Seguidores de Cristo Al Servicio

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DEFINITORIO GENERAL OFM

SEGUIDORES DE CRISTO AL SERVICIO


DE UN MUNDO FRATERNO

Guía para la profundización de las prioridades de la


Orden de los Hermanos Menores (2003-2009)

Muy estimados Hermanos: ¡El Señor os dé la Paz!


El Capítulo general de Pentecostés de 2003, tras evaluar el camino recorrido por la
Orden durante los últimos seis años, invitó a nuestra Fraternidad a continuar durante el
próximo futuro en la misma dirección indicada en las Cinco prioridades de la Orden.
Éstas, de hecho, han suscitado nuevos intereses y un renovado entusiasmo en la vida y
misión de los hermanos y de las entidades, y «siguen siendo “clave de lectura para vivir
nuestra identidad y comprender las expectativas del mundo”» (Sdp 4) y un estímulo
para ser signos de esperanza y profetas en el mundo de hoy.
Como primer responsable de la animación de nuestra Fraternidad, el Definitorio
general ha sentido el deber de responder inmediatamente a la invitación del Capítulo y,
tal como anunció la carta con ocasión de la solemnidad de San Francisco, durante el
tiempo fuerte de noviembre aprobó un documento-guía sobre aspectos de nuestra vida
fundamentales para nuestra espiritualidad e imprescindibles para vivir el Evangelio de
nuestro Señor Jesucristo.
Consciente de ello, entrego a cada fraternidad y a cada hermano el fruto de la
reflexión del Definitorio general, a fin de que les ayude y guíe a comprender lo que es
hoy verdaderamente esencial para vivir el seguimiento de Cristo y colocar nuestra
forma vitae al servicio de la Iglesia y del mundo.
Es importante, pues, dejarse implicar en el proceso de ahondamiento, de actuación y
de evaluación de cada una de las prioridades, de acuerdo con las indicaciones del
documento-guía, mediante la oración, la reflexión y el estudio personal y comunitario.
Se trata, en efecto, de una Guía para la profundización de las Prioridades de la Orden
de los Hermanos Menores (2003-2009) que presenta, para cada prioridad, propuestas
concretas de vida, sugerencias de lecturas para estudiarla con más detenimiento y
puntos de arranque para la reflexión personal y comunitaria. Además, el documento-
guía, teniendo en cuenta el camino que la Orden (que se ha definido como Fraternidad-
en-misión) ha recorrido en los últimos años, relee cada una de las prioridades
desde la fraternidad y con miras a la misión, es decir, conectándolas con
nuestra característica peculiar y con nuestra razón de ser.
¡Pongámonos en camino, hermanos! Sabemos cuál es la dirección: las Cinco
prioridades. Tenemos una guía: el presente documento, que envío a los hermanos y a las
entidades. Y todo ello no para hacer cosas distintas de las que nos piden la vida y la
misión, sino para vivir los valores peculiares del carisma franciscano como seguidores
de Cristo al servicio de un mundo fraterno.

Roma, 8 de diciembre, solemnidad de la Inmaculada Concepción, de 2003.

Fray José Rodríguez Carballo, ofm


Ministro general

Prot. n. 093848
INTRODUCCIÓN

El documento El Señor os dé la paz, del Capítulo general de Pentecostés de 2003,


contiene una apremiante invitación a la conversión, a «nacer de nuevo», a «emprender
el camino del discernimiento evangélico» (cf. Sdp, Presentación) para responder como
hermanos menores a los retos del mundo de hoy y «encontrar y emprender, con fantasía
y creatividad, caminos fecundos y oportunos para las nuevas situaciones» (LlT 38).
La invitación a la conversión podrá tener una respuesta concreta si recuperamos el
vigor de la experiencia de la fe, si volvemos mediante la profesión de la vida evangélica
a lo esencial de nuestra espiritualidad (cf. Sdp 2).
Por eso, el Capítulo general de 2003 propuso «continuar» durante el sexenio 2003-
2009 «en la dirección seguida por nuestra Fraternidad, tal como aparece expuesta en
las Cinco prioridades de la Orden, pues creemos que éstas siguen siendo “clave de
lectura” para vivir nuestra identidad y comprender las expectativas del mundo» (Sdp 4).
Para poner en práctica la voluntad del Capítulo, el Ministro y el Definitorio generales
decidieron ofrecer a los hermanos un documento-guía sobre aquellos aspectos de
nuestra vida que consideramos esenciales para nuestra identidad e imprescindibles
para vivir el Evangelio de nuestro Señor Jesucristo.
Este documento-guía repropone las Prioridades de la Orden y las desarrolla a la luz
del tema capitular «Fraternidad-en-misión». Cada Prioridad es releída desde la
fraternidad, su característica peculiar, y desde la misión, su razón de ser.

1. ESPÍRITU DE ORACIÓN Y DEVOCIÓN


Una fraternidad con el corazón vuelto al Señor para anunciar
al mundo, con la vida y la palabra, que sólo él es el Omnipotente

De la prioridad del «espíritu de oración y devoción» proviene la capacidad de dar


testimonio de que Dios es el único absoluto, el único omnipotente, el altísimo y buen
Señor, el único bien, todo bien, todo el bien, la única realidad deseable y que hay que
anhelar.
«Por aquellos días vino Jesús desde Nazaret de Galilea, y fue bautizado por Juan en
el Jordán. En cuanto salió del agua vio que los cielos se rasgaban y que el Espíritu, en
forma de paloma, bajaba a él. Y se oyó una voz que venía de los cielos: “Tú eres mi Hijo
amado, en ti me complazco”» (Mc 1,9-11).

