Ova - Reseña 2

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La comprensión del conflicto armado en Colombia, requiere de un análisis crítico, que integre procesos

históricos, políticos, demográficos, sociales, económicos y culturales, que permita una mirada compleja de
un fenómeno, que por más de cien años, han tocado a una inmensa masa de la población civil: "Una
inmensa mayoría de personas, comunidades, familias sin nombre, a veces, casi sin historia, miembros de
una inmensa masa anónima de seres humanos, campesinos, obreros, amas de casa, estudiantes,
muchachos, profesores, mujeres, niños, niñas, que no cuentan con los avales protectores de partidos
políticos, ni de ideologías ni de poderes económicos, que los diversos actores armados dicen representar, sin
siquiera haberles consultado, han padecido desde todos los lados el rigor y la degradación de una violencia
que no comprenden y que, por más justificaciones que se den, desde ambos extremos, no tiene ninguna
legitimación, ni en lo moral, ni en lo ético, ni en lo político."

Objetivo
Este recurso audiovisual propone abordar la historia contemporánea de Colombia como una categoría que
dialoga con la psicología, para intentar comprender algunos de los múltiples factores estructurales y sociales
que determinan la salud mental y el bienestar de colombianos y colombianas, y para ello, propone tres ejes de
análisis: Verdad, Poder y Resistencia.

La verdad ...

Como configuración de memoria en el sujeto, constructor de su propia historia, en interacción y tensión con lo
familiar, social, político, cultural en contexto, situación y época.
El poder ...

Definido por Martín-Baró como el “carácter de las relaciones sociales basado en la posesión diferencial de
recursos que permite a unos realizar sus intereses, personales o de clase, e imponerlos” (1989, p. 101).
La resistencia ...

En las víctimas del conflicto armado, como sujetos sociales que comprenden los sucesos históricos y
construyen estrategias de acción para la superación y la consolidación como sujetos políticos que inciden y
movilizan la construcción de memoria colectiva para la no repetición.
Las dos olas de La Violencia

Violencia que engendra violencia


La Violencia tuvo dos olas: de 1946 a 1953, durante el gobierno y la dictadura conservadora, y de 1953 a
1957, durante la dictadura militar del general Gustavo Rojas Pinilla. En ambas hubo episodios de crueldad
como masacres, descuartizamientos, quema de pueblos, que dejaron sed de venganza, agravios y
humillaciones difíciles de olvidar.

Dictadura civil
A finales de los años cuarenta Colombia vivía una polarización extrema, que se expresó en el Congreso,
donde una discusión sobre la reforma electoral terminó con el asesinato del representante liberal a la
Cámara Gustavo Jiménez, en septiembre de 1949. Dos meses después, el presidente Mariano Ospina
Pérez decretó el estado de sitio y, ante la inminencia de un debate que preparaban los liberales para
deponerlo, cerró el Congreso, todos los órganos legislativos departamentales y municipales, y decretó la
censura de prensa. Se instauró la dictadura civil. El Congreso duró cerrado nueve años. Ese mismo año fue
elegido como presidente, Laureano Gómez en unas elecciones sin contradictores, lo cual aumentó aún
más el odio.

El Batallón Colombia regresa de Corea

En 1954 el Batallón Colombia regresó al país después de la Guerra de Corea, la cual marcó
profundamente a los militares colombianos no solo porque modernizó sus concepciones tácticas y
estratégicas, contribuyó a su profesionalización y, por tanto, a su distanciamiento de la política, al tiempo
que los inscribió en la doctrina anticomunista.

Para finales de 1953 se creó el Servicio de Inteligencia Colombiano (SIC), cuyo foco era el espionaje
anticomunista y las campañas de propaganda negra. Ecos locales del macartismo que imperaba en
Estados Unidos.

Las guerrillas liberales y comunistas

En octubre de 1949, cuando los partidos Liberal y Conservador se declaraban prácticamente en guerra, el
Partido Comunista Colombiano (PCC) orientó a sus bases agrarias hacia la creación de autodefensas de
masas para «salvaguardar la vida», para contener los ataques del gobierno y sus grupos de Pájaros
(cuerpo armado que se creó para contrarrestar y perseguir a los opositores al gobierno conservador).
Estas se asentaron en las regiones donde el movimiento agrario era fuerte. Es decir, en los departamentos
de Tolima, Huila y Cauca, y en Cundinamarca, particularmente en el municipio de Viotá y la localidad de
Sumapaz.

Continuidad entre dos guerras

Aunque existen diferencias en los actores, los territorios y las violencias entre el periodo de La Violencia y
el conflicto armado interno, en los recorridos que hizo la Comisión de la Verdad por el país pudo darse
cuenta de que muchas comunidades establecen una continuidad entre dos guerras: la de La Violencia
(1946-1957) y la de las últimas décadas del siglo XX e inicios de este siglo (1958-2016).

Pedro Antonio Marín

El personaje que mejor encarna esa continuidad es Pedro Antonio Marín, quien a lo largo de su vida se
conoció como Manuel Marulanda Vélez y fue por más de medio siglo el comandante de las FARC-EP. Marín
era un joven comerciante de queso y madera cuando fue testigo de una brutal masacre ocurrida en
octubre de 1949 en Ceilán, Valle, pueblo de mayoría liberal. Allí los Pájaros conservadores asesinaron a
cerca de 150 personas y quemaron sus casas. Este fue, según su testimonio a diversos historiadores, el
motivo de su vinculación a las guerrillas liberales.

El encuentro en El Davis

El personaje que mejor encarna esa continuidad es Pedro Antonio Marín, quien a lo largo de su vida se
conoció como Manuel Marulanda Vélez y fue por más de medio siglo el comandante de las FARC-EP. Marín
era un joven comerciante de queso y madera cuando fue testigo de una brutal masacre ocurrida en
octubre de 1949 en Ceilán, Valle, pueblo de mayoría liberal. Allí los Pájaros conservadores asesinaron a
cerca de 150 personas y quemaron sus casas. Este fue, según su testimonio a diversos historiadores, el
motivo de su vinculación a las guerrillas liberales.

Limpios y Comunes
El encuentro en El Davis dejó entrever dos tipos de grupos que llegaron a ser antagónicos en la segunda
ola de La Violencia: los Limpios y los Comunes. Los Limpios eran liberales leales a las directivas del
Partido, mientras los comunes eran aquellos que habían transitado hacia la militancia comunista.
Algunas de las contradicciones entre ambas colectividades tenían que ver con la convivencia: mientras los
Limpios rechazaban la vida comunitaria, los comunistas la tenían organizada. Otra diferencia de fondo
era el uso de la violencia: mientras los Limpios emplearon métodos similares a los chulavitas y salían a
perseguir conservadores, los comunistas estaban más interesados en defenderse de las fuerzas oficiales y
no involucrarse en peleas diferentes a la lucha de clases. Había, además, controversias en torno al uso de
la propiedad de la tierra.

En la práctica el directorio del Partido Liberal en Bogotá alentaba a estas guerrillas comunistas, pero no
abiertamente, mientras el PCC se encargó de su conducción.

Bases sociales distintas


Las disputas entre Limpios y Comunes no eran solo venganzas personales, robo de ganado, cosechas
cafeteras y/o colaboración o enfrentamiento con las Fuerzas Militares. Las bases sociales de los dos
grupos eran distintas. Los Limpios eran aparceros, arrendatarios y jornaleros de las haciendas de los
gamonales regionales liberales, a quienes servían incluso con armas. Mientras las filas de las
autodefensas comunistas se componían de jóvenes sin tierra, cuya disputa estaba exactamente con esos
gamonales, muchos de los cuales eran comerciantes que dominaban la compra del café, sobre la que se
cometían todo tipo de abusos.

Guerrilleros liberales hacen tránsito al comunismo

Manuel Marulanda, Isauro Yosa, Jacobo Prías Alape conocido como Charro Negro y Ciro Trujillo fueron
algunos de los guerrilleros liberales que hicieron tránsito hacia el comunismo. Así lo expresó Marulanda:
«El encuentro con los comunistas fue recibido con entusiasmo por los combatientes liberales. Los
comunistas eran hombres con orientaciones claras y conocimientos políticos y organizativos» (Citado en
Pizarro Leongómez y Peñaranda, Las FARC (1949-1966), d61).

Mientras los líderes naturales de las autodefensas se inscribieron en el comunismo, se profundizó la


división entre estas. Cuando se realizó la Primera Conferencia Nacional del Movimiento Popular de
Liberación Nacional en 1952 en Viotá, Cundinamarca, ni los liberales limpios ni las guerrillas del Llano
asistieron.

El movimiento guerrillero del Llano

Aunque las autodefensas de la región central eran importantes, el movimiento guerrillero más numeroso
y mejor armado estaba en Casanare, Vichada, Meta y Arauca. Su capacidad militar le dio para tomarse
bases militares como las de Palenquero y pueblos como Orocué. Al comienzo, los hacendados apoyaron a
las guerrillas, pero esta alianza se resquebrajó a medida que éstas asumieron banderas ya no partidistas
sino de defensa de la tierra y los peones.

