BORSANI (2017) Aprender y Ense-Ar A Leer y Escribir
BORSANI (2017) Aprender y Ense-Ar A Leer y Escribir
BORSANI (2017) Aprender y Ense-Ar A Leer y Escribir
I Educación
a leer y a escribir
Q
nrar-
Borsani, María José
Aprender y enseñar a leer y a escribir: sus controversias ■'María José Borsani.
- la cd. • Rosario: Homo Sapiens Ediciones. 2017.
Libro digital. PDF - (Educación)
ISBN 978-950-808-941-0
M a ría Jo sé B orsani
g a n z l9 1 2
índice
Introducción............................. 9
Acerca del libro................................................................................ 9
Acerca de la autora y la escritura del libro......... .........................14
M étodos__________________________________ 129
• Marcha sintética__________________________________ 129
• Marcha analítica__________________________________ 130
• Ni el uno ni el otro se pregunta por lo que acontece
al niño__________________________________________ 130
Bibliografía_________________________________________ 225
Im prenta o cursiva es lo de m en os,
aun que no es lo m ism o.
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con las que el niño realiza intercambios constructivos, las primeras
sobre las que se pregunta, las primeras con las que se familiariza y
copia y las primeras con las que se atreve a producir aun sabiendo de
la existencia de otras formas. Por lo general los otros tipos de letra
suelen llegar cuando el niño consolida la escritura alfabética y no está
tan pendiente de su despliegue intrínseco.
La mayoría de los infantes que dan sus primeros pasos en la escri-
tura concretan sus producciones en letra imprenta mayúscula debido
a que son las primeras grafías que reconocen y resultan más simples
de realizar porque se ubican en un solo plano, por lo sencillo de su
trazo y por la facilidad de su ejecución.
A pesar de reconocer anticipadamente las distintas modalidades
de las letras los principiantes se sienten más cómodos produciendo
en el formato imprenta mayúscula. En los momentos inaugurales los
niños se toman libertad provisional para el uso discrecional de la letra
imprenta mayúscula y el esfuerzo se aboca a la producción de sentido,
por eso el preguntarse por el formato de letra no es la esencia.
Y están en todo su derecho de escribir en la letra que les quede
más accesible, sencilla y cómoda, ya vendrán épocas de mayores exi-
gencias escritúrales para experimentar en otros formatos de letra.
La prioridad es aprender a producir dentro del sistema. El eje es el
aprendizaje de la escritura, es el trabajo conceptual que conjuga com-
petencias y saberes sociales lógicos, psicológicos y psicolingüísticos.
El aprendizaje simultáneo de las cuatro modalidades de letras
suele ser un esfuerzo complejo y excesivo si se superpone al arduo
trabajo de la alfabetización.
Si en los momentos iniciales se añaden estas cuestiones, suele apa-
recer una sobreexigencia que desvia, y a veces hasta desvirtúa, el pro-
ceso de construcción focalizando el esfuerzo en cuestiones formales,
y hasta estéticas, que interfieren la primera construcción alfabética.
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Las letras se ofrecen con formas diversas, se ubican en determi-
nados lugares del escrito y brindan distinta información que cada
aprendiz intenta discernir.
Las grafías, imprentas o cursivas, en mayúscula o minúscula, son
signos que tienen diferentes implicancias, distancias y secuencias que
se ofrecen a la vista del lector de maneras variadas y dan pistas a quien
lee, que colaboran con la interpretación de un texto. Las diferentes
formas o estilos de letras generan diferentes modos de ver y de desen-
trañar el escrito.
Asi lo visual del texto brinda una información que colabora a orde-
nar su procesamiento.
A medida que el niño se va familiarizando con los diferentes for-
matos de letras, incorpora otras modalidades escritúrales y descubre
nuevas marcas interpretables.
La lengua española establece la letra minúscula como tipo de letra
base y señala excepciones en las que cabria escribir en mayúscula
todas las letras de una palabra, tal el caso de las siglas, los números
romanos o textos informativos cortos.
Al acceder a la letra imprenta minúscula el niño se encuentra
con nuevas contraseñas visuales en las que la escritura mayúscula
imprenta no abunda.
Veamos qué sucede cuando se mira un texto según sea el formato
de la letra en que se lo presenta.
Lo escrito en letra imprenta mayúscula impresiona como un con-
tinuo visual, monótono y parejo, que ofrece pocos indicadores per-
ceptivos que organicen la comprensión. De alguna manera la letra
imprenta mayúscula entorpece o dilata esa unificación superadora
entre significado y significante que supone el fluir de la letra cursiva.
La letra imprenta mayúscula es menos discrim inare a la lectura, la
letra imprenta minúscula ofrece más indicios.
Un escrito en letra mayúscula resulta visualmente monocorde,
carece de una serie de indicadores que se necesitan para procesar la
información.
