Bello Jesús

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INSTITUTO DE TEOLOGÍA PARA RELIGIOSOS PROFESOR: PBRO.

LUIS GERMÁN PRATO


ESCUELA DE TEOLOGÍA ALUMNO: JESÚS BELLO
ASIGNATURA: EUCARISTÍA
ALTAMIRA 02 DE Julio DE 2023
CARÁCTER: ENSAYO
Ensayo sobre la Exhortación Apostólica Sacramentum Caritatis y la instrucción
Redemptionis Sacramentum

El Papa Benedicto y el Papa Juan Pablo II , ahora San Juan Pablo, son quienes promulgan los
siguientes documentos del cual haremos reflexión en nuestro ensayo, ellos, han sido hombres con bases
profundamente cristianas y de pensamiento teológico muy claro, es por eso que antes de avanzar en
nuestro tema, se hace necesario conocer un poco de su historia para comprender mejor los principios de
su vida y su doctrina.

Karol Józef Wojtyla, nació en Wadowice (Polonia) el 18 de mayo de 1920. Fue el menor de los
tres hijos de Karol Wojtyla y Emilia Kaczorowska, que falleció en 1929. Su hermano mayor, Edmund,
médico, murió en 1932 y su padre, suboficial del ejército, en 1941. A los nueve años recibió la Primera
Comunión y a los dieciocho el sacramento de la Confirmación. Terminados los estudios en la escuela
superior de Wadowice, en 1938 se inscribió en la Universidad Jagellónica de Cracovia.

Cuando las fuerzas de ocupación nazis cerraron la Universidad en 1939, trabajó (1940-1944) en
una cantera y luego en la fábrica química para poder subsistir y evitar la deportación a Alemania. A partir
de 1942, sintiéndose llamado al sacerdocio, asistió a los cursos de formación del seminario mayor
clandestino de Cracovia, dirigido por el Arzobispo Adam Stefan Sapieha y al mismo tiempo, fue uno de
los promotores del Teatro Rapsódico, también clandestino.

Después de la guerra, continuó sus estudios en el seminario mayor de Cracovia, abierto de


nuevo, y en la Facultad de Teología de la Universidad Jagellónica, hasta su ordenación sacerdotal, en
Cracovia, el 1 de noviembre de 1946. El 4 de julio de 1958, el Papa Pío XII lo nombró Obispo Auxiliar
de Cracovia y recibió la ordenación episcopal el 28 de septiembre de 1958 en la catedral de Wawel
(Cracovia), de manos del Arzobispo Eugeniusz Baziak.

El 13 de enero de 1964 fue nombrado Arzobispo de Cracovia por el Papa Pablo VI, que lo creó
Cardenal el 26 de junio de 1967. Participó en el Concilio Vaticano II (1962-1965), contribuyendo
especialmente en la elaboración de la constitución Gaudium et Spes. El Cardenal Wojtyla participó en
las 5 asambleas del Sínodo de los Obispos, anteriores a su Pontificado y fue elegido Papa el 16 de octubre
de 1978 y el 22 de octubre dio inicio a su ministerio como Pastor Universal de la Iglesia.

Por su parte, Josep Ratzinger a temprana edad fue alistado a la fuerza en el movimiento Nazi, en
el cual le toco cavar trincheras como todos los jovenes de la epoca en alemania, un tiempo despues
decidio decertar, y años mas adelante fue uno de los jovenes que apoyo junto con su hermano sacerdote
en la reconstruccion del seminario. Más adelante mostró su amor por la teología y a lo largo de 20 años
se desempeñó como profesor de teología en alrededor de cuatro universidades, fue el cardenal de colonia
quien le pide que le acompañe en el Concilio Vaticano II como asesor teológico. El Papa Pablo VI lo hizo
Arzobispo de Miunich y Cardenal, mientras que Juan Pablo II lo nombró prefecto de la congregación
para la doctrina de la fe.
. El 19 de abril de 2005 es nombrado Papa de nuestra Iglesia. En su autobiografía, el Papa expresa
que el momento más importante de su vida fue el de la ordenación sacerdotal de él y de su hermano.

