LA PSICOLOGÍA COGNITIVA…│Gabriela Alejandra Toledo

CAPÍTULO 3

LA PSICOLOGÍA COGNITIVA: ABORDAR LA MENTE DEL

SUJETO │Gabriela Alejandra Toledo

Concepciones teóricas que anteceden al Paradigma Cognitivo

El conductismo como programa de investigación científica,

logra consolidarse a partir de 1930. Surge como reacción contra el
mentalismo tradicional y el uso dominante de la introspección. Sus
principios excluyentes son: el de correspondencia y el
equipotencialidad. Estos son el núcleo central del programa: la
concepción asociacionista del conocimiento y del aprendizaje.1 Los
orígenes de esta concepción filosófica se encuentran en los
enunciados de Aristóteles, continuados luego por Hume, que sostiene
que el conocimiento humano comprende sólo impresiones (datos
sensoriales) e ideas (copias organizadas de las impresiones). El
conocimiento se alcanza por la asociación de ideas según los
principios de semejanza, contigüidad espacial y temporal y
causalidad.
Hacia fines de la primera mitad del siglo XX, surgen ciertas
anomalías relacionadas principalmente con estos principios
excluyentes, derivadas de dificultades del marco teórico para predecir
hechos nuevos, y de múltiples irregularidades empíricas en los
experimentos sobre condicionamiento. Si las definiciones
tradicionales de la mente o la razón eran demasiado nebulosas y
enigmáticas, la nueva definición de mecanismos de la conducta
demostró ser una simplificación excesiva. La conducta intencional,
con sus preferencias y motivaciones no siempre fáciles de predecir,

1
Conceptos abordados en profundidad en el capítulo 2 dedicado al conductismo.
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desempeñaba un papel destacado en la vida mental del ser humano

como para ser desestimada desde los principios subyacentes al
conductismo. Esta observación fue el nuevo punto de partida para el
desarrollo teórico de la Psicología Cognitiva.
“Esta nueva concepción teórica propone una explicación de
la conducta a partir de las entidades mentales, los estados, procesos
y disposiciones de naturaleza mental: El enfoque cognitivo en
psicología ha supuesto la recuperación explicita de la viejísima
tradición epistemológica de la psicología natural de sentido común,
de la reflexión filosófica sobre el alma, la mente y la conciencia, y de
la primera psicología científica. Implica además la delimitación y
definición de un nuevo plano de lo mental, al considerar a la mente
como un sistema de cómputo” (Riviere, 1991).

Los comienzos

Para lograr investigar los procesos mentales que fueron

objeto de estudio explícitamente excluidos del marco teórico y
metodológico del conductismo, surge el paradigma del
procesamiento de la información, conformando la idea original del
cognitivismo. Esta se interesa por los procesos del conocimiento y la
estructuración de la mente; intenta explicar cómo el sujeto organiza
su mundo creando un marco de referencia mediante representaciones
simbólicas del mismo. El estudio del procesamiento de la
información está basado en la existencia de una mente que por medio
de procesos dirigidos “desde arriba” (top-down) determina la forma
en que la información será procesada, y la naturaleza de las
representaciones “construidas” por el sujeto (Pozo, 2006).
El inicio de la escuela cognitiva puede relacionarse con
diferentes eventos históricos, académicos y sociales. Hay
historiadores que sitúan al Segundo Simposio sobre Teoría de la
Información celebrado en el Massachusetts Institute of Technology
en 1956, como origen del nuevo movimiento teórico. Allí se
reunieron figuras relevantes para el cognitivismo como Chomsky,
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Newell, Simon y Miller2. Pero puede encontrarse un primer hito

significativo en 1948, cuando Shannon formuló la “teoría de la
comunicación” que establecía una serie de leyes matemáticas útiles
para explicar el flujo de información a través de un canal. Éste es un
dispositivo útil para recibir una entrada de información externa,
input, provocando luego una salida, output. Esta es la información
transmitida. Resulta indistinto el tipo de canal que se utilice,
pudiendo ser un radio, teléfono, televisor, etc. Esto último significó
un dato interesante para el grupo de psicólogos del momento, que
utilizaron la propuesta como una analogía válida para la descripción
del funcionamiento de la mente humana, donde el sistema nervioso
resulta el canal biológico que transmite la información.
Si bien esta analogía sirvió como disparador para analizar las
respuestas de un sujeto de manera diferente a la utilizada al momento
por la teoría conductista, resultó imperfecta, estrecha, pues la mente
humana no se limita a la transmisión de la información, sino que
puede codificarla, almacenarla, modificarla, combinarla, es decir,
procesarla. Pero este lenguaje matemático significó una alternativa
eficaz para pensar y analizar de manera innovadora a la mente.
Años más tarde fueron construidos los primeros ordenadores,
que ya son sistemas de procesamiento de la información, donde
pueden identificarse dos tipos de soportes de la misma, el hardware,
o soporte físico, y el software, o soporte lógico. Dicho desarrollo
tecnológico proporciona una analogía aún más convincente para los

