El Derecho A La Salud Mental Ansiedad y Depresion en Estudiantes Universitarios

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El derecho a la salud

mental: ansiedad y depresión


en estudiantes universitarios

Carolina Serrano Barquín


Héctor Serrano Barquín
Patricia Zarza Delgado
El derecho a la salud mental: ansiedad... 43

Resumen

El derecho a la salud podría considerarse uno de los más importantes,


ya que sin salud el individuo y la sociedad difícilmente pueden gozar
de una vida plena y de cualquier otro derecho que les permita su bien-
estar. Para algunos teóricos, la salud mental es fundamental para la salud
física en general, toda vez que ésta, repercute en el cuerpo, de tal suerte,
que cualquier enfermedad, estados de ánimo o trastornos mentales pueden
manifestarse corporalmente, es decir, somatizarse. En el presente artículo
se presentan algunos de los resultados de una investigación cuyo propósi-
to fue detectar la depresión y ansiedad en jóvenes universitarios desde los
estudios de género. Lo anterior se obtuvo a través de un instrumento psico-
métrico que se aplicó a estudiantes de la Universidad del Norte de Texas y la
Universidad Autónoma del Estado de México.

Palabras clave: salud mental, género, depresión, ansiedad.

Abstract

The right to health, could be considered one of the most important, because
without health the individual and society can hardly enjoy a full life and to any
other rights that allow them welfare. Mental health for some theoretical physics
is essential to overall health, since it has an impact on the body, in such a man-
ner that any illness, mood, or mental disorders can manifest bodily, ie somati-
zarse. This article presents some of the results of an investigation whose purpose
was to detect depression and anxiety in college students from gender studies.
This was obtained through a psychometric instrument was applied to students
at the University of North Texas and the University of the State of Mexico.

Key words: mental health, gender, depression, anxiety.


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Introducción

Resulta imposible hablar de salud física sin considerar la salud men-


tal, la cual es sumamente compleja y está íntimamente relacionada
con diversos determinantes como los biológicos, donde la genética
tiene un papel relevante, los ambientales y los contextos sociocul-
turales, principalmente. Posiblemente está relacionada, entre mu-
chos aspectos, con episodios anímicos diversos, actos de violencia,
exclusión, discriminatorios y muchos más. Es por ello que los dere-
chos humanos tienen contemplado el derecho a la salud. Al respec-
to, Carpizo y Valadés afirman:

el Estado constitucional contemporáneo es muy complejo, sobre todo


si se considera la asociación de los procesos culturales y los postulados
normativos. Por esta razón se han incorporado normas que tutelan los
derechos de las minorías, en particular los relacionados con las len-
guas, las religiones, las etnias, las prácticas sexuales, las condiciones de
salud, las actitudes físicas y las posiciones políticas (2008: 129).

Estos derechos se ven afectados, entre otros aspectos, por la dis-


criminación que implica el olvido, el abandono, la omisión, la exclu-
sión, ya sea ideológica o culturalmente.
Según González y Chávez (2009: 1), “la discriminación es todo
eso y mucho más porque no hay que olvidar que no nacemos toleran-
tes se nos educa para la tolerancia desde el hogar y desde la escuela y
si la educación no es la adecuada lo que se produce es, precisamente,
el efecto contrario, un desprecio a la dignidad de los seres humanos”.
La salud mental está íntimamente asociada con actos de violencia y
discriminación, entre otros factores. Dichos autores agregan:

En la vida cotidiana se despliega una multiplicidad de actos de ex-


clusión, actos discriminatorios a los que es difícil escapar ya sea
porque seamos mujeres, niños, ancianos, de una determinada et-
nia, estatus social, religión o nacionalidad, entre otros. Por ello,
por esa arbitrariedad injustificada e irrazonable la lucha contra la
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discriminación se basa en la absoluta inviolabilidad de los derechos y


dignidad de las personas (2009: 2).