PROYECTO DE VIDA

Con Jesús se abrieron los cielos y lo que hasta entonces parecía exclusivamente vida
de Dios se manifestó como vida del hombre, vida de Jesús que camina con los hombres
que entran con él en las aguas del bautismo y de la conversión. Esta experiencia pone
en marcha a una humanidad nueva, a un pueblo nuevo: primero Jesús, y luego sus
seguidores, de los primeros a nosotros.
«Venid conmigo», dice Jesús (Mc 1,17); «escuchadle», dice el Padre (Mc 9,7). En
estas palabras resuena la llamada a seguir a Jesús, a formar parte de la nueva
humanidad, a recibir al Espíritu y escuchar la voz de la más sorprendente confesión
divina: «¡Tú eres mi hijo!»
La experiencia de que somos hijos por el Espíritu que habita en nosotros, es el
fundamento de nuestra vida de oración, «del espíritu de oración y devoción» al que
deben servir todas las cosas, a fin de que, «removido todo impedimento y pospuesta
toda preocupación e inquietud», amemos, adoremos y sirvamos al Señor «con corazón
limpio y mente pura» (cf. CCGG 19 § 2).
La vida de oración, el «espíritu de oración y devoción», es la forma más importante
de expresar nuestra relación de amor con el Padre. Como el amor, la vida de oración no
(cf. Sdp 37b) y en todo
es algo que se hace, sino algo que se vive con todo el ser
momento; por eso, la oración, como el amor, remodela nuestra relación
personal con el Señor.
Los hermanos menores, incorporados a Cristo en el bautismo y habiendo
manifestado con la profesión su voluntad de seguirlo más de cerca, deben mirar
«diariamente este espejo» para imitar la bienaventurada pobreza, la santa humildad y la
inefable caridad (cf. 4 CtaCl 15ss).
Por eso, al hablar del «espíritu de oración y devoción» en la vida del hermano
menor, no sólo hemos de prestar atención a las expresiones concretas de ese «espíritu»,
sino sobre todo a la relación que vivimos con Dios Padre, con Jesucristo, el Señor, y con
el Espíritu que santifica.

PROPUESTAS

1. Que el proyecto personal de vida y el proyecto de vida fraterna indiquen los


tiempos y las formas de la oración personal y de la fraternidad, de manera que las
actividades personales y las estructuras de las entidades no apaguen el espíritu de
oración y devoción.

2. Resalten adecuadamente el proyecto personal de vida y el proyecto de vida


fraterna el valor de los tiempos de silencio y vuelvan a descubrir los hermanos el valor
de la interioridad y el valor del silencio, como propone el Itinerario hacia el «corazón».

3. Los ministros, en su servicio de animación a sus respectivas fraternidades, y


todos los hermanos, individual y comunitariamente, consideren la vida de oración y el
«espíritu de oración y devoción» como la prioridad que orienta y anima sus vidas, la
primera expresión del seguimiento de Cristo.

4. Teniendo presente cuanto dicen los documentos El corazón vuelto al Señor y El


espíritu de oración y devoción, promuevan los ministros y los guardianes la vida de
oración en sus diversas expresiones, prestando especial atención a las nuevas formas de
oración y a la oración con el pueblo.

5. Fomenten los ministros experiencias prolongadas de contemplación en casas de


retiro y en eremitorios, exhorten a ellas a los hermanos y sírvanse del moratorium para
profundizar la experiencia de Dios.

6. Nómbrese en los capítulos provinciales o custodiales una comisión para la


animación de la dimensión contemplativa de las entidades.

7. Procuren los ministros y los hermanos unir de manera más vital la oración y la
vida concreta.

8. Es conveniente que se practiquen el moratorium en torno a los 25 años de


profesión (cf. IMG 60), para encontrarse con Dios y con uno mismo y redescubrir el
tesoro de la vocación.

9. Movidos por el Espíritu del Señor a vivir la forma de vida del santo Evangelio y
reconociendo la urgencia de volver a lo esencial de nuestra experiencia de fe y de
nuestra espiritualidad (cf. Sdp 2), dedíquense los hermanos con perseverancia a la
escucha de la Palabra de Dios, meditada y orada. Sírvanse para ello, entre otros medios,
del subsidio La lectura orante de la Palabra de Dios en la vida franciscana.

10. Asegúrese a los hermanos, tanto en la formación permanente como en la


formación inicial, una apropiada formación bíblica y litúrgica.

11. Honren los hermanos con especial devoción a la Virgen María, Madre del Señor
y Madre nuestra (cf. CCGG 26 § 2), y veneren a los santos, seguidores fieles de Cristo y
de su santísima Madre.
12. Empéñense los hermanos en conocer la tradición mística y espiritual franciscana
y en recuperar las formas devocionales de nuestra tradición espiritual, enriqueciéndolas
con formas nuevas que respondan mejor a las exigencias de nuestro tiempo.

13. Evalúen todas las fraternidades y todos los hermanos, al menos una vez al año,
su vida de oración y su modo de vivir el espíritu de oración y devoción.

ESCUCHAR Y REFLEXIONAR

Escuchar
Evangelio
• Jesús ora: Mc 1,35; 14,32-39; Lc 3,21-22; 5,15-16; 6,12; 9, 28-36; 22,39-46; 23,33-
34.44-46.
• Invita a orar: Mc 6,30-32; 14,38; Lc 10,38-42; 18,1.
• Cómo orar: Mt 6,5-13; Mc 11,25; Lc 11,1-3.
• La oración nace de la experiencia de fe: Mt 8,1-4 y paralelos; Mt 8,5-13 y
paralelos; Mt 9,18-19 y paralelos; Mt 20,29-34 y paralelos, Lc 5,4-11; 15,11-32;
23,39-43.

San Francisco
• Francisco ora: 2 Cel 10.94-95; LM 2, 1; LP 80.93.
• Invita a orar: 1 R 7, 12; 22, 26; 2 R 5, 2; 10, 9; CtaA 2.
• Cómo orar: 1 R 23, 1-6; CtaO 50; Alabanzas y oraciones.
• El Evangelio, forma de vida de los hermanos: 1 R Prólogo; 5, 17; 22, 41; 2 R 1, 1;
2, 5; 3, 13-14; 12, 4; Test 14.
• La oración nace de la experiencia de fe: Abs; 2CtaF 61.

