Potestad de Atar y Desatar

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​ a potestad de "atar y desatar" (Mateo 16,19 y 18,18) y de

L
"confirmar a los hermanos en la fe" (Lucas 22,32 y Juan 21,15-17),
sigue teniendo validez hoy día aunque a muchos no les guste.
Esa potestad que nuestro Señor Jesucristo dio a Pedro es la potestad
que sigue rigiendo en el Pontificado.
Y con mucho dolor el Papa la aplica por medio de la excomunión a
muchos Sacerdotes y Obispos que han estado renegando de la
Iglesia y del Papado.
Hace 36 años con tres días, San Juan Pablo II excomulgó al obispo
francés Marcel Lefebvre, un 2 de julio de 1988. Hoy 5 de julio el
Papa Francisco hace lo propio con el obispo italiano Carlo María
Viganó.
Y, ¿qué es la excomunión?
R. La excomunión es la expulsión, permanente o temporal, de una
persona de una confesión religiosa.

Y a esto, ¿qué nos dice la Iglesia al respecto?


En el Código de Derecho Canónico nos dice:

TÍTULO IV

DE LAS PENAS Y DEMÁS CASTIGOS (Cann. 1331 – 1340)

CAPÍTULO I

DE LAS CENSURAS

1331 § 1. Se prohibe al excomulgado:


1 tener cualquier participación ministerial en la celebración del
Sacrificio Eucarístico o en cualesquiera otras ceremonias de culto;

2 celebrar los sacramentos o sacramentales y recibir los


sacramentos;

3 desempeñar oficios, ministerios o cargos eclesiásticos, o realizar


actos de régimen.

§ 2. Cuando la excomunión ha sido impuesta o declarada, el reo:

1 si quisiera actuar contra lo que se prescribe en el § 1, 1 , ha de ser


rechazado o debe cesar la ceremonia litúrgica, a no ser que obste
una causa grave;

2 realiza inválidamente los actos de régimen, que según el § 1, 3


son ilícitos;

3 se le prohibe gozar de los privilegios que anteriormente le


hubieran sido concedidos;

4 no puede obtener válidamente una dignidad, oficio u otra función


en la Iglesia;

5 no hace suyos los frutos de una dignidad, oficio, función alguna, o


pensión que tenga en la Iglesia.

1332 Quien queda en entredicho, está sujeto a las prohibiciones


enumeradas en el⇒ c. 1331 § 1, 1 y 2, y, si el entredicho ha sido
impuesto o declarado, se ha de observar la prescripción del⇒ c.
1331 § 2, 1.
1333 § 1. La suspensión, que sólo puede afectar a los clérigos,
prohibe:

1 todos o algunos de los actos de la potestad de orden;

2 todos o algunos de los actos de la potestad de régimen;

3 el ejercicio de todos o de algunos derechos o funciones inherentes


a un oficio.

§ 2. En la ley o en el precepto se puede establecer que, después de


la sentencia condenatoria o declaratoria, no pueda el que ha
sufrido suspensión realizar válidamente actos de régimen.

§ 3. La prohibición nunca afecta:

1 a los oficios o a la potestad de régimen que no están bajo la


potestad del Superior que establece la pena;

2 al derecho de habitación que tenga el reo por razón de su oficio;

3 al derecho de administrar los bienes que puedan pertenecer al


oficio de quien ha sufrido suspensión, si la pena es latae sententiae.

§ 4. La suspensión que prohibe percibir los frutos, el sueldo, las


pensiones u otra remuneración, lleva consigo la obligación de
restituir lo que se hubiera percibido ilegítimamente, aun de buena
fe.

1334 § 1. Dentro de los límites establecidos en el canon precedente,


el alcance de la suspensión se determina o por la misma ley o
precepto, o por la sentencia o decreto por los que se impone la
pena.

§ 2. La ley, pero no el precepto, puede establecer una suspensión


latae sententiae sin añadir ninguna determinación o límite; tal
pena produce todos los efectos enumerados en el⇒ c. 1333 § 1.

