San Martín y La Emancipación Hispanomericana Por Norberto Galasso
San Martín y La Emancipación Hispanomericana Por Norberto Galasso
San Martín y La Emancipación Hispanomericana Por Norberto Galasso
Todos ellos coinciden en ese San Martn que la clase dominante espaci en retratos, estatuas, nombres de plazas y calles por todo el pas. De esta forma se presenta un San Martn: 1. Argentino. Nacido en Yapey, el 25 de febrero de 1778. 2. Despus de residir 4 aos en Yapey pasa a Buenos Aires y dos aos ms tarde, se embarca para Espaa. 3. Su vida entre los 6 y los 34 aos se desarrolla en Espaa. La Historia Oficial se refiere muy poco a este perodo. (Apenas hace alguna referencia a la batalla de Bailn). 4. En 1812, a los 34 aos, percibe un llamado de la tierra natal y viaja a Buenos Aires. 5. En Buenos Aires, aunque la Historia Oficial lo reconoce distradamente, lucha contra el ejrcito en el cual actu durante veintids aos y lleg a teniente coronel. Se convierte en el argentino que libera a su patria y a dos pases hermanos. (Mitre la llama: Revolucin argentina americanizada). 6. Hubiese continuado su lucha liberando pases, por su exclusiva cuenta y empeo, si no se cruzaba en su camino un ambicioso Simn de Bolvar ante el cual San Martn renuncia, mostrando altos valores morales, dejndole a este la gloria de culminar la emancipacin del continente. 7. Mitre manifiesta que la campaa sanmartiniana se gesta para otorgar independencia a los pases y que cada uno de ellos se constituye independientemente (coincide, muy casualmente, Halpern Donghi) y que, por el contrario, el delirio, la ambicin y el carcter prepotente y expansivo de la revolucin colombiana liderada por Bolvar pretenda constituir una sola nacin. 8. Incorporan al panten oficial a San Martn como un prcer liberal. Esta es la imagen sanmartiniana que se impuso hasta la actualidad. Por otro lado, para los revisionistas rosistas: 1. San Martn era un catlico fervoroso. Ni masn, ni liberal. Por lo tanto no puede alinerselo junto a Rivadavia y Sarmiento. (Segn ellos, estos personajes son perjudiciales, no por su visin colonial y entreguista, sino por su agnosticismo). 2. San Martn admiraba a Rosas, lo cual est comprobado por las cartas que se entrecruzaron. Dejan por sentado que era hombre de orden, autoritario y nacionalista.
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3. La lnea histrica debe ser: Saavedra, San Martn y Rosas. Es decir: conservadora, religiosa, defensora de la tradicin y el orden. Para la corriente federal-provinciana, socialista o latinoamericana, San Martn solo es comprensible desde una ptica global latinoamericana. Esta cosmovisin lo ubica por encima de las fronteras de las patrias chicas. Se presenta con una fuerte influencia guarantica (conformada en sus primeros aos). Luego, es modelado culturalmente en Espaa. Brega por la liberacin de lo que hoy constituyen la Argentina, Chile, Bolivia, Per y Ecuador. Sostiene con firmeza el triunfador de Maip: Soy del partido americano. Por eso cruza los Andes dirigiendo un ejrcito argentino-chileno. Es general chileno, general peruano y Protector del Per. Desde la visin histrica de la patria chica historia argentina, resultara un intruso no bien cruza los Andes, como tambin lo sera un siglo y medio despus Ernesto Che Guevara en Cuba y Bolivia. Ambos revolucionarios coincidan en que Amrica Latina es una sola nacin desmembrada que es necesario reconstruir.
