LA NACION - La Masoneria en La Boca

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El edificio que data de 1917 fue intrusado dos


veces; en 2022, lograron que vuelva a manos de
esta sociedad; ahora, buscan levantar y poner en
valor la propiedad
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• 2 de octubre de 2024
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Leandro Vesco
LA NACION
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“¡Por fin volvieron los masones!”, dice Alfredo Lomanto que eso escucharon
decir a los vecinos de La Boca cuando vieron que entraban misteriosos
hombres de negro en una desguarnecida casona que estuvo usurpada y
abandonada durante décadas. Los veían sacar basura durante meses y
materiales, hablar en voz baja y planificar. “Queremos devolverle el brillo”,
afirma Lomanto sobre el templo de 1917 que están restaurando y que
fue un pilar en la vida cultural y social del barrio del sur de la ciudad de Buenos
Aires.

“Es una tarea ciclópea”, dice Lomanto, quien es el fundador de la Logia


Pedro Bonifacio Palacios. El templo que reconstruyen fue la sede de
la Logia Liberi Pensatori, fundada en 1875. En su seno nacieron los
Bomberos Voluntarios de La Boca, primer antecedente que sirvió para que esta
institución se multiplicara en el país, fue la cuna del Club Atlético River Plate,
primer centro de salud del barrio, puntapié para la creación del Teatro Giuseppe
Verdi y muchas entidades culturales y de bien público. “La Boca fue un polo
de la masonería”, explica Lomanto.
Alfredo LomantoTadeo Bourbon - LA NACION

De quince a 20 logias trabajaron en el barrio desde finales del siglo XIX. La


mayoría eran italianas. Por ese entonces La Boca era el puerto de la ciudad. De
aquellos, muchos venían de Génova. Fue un enclave étnico cosmopolita, en sus
calles era posible escuchar idiomas de muchos países. La masonería se hizo
cargo de diseñar un orden a todo este rico perfil de personas, apoyando sus
acciones en los pilares de la libertad, la fraternidad y la igualdad.

“Queremos que la masonería vuelva al barrio”, expresa Lomanto. El templo está


en la calle Suárez, en un lugar olvidado, con casas intrusadas, basura en las
calles, problemas de consumo, recurrentes incendios y una situación social de
extrema vulnerabilidad. Todo esto sucede a 15 minutos de la Casa Rosada y a
media cuadra de un punto gastronómico legendario: la pizzería Banchero. Más
La Boca, imposible.

“Es el mejor lugar para que regrese la luz”, afirma Lomanto. El


templo es un edificio de dos plantas, aunque muy dañado por el deterioro del
paso del tiempo, se ven señales de un pasado augusto. Sufrió dos
usurpaciones y en septiembre de 2022 los hermanos –así se llaman entre sí
los miembros de la Orden– entraron para cambiar la historia. Solo de la planta
alta, dónde se encuentra el templo, sacaron basura acumulada en seis
contenedores industriales. Filtraciones, caños rotos, animales muertos, y
cielorrasos podridos. El abandonado era total.
Uno de los símbolos de la masoneríaTadeo Bourbon - LA NACION

Vínculo
“Costó meses en sacar el olor nauseabundo”, recuerda Lomanto. En un principio
a los vecinos nos les cayó bien el desalojo de los usurpadores, pero cuando
supieron los intereses de aquellos que se volvían a hacerse cargo de una
propiedad que les pertenecía, los tratos cambiaron. “El barrio siempre tuvo
mucho vínculo con la masonería”, dice Lomanto. Él, en ese año Venerable
Maestro de la Logia Pedro Bonifacio Palacios, tomó el desafío que le legó el Gran
Maestre de la Gran Logia Argentina, Pablo Lázaro. Desde aquel momento se
pusieron manos a la obra.

En tiempos libres, los fines de semana, en huecos de sus agendas laborales, los
hermanos de esta logia y luego de otras comenzaron a restaurar el templo que
alguna vez reunió los prohombres que volcaron sus ideas y esfuerzos a los
valores más altos que cambiaron la vida social y cultural de La Boca y el sur
porteño.
Sergio ZilloTadeo Bourbon - LA NACION

“Es lindo recibir el cariño de los vecinos”, confiesa Lomanto. Aún falta mucho
para la restauración total. El objetivo es llegar a abrir al público en la Noche de
los Museos de 2025. Mientras tanto, todo está por hacerse y tres logias
trabajan en el templo, que lentamente está recobrando su brillo original.

La Logia Liberi Pensatori nació en 1875 en La Boca y hasta tener templo propio,
trabajó en otros que le fueron prestados. La particularidad es que se trató de
unas de las que más penetró en el quehacer diario del barrio, sus miembros
tuvieron un compromiso altruista elevado. Tanto fue así que en 1904 crearon
una mutual (con personería jurídica desde ese año) que tuvo el mismo nombre
que la logia y que se encargó de ofrecer asistencia a los vecinos.
Logia Pedro Bonifacio Palacios comenzó con la restauración del edificio de la calle
Suárez en La BocaTadeo Bourbon - LA NACION

Cuando no había un hospital en el barrio, los masones tenían médico y los


vecinos, atención gratuita. Los conventillos, hechos con material remanente de
los barcos, siempre fueron viviendas precarias y era común que se incendiaran.
“Los hermanos salían a socorrer y apagar los incendios”, dice Lomanto. Su
reacción fue operativa: crear los Bomberos Voluntarios de La Boca.