Orden
• Constituciones generales, 19-31.
• Ratio formationis franciscanae, 12-16; 66-69.
• El corazón vuelto al Señor.
• El espíritu de oración y devoción.
• «Llenar la tierra con el Evangelio de Cristo», 111-113.
• Itinerario hacia el «corazón».
• Informe de fray Giacomo Bini al Capítulo general de 2003, 54-55.

Iglesia
• Vida fraterna en comunidad, 12-20.
• Vita consecrata, 93-95.
• Novo millennio ineunte, 32-39.
• Caminar desde Cristo, 20-27.

Reflexionar
a) ¿Tenemos en el corazón la alegría y la paz de los hijos de Dios?
b) ¿Cómo incide en nuestra vida personal y en la vida de nuestra fraternidad la fe
que profesamos? ¿Vivimos de fe?
c) ¿Obedecemos al Espíritu que ora en nosotros?
d) ¿Cómo nos ayuda la vida «con el corazón vuelto al Señor» a superar los conflictos
e intereses personales?
e) ¿Dejamos, como Francisco, que Dios penetre en nuestra vida y la transforme?
f) ¿Qué retos personales y fraternos nos plantea la vida de oración y devoción?
g) ¿Qué elementos de nuestra espiritualidad consideramos esenciales?
h) ¿Prevén el proyecto de vida personal y el proyecto de vida fraterna espacios y
tiempos para la escucha de la Palabra de Dios? ¿Cómo celebran y viven la
Eucaristía nuestras fraternidades?
i) ¿Qué relación tienen la Eucaristía y la Cruz con las renuncias cotidianas, con la
obediencia, etc.?
l) ¿Qué actitud tenemos ante el compromiso y la fidelidad a la oración de los otros
hermanos?
m) ¿Consideramos la vida de oración de los laicos comprometidos, de los grupos
eclesiales y de los fieles de otras religiones como una provocación o un estímulo
para nuestra propia vida?
n) ¿Qué obstáculos encontramos en nuestro compromiso de oración?

2. COMUNIÓN FRATERNA
Una fraternidad en obediencia caritativa y servicio mutuo para dar
testimonio de la reconciliación en Cristo por encima de toda fractura

De la capacidad de vivir la obediencia y el servicio mutuos en la fraternidad, dando


así concreción a nuestro ser hermanos-en-relación, nace la posibilidad de dar testimonio
de que Cristo es nuestra paz, nuestra reconciliación, quien unió la humanidad
disgregada por el pecado.
«Aunque hable las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo caridad, soy
como bronce que suena o címbalo que retiñe… La caridad es paciente, es amable la
caridad; la caridad no es envidiosa, no es jactanciosa, no se engríe; es decorosa; no
busca su interés; no se irrita; no toma en cuenta el mal; no se alegra de la injusticia; se
alegra con la verdad… La caridad no acaba nunca» (1 Cor 13, 1-8).

PROYECTO DE VIDA

La comunión de vida en fraternidad es un elemento esencial de nuestra vocación.


Desde que el Señor dio hermanos a Francisco (cf. Test 14), no podemos considerarnos
auténticos hermanos menores sin relación de verdadera comunión con los otros
hermanos. La comunión de vida en fraternidad es también nuestra primera forma de
evangelización.
La encarnación del Hijo de Dios es la manifestación suprema de la comunión de Dios
con todos los hombres en Cristo Jesús y, al mismo tiempo, de la comunión de todos los
hombres con Dios en Cristo, que nos ha constituido en fraternidad, incorporándonos a
su cuerpo, y nos ha enseñado que para construir la fraternidad hay que negarse a uno
mismo, superar egoísmos e intereses, hacerse pobres y menores (cf. Mc 9,34-35).
Esta comunión de los hombres con Cristo no es un hecho meramente humano, fruto
de una ideología común o de intereses colectivos, ni, mucho menos, una virtud
adquirida únicamente con el propio empeño, ni una forma de vida justificada por la
conveniencia: la comunión de vida de los hombres es obra de Dios, don de Dios, gracia
de Dios, comunión de vida antes que comunión de intereses.
Esta comunión es también una vocación a la que hemos sido llamados y, por tanto,
un compromiso al que todos los hombres y cada uno de ellos deben entregarse con
generosidad, sin ahorrar ningún esfuerzo, hasta llegar a ser una verdadera fraternidad
y manifestarse como tal. Puesto que «toda realidad cristiana se edifica sobre la
debilidad« y «“la comunidad ideal” perfecta no existe todavía» (VFC 26a), el esfuerzo en
construir fraternidad requiere necesariamente cultivar la educación, la amabilidad, la
sinceridad y la confianza mutuas, el autocontrol, la delicadeza, la cortesía, el sentido del
humor, el espíritu de participación, el perdón, la aceptación recíproca, la capacidad de
diálogo y de comunicación y la «adhesión sincera a una benéfica disciplina comunitaria»
(VFC 27b; cf. CCGG 42).
Aprendan los hermanos a vivir en comunión mutua, llevando una vida fraterna en
común, cuidándose y amándose recíprocamente, de manera que nuestra forma de vida
exprese con claridad lo que dice nuestra fe: somos hijos del Padre celestial y hermanos
de Jesucristo en el Espíritu Santo (cf. CCGG 38).
La comunión de vida que los hermanos viven entre ellos debe darse también con
todos los hombres, amados del Señor, especialmente con los necesitados, a fin de que el
amor los sostenga y la solidaridad los socorra (cf. Mt 25,31-46), y con todas las
criaturas, que, llamadas por el amor de Dios a la existencia, son signos de su bondad y
manifestación de su belleza y están destinadas a ser liberadas de la esclavitud de la
corrupción para participar un día de la libertad de los hijos de Dios (cf. Rm 8, 19-21).