La salud mental puede manifestarse de diversas formas desde


estados depresivos y ansiosos, hasta el suicidio o el crimen. Villamil
(2009: 32) refiere:

en todo proceso de destrucción o de crímenes motivados por el odio


existe una idea eugenésica. Se busca preservar la pureza o reafirmar la
superioridad que se siente perdida o amenazada, tal y como sucedió
con los crímenes de odio de índole racial contra los judíos, los negros
o los musulmanes, y como actualmente se registra con los crímenes
motivados por la misoginia o la homofobia.

Muchos de estos crímenes han sido perpetuados por seres hu-


manos trastornados mentalmente. He aquí la importancia de inves-
tigar sobre los estados patológicos que afectan no sólo al individuo
sino a la sociedad misma.

1. Desigualdades de género

Conocer el origen de conceptos analíticos permite reconocer sus


consecuencias epistemológicas posteriores. La palabra “género” es
la traducción literal del vocablo inglés gender. Según Stolke (2004),
este término, precedente de la psicología, se empleó para distinguir
la construcción sociocultural de aquello que depende de la naturale-
za en las relaciones de las mujeres con los hombres.
En cuanto a los estudios de género, éstos son una amplia área
de investigación para identificar los problemas que requieren de es-
trategias de intervención (Aragón y Silva, 2002). Acuñar el concepto
de género ha permitido distinguir las formaciones culturales (socia-
lización) de la formación natural (nacer con genitales de mujer o de
hombre) y por este hecho adjudicar derechos, obligaciones, conduc-
tas y características que deben adoptar varones y mujeres (Lamas,
2005). Aceptar el género implica considerar las prácticas, creencias,
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representaciones y prescripciones sociales que una cultura estable-


ce de acuerdo con diferencias anatómicas entre hombres y mujeres
(Garaigordobi, 2013). Todas las sociedades se enfrentan a un hecho
corporal notable: los genitales; sin embargo, la cultura será la res-
ponsable de la simbolización de estas diferencias (Lamas, 2005).
Existen diversas teorías acerca de la influencia del constructo
de género en la psicología del individuo. Por ejemplo, Freud, en su
teoría psicoanalítica, refiere que la tipificación sexual es el resulta-
do del proceso de identificación del infante con su progenitor del
mismo sexo y está relacionado con el sentimiento de castración que
siente la niña por no tener pene. La desigualdad de género provie-
ne de las experiencias de la primera infancia, en la que los adultos
transmiten a los menores la masculinidad o femineidad. La teoría del
desarrollo cognitivo dice que la tipificación sexual se produce desde
que el infante oye la palabra “niño” o “niña”; después de los tres años
se identifica con esa designación y reconoce actividades, opiniones
y emociones propias de cada sexo; entre los cinco y siete años se da
cuenta de que siempre debe ser masculino o femenino (Chodrow,
citado en López, 2014).
La teoría de aprendizaje social argumenta que la determinación
del género se condiciona mediante los modelos de los padres y las in-
fluencias socioambientales a las que el individuo se haya expuesto
desde la infancia, el infante imita a su progenitor del mismo sexo;
es recompensado socialmente por ello y castigado si se compor-
ta diferente a su sexo. Mientras que las teorías de la socialización
(Quintero y Fonseca, 2010) refieren que los esfuerzos deliberados de
los adultos encaminados a enseñar a los hijos, formas de pensar, sen-
tir y actuar socialmente diferenciados por sexo, hacen que el niño
centre su atención en las normas sociales para su sexo, haciendo de
esto un componente fundamental para su autoconcepto.
Por ejemplo, las mujeres amas de casa no son reconocidas por
sus tareas domésticas, no tienen pago económico, vacaciones o
descanso, no conviven con otros adultos. Las mujeres que trabajan
fuera de casa siguen teniendo la responsabilidad de que todo mar-
che bien en el hogar y en ocasiones son vistas con inferioridad en el
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ambiente laboral e incluso son menos retribuidas económicamente