Temor real

Este movimiento generaba en el Gobierno un temor real de que se rompiera de nuevo


la unidad del territorio y una parte quedara en manos de revolucionarios. Para 1952 un
sector importante de estas guerrillas había decretado su lucha como una revolución
con miras a derrocar al Gobierno y algunos guerrilleros como Guadalupe Salcedo se
habían alejado de la línea que dominaban los hacendados.

Los guerrilleros

Los guerrilleros eran en su mayoría colonos que, mientras libraban una guerra contra el
Estado, también expresaron con humillaciones, maltratos y violencia, el racismo
secular contra pobladores indígenas con quienes tenían conflictos de tierras. También
los despojaron de sus territorios ancestrales, especialmente a pueblos seminómadas.

Los bandoleros

Los grupos armados que persistían en las regiones fueron etiquetados en el discurso oficial como
«cuadrillas de bandoleros», aunque un informe de la CIA del 7 de enero de 1960 las definió como «una
tendencia predominantemente criminal, con un importante potencial de transformación en violencia
subversiva» (Rempe, «United States National Security and low-intensity conflict in Colombia»; Rempe, The
past as prologue?, 119).

Carácter político

En su libro Gamonales y Campesinos, Gonzalo Sánchez y Donny Marteens, reconocen que los bandoleros
tienen un carácter político en la medida en que contaron con apoyo de pobladores, instauraron órdenes
sociales y constituyeron alianzas con gamonales a quienes les servían como operadores de violencia. «Al
final fueron abandonados a su propia suerte cuando las élites políticas nacionales decidieron unirse en
una causa común, en tanto que ya no les eran útiles a sus propósitos» (Ugarriza y Pabón Ayala, Militares y
guerrillas, 47-48).

Usos políticos de la violencia

Esa porosa línea entre prácticas criminales y usos políticos de la violencia ha sido una constante en la
historia de la guerra en Colombia.

La Comisión de la Verdad, a partir de testimonios y análisis de los hechos y los contextos sociohistóricos,
ha podido establecer que personajes como los «bandoleros» se arraigaron en los relatos como sinónimo
de asesinos, antisociales y opositores del orden político y económico, por lo que debían ser «abatidos».
Fueron liberales, conservadores y comunistas, algunos hicieron parte de las primeras guerrillas y otros
pertenecieron a los liberales limpios, que tenían relación directa con los directorios locales del Partido
Liberal y con las Fuerzas Armadas. Estas últimas mantuvieron constantes enfrentamientos con las
autodefensas comunistas que se habían acogido a la pacificación sin dejar las armas.

El golpe militar de Gustavo Rojas Pinilla

Una dictadura inducida


Las élites económicas y los jefes de los partidos Liberal y Conservador observaban que la violencia no
cesaba y ellos ya no controlaban a los Pájaros ni a las autodefensas. A eso se sumó que Laureano Gómez
debió retirarse de la Presidencia por problemas de salud. Dejó como presidente encargado a Roberto
Urdaneta (1951-1953). Fue entonces cuando una coalición de conservadores, liberales, empresarios e
Iglesia indujeron el golpe militar del general Gustavo Rojas Pinilla. En ese momento la guerra no era solo
bipartidista, pues el Partido Comunista mantenía a las autodefensas armadas.

La segunda ola de la Violencia, que corresponde a la dictadura del general Gustavo Rojas Pinilla (1953-
1957), se concentró en las regiones del movimiento agrario comunista y las zonas cafeteras. Rojas
pertenecía a la tradición conservadora y llegó a la Presidencia por las desavenencias que había en el
interior del Partido Conservador. El exitoso golpe de Estado que protagonizó contó con la aprobación de
los liberales, quienes creían que el gobierno militar podría traer la reapertura de la democracia que se
había cerrado en 1949 y su participación en la política. A diferencia de otras dictaduras militares
latinoamericanas de la época, la de Rojas no era un proyecto político autónomo, sino un mecanismo
temporal para dirimir las disputas entre liberales y conservadores. Sin embargo, con el paso de los meses,
Rojas demostró que quería alejarse del bipartidismo tradicional e implementó acciones dictatoriales para
gobernar.

La paz del gobierno militar

Al llegar al poder, el general Rojas Pinilla decretó una amnistía con el lema «paz, justicia y libertad para
todos», que incluía a los grupos de autodefensa, a la policía chulavita y a los militares que estaban presos
por el intento de golpe de Estado a López Pumarejo. Al llamado de dejación de armas acudieron las
guerrillas del Llano y un grupo significativo de las liberales, especialmente los Limpios.

Programa de rehabilitación

Paralelo a la amnistía, el general Rojas diseñó un programa de rehabilitación para las


regiones donde actuaban los llamados «bandoleros», término que acuñaron los propios
dirigentes políticos de los partidos para demarcarse de los rebeldes locales que
permanecían en armas y a los que ya no controlaban. Su lema era que la dupla pueblo-
Fuerzas Militares era la clave de la pacificación de una guerra que había sido iniciada
por los políticos.

El Partido Comunista Colombiano en el gobierno de Rojas Pinilla


Para el PCC, el gobierno de Rojas implicó un punto de inflexión caracterizado por la
persecución, no solo porque el Partido Liberal apoyó al mandatario y sus postulados
anticomunistas, sino porque fue ilegalizado en 1954 mediante un acto legislativo
emitido por la Asamblea Nacional Constituyente (como en el gobierno de Rojas el
Congreso no estaba abierto, algunas leyes fueron promulgadas por la Asamblea
Nacional Constituyente, convocada por Laureano Gómez y continuada por Rojas).

Esta situación relegó al PCC a una posición de aislamiento que lo debilitó políticamente
y le generó divisiones internas. De una parte, había una minoría compuesta por
aquellos comunistas que apoyaban la idea de establecerse como un partido en la
clandestinidad y con armas; de otra, había una mayoría que quería entablar diálogos
con representantes del Gobierno para ganar tiempo mientras transformaba la guerrilla
en un movimiento de masas.

Los guerrilleros del Sur


Los guerrilleros del Sur del Tolima, entre los que se encontraba Manuel Marulanda,
desconfiaban de que el nuevo gobierno militar pudiera resolver los profundos
problemas de La Violencia. La decisión del PCC fue, como recuerda Gilberto Vieira, líder
del Partido Comunista, «aconsejar a las guerrillas de influencia comunista que
suspendieran la lucha armada sin entregar las armas y se dedicaran a la organización
de las masas campesinas con la fórmula de la autodefensa» (Vieira, «La Libreta
Blanca», 82).

Villarrica, la guerra olvidada

En 1954, siguiendo la línea internacional del momento (el anticomunismo), el general Rojas Pinilla declaró
ilegales todas las actividades del Partido Comunista Colombiano (PCC). En Villarrica, Tolima, se
resistieron a esta proscripción política del comunismo. Los delegados del PCC seguían actuando de
manera clandestina o a través del Frente Democrático de Liberación Nacional. Fue entonces cuando se
desató una guerra en esta región.
Guerra olvidada por la censura
En noviembre de 1954 el Ejército detuvo al Mayor Lister (dirigente comunista) y esto encendió la mecha.
La autodefensa, organizada como guerrilla, comenzó a hostigar a los militares al punto de hacerlos retirar
de Villarrica. En abril del año siguiente, el Gobierno declaró como zona de operaciones militares a ocho
municipios de Sumapaz. La región quedó bajo toque de queda en las noches, había ley seca y para
moverse se requería un salvoconducto.

El Ejército promovió en Cunday, Ambalema y Fusagasugá los llamados «centros de trabajo» que
consistieron en «corrales al sol y al agua cercados de alambre de púas electrificados» (La Época). Las
detenciones en estos centros de personas acusadas de ser comunistas eran constantes.

Dado que existía una férrea censura de prensa, esta guerra ha sido olvidada. La Comisión de la Verdad
auspició una investigación de fotógrafos y periodistas que en un trabajo de arqueología informativa
reconstruyó los hechos para hacerlos públicos a través de un ejemplar inédito llamado La Época.
(Proyecto dirigido por el fotógrafo Stephen Ferry, Fundación Ojo Rojo, Fábrica Visual. Legado Comisión de
la Verdad)

El bombardeo
El asedio a Villarrica, Tolima, se encontró con un esquema de defensa llamado La Cortina, de por lo
menos 12 kilómetros de largo, con dos líneas de trincheras desde donde los campesinos armados
esperaban al Ejército y protegían el tránsito de los civiles. Se comunicaban a través de un cuerno para que
las familias se escondieran en cuevas y cambuches en el monte.

Ante la resistencia, el Ejército acudió al bombardeo. La segunda semana de junio de 1955 comenzó la
guerra de Villarrica, la primera ofensiva del Ejército contra una población comunista y su autodefensa. Un
testigo de los hechos lo relató así a la Comisión de la Verdad: «Esto se volvió el infierno. Aquí llegaban
cualesquiera 15 avionetas a bombardear, aviones bimotores por todo lado, entonces echaron cinco
meses, Rojas Pinilla con todo el poder que tenía, para subirse de Villarrica a La Colonia». (Entrevista 076-
HV-00022. Hombre, colonización dirigida, Sumapaz).