PROPUESTAS

1. Todas las provincias elaboren un proyecto de vida de la provincia, todas las


fraternidades elaboren un proyecto de vida fraterna y todos los hermanos elaboren un
proyecto personal de vida teniendo en cuenta la Regla y las
Constituciones, el documento capitular El Señor os dé la paz y las
circunstancias de lugar y de tiempo. Hágase todos los años una
evaluación de dichos proyectos.
2. El proyecto de vida fraterna debe regular la vida común de los hermanos, de
manera que todos ellos tengan un estilo similar de vida y puedan participar con
regularidad en los actos de la fraternidad y colaborar en los trabajos domésticos (cf.
CCGG 42 § 2).

3. El proyecto de vida fraterna debe distribuir las responsabilidades en la


fraternidad prestando atención a la igualdad de todos los hermanos «en virtud de la
profesión» (cf. CCGG 3 § 1) y a la necesidad de superar todo tipo de división étnica o
lingüística.

4. El proyecto de vida fraterna y el proyecto personal de vida deben prever modos


idóneos para afrontar adecuadamente los conflictos; sírvanse de ellos los hermanos
para construir una verdadera comunión de vida.

5. En la animación de la vida fraterna ténganse en cuenta el documento La vida


fraterna en comunidad y el subsidio Todos vosotros sois hermanos.

6. Usen los ministros todos los medios posibles para que desaparezcan las
presencias de hermanos que viven solos.

7. Los signos de los tiempos exigen ser reconocidos, leídos e interpretados por
todos los hermanos y por todas las fraternidades (cf. Sdp 6). El proyecto de vida
fraterna debe indicar los medios idóneos para favorecer esta tarea.

8. Presten el proyecto de vida de la provincia y el proyecto de vida fraterna


particular atención al cuidado de los hermanos enfermos y ancianos y al
acompañamiento de los hermanos «separados» y de los hermanos en dificultad.

9. Promuévanse en las entidades de una misma conferencia encuentros entre los


hermanos para incrementar el conocimiento, la comunión y la colaboración.
10. Incrementen los ministros la colaboración con la Familia Franciscana, en
particular con las Hermanas Pobres de Santa Clara, con las otras hermanas
contemplativas franciscanas, con la OFS y con la JUFRA.

ESCUCHAR Y REFLEXIONAR

Escuchar
Evangelio
• Amor mutuo: 1 P 1, 22-24; 3, 8-12.
• Amor al prójimo: Mt 22,34-40; Mc 12,28-34; Lc 10,25-28; Rm 13, 8-10; Gál 5, 13-
14; St 2, 19; 1 Jn 4,7-21.
• Amor a los enemigos: Mt 5,43-48; Lc 6,27-35.
• Servicio: Mt 20,24-28; 23,8-12; Mc 9,33-37; 10,41-45; Gál 5,13-14.
• Compasión de Jesús: Mt 9,35-38; 14,13-14; 15,32-39; 20,29-34; Mc 1,40-45; 6,30-
34; 8,1-10; 9,14-29; Lc 7,11-17; Hb 4, 14-16.
• Misericordia y alegría: Lc 2,8-20; 5, 29-32; 6, 36-38; 7,11-17.36-49; 10, 29-37;
15,1-32.
• Perdón: Mt 6,9-15; 18,21-35; Mc 11,25-26; Lc 6, 36-38; 11,14,1-4; 17,3-4; 23,33-
34; Ef 4, 30-32; Col 3, 9-15.

San Francisco
• Amor mutuo: 1 R 5, 13; 2 R 6, 7-9; 10, 5; TestS 3.
• Perdón: CtaM 9-11.15.
• Misericordia: 1 R 23, 8; CtaO 50; AlD 7; 1 Cel 17; LM 8, 5; TC 5, 13.

Orden
• Constituciones generales, 38-63.
• Ratio formationis franciscanae, 17-21; 70-76.
• Todos vosotros sois hermanos, Primera parte I/1-2; III/2; Segunda parte.
• La Orden, hoy, III, 1.
• Orientaciones para el cuidado pastoral de las vocaciones, 61ss.
• Informe de fray Giacomo Bini al Capítulo general de 2003, 71-88.

Iglesia
• Vida fraterna en comunidad, 21-42; 54.
• Vita consecrata, 41-53.
• Novo millennio ineunte, 42-45.
• Caminar desde Cristo, 28-32.

Reflexionar
a) ¿Estamos convencidos de que es el Señor quien crea la fraternidad entre
nosotros? ¿Cómo colaboramos con Él en esta vocación?
b) ¿Cómo son nuestras relaciones con los hermanos de la fraternidad local y
provincial? ¿Cómo hablamos de ellos?
c) ¿Qué medios usamos para superar los conflictos que surgen en la fraternidad local
y provincial?
d) ¿Qué medios empleamos para construir una verdadera fraternidad y comunión de
vida entre los hermanos?
e) ¿Qué ejemplos de perdón y de reconciliación podemos ofrecer al mundo de hoy?
f) ¿Qué actitudes asumimos frente a la autoridad, la corresponsabilidad y las
mediaciones instituidas para descubrir al Señor en nuestra vida fraterna?
g) ¿Estamos convencidos de que Dios nos ama? ¿Qué tono debería tener nuestra
vida? ¿No deberíamos ayudar a la fraternidad a tener una actitud confiada, audaz
y valiente para la misión?
h) ¿Cómo practicamos el deber de la corrección fraterna?

