Enfermedad Pélvica Inflamatoria

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ENFERMEDAD PÉLVICA INFLAMATORIA

INTRODUCCIÓN

De acuerdo a la OMS (2005), en México, las infecciones de transmisión sexual ocupan


uno de los cinco primeros lugares de demanda de consulta en el primer nivel de
atención médica y se ubican entre las diez primeras causas de morbilidad general en
un rango de edad que va de 15 a 44 años.

Dentro de la ginecología y obstetricia, se encuentran las infecciones pélvicas mismas


que forman parte de patologías que nos llevan a generar cuadros clínicos variados,
desde procesos no complicados hasta síntomas severos como los cuadros sépticos,
los cuales pueden llegar a comprometer la vida de las pacientes y en el peor de los
casos causarles la muerte. Así mismo, encontramos la enfermedad pélvica
inflamatoria, que es una de las mencionadas patologías infecciosas polimicrobianas,
causada tanto por microorganismos de transmisión sexual como por otras bacterias
que ascienden hacia las estructuras pélvicas.

DESARROLLO

La Enfermedad Inflamatoria Pélvica es una de las enfermedades infecciosas más


frecuentes en la mujer con vida sexual activa. En Estados Unidos se estima que cada
año más de 1 millón de mujeres sufren un episodio de EIP aguda. Más de 100,000
mujeres quedan infértiles cada año como consecuencia y una gran proporción de los
embarazos ectópicos se presentan asociados a eventos previos de esta enfermedad.
Mientras tanto, aquí en México, no se cuenta con información referente a la
prevalencia e incidencia de la EIP tanto en la población usuaria del Instituto Mexicano
del Seguro Social, como en el resto de instituciones médicas del país, por lo que
considero inadecuada la concientización e importancia que se le da a esta
enfermedad. Entre los factores de riesgo esta una vida sexual activa, inicio de vida
sexual temprana, prácticas de sexuales de riesgo, múltiples parejas sexuales, duchas
vaginales, uso del dispositivo intrauterino (DIU) como método anticonceptivo,
infección de transmisión sexual (ITS) por contacto directo o indirecto,
instrumentación uterina.

La enfermedad inflamatoria pélvica es un cuadro infeccioso común entre las mujeres


en edad fértil, se produce por la contaminación de microorganismos de la vagina a
través del cuello uterino que pasan al endometrio y las trompas uterinas. La Neisseria
gonorrhoeae y la Chlamydia trachomatis son causas comunes de EPI; mismas que
son transmitidas sexualmente y por infecciones con flora endógena que ascienden
del tracto genital inferior a través del endocérvix. Del mismo modo, el Mycoplasma
genitalium, que también se transmite por vía sexual, puede dar origen o contribuir a la
EPI. Dentro de la misma enfermedad, podemos encontrar a otras bacterias aerobias y
anaerobias, como los patógenos que se asocian con la vaginosis bacteriana. Esta
enfermedad suele generarse cuando las bacterias ascienden desde vagina y cérvix al
tracto genital superior y colonizan la región formando una infección y un proceso
inflamatorio, generando distintos cambios físicos en los órganos internos y la
formación de un exudado purulento que afecta principalmente la mucosa tubaria.
Puede presentarse de una manera prácticamente asintomática hasta cuadros de
abdomen agudo. El dolor abdominal es el síntoma más constante, se presenta en el
95% de los casos y aunque es inespecífico, tiende a localizarse o a ser más intenso
en el cuadrante inferior del abdomen. No existe un síntoma patognomónico como tal
en la EPI; sin embargo existe una triada característica que se puede encontrar hasta
en las pacientes, consiste en: dolor pélvico, fiebre y leucocitosis.

Es posible diagnosticar y clasificar la EPI según las características clínicas de la


enfermedad en tres diferentes grados: Grado I: cuando la enfermedad no es
complicada, sin masas ni signos de irritación del peritoneo. Grado II: enfermedad
complicada (ya sea masa o abscesos que involucran ovarios y/o trompas uterinas) y
tienen agregado signos de irritación peritoneal. Grado III: ya se encuentra diseminada
a estructuras fuera de la pelvis y con respuesta sistémica. La laparoscopia se
considera el estándar de oro para el diagnóstico de la EPI; puede identificar el edema,
eritema y exudado purulento, dentro de los cuales se pueden realizar biopsia y
pruebas microbiológicas que confirman las sospechas y dan el diagnóstico definitivo.

Como tratamiento, las únicas pacientes que pueden hacer tratamiento ambulatorio
son las que presentan el grado I y II de la enfermedad a excepción de las
adolescentes. Toda paciente diagnosticado en grado III y IV debe ser hospitalizado en
centros que cuenten con servicios de ginecología. Al ingreso pueden indicarse los
siguientes exámenes complementarios: Serología y VIH, hemograma con diferencial,
eritrosedimentación, parcial de orina, exudado vaginal simple y con cultivo, test de
Gram. Se debe indicar también: Ultrasonido ginecológico al ingreso y después cada 7
días, laparoscopia en los casos con dudas diagnósticas y en los casos de grado IV.
Medidas generales 1. Reposo en posición semisentada 2. Bolsa de hielo en
hipogastrio 3. La dieta será de acuerdo al estado de la paciente y si tiene o no
vómitos. 4. Si presenta anemia, esta debe ser corregida de acuerdo a su intensidad.
5. Vigilar hidratación y aporte de electrolitos. 6. Vigilar la evolución de la enfermedad
por tacto vaginal cada 5 días, realizarle ultrasonido cada 7 días y eritrosedimentación
cada 3-5 días.
La enfermedad inflamatoria pélvica es uno de los principales motivos de demanda de
atención médica en la población de mujeres con vida sexual activa en los diferentes
niveles de atención, así como en los servicios de urgencias, sin embargo, a pesar de
su importancia, la mujer tiene mínimo conocimiento y la enfermedad poca
divulgación por lo que prevenir resulta atípico, es por ello que se requiere aplicar en
las instituciones médicas mexicanas las correspondientes medidas.

