Historia 8 - 4
Historia 8 - 4
Historia 8 - 4
El gobierno republicano, nacido el 14 de abril de 1931, fue recibido con la esperanza de un cambio
radical que modernizara y reformara el país. Intentó consolidar un estado democrático puro en
España, con principios como el laicismo, el sufragio universal, la limpieza en las elecciones, la
lucha contra el centralismo, etc. Quería hacer de España un país moderno, industrializado e
integrado en el concierto internacional. Aunque las circunstancias, tanto interiores como
exteriores, no fueron las más favorables para llevar a cabo estos cambios. La Segunda República
nació con las antipatías de la derecha, de la extrema izquierda y en el contexto de la crisis del 29,
que llega a España en este periodo.
El Gobierno Provisional estaba presidido por Niceto Alcalá-Zamora y constituido por republicanos
socialistas y nacionalistas. La primeras tareas de este gobierno fueron: la aprobación de decretos
agrarios con el objetivo de mejorar las condiciones laborales de los campesinos y leyes que
regularon los convenios colectivos, la jornada laboral, el derecho a huelga o a vacaciones pagadas;
se reformó el ejército, ofreciendo un retiro inmediato con sueldo íntegro a los militares que no
juraran fidelidad al nuevo régimen, y racionalizando su estructura; activó un plan para incrementar
las plazas escolares en la educación pública; proclamó la libertad de conciencia y cultos y la
aconfesionalidad del Estado; e hizo frente a ambiciones nacionalistas, consiguiendo que Cataluña
renunciara al Estado Catalán que había autoproclamado, al reinstaurar la Generalitat y la redacción
de un Estatuto de Autonomía. Estas son solo algunas reformas que se profundizarán y aumentarán
en el bienio progresista. La otra gran tarea de este gobierno fue la convocatoria de elecciones
constituyentes.
El 28 de junio de 1931 se celebran elecciones a Cortes Constituyentes con una participación del
70%. La conjunción republicano-socialista obtuvo una aplastante victoria. El Congreso estaba muy
inclinado hacia la izquierda, aunque las derechas seguían teniendo una fuerte representatividad. La
nueva constitución será aprobada el 9 de diciembre de 1931, sin consenso entre todas las fuerzas
políticas, enfrentando a los distintos sectores en la cuestión autonómica y religiosa.
El bienio reformista se desarrolla entre diciembre de 1931 y noviembre de 1933, con Alcalá Zamora
como presidente de la República y Azaña como presidente del Gobierno. Se llevará a cabo un
ambicioso programa de reformas, muchas de ellas iniciadas durante el Gobierno Provisional:
• Reformas socio-laborales: se estableció una política laboral bajo la dirección del ministro
socialista Largo Caballero. Se buscaba otorgar a los trabajadores, por medio de los sindicatos, de
mayor control sobre las empresas. Se hicieron reformas destinadas a la mejora de las condiciones
laborales: Ley de Contratos de Trabajo, que regulaba los convenios colectivos, las vacaciones
pagadas y protegía el derecho a huelga; impulsó los jurados mixtos, los seguros laborales y el
seguro de retiro. Largo Caballero utilizó a la UGT para frenar la conflictividad laboral, potenciando
el diálogo con la patronal frente al radicalismo de anarquistas y comunistas, favorables a la
colectivización. Sus reformas paliaron el impacto de la crisis en las clases trabajadoras, aunque no
impidieron las huelgas y las movilizaciones de la CNT.
• Reforma Agraria: Se publicó la Ley de Bases de la Reforma Agraria (9 septiembre 1932). Era la
gran esperanza del gobierno para mejorar la situación de la mayor parte del campesinado español y
modernizar la economía del país. Su aplicación consistía en la expropiación con indemnización de
grandes latifundios mal explotados y repartir las tierras entre comunidades de campesinos, creando
para su aplicación el IRA (Instituto para la Reforma Agraria). La Reforma además incluía el
establecimiento de horarios, salarios mínimos y la obligación de poner en cultivo las tierras aptas
para ello. Los resultados de la reforma fueron limitados. Por un lado, la lentitud en su aplicación y
las hectáreas expropiadas decepcionaron a los campesinos. Y por otro lado, su aplicación despertó
el rechazo de los propietarios latifundistas y de los partidos de derechas. Estos bloquearon
parlamentariamente las reformas, lo que agudizó la conflictividad social.