3. MINORIDAD, POBREZA Y SOLIDARIDAD


Una fraternidad de menores, pobres y solidarios, peregrina y extranjera por
los caminos del mundo en pos de las huellas de Jesús, para proclamar el valor
de todo hombre y de toda criatura

Del compromiso radical a vivir el espíritu de minoridad, de la expropiación para la


participación y la itinerancia en pos de las huellas de Jesús y de su Madre pobrecilla
nace la capacidad de dar testimonio del valor de todas las criaturas y de todos los
hombres, amados del Padre, redimidos con la sangre preciosa del Hijo, habitados por el
Espíritu Santo.
«Y les dijo: “No toméis nada para el camino, ni bastón, ni alforja, ni pan, ni plata, ni
tengáis dos túnicas cada uno”» (Lc 9,3).

PROYECTO DE VIDA

La comunión de vida en fraternidad y la misión de los hermanos se caracterizan y


especifican por la minoridad, la pobreza y la solidaridad, que manan de la necesidad de
restituir todos los bienes al Señor y conducen a la disponibilidad y a la libertad de
quienes optan por una vida inspirada en las palabras y en el ejemplo del Señor. Pero la
minoridad, la pobreza y la solidaridad no pueden vivir sin sus hermanas la humildad y la
caridad, que no pueden subsistir, a su vez, si no están protegidas por la santa pobreza.
Por otra parte, sólo mirándonos en el espejo de Cristo y observando constantemente
en Él nuestro rostro (cf. 4 CtaCl 15) podremos revestirnos de la bienaventurada
pobreza, de la santa humildad y de la inefable caridad que brillan en Cristo.
Si consideramos el misterio del nacimiento de Cristo, admiramos la humildad y nos
conmovemos ante su inmensa pobreza (cf. 4 CtaCl 19-21).
Si observamos el misterio de la vida de Cristo, vemos la humildad de quien sirve, la
bienaventurada pobreza de quien se ofrece por entero a los otros, el amor de quien
acepta sufrimientos y fatigas sin límites para la redención de todos (cf. 4 CtaCl 22).
Si contemplamos el misterio de la muerte de Cristo, vemos resplandecer la luz de la
inefable caridad en la humildad admirable y en la pobreza y desnudez de nuestro Dios y
Señor (cf. 4 CtaCl 23).
Contemplamos a Cristo, nuestro único Señor, lo amamos y escuchamos su Palabra
en la medida en que escuchamos a los pobres, los amamos y somos solidarios con ellos.
El amor de Cristo nos impulsa a ir al encuentro de los pobres, a caminar con ellos y
como ellos: sin bastón, ni alforja, ni pan, ni dinero, ni túnica de recambio (cf. Sdp 33). El
amor de Cristo nos lleva a los «leprosos» de nuestros días, a los pobres, y nos llama a
ser pobres entre ellos, siervos de todos y sujetos a todos, pacíficos y humildes de
corazón. El amor de Cristo nos induce a ser verdaderos hermanos menores y a vivir «sin
nada propio».
Como hermanos menores, no podemos ser hombres en camino con Jesús y los pobres
si no convertimos toda nuestra vida en un itinerario hacia Dios a través de la oración, si
no caminamos con nuestros hermanos de la fraternidad y si nuestros compromisos
actuales no están arraigados en la auténtica tradición de la Orden y en la espiritualidad
franciscana (cf. Sdp 36abc).

PROPUESTAS

1. Teniendo en cuenta las circunstancias y los lugares, determinen el proyecto de


vida de la provincia, el proyecto de vida fraterna y el proyecto personal de vida las
formas concretas con las que los hermanos deben vivir la pobreza de nuestro Señor
Jesucristo, a la que todos estamos llamados, la minoridad evangélica que por gracia de
Dios hemos profesado y la solidaridad con los pobres, de acuerdo con nuestra forma
vitae.

2. Determinen el proyecto de vida de la provincia y el proyecto de vida fraterna la


cantidad de dinero con que la provincia y las fraternidades locales han de demostrar su
solidaridad con los más necesitados, y tomen las decisiones necesarias para que los
locales vacíos de nuestras casas estén a disposición de las necesidades de la gente,
teniendo en cuenta las debidas cautelas legales.

3. Pongan los ministros suma atención en cerciorarse de que el uso de los fondos
económicos de sus entidades respeta siempre los valores éticos y está en favor de los
más pobres.

4. Prosigan las entidades la revisión de las estructuras a fin de que éstas estén al
servicio de la vida, no se sacrifique la vida para salvaguardar las estructuras y las
estructuras se acerquen lo más posible a la condición de vida de los más pobres.

5. Empéñense todas las provincias o conferencias en poner en marcha un proyecto


nuevo que responda a la situación en que estamos viviendo. Hoy en día se habla de
«islas de creatividad»: tener en cada provincia o conferencia una isla que sea
contagiosa, que anime a los otros.

6. Favorézcase la constitución de fraternidades «de inserción» y de fraternidades


itinerantes, asegurándoles un adecuado acompañamiento.

7. Siéntanse todos los hermanos itinerantes y estén dispuestos a abandonar ideas,


proyectos, actividades, oficios y estructuras que no respondan a nuestra vocación y
misión de hermanos menores.

8. Fieles a la condición de menores, sean los hermanos portadores de paz —y esto


más con la vida que con las palabras— en todos los lugares en que se encuentren y
promuevan la reconciliación entre las personas y el respeto a la creación, denunciando
todo tipo de violencia, injusticia y engaño (cf. Sdp 12-13). No ahorren ningún esfuerzo
en ser, con su vida, signos de una humanidad nueva que camina hacia la liberación y la
paz (cf. Sdp 35).

9. Como siervos de todos, sometidos a todos, pacíficos y humildes de corazón (cf.


CCGG 64), eviten los hermanos todo tipo de fundamentalismo (cf. Sdp 14) y, al mismo
tiempo, empéñense en favorecer el conocimiento mutuo, la gratitud recíproca y la
aceptación mutua (cf. Sdp 15).

10. Nuestra vida de pobreza debe valorarse a la luz de lo que prometimos en la


profesión —vivir «sin nada propio»— y a la luz del tenor de la vida de las personas entre
las que vivimos.