La letra imprenta minúscula, desde su mismo diseño, parece pre-
parada para pulir esos conflictos visuales que ofrece el continuo de las
mayúsculas y ordenar el pulso de la lectura. F.sta modalidad favorece
la reflexión sobre la segmentación del discurso escrito ya que ofrece
mayor identificación de la palabra como un todo, abona a la unidad
de significación. Su diseño presenta una complejidad superior que
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requerida por el diserto de la imprenta mayúscula. Aparecen letras
con el mismo formato que giradas en el espacio tienen otra significa-
ción. Tal es el caso de n-u, d-b, p-q, t-f, a-e. su dominio requiere de
un especifico trabajo de discriminación perceptiva espacial y gráfico
trasladado al papel.
Al mirar un texto escrito en letra imprenta minúscula la sola pre-
sencia de una imprenta mayúscula signa espacial y visualmente un
cambio que remite a una interpretación conceptual, comienza la ora-
ción, o hay un nombre propio. Una letra mayúscula marca un inicio
escritura! y el punto final ubica una culminación en esa unidad de
sentido. F.ste diserto espacial colabora en ordenar tanto la producción
como la posterior interpretación.
No solo las letras juegan su papel en el escrito.
Otros signos visuales también erigen su mensaje y con su tamaño,
formato y disposición nos informan de la presencia de un diálogo, de
un titulo, una prosa o un verso, de una interrogación, de una exclama-
ción, de una pausa o una suspensión.
Párrafo aparte merece la letra cursiva.
La letra cursiva
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gráfica en la letra toma la escritura ilegible. Paradójicamente la nor-
mativa gráfica que ciñe y ordena la producción permite la libertad de
la expresión subjetiva.
Para llegar a escribir en cursiva se transita un recorrido que supone
movimientos que se van controlando, ordenando y restringiendo.
El trazado de los grafos ya no compromete el cuerpo todo, ni el brazo
completo o el codo, sino que se restringen a la muñeca y la mano. Si
bien se involucran los grandes músculos del brazo, lo que se aquí se
pone enjuego es el antebrazo que pivotea sobre el punto fijo del codo,
como lo hace el brazo de un compás, y sobre la muñeca gira la mano,
y los dedos se mueven con exquisita precisión para lograr cada trazo.
Trazos anudados, líneas suspendidas y articuladas, que suben,
bajan, se tuercen en rulos, se ordenan, se acomodan, siguiéndose unas
a otras hasta el límite del plano.
El trazo se interrumpe, se demora entre palabra y palabra y abre
espacios en su recorrido. Y de nuevo las lineas se enrulan, se super-
ponen y retoman sobre sus propios pasos, se cortan, se esquivan y se
desplazan en las cuatro direcciones, se expanden, estiran, retraen y
se arman en otras letras que en trama espacial encierran significado.
La cursiva es una letra que se dibuja y que si bien tiene formatos
establecidos son moldes que ceden a la impronta subjetiva
Cada sujeto le imprime un rasgo personal, un matiz único.
Los diseños comunes se distinguen con la belleza de la diferencia
que impone la marca subjetiva.
El texto se piensa, y se pone en escena, se dibuja, se mide, se escribe,
se logra.
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anular el tiempo de la frase, interrumpir su ritmo y su res-
piración” (Etchcvcrry, 2009).
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La disyuntiva entre presentar las cuatro tipologías de letras juntas
o establecer una progresión y ofrecerlas por separado es una decisión
que queda en manos de cada maestro y debe ser tomada atendiendo a
las particularidades subjetivas de cada alumno.
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La escritura se puede generar de diferentes maneras. Al dictado,
donde hay un soporte auditivo verbal que guía la producción. Por
copia, donde el andamiaje es visuoespacial. Espontánea, donde no
hay sostén externo que organice la acción.
La producción de una escritura espontánea no resulta sencilla, es
la más compleja de todas.
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la praxia. El asiduo uso de la escritura cursiva afirma el rasgo, lo toma
más ligero, lo agiliza, ordena, regulariza y automatiza.
La letra cursiva es. o debería ser, un aprendizaje pedagógico, sis-
tematizado y dirigido. No es espontáneo. Es un producto cultural que
supone una modificación adaptativa a las exigencias socioculturales.
Implica por parte del aprendiente, una estricta aceptación del uso
de la hoja como espacio gráfico limitado donde se distribuyen los
grafos y el respeto a las dimensiones de las letras, a la reproducción
de intrincadas configuraciones que a través de movimientos básicos
de desplazamientos y retraimientos otorgan sentido, continuidad y
economía al trazado.
Lograr la escritura cursiva requiere, como primer paso, fijar
los engramas ncuromotores de las letras, para que en un segundo
momento puedan ser evocados y convertidos en un automatismo al
que el escritor recurra sin mayor esfuerzo. En el proceso de apren-
dizaje de la letra cursiva el esfuerzo grafomotor se concentra en un
componente del montaje por vez para felizmente llegar a integrarlos
en la letra.