Por consiguiente hemos querido acercarnos a estos dos documentos y en adelante haremos un
resumen y reflexión, primero de la Exhortación y luego de la Instrucción ya mencionada.
La exhortación apostólica postsinodal Sacramentum Caritatis, o bien sacramento de caridad, fue
promulgada por el mismo Papa Benedicto XVI En el año 2005, en su introducción se explica la eucaristía
como alimento de verdad, respondiendo a la idea de que el hombre mantiene una búsqueda incansable
de la Verdad, en la exhortación también se busca dar algunas instrucciones para una mejor comprensión
del misterio Eucaristico y se muestra el deseo de que todos sigamos creciendo en la visión de la Eucaristía
como centro de todos los cristianos, como también se refleja la relación que el Papa pone con la encíclica
Carita in Veritates, dado que la Misma Eucaristía es fuente de amor y de verdad.

La primera parte de esta exhortación va guiada por el texto bíblico de Jn. 6, 29. «La obra de Dios
consiste en que crean en aquel que Él envió.» que se expresa que por antonomasia la Eucaristía es
misterio de fe y que en el cristiano ha de haber una admiración por la conversión substancial que se da
en la celebración de la misma, esto es compendio y suma de nuestra fe. como también ha de saberse que
la fe de la Iglesia es ante todo y esencialmente una fe Eucarística, nuestra fe se expresa en el rito y el rito
refuerza y fortalece nuestra fe, la exhortación nos pone por ejemplo que, toda gran reforma ha estado
vinculada de algún modo al redescubrimiento de la fe en la presencia Eucarística.
La Eucaristía es signo del misterio de Dios mismo, y el documento lo expresa con el texto del
diálogo de Jesús con Nicodemo «Tanto amó Dios al mundo que entregó a su hijo, para que todo el que
crea en Él no perezca sino que tenga vida eterna ". Esta es la raíz última del don de Dios, puesto que
Jesús no da algo si no que se da a sí mismo.

Ahora bien, un esquema que utiliza la exhortación apostólica es el del Dios trinitario, para
explicar de esta forma la presencia de Dios en la Eucaristía y para que los cristianos reproduzcan en su
vida el misterio de amor y de unidad.
Entonces en la Eucaristía el Dios trinitario que es amor, se une plenamente a nuestra condición
humana, la vida divina representada en Cristo, se entrega en la pascua y sigue con nosotros como
Sacramento.

Jesús, por su parte, es el verdadero cordero inmolado Jn. 19, 30. Misterio de obediencia hasta la
muerte y una muerte de Cruz, en donde derramó la sangre de la nueva y eterna Alianza.
El Espíritu Santo tiene un papel decisivo en la celebración Eucarística, en ella, invocamos al Dios
misericordioso para que mande su Espíritu sobre las ofrendas a fin de que las convierta en su cuerpo y
su sangre. Todo lo que toca el Espíritu Santo es santificado y transformado.

La Eucaristía es celebrada en nuestra Iglesia luego de la Pascua del Señor desde sus inicios, y ha
sido parte de la misma tradición de la Iglesia, pero también hay que entender que, En la Eucaristía, Jesus
nos incorpora a su Sacrificio, lo hace por y para nosotros y nosotros desde nuestra fe nos unimos a este
misterio. La Eucaristía, es también signo de comunión Eclesial, la Eucaristía y la comunión es
constitutiva del ser y actuar de la Iglesia, con la asistencia del Espíritu, y en esta celebración los hombres
y mujeres se congregan en la unidad. 1

Cf, Exhortación Sacramentum Caritatis. p. 8 - 24.


1

Cf, Ibid. p.24 - 32.


