Palmo
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Figura 2. K’an Tok Wayib de Yaxchilán juega pelota encarnando a un dios del viento. Escalinata Jeroglífica 2 de
Yaxchilán, Escalón X (según dibujo y fotografías de Ian Graham, CMHI 3:163).
que ha influido en muchas de las reflexiones hechas en torno al tema (por ejemplo, Boot 1991:237-9; Macri 2000:29;
Macri y Looper 2000).1 Linda Schele y Mary Miller (1986:252, 255 y nota 22) fueron las primeras en notar la importancia
fonética de las variantes ortográficas de este compuesto—a menudo, escrito simplemente na-ba (Figura 1a), aunque
ocasionalmente va acompañado de un signo “de mano” no descifrado, seguido ya sea de la sílaba ba o, más raramente,
sin asociarse con ningún otro glifo (Figura 1c). Schele y Miller interpretaron esto como evidencia de una lectura nab, la
cual vincularon con los términos mayas para denotar “lirio acuático” y “estanque de agua”, aunque reconocieron que el
término parecía tener una importancia más bien incierta en estos contextos.
De importancia fue asimismo que notaran que los coeficientes numéricos se limitaban a los números 9, 10, 12, 13 y 14.
Esta restricción a un puñado de coeficientes—junto con la persistente ausencia de texto secundario alguno—, llevó a Schele
y a Miller a dudar de la sugerencia de Hellmuth de que estos coeficientes se usaran para registrar un marcador. En lugar
de ello, propusieron que los coeficientes bien podrían haber sido referencias al número de “cautivos” o de “sacrificios
humanos” que se hallaban en liza durante un juego, sugerencia motivada en parte por su interpretación marcial de la
iconografía relacionada con el juego de pelota del período Clásico. Esta interpretación también presenta problemas, pero
baste aquí decir que las instancias en que aparece na-ba tampoco reciben explicación en esta hipótesis y muchos estudiosos
siguen considerando que este término sigue sin descifrarse aún (Colas y Voss 2001:188; Freidel et al. 1993:357).
En fechas más recientes y con base en la sustitución clave escrita na-ba que notaron por primera vez Schele y Miller,
varios estudiosos (incluyendo a este autor) han llegado a la conclusión de que, más que nahb “lirio acuático”, puede
aludirse con este término más bien a una raíz muy diferente pero que resulta parcial o totalmente homófona: nahb
“palmo” (Lacadena y Wichman, en prensa; Macri 2000:29; Macri y Looper 2000:2; Zender 2002:404). Esta interpretación
ciertamente explica la sustitución logográfica de la ortografía na-ba que consiste en una mano derecha con la palma hacia
abajo y el pulgar y los dedos extendidos (Figuras 1b, 1c, 5a, 5b). Es también alentador el apoyo a nivel de léxico que es
dable hallar en las lenguas relevantes para la epigrafía:
Chíol -ñajb “sufijo numeral para contar cuartas de la mano” (Aulie and Aulie 1996:79)
Tzeltal -nahb “medida del pulgar al dedo del corazón” (Slocum et al. 1999:80, 318)
Yucatec náab “palmo” (Bricker et al. 1998:192)
<naab> “palmo; la cuarta parte de la vara castellana” (Barrera Vásquez et al. 1980:545; Thompson 1970:330)
Mopan naab “cuarta” (Ulrich and Ulrich 1976:136)
Itzaj naab “cuarta (vara)/cuarto de vara, medida desde el pulgar extendido hasta el meñique (8-9 pulgadas)”
(Hofling and Tesucún 1997:468).
No hay gran duda de que estas formas están relacionadas entre sí, ya que todas corresponden a los reflejos espera-
dos de la forma ancestral *nahb “palmo.” Esta hipótesis encuentra apoyo adicional en la morfología de los clasificadores
numéricos, que típicamente se derivan de raíces posicionales y transitivas mediante la infijación del sonido -h- (Berlin
1968:20-23; Hironymous 1982:14-27). De hecho, Bricker et al. (1998:192) sugieren que el término yucateco náab (<*nahb)
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La sugerencia más divergente seguramente es la de Marvin Cohodas (1991:261-3), quien sostenía que estos compuestos debían leerse “#-chaan”
y los relacionaba con los retratos del Dios L y su búho asociado durante el período Clásico. No obstante, no existe apoyo alguno para esta lectura
de los conocidos signos na y ba en estos contextos.