Los testimonios de los sobrevivientes, cruzados con documentos, confirman que el Ejército lanzó por lo
menos 50 bombas de Napalm (combustible) desde aviones norteamericanos. Según La Época, las bombas
fueron fabricadas en Colombia con insumos conseguidos de manera extraoficial en Holanda, dado que
Estados Unidos se negó a proveer el Napalm. En cambio, los siete aviones B-26 que cargaron las bombas
sí fueron adquiridos en ese país. «La intensidad del bombardeo se centró en La Colonia, una vereda que
para ambos bandos tenía un gran significado por su papel en la historia del movimiento agrario», dice el
periódico.

Pedro, uno de los campesinos alzados en armas, describe lo ocurrido el 9 de junio de 1955: «había
compañeros que lloraban y se arrodillaban y decían que era el día del juicio final al mirar que había 12
aviones bombardeando y ametrallando, bombas incendiarias. Donde caía una bomba entre el monte, se
iba prendiendo el monte, casas, todo». (Aprile-Gniset, La crónica de Villarrica, 91)

La resistencia y el desplazamiento
En testimonio a La Época, Víctor Pulido, quien siendo niño combatió en Villarrica, dijo que los guerrilleros
cometieron un grave error y fue obligar a la población civil a confinarse y resistir a pesar de que era
evidente la desventaja del movimiento armado. Seis meses después las familias tuvieron que abandonar
el territorio. Eran miles de personas entre el monte, huyendo de la guerra en búsqueda de un pedazo de
tierra donde asentarse y mantener el movimiento agrario comunista. «En esa derrota un hermanito mío
murió por ahí, de hambre y de frío, dice mi mamá, porque no había qué comer y las avionetas rodando.
Dizque cogían los rejos de las sobrecargas, las asaban tantico y le daban uno, porque el hambre era
tremenda». (Entrevista 076-CO-00120. Hombre, Procesos de Violencia, Sumapaz)

Las acciones de intervención militar impactaron a la población ante la combinación de estrategias


ofensivas por tierra y aire, como los bombardeos, que generaron el desplazamiento forzado. Los
guerrilleros que habían venido del sur del Tolima salieron con cientos de familias en «columnas de
marcha», emulando la Gran Marcha de Mao Tse Tung, bajaron por el río Duda y desembocaron en El Pato
y Guayabero, en los límites del Huila y Caquetá, donde finalmente se hizo la colonización (armada) de una
amplia región que se extiende hasta los Llanos del Yarí. Según La Época se calcula que hubo cerca de cien
mil desplazados por causa de lo sucedido en Villarica, pero la consecuencia más notoria es que la paz de
Rojas Pinilla no se consolidó.

Otros episodios de represión


Villarrica no fue un episodio excepcional. El régimen tuvo otros hitos de represión, como el asesinato de
13 estudiantes universitarios el 8 y 9 de junio de 1954 en Bogotá por parte de soldados del Batallón
Colombia, así como la masacre de la Siberia y Santo Domingo en 1956 en Chaparral, Tolima, que la
Comisión de la Verdad ha podido reconstruir a partir de los testimonios de sobrevivientes y víctimas.
(Entrevista 215-VI-00005 (Mujer, Campesina, Víctima)

Según versiones de los pobladores guerrilleros liberales, asesinaron a dos soldados y un cabo. Los
testimonios dicen que el alcalde militar de Chaparral dio la orden de fusilar a cien personas en retaliación
por la muerte de cada soldado. Los primeros ajusticiados fueron 18 campesinos que fueron enterrados en
una fosa común. (Entrevista 132-VI-00006. Mujer, Campesina, Víctima)

La expansión de las “repúblicas independientes”.

Los hechos de Villarrica no significaron el apaciguamiento de los movimientos de autodefensa ni la


recuperación del orden en el departamento del Tolima, sino la expansión de fuerzas de resistencia a
territorios marginalizados que al poco tiempo volverían a ser considerados zonas de operaciones
militares, especialmente después de ser bautizados «repúblicas Independientes»

Relato histórico del conflicto armado interno en Colombia

Casi todas las guerras, sean conflictos internacionales o internos, tienen un hito que marca su comienzo: el
disparo contra un archiduque, la invasión de un territorio, un florero que se rompe, una palabra de agravio,
y así. Este suele ser el clímax de una conjunción de factores sociales y políticos que van entrelazándose hasta
asfixiar las salidas democráticas y civilizadas. La historia de la humanidad ha demostrado que es mucho más
fácil soltar el primer tiro que lograr un armisticio, cuando la sangre ya inunda los campos. La guerra suma
mayores agravios a los que ya le habían dado origen a ella misma; por eso, a pesar de que existan desarmes,
treguas, perdones y procesos de paz, las heridas van quedando una sobre otra. Estas, en ocasiones,
deforman el rostro de las naciones y entrelazan las violencias de manera que ya no se pueden separar unas
de otras.

La Comisión de la Verdad busca dar cuenta de la complejidad histórica que subyace en el conflicto armado
colombiano, de su origen y desarrollo, de las iniciativas para ponerle fin, de las corrientes que mueven el
reciclaje de la violencia y de la profundidad del dolor que esta ha ocasionado. Para esto, la Comisión de la
Verdad ha escuchado las voces de miles de sobrevivientes, excombatientes, protagonistas, testigos de
excepción, pensadores que durante décadas han tratado de entender los motivos de este enfrentamiento
fratricida. La violencia en Colombia tiene múltiples fuentes. Es mutante y diferenciada, dependiendo del
momento y el lugar; adquiere una u otra característica, según la aproximación con la que se estudie.

La Comisión de la Verdad toma el año 1958, con la creación del Frente Nacional, como un partidor de aguas
entre la guerra civil bipartidista y el conflicto armado interno que vivió Colombia durante más de medio
siglo. Por eso inicia en ese año su proceso de esclarecimiento. Sin embargo, considera que también es
necesario abordar un periodo de contexto, que permita explicar cómo se imbricaron los hechos que
desataron la guerra. Por eso se remonta a los años veinte, cuando comenzaron a expresarse problemas
sociales y de clase. Con esto no se pretende mostrar una continuidad absoluta, pero sí enmarcar un proceso
de larga duración.

El instrumento utilizado para ordenar los acontecimientos del conflicto colombiano es la periodización. El
tiempo, en diálogo con el ordenamiento espacial o territorial, son los ejes sobre los que se construye la
narrativa histórica. En esta espiral se destacan los hechos o hitos que adquieren un sentido o significado
especial para el país, para una región o un grupo social, ya sea porque producen cambios o porque generan
un mayor impacto en la comunidad.

La periodización no es una herramienta neutral. Los hitos y coyunturas resaltadas suponen o sugieren un
propósito y, por lo mismo, una narrativa explicativa que responda a una pregunta: ¿por qué el proceso de
democratización se ha enfrentado a una persistente violencia?

En su versión multimedia, No Matarás presenta el relato histórico de una forma no lineal, a través de 24
sucesos históricos o «hitos» que cambiaron el curso de la paz y de la guerra en Colombia. Se trata de una
sucesión creciente de acontecimientos que se alejan progresivamente de su origen violento, a la vez que
giran alrededor de él. La espiral puede ser recorrida de forma cronológica, también desde cualquiera de sus
partes o a través de los filtros de navegación sugeridos. La invitación es a distanciarnos definitivamente de la
violencia y romper con la espiral del conflicto.

Una oportunidad histórica

El Frente Nacional, un pacto entre los partidos Conservador y Liberal que consistía en que ambos partidos
debían alternarse la Presidencia y repartirse de manera paritaria los puestos legislativos y judiciales
durante 12 años, tuvo un amplio respaldo popular en sus primeros días. Fue una de las oportunidades
históricas que tuvo Colombia para construir una paz duradera. Sin embargo, los conflictos que se habían
expresado a través de la violencia se agudizaron y continuaría cobrando vidas. Persistirán los problemas
generados desde las primeras décadas del siglo XX, cuando se sentaron las bases de un modelo de
desarrollo basado en la extracción de materias primas que genera segregación de territorios y
poblaciones, y se empezó a poner a prueba la capacidad de las élites políticas y económicas para
garantizar una democratización pacífica en las regiones.

La división del mundo

La Segunda Guerra Mundial (1939-1945) dejó dividido al mundo en dos modelos: uno que promovía el
capitalismo y la democracia liberal, en cabeza de Estados Unidos, y otro que abogaba por el socialismo y
el comunismo, liderado por la Unión Soviética y la China de Mao Tse Tung.
El muro de Berlín
El 19 de agosto de 1961 miles de soldados y trabajadores del lado oriental de Berlín empezaron a levantar
un muro que, aunque burdo, impedía los movimientos de las personas de un lado a otro de la capital
alemana. En pocas semanas, el muro había sido elevado tanto que no podía ser escalado, además de
haber sido cubierto de alambradas, puestos de vigilancia, tapias y gendarmes. A un costado estaban
apostados los tanques de guerra soviéticos; al otro, los de Estados Unidos. El muro de Berlín se convertiría
desde entonces y hasta finales de 1989 en el símbolo de la Guerra Fría.