2
La segunda parte, la Eucaristía como misterio que se ha de celebrar, va guiada por el texto bíblico
de Jn. 6, 32. « No fué Moisés, es mi Padre quien os da el verdadero pan del cielo.» La Exhortación
Apostólica nos explica el significado de Lex orandi, Lex credendi. Lo que se pone de relieve en esta
expresión es precisamente la fe en la Eucaristía desde el misterio de Dios como don, y la fe celebrada en
una comunidad creyente, subrayando la primacía de la acción litúrgica.2
El misterio creído y celebrado se manifiesta en el valor litúrgico de la belleza, pues bien, en la
liturgia se resplandece el misterio pascual, en donde Cristo nos atrae hacia sí, y nos llama a la comunión.
La belleza de la liturgia es expresión de la Gloria de Dios, por eso debe haber una armonía en los actos,
gestos y partes de la misma, como el canto, la liturgia de la palabra, la homilía, el momento de las
ofrendas, las plegarias, el rito de paz y de despedida, todos en función del misterio que se celebra. Se ha
de tener presente que la Eucaristía no es un momento de moda, sino que celebrar la Eucaristía significa
mantener viva la tradición de la Iglesia, 1. Cr. 3, 11. «Nadie puede poner otro cimiento fuera del ya
puesto»

La tercera parte, Misterio que se ha de vivir, va orientada por el texto de Jn.6, 57. «Como el Padre
me envió vive, y yo vivo por el Padre, así quien me come vivirá por mí. Los aspectos tratados en esta
parte, van en la línea de la vivencia de este sacramento en la comunidad cristiana. Jesucristo nos muestra
y predica la vida eterna, con la Eucaristía podemos pregustar y vivir el Reino de los Cielos, por el don
de la Gracia en la Eucaristía y por el cambio existencial que puede hacer en nosotros.

Asimismo, vivir la Eucaristía significa vivir el domingo día de la Resurrección del Señor, vivirlo
como día de descanso para el Señor y como precepto dominical. Vivir la Eucaristía nos hace tener además
una pertenencia Eclesial y según nuestra libertad y aceptación del mismo Dios que se da, dicha Eucaristía
puede tener eficacia en quien la experimenta.

Ahora bien, como la Eucaristía es fuente de toda vida Cristiana, sin lugar a duda, es el principio
y fuente de la vida sacerdotal y la vida consagrada. La Eucaristía es parte de la misión de la Iglesia y
alimenta y fortalece la misión de la misma con el fin de que Dios se encarne en nosotros y nos lleve a su
plenitud, por eso, esta exhortación nos invita, a la coherencia de vida con lo que creemos y afianzar el
testimonio que damos de un Cristo vivo entre nosotros. 2

Ahora, pasamos a esclarecer un poco el propósito e intención de la Redemptionis Sacramentum,


esta instrucción es posterior a la carta Encíclica Ecclesia de Eucharistia, el Papa Juan Pablo II Pidió que
se redactara precisamente para tratar cuestiones referentes a la disciplina de la Eucaristía, así mismo, esta
instrucción debe ser leída en continuidad de la encíclica ya mencionada. La intención que ha tenido tanto
el Papa como la congregación para el culto divino junto con la congregación para la doctrina de la fe, no
ha sido preparar un compendio de normas, sino retomar y valorar elementos de la liturgia ya
establecidos,3 uno de ellos es el siguiente.
ratificar la idea de que ordenar la sagrada liturgia compete a la santa sede Apostólica, revisar
instrucciones, traducciones, y vigilar para que las normas litúrgicas, en especial las del Santo Sacrificio
se cumplan fielmente en todas sus partes.
del mismo modo entre otras instrucciones están:
● Participación activa y consciente en la liturgia Eucarística.
● En cuanto al servicio del altar, conviene que se distribuyan las tareas y se realicen entre varios.
● Acólitos, lectores, y quienes hacen algún otro servicio (preparar hostias, lavar paños entre otros),
harán todo y solo aquello que les corresponde en la misma celebración o en la preparación.
● Evitar el peligro de oscurecer la complementariedad entre clérigos y laicos en la liturgia.
● El pan debe ser ácimo o solo de trigo.
● Algunas partes del pan Eucarístico que resultan de la fracción del pan, conviene que se distribuyan
a algunos fieles.
● El vino ha de ser natural, sin corromper ni mezclar y sin sustancias extrañas. mientras que dentro
de la celebración Eucarística se debe mezclar con un poco de agua recordando la importancia de
este signo.
● Solo se pueden usar plegarias Eucarísticas que se encuentren en el misal.

