Conocimiento de Si Mismo.

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EL CONOCIMIENTO DE SÍ MISMO Y SU VÍNCULO CON OTROS

Conocerse a sí mismo es tomar


conciencia de la profunda y compleja naturaleza
que nos caracteriza como seres humanos. Es
estudiar la forma como nos desenvolvemos en la
vida y el vasto universo psicológico que se
procesa detrás de todas nuestras acciones,
palabras, determinaciones, gustos, disgustos,
etc.
El proceso de crecimiento de los niños y
niñas es un largo camino que va de la
dependencia más absoluta a la independencia y
autonomía individual y social, de la
indiferenciación y confusión con los otros a la conciencia de que existen y de que
es necesario tenerlos en cuenta.
Los niños y las niñas necesitan establecer vínculos afectivos con las
personas adultas de referencia, que les permitan sentirse aceptadas, reconocidas,
oídas, cuidadas y amadas; experimentando la sensación de estar en un medio
seguro, protegido y por tanto confiable. La vivencia satisfactoria y estable de esa
relación interpersonal será la base para la construcción de la propia identidad,
para el desarrollo de una autonomía creciente y para la existencia de un sistema
de relaciones sano y equilibrado.

El concepto que los niños y niñas construyen de sí mismos es en gran parte


una interiorización de la imagen que les muestran quienes los rodean, y de la
confianza que en ellos depositan, y la forma en que las personas adultas recogen
y apoyan sus iniciativas e intereses, facilitará u obstaculizará su desarrollo y
aprendizajes.
La autoestima que desarrollan es, en gran
medida, la interiorización de la estima y la confianza de
la cual es objeto. De ello, la conveniencia de que las
personas adultas confíen y crean en la capacidad de
todos los niños y niñas con los cuales trabaja,
reconociendo y aceptando sus necesidades, deseos,
sentimientos, gustos e intereses particulares y
haciéndoles sentir que son aceptados en su
singularidad.
La escuela infantil ha de propiciar que el niño y la niña vayan construyendo
una imagen ajustada de sí mismo, al conocer y confiar en sus propios recursos y
posibilidades, desarrollando una autoestima positiva que le permita tomar con-
ciencia y valorar los propios logros y dificultades, carencias o limitaciones, cada
vez más ajustada con la realidad.
Poco a poco los niños y las niñas enriquecerán la imagen de sí mismos a
partir de sus experiencias con el medio social, físico y natural con el que
interrelacionan, de los sentimientos que les generan, y de las valoraciones y
actitudes que perciben en relación consigo mismo.

La adquisición gradual de la autonomía supone avanzar en la capacidad del


niño y la niña para valerse por sí mismo ante la acción, el pensamiento y los
sentimientos. Está estrechamente vinculada con procesos que se inician desde
temprana edad y que se manifiestan tanto en la capacidad de explorar,
aventurarse y actuar, como en el ejercicio de opinar, proponer, contribuir, escoger,
decidir, organizarse y autorregularse, conviviendo con otros en valores
socialmente compartidos.
La construcción de la identidad y de la autonomía, por tanto, está
íntimamente relacionada con los procesos de socialización. Será en las
interacciones sociales que pueden establecer con sus iguales y con las personas
adultas, donde se amplíen los lazos afectivos y vayan tomando conciencia de la
existencia de una diversidad de deseos, intereses, gustos, opiniones y
conocimientos. Pero, al mismo tiempo, descubrirán el placer de actuar
conjuntamente, el sentimiento de amistad, aprendiendo a colaborar con los otros y
a respetarlos, a valorar la vida en común y a respetar las normas que permitan la
convivencia.
La escuela se constituye, por excelencia, en espacio de socialización, pues
propicia el contacto y el encuentro con personas adultas y niños y niñas de
diversos orígenes socioculturales, de diferentes religiones, etnias, costumbres,
hábitos y valores, haciendo de esa diversidad un campo privilegiado de la
experiencia educativa.
El trabajo educativo puede, así, crear condiciones para que los niños y
niñas conozcan y descubran nuevos sentimientos, valores, ideas, costumbres y
papeles sociales. La educación infantil es un espacio idóneo para que los niños y
niñas aprendan y comprendan las relaciones éticas y morales de la sociedad a la
pertenecen.
Partiendo de una relación dependiente de las personas adultas, el niño y la niña
va diferenciándose, identificándose y estableciendo una auténtica relación
recíproca con los otros y progresando en su autonomía.