(Lara, 2007).
La sociedad también ha reprimido su sexualidad permitiéndole
al hombre más libertad. La violencia de género es la forma más grave
de discriminación en contra de las mujeres, con fuertes consecuen-
cias físicas y psicológicas. Lara (2007) refieren que la manera en que
se educa a la mujer desde niña se continúa en la edad adulta a la
depresión; se le enseña a ser pasiva, sumisa y a depender. Es posible
que el hombre se considere más valioso, más inteligente e incluso se
celebre más el nacimiento de un varón.
Por otra parte, la socialización de las emociones será distinta para
hombres y mujeres, los estilos de afrontamiento adquiridos se verán
influidos por estereotipos sexistas que repercutirán en la construcción
de la identidad de la persona y en su independencia. Los hombres se
ven más limitados y reprimidos en el repertorio de estrategias emocio-
nales, no se le permite mostrar empatía, tristeza; a las mujeres se les
aprueba mayor expresión de sus emociones pero menor independen-
cia. Ninguno de los dos sexos está exento de exigencias sociales que
limitan y reprimen sus conductas y creencias. La sociedad diferencia
lo femenino de lo masculino, proporciona papeles sexuales aprobados
para unos y otros desde la infancia y hasta la edad adulta. A menudo,
en estas condiciones se basa la percepción de sí mismo y el amor pro-
pio convirtiéndose en estereotipos de género (Gilmore, 1995).
El ideal de la virilidad ha hecho al hombre vulnerable a la pre-
sencia de síntomas depresivos o ansiosos, ya que la virilidad es pro-
blemática; el macho debe superar pruebas, luchar contra deseos
y fantasías (Gilmore, 1995), debe cumplir con expectativas socia-
les y ajustarlas a sus propias ambiciones, tiene que adquirir com-
promiso paterno, cumplir con un rol proveedor. Para el hombre la
confianza en sí mismo está basada en el éxito externo, en estatus
institucionales y adquisición de riqueza, está en constante amenaza
de pérdida de poder o impotencia sexual (Moore, 1994). La repre-
sión de las emociones es una característica del constructo social de
lo masculino, el varón aprende a reprimir afectos y emociones para
distinguirse de las niñas, pero la gama de emociones no desaparece,
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sólo se frena (Kaufman, 1989). La falta de vías de expresión se trans-


forma en conductas patológicas contra los demás o contra sí mismo.

2. Salud mental en estudiantes universitarios

En el estudio sobre el estado de salud mental del ser humano se han


identificado factores o variables que influyen de forma notable en el
desarrollo de algún tipo de trastornos psicológico, además de cómo
la exposición a determinadas situaciones de riesgo contribuye a dis-
minuir el bienestar psicológico (Balanza et al., 2009). La elevada pre-
valencia de trastornos de ansiedad y depresión en estudiantes han
sido objeto de estudio de las ciencias de la salud. La literatura cien-
tífica refiere que pruebas realizadas en universitarios han mostrado
que el contexto familiar es un indicador sobresaliente del bienestar
social y del ajuste psicológico de los jóvenes: contextos familiares
como carga de obligaciones, falta de libertades, altas expectativas
puestas en los hijos, problemas en relaciones parentales; situaciones
estresantes relacionadas con la presencia de patologías depresivas y
ansiosas. En estas mismas investigaciones no se encontraron di-
ferencias significativas en cuanto a la variable de sexo. Sin embargo,
en el presente análisis se descubren algunas diferencias.
Tanto la ansiedad como la depresión son considerados dos de
los desórdenes psicológicos de más incidencia en la población en
general. En estudios de caso realizados a universitarios se han ob-
tenido características de tales desordenes correlacionadas fuerte-
mente con factores desencadenantes como antecedentes familiares
y personales de depresión, dificultades académicas, inestabilidad
económica, diagnóstico de una enfermedad grave, muerte de un ser
querido, separación y acontecimientos estresantes. Las mujeres son
más vulnerables a esta sintomatología (Agudelo et al., 2008).
Otras investigaciones han revelado que la depresión se está
manifestando a más temprana edad que en décadas pasadas. Esta
situación es alarmante, pues cuando la depresión ocurre temprana-
mente, a menudo persiste durante la adultez. En las personas jóve-
nes esta patología, con frecuencia, se presenta acompañada de otros
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trastornos mentales: ansiedad, comportamiento contraproducente


o abuso de sustancias tóxicas (Kytle citado en López, 2014); no obs-
tante, tales síntomas depresivos a menudo se consideran cambios
normales del estado de ánimo, típicos de una etapa particular del
desarrollo del individuo. Incluso profesionales del cuidado médico
se resisten a diagnosticar prematuramente a una persona joven con
enfermedad mental. Los principales síntomas de depresión:

• Persistente tristeza, ansiedad o sentirse “vacío”.