ESCUCHAR Y REFLEXIONAR

Escuchar
Evangelio
• Forma de vida de Jesús y de los discípulos: Mt 6,25-34.
• Dinero: Mt 6,24.
• Seguimiento:
— Dar todo: Mt 4,18-22; 19,16-30; Mc 1,16-20; 10,17-31; Lc 5,1-11; 14,25-33;
18,18-30.
— Renunciar a uno mismo: Mt 10,37-39; 16,24-28.
— Hacerse como niños: Mt 18,1-4; 19,13-15; Mc 10,13-16; Lc 18,15-27.

San Francisco
• Pobreza, humildad, minoridad y caridad: 1 R 1, 1-3; 2, 14-17; 7, 1-10.15-16; 8, 1-
12; 11, 1-9; 14, 1-6; 2 R 1, 1; 2, 7-10.14.17; 4, 1-3; 5, 1-4; 6, 1-9; Test 16-17.20.23;
TestS 1-5, UltVol.
• Trabajo: 1 R 7, 1-8; Test 24-26.

Orden
• Constituciones generales, 64-82; 96-98.
• Ratio formationis franciscanae, 22-25; 77-83.
• «Llenar la tierra con el Evangelio de Cristo», 149-164.
• Franciscanos por la justicia, la paz, la ecología, Oñati (Guipúzcoa) 1999.
• La Orden, hoy, 35-37.
• Todos vosotros sois hermanos, Segunda parte, VII.
• Informe de fray Giacomo Bini al Capítulo general de 2003, 89-108.

Iglesia
• Vita consecrata, 82.89-90.
• Novo millennio ineunte, 50-51.
• Caminar desde Cristo, 36.

Reflexionar
a) ¿Qué experiencia tenemos de pobreza vivida? ¿A qué estamos apegados? ¿Qué
poseemos? ¿Qué cosa o cosas nos poseen?
b) ¿Somos verdaderamente pobres para ser verdaderamente libres?
c) ¿Hemos hecho alguna vez una evaluación de nuestra experiencia de pobreza,
discerniéndola a la luz de la caridad y de la humildad?
d) ¿Hasta dónde llega nuestra disponibilidad a cambiar para caminar sinceramente
con Jesús: ser sus seguidores; a caminar con los pobres: ser sus compañeros?
e) ¿Qué circunstancias de vida de nuestras fraternidades locales invitan a la
dependencia mutua, al vigor espiritual, a la esperanza contra toda esperanza?
f) Si Dios es la «riqueza a saciedad», ¿cómo vivimos la relación con los bienes
materiales? ¿Somos pobres de Dios y para Dios? ¿Qué tipo de pobreza debemos
vivir?

4. EVANGELIZACIÓN-MISIÓN
Una fraternidad que se nutre del Evangelio para ofrecer a la humanidad,
inquieta y en búsqueda del sentido de la vida,
la Palabra que es «espíritu y vida»

Cuando estemos dispuestos a escuchar cada día «las palabras de nuestro Señor
Jesucristo, que es el Verbo del Padre, y las palabras del Espíritu Santo, que son espíritu
y vida» (2CtaF 3), podremos recorrer el camino de la santidad en fraternidad, anunciar
el Evangelio a toda criatura, acompañar a los hombres de hoy en la búsqueda del Dios
único y discernir los signos de los tiempos en el Espíritu del Señor.
«Jesús se acercó a ellos y les habló así: “Me ha sido dado todo poder en el cielo y en
la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del
Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he
mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo”»
(Mt 28,18-20).

PROYECTO DE VIDA

Llamados por el Señor y movidos por el Espíritu Santo, somos enviados al mundo
entero para proclamar el Evangelio a todas las criaturas, de manera que todos puedan
conocer la gracia y el amor que Dios Padre nos ha revelado y ofrecido en Cristo Jesús
(cf. CCGG 83 § 3). En el Evangelio de la gracia y del amor están la paz y el bien que
queremos llevar a cuantos encontramos en nuestro camino, y mediante el Evangelio
deseamos transmitir a todos la firme esperanza de un mundo mejor (cf. CCGG 83). Ésta
es la salvación que pedimos y deseamos para todos: «El Señor te dé la paz» (Test 23).
Anunciar el Evangelio, llevar a todos la paz que Dios nos ha dado por medio de
Cristo (cf. Hb 10, 36), anunciar a Cristo, que es nuestra paz (cf. Ef 2, 14): he aquí la
vocación de la Iglesia, su misión (cf. Sdp 37).
Anunciar y realizar la buena noticia del Reino de Dios es la vocación de los hermanos
menores, su misión. La Orden de los Hermanos Menores existe para la misión, es una
fraternidad-en-misión (cf. Sdp 42; VFC 59a). la misión, para nosotros hermanos
menores, no es algo que hacemos, sino nuestra razón de ser.
Ser hermanos menores no consiste en vivir para nosotros mismos, sino en vivir para
los demás. Las fraternidades de la Orden de los Hermanos Menores son fraternidades
abiertas, no grupos cerrados. Nuestro claustro es el mundo y nuestra misión consiste en
dar a conocer el Reino de Dios (cf. Sdp 37). Los hermanos menores realizan esta misión
con su vida, en primer lugar, y con el testimonio de la palabra.

PROPUESTAS

1. Todas las provincias y fraternidades elaboren un proyecto de evangelización que


sirva de guía para todas las actividades evangelizadoras y para impulsar nuevas formas
y modos de evangelización en comunión con la Iglesia y en sintonía con nuestra forma
vitae, especialmente con nuestra vida de fraternidad.

2. Organice el Definitorio general durante este sexenio, a través de la Secretaría


para la Evangelización, congresos sobre la evangelización en general,
preferiblemente por áreas culturales, y un congreso para toda la Orden
sobre la evangelización misional.
3. Las entidades y las conferencias refuercen sus lazos tradicionales con las
misiones dependientes de ellas. Siéntanse todas las conferencias comprometidas a
mantener un proyecto de la Orden ya existente o en vías de creación, siguiendo la
invitación del Papa: «Duc in altum!»