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El placer que experimentan en la satisfacción de sus necesidades básicas, los
cuidados que recibe y el aprecio por su propio cuerpo, les estimulará y motivará en
el aprendizaje de hábitos y conocimientos adecuados para el cuidado y
mantenimiento de su salud.
En la Educación Infantil también tiene gran importancia la adquisición de
buenos hábitos de salud, higiene y nutrición. Estos hábitos contribuyen al cuidado
del propio cuerpo y de los espacios en los que transcurre la vida cotidiana, y a la
progresiva autonomía de niños y niñas.
La escuela, y especialmente a estas edades, es un ámbito particularmente
adecuado para enriquecer los procesos de construcción del conocimiento de sí
mismo y de la autonomía personal, si ofrece una intervención educativa ajustada a
las distintas necesidades individuales en contextos de bienestar, seguridad y
afectividad.
La integración de los propios
movimientos, sensaciones y percepciones
permitirá a los niños y las niñas ir
descubriendo sus posibilidades de acción,
experimentación, expresión y relación,
pasando de una actividad refleja e
involuntaria, a la interiorización y control de
las partes de su cuerpo y a la progresiva
coordinación de sus movimientos hasta
llegar a los más precisos. Es necesario
favorecer estas iniciativas de exploración
del medio y facilitar la realización de experiencias interesantes, que les permita
tener la oportunidad de conocer sus propias capacidades y los límites que la
realidad les impone.
El crecimiento y el aprendizaje es inseparable del contexto sociocultural
donde el niño y la niña viven, será en la vida cotidiana de la escuela infantil a
través de la observación y participación activa en compañía de sus iguales y
personas adultas, donde se produzca la adquisición de destrezas y formas de
conocimiento socio-culturalmente valoradas. Así actividades como recoger la
mesa después del taller, pedir disculpas, comer respetando unas normas,
participar en una fiesta o saludar por la mañana, son acciones que permiten
aprender a situarse y moverse en el contexto en el que viven, facilitando su
participación en él, al tiempo que les dota de recursos válidos para conocerlo,
valorarlo y usarlo mejor.
La colaboración entre las familias y los profesionales es fundamental para el
crecimiento que el niño o la niña experimentan, acompañando conjuntamente el
proceso de construcción de la identidad y la autonomía personal.

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CONCLUSIONES

La imagen que niños y niñas construyen de sí mismos es en gran parte una


interiorización de la que les muestran quienes les rodean y de la confianza
que en ellos depositan. Así mismo, la forma en que las personas adultas
recogen sus iniciativas, facilitará u obstaculizará su desarrollo.
A lo largo de esta etapa las experiencias de los niños y niñas con el entorno
deben ayudarles a conocer global y parcialmente su cuerpo, sus
posibilidades perceptivas y motrices, que puedan identificar las sensaciones
que experimentan, disfrutar con ellas y servirse de las posibilidades
expresivas del cuerpo para manifestarlas. El reconocimiento de sus
características individuales, así como de las de sus compañeros, es una
condición básica para su desarrollo y para la adquisición de actitudes no
discriminatorias.

La identidad es una de las resultantes del conjunto de experiencias que


niños y niñas tienen al interaccionar con su medio físico, natural y, sobre
todo, social. En dicha interacción, que debe promover la imagen positiva de
uno mismo, la autonomía, la conciencia de la propia competencia, la
seguridad y la autoestima, se construye la propia identidad. Los
sentimientos que desencadenan deben contribuir a la elaboración de un
concepto personal ajustado, que les permita percibir y actuar conforme a
sus posibilidades y limitaciones, para un desarrollo pleno y armónico.
Para contribuir al conocimiento de sí mismo y a la autonomía personal,
conviene promover el juego como actividad privilegiada que integra la
acción con las emociones y el pensamiento, y favorece el desarrollo social.

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BIBLIOGRAFÍA

➢ http://www.stes.es/documentacion/loe/LOE_anexo_borrador_rd_infantil.pdf
➢ http://www.conodesimismo.com/
➢ http://es.scribd.com/doc/13983478/reconocimientoyapreciodesimismo

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