• Reforma Militar: Manuel Azaña quiso acabar con el exceso de oficiales en el ejército y su
protagonismo político, modernizándolo y democratizándolo. Establece el retiro con sueldo íntegro
para aquellos que no firmasen su adhesión a la República; se suprimieron mandos; se cerró la
Academia militar de Zaragoza, dirigida por Franco; se redujo el gasto de defensa; disminuyó la
jurisdicción militar en beneficio de la civil, suprimiendo la Ley de Jurisdicciones de 1906; se limitó
la primacía de los militares africanistas. El Gobierno no se atrevió a disolver la Guardia Civil, pero
creó la Guardia de Asalto que asumió las competencias de policía urbana. Estas reformas no
tuvieron el resultado previsto. El número de oficiales retirados fue menor del esperado y las
reformas fueron consideradas por los africanistas una agresión al estamento militar.
• Reforma Educativa: Su objetivo fue promover una educación mixta, laica, obligatoria y gratuita,
garantizando el Estado el derecho a la educación de toda la población. Se construyeron miles de
escuelas primarias por todo el país y se crearon las misiones pedagógicas, ligadas a la Institución
Libre de Enseñanza, para llevar la cultura a los lugares más aislados de España. Esta reforma se vio
limitada por la falta de recursos debido a la crisis económica y supuso un conflicto con las órdenes
religiosas.
Las reformas polarizaron la vida política española y los reformistas encontraron una importante
oposición tanto entre los sectores directamente más afectados (Iglesia, ejército, propietarios de
tierras, organizaciones patronales…) como de los sectores radicales del izquierdismo, aumentando
la conflictividad. Los sectores más conservadores se organizaron en torno a la derecha monárquica
y organizaciones de corte autoritario: la CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas),
Renovación Española (alfonsinos), Comunión Tradicionalista (carlistas) y pequeños grupos de
inspiración fascista como las JONS (Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista) que se une a Falange
Española, dirigida por José Antonio Primo de Rivera.
Por la izquierda, la impaciencia de los trabajadores frente a las reformas y el desencanto ante la
lentitud y la timidez de éstas, provocaron una oleada de conflictos sociales. El sector más radical
de la CNT (la FAI) se fue imponiendo, el PCE solicitaba mayor profundidad de las reformas y las
huelgas obreras y las insurrecciones campesinas aumentaban. El suceso más grave tuvo lugar en
Casas Viejas en 1933, cuya dura represión desacreditó al gobierno, que se vio obligado a dimitir y
convocar elecciones en noviembre de 1933.
ESTÁNDAR 118
Se trata de una fuente histórica primaria, por su naturaleza es de índole político y circunstancial.
Es un discurso realizado por Clara Campoamor quien era abogada, defensora de los derechos de las
mujeres, que siendo una de las tres diputadas sentadas en las cortes, obtuvo el acta de diputada
en las elecciones de junio de 1931 por el Partido Radical Republicano. El tema concretamente es
político y versa sobre el derecho al voto de la mujer. El discurso fue pronunciado el 1 de octubre de
1931, en los inicios del periodo de la Segunda República, ante las Cortes Constituyentes por lo que
los destinatarios son los diputados “Señores diputados (...)”.
La idea principal del texto es el derecho de mujer al voto en la redacción de la nueva Constitución.
La mayoría de los diputados estaban en contra por la creencia de que la mujer se hallaba
influenciada por el conservadurismo y la Iglesia, y que no respaldaría los ideales más progresistas.
Todo ello queda resumido en el primer párrafo “Yo no creo, no puedo creer (...) con la República”.
A partir del segundo párrafo la autora argumenta los motivos por los que no se podía negar el voto a
la mujer “la responsabilidad de dar entrada (...) la política sea cosa de dos” . Campoamor defiende
que salvar a la República consiste en atraer a la mitad del posible electorado.
Ante la cuestión de la poca presencia femenina en la vida pública, argumenta que la realidad es la
contraria explicando cómo en los momentos de crisis: guerra de Cuba (protestas de 1896 en
Zaragoza), “¿quién protestó y se levantó en Zaragoza cuando la guerra de Cuba más que las
mujeres?” o en la petición de responsabilidades por el desastre de Annual, “¿Quién nutrió la
manifestación (...) más que las mujeres, que iban en mayor número que los hombres?” defendiendo
eran las mujeres las que habían estado en primera línea de las protestas.