2
Miller publica el artículo titulado “El mágico número siete más o menos dos”.
Mostraba algunos límites de nuestra capacidad para procesar información, basado en
la idea de Shannon (1948) de la teoría de la comunicación, que sostenía que los seres
humanos tenemos una capacidad como canal de información limitada a siete (más
menos dos) ítems de información simultáneos. En el mismo año, Chomsky comenta
sus ideas sobre la nueva lingüística, basada en reglas formales y sintácticas, cercanas
a las formalizaciones matemáticas que daría lugar a Estructuras Sintácticas (1957).
Newell y Simon, publican uno de sus primeros trabajos: “The Logic theory machine”
donde un programa de ordenador era capaz de demostrar un teorema. Y Bruner,
Goodnow y Austin (1956) publican “A study of thinking”, referida al pensamiento y
la resolución de problemas.
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teóricos en psicología, que aquella presentada por la teoría de la

comunicación. Es una alternativa que permite acercarse a la búsqueda
de la “objetividad científica”, ya que si una máquina puede
controlarse mediante un programa de instrucciones simbólicas, no
hay nada de fantasmal en un programa de ordenador. Quizá, y en
gran medida, la mente es para el cerebro lo que el programa es para el
ordenador. De esta manera, puede haber una ciencia de la mente
(Riviere, 2002). El ser humano pasó de este modo a concebirse como
un procesador de información.

La metáfora mente/ordenador

Esta analogía tiene sus orígenes mucho antes de la invención

de los ordenadores, en la famosa Máquina de Turing (1937). Esta era
una máquina hipotética, con capacidad de simulación de cualquier
cómputo, aún de los comportamientos inteligentes humanos,
pudiendo engañar a un observador ingenuo con sus respuestas. Alan
Turing, imaginó esta máquina abstracta muy simple, capaz de simular
cualquier actividad que pudiera descomponerse en un procedimiento
efectivo, es decir, en un algoritmo compuesto por una serie de
transformaciones discretas de cadenas, también discretas, de
símbolos. Es computable todo aquello que es realizable por tal
máquina abstracta y universal. Sólo se requeriría que el programador
de la máquina reduzca los cómputos a las operaciones elementales
mínimas y específicas que resuelvan el problema presentado.
La analogía mente-ordenador es funcional, no física. Presta a
los psicólogos un vocabulario, unas directrices y una instrumentación
pertinentes para el estudio de la mente (De Vega, 1982). Mucha de la
terminología utilizada por la Psicología Cognitiva es tomada del
paradigma del procesamiento de la información, haciendo un paralelo
entre los ordenadores y los procesos mentales de los sujetos, sin que
por ello la psicología pierda identidad propia como ciencia
independiente.
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En relación al empleo de esta última analogía, es posible