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Justo cuando este artículo estaba por entrar a imprenta, supe que Michael
Coe (2003:199-200) también ha vinculado la ortografía na-ba con el término
yucateco de “palmo” sosteniendo, como lo hago yo, que es probable que sea una
alusión a una magnitud de circunferencia.
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La medida española de una vara equivalía a unos 83.6 cm.; un cuarto de
vara habrían sido 20.9 cm., equivalentes a 8-1/4 de pulgada. Esto corresponde
perfectamente con la medida que aparece en Hoflin y Tesucún (1997:468) de
“entre 8 y 9 pulgadas.”
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Lajchan K’awil Ajaw Bot, vestido con la parafernalia característica de los jugadores de pelota
(Martin y Grube 1000:64-5). Según lo identificó por vez primera Linda Schele (Freidel et al.
1993:361; Schele y Grube 1990), el texto asociado equipara la muerte por sacrificio de un
prisionero con el “lanzamiento” de una pelota en el juego de pelota (Figura 4):
ya-la-ja U-CHAN-na BAHLAM-NAL U-K’ABA-a 9-na-ba
yahlaj uchan bahlamnal uk’aba’ baluun nahb
“es lanzado, el Amo de Bahlamnal, (que es) el nombre de la (pelota) de nueve palmos”
De manera enigmática, el texto abunda en esta referencia al tamaño de la pelota con una
frase que, para todos los efectos, sostiene que “la (pelota) de nueve palmos es el mismo nombre
de la “pelota de hule” y de la “cuerda” del rey:4
*ye-te-k’a-ba-IL U-”pelota.de.hule”-”cuerda”
yetk’aba’il u-?-?
“(que es) el mismo nombre de su pelota de hule y cuerda”
Si bien resulta difícil entender cabalmente el significado preciso de “nombres” y “mismos
nombres” en estos casos, ciertamente se subraya el uso del compuesto de pelota—baluun
nahb o “nueve palmos” en este caso—, como alusión específica a la pelota misma. Además
de dar apoyo a la hipótesis de que estos compuestos realmente son designaciones que aluden
a las pelotas a las que sirven de “etiqueta,” también hacen posible la identificación de varios
textos relacionados con el juego de pelota que hasta ahora no se habían reconocido como tales,
además de desenmascarar a uno de los patrones divinos del juego de pelota maya.
Tal y como lo reconocieron por primera vez David Stuart y Stephen Houston (Houston y
Stuart 1996) y lo abordó en fechas más recientes Alexander Tokovinine (2002), la encarnación
de deidades es uno de los temas más importantes que se dan en las escenas de juego de pelota
y en sus textos asociados. Al igual que en las dramáticas reescenificaciones rituales que se
montaban en el teotlachtli o “juego de pelota divino” de los mexicas (Nicholson y Quiñones
Weber 1991), los reyes y nobles mayas jugaban pelota representando a sus deidades tutelares
como una poderosa manera de reiterar y reafirmar los mitos de fundación de sus Estados. Así
pues, tanto en diversas vasijas de origen desconocido como en un fragmento de la escalinata
jeroglífica de El Perú, se representa a los reyes encarnando a una entidad conocida como 7-?
(Figura 5a) y también como 7-[TE’]?-(wa) (Figuras 5b, 5c, 5d). Habré de ocuparme un poco
más adelante de cuál es el nombre de este dios, pero es importante notar que en al menos dos
ocasiones el texto aclara que el acto de encarnación mismo ocurre ti lajchan nahb, es decir, “con
la (pelota) de 12 palmos” (Figuras 5a, b).5 Si bien los otros dos textos no hacen mención alguna
Figura 4. Los nombres
de la pelota de 12 palmos característica de esta deidad, ambos aluden a que la encarnación
de una pelota para juego tuvo lugar ya sea ti pitziil “mientras se jugaba pelota” (Figura 5c) o mientras el rey pitziij
de pelota, Tablero 2 de “juega pelota” (Figura 5d). Independientemente de cuál pueda ser su nombre, la asociación
La Amelia (según Hous- de esta deidad con los juegos de pelota y los implementos asociados con el mismo resulta
ton 1993:fig.3-21).
innegable.