Infancia y juventud
Nacido en Yapey (1777 1778) Jos Francisco de San Martn transcurre su infancia, hasta los 4 aos, en esa zona guarantica. Pasa luego con su familia a Buenos Aires, donde reside dos aos, para luego embarcar hacia Espaa. En Mlaga, alrededor de 1783, comienza su nueva vida. Escolar a los 6 aos. Cadete en el Regimiento de Murcia a los 12. Soldado, despus, que batalla por tierra y por mar. Asciende en el escalafn militar hasta capitn. Por entonces, hasta los cuarteles espaoles llega el viento renovador de la Francia revolucionaria. El 2 de mayo de 1808, el pueblo espaol se levanta contra el invasor francs. Algunos jefes militares e intelectuales -los afrancesados- simpatizan con el agresor. El jefe de San Martn, el general Solano, muestra reticencia para atacar a los franceses y es ultimado a fines de 1808 en un incidente en que participa San Martn intentando calmar a la gente exaltada. San Martn se coloca junto al pueblo y a los militares que resisten, la Junta Central de Sevilla, a travs de la cual esa revolucin nacional se torna democrtica. Contra los franceses se bate en duras batallas como Arjonilla (junio de 1808) y Bailn (julio de 1808), donde triunfan las fuerzas espaolas y es ascendido a teniente coronel. Sin embargo, a pesar de estos triunfos, hacia 1811, las fuerzas napolenicas ocupan casi toda la pennsula. En ese mismo ao, San Martn pasa a Cdiz, el ltimo reducto espaol.
Su regreso
En 1812, pide permiso para viajar a Amrica a ocuparse de asuntos familiares. Razones telricas? El llamado de la selva misionera? Es poco creble. Motivos ms consistentes lo determinan: viene a Amrica a continuar su lucha por la revolucin democrtica, por los Derechos del Hombre, por las banderas de la Revolucin Francesa, que juzga derrotada en Espaa. No viene a luchar contra Espaa porque tampoco la naturaleza de la Revolucin de Mayo fue separatista ni antihispnica, sino democrtica y popular. Esto explica que en documentos y declaraciones recogidas por testigos, San Martn se refiera al enemigo como absolutista, realista y no como espaol (Si l lo era en gran medida!). As los mencionan como godos (por reaccionarios), maturrangos (por malos jinetes), maruchos (por carecer de valenta), chapetones (por torpes) o simplemente europeos. El 9 de marzo de 1812 arriban a Buenos Aires San Martn y otros oficiales del ejrcito espaol y entre ellos algunos que nada tienen que ver con el llamado de la selva misionera, como Francisco Chilavert, espaol de nacimiento, capitn del ejrcito espaol, y Eduardo Kainnitz, barn de Holmberg, tirols, teniente coronel de las guardias valonas. Los autnticos mviles de esta presencia en el puerto de
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Buenos Aires surgen con nitidez de los siguientes documentos: *La Gazeta de Buenos Aires anuncia la llegada de estos oficiales en trminos que merecen leerse detenidamente: El 9 del corriente ha llegado a este puerto la fragata inglesa George Canning, procedente de Londres, en 50 das de navegacin; comunica la disolucin del ejrcito de Galicia y el estado terrible de anarqua en que se halla Cdiz, dividido en mil partidos y en la imposibilidad de conservarse por su misma situacin poltica. La ltima prueba de su triste estado son las emigraciones frecuentes a Inglaterra y an ms, a la Amrica septentrional. A este puerto han llegado, entre otros particulares que conduca la fragata inglesa, el teniente coronel de caballera don Jos de San Martn, primer ayudante de campo del General en jefe del ejrcito de la isla, Marqus de Coupigny, el capitn de infantera Francisco Vera, el alfrez de carabineros reales don Carlos Alvear y Balbastro, el subteniente de infantera don Antonio Arellano y el primer teniente de guardias valonas Barn de Holmberg. Estos individuos han venido a ofrecer sus servicios al gobierno y han sido recibidos con la consideracin que ofrecen por los sentimientos que protestan en obsequio de los intereses