identificar dos versiones en el paradigma cognitivo, una llamada
fuerte y otra débil. La primera, lleva esta analogía hasta sus últimas
consecuencias, tornándose como objetivo el desarrollo de una teoría
que explique de igual manera a ambos sistemas de propósito general,
el humano y el del ordenador; esta tarea es compartida por varias
disciplinas (Inteligencia Artificial, Filosofía, Lingüística y
Psicología). Dicha versión dio lugar al surgimiento de la denominada
Ciencia Cognitiva. Su interés primario es la construcción de
programas de Inteligencia Artificial. En la medida que éstos simulen
comportamientos inteligentes humanos, aportarán información de
relevancia sobre el propio sistema cognitivo humano (Pylyshyn,
1978). Se admite una equivalencia funcional. Pone el acento en la
importancia de la forma sintáctica de las teorías de la mente. (el
“cómo”, la organización de las representaciones con que trabaja la
mente). Esta versión muestra algunas limitaciones en el postulado
“logicista” aplicado al análisis de los procesos mentales de los
humanos, cuando considera que estos procesos de los sujetos se
atienen siempre a reglas de la lógica formal. Empíricamente puede
comprobarse que el contenido con el que el sujeto realiza sus
procesos mentales, afecta el uso de las reglas lógicas. Una persona
puede razonar correctamente y resolver un problema referido a temas
que conoce, y fracasar en otro que muestre la misma estructura lógica
de resolución, pero del que no sepa lo suficiente acerca del contenido
con el que debe trabajar. Esto es así porque los ordenadores operan
con símbolos discretos, estables, definidos, y la mente de los sujetos
trabaja con conceptos o representaciones mentales, que en algunas
oportunidades pueden ser difusos, ambiguos, imprecisos. La
información ambigua o incompleta no presenta dificultad para el
trabajo cognitivo de los sujetos, si no se atiene estrictamente a las
reglas lógicas de resolución de problemas; no es así para el
ordenador.
La versión débil, se limita a utilizar parte del vocabulario y
de los conceptos de la informática, y estudia directamente el
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comportamiento inteligente de los sujetos humanos. Elabora modelos

basados en los sistemas de procesamiento de los ordenadores, para
explicar la conducta inteligente de los sujetos, de los seres humanos.
Subraya la importancia de la base semántica (el “qué” de las
representaciones con que trabaja la mente) de las teorías cognitivas.
Corresponde esta versión a la Psicología Cognitiva. Esta versión
débil de la metáfora mente/ordenador comprende a su vez dos
posturas, una “dura”, que continua con la metodología experimental,
de laboratorio, y otra “blanda”, donde el modo de investigación tiene
una perspectiva hermenéutica, pues la interpretación de los
significados se realiza a partir de la historia concreta y personal de
los sujetos. Desde esta mirada, el sujeto tiene experiencias
cualitativas: siente el “verde”, la nostalgia, el aburrimiento; puede
planificar, decidir, optar y reflexionar sobre sí mismo, sobre su
propia actividad mental. Todas estas funciones cognoscitivas
muestran a un sujeto que no sólo opera datos, sino que “construye
realidades”, que está inserto en un contexto histórico, social, en una
relación interdependiente con el mismo.
A modo de ejemplo puede nombrarse al psicólogo
cognitivista Jerome Bruner, que muestra en su trayectoria
profesional, el pasaje del cognitivismo duro al blando, personificando
el recorrido de modificaciones en el pensamiento científico en esta
área. Su formación como psicólogo estuvo impregnada por la mirada
conductista que transformó la psicología experimental en Estados
Unidos, donde la percepción se convirtió en discriminación, la
memoria en aprendizaje, el lenguaje en comportamiento verbal, la
inteligencia en aquello que era medible mediante pruebas de
inteligencia. Termina sus estudios en la universidad de Duke en
1937, y su doctorado lo realiza en la universidad de Harvard en 1941.
Es aquí donde se interesa por la psicología evolutiva y social. Dirige
el prestigioso “Centro de Estudios Cognitivos” considerando a la
mente en tanto capacidad que permite representar la realidad externa
al sujeto (“revolución cognitiva”). En 1956, publica “A Study of
thinking”, donde junto con Goodnow y Austin, estudian cómo la
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inteligencia humana busca clasificar su entorno en clases

significativas de hechos. Es el proceso de categorización o
conceptualización (formación de conceptos, toma de decisiones,
inferencia, etc.). Este libro se considera el inicio de la “revolución
cognitiva”. Es decir, el paso de la conducta como objeto de estudio, a
la mente humana en tanto facultad que procesa, filtra y opera la
información que recibe. El sujeto codifica y clasifica los datos que le
llegan del entorno a través de categorías de las que dispone para
comprenderlo.
A mediados de la década del 60, protagoniza una lectura
crítica de la Ciencia Cognitiva impulsada en los 50 que le motiva a
proponer una “revolución cultural” donde pasa a considerarse a la
mente humana como producto de las fuerzas históricas culturales que
conforman toda sociedad. Pueden distinguirse entonces, dos
momentos de reformulación teórica en la trayectoria de J. Bruner, la
primer revolución (cognitiva), donde busca y encuentra respuestas
diferentes a las ofrecidas por el marco teórico de su formación
profesional (conductismo), y la segunda (cultural), donde re-piensa
su propia propuesta de modificación del objeto y método de estudio
en la psicología, desarrollando los postulados teóricos de la
psicología cultural, con fuerte influencia de la corriente histórico
cultural.