En lo que hace a la identidad de esta enigmática deidad patrona del juego de pelota, mientras
Tokovinine (2002:4-5) considera que este personaje se relaciona con el dios venado Huk Sip o
“Siete Sip,” yo soy de la opinión que este investigador malinterpretó el erosionado infijo TE’
que aparece en varios ejemplos como diagnóstico de un personaje distinto, al que se conoce
como patrón del mes “Pax.” De hecho, este último seróque es la variante de cabeza del signo
TE’—aparece conflado aquí con la juvenil cabeza de “Chicchan.” Dado el ocasional traslape
entre esta cabeza y el signo AJAW en varios textos tempranos (Stephen Houston, comunicación
personal 2003)—junto con la presencia de la sílaba -wa final de uso aparentemente no
obligatorio en al menos una instancia (Figura 5c)—, resulta tentador leer el TE’ sencillamente
como un clasificador numérico, en el contexto de una lectura Huk Ajaw o Hukte’ Ajaw (“Siete
Ajaw”), que bien podría ser el equivalente, durante el período Clásico, del personaje conocido
como Vucub Hunahpu en el Popol Vuh de los kichés (ver Tedlock 1996:91-98). Esto sugeriría, a
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En relación con la interpretación de etk’aba’ como “el mismo nombre, tocayo,” ver Zender y Guenter (2000).
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El segundo texto (Figura 5b) implica a dos pelotas adicionales, incluyendo una lajuun nahb o “(pelota) de diez
palmos” y quizás una huk nahb o “(pelota) de siete palmos,” si bien el daño que ha sufrido la vasija dificulta la
evaluación del resto de la frase y su vinculación con el nombre del personaje que lleva a cabo la encarnación.
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8a; ver también Orr 2003:fig. 10), en tanto que el uso de pesadas bandas en la cabeza
y en las muñecas controlan el flujo del sudor (Figuras 2, 8a y 8b), manteniendo los
ojos y las manos secas y asegurando así una visión sin obstáculos, así como un
buen agarre de sus armas.
Aunque hay variaciones en la forma de escribir su nombre—que puede escribirse
JATZ’-AHKAN-na (Figura 9), JATZ’-no-ni a-AHKAN-na (Figura 8a) y JATZ’-ni
AHKAN-na (Figura 8b)—, el más común de estos espíritus boxeadores se conocía
aparentemente con el nombre de Jatz’oon Ahkan o incluso como Jatz’noon Ahkan,
“Ahkan Golpeador” (Figuras 8a y 8b).6 Como variante especialmente macabra del
dios de la intoxicación, reconocida por primera vez por Grube y Nahm (1994:708-9;
ver también Grube 2001:294-5), este personaje generalmente lleva pintura corporal
oscura y el cabello atado y con frecuencia blande porras antropomorfas de piedra
que revelan su papel adicional como deidad patrona de los deportes sangrientos Figura 9. El signo JATZ’ en el nombre
mayas. del Dios A’ Boxeador. Vaso K5070 (según
fotografía de Justin Kerr).
