastía (los Abbasíes), que trasladó la capital a Bagdad. El único superviviente omeya derrotó
al gobernador y se autoproclamó Emir independiente como Abd al-Rahman I (756-788). Su gobierno
se caracterizó por la lucha constante por afirmar su dominio. Dividió Al-Ándalus en 22 coras y fijó los
límites de las tres provincias fronterizas con los reinos cristianos, las marcas. Con Abd al-Rahmán II
(822-852) el emirato alcanzó su gran esplendor con una saneada hacienda y una administración bien
organizada. En esta etapa hubo numerosas revueltas entre árabes y bereberes y entre muladíes
(cristianos convertidos) y mozárabes (fieles cristianos), destacando la encabezada por Omar ibn
Hafsun a finales del siglo IX.

En el 929, Abd al-Rahman III (912-961) rompió los vínculos con Bagdad y se autoproclamó califa, es
decir, jefe religioso y príncipe de los creyentes, asumiendo todos los poderes, inaugurándose así el
Califato de Córdoba (929-1008), la etapa más brillante de la historia de al-Ándalus, siendo esta la
nación más rica y poderosa de Occidente. Reorganizó el ejército por medio de tropas mercenarias,
creando así una aristocracia palatina. Su sucesor Al-Hakam II (961-976) controló a los reinos cristianos
del norte, reunió una gran biblioteca y atrajo a la ciudad a los mejores escritores y juristas de su época.
En las últimas décadas del siglo X, el poder cordobés estuvo en manos de Al-Mansur (977-1002) hachib
del califa Hisham II (976-1013). Estableció una dictadura militar y desarrolló una política de razias
contra los reinos del norte, siendo Barcelona y Santiago sus campañas más devastadoras. En 1002, le
sucedió su hijo Abd al-Malik, que continuo su línea, y tras él, en 1008, su hermano, Abd al-Rahman
Sanchuelo se autoproclamó califa.

En 1031 sucesivos golpes palaciegos y una rebelión en Córdoba depuso al califa Hisam III,
desapareciendo la unidad de Al-Ándalus y culminando así el proceso de formación de los primeros
reinos de taifas (1031-1090). estados independientes clasificados en: taifas árabes (Sevilla, Córdoba,
Badajoz, Toledo y Zaragoza), taifas beréberes (destacan Málaga o Granada) y taifas eslavas (litoral
mediterráneo). Esta fragmentación debilitó al-Ándalus, por ello los reinos cristianos exigieron el pago
de parias a cambio de su protección, reforzando así su poder militar dando lugar a la ocupación de
Toledo (1085) con Alfonso VI de Castilla y el hundimiento de la línea defensiva del Tajo. Entonces los
reyes de las taifas afectadas reclamaron el apoyo de los almorávides, situados en el norte de África.

Los almorávides (1090-1145) desembarcaron en la península en 1086 junto a su máximo dirigente


Yufun ibn Tashfin y derrotaron a las tropas cristianas de Alfonso VI en Zalaca (Batalla de Sagrajas). La
rapidez de esta conquista se debió a la debilidad de los reinos de taifas y al descontento popular contra
sus gobernantes. Sin embargo, en pocos años entraron en crisis al perder Zaragoza en 1118 (Alfonso I
de Aragón), descomponiéndose el poder almorávide y dando lugar a los segundos reinos taifas.

Los almorávides fueron sustituidos por los almohades (1146-1248), quienes hasta 1195 mantuvieron
la unidad andalusí y una resistencia suficiente ante el avance cristiano, derrotando en ese año a los
cristianos de Alfondo VIII en Alarcos (Ciudad real). Como respuesta en 1212, una coalición de los reinos
peninsulares del norte con cruzados europeos los derrotó en la batalla de las Navas de Tolosa. Entre
1223 y 1248 la ofensiva cristiana resultó definitiva con el avance hacia el sur de Jaime I de Aragón y
Fernando III de Castilla. Al-Ándalus como unidad política tocaba a su fin.

La última etapa es el reino nazarí (1237-1492). Muhamad I (Muhammad I ibn Nars) se hizo con el
control de gran parte de Andalucía y consiguió ser vasallo del rey Fernando III por el pago de un fuerte
tributo (parias). Este reino sobrevivió durante más de 200 años gracias las crisis políticas y guerras
civiles del reino de Castilla durante el siglo XIV. Finalmente, el estallido de la guerra civil entre
partidarios de Boabdil y el Zagal facilitó el avance hacia Granada, conquistada por los Reyes Católicos
en 1492.

La base de su economía fue la agricultura, donde se producen grandes progresos gracias al impulso
del regadío. De su dominio de las técnicas de control del agua de riego han quedado numerosas
palabras en la lengua castellana (acequia o alberca). También estuvieron presentes la ganadería, con
el impulso de las especies ovina y caballar; la actividad artesanal y, sobre todo, el comercio mediante
la exportación e importación. La población de al-Ándalus se clasificaba tanto por su origen étnico
como por la religión que profesaba. Los invasores musulmanes fueron inicialmente muy pocos
(beréberes, árabes y sirios). La mayoría de los habitantes visigodos se convirtieron al Islam (muladíes),
aunque algunos siguieron fieles al cristianismo(mozárabes). Esto se debió a que los practicantes
pagaban menos impuestos que los de las otras religiones. Además, los judíos fueron un grupo religioso
minoritario, pero de gran importancia económica. Las ciudades tuvieron un desarrollo incomparable
con el resto de Europa, la mayoría ya existían en época romana o visigoda, pero también nacieron
nuevas, como Almería, Murcia o Madrid. La más importante fue la capital, Córdoba, donde Abd al-
Rahman I construyó su palacio y mezquita en el 784.

CONCLUSIÓN

Durante ocho siglos coexistieron en al-Ándalus los musulmanes, los judíos y los cristianos. Fue un
momento de gran esplendor cultural, destacando como autor en medicina Abulcais, en historia Ibn
Jaldun; en filosofía Averroes y; en poesía la obra cumbre es El collar de la paloma de Ibn Hazm. Las
construcciones más importantes de la España islámica que podemos apreciar son la Mezquita de
Córdoba, Ciudad-Palacio de Madinat al-Zahra, la Giralda de Sevilla, la Aljaferia de Zaragoza y la
Alhambra de Granada. En la misma Murcia destaca el conjunto de Monteagudo y el palacio de las
Claras. Podemos afirmar, que los pilares de nuestra cultura están formados por la herencia
musulmana, romana y por el cristianismo.

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