Conceptos claves: estructura, proceso y representación

El Procesamiento de la información es el programa de

investigación que resultó efectivo para responder aquellas preguntas
que el conductismo no podía resolver de manera eficaz. Tres son sus
elementos centrales:

1. Las estructuras son los componentes estáticos de un sistema,

que se mantienen invariables a lo largo del tiempo.
2. Los procesos refieren a la actividad del sistema. Son
elementos dinámicos.
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3. La representación, es el componente exclusivo de los

sistemas de procesamiento. La información que proviene del
ambiente se registra y representa internamente en el sistema
cognitivo humano, o en cualquier otro sistema de
procesamiento. Realizar acciones para lograr modificaciones
en el ambiente, solo puede conseguirse en la medida que el
mundo sea representado.

La Psicología Cognitiva toma como tema de gran interés el elucidar

qué formato o formatos asume la información que resulta ser la
materia prima de la actividad mental.

Postulados básicos del Procesamiento de la información

La concepción del ser humano como procesador de la

información está basada en la aceptación de la analogía del
funcionamiento del ordenador y la mente humana. Se adoptan los
programas del computador como metáfora del funcionamiento
cognitivo humano. La Psicología Cognitiva se interesa
principalmente en la organización funcional de la mente, sin estudiar
directamente el componente orgánico de las operaciones mentales.
Se desestima el principio de “correspondencia”3 sostenido por el
conductismo, que decía que de existir la mente, ésta sería una copia
de la realidad, un reflejo de ésta. El sujeto pasa de ser
fundamentalmente pasivo, a convertirse en un procesador de la
información, que busca y reorganiza.
La Psicología Cognitiva explica el repertorio de conductas,
acciones y pensamientos humanos, desde el nivel de las
representaciones, operando con símbolos, reglas, imágenes,
presentes entre lo que ingresa y lo que egresa de la mente del sujeto.

3
Si bien los primeros modelos cognitivos clásicos (como el modelo “multialmacén”
que se aborda más abajo) continuaron en parte postulados empiristas y
asociacionistas como continuidad del paradigma anterior.
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Al ocuparse de las representaciones, el procesamiento de la

información realizó importantes aportes en torno al concepto de
memoria, siendo ésta una estructura básica del sistema. Así, se
plantea la existencia de procesos cognitivos causales, donde se
sostiene la existencia de interacción de las variables propias del
sujeto y las variables de la tarea a resolver, o la situación ambiental a
la que se enfrente el sujeto. A partir de estos conceptos, se pretende
descubrir cómo las representaciones mentales del individuo
determinan su comportamiento.

La memoria humana

Tanto en la acepción tecnológica como biológica, una

memoria es un sistema de almacenamiento y recuperación de
información; es el núcleo conceptual de la Psicología Cognitiva.
Pueden identificarse tres etapas al momento de ejecutar su función:

Codificación: donde se alimenta al sistema con la

información que corresponda.
Almacenamiento: se conserva la información en el tiempo,
precaviendo posibles deterioros, extravíos u olvidos.
Recuperación: se accede al material informativo que fue
almacenado para ser utilizado cuando se necesite.

En la actualidad, las distintas investigaciones acerca del tema

coinciden en que el ser humano necesita permanentemente recordar,
para lo que debe adquirir, retener y almacenar diversos tipos de
información, de modos variados. De igual manera, coinciden en que
la recuperación de dicho material también ocurre de distintos modos,
por lo que corresponde hablar, no de una única memoria humana,
sino de “memorias” en plural. Es prerrequisito de toda actividad
cognitiva.
La metáfora computacional lleva a considerar el elemento
“memoria” de manera destacada, pues es una de las estructuras que
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permite el empleo de las representaciones para la resolución de

problemas. Las teorías “multialmacén” (Atkinson y Shiffrin, 1968)
consideran a la mente conformada por varias estructuras (memoria
sensorial, a corto plazo y a largo plazo), organizadas de manera
secuencial, con características particulares y propias. En el gráfico
presentaremos las características fundamentales de cada uno de los
almacenes de memoria, que se definen por la retención, la capacidad
y el formato de la información que procesan:

Memoria Memoria Memoria a

sensorial a corto largo plazo
plazo
Capacidad Capacidad Capacidad
Capacidad ilimitada limitada (cuasi)
ilimitada
Escasa Persistencia
Persistencia persistencia Duración limitada temporal
temporal temporal indefinida
Codificado:
Formato propiedades
Formato Precategorial codificado semánticas y
otros tipos de
información
Almacenar Retención y
Función rápidamente control Retentiva y
toda la procesamiento de práctica
información la información
posible
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Otra clasificación de las características de los sistemas de memoria,

es la que toma el criterio de “operaciones de inclusión de clase” para
distinguir entre:

Memoria episódica: permite ejecutar una variedad de tareas

de una clase o categoría concreta, independientemente de los
contenidos específicos de las tareas, siempre partiendo de la
particular tarea cognitiva de un sujeto. Procesa cualquier “input”,
información de tipo autobiográfico. Está situada temporal y
espacialmente. Por ejemplo, un escultor puede almacenar y recuperar
sin dificultades y con detalles del contexto, toda aquella información
referida a las características de los materiales a tallar o esculpir,
adquirida en el primer “atelier” donde realizó sus primeras clases.
Recuperará información referida a colores, olores, texturas, durezas
de los materiales; posturas corporales suyas, de su maestro; ubicación
de los alumnos en relación a la ventanas y puertas; luminosidad del
espacio, etc.
Memoria semántica: permite ejecutar tareas de una clase o
categoría concreta, independientemente de los contenidos específicos
de las mismas, se refiere así a conocimientos genéricos acerca del
mundo, significados y conceptos. Opera con información sin
considerar al contexto y experiencia personal como variables
relacionadas en dicha operación. Retomando el ejemplo anterior, se
almacenará información referida a las características de los
materiales y los modos de manipularlos para lograr una escultura o
tallado, pero en general, es decir, sin recordar dónde lo aprendió o de
donde sale ese conocimiento conceptual.
Ambas memorias, episódica y semántica, conforman la
“memoria declarativa”, proceso referido a material informativo que
puede ser evocado de modo explicito, intencional, de la memoria a
largo plazo. Está memoria declarativa se opone a la “memoria no
declarativa” o procedimental, que participa de operaciones cognitivas
referidas a habilidades motoras o ejecutivas, necesarias para la
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realización de una tarea. Su evocación ocurre de modo implícito, al

ejecutar la habilidad motora en cuestión, de la memoria a largo plazo.
En el ejemplo anterior, podríamos encontrar diferencias en la fuerza
de los golpes con que un artista esculpe una pieza de granito y una de
madera, y este sujeto puede retener el procedimiento manual que
utiliza en cada caso.

¿A quién “mira” la Psicología Cognitiva?

El cognitivismo pone en primer plano al sujeto, como ser que

conoce y piensa. Da importancia a las representaciones mentales, a
los procesos de pensamiento, a los modos de conocer o codificar la
información, a las estrategias cognitivas de resolución de problemas.
Tomando en consideración las diferencias entre las vertientes blanda
y dura del cognitivismo -dentro de la versión débil de la metáfora-,
podemos encontrar varios sujetos distintos: aquel que computa
representaciones, el que identifica reglas, aquel que tiene el acento
puesto en su interacción con la cultura para el desarrollo de procesos
cognitivos, aquel que desarrolla estructuras cognitivas formales o
aquel que constituye su conciencia a través de su relación con los
“otros y consigo mismo”.
El sujeto de la Psicología Cognitiva es aquel que posee una
organización propia, y en función de dicha organización cognitiva
interna, codifica, interpreta y opera sobre la realidad. Produce en esa
realidad la información que elaboró, o los significados que va
construyendo, según la vertiente cognitiva que lo esté observando.
Desde el cognitivismo duro, el sujeto opera con datos, aunque de
modo mecánico, bajo leyes de asociación que determinan linealmente
los procesos. El marco empirista de investigación enmarca duramente
la explicación del fenómeno a explicar. Desde el blando, en cambio,
el sujeto es activo y modifica la realidad al conocerla, dado que las
investigaciones se enmarcan en metodologías interpretativas y
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constructivistas4. Esta actividad no se relaciona solamente con las

acciones necesarias para resolver una tarea, es una actividad
inherente al mismo sistema social y cultural conformado por el sujeto
que conoce.