De importancia secundaria sólo en relación con “Ahkan Golpeador,” otro
fabuloso espíritu boxeador es la representación de un jaguar que blande una piedra,
envuelto en los anillos de una serpiente de relámpago, con signos de estrellas que
echan chispas o gotean adheridos a los cuerpos de ambas criaturas (Figura 8c;
Grube y Nahm 1994:688-89). Aunque es complejo y la manera de escribirlo presenta
ciertas variantes (Figuras 8c y 10), actualmente podemos leer el nombre de esta
criatura como JATZ-la-TOK-EK’ HIIX o Jatz’ Tokal Ek’ Hiix, “Jaguar Golpeador
de Estrellas Centelleantes,” nombre que no es sino una descripción literal de la
iconografía asociada con el mismo. Aunque su significado sigue siendo un enigma, Figura 10. El signo JATZ’ en el nombre
este nombre debió gozar de importancia, pues al menos un rey del período Clásico del Jaguar Boxeador. Vaso K1652 (según
fotografía de Justin Kerr).
tardío parece haber adoptado este complicado epíteto como nombre de reinado
(Figura 11).7
Al igual que el juego de pelota mismo, es muy probable que los deportes
mayas de sangre tuvieran aspectos tanto deportivos como rituales. La frecuente
asociación de escenas boxísticas con los campos para el juego de pelota sugieren lo
primero (Orr 2003; Taube 2000), en tanto que las escenas con personajes mitológicos
participando en actividades boxísticas revelan un importante componente
religioso, quizás uno en el que se asociaba el sangrado por combate con temas
agrícolas como hacer llover o la abundancia en las cosechas. De hecho, en tiempo
de sequía varios grupos mesoamericanos modernos continúan practicando formas
Figura 11. El signo JATZ’ en el nombre del
rey prisionero de Sak Tz’i’. Monumento 83
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No resulta imposible que la presencia ocasional de sufijo -ni en este caso sea el reflejo de un de Toniná, (según dibujo y fotografías de
signo TUUN o “piedra,” conflado con el signo principal JATZ’. De ser así, es posible que estemos en Ian Graham, CMHI 6:113).
presencia de un nombre más complejo, como Jatz’ontuun Ahkan o “Ahkan que Golpea con Piedra.”
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Fue Simon Martin (comunicación personal 1999) quien por primera vez llamó mi atención
sobre la importancia de esta ortografía (ver también Martin y Grube 2000:188-189).
Figura 12. El rey de Yaxchilán juega pelota encarnando a la Serpiente del Lirio Acuático. Escalón VII de la Escalinata Jeroglífica 2 de Yaxchilán. Dibujo
de Ian Graham (CMHI 3:160).
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a b c
Figuras 13a-c. Cláusulas de inauguración que incluyen el signo JATZ’ y las sílabas *ja y tz’i. a) Escalón VII de la Escalinata Jeroglífica
2 de Yaxchilán: Q1-Q2 (según dibujo y fotografías de Ian Graham, CMHI 3:160). b) Bloque de la Escalinata Jeroglífica de El Perú
(según dibujo de campo y fotografías de Ian Graham). c) Escalinata Jeroglífica de Copán (según dibujo de Barbara Fash).
altamente ritualizadas de boxeo. Resulta sumamente mítica que subyace al juego de pelota, de la que quedan
interesante constatar que hay practicantes rituales en versiones distorsionadas en el Popol Vuh de los K’iche’s del
Guerrero que continúan vistiéndose como jaguares que siglo diecisiete (Martin y Grube 2000:130). Los paralelos
atraen la lluvia para enfrentarse a oponentes protegidos con este mito fundamental son reforzados mediante
por gruesos atuendos (Brody 1988; Cordry 1980; Orr las encarnaciones que de la Serpiente del Lirio Acuático
2003:90-1), quizás con una conexión bastante directa con el llevan a cabo el padre y el abuelo del rey en dos escalones
“Jaguar Golpeador de Estrellas Centelleantes.” El objetivo asociados (el 6 y el 8), en los que también se les retrata en el
del ritual es provocar sangrado, estimulando así la caída acto de despachar a infortunados prisioneros. Considerada
de la lluvia, recurriendo a la llamada magia por analogía. bajo esta óptica, la reescenificación ritual de este antiguo
Otro contexto importante en el que aparece el glifo mito por parte de Pájaro Jaguar IV colocaba sus actos en
JATZ’ es en escenas de sacrificio en el juego de pelota, el contexto de estos eventos fundamentales, brindando
como ocurre en el Escalón VII de la Escalinata Jeroglífica 2 así una importancia cosmológica a estos actos clave de
de Yaxchilán (Figura 12). En este monumento, el rey Pájaro sacrificio de prisioneros.