• Sentimientos de desesperación, pesimismo.
• Sentimientos de culpa, inutilidad, impotencia.
• Pérdida de interés o placer en pasatiempos favoritos y ac-
tividades que antes disfrutaba, incluyendo las relaciones
sexuales.
• Falta de energía, fatiga, sensación de letargo, dejadez o
flojera.
• Dificultad para concentrarse y tomar decisiones, mala
memoria.
• Problemas de sueño, se despierta muy temprano en la ma-
ñana o duerme demasiado.
• Cambios en el apetito y peso.
• Pensamientos de muerte o suicidio o intentos de suicidio.
• Inquietud, irritabilidad.
• Síntomas físicos persistentes como dolores de cabeza, tras-
tornos digestivos y dolores crónicos que no responden a tra-
tamientos de rutina.

Tanto la depresión como la ansiedad anteriormente fueron con-


siderados padecimientos exclusivamente psicológicos, según afirma
Lowen (citado en López, 2014); sin embargo, ahora se han relacio-
nado con manifestaciones o expresiones corporales, como síntomas
del sistema anímico, o con la crisis. Hay una realidad innegable en
la vida de toda persona: su ser, su individualidad y su personalidad
están determinadas por su cuerpo. Nada existe separado de su cuer-
po, por lo que se puede decir que el concepto de enfermedad mental
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es una ilusión, pues no existe perturbación mental que a la vez no lo


sea física.
Los trastornos depresivos provocan una fuerte disfuncionalidad
tanto en el trabajo, el rendimiento escolar, como el grupo social y fa-
miliar; además muestran una significativa pérdida de la capacidad de
experimentar placer intelectual, estético, alimentario, sexual, entre
muchos otros. Hornstein (citado en Serrano et al., 2013) identifica
al depresivo como un agobiado en busca de estímulo, un ansioso en
busca de calma y un insomne en busca de sueño.
Los trastornos relacionados con depresión y ansiedad son co-
munes en México y exigen un gasto considerable. En una encuesta
de epidemiología a nivel internacional realizada por la Organización
Mundial de la Salud se encontró que la prevalencia de la depresión
mayor durante el periodo de vida de una persona es de 16.9 y 8.1% en
Estados Unidos y México, respectivamente, según afirman Andrade
y otros en 2003 (citado en Serrano et al., 2013). Los trastornos del es-
tado de ánimo se encuentran entre las principales causas de incapa-
cidad a nivel mundial y son responsables también de un significante
agobio personal así como de un alto costo en la salud pública, con-
firmó López en 2006 (citado en López, 2014). Por ejemplo, se espera
que para el 2020 la depresión mayor llegue a ser la segunda causa de
incapacidad de cualquier condición médica.
En el artículo sobre estos dos trastornos, Agudelo et al. (2007)
explican que el problema de la diferenciación de los síntomas en-
tre ansiedad y depresión es una de las grandes preocupaciones en la
psicopatología, ya que se indica que existe una fuerte comorbilidad
entre ambos, sin que llegue a establecerse con precisión cual antece-
de o predispone al otro. Muchos de los síntomas tradicionalmente
atribuidos a la ansiedad también se presentan en la depresión, o vice-
versa. La coincidencia de síntomas en ambas patologías se debe a los
factores de afectividad negativa en común; sin embargo, sí existen
diferencias que permiten identificarlos, como la activación fisiología
de la ansiedad y la baja afectividad positiva. La polaridad entre afecto
positivo y afecto negativo, como alternativa para la explicación y di-
ferenciación, podría dar lugar a que se le considere como dos aspec-
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tos o factores opuestos de una misma dimensión. Las magnitudes de