4. Comprométanse con más empuje todas las entidades en los proyectos misioneros
de la Orden: Tierra Santa, Marruecos, Comunidad de Estados Independientes,
Tailandia… Examinen diligentemente los ministros la vocación misionera de los
hermanos y no la obstaculicen por razones de utilidad.
5. Consideren todas las entidades el estudio como una exigencia fundamental de la
evangelización.

6. Envíen todas las entidades anualmente al secretario para la evangelización


misional de la Orden el 6% de las limosnas recogidas para misiones.

7. La forma primera y fundamental de evangelización de los hermanos es su vida de


comunión en fraternidad.

8. Atentos a los signos de los tiempos, elaboren los hermanos nuevas respuestas a
los problemas del mundo de hoy. Consideren, por ello, el discernimiento como una
exigencia fundamental para captar claramente lo que se debe hacer y para saber
traducirlo con decisión en opciones coherentes mediante proyectos de evangelización
que respondan a las situaciones actuales.

9. Revisen periódicamente los hermanos su actividad pastoral para discernir si


responde al espíritu de las bienaventuranzas y promueve la venida del Reino de Dios al
mundo (cf. Sdp 41).

10. En todas las actividades de evangelización, busquen y promuevan los hermanos


la colaboración de los laicos y cultiven adecuadamente su formación.

11. Entre las varias formas de evangelización, tengan los hermanos debidamente en
cuenta las misiones populares y renueven su metodología según las exigencias actuales.

12. Presten los hermanos especial atención a la evangelización de los jóvenes. Las
entidades que tienen colegios o dirigen centros educativos ofrezcan a los jóvenes una
formación inspirada en los valores evangélicos y franciscanos.
13. Quienes se sienten llamados a servir al Evangelio en otras culturas y en pueblos
diversos de los suyos, fórmense adecuadamente en la fraternidad internacional de
Bruselas o en otras fraternidades instituidas para este fin, y respeten con profunda
sensibilidad fraterna las características de los pueblos donde van, aprendiendo su
lengua y encarnando el Evangelio en sus valores religiosos, históricos y culturales y en
sus costumbres y tradiciones.

ESCUCHAR Y REFLEXIONAR

Escuchar
Evangelio
• Jesús, enviado del Padre: Mt 10,40; 15,21-38; Mc 9, 33-37; Lc 4,16-21.42-44; 9,46-
48; 10,16; Jn 3,13-17; 4,34; 5,19-38; 6,22-57; 8,14-34; 6,1-42; 9,4; 10,36; 11,42;
12,44-50; 13,20; 14,24; 15,21; 16,5; 17,1-26.
• Misión de los discípulos: Mt 10,1-33; 28,16-20; Mc 16,15-16; Lc 24,44-49; Jn
17,18-19; Rm 10, 14-15; 1 Cor 9, 15-18; Ef 3, 1-12; Col 1, 24-29.

San Francisco
• Entre sarracenos y otros: 1 R 16, 1-19; 2 R 12, 1-2.
• Predicadores: 1 R 17, 1-20; 2 R 9, 1-4.
• Predicación: 1CtaCus 9-10.

Orden
• Constituciones generales, 83-125.
• Ratio formationis franciscanae, 26-29.
• «Llenar la tierra con el Evangelio de Cristo», 69-87.
• Orientaciones para el cuidado pastoral de las vocaciones, 55ss.
• Informe de fray Giacomo Bini al Capítulo general de 2003, 109-123; 146-170.

Iglesia
• Vida fraterna en comunidad, 58-70.
• Vita consecrata, 72-103.
• Novo millennio ineunte, 40.58.
• Caminar desde Cristo, 37.

Reflexionar
a) ¿Cómo respondemos, como hermanos menores, a los retos, urgencias y solicitudes
de nuestro tiempo?
b) ¿Qué significa la afirmación: «El hermano menor evangeliza en primer lugar con
su vida»? ¿Qué consecuencias tiene este principio para nuestra vida y para la vida
de nuestra fraternidad?
c) ¿Qué significa ser misionero hoy?
d) ¿Cuáles son las principales características de la evangelización franciscana hoy?
e) ¿En qué medida apoyamos los proyectos misioneros de la Orden? ¿Cómo
discernimos a las personas que enviamos?
f) ¿Cómo alentamos a los hermanos jóvenes a asumir el espíritu misionero y cómo
fomentamos su disponibilidad para las misiones franciscanas?
g) ¿Cómo animamos a los laicos, particularmente a la JUFRA y a la OFS, al espíritu
misionero y a la colaboración con nuestras misiones?

5. FORMACIÓN Y ESTUDIOS
Una fraternidad nacida por divina inspiración, llamada cada día a la
conversión y a la vida nueva para crecer como «fraternidad en misión»

El compromiso formativo, desde el acompañamiento vocacional a la formación inicial


y permanente, tiene la finalidad de ayudar a discernir la inspiración divina mediante la
cual el Señor da nuevos hermanos y a sostener el seguimiento, de manera que todos los
hermanos y todas las fraternidades caminen con perseverancia tras las huellas de Jesús
y sean sus testigos en el mundo.
«Subió al monte y llamó a los que él quiso; y vinieron junto a Él. Instituyó Doce, para
que estuvieran con Él y para enviarlos a predicar» (Mc 3,13-14).