de la patria. *Otro documento -emitido por el Primer Triunvirato y dirigido al general Pueyrredn- avala tambin la tesis de que aqu y all se libraba una misma guerra, como asimismo que la revolucin espaola estaba a punto de ser vencida definitivamente: No olvide usted en este lance, de manifestarle la miserable situacin de Espaa. En la fragata inglesa George Canning, que hace tres das lleg a este puerto, han venido 18 oficiales facultativos y de crdito que desesperados de la suerte de Espaa quieren salvarse y auxiliar a que se salven estos preciosos pases. El ltimo ejrcito espaol de 28.000 hombres, al mando de Aslake, fue derrotado por Suchet y de sus resultas ocupa Valencia, Murcia, Asturias y gran parte de Galicia. Las Cortes sin cortejo, en Cdiz, sin partido, dominante por los franceses. Las tropas que le sitian son la mayor parte de regimientos espaoles del ejrcito de Jos (el hermano de Napolen) y todo anuncia la conquista total de un da para otro. Aqu se ratifica que vienen fugados -para salvarse - pero da otro elemento de juicio: quieren salvarse ellos (como oficiales espaoles derrotados) y auxiliar a que se salven estos preciosos pases, con lo cual est reconociendo que una misma y nica es la causa que defendan all y la que vienen a defender aqu: la revolucin democrtica desencadenada en 1808 (y en Amrica en 1810, como parte de la misma) en peligro de ser aplastada, tanto sea por la restauracin monrquica y clerical hispnica, como tambin por la dictadura de Napolen. *Un tercer documento complementa esta interpretacin. Manuel Moreno, representante diplomtico en Londres, le escribe a Toms Guido: Mi querido Guido: [... ] Despus de tu salida, he escrito a Buenos Aires por varias ocasiones y actualmente lo hago por la George Canning en que se dirigen los amigos Larrea, Aguirre, Zapiola, Alvear, Vera, Chilavert y otros cuantos oficiales escapados de Cdiz. En el mismo barco, el cual saldr dentro de seis das, van dos familias inglesas y una espaola, la de Alvear, a establecerse en nuestro pas.
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Sociedad Patritica, dirigida por Bernardo de Monteagudo. A su vez, San Martn y Alvear constituyeron la Logia Lautaro, cara clandestina de dicha Sociedad Patritica. El 3 de febrero de 1813 triunfa en el combate de San Lorenzo. San Martn atiende solcitamente al capitn Zabala, jefe de los invasores. Lo invita a almorzar y parece haberlo persuadido ideolgicamente, pues el capitn espaol se incorpora, aos ms tarde, al Ejrcito de los Andes.
La independencia de Chile
Se sabe que el ejrcito de los Andes triunf en Chacabuco fue sorprendido en Cancha Rayada (donde tambin Manuel Rodrguez jug un importante rol para salvar las tropas y reorganizar las fuerzas) y alcanz un triunfo importante en Maip, en Abril de 1818. Para la organizacin del Ejrcito de los Andes, San Martn recibi cierto apoyo del director Pueyrredn, en dinero y pertrechos. Pero lo fundamental lo consigui al poner en marcha la economa cuyana con un plan de fuerte intervencionismo estatal. Logrado el triunfo en Chile, la preparacin de la expedicin al Per se complica porque en Buenos Aires retacea su apoyo. La burguesa comercial portea estaba preocupada por el artiguismo en la Banda Oriental y en todo el litoral mesopotmico, y por la expedicin espaola que se arm para recuperar las tierras americanas. Se encierra sobre sus problemas y no responde a los reclamos de San Martn. Ms an, le exige que retorne con el Ejrcito de los Andes para