“Los bomberos del barrio era la Logia Liberi Pensatori con casco”, dice Sergio
Zillo, pionero en la recuperación del templo y referente en la masonería sobre
temas vinculados a lazos de italianidad. En 1917, finalmente la Logia más
querida de La Boca, tuvo su espacio propio. En los años en los que más presencia
tuvo en el barrio corresponden con la mítica fundación de la República de La
Boca, ocurrida entre 1880 y 1884.

“Le leyenda expresa una verdad. El mito nos dice algo”, afirma Zillo. Según una
crónica de la revista Caras y Caretas, el presidente Julio Argentino Roca llegó
al barrio para sofocar la intentona de los italianos que pretendían fundar una
república con fuertes lazos con el reino de Italia. Los masones tenían vinculación
con Roca, el presidente visitaba las logias boquenses para que le aconsejaran en
su relación con el Vaticano. Bartolomé Mitre también fue uno de los que
frecuentó estos templos.

República
¿Existió por algunos días esa república? Las circunstancias estaban dadas. Se
habla de un problema entre los Bomberos de La Boca y la oficialidad del
“centro”, los primeros salían y hablaban en dialecto genovés. “Un senador
italiano presentó un proyecto para hacer un protectorado en Buenos Aires”,
afirma Zillo. El legislador aseguraba que había muchos súbditos de la Corona en
esta ciudad. Había que ayudarlos y protegerlos.

El edificio presenta varios problemas de infraestructuraTadeo Bourbon - LA


NACION

¿En las logias masónicas se cocinó ese caldo de la independencia barrial? “La
masonería era muy fuerte en La Boca”, afirma Lomanto y da una pista, después
de la fiebre amarilla, la zona sur de la ciudad fue discriminada. “Quedó a la
buena de Dios”, agrega. La propia masonería quedó relegada. No es de extrañar
que esas logias con fuerte espíritu italiano hayan mostrado interés en la
autonomía boquense. “Influyó y participó en la creación de escuelas y de
escuelas de oficio y fue una institución muy señera en la vida del barrio”, afirma
Lomanto sobre la relevancia de la Orden.
El templo fue la sede de la Logia Liberi Pensatori, fundada en 1875Gentileza

“Estamos en el mundo para reparar el mundo”, asegura Zillo desde


las ruinas del templo que están volviendo a levantar. “Como el Ave Fénix, la
masonería resurgirá en La Boca”, dice Lomanto. La restauración es de todo tipo,
la edilicia es la que más esfuerzo lleva, pero la hermandad funciona como una
cadena sólida. Sin embargo, el trabajo que resta es inmenso, también las
deudas que dejaron los usurpadores. Lo más importante es que
pueden trabajar y realizar las tenidas, en ellas vuelven a nacer ideas para
mejorar la situación social y cultural del barrio.

“Queremos a La Boca, pero es una joya mal conservada”, dice Lomanto. Una
buena señal: en la planta baja del templo, entre materiales y mesas de trabajo,
acondicionaron una pieza donde instalaron un banco de medicamentos. En un
fuerte símbolo de apoyo, la Gran Logia fijo domicilio de la Gran Hospitalía, que
es el órgano oficial de la Orden que se encarga de las necesidades de sus
miembros y de la sociedad en su conjunto.

El banco de medicamentos funciona dentro de una red nacional. “Los hacemos


circular y llegan a los que más los necesitan”, afirma Lomanto.
El edificio data de 1917Tadeo Bourbon - LA NACION

Logias
La masonería es una sociedad filantrópica, filosófica y progresista. “Queremos
que la masonería vuelva a los barrios”, afirma Pablo Lázaro, Gran Maestre de la
Orden, su máxima autoridad. Reflexiona sobre la red de logias que existían en
todo el país hasta la década del 30 donde comienza una persecución y más de
400 propiedades son expropiadas. “En cada pueblo había una logia”, dice
Lázaro.

Con el regreso de la democracia, la masonería volvió a la vida social, aunque


jamás dejó de estar operativa, en ningún momento. Desde 2008 se inicia una
apertura para que deje de ser una sociedad secreta, y sí discreta, pero
abierta a la comunidad. “Nos pusimos como objetivo recuperar la red de la
masonería nacional”, dice Lázaro. También se ha encargado de profundizar un
cambio que acompaña a la época.

“Queremos mostrar lo que hacemos y tener presencia en los barrios y pueblos”,


afirma. El templo que están recuperando los hermanos en La Boca materializa
este proyecto. “Están tratando de unir con filantropía aquello que está disperso”,
afirma. También arroja señales para todos aquellos que quieran unirse a la
Orden. ¿Los requisitos? “Cualquier hombre y mujer mayor de 18 años que está
dispuesto a escuchar y aprender de aquel que piense diferente”, puntualiza
Lazaro. “Nos nutrimos de la diferencia”, agrega. En sus redes sociales
pueden aplicar para una entrevista personal.

“Estamos haciendo un trabajo importante”, dice el hermano Marcelo di


Pascuale, ordenando el templo para comenzar con la tenida. En esta época
donde se promueve la polarización de pensamientos, un pequeño grupo de
masones, dejando sus trabajos formales y actividades familiares dedican su
tiempo a ayudar a que los latidos de un edificio que dio vida a todo un barrio,
vuelva a ejercer esa influencia. “Volvemos a traer luz a La Boca”, reflexiona
Sebastián Cobeaga.

Leandro Vesco

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