PROYECTO DE VIDA

Para seguir a Cristo en la oración, para la experiencia teologal de la filiación, para


aprender a ser hermanos unos de otros, para crecer cada día en la identificación con
Cristo pobre y crucificado, para conocer mejor el santo Evangelio de nuestro Señor
Jesucristo y poder anunciarlo con la vida y con la palabra, los hermanos asumen
de corazón el compromiso de la formación permanente e inicial. Una
formación adecuada y cualificada es condición indispensable para
mejorar la calidad y la credibilidad de nuestra vida y de nuestra misión,
para transmitir a los candidatos nuestra forma vitae y anunciar y
proponer el carisma franciscano a los jóvenes de hoy.
La formación es necesariamente, para todos los hermanos y para todas las
fraternidades, un camino de toda la vida en el que se desarrollan sin interrupción las
dotes propias, el testimonio evangélico y la opción vocacional (cf. CCGG 135).
Cada uno de los hermanos tiene la responsabilidad última y decisiva de ocuparse de
su propia formación y de llevarla a cabo (cf. CCGG 137 § 1), pues cada uno de ellos
tiene la responsabilidad de lograr la plenitud de la consagración a Dios y de la entrega a
los hermanos, siendo cada vez más fiel en el seguimiento de Cristo y en el cumplimiento
de nuestra misión.
Aun cuando la responsabilidad de procurar la propia vocación es personal, la
fraternidad es el centro primario de la formación permanente (cf. CCGG 137 § 2), como
lo es para todo cristiano la comunidad eclesial y para toda persona la comunidad
familiar.
Pero si queremos que el compromiso personal y la capacidad formativa de la
comunidad no pierdan nunca vigor, los ministros y los guardianes deben, secundados
por los capítulos de cualquier clase que sean, estimular y planificar la formación
permanente y dotarla de los recursos necesarios (cf. CCGG 137 § 3).
La formación inicial tiene su humus en la formación permanente (cf. RFF 108). Entre
la formación inicial y la formación permanente, al igual que entre las varias etapas de la
formación inicial, debe haber continuidad y coherencia (cf. RFF 177). Los estudios son
esenciales en cuanto camino de madurez de la persona (cf. RS 31).

PROPUESTAS

1. Todas las provincias han de elaborar un proyecto de formación inicial y


permanente, un proyecto del cuidado pastoral de las vocaciones y una ratio studiorum,
teniendo en cuenta los documentos de la Orden al respecto. Hágase una evaluación de
estos proyectos en todos los capítulos.

2. Organice durante el sexenio el Definitorio general, a través de la Secretaría para


la Formación y los Estudios, un congreso internacional para los maestros de novicios y
un congreso internacional para los encargados de la formación permanente.

3. Acompañe el Definitorio general, a través de la Secretaría para la Formación y


los Estudios, a los centros de estudio y de investigación de la Orden, sobre todo a los
que dependen del Ministro general, y esto tanto respecto a los programas de estudio e
investigación, a fin de que respondan a los principios de la Ratio studiorum OFM, como
respecto a las necesidades de la Orden, implicando a nuevos profesores e
investigadores y buscando medios económicos adecuados.

4. Entre las entidades, especialmente entre las de la misma conferencia, debe


haber un mayor intercambio de programas de formación y más colaboración en los
mismos, sobre todo respecto a la formación permanente.

5. Procuren los ministros y los guardianes, en su animación de la fraternidad


provincial y de las fraternidades locales, prestar particular atención a la formación
permanente de los hermanos, teniendo en cuenta las indicaciones del documento La
formación permanente en la Orden de Hermanos Menores.

6. Préstese especial atención al acompañamiento de los hermanos durante la


formación permanente y durante la formación inicial, sobre durante los cinco años
posteriores a la profesión solemne.

7. Encuentren las entidades y las fraternidades los medios adecuados para


acompañar a los hermanos ancianos y enfermos.

8. Favorezcan todas las entidades, teniendo en cuenta lo que se determina en la


Ratio studiorum OFM, la formación intelectual de los hermanos y su preparación a las
diversas disciplinas.

9. Colaboren todas las entidades, según sus posibilidades, en el «Fondo para la


Formación y los Estudios», como signo de solidaridad con las entidades necesitadas.
ESCUCHAR Y REFLEXIONAR

Escuchar
Evangelio
• Mt 25,14-30; Mc 8,31-15,46 (un camino formativo); Lc 2,52; 6,48-49.

San Francisco
• 2 R 10, 8; Adm 7; 2 Cel 103.

Orden
• Constituciones generales, 126-167.
• Ratio formationis franciscanae, 40-61.
• Orientaciones para el cuidado pastoral de las vocaciones, 45ss.
• Ratio studiorum OFM, 13-22.
• Informe de fray Giacomo Bini al Capítulo general de 2003, 124-144.

Iglesia
• Vita fraterna en comunidad, 43.
• Vita consecrata, 64-71; 98.
• Caminar desde Cristo, 15-19.

Reflexionar
a) ¿Cómo privilegiamos la formación de los formadores?
b) ¿Prevé el proyecto de vida fraterna el capítulo local de formación?
c) ¿Cómo valorar el grado de cumplimiento y la eficacia de nuestros encuentros de
formación?
d) ¿Qué relaciones estableces entre la formación y la conversión y entre el estudio y
la evangelización?
e) ¿Cómo se acompaña a los hermanos profesos temporales, sobre todo durante el
período de los estudios académicos o la formación profesional?
f) ¿Mediante qué experiencias de vida franciscana —como la minoridad, la inserción,
la misión— formamos a nuestros hermanos jóvenes?

SIGLAS Y ABREVIATURAS

Abs Oración «Absorbeat».


CCGG Constituciones generales de la Orden de Frailes Menores.
IMG Informe de fray Giacomo Bini al Capítulo general de 2003.
LlT «Llenar la tierra con el Evangelio de Cristo». El Ministro general a los
hermanos menores sobre la evangelización: de la tradición a la profecía,
Roma 1996.
Sdp El Señor os dé la paz, documento del Capítulo general de 2003, Roma 2003.
VFC Vida fraterna en comunidad, CIVCSVA, 1944.
RFF Ratio formationis franciscanae, Curia general, Roma 2003.
RS Ratio studiorum. «In noticia veritatis proficere», Curia general, Roma 2001.

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