2
Cf, Exhortación, Sacramentum Caritatis. P. 41 – 50.
3
Cf, Instrucción, Redemptionis Sacramentum. P. 1 – 5.
● Es derecho de los fieles, sobre todo en la celebración dominical que haya música sacra o idónea
y en el altar paños o manteles apropiados y que resplandezcan según las normas por su dignidad
nobleza y limpieza.
● Se pide que cese la práctica de cambiar por propio arbitrio los textos de la Sagrada liturgia.
● No celebrar ni en tiempos ni en lugares diversos las distintas partes de la Eucaristía.
● En cuanto a las disposiciones para comulgar, se valora la importancia del acto penitencial aunque
este no sustituya el Sacramento de la penitencia el cual borra los pecados mortales.
● Es costumbre que quien tenga pecado grave no comulgue sin antes confesarse.
● En los lugares de grandes multitudes debe vigilarse que por ignorancia se acerquen a comulgar
los no cristianos o que sean parte de alguna secta. Corresponde a los pastores ver el momento
oportuno para guiar y enseñar sobre esta disciplina.
● Los ministros ordenados no pueden negar la Sagrada Comunión a no ser que el derecho lo
permita.
● En cada Eucaristía el sacerdote debe comulgar bajo las dos especies y de igual manera los
concelebrantes si hay.
● La Eucaristía debe hacerse en un lugar sagrado a no ser que la necesidad pastoral prescriba otra
cosa, como también los vasos sagrados deben ser bendecidos por el sacerdote antes de usarlos.
En ambos casos, el lugar y los vasos sagrados deben manifestar la dignidad de lo que se está
celebrando.
● La reserva del Santísimo Sacramento se hace por aquellos fieles que no han podido participar de
la Eucaristía y de modo especial por la intención de que quienes deseen puedan adorar este
sacramento reservado en un lugar sagrado. 4

. La celebración Eucarística aparte de ser nuestra fuente y nuestro sostén, viene siendo además
nuestra riqueza, los dos documentos a los que hemos acudido lo expresan con su honesta preocupación,
primero con el deseo de entender el misterio en su plenitud y para que no disminuya su valor, y en la
segunda atendiendo cada detalle que por descuido humano pueden desviarse de su verdadero horizonte.

4
Cf, Instrucción Redemptionis Sacramentum. Cap. I – VIII.
La Eucaristía sigue siendo nuestra riqueza simplemente por un hecho, y es que nuestro Dios se
ha hecho alimento para el camino. Desde esta analogía, se hace más fácil comprender este misterio de
amor, en un mundo del cual muchas veces nos cansamos por las incomprensiones, errores, vicisitudes,
dificultades y falta de esperanza, Jesus, se hace alimento, es nuestro sustento, nuestra vitamina, porque
sabe, y sabemos que Él es nuestro impulso. y si nos cansamos acudimos nuevamente a esa fuente, de
modo que nos mantenemos unidos a Él.

La reflexión de estos dos documentos nos lleva a ir un poco más allá y ver que exactamente estas
normativas dadas no son un mero manual, sino más bien un deseo de despertar la conciencia de nuestra
fe y recordarnos que somos responsables de la manera en que aceptamos a Dios como don Eucaristico.
En definidas palabras, una actitud constante que puede estar presente en todo cristiano es, la de Gratitud
por el amor Eterno que Dios nos tiene.

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