Prevención Primaria: en esta infección los principales gérmenes involucrados son


Chlamydia tracomatis y Neisseria gonorrheae, ocasionalmente se asocian agentes
anaerobios y bacterias facultativas encontradas en la vaginosis bacteriana. En la
población de nuestro país se ha reportado: prevalencia de 13.7% y 14.3% para
detección de Neisseria gonorrheae y 11.4% y 4.4% para detección de Chlamydia, con
un incremento sustancial hasta del 31.2% y 25.0% de detección de anticuerpos IgG
para NG y CT respectivamente en población de riesgo.

Prevención Secundaria: Diagnóstico Clínico Evidencia / Recomendación Nivel /


Grado Son datos clínicos de EIP: dolor abdominal bajo, dispareunia, leucorrea,
sangrado transvaginal anormal, fiebre. Realizar examen ginecológico, examen
bimanual en población sexualmente activa con riesgo de enfermedad de transmisión
sexual y dolor pélvico en busca de uno ó más criterios en el examen pélvico: Dolor a
la movilidad del cérvix, dolor uterino dolor anexial. Ningún signo ó síntoma se
considera estándar para el diagnóstico de EIP, se debe considerar como caso
sospechoso a toda mujer que presente dolor abdominal bajo con o sin síntomas
acompañantes y caso definitivo a toda mujer que presente dolor abdominal con o sin
síntomas agregados y cultivo de secreción vaginal positivo a Neisseria gonorrhoeae,
Chlamydia trachomatis, Mycoplasma hominis, Ureaplasma urealyticum, Gram
negativos, Anaerobios, Estreptococo.

Especificando el tratamiento adecuado, podemos mencionar un régimen de


Ciprofloxacina 500mg BID x ldía (Cubre Gonococo), más Metronidazol 500mg BID x 14
días (Cubre Anaerobios), más Doxiciclina 100mg BID x 14 días (Cubre Clamidia). O
bien, Ceftriaxona 250 mg intramuscular (IM) en dosis única y doxiciclina 100 mg por
vía oral dos veces al día durante 14 días, con o sin metronidazol 500 mg por vía oral
dos veces al día durante 14 días (cubre anaerobios). Adicionalmente el tratamiento a
la pareja, optar por un diagnóstico más clínico que ecográfico. ECO Pélvico normal
NO descarta EPI. El drenaje percutáneo o la cirugía pueden ser necesarios para el
tratamiento definitivo de un absceso tubo-ovárico. En caso de que no se responda al
tratamiento, considerar endometriosis u otra causa. Ofrecer a todos los pacientes
con EPI una prueba de VIH. Tratar a las parejas masculinas que han estado en
contacto dentro de los 60 días previos al inicio de los síntomas y tener en cuenta que
veinte por ciento de las mujeres con EPI experimentan infertilidad, de las que el 30%
tiene dolor pélvico crónico, y el 1% podría desarrollar un embarazo ectópico. El dolor
en el hipocondrio derecho en la presencia de una EPI puede significar perihepatitis, o
síndrome Fitz-Hugh-Curtis.

CONCLUSIÓN

Es esencial realizar un diagnóstico temprano para poder tratar adecuadamente y a


tiempo esta infección para evitar complicaciones graves que van desde dolor pélvico
crónico hasta peritonitis e infertilidad, para ello debe realizarse una exploración física
ginecológica minuciosa y determinar las manifestaciones clínicas evidentes de esta
patología, así como una correcta historia clínica ginecológica para conocer
antecedentes gineco-obstétricos que pudieran denotar posibles factores de riesgo.

REFERENCIAS

Barrantes Rodríguez, S. (2015). Enfermedad pélvica inflamatoria. Revista médica de


Costa Rica y Centroamérica lxxii (614) 105 – 109.

Bustos-Moyaa, G., Josa-Monteroa, D., Perea-Roncob, J. y Gualtero-Trujillo, S. (2016).


Enfermedad pélvica inflamatoria por Actinomyces sp. en paciente con dispositivo
intrauterino: reporte de un caso. Infectio. 20(1):33-36.

Gobierno federal. Diagnóstico y tratamiento de la enfermedad inflamatoria pélvica en


mujeres mayores de 14 años con vida sexual activa. Guía de referencia rápida. Guía
de práctica clínica.

Inflammatory markers in relation to body composition, physical activity and


assessment of nutritional status of the adolescents.

Nutrición Hospitalaria, 2015. 31 (5), 1920-1927.

Neves Miranda, V., Gouveia Peluzio, M.,Rodrigues de Faria, E.,Castro Franceschini, S.,
y Priore, S.

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