Teorías de la mente: Dos grandes posturas

Derivadas de las investigaciones llevadas adelante por los

cognitivistas, surgen distintas posturas en relación a la arquitectura
funcional de la mente. A los dualismos ya establecidos, herencia-
medio, conductismo-cognitivismo, mente-ordenador, etc. se plantea
una nueva dupla, referida a la modularidad-holismo de la mente.
Pueden distinguirse dos grandes tipos de teorías de la mente. Unas
concepciones, las tradicionales en psicología, la consideran como una
estructura, sistema o mecanismo con propósito general y competente
en cualquier contenido concreto de aprendizaje; las diversas
facultades mentales operan sobre la información, independientemente
de la naturaleza de ésta. Es una concepción horizontal de la mente.
Las segundas, plantean una concepción modular, donde la mente
estaría constituida por un conjunto de módulos especializados. Cada
módulo es específico y especializado en un tipo de proceso o
actividad. Así, serían diferentes los módulos o sistemas responsables
de las percepciones de objetos, orientación en el espacio, el lenguaje
o la interacción con otras personas. La psicología cognitiva clásica5,
en cambio, considera que la mente es un “único” sistema que capta,
representa, almacena y procesa la información. Es una visión
holística del cerebro, que sostiene que es una masa homogénea que
opera como un todo. La mente es concebida como una entidad
unitaria.

4 Las perspectivas constructivistas serán presentadas en los próximos capítulos

dedicados a autores como Bruner y Vigotsky. Suponen un sujeto activo que en su
relación conflictiva con el mundo transforma su estructura mental previa.
5
Por ejemplo el modelo “multialmacén”.
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Una cuestión polémica es saber si los mecanismos de

procesamiento son los mismos en toda actividad mental o cada
género de actividad mental (percepción, lenguaje, memoria,
resolución de problemas, etc.), posee modos representativos y reglas
de transformación y procesamiento de las representaciones propias.
En los primeros años de establecida esta controversia, un filósofo y
psicolingüista norteamericano plantea con énfasis la idea de la
modularidad de la mente, Jerry Fodor (1983). Según este teórico, la
arquitectura de la mente no está sólo conformada por facultades
horizontales, como sostiene la postura tradicional, sino también por
facultades verticales o módulos especializados en percibir y procesar
informaciones pertenecientes a dominios específicos, sean sonidos
verbales, musicales, caras, etc.
Según su postura, la mente presenta dos tipos de estructuras
diferentes: los sistemas modulares y los centrales. Los primeros se
conforman y funcionan de modo independiente, separado y paralelo,
como los sistemas de input, vista, oído, tacto, etc. y también el
lenguaje. Son realizados lógicamente por estructuras cerebrales muy
diferenciadas, para lo cual están innatamente programados,
funcionando con rapidez y procesan la información específica de
forma “encapsulada” (cerrada a la información de otros módulos).
Las informaciones proporcionadas por los distintos módulos pasan a
un nivel de representación en un formato común, el lenguaje de la
mente, adecuado para el sistema central. Los sistemas centrales
tienen una base neuronal muy distribuida en el cerebro que resulta
difícil de identificar y están abiertos a los aprendizajes.
Frecuentemente actúan a nivel consciente. Son holísticos y no
encapsulados, esto los configura como sistemas de dominio general,
esto es que procesan información procedente de los diversos
módulos. También reciben información de las distintas memorias del
sujeto, logrando integrar informaciones provenientes de los diferentes
sistemas modulares perceptivos con las informaciones ya
almacenadas. Ejemplos de los sistemas centrales son la inteligencia,
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el pensamiento, la imaginación, categorización, formación de

creencias, toma de decisiones, entre otros.
Hoy en día, sigue planteada la controversia. Son varias las
disciplinas que se encuentran investigando en esta línea de la
modularidad de la mente, sumando diversos aportes para confirmar
las teorías modulares de la organización cerebral. Entre ellas
encontramos contribuciones provenientes de la Neuropsicología, la
Neurolingüística, la Psicología Evolucionista, la Paleontología y la
Arqueología.

Bibliografía

Bruner, J. S., Goodenough, J. & Austin, G. (1956). A

Study of Thinking. New York, USA, John Wiley.
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Fodor, J. A. (1983). La modularidad de la mente: Un ensayo
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Venezuela. v.25 n.2 Caracas.
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Rivière, Ángel (1991). Anuario de Psicología. n° 51, 129-
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Rivière, Ángel y Belinchón Carmona Mercedes (2002).

Diálogos sobre psicología: de los cómputos mentales a los
significados de la conciencia. Volumen 1, Madrid, Ed. Médica
Panamericana.