Finaliza el discurso proclamando el tremendo error de dejar a la mujer fuera del aparato político, y
de la importancia para el futuro de la República que representa el hecho de la participación de la
mujer a la misma vez que arenga a la cámara “ Salváis a la República, ayudáis a la República
atrayéndoos y sumándoloos”. Considera en definitiva un error.
Además, su proyecto fue el resultado del consenso entre socialistas y republicanos de izquierda,
con lo que no contó con el apoyo de los partidos conservadores ni de los sectores más reaccionarios
de la sociedad.
Estándar 122.-Explica las causas de la formación del Frente Popular y las actuaciones tras su
triunfo electoral, hasta el comienzo de la guerra.
Tras las reformas del Bienio Republicano Socialista (28 junio de 1931-noviembre de 1933), el Bienio
Negro o Radical Cedista (noviembre de 1933-febrero de 1936) supuso una etapa en la que dichas
reformas quedaron paralizadas estando el poder en mano de gobiernos de derechas. La tensión fue
en aumento, en medio de la crisis, por la paralización de cualquier reforma que hiciera frente a la
situación económica del país y al frenarse los intentos modernizadores. El empeoramiento de las
condiciones laborales hizo aumentar el número de huelgas. Se paralizaron la aprobación de los
estatutos, se volvió a aprobar un presupuesto para financiar al clero y se indultó a los sublevados
del intento de golpe de Estado de Sanjurjo en 1932.
Este viraje a la derecha de la República con esta serie de medidas radicalizó las posturas del PSOE,
de la UGT y de los partidos nacionalistas. Todo ello hizo proliferar las huelgas, que van a ser usadas
por la CEDA para exigir al gobierno acciones contundentes para controlar el orden público y de paso
su participación en el gobierno (hecho hasta el momento frenado por Alcalá Zamora).
Finalmente la revisión de la Constitución no llegó a darse ante los escándalos que salpicaron al
Partido Republicano Radical de Lerroux (el “caso del estraperlo” o “asunto Nombela”), que
agravaron las diferencias en la coalición gobernante y que acabaron obligando a convocar
elecciones para el 16 de febrero de 1936.
En un contexto en el que Europa se debatía entre el ascenso de los fascismos o las opciones
democráticas, la conjunción republicano socialista volvió a presentar una candidatura unida, bajo
la fórmula de un Frente Popular, con el objetivo de restablecer las reformas del Bienio Republicano
Socialista, así como conceder una amnistía a los represaliados de la revolución de octubre de 1934,
según aparecía en El Socialista, el 16 de enero de 1936.
La derecha no logró presentar una candidatura única: La CEDA, los monárquicos y tradicionalistas
acudieron por separado, si bien las tendencias totalitarias cobraban importancia. Se polarizaba la
política española, y el mapa político regional quedaba configurado. Se radicalizó y polarizó la vida
política española. No es de extrañar que se produjeran una creciente movilización popular, que
aumentaran las huelgas y ocupaciones de tierras. Una radicalización de las izquierdas que fue
aprovechada por la derecha para promover el enfrentamiento civil. Así, Falange Española recurrió a
la violencia callejera (la dialéctica de los puños y pistolas de la que hablara José Antonio Primo de
Rivera), financiada por el fascismo italiano.
Tras el triunfo electoral del Frente Popular, las buenas intenciones de Azaña se veían frenadas por
el radicalismo del proletariado y de la extrema derecha que anteriormente comentamos. La
derecha española no aceptó la victoria del Frente Popular y el gobierno, tratando de frenar
cualquier afán golpista, traslada a los generales más proclives a zonas alejadas, como es el caso de
Franco que es nombrado comandante general de las Islas Canarias, perdiendo la Jefatura del Estado
Mayor, lo que consideró como una ofensa; Goded a Baleares, Mola a Pamplona. Fue un error porque
en dichos destinos pudieron preparar el Golpe y ganar apoyos. Todo ello en medio de una campaña
de continuos rumores acerca de un posible golpe de Estado, que de hecho estaban preparando los
miembros de la U.M.E., mientras que la prensa de izquierdas contribuía a fomentar el
antimilitarismo en medio de un clima de violencia callejera.
