El Pensamiento Creativo
El Pensamiento Creativo
El Pensamiento Creativo
Pensamiento creativo1
Herramientas creativas
¿Qué hay dentro de un huevo Kinder? ¿Una sorpresa?, ¿un juguete?, ¿unos minutos de
tranquilidad para un padre en apuros?, ¿todas ellas? Lo que hay dentro de un huevo Kinder
es, en mi opinión, una fantástica idea de marketing.
A juzgar por la escasez, en términos relativos al menos, no debe ser fácil alumbrar ideas de
este tipo. Lo que abunda son ideas del tipo que la economía clásica denominaría una
ratonera mejor. De éstas sí, de éstas tenemos ejemplos para regalar. Cuando un fabricante
de patatas fritas quiere crecer, ¿qué hace?, saca al mercado una nueva variante con sabor
asiático, por ejemplo, o baja en colesterol, o adjunta un obsequio promocional, o lanza un
envase superextrafamiliar. Todos estos son ejemplos de aplicación de lo que podemos
denominar pensamiento lineal o secuencial.
En los saturados mercados actuales, no sacar variantes de este tipo puede suponer la
pérdida progresiva de cuotas de mercado, a manos de los competidores que sí las saquen.
Si somos nosotros los que lanzamos esas nuevas variantes también arañaremos cuota de
mercado a nuestro producto clásico (es lo que llamamos en Marketing canibalización),
pero al menos esa parte quedará en casa. En la práctica, lo que ocurre es que todos los
competidores sacarán nuevas variantes, y al final de la batalla el escenario no habrá
variado mucho del de partida, en lo que a cuotas de mercado se refiere. Eso sí, habremos
reducido nuestros márgenes, porque no es lo mismo fabricar, distribuir y comunicar una
sola variante que varias, especialmente cuando acabas vendiendo la misma cantidad total.
De manera que no hay que enterrar la innovación incremental demasiado pronto.
En cualquier caso conviene explorar la alternativa, si queremos romper este círculo suicida
en beneficio propio. Para ello conviene empezar por cambiar el objetivo. No se trata de
ganar cuota de mercado, sino de reordenar el mercado. Tenemos que redefinir sus
reglas. La innovación radical es la única capaz de hacerlo.
Veamos otro ejemplo, el lanzamiento de Sanex. El fabricante Sara Lee posicionó Sanex
huyendo del tópico (del estilo de X lava más blanco). En lugar de posicionar Sanex como
un producto higiénico, lo definió como un producto saludable (“Sanex, piel sana”). Había
introducido así un nuevo espacio en el mercado, o como dirían Ries y Trout, en la mente
del consumidor. Sanex es un producto que, además de limpiar (que se da por supuesto),
sana. Como el huevo Kinder, que a la vez que alimenta y gusta a los niños y niñas, les
proporciona entretenimiento, ¡y un rato de tranquilidad a los mayores!
Estas salidas por la tangente requieren una forma de pensar diferente. No nos sirve el
pensamiento lineal, deductivo. Necesitamos otra forma de pensamiento, lo que Edward de
Bono denominó pensamiento lateral.
1
Nota técnica preparada por el profesor José María Mateu en 2005.
“Pensamiento creativo”. Profesor José María Mateu
Aunque de una manera u otra las organizaciones con un marketing más creativo llevan
décadas aplicando esta forma de pensamiento, el término con el que De Bono lo bautizara
hace más de treinta años recobraba hace unos años actualidad, al menos en el entorno del
Marketing. La responsabilidad de esta actualidad era del maestro Philip Kotler, que
dedicaba al tema su libro titulado en castellano Marketing Lateral.
Lo suculento de este trabajo bibliográfico está en la afirmación de Kotler de que “el
marketing lateral permitirá a los responsables de marketing realizar funciones creativas sin
apoyarse en una idea accidental o casual”. Es decir, al descubrimiento de nuevas ideas se
le puede aplicar un método. El método es aplicación directa de las ideas de De Bono y
consiste en esencia en forzar una ruptura en la cadena de pensamiento lógico, pasando
luego a explorar vías que recompongan esa ruptura de una manera nueva, alternativa.
La garantía de éxito en esa recomposición no está asegurada, pero el método nos abre
caminos para abordarla, caminos que se sitúan a distintos niveles. A nivel del mercado
atendido la búsqueda se orienta a atender otras necesidades, otros públicos objetivos, otros
momentos de consumo, etc. A nivel de producto cabe pensar por ejemplo en nuevas
combinaciones (Magno con limón proponía una conocida escritora en un anuncio de un
suplemento dominical). Pero cabe también pensar en sustituciones, en reordenaciones, en
tamaños absurdos (como los de una nueva tienda que todo lo que vende es mucho mayor
de lo habitual). Y si abordamos por último cualquier otro componente del marketing mix el
número de opciones se multiplica.
Y el marketing lateral tiene además otra ventaja añadida, ¡es mucho más divertido!
cargas en ciudades. Sería lago así como recuperar algo que existió hace muchos años: el
motocarro. De hecho, ya hay empresas comercializando vehículos de este tipo.
El abanico de conceptos
La aplicación del pensamiento lateral nos aporta diversas herramientas útiles para
estimular la creatividad. El propio De Bono nos propone la herramienta denominada el
abanico de conceptos.
Pensemos como ejemplo en cómo pintar el techo de una habitación. Lo primero que se nos
ocurre es usar una escalera. Pero ahora pensemos que no tenemos escalera. En realidad lo
que necesitamos es algo que nos eleve sobre el nivel del suelo. Y entonces se nos ocurren
muchas más posibilidades. Lo que hemos hecho es retroceder al concepto (algo que nos
eleve) a partir de una aplicación concreta (la escalera) y esto nos ha abierto un espectro de
soluciones mucho más amplio.
Ahora podemos avanzar hacia un concepto más amplio. Si en lugar de pensar en algo que
nos eleve, pensamos en algo que nos haga más altos, o en algo que nos alargue, se abren
nuevas aplicaciones, nuevas ideas para resolver el problema de pintar en altura. Podemos
pensar en una brocha o rodillo con un mango o brazo más largo.
Un tercer concepto, más lateral, sería disponer de algo que se pegara y desplazara por el
techo. La nueva propuesta es más provocadora, y por tanto la reconexión es más difícil,
pero hay que recordar que, como dijera Einstein, “si al principio la idea no parece absurda
no cabe esperar mucho de ella”. Cuanto más absurda sea la idea mayores serán sus
posibilidades de alumbrar una innovación radical.
positivas, sin que se vean frustradas por críticas negativas prematuras, otro momento para
aportar visiones críticas con la idea, etc.
Cada actitud se visualiza con un sombrero. Conviene además nombrar un moderador que
anuncie el momento de cambiar de sombrero: “Vamos a ponernos ahora el sombrero x”.
La secuencia propuesta por De Bono es la siguiente:
Sombrero blanco: aportación de información y datos. Planteamiento inicial de la idea.
Sombrero rojo: intuición, datos. ¿Cuáles son las primeras impresiones que el
planteamiento sugiere? ¿Cuál es el feeling de los miembros del grupo?
Sombrero amarillo: factibilidad, beneficios. ¿Qué podemos obtener si la idea funciona?
Sombrero negro: cautela, dificultades. ¿Qué problemas podemos encontrar en la
aplicación?
Sombrero verde: creatividad, alternativas. ¿Cómo podemos superar las dificultades
anteriores?
Sombrero azul: supervisión, síntesis. Repaso de los argumentos expuestos.
Conclusiones.