Es prudente valorar y dedicar tiempo al periodo de fijación de cada
uno de los engramas ncuromotores con los que se arman las letras
cursivas y los enlaces intergrafemáticos que las vinculan para que,
a posteriori. se puedan establecer como un automatismo del que el
niño disponga con fluidez y la escritura cursiva quede al servicio del
pensamiento.
En esta progresión, salvando las particularidades subjetivas que se
imprimen en cada aprendizaje, se distinguen tres momentos que mar-
can el desarrollo de la escritura cursiva (J. De Ajuriaguerra. 1977).
En una fase precaligráfica el gesto no encuentra la forma de ajustarse
a la trayectoria propuesta y tropieza con inconvenientes en el control
de los movimientos que aparecen desmarañados y excesivos en rela-
ción a un ideal caligráfico pero son todo un logro en la aventura del
escrito infantil.
Estos movimientos desmesurados, que trazan marcas abigarradas,
suspendidas en el plano, irrespetuosas de los márgenes convenciona-
les se van ajustando paulatinamente a limites, molestos pero necesa-
rios, para atenuar y disciplinar el gesto e ingresar a la etapa caligráfica
infantil donde se regulariza y automatiza la escritura.
El sujeto ha de doblegarse a la disciplina de un movimiento diri-
gido para acceder a la escritura cursiva.
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La escritura, entonces, se despliega, se recrea, persiste y se ubica
como una práctica más. Y por fin se instala el hábito de la escritura,
el mecanicismo de la mano plasmando contenido en el plano gráfico.
La visión, el tacto, el movimiento y el pensamiento se funden y
amalgaman en una articulación superadora. Se pone en escena una
escritura que se somete a los cánones caligráficos y que. en el mejor
de los casos, cobra fluidez y velocidad en un momento poscaligrá-
fico. Se vislumbra ya la estética del rasgo personal que el escritor le
imprime a su caligrafía, y lo identifica como autor.
Siendo ya exquisitos podemos pensar en el logro de un texto con-
vertido en dibujo escritura!, respondiendo quizás a una tradición cali-
gráfica convencional, hoy un tanto desprestigiada, donde prima la
apreciación estética que. como un maquillaje, enriquece el significado.
La belleza del sentido, de la construcción lingüística asociada al
deleite visual.
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suele generar en el niño y en su hogar. Que a un niño le resulte más
sencillo trazar una letra en imprenta mayúscula que en otros esti-
los no constituye razón para no enseñarle la cursiva o la imprenta
minúscula.
La enseñanza de la escritura cursiva ha quedado librado al azar,
creyendo equivocadamente que el simple contacto con esta grafía
genera su aprendizaje cuando, en realidad, como ha quedado cxpli-
citado en el punto anterior, la letra cursiva necesita ser enseñada y
practicada para instalarse como un automatismo al servicio de la
escritura.
Parecerían ser éstos posibles motivos por los que muchos alum-
nos llegan al final de la escuela primaria sin haber desarrollado
esta grafía. Algunos de ellos usan la letra imprenta mayúscula, a
veces mixturada con su minúscula y alguna cursiva ocasional, a
pesar del perjuicio que esta última modalidad trae al no favorecer
el segmentar las partes sonoras de la unidad palabra y al demorar el
fluir de sus marcas en el papel. Otros han accedido a una escritura
cursiva pero a su manera, simplificada, con rasgos desvirtuados,
donde cuestan los enlaces intergrafemáticos y no existen los com-
plejos diseños de las mayúsculas. Así, la “f ' es un ocho estilizado,
la “a” y la “o” se parecen a un caracol, la “h” aparece desglosada
en dos grafos, uno similar a la ele y otro a una erre redondeada, la
“t" es un solo trazo que se eleva y se remata con un nudo, la “j ” y
la “p” suelen resumirse en la grafía del número uno que se baja del
renglón, etc. Todos modos escritúrales que dan cuenta de ausencia
de intencionalidad formal en el proceso de enseñanza aprendizaje
de la letra cursiva.
Como en otros órdenes de la vida, la motivación subjetiva es clave
para aprender a escribir en cursiva. Sin interés en esta competencia,
difícil que haya progreso. Cuando un niño encuentra algún sentido
al aprendizaje de la letra cursiva, cuando se instala como un rito de
pasaje a la escritura adulta, el esfuerzo se (orna asequible y hasta
interesante, de lo contrario resulta ser un mero ejercicio motor para
cumplir con un imperativo escolar que genera malestar, se vuelve
tedioso e infructuoso.
Si bien el dicho popular dice que “la letra con sangre entra”, hay
formas más creativas y originales de aprenderla. Para algunos, hasta
puede ser un placer estético.
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