ambos afectos pueden ser evaluadas como estados (variaciones tran-
sitorias del estado de ánimo) o como rasgos (diferencias individuales
estables en el tono afectivo).
Existe una fuerte comorbilidad entre ambos tipos de trastornos,
muchos de los síntomas atribuidos a la ansiedad también se presen-
tan en la depresión y viceversa; sin embargo, existen diferencias que
permiten identificarlos (Agudelo et al., 2007). La depresión se defi-
niría en función de un bajo nivel de afecto positivo y alto nivel de
afecto negativo; mientras que la ansiedad aparece con un alto nivel
de afecto negativo. Este último es un malestar subjetivo que recoge
una amplia variedad de estados de ánimo, entre ellos: miedo, ansie-
dad, hostilidad, disgusto, soledad y tristeza; mientras que el afecto
positivo se refiere al nivel de energía, entusiasmo, alerta mental, inte-
rés y capacidad para disfrutar. El bajo afecto positivo se relaciona con
el letargo, la fatiga, la tristeza y la soledad que suelen estar relacio-
nados con este factor. La importancia de diferenciar estas patologías
radica en la necesidad de una adecuada orientación del tratamiento.
La preocupación por el establecimiento de los diagnósticos
diferenciales se debe a la necesidad de orientar el tratamiento, ya
sea hacia trastornos del estado de ánimo o de ansiedad. La comor-
bilidad entre estas patologías es más común en adolescentes; entre
25 y 50% de los pacientes con depresión presentan comorbilidad
con ansiedad, mientras que entre 10 y 15% de los jóvenes con an-
siedad tienen comorbilidad con depresión. Al respecto, Bittner (ci-
tado en Agudelo et al., 2007) indica que padecer un trastorno de
ansiedad se constituye en un importante factor de riesgo para de-
sarrollar un trastorno depresivo mayor en el futuro. Por otra parte,
estudios españoles1 indican que cuatro de cada 10 jóvenes univer-
sitarios presentan depresión. Investigaciones mexicanas reportan
que una de cada cuatro personas con riesgo suicida ha consultado

1
Cfr. Consenso español sobre el trastorno de ansiedad generalizada (2005), Barcelona,
Ars Médica y “Estadísticas sobre la ansiedad”, http://ansiedad.comocombatir.com/
estadisticas-sobre-la-ansiedad.html, junio de 2012.
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a un psiquiatra y 60% de los casos han sido diagnosticados con algún


trastorno.
En cuanto a los síntomas que definen la depresión y la ansiedad,
puede obedecer a un asunto terminológico; así, conceptos como ner-
viosismo, miedo, preocupación, aprehensión, irritabilidad, agitación
e inquietud se utilizan en ambos casos. Las dos categorías han dado
lugar a la consideración de un factor general de malestar o distres.
La depresión seguida por la ansiedad se consideran las patolo-
gías mentales más discapacitantes, disfuncionando frecuentemente
en la dinámica social, familiar y económica del individuo que la sufre;
ya que estos trastornos afectan el organismo, el estado de ánimo, la
manera de comer, dormir, la percepción de sí mismo y la manera de
pensar (Lara, 2007). Haddad y Gunn (2013) expresan que la depresión
es considerada como la tercera más grande carga de enfermedad en
el mundo y calculan que para 2030 será la principal causa de discapaci-
dad a nivel global. Estiman que actualmente 151 millones de personas
sufren esta patología en el mundo. Los trastornos de ansiedad son
más comunes en Estados Unidos, 16.4% de la población presenta al-
gún tipo de estos trastornos y 25% de la población en algún momento
muestra algún síntoma ansioso (Puchol, 2003). En América Latina los
trastornos mentales más comunes son los depresivos.
Por su parte, Balanza et al. (2009) mencionan que la elevada pre-
valencia de depresión y ansiedad en estudiantes ha sido objeto de estu-
dio de las ciencias de la salud y se ha mostrado que el contexto familiar,
la falta de libertades, las altas expectativas de los padres, los problemas
parentales y las situaciones estresantes están fuertemente correlacio-
nados con estas patologías. La epidemiología, según Roca (2010), refie-
re mayor frecuencia tanto de ansiedad como de depresión en mujeres
que en hombres; entre 50 y 60 de los casos es en mujeres.
Un factor relevante en los estudios de salud mental es la tenden-
cia al suicidio, la cual deriva de mayores casos de depresión (Haddad
y Gunn, 2013). En México el suicidio es la tercera causa de muerte
en jóvenes de entre 15 y 24 años de edad y en la mayoría de los ca-
sos existe una comorbilidades con depresión (Osornio y Palomino,
2009). Se observa a través de las medias mayor presencia de sínto-
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mas de la categoría tendencias suicidas en mujeres. No obstante, de


