Clase Miercoles
Clase Miercoles
Clase Miercoles
Las “malas
noticias” son acerca de nosotros—como somos. Las “buenas noticias” son acerca
de Dios. Como Él es y lo que ha hecho por nosotros.
Las ”malas noticias” es que tenemos pecado en nuestros corazones, ¿Alguna vez
has mentido? ¿Has desobedecido a tus padres? ¿Has tomado algo que no te
pertenece? ¿Alguna vez has odiado a alguien? ¿Alguna vez has dicho malas
palabras? Hacemos estas cosas porque tenemos pecado en nuestros corazones.
Las “buenas noticias” es que Dios nos dio a su Hijo para que fuera nuestro
Salvador. El Señor Jesús murió en la cruz para tomar el castigo por nuestros
pecados. Pero Jesús no se quedó muerto. Él se levantó al tercer día. ¡Resucitó
para ser nuestro Salvador viviente y nuestro mejor amigo especial!
Cuando aceptamos al Hijo de Dios, al Señor Jesús como nuestro Salvador, Dios
perdona todos nuestros pecados y nos hace su hijo por siempre. ¡Esas son muy
buenas noticias!
Porque Dios nos ama tanto, Él nos dio el mejor regalo que podía darnos. Él nos
dio a su Hijo para que fuera nuestro Salvador. La Biblia dice, “el Padre ha enviado
al Hijo, el Salvador del mundo” (1 Juan 4:14).
El Señor Jesús nació en Belén. Jesús tenía una madre como cualquier otro bebé,
pero Él no tenía un padre humano como lo tenemos tú y yo.
¿Quién era Su Padre? ¡Dios era Su Padre! Jesús vino al mundo como un
pequeño bebé, pero era diferente a nosotros porque Él no tenía pecado en su
corazón. ¡Él es el hijo de Dios sin pecado!
¿Alguna vez te has preguntado como Jesús obtuvo su nombre? ¡Dios se lo dio! El
nombre “Jesús” significa “Salvador”. Jesús es Aquel que nos salva de nuestros
pecados. Dios dijo, “y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo
de sus pecados” (Mateo 1:21).
Ahora llegamos al evento más triste pero más maravilloso que jamás ha
pasado en este mundo—el momento en el que Jesús sufrió y murió en la cruz por
nuestros pecados. Los hombres no le quitaron la vida a Jesús. El escogió darla
por nosotros.
El dijo: “Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida…Nadie me la quita,
sino que yo de mí mismo la pongo” (Juan 10:17, 18).
Jesús fue llevado al gobernador Romano, Poncio Pilato. Pilato ordenó a los
soldados a que sacasen a Jesús y que lo azotasen. Fue terriblemente golpeado.
Algunas personas le arrancaron los cabellos del rostro. Algunos le vendaron sus
ojos y tomaron turnos dándole en el rostro con palos. Algunos hasta le escupieron
en el rostro y se burlaban de Él.
Hicieron una corona para Jesús—no una corona de oro, pero una corona de
espinas. Luego lo llevaron a un lugar llamado Calvario y lo crucificaron. Esto
significa que sus manos y pies fueron clavados en la cruz.
Dos ladrones fueron crucificados al mismo tiempo, uno a cada lado de Jesús.
Estos dos hombres habían hecho muchas cosas malas. Pero Jesús nunca había
hecho algo malo. Jesús, el Hijo de Dios estaba muriendo por nuestros pecados.
Mientras Jesús colgaba en la cruz, Él podía ver a la gente que lo habían
azotado. El podía ver a los que lo habían crucificado en la cruz. El miró hacia el
Cielo y oró, “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Y repartieron
entre sí sus vestidos, echando suertes” (Lucas 23:34). Jesús oró por sus
enemigos. Él quería que se salvaran.
Uno de los ladrones que fue crucificado con Jesús fue salvo porque aceptó al
Señor Jesús como su Salvador. Él dijo, “Acuérdate de mí cuando vengas en tu
reino”. Jesús le respondió, “De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el
paraíso” (Lucas 23:43).
El otro ladrón hubiese sido salvo también si hubiese aceptado al Señor Jesús
como su Salvador. Jesús lo amaba y quería ser su Salvador, pero él no creía en
Jesús. El no se salvó. El no fue al Cielo.
¿Por qué el Hijo de Dios murió en la cruz? Jesús murió para que pudiésemos
ser perdonados de todos nuestros pecados. Jesús es el Hijo de Dios. El nunca
cometió ni un solo pecado en toda su vida, pero el cargó con el castigo por mis
pecados y tus pecados.
Dios tomó todos mis pecados, todos tus pecados, y los pecados de todas las
personas y los puso sobre Su Hijo. Todas mis mentiras, mi desobediencia, mi
manera fea de hablar, mi egoísmo, mi temperamento fuerte, todos mis pecados
fueron puestos sobre Jesús. La Biblia dice: “...más Jehová cargó en él [ Jesús] el
pecado de todos nosotros” (Isaías 53:6).
¡Piensa en el Hijo de Dios muriendo en una cruz como un criminal! ¿Por qué lo
hizo? Lo hizo porque nos amaba.
Hemos aprendido una maravillosa verdad: Jesucristo, el Hijo de Dios, murió
por nuestros pecados. Es aún más maravilloso cuando dices: “¡Jesucristo, el
Hijo de Dios, murió por MIS pecados!” ¿Podrías decirte eso ahora mismo?
Todos mis pecados estaban sobre Jesús cuando Él estaba en esa cruz, pero
cuando Él se levantó de la tumba, todos habían desaparecido. ¿Qué le pasó a mis
pecados? Dios los quitó. Los borró. ¡Se fueron por siempre! Dios dice que ni
siquiera los recordará. En Su Palabra, Él dice, “Y nunca más me acordaré de sus
pecados y transgresiones” (Hebreos 10:17).
¿Te gustaría agradecerle al Señor Jesús por morir por tus pecados? Tu puedes
hacer esto ahora mismo. Sólo dile, “Señor Jesús, te doy las gracias por
amarme tanto que moriste por mis pecados. Quiero que seas mi Salvador y
mi mejor Amigo especial”.