La guerra que tomaba cuerpo con el muro de Berlín era preventiva, en la que el espionaje, la propaganda,
las conspiraciones y la presión económica y política serían las principales formas de esa disputa. La idea
de amigo-enemigo había quedado demarcada de manera tajante y sentimientos como la desconfianza, el
miedo y el desprecio por el otro hicieron grieta en la cultura política de toda una generación. Esos muros
mentales duraron más que la propia cortina de hierro, bajo la noción del enemigo interno y el enemigo de
clase.

Las potencias construyeron un cuerpo doctrinario de técnicas contrainsurgentes que tuvieron como
laboratorios a Malasia y Kenia (por Gran Bretaña), Argelia e Indochina (Francia) y Corea y Vietnam
(Estados Unidos), y extendido luego a prácticamente todos los países bajo su órbita.

Al mismo tiempo, en los años sesenta se vivía un cisma cultural. En Estados Unidos se daba la lucha por
los derechos civiles de los negros y el feminismo se convertía en la revolución pacífica que cambió la vida
de millones de mujeres y sus familias. Los jóvenes, hastiados de la guerra y del sistema, estaban haciendo
revoluciones culturales como la de mayo del 68 en Francia y hasta la Iglesia católica, consciente de que
había un despertar en la sociedad, se renovaba con el Concilio Vaticano II que daría paso a la teología de
la liberación o la opción preferencial por los pobres.

La injerencia directa de Washington en la política y la economía, que fue tolerada por buena parte de las
élites criollas, siguió alimentando el sentimiento antiimperialista en sectores liberales y en las izquierdas.
Durante el último siglo, Colombia ha mantenido una disciplinada alineación con Estados Unidos y sus
intereses en materia de seguridad y política exterior, pero vale la pena aclarar que esta injerencia casi
siempre ha sido predominantemente motivada por invitación de los gobiernos, en el marco de las
drásticas asimetrías de poder entre ambos países. Esta adhesión fue continuada en el Frente Nacional,
especialmente por Alberto Lleras Camargo (1958-1962), quien mantuvo la postura de pacificar al país

El pacto del Frente Nacional

En medio del desangre que vivía el país con La Violencia, el 24 de julio de 1956 los partidos Liberal y
Conservador comenzaron acercamientos para terminar con el gobierno militar del general Gustavo Rojas
Pinilla y volver a la democracia.

Benidorm: primer encuentro

El 24 de julio de 1956, el líder liberal Alberto Lleras Camargo viajó hasta Benidorm, en Valencia, España,
donde estaba exiliado el líder conservador Laureano Gómez, cuya simpatía con el régimen de Francisco
Franco (dictador español) era de amplio conocimiento. Entre Lleras y Gómez nunca hubo animadversión
y, de hecho, mantenían un diálogo amable.

Declaración de Benidorm
De allí salió un texto conjunto en el que ambos dicen que: «Se encuentra necesario y enteramente posible
crear un gobierno o una sucesión de gobiernos de coalición amplia de los dos partidos, hasta tanto que
recreadas las instituciones y afianzadas por el decidido respaldo de los ciudadanos, tengan fortaleza
bastante para que la lucha cívica se ejercite sin temor a golpes de estado o la intervención de factores
extraños a ella…» (Gómez y Lleras, «Texto de la Declaración de Benidorm», 2).

Sitges: segundo encuentro

Un año después del primer encuentro, mientras Rojas Pinilla se disponía a crear una Tercera Fuerza y
quedarse en el poder, se produjo una segunda reunión entre Alberto Lleras y Laureano Gómez en Sitges,
Cataluña. Allí se construyó el pacto del Frente Nacional en el que ambos dirigentes se comprometieron a
construir «una política de paz, mejor aún, una política que produzca la paz». (Gómez y Lleras, «Texto del
Acuerdo de Sitges», 2)

El Pacto de Sitges

La pacificación consistía en que ambos partidos debían alternarse la Presidencia y repartirse de manera
paritaria los puestos legislativos y judiciales durante 12 años (luego el Congreso lo aumentaría a 16).
Tiempo suficiente para extinguir las pasiones y curar las heridas «que la lucha por el poder y el
predominio de la gente violenta dentro de nuestros partidos causaron a la generación actual».

El partido comunista y la amnistía

El Partido Comunista no fue invitado a participar del acuerdo, pero recobró su carácter legal. El
historiador Malcom Deas* asegura que era imposible que fuera un pacto de tres partidos, dado que para
los conservadores, los comunistas y los liberales eran lo mismo. Aún excluidos del reparto del poder, los
comunistas apoyaron la creación del Frente Nacional, el cual les devolvió su carácter legal.
* Conversaciones de contraste con la Comisión de la Verdad en abril de 2021.

El plebiscito

Refrendación del Acuerdo de los partidos (1957)


La paz del Frente Nacional aspiraba a ser un proyecto para construir un Estado que hasta ese momento
era un campo de disputa partidista. El pacto político se refrendó en las urnas a través de un plebiscito.

La Junta Militar

La deposición del General Rojas Pinilla fue seguida por el nombramiento de una Junta Militar que
gobernó de manera transitoria (1957-1958) y ofreció amnistía a las autodefensas y guerrillas que seguían
en armas. Esta vez los comunistas se acogieron a la pacificación. Nunca entregaron las armas, sin
embargo, la promesa era no usarlas.

Guerrilleros comunistas se comprometen a no usar las armas


El hecho de no entregar las armas se debió a que los comunistas habían observado cómo algunos líderes
de las guerrillas liberales que sí lo habían hecho antes, como Guadalupe Salcedo, habían muerto
asesinados. Por eso, aunque no las entregaron, se comprometieron a no usarlas. Manuel Marulanda se
convirtió en inspector de carreteras, Ciro Trujillo se dedicó al liderazgo sindical en Cauca, y Charro Negro
a llevar cine por los pueblos (estos tres eran guerrilleros liberales que habían hecho tránsito al
comunismo y no habían dejado las armas cuando el general Rojas Pinillo ofreció una amnistía en 1954).
El discurso del Teatro Patria

Segundo pacto del Frente Nacional


En 1958, pocas horas antes de las elecciones que daban inicio al Frente Nacional, un grupo de militares
pretendió dar un golpe de Estado. Las tropas leales a la Junta Militar y al inminente nuevo presidente,
Alberto Lleras Camargo (1958-1962), apaciguaron la tormenta temporalmente, pero quedaba claro que
Lleras no tenía garantizada la lealtad de los militares. Apenas una semana después de ser elegido y aún
sin haberse posesionado, el 9 de mayo de 1958, Lleras expuso frente al cuerpo de oficiales del Ejército las
bases de la relación entre el poder civil y militar durante su gobierno. En el famoso discurso del Teatro
Patria, los llamó a mantener la disciplina y alejarse de la política.

La delegación del «orden público»


El discurso del Teatro Patria puede considerarse el segundo pacto del Frente Nacional, ya no entre
partidos, sino entre éstos y las Fuerzas Armadas. Un pacto que dividió las aguas de la política y el orden
público y delegó la política de seguridad en el estamento castrense y lo acompañó además, como lo
expresó el propio Lleras, de «privilegios, honras, fueros que no tienen los demás ciudadanos comunes»*.
Si bien así se alejaba el riesgo de un ruido de sables, se convertía a los militares en un cuarto poder. En las
décadas siguientes esta separación se convirtió en fuente de disputas durante los procesos de paz y las
treguas, y excusa para alentar la impunidad (Lleras, Antología, vol. 3, 384).

Esta delegación del «orden público» dio origen también a una ambigüedad en el manejo de los conflictos
sociales, dado que bajo este concepto se cubre desde un ataque armado hasta una huelga. En la
Constitución de 1886, la noción de orden público estuvo ligada a los principios de la regeneración, que
implantó un orden social basado en la exclusión de los contrarios políticos y en la persecución de todo lo
que pudiera ser visto como protesta social.

Como el Frente Nacional daba por terminada la guerra, sus líderes entendían la violencia persistente
como algo residual. Esto en parte también se explica porque solo fue hasta el 8 de junio de 1977 que las
naciones, incluída Colombia, firmaron los protocolos adicionales I y II de Ginebra, que obligaban a usar el
Derecho Internacional Humanitario para regular los conflictos armados internos. Sin embargo, Colombia
se demoró mucho en ratificarlos (casi 20 años después) y más aún en aplicarlos, pues durante años el
Estado se negó a reconocer la guerra como una realidad política y mantuvo el trato a sus adversarios
como criminales.

El discurso del Teatro Patria

Segundo pacto del Frente Nacional


En 1958, pocas horas antes de las elecciones que daban inicio al Frente Nacional, un grupo de militares
pretendió dar un golpe de Estado. Las tropas leales a la Junta Militar y al inminente nuevo presidente,
Alberto Lleras Camargo (1958-1962), apaciguaron la tormenta temporalmente, pero quedaba claro que
Lleras no tenía garantizada la lealtad de los militares. Apenas una semana después de ser elegido y aún
sin haberse posesionado, el 9 de mayo de 1958, Lleras expuso frente al cuerpo de oficiales del Ejército las
bases de la relación entre el poder civil y militar durante su gobierno. En el famoso discurso del Teatro
Patria, los llamó a mantener la disciplina y alejarse de la política.