Se comenzaban a sentar las bases del Golpe de Estado en torno a la figura de Emilio Mola. El plan
consistía en un pronunciamiento simultáneo en todas las guarniciones posibles, con el Ejército de
África, al mando de Franco, como reserva especial. Una sublevación presidida por Sanjurjo, militar
respetado por todos los conspiradores. El proyecto contó con apoyos de las fuerzas derechistas que
contaron con fondos tanto en el interior de España como del exterior (Alemania nazi e Italia
fascista).
El fracaso del levantamiento en las principales ciudades y la división del ejército entre fuerzas
sublevadas y las leales al gobierno, acabarán desembocando en una Guerra Civil que durará desde
el 18 de julio de 1936 hasta el 1 de abril de 1939, y la posterior dictadura franquista.
Nos encontramos ante el fragmento de un discurso, por lo que se trata de una fuente primaria y un
documento histórico de contenido político y naturaleza circunstancial. El autor del texto es Juan
Negrín López que se dirige, el 8 de mayo de 1939 en Nueva York, al Council of Foreign Relations
para explicar su visión de lo ocurrido en España antes y durante la Guerra Civil.
En el primer párrafo del texto, Negrín describe los gobiernos democráticos de diferentes ideologías
que se suceden durante la II República hasta 1936, haciendo especial alusión a la casi nula
presencia de comunistas en el parlamento, negando así las acusaciones de la influencia comunista
en la República.
En el segundo párrafo señala que en 1936 se convocan elecciones y las gana el partido que no
estaba en el poder, al contrario de lo que solía suceder en la historia reciente de España
(turnismo-sistema canovista).
En el tercer párrafo, Negrín destaca que la victoria electoral de las izquierdas en el Frente Popular
desencadena una oleada de actos violentos por la no aceptación de los resultados por un sector de
la sociedad española (pro-fascistas, ultraderecha) y esos actos son respondidos con la misma
violencia por extremistas de izquierda (asesinato de Calvo Sotelo), donde el gobierno legal no actúa
con determinación por “exceso de tolerancia” según el político.
Para culminar, Negrín rechaza que el argumento del asesinato de Calvo Sotelo fuera el
desencadenante de la guerra, pues responde a una escalada de violencia creciente en esos años,
como lo fue también el asesinato del teniente Castillo, fiel defensor de la República. De hecho,
señala que el golpe era planeado y ese crimen fue simplemente la excusa perfecta para
desencadenarlo.
En el contexto internacional la situación española no difería mucho de la del resto de Europa. Los
años 30 vinieron marcados por la crisis económica del Crack del 29, una crisis social creciente
(paro, huelgas, ...), una reciente I Guerra Mundial y el temor de ciertos sectores sociales a una
revolución comunista como en Rusia (1917), lo que provocó el desprestigio de las democracias
liberales, una radicalización creciente y un auge de las ideologías totalitarias (comunismo,
fascismo, nazismo).
El discurso de Negrín data de mayo de 1939, tan solo unos meses antes de que Hitler iniciara la
ocupación de Polonia y diera comienzo la Segunda Guerra Mundial. Algunos historiadores utilizan el
término Guerra de España (sin descartar por ello una guerra civil) por ver en esta una denominación
más amplia y que permite incluir los factores internacionales que tienen un papel destacado en el
golpe de Estado, en el desarrollo de la guerra y en su final. El conflicto español no se entendería sin
la intervención de Alemania, Italia y la URSS y el Pacto de No Intervención firmado por estas y otras
potencias europeas. Por eso, la Guerra de España se considera el preámbulo de la Segunda Guerra
Mundial o incluso el inicio de esta.
En el contexto nacional, antes del triunfo del Frente Popular en las elecciones de 1936, la trama
golpista se había iniciado por parte de algunos mandos militares que crearon la Unión Militar
Española (UME), una organización militar clandestina y golpista. En un primer intento, Franco y
Gil-Robles intentaron presionar al gobierno saliente para que entregase el poder a los militares. El
resultado fue el alejamiento de Madrid de los generales Franco (Canarias), Mola (Navarra) y Goded
(Baleares). Este cambio de destino hizo que coincidieran en la capital y acordaron organizar un
golpe de estado con el propósito de reinstaurar el orden social que pensaban perdido tras el triunfo
del Frente Popular.