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defender a Buenos Aires del peligro montonero. Este reclamo se inicia en abril de 1819 y San Martn, durante casi un ao y con diversas excusas, difiere el cumplimiento de la orden portea. A mediados de 1819, con motivo de la escasez de recursos y de la amenazante expedicin espaola, lanza una de sus proclamas ms fervorosas: ya no queda duda de que una fuerte expedicin espaola viene a atacarnos [...] la guerra se la tenemos que hacer del modo que podamos. Si no tenemos dinero, carne y un pedazo de tabaco no nos ha de faltar; cuando se acaben los vestuarios nos vestiremos con las bayetitas que nos trabajan nuestras mujeres y si no, andaremos en pelota como nuestros paisanos los indios. Seamos libres y lo dems no importa nada. Yo y vuestros oficiales os daremos el ejemplo en las privaciones y trabajos. La muerte es mejor que ser esclavos de los maturrangos. La reiterada negativa de San Martn a cumplir las rdenes de volcar sus fuerzas en apoyo de Buenos Aires, con excusas diversas, provoca hondo disgusto al Director Supremo y sus amigos. No resultara extrao que Rondeau hubiese decidido la destitucin del General. Este suceso no aparece suficientemente claro y la Historia Oficial prefiere no menearlo para no dejar mal parados a los directores. Pero lo cierto es que en julio de 1819 Rondeau designa a Marcos Gonzlez Balcarce para que viaje a Cuyo junto con el abogado mariano Serrano en misin especfica ante el general San Martn. Esta misin, segn algunos historiadores, consistira en preparar las tropas que desde Cuyo marcharan contra los caudillos del litoral, lo que en buen romance significara desplazar al General de la jefatura y llevarse el Ejrcito hacia Buenos Aires. Segn otros (Vicente Fidel Lpez, por ejemplo) Balcarce deba cumplir en Cuyo las ordenes del Gobierno. No aclara cules, pero la circunstancia de llevar un abogado como acompaante sugiere que esas rdenes iran en pliego cerrado y que la funcin del jurista era avalar la legitimidad de la misin de Balcarce, que no sera otra que asumir como Jefe del Ejrcito de los Andes. El mismo Vicente Fidel Lpez seala que durante el viaje hacia Cuyo, Balcarce y Serrano son apresados por una partida montonera y agrega: quedando as frustrada la comisin que llevaba a Cuyo para dividir el ejrcito con San Martn. San Martn, ante estas dificultades, presiona al gobierno chileno y logra que le otorguen apoyo suficiente como para completar sus fuerzas, especialmente en barcos. Los mismos son puestos por el gobierno chileno al mando del Almirante Cochrane, un escocs muy valiente pero muy vido de dinero que entrara luego en grave conflicto con el gran capitn. Mientras arma la expedicin para pasar por mar al Per, San Martn mantiene correspondencia con los caudillos Estanislao Lpez y Jos Artigas. As intenta mediar en el conflicto del litoral, conducta que provoca profundo desagrado en los directoriales porteos. Desde abril de 1819 hasta Enero de 1820 prosiguen los reclamos porteos para que regrese con el ejrcito. San Martn esquiva los reclamos, a veces recurriendo a su deficiente estado de salud, pero lo cierto es que privilegia la campaa americana sobre la orden portea. A este respecto, son interesantes las reflexiones de Vicente Fidel Lpez en su Historia de la Repblica Argentina. Argumenta que San Martn estaba en todo su derecho de no querer venir a Buenos Aires a enfrentar a los montoneros, pero en ese caso deba renunciar y, en cambio, lo que hizo fe robarle el ejrcito al gobierno directorial, llevndoselo consigo a Chile y a Per cuando la situacin interna lo reclamaba en el litoral. El 1 de febrero de 1820 el director Rondeau es derrotado por las montoneras de Estanislao Lpez y Francisco Pancho Ramrez, en la batalla de Cepeda. El 2 de abril de 1820, San Martn, informado de la cada del gobierno, rene a sus oficiales en Rancagua y arguyendo que cay el gobierno directorial, renuncia antes sus oficiales para que ellos elijan a su nuevo jefe.
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All se redacta el Acta de Rancagua, por la cual San Martn, por voluntad de sus oficiales, pasa a ser jefe del ejrcito expedicionario. As se crea un ejrcito hispanoamericano con soberana flotante que no se subordina a gobierno alguno. Su objetivo es concluir con el absolutismo en Amrica para lo cual inicia en agosto de 1820 la marcha hacia el Per.