La delegación del «orden público»


El discurso del Teatro Patria puede considerarse el segundo pacto del Frente Nacional, ya no entre
partidos, sino entre éstos y las Fuerzas Armadas. Un pacto que dividió las aguas de la política y el orden
público y delegó la política de seguridad en el estamento castrense y lo acompañó además, como lo
expresó el propio Lleras, de «privilegios, honras, fueros que no tienen los demás ciudadanos comunes»*.
Si bien así se alejaba el riesgo de un ruido de sables, se convertía a los militares en un cuarto poder. En las
décadas siguientes esta separación se convirtió en fuente de disputas durante los procesos de paz y las
treguas, y excusa para alentar la impunidad (Lleras, Antología, vol. 3, 384).

Esta delegación del «orden público» dio origen también a una ambigüedad en el manejo de los conflictos
sociales, dado que bajo este concepto se cubre desde un ataque armado hasta una huelga. En la
Constitución de 1886, la noción de orden público estuvo ligada a los principios de la regeneración, que
implantó un orden social basado en la exclusión de los contrarios políticos y en la persecución de todo lo
que pudiera ser visto como protesta social.

Como el Frente Nacional daba por terminada la guerra, sus líderes entendían la violencia persistente
como algo residual. Esto en parte también se explica porque solo fue hasta el 8 de junio de 1977 que las
naciones, incluída Colombia, firmaron los protocolos adicionales I y II de Ginebra, que obligaban a usar el
Derecho Internacional Humanitario para regular los conflictos armados internos. Sin embargo, Colombia
se demoró mucho en ratificarlos (casi 20 años después) y más aún en aplicarlos, pues durante años el
Estado se negó a reconocer la guerra como una realidad política y mantuvo el trato a sus adversarios
como criminales.

Un país devastado por La Violencia

Los desafíos del Frente Nacional


El Frente Nacional tenía tres desafíos principales: primero, la relación con los militares, segundo la
persistencia de la violencia: para entonces se calculaba que había 200 grupos armados, la mayoría de
ellos considerados bandoleros. Y el tercero consistía en que una parte importante del sector rural,
especialmente en el centro del país, estaba destruida física y moralmente por la guerra. Colombia
necesitaba una especie de plan Marshall. El problema era que el precio del café estaba cayendo y el déficit
fiscal iba en aumento.

El presidente Alberto Lleras Camargo (1958-1962) combinó una agenda militar con una social y política.
De inmediato le solicitó al presidente de Estados Unidos Dwight D. Eisenhower cooperación para
fortalecer las capacidades de la Fuerza Pública, al tiempo que impulsó la Comisión Nacional Investigadora
de las Causas Actuales de la Violencia y un programa de rehabilitación, resucitó la reforma agraria de
1936 que llevaba dos décadas moribunda y creó instituciones para el desarrollo social y democrático
como las Juntas de Acción Comunal y el Incora (Instituto Colombiano de la Reforma Agraria).

Primera misión de cooperación estadounidense


La primera misión de cooperación que envió Estados Unidos, conformada por militares y civiles de la CIA
con el acompañamiento de las secretarías de Estado y Defensa, le recomendó al gobierno colombiano
realizar una reforma agraria. Los expertos insistieron en la necesidad de crear una fuerza contraguerrilla,
un servicio de inteligencia civil y militar que incluyera la guerra psicológica, recuperar la confianza de la
población hacia las Fuerzas Armadas, reorganizar y entrenar a la Fuerza Pública y realizar acciones cívico-
militares. Sin embargo, advirtieron que el esfuerzo militar no sería suficiente para pacificar al país.
Señalaron la necesidad de fortalecer las instituciones en los territorios y hacer reformas estructurales.
Esta visión también fue compartida por John F. Kennedy (1961-1963), quien impulsó la Alianza para el
Progreso como una política de desarrollo social que evitaría más revoluciones en el continente.

La revolución cubana
El primero de enero de 1959 triunfó la revolución cubana. Los guerrilleros liderados por Fidel Castro
derrocaron al dictador Fulgencio Batista. Los revolucionarios nacionalizaron empresas y expropiaron
grandes extensiones de tierra para hacer una reforma agraria. Estados Unidos declaró a la revolución
como una amenaza para sus intereses e impuso el embargo político y económico que pervive hasta hoy.

La crisis de los misiles


Para 1961 Estados Unidos apoyó la invasión de la isla por parte de los opositores de la revolución en Bahía
Cochinos, lo cual llevó a Fidel Castro a buscar el apoyo de la Unión Soviética y declarar a Cuba como un
país socialista. A renglón seguido se produjo la crisis de los misiles en octubre de 1962, lo que puso al
planeta en vilo ante el riesgo inminente de que se produjera una guerra nuclear. Excepto por Cuba, para
ese momento América Latina no era un área de expansión para la URSS, cuyos intereses estaban
centrados en Europa y Asia. Su apoyo a los partidos comunistas era político e ideológico y se enmarcaba
en la doctrina de la coexistencia pacífica y por supuesto en las lógicas de espionaje y propaganda propias
de la Guerra Fría.

Otra cosa eran los cubanos. Al lado de Castro estaba Ernesto «Che» Guevara, quien tuvo una gran
influencia en la izquierda de los años sesenta. Guevara era un defensor de la dimensión internacional de
la revolución. Él mismo era argentino de nacimiento, pero había sido guerrillero en Guatemala, Cuba y
luego en El Congo y Bolivia, donde fue asesinado. Su intención era desplegarse por la cordillera de los
Andes, ubicar a lo largo de esta cadena montañosa puntos estratégicos para la lucha armada
revolucionaria, como lo había hecho en la Sierra Maestra de Cuba aplicando la teoría del foco guerrillero.
Este panorama internacional permitió acentuar en Colombia la oposición, así como la difusión de ideas
sobre una revolución.

Cuba y las guerrillas colombianas


Cuba jugó un papel de apoyo político y militar para las guerrillas colombianas hasta los años ochenta. En
diversos testimonios para la Comisión de la Verdad, miembros de los grupos armados (FARC, ELN, EPL y
M-19) admitieron que tuvieron entrenamiento militar en la isla y en otros países del eje socialista así como
apoyo logístico y protección humanitaria cuando la necesitaron. Esto lo ratifican los informes militares
sobre el conflicto. Esta influencia, que no se puede negar, no significa que la guerra insurgente en
Colombia haya sido exportada. Las condiciones sociales y políticas del país y las decisiones que tomaron
los principales actores implicados desencadenaron una guerra que escaló a lo largo de varias décadas.

Comisión Nacional Investigadora de las Causas Actuales de la Violencia

52 pactos de paz
La Comisión Nacional Investigadora de las Causas Actuales de la Violencia impulsada por el presidente
Lleras Camargo estuvo integrada por siete personas: tres políticos, dos sacerdotes y dos militares que
dejaron los escritorios en 1958 y durante nueve meses fueron a las veredas, se entrevistaron con cientos
de víctimas y sobre todo con los llamados bandoleros . Aunque la Comisión no entregó un documento
final, promovió 52 pactos locales de paz y convivencia, cuyo papel para aplacar el enfrentamiento entre
liberales y conservadores fue muy relevante.

La Comisión no entregó un documento final porque como señaló Otto Morales, uno de sus integrantes,
«no pudo llegar a un informe consensuado entre sus miembros, así que la solución fue que cada
integrante le contara al presidente sus propias conclusiones y dejara a su criterio las acciones a seguir».
(López Hernández, ¡Adiós a las FARC! ¿Y ahora qué?, 159)

La principal conclusión de los comisionados fue que la violencia tenía un origen social, en la pobreza, el
abandono y la desigualdad, lo cual hacía propensos a los colombianos a matarse entre sí. Una de sus
recomendaciones fue reconstruir el país que había quedado devastado por la guerra civil conocida como
La Violencia.

La Comisión Especial de Rehabilitación

En 1958, mismo año que entró a funcionar la Comisión Nacional Investigadora de las Causas Actuales de
la Violencia, comenzó a funcionar la Comisión Especial de Rehabilitación como un gabinete ministerial
para asuntos de violencia, que puso el acento en la construcción de escuelas y vías de penetración,
atención a desplazados y distribución de baldíos, pero que se extinguió rápidamente por falta de respaldo
político y, según consta en actas, por falta de recursos. Al mismo tiempo, se crearon las Juntas de Acción
Comunal y el Instituto Colombiano de la Reforma Agraria (Incora).

Las Juntas de Acción Comunal

El presidente Lleras Camargo creó las Juntas de Acción Comunal como un mecanismo
para promover la planeación del desarrollo en las regiones a partir de la organización
de los propios ciudadanos. Sin embargo, la infraestructura de bienes y servicios básicos
como agua, luz, transporte, salud, educación, etc., para los sectores rurales y en las
zonas más pobres tuvo por lo general un abordaje que si bien logró avances notables
fue insuficiente para resolver la provisión de servicio. El despliegue institucional
dependió de las redes de poder existentes lo que implicó la exclusión de quienes no
hacían parte de esas redes.