1335 Si la censura prohibe celebrar los sacramentos o


sacramentales, o realizar actos de régimen, la prohibición queda
suspendida cuantas veces sea necesario para atender a los fieles en
peligro de muerte; y, si la censura latae sententiae no ha sido
declarada, se suspende también la prohibición cuantas veces un
fiel pide un sacramento o sacramental o un acto de régimen; y es
lícito pedirlos por cualquier causa justa.

CAPÍTULO II

DE LAS PENAS EXPIATORIAS

1336 § 1. Además de otras que pudiera establecer la ley, las penas


expiatorias, susceptibles de afectar al delincuente perpetuamente o
por un tiempo determinado o indeterminado, son las siguientes:

1 la prohibición o mandato de residir en un determinado lugar o


territorio;

2 la privación de la potestad, oficio, cargo, derecho, privilegio,


facultad, gracia, título o distintivo, aun meramente honorífico;

3 la prohibición de ejercer los actos que se enumeran en el n. 2 , o


la prohibición de ejercerlos en un determinado lugar o fuera de un
lugar determinado; pero estas prohibiciones nunca son bajo pena
de nulidad;
4 el traslado penal a otro oficio;

5 la expulsión del estado clerical.

§ 2. Sólo pueden ser latae sententiae las penas expiatorias que se


enumeran en el § 1, 3 .

1337 § 1. La prohibición de residir en un determinado lugar o


territorio se puede imponer tanto a los clérigos como a los
religiosos; el mandato de residir, a los clérigos seculares, y, dentro
de los límites de sus constituciones, a los religiosos.

§ 2. Para imponer la prescripción de residir en un determinado


lugar o territorio se requiere el consentimiento del Ordinario de
ese lugar, a no ser que se trate de una casa destinada a que hagan
penitencia o se corrijan también clérigos extradiocesanos.

1338 § 1. Las privaciones y prohibiciones que se enumeran en el⇒


c. 1336 § 1, 2 y 3, nunca afectan a las potestades, oficios, cargos,
derechos, privilegios, facultades, gracias, títulos o distintivos que no
están bajo la potestad del Superior que establece la pena.

§ 2. No puede darse la privación de la potestad de orden, sino sólo


la prohibición de ejercer esta potestad o algunos de sus actos;
tampoco puede darse la privación de los grados académicos.

§ 3. Sobre las prohibiciones indicadas en el⇒ c. 1336 § 1, 3, se ha de


seguir la norma que se establece para las censuras en el⇒ c. 1335.

CAPÍTULO III
DE LOS REMEDIOS PENALES Y PENITENCIAS

1339 § 1. Puede el Ordinario, personalmente o por medio de otro,


amonestar a aquel que se encuentra en ocasión próxima de
delinquir, o sobre el cual, después de realizar una investigación,
recae grave sospecha de que ha cometido un delito.

§ 2. Puede también reprender, de manera proporcionada a las


circunstancias de la persona y del hecho, a aquel que provoca con
su conducta escándalo o grave perturbación del orden.

§ 3. Debe quedar siempre constancia de la amonestación y de la


reprensión, al menos por algún documento que se conserve en el
archivo secreto de la curia.

1340 § 1. La penitencia, que puede imponerse en el fuero externo,


consiste en tener que hacer una obra de religión, de piedad o de
caridad.

§ 2. Nunca se imponga una penitencia pública por una


transgresión oculta.

§ 3. Según su prudencia, el Ordinario puede añadir penitencias al


remedio penal de la amonestación o de la reprensión.

DE LAS PENAS PARA CADA UNO DE LOS DELITOS

TÍTULO I

DE LOS DELITOS CONTRA LA RELIGIÓN Y LA UNIDAD DE LA


IGLESIA (Cann. 1364 – 1369)
1364 § 1. El apóstata de la fe, el hereje o el cismático incurren en
excomunión latae sententiae, quedando firme lo prescrito en el⇒ c.
194 § 1, 2; el clérigo puede ser castigado además con las penas
enumeradas en el⇒ c. 1336 § 1, 1 , 2 y 3.