La conspiración militar desde finales de abril de 1936 estuvo organizada por Mola. Sabía que todo el
ejército no estaría a su lado, por lo que necesitaba contar con otros apoyos. Comprometió con la
causa golpista a las milicias carlistas y falangistas, y el respaldo financiero de los partidos
derechistas que lograron ayudas tanto en el interior de España como del exterior (Alemania nazi e
Italia fascista). A principios de julio, la planificación técnica del Golpe estaba casi terminada.
En el Congreso, Calvo Sotelo se afirmó como la figura principal de la derecha, con sus encendidos
discursos en contra de la República. Todo ello aumentaba la conflictividad social y la polarización
política, aumentando por la derecha el prestigio y los simpatizantes de Falange Española. Los
atentados de todo tipo imposibilitaban el desarrollo normal de la vida política. La quema de más de
un centenar de iglesias y el cierre de todos los colegios religiosos agudizó el “espíritu de cruzada”
que tanta importancia tendría durante la Guerra Civil. El gobierno tenía que mantener el orden
público y al mismo tiempo llevar a cabo las reformas prometidas, a pesar de la situación económica
internacional, por lo que se vio criticado por derechas e izquierdas.
El 12 de julio, José Castillo, teniente de la Guardia de Asalto y militante socialista, fue asesinado a
tiros por miembros de la extrema derecha. Al día siguiente se producía el asesinato de Calvo Sotelo
como represalia. Tal como apunta Negrín en su discurso, se quiso marcar este acto como causa del
golpe de Estado, pero vemos que este se venía fraguando con meses de antelación. Lo que sí hizo
este acontecimiento fue decantar a muchos indecisos a sumarse a la conspiración y adelantar la
fecha de la sublevación.
El 17 de julio de 1936, Franco se traslada a Las Palmas de Gran Canaria con la excusa de la muerte
del general Balmes el día anterior. Ese mismo día, los oficiales de la guarnición de Melilla
comienzan el golpe de Estado. El 18 de julio, Franco parte para Marruecos para ponerse al frente
de las tropas del Protectorado y desde allí el alzamiento se extiende por la península. El gobierno
tardó en reaccionar y en dos días los sublevados ya se habían hecho fuertes en gran parte del país.
El 19 de julio, Santiago Casares Quiroga fue relevado como jefe de Gobierno por José Giral, quien
decidió entregar armas a las milicias de los sindicatos y de los partidos del Frente Popular. Parte del
Ejército y de las fuerzas de seguridad se mantuvieron fieles al gobierno y fue posible sofocar el
levantamiento en buena parte de España.
Los sublevados habían previsto una operación rápida seguida por el establecimiento de un
directorio militar, pero al cabo de una semana era patente el fracaso del pronunciamiento y la
división del país en dos bandos que iban a enfrentarse en una cruenta guerra civil.
La Guerra Civil fue el episodio más traumático que vivió la sociedad española durante el s. XX y que
aún hoy mantiene heridas no cerradas que han condicionado la política durante el periodo
democrático tras la dictadura franquista. El odio entre los españoles de uno y otro bando, creó el
mito de las dos Españas.
El 1 de abril de 1939 se dio por terminada la Guerra Civil, pero sólo fue el final de las
confrontaciones bélicas; no hubo paz porque oficialmente el Estado de guerra, y con él la actuación
de los durísimos tribunales, se mantuvo hasta abril de 1948; (las guerrillas antifranquistas o Maquis,
continuaron hasta la década de 1950) mucho menos hubo piedad y perdón.
Poco antes de finalizar la guerra (9 de febrero de 1939) Franco dictó la ley de Responsabilidades
Políticas destinada a perseguir a quienes desde octubre de 1934 habían colaborado para forjar “la
subversión roja”. También se constituyeron tribunales especiales formados por el Ejército, la
Judicatura y el Partido. EL 1 de marzo de 1940 se promulgó la ley de La Masonería y el Comunismo
(esta ley se utilizó para condenar a todo aquel a quién no se le pudiese probar otra cosa).
Con las leyes citadas el régimen de Franco procedió a una represión sistemática y selectiva, sin el
menor atisbo de reconciliación entre vencedores y vencidos. No hay acuerdo unánime sobre el
número de personas ejecutadas, se calcula un número superior a cien mil. Tampoco hay acuerdo
sobre cuántos sufrieron penas de prisión pero en 1950 aún quedaban en las cárceles más de 17000
presos políticos.