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Las reuniones entre San Marn y Bolvar, el 26 y 27 de julio de 1822, fueron secretas y dieron lugar a extensas polmicas. La versin ms infantil la dio el mitrismo, que reduce esta gran reunin poltica de dimensin latinoamericana a la supuesta caracterologa psicolgica de los dos personajes. De esta manera, al desinters, ascetismo y generosidad de San Martn se opondra la ambicin y el aventurerismo de Simn Bolvar, quien le habra arrebatado la gloria de culminar la campaa de liberacin. Las razones del paso atrs dado por San Martn dejndole a Bolvar la conclusin de la campaa son mucho ms hondas. Algunos historiadores que profundizaron el tema (como A. J. Prez muchstegui) juzgaban que el ejrcito enemigo, retirado al interior del Per, era mucho ms poderoso de lo que juzgaba Bolvar y por esa razn, le reclamaban a Bolvar no solo la devolucin de fuerzas militares que le haban prestado, sino un apoyo muy apreciable en combatientes (que San Martn estimaba que Bolvar dispona y que este quiz, no dispona). Por otra parte, el ejrcito de San Martn se hallaba muy debilitado por enfermedades y disensiones internas, especialmente un grado de indisciplina muy alto que, dir luego San Martn, hubiera llevado a tener que fusilar a algunos oficiales para recuperar el orden y la cohesin. Ms all de estas diferencias, el gran distingo que debe hacerse es que el ejrcito de San Martn no contaba con respaldo poltico suficiente en la medida en que Buenos aires se hallaba desinteresada de la campaa hispanoamericana. De all, su urgencia en asegurar apoyo poltico y econmico para lo cual enva a Gutirrez de la Fuente a Buenos Aires, pero obtiene una respuesta negativa del grupo rivadaviano. Bolvar, en cambio, estaba respaldado por la Gran Colombia. Rechazada por Bolvar la propuesta de San Martn de convertirse en su segundo (pues habra dos cabezas en el ejrcito, con la consiguiente debilidad en las decisiones), San Martn entiende que Bolvar se halla en mejores condiciones para proseguir la campaa. Entonces, se retira del escenario militar para renunciar, poco despus, al cargo poltico de Protector del Per, dando por concluida su gesta libertadora. Para el mitrismo, una honda animadversin debi quedar en San Martn, pues Bolvar Le haba robado la gloria. Si esto fuera as, solo una psicologa muy enferma podra exponer en su casa durante su exilio, como lo hizo San Martn, un retrato de Bolvar recordndole el agravio, todas las horas y minutos de su vida. Por el contrario, San Martn lo admiraba profundamente y de ah el retrato, an cuando disintiera con Bolvar en la cuestin Guayaquil (San Martn quera dejar al pueblo la decisin de integrarse o no al Per y, Bolvar lo incorpor de hecho para evitar esmembramientos).
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Remedios muere el 3 de agosto sin que San Martn haya podido visitarla. En octubre, Estanislao Lpez le escribe: S de una manera positiva por mis agentes en Buenos Aires que, a la llegada de V.E. a aquella capital, ser mandado juzgar por el gobierno en un Consejo de Guerra de oficiales generales, por haber desobedecido sus rdenes en 1819, haciendo la gloriosa campaa a Chile, no invadir a Santa Fe y seguir la expedicin libertadora al Per...siento el honor de asegura a V.E. que a su solo aviso, estar con la provincia en masa a espera a V.E., en El Desmochado, para llevarlo en triunfo hasta la plaza de la Victoria. Si V.E. no aceptase esto, fcil me ser hacerlo conducir, con toda seguridad, por Entre Ros hasta Montevideo. San Martn contesta: No puedo creer en tal proceder. Ir solo, como he cruzado el pacfico... Pero si la fatalidad as lo quiere, yo dar por respuesta mi sable, la libertad de un mundo, el estandarte de Pizarro y las banderas de los enemigos que ondean en la Catedral, conquistada con aquellas armas que no quise teir en sangre argentina. No! Buenos Aires es la cuna de la libertad. El pueblo de Buenos Aires har justicia En otra carta, comenta: A los dos meses de mi llegada a Mendoza, el gobierno que en aquella poca mandaba en Buenos Aires, no solo me form un bloqueo de espas, entre ellos uno de mis sirvientes, sino que me hizo una guerra poco noble en los papeles