Verdad

Raíz epistemológica de la palabra Verdad:

Del latín veritas, que traduce el griego ἀλήθεια ἀλήθεια, alétheia, compuesto de
negación y la raíz del verbo lanthano, estar oculto; por tanto, se refiere a lo «lo que
está patente» (Enciclopedia Herder, 2022)
Para la filosofía la verdad puede ser relativa o absoluta. La primera se define como
las proposiciones que son aceptadas en algunos contextos o que están determinadas
por la percepción individual y por tanto, puede ser refutada. La segunda corresponde a
aquella proposición que es aceptada por todas las culturas en cualquier tiempo y no
hay lugar a ser refutada. Ejemplo: la nieve es blanca.

El papel de la memoria en la construcción de la historia y la verdad


Uno de los procesos cognitivos que se destaca en el sujeto es la memoria
(procedimiental, semántica y episódica), cuya consolidación en el sujeto se construye a
través de la historia y en el contexto en que se desarrolla (familiar, social, político,
cultural); perspectiva esta que corresponde a una memoria individual.

La memoria colectiva

Sin embargo, a su vez, la memoria posibilita la comprensión del pasado, de esos


episodios que transitan del sujeto individual al sujeto social y que van construyendo su
historia. A ésta se le reconoce como memoria colectiva, o mejor, como memorias
colectivas, en virtud de los diferentes contextos en que se va consolidando la historia.
Según Villa Gómez (2016), las memorias colectivas se definen como:

(…) narraciones sociales del pasado que son portadas por diferentes grupos al interior
de una sociedad, y que son actualizadas por el sujeto individual que es constituido en
ese marco sociocultural; no en abstracto, sino también en lo concreto de las relaciones
intergrupales: una clase social, un género, un lugar de participación política, ser
víctima o ser victimario, etc. (p.7)
¿Las memorias que gestan la historia se enmarcan en la verdad?
01:55

Podríamos responder rápidamente que sí, en tanto que la historia debería


indiscutiblemente estar enmarcada en hechos reales y objetivos. Sin embargo,
encontramos memorias que no contribuyen a la construcción de la verdad, entre las
cuales se encuentran:

 Memorias Excluyentes o Literales, concepto abordado por Villa Gómez


(2016. p. 15) , como (…) memorias portadoras de discursos victimistas que
mantienen, sostienen y multiplican el conflicto, puesto que movilizan emociones
de miedo, rabia, odio hacia el otro, hacia el enemigo (Bar-Tal, 2001; 2003;
2007; 2010), a través de plantillas esquemáticas que leen todos los hechos y
realidades a la luz de dicho esquema, que es bipolar, ideologizado y
extremadamente diferenciador, con lo cual el otro siempre será “culpable” y
quien cuenta el relato siempre será “inocente” (Bruckner, 2006).”
 Memorias hegemónicas: es decir aquellas que aportan a la construcción de
la historia oficial, que solamente es vista por la institucionalidad del Estado,
cuyo fin es desdibujar o “ocultar las profundas diferencias, brechas, injusticias,
procesos de dominación, explotación, violación de derechos y violencia que ha
vivido un país” (Villa Gómez, 2016, p. 16)
 Memorias Absorbentes: son aquellas que contradicen completamente a la
historia oficial o memoria hegemónica y buscan ejercer un contrapoder sobre
las condiciones de exclusión e injusticia social

Memoria como fuente de poder, resistencia y emancipación


Son aquellas que contribuyen a la inclusión, que evidencian la realidad conforme a
como la experimentan los sujetos individuales y colectivos, las que reconocen los
hechos pasados y pretenden develar la historia oculta, la historia no contada. Es
aquella memoria a la que se le concede voz y que logra desarrollar procesos de
restauración y de transformación social.

PODER

La definición de Poder propuesta por Ignacio Martín-Baró nos acerca a una


mirada psicosociológica, para comprender el entramado de actores e
instituciones, inmersos en una dinámica social; las relaciones e interacciones
que se desprenden de ella, es decir, para comprender los problemas de
manera sistémica, las dinámicas de poder en un momento histórico, en un
contexto, en una situación determinada.

Para las grandes mayorías, la salud mental y el bienestar integral, no son


viables en condiciones de desigualdad.

La carencia de poder o el abuso de este, se manifiestan en sociedades


injustas, y en los diversos niveles de las relaciones sociales.

Quienes tienen poder, en virtud del diferencial de recursos que éste les concede,
tendrán la capacidad de ejercerlo en su forma descarnada como violencia o sutilmente,
como ideología. Dialécticamente, al que carece de poder “vivirá” una realidad, sea por
la fuerza o “voluntariamente”, a través de cosmovisiones impuestas, ideologizadas. Así
pues, poder tendrán los padres y madres cuando corrigen a sus hijos, o el maestro en
la escuela, o el macho maltratador, o los medios de comunicación cuando “informan”,
etc.
Orellana, C. (2008)

Los seres sociales no escapamos a la influencia del poder. En cada discurso, en cada
acción hay poder.

El poder se demuestra cuando nos ponemos de un lado o de otro de la realidad, en la


construcción de verdad.

Por eso se hace necesario un ejercicio permanente de introspección, para evaluar


aquellas fuerzas que pueden llevarnos a avalar ideas de opresión o ideas que,
cargadas de una supuesta neutralidad científica, conciben a la violencia solo del otro
lado , no en nuestro discurso o acciones; a valorar como "anormal" o "patológico" lo
que se genera como respuesta a entornos anormales.

 Fatalismo
El realismo crítico propuesto por Martín-Baró, invita a ver la realidad más allá de
las teorías y los conceptos. Es así como evidencia que en la cotidianidad de las
grandes mayorías, estas tensiones de poder, sumen en la opresión, la
marginalidad, la pobreza y la desigualdad, que les conmina a ver su realidad
como una situación sin salida, predestinada y se concretizan en la psique de las
personas. La explicación de este fenómeno no está en las disposiciones
“internas” del sujeto, son producto del impacto de la realidad circundante, sus
causas son históricas, políticas, económicas, socioculturales:
 "El fatalismo pone de manifiesto la dominación social, el binomio de
opresores y oprimidos, en donde los primeros, al detentar los recursos
necesarios, mantienen a los segundos en una situación que, por
necesidad adaptativa, la viven e interpretan como algo natural o fruto
del mandato divino" (Martín-Baró, 1989)
 El sentido de vida, la esperanza, como factores asociados y coadyuvantes a la
salud mental, temas esenciales para la psicología, no son temas que colinden
solamente con las dimensiones individuales y por mucho familiares; requieren
de una mirada ético política, sistémica que libere al sujeto de la responsabilidad
de su felicidad.
 Las diversas formas de violencia, los conflictos sociales, políticos que aquejan a
las sociedades actuales, en los que todos de una u otra manera estamos
atrapados, requieren de las ciencias sociales, entre ellas la psicología, un
esfuerzo por reconocer de manera sistémica dichos conflictos, reconocerlos,
relacionarlos, descodificarlos para luego transformarlos.
Resistencia
La resistencia en el campo de la psicología se ha conocido con el nombre de
resiliencia, proveniente del término en inglés resilience, que se traduce como
resistencia o capacidad de adaptación, elasticidad, recuperación ante eventos
traumáticos.

Esta capacidad de adaptación muchas veces se ha visto subestimada, al considerar


que los grupos marginados, carentes de poder, se adaptan desde la sumisión y la
obediencia a los fenómenos cotidianos adversos.
El fatalismo producto de prácticas históricas de desigualdad, pobreza, violencia se
contrarresta en estos grupos humanos, a través de sus prácticas comunitarias, en las
que afloran una gran variedad de recursos que mantienen viva su identidad, creencias
y costumbres , incluso en condiciones adversas:

"Las comunidades pueden desarrollar competencias que generen "formas


efectivas de lidiar con los desafíos de la vida" y "capacidades y recursos para
manejar positivamente la adversidad" (Sonn y Fisher, 1998: 419 en Montero,
2006).

[6:30 p. m., 29/3/2024] Rios🥰: "La comunidad organizada cuenta con las herramientas
para desarrollar las condiciones de consistencia, resistencia, persistencia e insistencia,
que según los teóricos hacen de ella una minoría activa (Mugny, 1981; Paicheler, 1985
en Montero 2006)."

[6:31 p. m., 29/3/2024] Rios🥰: "Por comunidad organizada se entiende no un ente


monolítico, perfectamente integrado, sino un conjunto borroso dentro del cual surgen
movimientos organizados por grupos específicos, con la finalidad de lograr metas de
interés comunitario. Las formas organizativas, que pueden ser muy variables, son
fundamentales para que surjan esos movimientos. Así, de comunidades eclesiales de
base, de grupos de catequesis, de danza, musicales o deportivos, por ejemplo, pueden
surgir las organizaciones que impriman un carácter disidente y activo, o también
conservador y activo"

[6:31 p. m., 29/3/2024] Rios🥰: "La psicología social comunitaria generada en los países
americanos, tanto del Norte como del Sur y el Centro, desde sus inicios ha estado
orientada casi siempre hacia la transformación social. Este objetivo se ha planteado a
partir de transformaciones en las comunidades y en los actores sociales que en ellas
participan, facilitando o catalizando el desarrollo de sus capacidades y auspiciando su
fortalecimiento para obtener y producir nuevos recursos conducentes a los cambios
deseados y planificados por ellos mismos en su entorno. El logro de tal meta supone
que esos actores sociales tengan capacidad de decisión, el control de sus propias
acciones y la responsabilidad por sus consecuencias, así como la redefinición del

poder."