Durante un tiempo en ambos bandos se habló de un millón de muertos, hoy la cantidad más
aceptada es la de 243.000. Si bien autores tan prestigiosos como Stanley Payne, Paul Preston y
Gabriel Jackson, entre otros, siguen discutiendo al respecto con cifras que oscilan entre los 300.000
y 500.000 muertos. A efectos puramente demográficos también fueron importantes los fallecidos
por enfermedad o malnutrición, los emigrados e incluso los no nacidos como consecuencia de la
guerra.
Se estima que por estas razones las pérdidas demográficas oscilan alrededor de un millón. La
producción de la economía española descendió en todos los sectores de forma dramática. La
agricultura se redujo en un 20% y la cabaña ganadera entre 1/3 y la mitad. Esa reducción sometió a
la población durante la guerra y posguerra al hambre y al racionamiento de los alimentos. La
producción industrial se redujo un 30%.
Las comunicaciones fueron gravemente dañadas por los adversarios de ambos bandos, ferrocarriles,
red de carreteras y marina mercante. Descendió la renta nacional en un 30%; hasta 1959 no se
recuperó el nivel de renta anterior a la guerra. Se ha de destacar la destrucción de viviendas:
doscientas localidades sufrieron destrucciones superiores al 60%. El nivel de renta se redujo un 28%,
la Hacienda pública quedó arruinada y sin reservas por lo que la inflación multiplicó por diez los
precios en los años posteriores, los años que van de 1939 a 1942 fueron años de hambre debido a la
carencia de alimentos. Todo ello en un contexto marcado por la autarquía y el aislamiento
internacional a raíz de la Resolución 12 de diciembre de 1946 de la ONU.
Los gastos de la guerra de ambos ejércitos fueron enormes, y una parte considerable fue la deuda
contraída. La falta de divisas dificultó (unido a otros factores: II Guerra Mundial, autarquía del
régimen...) la reconstrucción del país.
Un aspecto importante fueron las depuraciones: expulsión del empleo de aquellos funcionarios que
se hubiesen mantenido fieles a la República. En las oposiciones se reservaron plazas para quienes
habían combatido en el ejército franquista y se les exigió una declaración de lealtad al nuevo
régimen. Por otra parte, el exilio privó al país de un grupo muy importante de profesionales bien
cualificados: médicos, ingenieros, abogados, profesores e intelectuales. En Canarias son conocidos
episodios como los de la Sima de Jinámar, Los pozos de Cardones, campos de concentración como
los de Gando, Fyffes y el de La Isleta o los “paseos del amanecer” o “sacas” que hicieron que miles
de canarios fueran asesinados, mientras que otros emprendieron el camino del exilio.
Durante la guerra, por el bando republicano, también se cometieron actos de asesinatos como en
Paracuellos del Jarama. Por otro lado, la llamada generación del 98 se encontró incómoda con los
dos bandos en muchos casos desconfiando de uno y de otro, Ortega y Gasset incluso concibieron la
victoria de Franco como un mal menor; en el caso de de Unamuno fue enfervorizado de la
sublevación que acabó decepcionado con la misma sobre todo a raíz del incidente con el general
Millán Astray.
Tras la Guerra Civil se puede hablar de un empobrecimiento cultural , por la férrea censura que
sobrevino con el régimen franquista, y por el exilio de gran parte de los maestros de la cultura ,así
como de aquellos que fueron fusilados durante la guerra como Federico García Lorca. Quedó
destruido todo el esfuerzo regeneracionista cultural y educativo de la Edad de Plata de la cultura
española. Prácticamente la totalidad de los intelectuales de la Generación del 27 y los más notables
científicos y artistas murieron o marcharon al exilio (, Antonio Machado, Picasso...). La cultura
retrocedió a los tiempos del oscurantismo clerical, la represión y la censura.
El contexto internacional concedió ventajas a los franquistas. La ayuda alemana e italiana fue más
eficaz y constante que la soviética. La superioridad de los cuadros medios del ejército de los
sublevados. Las dificultades provocadas por los experimentos revolucionarios y la implantación de
un gobierno férreo en zona nacional fueron las claves para que los franquistas ganaran la guerra.