pblicos de su devocin, tratando al mismo tiempo de hacerme sospechoso a los dems gobiernos de las provincias. Asimismo, el gobierno le suspende a su hija la pensin que le haban otorgado. A su vez, el espantoso Centinela (recuerda San Martn) principi a hostilizarme, sus carnvoras falanges se destacan y bloquean mi pacfico retiro El historiador Pacfico Otero refiere, citando a un marino francs, que el gobierno de Martn Rodrguez tema que San Martn hiciera una revolucin y lo observaba de cerca, controlando sus movimientos, para arrestarlo ante la primera tentativa. Jos Mara Rosa seala que los partidarios de Rivadavia postergaron la reunin del Congreso Constituyente por temor a que San Martn fuese elegido Jefe Supremo. San Martn llega en diciembre a Buenos Aires y al poco tiempo, el 10 de febrero de 1824, se embarca con su hija rumbo a Europa. Aos despus, en diversas cartas, manifiesta su animadversin por Rivadavia y su crculo: Me consta que en todo el tiempo de la administracin de Rivadavia, mi correspondencia ha sufrido una revista inquisitorial la ms completa. Yo he mirado esta conducta con el desprecio que merecen sus autores; La administracin de Rivadavia ha sido desastrosa [...]; l me ha hecho una guerra de zapa para minar mi opinin suponiendo que mi viaje a Europa no ha tenido otro objeto que el de establecer gobiernos en Amrica; yo he despreciado tanto sus groseras imposturas, como su innoble persona. A estas cartas, OHiggins responde en trminos similares: un enemigo tan feroz de los patriotas como Rivadavia; El hombre ms criminal que ha producido el pueblo argentino [...] Este hombre despreciable no solo ha ejercido su encono contra usted. Esta enemistad es la que conduce a San Martn a reclamarle a dos amigos suyos, en Londres, en 1825 que acten como padrinos para retarlo a duelo a Rivadavia. El duelo no llega a producirse, pues los amigos lo disuaden por el escndalo que desprestigiara a las Provincias Unidas. Tal es la relacin San Martn-Rivadavia, aunque sus retratos aparezcan juntos en los colegios, como si hubieran perseguido idnticos objetivos. En cambio, expresaban, en sus personas, el antagonismo frontal entre el proyecto de emancipacin, unificacin y crecimiento hacia adentro (San Martn), y el proyecto de subordinacin, desmembramiento y economa atada al mercado mundial (Rivadavia).
El exilio
San Martn se encuentra en Europa cuando estalla la guerra de las Provincias Unidas contra el Brasil. Segn carta a su amigo Toms Guido, encontrndose Rivadavia en el poder, no ofrece sus servicios.
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En cambio, al caer Rivadavia y asumir Dorrego, decide volver para poner su espada al servicio de la patria. As, en noviembre de 1828, se embarca con destino a Buenos Aires. Pero cuando el barco hace escala en Ro de Janeiro, los primeros das de diciembre, se informa del levantamiento de Lavalle. Y poco despus, del fusilamiento de Dorrego. El 6 de febrero de 1829 llega ante el puerto de Buenos Aires pero se niega a desembarcar. Lavalle le ofrece hacerse cargo del gobierno, pero San Martn no acepta y pasa a Montevideo. Desde all, el 13 de abril, le escribe a O Higgins: El objeto de Lavalle era el que yo me encargarse del mando del ejrcito y provincia de Buenos Aires y transase con las dems provincias a fin de garantir, por mi parte y la de los dems gobernadores, a los autores del movimiento del 1 de diciembre, pero usted conocer que en el estado de exaltacin a que han llegado las pasiones, era absolutamente imposible reunir los partidos en cuestin sin que quede otro arbitrio que el exterminio de uno de uno de ello. Por otra parte, los autores del movimiento del 1 de diciembre son Rivadavia y sus satlites y a usted le constan los inmensos males que estos hombres han hecho, no solo a este pas, sino al resto de Amrica, con su infernal conducta; si mi alma fuese tan despreciable como las suyas, yo aprovechara esta ocasin para vengarme de las persecuciones que mi honor ha sufrido de estos hombres, peor, es necesario ensearles la diferencia que hay de un hombre de bien a un malvado. Mientras los peridicos unitarios lo atacan, parte nuevamente hacia Europa, ahora s, a su exilio definitivo.