acuerdo con esta literatura, la muerte por suicidio es cuatro veces
más frecuente en hombres que en mujeres de Estados Unidos, pues,
aquellos usan métodos más letales.

3. Estudio de caso: ansiedad y depresión en estudiantes univer-


sitarios

Metodología

Esta investigación se realizó en 2014. Se aplicó un cuestionario a una


muestra de 864 estudiantes universitarios de la Universidad del Norte
de Texas (UNT) y la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM);
el mayor grupo etario fue el de 18 a 24 años (91%). Fue una investiga-
ción no experimental transeccional, la cual se realizó sin manipular
deliberadamente variables; por el contrario, se observaron fenómenos
tal como se dan en su contexto natural para después analizarlos. En el
estudio comparativo entre ambas instituciones se analizan las diferen-
cias en la presencia de síntomas de ansiedad y depresión, uno categori-
zado al género masculino y otro al femenino.
En este estudio no se direccionaron las hipótesis ni se favoreció
a ninguno de los grupos. Se utilizó la prueba estadística T de Student,
la cual sirve para evaluar si dos grupos difieren entre sí de manera
significativa respecto a sus medias. Para ello, se desarrolló un análisis
comparativo de los resultados obtenidos de la aplicación del instru-
mento denominado Inventario de Depresión y Síntomas de Ansie-
dad (IDAS). La muestra fue no probabilística de tipo intencional; en la
cual todos los elementos muestrales de la población se seleccionaron
bajo estricto juicio personal de los investigadores.

Resultados

Los resultados obtenidos en el estudio de López (2014), quien aplicó


el instrumento IDAS, contempla 19 factores, de los cuales, en nuestro
estudio, 14 presentaron diferencias estadísticamente significativas
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en alguno de sus reactivos; en la depresión destacan cinco de los siete


factores (depresión general, disforia, cansancio, insomnio y apetito
bajo) y en la ansiedad, nueve de 12 (bienestar, aumento de apetito,
pánico, ansiedad social, euforia, limpieza, orden, control y evitar in-
trusiones traumáticas). Es decir, 71.42% de factores indicadores de
depresión y 75% de indicadores de ansiedad son significativos.
Las mujeres sobresalieron en 13 de los 19 factores del IDAS, cinco
de ellos referentes a depresión (depresión general, disforia, tenden-
cias suicidas, insomnio e intrusiones traumáticas) y ocho en cuan-
to a ansiedad (hipomanía, mal humor, agorafobia, ansiedad social,
limpieza, orden, control y evitar intrusiones traumáticas); mientras
que los hombres obtuvieron mayor presencia de síntomas en un
sólo factor de ansiedad (aumento de apetito). Ambos géneros mues-
tran diferencias estadísticamente significativas en dos factores de
depresión (cansancio y apetito bajo) y en dos factores de ansiedad
(bienestar y euforia).
En los resultados comparativos entre estudiantes de la UNT y la
UAEM, se observa que en la primera destacan 10 de 19 factores, de los
cuales cuatro hacen referencia a depresión (depresión general, disfo-
ria, cansancio e insomnio) y seis a ansiedad (euforia, pánico, ansiedad
social, limpieza, orden y evitar intrusiones traumáticas); en cambio,
los estudiantes de la UAEM obtuvieron mayores diferencias significa-
tivas en tres factores de la variable ansiedad (bienestar, control y au-
mento de apetito).
En lo referente a la comparación por género de cada universi-
dad; la UNT arrojó resultados con mayor presencia de síntomas en
mujeres, sobresalen 10 de 19 factores, nueve de ellos de la variable
ansiedad (pánico, ansiedad social, limpieza, orden, aumento de ape-
tito, mal humor, agorafobia, control y evitar intrusiones traumáticas)
y únicamente uno de depresión (intrusiones traumáticas); tres de los
factores fueron más significativos en hombres, dos de la variable de-
presión (insomnio y apetito bajo) y uno de la ansiedad (hipomanía).
Ambos géneros obtuvieron resultados relevantes en cinco factores,
tres de ellos en depresión (depresión general, disforia y cansancio) y
dos en ansiedad (euforia y bienestar)
El derecho a la salud mental: ansiedad... 55