§ 2. Si lo requiere la contumacia prolongada o la gravedad del


escándalo, se pueden añadir otras penas, sin exceptuar la
expulsión del estado clerical.

1365 El reo de communicatio in sacris prohibida ha de ser


castigado con una pena justa.

1366 Los padres, o quienes hacen sus veces, que entregan a sus
hijos para que sean bautizados o educados en una religión
acatólica, deben ser castigados con una censura u otra pena justa.

1367 Quien arroja por tierra las especies consagradas, o las lleva o
retiene con una finalidad sacrílega, incurre en excomunión latae
sententiae reservada a la Sede Apostólica; el clérigo puede ser
castigado además con otra pena, sin excluir la expulsión del estado
clerical.

1368 Si alguien comete perjurio al afirmar o prometer algo ante


una autoridad eclesiástica, debe ser castigado con una pena justa.

1369 Quien, en un espectáculo o reunión públicos, en un escrito


divulgado, o de cualquier otro modo por los medios de
comunicación social, profiere una blasfemia, atenta gravemente
contra las buenas costumbres, injuria la religión o la Iglesia o
suscita odio o desprecio contra ellas debe ser castigado con una
pena justa.

TÍTULO II
DE LOS DELITOS CONTRA LAS AUTORIDADES ECLESIÁSTICAS Y
CONTRA LA LIBERTAD DE LA IGLESIA (Cann. 1370 – 1377)

1370 § 1. Quien atenta físicamente contra el Romano Pontífice,


incurre en excomunión latae sententiae reservada a la Sede
Apostólica; si se trata de un clérigo, puede añadirse otra pena,
atendiendo a la gravedad del delito, sin excluir la expulsión del
estado clerical.

§ 2. Quien hace lo mismo contra quien tiene el carácter episcopal,


incurre en entredicho latae sententiae, y, si es clérigo, también en
suspensión latae sententiae.

§ 3. Quien usa de violencia física contra otro clérigo o religioso, en


desprecio de la fe, de la Iglesia, de la potestad eclesiástica o del
ministerio, debe ser castigado con una pena justa.

1371 Debe ser castigado con una pena justa:

1 quien, fuera del caso que trata el⇒ c. 1364 § 1, enseña una
doctrina condenada por el Romano Pontífice o por un Concilio
Ecuménico o rechaza pertinazmente la doctrina descrita en el⇒ c.
752, y, amonestado por la Sede Apostólica o por el Ordinario, no se
retracta;

2 quien de otro modo desobedece a la Sede Apostólica, al Ordinario


o al Superior cuando mandan o prohiben algo legítimamente, y
persiste en su desobediencia después de haber sido amonestado.

1372 Quien recurre al Concilio Ecuménico o al Colegio de los


Obispos contra un acto del Romano Pontífice, debe ser castigado
con una censura.
1373 Quien suscita públicamente la aversión o el odio de los
súbditos contra la Sede Apostólica o el Ordinario, con el motivo de
algún acto de potestad o de ministerio eclesiástico, o induce a los
súbditos a desobedecerlos, debe ser castigado con entredicho o con
otras penas justas.

1374 Quien se inscribe en una asociación que maquina contra la


Iglesia debe ser castigado con una pena justa; quien promueve o
dirige esa asociación, ha de ser castigado con entredicho.

1375 Pueden ser castigados con una pena justa quienes impiden la
libertad del ministerio, de una elección o de la potestad eclesiástica,
o el uso legítimo de los bienes sagrados o de otros bienes
eclesiásticos, o coaccionan al elector, al elegido o a aquel que
ejercitó una potestad o ministerio eclesiástico.

1376 Quien profana una cosa sagrada, mueble o inmueble, debe ser
castigado con una pena justa.

1377 Quien enajena bienes eclesiásticos sin la licencia prescrita,


debe ser castigado con una pena justa.

Oremos por la pronta reincorporación de Monseñor Viganó a la


Madre Iglesia, y que muchos de sus seguidores no vayan a caer en
las redes del cisma. Qué los Santos Apóstoles, sobretodo San Pedro
confirmen la unidad en la Fe de los Pastores de la Iglesia de Cristo.

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