Su reconocimiento a Rosas
En los primeros aos de su exilio, San Martn sufre penurias financieras. Ms adelante, se encuentra con su amigo de juventud, Alejandro Aguado, quien lo protege econmicamente y al morir, en 1842, le deja un legado importante. Instalado en Gran Bourg, juzga concluida su vida pblica. Pero en marzo de 1838, una escuadra francesa bloquea el puerto de Buenos Aires. Ante esta situacin, ya sexagenario, se ofrece a Rosas para luchar contra la agresin extranjera. As comienza la correspondencia con Rosas, quien le reconoce sus mritos y le rinde reiterados homenajes. En una de esas cartas, San Martn escribe: Lo que no puedo concebir es que haya americanos que por un indigno espritu de partido, se unan al extranjero para humillar a su patria y reducirla a una condicin peor que la suframos en tiempo de la dominacin espaola; una tal felona ni el sepulcro la puede hacer desaparecer. Rosas le agradece el ofrecimiento de regresar para servir militarmente a la patria, pero no lo juzga necesario. Asimismo, lo designa embajador ante el Per, a lo cual responde San Martn que no puede aceptar pues es generalsimo del ejrcito del Per. En carta a Gregorio Gmez, San Martn manifiesta diferencias con la gestin interna de Rosas: Yo no puedo aprobar la conducta del General Rosas cuando veo una persecucin general contra los hombres ms honrados del pas, por otra parte, el asesino del doctor Maza me convence que el gobierno de Buenos Aires no se apoya sino en la violencia, pero agrega: A pesar de esto yo no aprobar jams que ningn hijo del pas se una a una nacin extranjera para humillar a su patria. El 23 de enero de 1844, dicta su testamento regalndole su sable de la lucha emancipadora a Juan Manuel de Rosas: En el nombre de Dios Todopoderoso, a quien reconozco como Hacedor del Universo: digo yo, Jos de San Martn, Generalsimo de la Repblica del Per y Fundador de su libertad, Capitn General de Chile y Brigadier General de la Confederacin Argentina, que visto el mal estado de mi salud declaro por el presente Testamento lo siguiente: [...] el sable que me ha compaado en toda la
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Guerra de la Independencia de la Amrica del Sud, le ser entregado al General de la Repblica Argentina, Don Juan Manuel de Rozas, como una prueba de la satisfaccin que como Argentino he tenido al ver la firmeza con que ha sostenido el honor de la Repblica contra las injustas pretensiones de los extranjeros que trataban de humillarla [...]. Hecho en Pars, a 23 de enero del ao mil ochocientos cuarenta y escrito todo l de mi puo y letra. Jos de San Martn. Esta decisin ha sido enturbiada por muchos historiadores de la corriente liberal, aduciendo que San Martn no estaba en su sano juicio, debido a su avanzada edad. Luego, cuando se produce una nueva intervencin en el Plata, a travs de la escuadra anglo-francesa, San Martn le escribe a Guido: Es inconcebible que las dos ms grandes naciones del universo se hayan unido para cometer la mayor y ms injusta agresin que pueda cometerse contra un estado independiente; no hay ms que leer el manifiesto hecho por los enviados ingls y francs para convencer al ms parcial, de la atroz injusticia con que han procedido, y se atreven a invocarla los que han permitido, por el espacio de cuatro aos, derramar la sangre y cuando ya la guerra haba cesado por falta de enemigos, se interponen no ya para evitar males sino para prolongarlos por tiempo indefinido: Usted sabe que yo no pertenezco a ningn partido; me equivoco, yo soy del partido americano. Inicia entonces una accin diplomtica, denunciando el atropello anglo-francs. Publica su reclamo en los peridicos y hace llegar un alegato al Parlamento francs. Asimismo, se cartea con dirigentes polticos denunciando el hecho: escandalosa, infame e injustsima intervencin de la Francia e Inglaterra en los negocios interiores del Ro de la Plata. En esta poca contina intercambiando correspondencia con Rosas. Es visitado por Sarmiento, hecho que Pastor Obligado recoge en sus Tradiciones y que pasa a los textos escolares brindando la imagen de un San Martn abuelo carioso que le da a jugar la medalla que gan en Bailn a su nietita. Pero en la cual se omite parte del relato, que es justamente la dura discusin entre San Martn y Sarmiento acerca de Rosas y las intervenciones extranjeras. Sarmiento escribir luego: anciano abatido y ajado por las revoluciones americanas, ve en Rosas al defensor de la independencia amenazada y su nimo noble se exalta y ofusca. Y agregar en otro recuerdo: vea fantasmas de extranjeros.
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