[6:31 p. m., 29/3/2024] Rios🥰: "El poder, entonces, no es asunto de quien acapara y
domina un recurso, sino también de quien siente la desigualdad. Si no se percibe y se
siente la desigualdad, no hay relación de poder. Decimos que alguien es poderoso, que
alguien ejerce el poder, cuando controla recursos que los demás no poseemos. Si lo
aceptamos, pasamos a naturalizar la situación asimétrica, que es lo que parece haber
ocurrido con muchos de los autores que tratan el tema"
[6:32 p. m., 29/3/2024] Rios🥰: "La concepción del poder, donde no hay una relación
marcada por la presencia de un sujeto o agente activo y un sujeto o agente pasivo,
sino que supone la presencia de actores sociales dinámicos en una situación
igualmente dinámica, es de gran importancia para la psicología social comunitaria, ya
que permite romper con la tradición de situar el poder en un polo de la relación y dejar
al otro vacío de posibilidades y en estado de sometimiento o de pasividad. La
posibilidad de ejercer poder bajo un número ilimitado de expresiones no sólo tiene un
efecto motivador en grupos sociales usualmente marcados por grandes carencias, sino
que además explica cómo es posible que se produzcan cambios inesperados en
situaciones aparentemente controladas de modo férreo y estable."
 La historia de Colombia está permeada por un ejercicio de poder hegemónico,
que ha perpetuado la injusticia y la inequidad y que ha limitado el desarrollo
social. Poder que se ha valido de la normalización de la violencia en distintos
contextos de la sociedad, promoviendo su naturalización: “… responsable del
mantenimiento y facilitación de circunstancias propias de la vida cotidiana y
también de la aceptación de aspectos negativos que pueden hacer difícil,
cuando no insoportable, la vida de las personas.” (Montero, 2004, p. 141).
 Justamente en medio de estas relaciones verticales y de sumisión,
históricamente también han surgido procesos de resistencia como ejercicios de
transformación y de emancipación, que pretenden develar los reales intereses
en mantener las condiciones de indignidad humana. Infortunadamente, muchas
veces a costa de la vida personal, colectiva y comunitaria.
 En medio de estas relaciones de tensión, se tiene acceso a la verdad, o a las
verdades, como se puede evidenciar en los relatos acopiados por la Comisión
para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No repetición, desde
múltiples contextos. Entonces, el campo de observación del sujeto se amplía:
su perspectiva deja de fijarse en un punto exclusivo para trascender al
panorama amplio y complejo de la realidad y, desde allí, decidir cómo abordarla
y quizás, cómo aportar en la construcción de una cultura de paz y, por ende,
trazar una nueva historia de Colombia.
 Es así como el poder, la resistencia y la verdad son conceptos que convergen en
un entramado social y buscan construir o transformar una realidad, situada en
un contexto histórico, político, cultural y económico…. Por tanto, estas tres
categorías han de estar cimentadas en una apuesta ético-política, donde
confluyan en procura del reconocimiento de las distintas subjetividades y
posicionar al sujeto en el ejercicio efectivo de los derechos humanos.