Jaguar IV, quien reinó a finales del siglo VIII, se viste a guisa No obstante, esta reescenificación de eventos
de la Serpiente del Lirio Acuático, deidad del viento, el agua probablemente cumplía asimismo un papel práctico,
y los cenotes, equivalente maya del período Clásico de la sirviendo como útil recordatorio para los personajes
deidad Quetzalcóatl del México Central (Taube 1992:56-59; menores de la nobleza y para las mujeres del linaje real de
ver también Robertson 1990). A Pájaro Jaguar IV no sólo sus papeles, dispuestos por orden divina, como sirvientes
se le retrata con los atributos de este dios, sino que lleva y auxiliares del rey. Así pues, en tanto que Pájaro Jaguar IV
también toda la parafernalia para jugar pelota, incluyendo y sus ancestros asumen el papel de la Serpiente del Lirio
un yugo, una gruesa tela protectora para la cadera y una Acuático y derrotan a cautivos presentados como antiguos
rodillera. En presencia de siervos enanos del dios el rey, enemigos de la civilización, los nobles de menor rango
transformado en personaje sobrenatural, acaba de dar a aparecen representando el papel de lo que quizás hayan
su prisionero un fuerte golpe, enviando su cuerpo atado a sido personajes menores como los Ik’ K’uh, o “Dioses
rebotar sin control en los escalones del sacrificio. El evento del Viento,” y juegan no con prisioneros derrotados, sino
climático se describe en el texto asociado a la escena como con lajchan nahb o pelotas “de doce palmos” (Figura 2)
JATZ’-na-ja 3-a-ha-li EHB o jaatz’naj uhx ahaal ehb, “se (Stuart et al. 1999:II-44; ver también escalones 4, 5 y 12).
golpea el escalón de las tres conquistas” (Figura 13a). La Mientras tanto, las reinas o bien ponen pelotas en juego
esencia de esta fórmula también aparece en las escalinatas (escalones 1 y 11) o bien conjuran a dioses del relámpago y
jeroglíficas de El Perú y de Copán (Figuras 13b y 13c), en la fecundidad (escalones 2 y 3). De este modo, los mitos del
el primer caso asociada sin duda con la encarnación de juego de pelota y de los deportes sangrientos asociados con
“Siete Ajaw” que ya hemos considerado más arriba (Figura él servían como una suerte de estatuto social (Malinowski
5d). Aunque presenta algo de erosión, en la ortografía 1984:101), justificando al orden social y ubicando sus
utilizada en Copán aparentemente se sustituye el glifo de orígenes en el numinoso mundo del pasado mitológico.
la “piedra en mano” con los elementos *ja y tz’i, lo que
brinda evidencia adicional de que este logograma tiene el 8
Como lo ha mostrado Lacadena (en imprenta), las terminaciones
valor JATZ’.8 -n-aj en la escritura jeroglífica probablemente reflejen la pasivización
de elementos constituyentes que no son CVC. Así pues, la ortografía
El texto presenta el acto de sacrificio de Pájaro Jaguar IV disarmónica ja-tz’i o jaatz’ resulta misteriosa (ver Houston et al.
como un eco moderno de las decapitaciones de tres seres 1998), pues bien podría apuntar a una derivación inicial de jatz’ como
sobrenaturales, algo que sucedió en las profundidades jaatz’, sustantivo que significa “fuete” o “porra” (por ejemplo, la
insondables del tiempo mitológico (Freidel et al. 1993:356- palabra yucateca hàatz’ sust. “fuete,” Bricker et al. 1998:93) antes de
su rederivación como verbo (¿jaatz’a?) y su posterior pasivización en
62; Martin y Grube 2000:130). Estas referencias a antiguas forma jaatz’naj. En otros contextos, las ortografías ja-tz’a-la y ja-tz’a-
luchas entre dioses ancestrales sin duda incluyen la base ja probablemente reflejen inflexiones de participio y de voz pasiva,
respectivamente, de la raíz inalterada jatz’.
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