Las mujeres estudiantes de la UAEM muestran mayor presencia


de síntomas en 15 de los 19 factores, nueve de ellos de la variable an-
siedad (hipomanía, euforia, mal humor, pánico, agorafobia, ansiedad
social, limpieza, orden y evitar intrusiones traumáticas) y seis de la
depresión (depresión general, disforia, tendencias suicidas, cansan-
cio, insomnio e intrusiones traumáticas); los hombres reportaron di-
ferencias estadísticamente significativas en dos factores de ansiedad
(aumento de apetito y control); mientras que ambos muestran igual
significancia en dos factores, uno de depresión y el otro de ansiedad
(apetito bajo y bienestar, respectivamente).
Este resultado tiene que ver con el rol que la sociedad ha creado
para las mujeres a lo largo de la historia y hasta la actualidad, a quie-
nes se las ha desvalorizado y considerado como el sexo débil, por lo
que han vivido con mayor sumisión y represión.
En la UNT los hombres presentan mayor número de factores
depresivos que las mujeres, esto lo podemos asociar a las “nuevas
masculinidades” que plantean expectativas más positivas en igual-
dad de género, disminuyendo las tradiciones machistas. Sin embar-
go, hoy por hoy, definir la identidad para el hombre es más difícil,
para hacer valer su identidad masculina deberá convencer a los de-
más de que no es mujer y no es homosexual. De ahí que el hombre
de este siglo no sabe cómo definirse.
Los resultados en el factor de tendencias suicidas no fueron sig-
nificativos; sin embargo, la muerte por suicidio es cuatro veces más
frecuente en hombres que en mujeres de Estados Unidos, pues, a di-
ferencia de las mujeres, los hombres usan métodos más letales.
El género masculino en la UAEM muestra mayor presencia de
sintomatología ansiosa que la mujer, asociando esto con un rol que
no se salva de reglas y exigencias sociales.

Conclusiones

Tanto los varones como las mujeres sufren desigualdades de géne-


ro, ambos se enfrentan a normas, exigencias y expectativas sociales
que afectarán su bienestar psicológico, por lo que los profesionales
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de las ciencias sociales siguen teniendo un fuerte compromiso con


los estudios de género con el objetivo de reducir estas relaciones
inequitativas entre hombres y mujeres. Los estilos de enseñanza
que utilizan los padres actualmente en las sociedades deben tener
un ajuste psicosocial basado en aceptación y afecto independien-
temente del sexo de su hijo. Los estereotipos sexistas influyen en la
construcción de la identidad de la persona, en su interdependencia y
estrategias de afrontamiento adquiridas, el sexismo limita y reprime
al ser humano, por lo que una educación basada en la equidad de gé-
nero favorecerá la psique del individuo.
El estudio de la salud mental en jóvenes estudiantes puede ser
una estrategia para la detección oportuna de problemas psicoso-
ciales profundos, el diagnóstico oportuno de algunas patologías,
disminuir estados de ánimo desafortunados e incluso el suicidio,
el homicidio o el feminicidio, ya que “La violencia de género es un
factor de riesgo sufrir trastornos mentales. Las mujeres son las prin-
cipales víctimas de violencia y quienes la han sufrido presentan ma-
yor incidencia de depresión, toxicomanía, actos autodestructivos e
intentos de suicidio” (INM, 2006: 8). El derecho a la salud en México
ha dado pasos importantes, pero el derecho a la salud mental, en
particular, requiere de más esfuerzos, pues no son suficientes los
logros obtenidos.

Fuentes consultadas

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