La psicología frente a la Comisión de la Verdad. Diálogo con


Rosa Suárez.
Introducción
El presente recurso de información fue elaborado a partir del diálogo con la Doctora Rosa Suárez
Prieto, en el lanzamiento del 2do Congreso Internacional Interdisciplinariedad y
Transdisciplinariedad en La Praxis Psicosocial y el 12vo Simposio Internacional Psicología Social y
Comunitaria: Transformaciones, Retos y Oportunidades.
Este recurso de información es una invitación a reflexionar sobre el quehacer del psicólogo, en este
momento de la historia de Colombia, con la entrega el 28 de junio de 2022 del informe de la
Comisión de la Verdad.
Para conocer más sobre Rosa Suarez Prieto, la primera investigadora en Colombia en Psicología y
Pueblos Indígenas, puede consultar el siguiente video: Círculo de palabra con Rosa Suarez
(Comunidad Tiguaia. 2018, 22 de enero)
Doctora Rosa: ¿Cuál es el papel hoy de la psicología, frente al informe de la Comisión de la
Verdad?
El informe de la comisión de la verdad nos interpela como personas, como profesionales:
¿Qué hicimos, qué estábamos haciendo, cómo fue posible permitir durante tantos años que se
siguiesen cometiendo estos actos de violencia?
¿Por qué como profesionales, no actuamos, no nos manifestamos, por qué no nos escuchamos?
"Con el informe de la Comisión de la Verdad conocemos la verdadera historia de Colombia,
emergen
hechos que estaban ocultos, aquello no dicho; se le da protagonismo a aquellas voces que han
sido
silenciadas a través de tantos años, de tantos siglos, porque incluso se han silenciado desde el
momento de la conquista y de la colonia.
A pesar de que decimos que ya pasó la época de la conquista, ha quedado otra conquista que se
penetró en nuestro ser, en nuestros pensamientos, en nuestros conocimientos y en nuestra vida
cotidiana y que tiene que ver con esa mirada. Porque ser colonizado no es simplemente la fuerza
de
las armas. El mayor acto de colonización es el que pensemos como piensan nuestros
colonizadores,
que sintamos como nuestros colonizadores, que actuemos como actuaron los colonizadores."
-Rosa Suárez Prieto
"Entonces ¿cómo empezar a cambiar toda esta mentalidad, cóιο empezar a descolonizar nuestra
mente, nuestros corazones y cómo empezar también a descolonizar nuestras acciones?
¿Por qué seguimos con esas otras miradas que tienen que ver hasta con ciertos odios, con
discriminación, con la exclusión? y ¿por qué estamos en un país tan dividido cuando realmente
nuestros corazones y nuestros anhelos no desean esa división?
Entonces ¿cuál es el papel de la psicología frente a toda esta problemática?, ¿qué podemos
hacer?
No quiere decir que no hayamos hecho nada. Hemos hecho bastante pero tal vez no lo suficiente y
es necesario que de aquí en adelante, podamos comprometernos para que verdaderamente, esas
acciones que pueden ser un poco tímidas, trasciendan y vayan con mucho más compromiso e
intensidad en la medida que nos vamos conociendo y que vayamos aprendiendo a escucharnos."
"Pero ¿Cómo nos comprometemos con esa paz grande que están planteando allí y cómo acabar
con
esa guerra?
Lamentablemente esa guerra no se ha terminado y aunque se terminara ese conflicto violento
armado, hay otra guerra interna, es la guerra en la cual debemos trabajar los psicólogos para
eliminarla por completo y es esa guerra del miedo, de esos falsos silencios o ese silencio que
simplemente esconde el dolor y el pánico.
¿Y cómo rompemos todo eso, cómo logramos verdaderamente empezar a generar una comunidad,
cómo hacemos esa construcción de esa cultura de la paz?
Cuando empecemos a tener otras miradas, cuando abramos nuestros corazones, cuando
empecemos a escuchar verdaderamente a ese otro, y también a conocer ese mundo, ese universo
de ese otro, todo ese mundo, universo de sentido de comunidad que hemos perdido y esa
recuperación de un sentido del nosotros.
Es esa gran invitación a recuperar el sentido del nosotros. Al no vernos, sencillamente a través de
las
diferencias, sino vernos en aquellas cosas que nos unen, abrir la mente y sobre todo, dejar
completamente todos los prejuicios. Esto implica cambiar de paradigma, estar en ese universo del
otro donde podamos comprender ese mundo del otro."
Un cambio de paradigma para la apertura de la escucha y la comprensión de otros saberes
Doctora Rosa Suárez: ¿Qué significa ese giro paradigmático?
Poder entrar a comprender el mundo, el universo simbólico de ese otro, es poder entender que
existen otras miradas, otros mundos, otros mundos naturaleza que podemos incorporar también en
este otro paradigma.
No se trata de buscar superioridades de un paradigma sobre otro, sino de poder vernos y
reconocernos a través de la diversidad, de interpretaciones acerca de todos los fenómenos que
ocurren en nuestra misma naturaleza y en nuestro alrededor y más todavía en la complejidad de
las
relaciones humanas.
Poder comprendernos, es la forma de sentir y de pensar para que logremos la congruencia entre el
pensar, el sentir y el actuar.
Si estoy en un paradigma y me aferro a ese paradigma no puedo verdaderamente entrar en el
paradigma del otro porque sencillamente todos los referentes con los cuales estoy tratando de ver
al
otro, me remiten y se quedan exclusivamente en una única manera de interpretar el mundo, por
eso
nos resulta tan complejo poder entender la verdad del otro.
No entender el paradigma del otro como ignorancia o desconocimiento de un pensamiento
científico. Es que hay otro sistema de clasificación, de sistema de creencias en el discurso del otro.
Es
poder entender desde la lógica misma de esa cultura popular, cómo es que funciona, cómo
consideran que funciona el cuerpo, por ejemplo, y ese es el mundo fascinante que nos abre otro
universo y otra forma de entender el mundo.
Interculturalidad y Psicología: La implicación con la escucha y los saberes otros
"Nos decía uno de nuestros líderes indígenas: Se trata de entrar, de caminar con el corazón dulce
y
pensando bonito, en el camino del recordar, del encontrarnos nuevamente con el corazón, a través
de ese hilo que teje y que teje verdaderamente el sentimiento y nos une en los sentimientos de los
otros, para conformar ese gran tejido de la solidaridad, del reconocernos en una gran nosotros.
Nuestros indígenas, a diferencia nuestra, no tienen ese sentido del yo. Para ellos existe más es
ese
nosotros y cuando hablan de la enfermedad, realmente no están hablando de una individualidad,
de
unos síntomas de una persona, sino que a través de esa persona, de ese malestar que se está
expresando en esa persona, se manifiesta el desorden que ha habido dentro de la misma
comunidad; es un desequilibrio, hay algo que está sucediendo en la colectividad, algo que no está
funcionando, algo que nos saca de este fluir de las relaciones y del poder entendernos. Eso que
nos
saca hay que entenderlo en la dimensión de la misma comunidad y no solamente centrado en la
individualidad."
"Además es el poder captar, el poder sentir las palabras. Hacer que esas palabras se materialicen
y
que tengan una piel, es poder captar la piel, sentir la piel de las palabras y en el sentido que
verdaderamente está expresando cada uno y en esos contextos que nos vienen dados a través de
toda una tradición, de toda una identidad, de toda una memoria, de un sentido de territorio. Y no
territorio medido en kilómetros o metros, no es esa tierra de propiedad privada. Es ese territorio
que se une con la naturaleza, que nos hace parte de la naturaleza, es el territorio que me da
identidad, que me da mi sentido de ser y que me une con esa misma comunidad, que me hace
también igual o diferente a esos otros."
"¿Cómo poder entonces reconocer la multiplicidad de esas mismas singularidades? Esa
multiplicidad
me da ese sentido también de identidad, de pertenencia, es la memoria y estoy y soy porque
somos.
Es el hecho también de cuidar la vida, del buen vivir, del vivir sabroso.
¿En qué consiste entonces ese cuidar la vida? Como nos recuerda el Taita del Sibundoy: Cuando
todo
es bello ya no se piensa en nada malo, ya no se piensa en destruir, ya no se siente envidia, es el
conocimiento de los sentimientos que hay dentro de cada ser, tienen la fuerza, son música y
sonido,
son poder. Esas son las palabras dulces del Taita Miguel Chindoy del Valle de Sibundoy, que nos
invitan a que podamos entrar verdaderamente a ese proceso de la escucha y del
acompañamiento."
"El acompañamiento psicosocial trataría fundamentalmente de estar en el acto de la escucha, en el
acto del habla y el habla como un acompañamiento para fortalecer esas relaciones sociales.
Cuidar la vida es asimismo reconocer los campos de energía vital del calor, del olor del territorio,
del
color y del tipo de la vegetación, así como de la presencia de determinados animales.
Reconocer que la vida es un poco de experimentación, que necesita de condiciones apropiadas
para
que no quede tan solo como una huella desecha en el camino de la historia.
Es escribir en el alma todos los gestos, las palabras, los amores y desamores, los sentimientos, las
amarguras, los anhelos de libertad y las caricias que vivirán por siempre gracias a la vida que les
dio
memoria.
Allí estaríamos entonces dando esos primeros pasos y podríamos entrar a trabajar en aquello que
nos está planteando también esa misma comisión de la verdad, a través de sus recomendaciones."
"Entonces ¿cómo entrar a dar respuestas?, pero no tímidas, ¿cómo poder superar esa
imposibilidad
para generar una comunidad y vencer esa dificultad para articular las comunidades ya existentes?
¿Cómo fortalecernos también como comunidad y gremio de psicólogos y no solamente cerrarnos
dentro de los psicólogos, sino tomando uno de los temas que encabezan este encuentro, la
transdisciplinariedad? La importancia no solamente de desarrollar el conocimiento psicológico sino
fundamentalmente el encuentro con estas otras disciplinas, que nos permiten generar conocimiento
que trasciende, que va más allá del conocimiento individual."
La construcción de subjetividades en torno a la verdad
Doctora Rosa: ¿Cómo se construyen las subjetividades en torno a la verdad?, ¿Qué verdades nos
trae el Informe de la Comisión de la Verdad?
¿Existe una única verdad?
"No existe una única verdad total y absoluta, así como quisiéramos que existiera, que nos diera el
parámetro exacto de la verdad, no existe. Existen las verdades y qué doloroso es tener que aceptar
los hechos y los actos que cometimos que no somos capaces de reconocer. Entonces allí es donde
viene el juego de cuál es la verdad, que es lo que ha causado tanto escozor y tanta reacción en
estos
informes".
El contexto histórico
"Leer el informe de los hallazgos de la comisión de la verdad es demasiado conmovedor, pero es
muy interesante, porque no se limita a transcribir los enunciados de las verdades o el sentir de los
entrevistados, de todas las víctimas, de todos los sectores, sino que además se hace todo el
análisis
del contexto histórico.
Por ejemplo, desde las comunidades indígenas, antes de la llegada de los españoles. También
decir
que pasó durante la misma conquista, colonia y todas aquellas cosas que nos quedaron, que nos
quedó de la conquista y de la colonia, ese legado y cómo desde esa época, no hemos hecho más
que
reproducir la historia misma vivida de la colonia.
Y conocemos la historia muy a medias, muy a pedacitos, son verdades a medias, mas no se nos
ha
explicado y no se nos ha presentado verdaderamente quiénes eran y quiénes somos. Entonces en
la
medida que vamos descubriendo quiénes somos, pues no en vano se dice que la verdad duele,
porque nos hemos hecho una imagen y nos hemos construido un mundo de fantasías de verdades
a
medias.
En las clases de historia nunca nos contaron verdaderamente la historia. Nos contaron una historia,
una versión de la historia, pedacitos. Es más, ni siquiera sabíamos que inclusive, aquellos que
iniciaron ese grito de independencia, aquellos héroes patrios, no pensaban realmente en
independizarse de España; ellos querían simplemente ser tratados en igualdad de condiciones que
los nacidos en España y eso era otra cosa".
El otro
"Todo este tipo de análisis, de cómo fue la repartición de tierras desde la época de la conquista y
que es un problema que tenemos todavía heredado, que siempre se nos han presentado la imagen
del indígena, como el indígena malo, el asesino, el ignorante, el que casi ni piensa.
Es muy triste que solamente hasta la constitución del 91 reconozcamos que son personas, que son
sujetos de derechos y que además uno de los llamados de este informe de la verdad es, no
solamente luchar por los derechos humanos, sino también por el derecho a humanizarse.
Que todos verdaderamente reconozcamos al otro como una persona y que esas personas no tiene
retardo mental, porque según nuestras teorías psicológicas están en una etapa intuitiva, mágica,
entonces no tienen esa capacidad de pensar.
¿Cuándo nos contaron, por ejemplo, que a la llegada de los españoles, aquí en territorio Muisca,
esos pobrecitos que supuestamente no piensan, tenían un conocimiento mucho mas profundo y
avanzado de medicina que el conocimiento que había en Europa en ese momento o en el mundo?.
Aquí se hacían trepanaciones craneanas, aquí los Muiscas. No tenían grandes construcciones pero
tenían un conocimiento de astronomía y de la naturaleza y un pensamiento filosófico y un
conocimiento del cuerpo mucho más avanzado que en esa época.
Si los españoles hubieran venido con otra verdad o hubieran estado abiertos a conocer esas otras
verdades, otras formas de ver el mundo, ¿se imaginan en qué iríamos de avance de la medicina, si
perdimos quinientos años de conocimiento que tenían ya nuestros indígenas?".
Conclusiones
Algunas conclusiones de este diálogo con Rosa Suárez:
No quiere decir que la psicología no haya hecho nada. Se ha hecho bastante pero tal vez no lo
suficiente y es necesario comprometerse para que verdaderamente, esas acciones que pueden ser
un poco tímidas trasciendan y vayan con mucho más compromiso e intensidad en la medida que
nos
vayamos conociendo y que vayamos aprendiendo a escucharnos.
La construcción de una cultura de paz está sujeta a que: "empecemos a tener otras miradas,
cuando
abramos nuestros corazones, cuando empecemos a escuchar verdaderamente a ese otro, cuando
aprendemos a escuchar y aprendamos también a conocer ese mundo, ese universo de ese otro,
todo
ese mundo, universo de sentido de comunidad que hemos perdido y esa recuperación de un
sentido
del nosotros

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